Partida Rol por web

Cuando Katia pregunta el porqué, Vassili duda seriamente si responder o tomarlo como una pregunta retórica. Tras meditarlo algunos segundos, responde.

Estas cosas se pueden descontrolar... pero ha sido Innecesariamente desagradable y público. Será mejor dejar ese tema... Dijo dándole unas palmaditas en la mano que le cogía el brazo.

Cuando sale con lo de ir a buscar una copa, Vassili mira un momento adentro de la casa, donde algunos están entrando, y asiente.
Pero deprisa, tengo que entrar a esa reunión y no me gusta que me esperen...

La canción acaba de terminar, lo que parece aliviar el oído de Vassili.

Miro a Vassili con cierta expresión de pánico cuando sugiere que tiene que irse a la reunión.

- ¿No irás a dejarme aquí sola verdad? ¿Después de lo que ha ocurrido...? No me siento segura aquí fuera. - Dada la importancia de la fiesta, no necesito fingir nerviosismo ante la idea de no llegar a entrar. - Además, estoy segura de que, después de ese... incidente, el señor Gagarin no pondrá objeciones a que llevéis algún tipo de compañía más lúdica para relajar los ánimos, ¿no?

Miro un momento a mi alrededor.

- Además, si me dejas aquí, cualquiera podría pedirme que me fuera con él y no tendría excusa para negarme... Después de lo que he visto, no me gustaría pasar la noche con cualquiera.

Vassili se lo piensa un poco al mirar a Katia a los ojos. Se nota que duda, pero finalmente asiente.

Claro. Pero aquí tendrá que llevar al máximo aquello de Oír, Ver y Callar. ¿Está claro? Pueden hablarse temas delicados...

Katia parece tenerlo muy claro, y aunque la mirada que le echa su hijo es de desaprobación, Vassili entra igualmente con la As a la casa. Los treinta y pocos invitados a la reunión van entrando, mientras los demás no pueden más que mirar con envidia, rabia o resignación.

Cada Camarada camina rodeado de sus tres escogidos, lo que hace que por fin Katia pueda identificarles.

Sin duda el primero es Boronov, con tres rudos guardaespaldas, dos caminando a su lado, y otro que le lleva a silla de ruedas.
Justo detrás de él, el anfitrión Gagarin con su contable, Mikhail Chernenko, Yaroslav y Dimitri Savchenko
Detrás, a poca distancia, Luka Novikov, con dos prostitutas y su hija, Milenka
Detrás de él, Vassili, con Katia, su hijo Sergei, y otro guardaespaldas
Después Boris Karachenko, con sus tres gorilas de siempre
A continuación, al lado uno de otro, y cada uno con su guardia, Grisha Korovin con tres guardaespaldas, y Alexei Volkov, que se acompaña de Igor Medev, una joven prostituta y otro guardaespaldas
Y la última, Irina Davydova, con otra chica, un hombre mayor, y un guardaespaldas.

Finalmente llegan a un salón austero pero elegante, que contrasta con el resto de la casa, recargada y ostentosa. Este salón no tiene apenas decoración, posiblemente para que los reunidos no tengan más oportunidades de distraerse.

Lo único que rompe la austeridad de la estancia es una gran bandera con un logo claramente soviético, que Katia desconoce. Está escrito el lema de la Unión Soviética (¡Trabajadores del mundo, ¡Uníos!) en ruso y en otros idiomas eslavos.

La tropa de invitados es recibida con un vaso y una botella de vodka fría para cada cuarteto ya que aparte de los asistentes, no hay nadie más. Sin duda podrían haber dos o tres camareros, pero los más suspicaces podrían creer que se trata de otros agentes de Gagarin. La tensión se respira en el ambiente cuando se sientan, presidiendo la mesa Boronov en medio, con Gagarin a la derecha y Korovin a la izquierda. Tras Boronov, sus asistentes, de pie.

A continuación de Gagarin (Y su escolta), Luka, y después Vassili. Después de Korovin, Volkov y Karachenko. La última de la fiesta vuelve a ser la Tigresa Blanca.

Katia no ha quedado lejos de Milenka, al lado de ella está el guardaespaldas de Luka, a continuación el de Vassili, después Katia, luego Vassili, y luego su hijo Sergei.

Aunque no es estrictamente necesario dado el tamaño de la sala, a Boronov le dan un micrófono para que se le pueda oír mejor, y lo ponen, sobre la mesa. Llama la atención de Katia que uno de los guardias de Grisha revise con no demasiado disimulo las mesas. Gagarin hace un gesto contrariado, pero toma aire y lo deja ir despacio.

