Partida Rol por web

Son las doce y media cuando, por la misma zona de la otra vez, Katia encuentra a Susan, sentada en el peldaño de un local cerrado, fumando un porro. Hace poco ha pasado un coche de policía (Totalmente ausente aquella noche) y se ha ausentado de su puesto para fumar y para evitar que los Mossos la toquen las narices, y ya que estaba sentada y la noche parece tranquila, se lo está terminando.

Al verte, levanta las cejas mientras da una calada a modo de saludo.

Vestida con ropa discreta, muy diferente a la que utilicé la última vez que vine por aquí, y un maquillaje sencillo que nada tiene que ver con los colores fuertes que utilizan las prostitutas del puerto. De hecho, el aspecto que trato de mostrar es tan diferente que casi resulta complicado reconocerme.

Camino con calma por el puerto y no me pasa desapercibida la patrulla de policía. Durante toda la noche que estuvimos vigilando no vimos ningún coche de la policía, así que tomo nota mental para comentárselo a mis compañeros. Si las patrullas tienen zonas y horarios asignados, ver quién no estaba en el puerto puede ser casi tan importante como saber quiénes estaban durante la entrega.

La esquina en la que conocí a Susan está vacía, así que camino un poco más hasta que la veo a unas decenas de metros, fumando tranquilamente. Cuando me acerco, el olor a hachís traiciona el contenido de su cigarro. Me saluda con un simple gesto y no puedo evitar preguntarme si me ha reconocido a pesar del cambio de look.

- Hola Cielo... - la saludo mientras me pongo frente a ella. - ¿Estás de servicio? - le pregunto con un guiño. Si no me había reconocido antes, es posible que ahora le venga a la memoria cómo me presenté la noche anterior. Como había dicho entonces, no hay muchas mujeres buscando prostitutas en el puerto.

Susan sonríe un poco. Anda coño... Sonríe sorprendida al reconocerla, y cuando le pregunta por si está trabajando, la invita a sentarse dando unas palmadas al lado de donde se sienta. Más o menos. 

Da otra calada. Está la noche que da asco, parece que hayan regalado aspirinas a las esposas hoy. Ríe un poco y muestra el móvil un momento. Y encima esta mierda se me ha quedado sin batería. Le ofrece el porro, para compartirlo. Eres legal. Te juro que no daba un duro por que me llegara un solo cliente de tu parte.

¿Qué te trae por aqui?

Sonrío ante el comentario de las aspirinas y levanto la mano para denegar el porro mientras le respondo con la cabeza.

- Un trato es un trato... - le digo en relación al cliente que le mandé, encogiéndome de hombros. Incluso si hubiera estado haciendo la calle, cosa que afortunadamente no he necesitado nunca gracias a Sofía, habría enviado a aquel tipo a Susan para mantener mi palabra. - Además, fuiste tú quien me hizo un favor. Si me hubieran pillado trabajando la zona me habrían dejado las costillas hechas polvo... O me habrían rajado la cara, que es peor. - No es probable, pero esa noche no era el mejor momento para pegarle un tiro a ningún chulo que se fuera a pasar de la ralla.

Me siento a su lado un momento, pensando cómo enfocar la conversación.

- En realidad había venido a verte, así que me alegro de que no tengas mucho trabajo... ¿Hay algún sitio más privado donde suelas llevar a tus clientes? - le pregunto con la mejor de mis sonrisas. Si me lleva a un motel o similar de la zona, seguramente esté controlado por los proxenetas locales y, si nos quedamos en la calle al menos iríamos a un lugar más discreto que el banco en el que estamos. - Si estamos un buen rato tal vez puedas salvar la noche... - añado dejando claro que tengo intención de pagar por su tiempo.

Susan se encogió de hombros cuando le rechazó el porro, aunque no se ofendió lo más mínimo, y siguió fumando mientras la escuchaba. Cuando mencionó su idea de ir a un lugar más apartado, la miró por el rabillo del ojo levantando una ceja mientras daba otra calada.

Al final va a resultar que te va el rollo... Sonrió un poco y la miró a los ojos. La apuntó con el porro y dijo: Vale, para los rapidines tengo un piso okupa por aquí cerca, así te ahorro el motel. Si te vale... Además, imagino que será mejor que dejarnos ver por allí juntas, por si vuelves a venir... Se levantó y se recolocó con un par de gestos la falda. 

...pero si se alarga, no quiero que me echen de menos. A otra persona le habría terminado la frase con un "¿Comprendes?" o una breve explicación de proqué es mejor que el chulo no te vea intimando con otras que no son de su plantilla. Para Katia asumió que no era necesaria tal aclaración.

Y tranqui por no chivarme. No gano nada con que te crujan. Estamos Igual de jodidas no, que tú aún te permites soltar algunos billetitos de vez en cuando... más o menos igual de jodidas, no? Pues al menos que nos echemos una mano entre nosotras. Guiñó un ojo y esperó que la siguiera.

Sonrío a su comentario. Aunque no es lo habitual, en más de una ocasión me ha contratado una mujer. Sin embargo en estos momentos no hay nada más lejos de mi intención que pasar un rato íntimo con Susan.

- No creo que se alargue demasiado - comento. - Pero incluso en ese caso podrías decir que estabas con un cliente... - De hecho, esa es la