Boronov empieza a hablar.

 Bienvenidos, y gracias por acudir todos cof cof... a mi llamada. Toma aire, y aunque parece que ha pensado cómo empezar a romper el hielo docenas de veces, lo piensa una última vez antes de continuar. Sabemos que pasamos por unos tiempos extraños. Llenos de oportunidades, pero no exentos de riesgos. De uno de esos riesgos es de lo que he venido a hablaros. Uno que, a medio o largo plazo, puede amenazarnos a todos, y que creo que hay que atajar de raíz, antes de que el oso se haga más grande, o peor, críe.

Con esto ya ha tenido el interés de todos los asistentes, aunque todos quieran mantener la compostura.
Hay pruebas más que evidentes de que el asesinato de la hija de Iván no es un ajuste de cuentas, si no el germen de un grupo anticriminal, similar a Punisher. Y todos sabemos los problemas que tienen nuestros camaradas en la Costa Este, aún a día de hoy, por causa de ese lunático. Me ha presentado pruebas, he hecho mis averiguaciones, y pongo la mano en el fuego por lo que va a contaros ahora. Con un gesto, deja paso a Iván, que tiene unas bolsas herméticas, unos papeles y unas fotografías en la mano, y se pone de pie para enseñarlas. Luego se las da a Yaroslav para que las vaya pasando y que los demás invitados puedan verlas. Cada uno recibe una copia del papel y de una de las fotos, pero lo demás se queda rodando de mano en mano.

 Mientras Yaroslav os enseña las pruebas, quisiera que escucharais con atención. Somos un grupo fuerte y orgulloso, pero no debemos dejar que nuestro orgullo nos haga ser confiados. Los españoles de a pie están desesperados, y muchos no tienen nada que perder, y nos culpan de su situación. 
Os pido que no abráis las bolsas, porque son pruebas que tengo que devolver intactas. Cuando la policía llegó al taller clandestino de mi hija, lo encontró destruido e incendiado. Usaron bombas, armas automáticas y técnicas razonablemente depuradas. Calculo que en el grupo de mi hija habían entre quince y veinte hombres, otras tantas armas, y algunas de ellas armas de asalto. 
Aunque no ha trascendido todo a la prensa, los asaltantes dejaron dos supervivientes y un herido, que han hablado. Eran entre seis y nueve, llevaban chalecos de kevlar y, iban encapuchados y coordinados, y al menos uno de ellos era una mujer española con casco de moto, que hablaba ruso.

Las fotos y las pruebas pasaron primero por la gente de Grisha, así que tardarían en llegar a manos de Vassili.

Los asaltantes hirieron a los supervivientes y les dejaron el mensaje de que se trataba de castigar al crimen. Querían dejar claro su objetivo. Dejaron una gran cantidad de dinero en metálico y algunas armas en el local, lo que refuerza esa teoría. También encontraron, como veréis en las fotos, la palabra Talión pintada en una pared. Según la policía, la pintura era reciente, y bajo la pintada, las cartas que veis en las bolsas. Una bajo la pintada, y otra en la boca de uno de los cadáveres. Sin embargo, cuando dejaron el mensaje, no hablaron de Ases de picas, ni de Talión. Podéis corroborarlo en el informe policial.

Iván bebe un sorbo de vodka y continua.

Boronov y yo lo hemos estado pensando. Parece como si el grupo no estuviera bien unido. El grupo como tal no da información: Hiere a los hombres de Ivanna y deja un mensaje, pero como si algunos del grupo quisieran algo más, dejan más datos dentro del local.

Pudieron, por sorpresa, con un grupo que les duplicaba en número, y no consta que tuvieran ninguna baja. Atacaron con bombas, automáticas ligeras, escopetas y pistolas, y ahora tienen armas de asalto robadas a mi hija, y tal vez información muy sensible. Pueden llegar a convertirse en un peligro, por lo que... Tomó aire.

Requiero a los Camaradas para que usen todos sus recursos para encontrar a ese grupo. Talión, Ases, Castigadores, o como narices se quieran llamar, y los masacremos antes de que puedan convertirse en un peligro.

Finalmente las fotos pasaron por las manos de Vassili y su hijo. En las fotos se veía una pared, con la palabra Talión pintada en espray, y fotos del As en el suelo junto a la pintada. Katia no reconoce la sala. En otra foto se ve una mano con un guante de látex sacando una carta de la boca del sujeto enorme que mataron entre Tecnovirus y Katia, el que se escondió malherido en lavabo. Otra foto policial, con otro agente abriendo un cajón con montones de billetes de 500€, y una foto de Ivanna en su gran moto tuneada. De la foto de la moto dejaron copia, pero el resto pasó a Luka antes de que pudiera mirarlas mejor.  En las bolsas, marcadas coen logo de los Mossos d'Esquadra y las palabras "Evidència: No Obrir" estaban las cartas. Vassili escucha mientras lee el informe, que está traducido al ruso. Katia no puede leer mucho en tan poco tiempo.

Esa es la moto de mi hija. Está completamente personalizada, por lo que es muy especial. Se la llevaron, así que si alguno de vuestros contactos la ve, estará en la pista de los "Taliones". Miró al resto. Muchos estaban esperando a que acabase, para poder hablar. Cuando Iván hace un gesto al resto para que hable, el primero en hablar, levantándose también, es Grisha Korovin.

 Llevamos mucho tiempo siendo Camaradas, Iván. Dijo el tuerto. Pero a pesar del aval de Boronov, esto parece una forma de que te ayudemos a buscar al asesino de tu hija. Nuestros hijos son como nietos para Boronov. Le hace un gesto antes de continuar E Ivanna no era una excepción. Todos hemos falsificado pruebas, Iván... Y sabemos lo mucho que duele perder a un hijo.

Vassili negó y susurró a su hijo: "Gagarin se apañaría él solito si creyera eso"

Iván parecía furioso, pero por dentro. Tomó aire y un sorbo de vodka y respondió.

 Y tú... parece que no me conocieras. Si se tratase de una banda de matones que mató a mi hija, yo mismo los haría arrepentirse. Buscando a esa 'banda de matones', con mis contactos, encontré estas pruebas, que me hicieron dudar. Los matones no usan bombas. Ni dejan mensajes, ni cartas. Ni se meten en esos agujeros. Son más cobardes, esperarían cogerla sola, o con sus guardias. Estos querían arrasar el taller y toda la banda, y que se supiera de ellos. El otro día fue mi hija... Si les dejamos armarse y curtirse, podríamos estar ante un problema serio. Recordad que tienen a alguien que habla ruso. Intentaron engañar a mi hija, haciéndole creer que iban 'de mi parte'. Nos conocen, Grisha. Nuestros lacayos, nuestras familias o nosotros mismos, podríamos ser sus siguientes objetivos, y no me gusta dejar gente como esa suelta por ahí, pero no tengo más información.

 ¿Porqué tanto... Iba a decir miedo, pero sería ofensivo. Tanta precaución? Tal vez hayan tenido un golpe de suerte, y se maten la siguiente vez. O tal vez solo sepan de tí, o sea algún grupo traidor. De momento no parecen tan peligrosos como para movilizar a todos los Camaradas.

Boronov interrumpió.

 ¿Y qué clase de Camaradas somos, si no nos ayudamos? Dijo, y dejó unos segundos Unos desconocidos, quizá unos Punisher de pacotilla, han atacado a uno de los nuestros. Lo mismo exigiría de Iván, si fuera al revés. No podemos arriesgarnos a que un puñado de necios nos golpeen, y no sepamos ni siquiera de dónde.

 No pido que arriesguéis a nadie, ni que gastéis una bala. Dijo a todos. Solo información. Si los encontramos, yo mismo me encargaré de ellos, tengo armas y hombres de sobra... pero es por encontrarles antes de que puedan ser una amenaza.

 Davydova se levantó e intervino, sorprendiendo a todos Solo es información, y tenemos algunos cabos. ¿La policía no ha encontrado huellas?

 No. Dijo Gagarin a la Tigresa. Llevaban guantes, y la cara cubierta. Uno de ellos alto y fornido, otro con sobrepeso, un par más menudos y delgados, y la mujer que hablaba ruso. Además, uno de los hombres daba órdenes en español, al estilo policial o militar. Alguno de ellos, o todos, tienen entrenamiento táctico.

 Los matones no toman tantas precauciones, estos son profesionales, o aspirantes a profesional. Dijo con una sonrisa. Si de verdad parece que cada uno va por libre, o no tienen muy claro qué dejar ver de ellos, es algo que se podría explotar. Habría que pensar en ello.

 Luka habla desde el asiento. ¿Porqué no les ponemos un cebo? Una trampa. Si conocen a Gagarin, a lo mejor siguen sus pasos. Prepara alguna golosina, y corre la voz. Si llega a sus oídos, quizá les cojamos.

Boronov movió el dedo y asintió.

 Estoy dispuesto, pero si trabajamos juntos, la trampa será más jugosa, y tendremos más oídos y manos. Estoy dispuesto a dar una recompensa a quien me traiga vivos a los verdugos de mi hija, si fuera necesario contratar mercenarios. Miró a Boris

Boris levantó la mano con gesto flácido en plan: "Tranqui, yo te busco mercenarios"

Iván asintió, y entonces Vassili se levantó.

 Carraspeó, y comenzó a hablar. Los moscovitas intentan pisarnos el terreno. Si localizamos al grupo, podemos darles información falsa, y así enviarlos contra ellos. Si lo hacemos bien, nadie nos relacionará.

 Gracias, Vassili. Pero lo primero es encontrarles. ¿Mantendréis los ojos abiertos?

Boronov fue el primero en asentir y ofrecer su apoyo. El resto, con más o menos ánimo, se fueron uniendo. Luka, Vassili, Irina y Karachenko sin dudar, Korovin esperó a la respuesta del resto, y luego Alexei le secundó.

 Gracias a todos. Esperemos que esto se solucione pronto, y no acabe siendo un problema. Pago bien por información, y cuando les tengamos localizados hablaremos de los mercenarios y sus honorarios.

La reunión se fue disolviendo, y conforme se levantaban, Gagarin preguntó a Irina si la chica con la que iba era de confianza. Irina asintió, y entonces Gagarin pidió a Alexei, Vassili y Luka que les dejara hablar con sus 'chicas' un momento, sobre lo que se había oído aquí.

Vassili miró a Katia, y le asintió. Parece que lo esperaba.
 Tranquila Le dijo Será un momento. Miró a Gagarin y dio una palmadita a Katia en la espalda Nos vemos fuera.

Fuera cual fuera la despedida, el resto de los asistentes se fueron marchando, dejando a las cuatro prostitutas de pie, a solas con Gagarin y Yaroslav. El jefe bebía un vaso de Vodka, y se tomó unos segundos antes de dar la orden que tuviera en mente.

Las otras dos chicas estaban muertas de miedo, la que iba con Alexei estaba pálida (Y eso que ya era una joven rusa muy blanquita), y de las otras, que iban con Luka, a una los nervios parecían estar atacándole al estómago, y la otra, pelirroja, miraba al suelo, jugueteando con los dedos que agarraban el bolso. Apenas parpadeaba, preocupada. Tenían muy claro el valor que tenían en esa sociedad machista y cruel.

Gagarin dijo a Yaroslav que hiciera esperar a Katia, la pelirroja y la pálida afuera. El gigante les hizo un gesto, y las tres la acompañaron a una salita de espera contigua.

Lujosa, cómoda y con una televisión. Les hizo un gesto para que se sentaran, y se quedó esperando de pie en la puerta que daba a la sala de reuniones, con los brazos cruzados. Había otra puerta que daba al resto de la casa. Se oían algunas voces al otro lado.

La chica rusa no levantaba la mirada del suelo, y balanceaba su cuerpo levemente. Había estado toda la reunión degradándosele la expresión, como si a cada minuto y cada tema más mafioso y escabroso que hablaban, más segura estuviese de que iba a morir tras la conversación. Los acontecimientos parecían estar confirmándoselo. La pelirroja trataba de mirar la televisión para distraerse, pero a medida que pasaban los segundos, se iba desmoronando y empezaba a lagrimear en silencio, con la mirada perdida en la televisión, sin mirar realmente las imágenes.

Durante la reunión mantengo un perfil bajo, al igual que mis compañeras aunque estoy convencida de que consigo mantener la calma mejor que ellas, a pesar de que me toque bastante de cerca todo lo que están tratando. Cuando hablan de los ases de picas y la pintada no puedo sino sorprenderme. Sin embargo, tengo una buena excusa para ello en el caso de que alguien se haya percatado de mi reacción. "Que tenga que enterarme de esto por Gagarin... Voy a capar a Francisco y a Tecnovirus...", pienso recordando nuestra discusión sobre firmar nuestras acciones.

Durante toda la reunión y el camino hacia la sala, trato de pegar el oido a las conversaciones que se cruzan entre los camaradas, buscando también algo de información para Gagarin, aunque creo que tengo algo que ofrecerle que, de paso, debilitará su relación con alguno de los jefes mafiosos de la sala.

Miro a Vassili cuando Gagarin nos dice que dejen a las chicas allí. El hombre hace amago de tranquilizarme, pero aún así no puedo evitar sentir cierta tensión. Miro a las chicas mientras seguimos a Yaroslav. Por un momento dudo de si tratar de consolarlas o no frente al grandullón, pero me decido al pensar que no voy a descubrirle nada que Gagarin ya no sepa.

- No lloréis - les digo con cierto esfuerzo, pues yo misma tengo un nudo en la garganta. - Trabajáis en esto, igual que yo, así que ya sabemos lo que hay... Ni habéis visto nada, ni escuchado nada, ni recordáis ni una palabra de lo que han dicho ahí dentro o lo que pasó en el jardín - digo con firmeza. - Como tantas otras veces antes de hoy...

Hablo con relativa tranquilidad, tratando de mantener la calma a pesar de la situación y de transmitir cierta seguridad a mis compañeras, a pesar de no tener muy claro qué tiene pensado Gagarin. Después de todo, tanto le da librarse de dos cadáveres que de seis, aunque al menos mi agencia sabe que estoy aquí.

Katia logró captar tres fragmentos interesantes de conversación: Korovin le decía a los demás guardaespaldas que se quedaban fuera que estuvieran atentos y contasen los guardias de Gagarin.

Irina parecía tener cosas que hablar con alguna prostituta: Mandó a su chica de confianza a hablar con la prostituta de Luka, la pelirroja que está sentada ahora a su lado. Tanto Irina con su chica, como la chica con la pelirroja tuvieron cruces de palabras breves y discretos.

Yaroslav no quitaba ojo a los hombres de Grisha, y parecía algo tenso cuando registraban las mesas. También cruzaba miradas sospechosamente a menudo con alguno de los acompañantes de Volkov o Karachenko, pero Katia no supo identificar cual.

La que miraba el suelo se detuvo un momento y miró a Katia cuando empezó a hablar. Asintió agradecida, por pura cortesía, porque aunque sus palabras fueron amables y sinceras, no parecía demasiado animada.

La pelirroja miró a Katia casi con un respingo al oírla. No esperaba que ninguna de las tres, ni Yaroslav, abrieran la boca para nada en ese tiempo. Cuando terminó, miró al gigante, que no parecía importarle que hablasen, así que se animó a responder.
Nadie ha visto nada en el jardín, no sé de qué hablas... Dijo sacando una sonrisa, falsa, pero muy convincente. Es solo que... se me ha metido algo en el ojo... Parecía nerviosa, intentaba esconderlo, pero se le notaba.

Gagarin gritó el nombre de Yaroslav, diciendo que pasase un segundo, y el gigante obedeció saliendo de la salita un momento, entrando al salón de la reunión, y dejando la puerta cerrada tras de sí.

Sonrío a la pelirroja y asiento. - Precisamente de eso hablaba... Del vino blanco que estaban sirviendo los camareros - le digo mientras abro el bolso para buscar el maquillaje. Con un espejo, compruebo que está en orden y se lo alcanzo a la chica. - Si lo tocas se te va a correr el Rimmel - añado tratando una vez más de que se centren en la parte cotidiana de su trabajo para quitar hierro a la situación.

Yaroslav sale de la sala y nos deja a solas, pero no es momento para nada, así que trato de escuchar lo que ocurre al otro lado de la puerta aprovechando el silencio nervioso de mis compañeras.

Yaroslav vuelve a la salita sin decir nada, y asoma por la segunda puerta la cabeza para hablar con alguien que al parecer estaba muy cerca, probablemente vigilando.

Manda un carrito de limpieza a la sala de reuniones.

Un hombre le dice que sí, y Yaroslav vuelve a entrar.

Mil cosas han pasado por la cabeza de la chica que estaba nerviosa, y mira a Yaroslav encogida de terror, con los ojos saltones, y un evidente temblequeo.

Por su parte la pelirroja empieza a evidenciar sudores fríos, y contiene un castañeteo de dientes.

Yaroslav las mira levantando una ceja, y entonces 'cae' en la cuenta, soltando una carcajada. No una maligna, regodeándose en el terror de las chicas, si no una sincera, como quien acaba de presenciar un gag muy gracioso.

Su estómago no ha aguantado los nervios, eso es todo. Señaló a la pelirroja. Puedes ir pasando.

La pelirroja asintió tras secarse el sudor, se levantó, y poniéndose bien la falda pasó de nuevo a la sala de reuniones.

Al poco trajeron el carrito de limpieza, y la chica pálida que había vomitado no tardó en salir a sentarse con ellas. Se la veía entre desahogada y agotada, pero el hecho de que estuviera más tranquila hacía que la nerviosa se calmase algo más.

La pelirroja tarda en salir, y cuando lo hace, parece querer competir en palidez con la primera chica. Camina como un autómata, inexpresiva, con la mirada perdida, y se sienta casi de forma mecánica en el sillón. Las lágrimas y el sudor han hecho estragos en su maquillaje, y la mandíbula le vibra leve pero rápidamente.

Yaroslav hace un gesto a Katia con la cabeza para que pase, y la As pasa a hablar con el jefe.

Cuando Katia entra, Gagarin está en la mesa central que ocupaba con Boronov, con una pistola con silenciador encima de la mesa, y a unos 10 metros, en medio de la sala, el carrito de limpieza y un charco recién fregado.

El mafioso la mira entrar con cara de pocos amigos, y la sigue con la vista hasta que se queda de pie cerca del carrito.

Agita un poco el vaso de vodka, y habla mientras lo mira.

¿Recuerdas que dije que no me parecías una niña tonta...? La miró. Me temo que tengo que retirarlo. Te indiqué cinco personas de las que tenías que decirme algo, y te fuiste a por otra que no señalé. Deja el vaso y da unas palmadas

Enhorabuena. Premio a la rubia tonta de la fiesta. Dejó una breve pausa. Ahora explícame como puedo confiar en la discreción de alguien tan rematadamente idiota... Cruzó las manos, junto a la pistola, y se encorvó hacia adelante, hacia Katia, mirándola a los ojos sin el más mínimo ápice de buen humor en ellos.

Trago saliva un momento, mirando alternativamente a la pistola, a Yaroslav y, por último, a Iván.

- Señor Gagarin, ya le dije que me sobreestimaba - digo con preocupación. - Pensé que, tras hablar con usted, no era conveniente acercarme directamente a ninguna de las personas que me indicó, sino a alguien que pudiese moverse con facilidad entre ellas.

Me encojo de hombros, agarrando el bolso como si quisiera refugiarme detrás de él.

- No he tenido demasiado tiempo antes de la reunión - me excuso - pero aún así sí he conseguido algo para usted: El señor Karachenko ha estado hablando con Vassili... el señor Zakharchenko; además de preguntarle sobre un trabajo para usted. Dijo que le cobraría más de lo que el otro hombre le está pidiendo - omito algún comentario sobre los palos de golf, pues esa información puede ser más útili para Talión y, de todas formas, tengo otra forma de poner a Gagarin en contra de Vassili.

- Además, escuché a Volkov hablar con Korivin mostrando cierto desprecio sobre el señor Boronov, aunque el otro le silenció enseguida exigiéndole respeto. De todas formas, no hablaban demasiado bien de usted y dijeron que tenían enemigos dentro de la fiesta. - Cualquier información que genere disensión en este grupo nos beneficiará de una forma u otra, así que no me importa compartirla con Gagarin. - Además, por la forma en la que se saludaron, juraría que ambos tienen más relación con el señor Zakharchenko de la que pretenden fingir.

De nuevo le digo lo que me interesa que sepa. Si azuzo a unos de los camaradas contra otros, puede que acaben haciéndonos el trabajo. Francisco y Tecnovirus preferirían una acción más directa, pero yo llevo bastante tiempo trabajando así y hasta el momento no ha dado malos resultados.

- Sobre la mujer me temo que no puedo decirle nada. Con mi profesión suele ser más complicado aproximarse a las chicas... - A pesar del nerviosismo, no precisamente fingido, busco algún gesto de desacuerdo en el mafioso. Si la rusa prefiere la compañía femenina, en algún momento podré acercarme a ella. - Luka Navikov era la opción más obvia para acercarme a él esta noche, sin embargo pensé que sería fácil acceder a él en cualquier otro momento y así poderle dar más información de la que podría obtener en sólo quince minutos. En la siguiente fiesta en la que coincidamos me acercaré a él, si usted está de acuerdo... -  Sugiero, dejando la implicación casi desesperada que para eso tendría que salir de aquí.

Aún me quedan un par de cartas por jugar. Una sota y un as, para ser más exactos: mi incipiente relación con la hija de Luka y la información que ha salido en las noticias sobre el as de picas. Obviamente, voy a tener que salir de aquí a base de labia, porque desarmada y con Gagarin y Yaroslav aquí, escapar por la fuerza no es una alternativa viable.

Iván sacudió un poco la cabeza a un lado y a otro, mirando al techo, como dándole la razón burlonamente acerca de que la estaba sobreestimando.

No, si al final no iba a ser modestia...

Empezó a contar unas cuantas cosas, y tal vez por los nervios de tener la mirada clavada en ella, o por la habilidad de Gagarin, Katia no pudo sacar nada de la cara de póker del Camarada.

Cuando terminó de hablar, se la quedó mirando, para asegurarse de que no tenía nada más que decir. Tras unos largos segundos, se sentó bien y cogió aire, soltándolo despacio.

¿Qué agencia te trae?

Lo preguntó como si no tuviera demasiada importancia, pero Katia pudo intuir que tenía mucho que ver la respuesta.

Observo un momento a Gagarin. No tiene mucho sentido mentirle en algo que puede comprobar con una simple llamada.

- Sweet Companies - respondo finalmente tras pensar en quién me había llamado. - Aunque si quiere contratarme otra vez, preferiría que lo hiciera por medio de Imperial Models; tienen mejores tarifas - afirmo, confiando en que la información que le he dado sea suficientemente útil como para que se plantee mi última propuesta sobre espiar a Luka.

Mientras aguanto la respiración, me asalta una nueva idea en relación a una de las opciones que me estaba guardando por si acaso Gagarin no se daba por satisfecho.

- Señor Gagarin, hay otra cosa más... - le digo. - Coincidí en el servicio con Milenka Novikov. La verdad es que es otra de las razones por las que no me acerqué a su padre... La chica necesitaba algo de ánimos y estuve hablando un rato con ella - confieso. - No puedo asegurarle nada, pero es posible que me llame alguna vez para charlar. Es posible que pueda sonsacarle algo de información para usted, si le parece bien contar conmigo una vez más...

Miro de soslayo a Yaroslav y la pistola que hay sobre la mesa, mostrándome intranquila por motivos evidentes, al mismo tiempo que calculo el número de pasos que me harían falta para llegar hasta ella. De todas formas, si Gagarin quiere que espíe para él, sería una buena forma de organizar una reunión con mucha menos gente y dar la oportunidad a Talión para acceder a él.

Gagarin asintió mientras hablaba, y cuando terminó, y le había contado lo de Milenka, dijo con burla:

Qué tierno. Suspiró. No, la verdad es que no quiero seguir trabajando contigo. Frunció el ceño y cogió el teléfono. Miró hacia otro lado mientras hablaba. Katia había hecho bien en pensar que comprobarían los datos.

Katia tenía unos ocho o diez pasos hasta la mesa, y Gagarin tenía la pistola delante. Por su parte, Yaroslav tenía sus propias armas aún. Por no hablar de los matones que aún habrían fuera. Tratar de llegar a la pistola sería un homenaje a la más famosa cita de James Dean.

¿Dimitri? Mírame quiénes han venido de Sweet Companies. Espera repiqueteando los dedos. El lenguaje gestual indica que está de mal humor e inquieto. Cuando por fin le habla, asiente. Aha. ¿Y con quién podemos hablar para contratar a esa chica? Escucha un poco, y espera otro poco. Cuando vuelven a hablarle, parece disgustarse, cierra los ojos y pellizca el tabique nasal con los dedos, soltando un gruñido. Está bien... Está bien... Gracias.

Cuelga malhumorado, mira la pistola y piensa unos segundos, jugueteando con los dedos.
Finalmente saca la cartera y pone en la mesa un billete de 200 euros.
Esto por la información.
Pone encima de la mesa otros dos.
Y esto por tu boquita cerrada. Yaroslav te acompañará a casa 
La miró a los ojos mientras le pasaba el dinero a Yaroslav, que fue a dárselo a Katia.

Gagarin le señaló con el dedo índice. 
Si dices algo que no debas, iré a por el reembolso... ¿Entendido, niña?

Yaroslav le entregó el dinero a Katia, y mientras Gagarin le hablaba, le abrió la puerta a la salita.

Cojo el dinero y lo guardo en el bolso mientras miro a Ivan con gesto afectado.

- Lamento no haber cumplido sus espectativas, señor Gagarin - le digo despidiéndome con una inclinación de cabeza antes de salir por la puerta que me indica Yaroslav.

Salgo de la salita y espero al guardaespaldas. Tal vez lo peor haya pasado dejando atrás al líder mafioso, pero aún no las tengo todas conmigo. El gigantón es perfectamente capaz de hacer un ejemplo de cualquiera que haya decepcionado a su jefe y, sin una pistola, estoy casi por completo a su merced hasta que esté lejos de todo esto. Sin embargo, intento tranquilizarme pensando que, si quisieran librarse de mí, lo mismo les costaría deshacerse de tres cadáveres que de cuatro, así que sería más limpio que lo hicieran aquí mismo.

- Usted dirá, señor Yaroslav - le digo al guardaespaldas esperando que me indique el camino hasta el vehículo. No tengo la menor intención de darle la dirección de mi casa, así que cuando pregunte le pediré que me lleve a alguna de las salas de fiestas donde suela trabajar, alegando que aún puedo conseguir algo de trabajo esta noche y que necesito relajarme un poco por los nervios, lo cual se acerca bastante a la verdad. De esa forma, podría mantenerles alejados de mi dirección y conseguir que me lleven hasta un lugar que estará razonablemente lleno de gente a pesar de las horas de la noche en las que estamos.

Yaroslav la hace volver a la salita, y hace pasar a la última chica. La pelirroja parece hundida a estas alturas, no habla, no mira, y no escucha, abandonada ya toda pose regia y digna, está sin zapatos y abrazándose las rodillas, sentada en en sofá.

Gagarin se toma poco tiempo con la última chica, la que estaba más nerviosa, y cuando sale, la que vomitó parece más tranquila.

Yaroslav llama a otro hombre, que pasa.

-¿Sí? 

 Yaroslav señala a la pelirroja Instala a la señorita en la habitación de huéspedes.

El hombre asiente y pregunta. ¿Invitados o huéspedes?

 Huéspedes. Repite el gigante

El hombre asiente y cuando la hace levantarse, la chica mira a las presentes con una mirada de desesperación y miedo, suplicando que alguien haga algo. Cuando se han ido, Yaroslav hace un gesto a las restantes para que le acompañen, y les pregunta la dirección a la que ir.

Aunque se oye que en la parte delantera de la mansión aún hay gente de fiesta, Yaroslav las lleva al parking, donde las mete en un coche amplio, y las lleva fuera.

En el parking habían numerosos coches, todos 'de la casa' al parecer. Algunos deportivos, limusinas, furgonetas.., y otros tapados con lona. Entre ellos, una pieza de coleccionista que parece sacada del set de una filmación de la guerra fría, un UAZ militar. Hay muchos coches, parece que la afición por el motor va con la familia. 

Yaroslav lleva a las chicas a donde le piden, y les pide una tarjeta a cada una.

No pone objeciones en dejar a Katia donde le pide, un exclusivo local nocturno que frecuenta, donde podría haber algunos conocidos.

Tomo nota mental de la matrícula del vehículo y me mantengo en silencio todo el viaje, salvo para indicarle a Yaroslav la dirección en la que quiero que me deje.

Cuando por fin paramos, le dejo mi tarjeta sin ningún reparo. De todas formas, sabrán dónde encontrarme a través de la agencia. Bajo del coche y me dirijo directamente a la entrada, saludando al portero con un guiño para saltarme la cola. Después de todo, he estado aquí más veces y me encargo de que mis clientes tomen una buena consumición. Entro en el local y me acerco a la barra, ignorando las miradas e indirectas que recibo por el camino.

- Tequila - le digo al camarero sin pensarlo dos veces. Cualquier cosa que me haga olvidar el sabor del vodka y pasar el mal rato me vendrá bien. No tengo intención de quedarme aquí mucho rato, pero sí el suficiente como para asegurarme de que Yaroslav se ha ido de aquí.

Bebo el chupito sin acompañarlo de sal ni limón. No estoy para juegos. Dejo que la bebida arda ligeramente en mi garganta antes de tragar, mientras pienso en todo lo que ha sucedido esta noche. Debería haber sabido quién era Savchenko antes de ir allí, me digo a mí misma. Un descuido imperdonable que me podía haber salido muy caro. De cualquier forma, al menos he salido de una pieza y con un buen montón de información, aunque si hubiera podido prepararme antes seguramente habría obtenido más cosas.

Durante un momento pienso en la reunión. Voy a matar a Francisco y a Tecnovirus, pienso al recordar las cartas. No me importa que den publicidad al grupo; son Lázaro y Marc quienes más reacios se han mostrado a eso, pero ocultar información a los demás podría haber sido desastroso. Tiene delito que me haya enterado de eso por el mismísimo Gagarin.

Ahogo una risa por la paradoja de la situación y pago al camarero. Una vez pasado el estrés de la situación empiezo a notar el agotamiento por la tensión acumulada y la bajada de adrenalina. Vuelvo a la calle y miro a mi alrededor para asegurarme que ni Yaroslav ni ninguna de las otras chicas sigue por allí antes de pedir un taxi. Algo preocupada, miro un par de veces por la luna trasera para comprobar que nadie nos está siguiendo en el camino a casa.

Mañana tendré tiempo para pensar en todo esto con la cabeza más despejada, me digo a mi misma mientras me meto en la cama. Sea como sea, los próximos días será buena idea mantener un perfil bajo, por si a Gagarin le da por ponerme vigilancia.

Huy si! La FV. Vuelves a tener 6/6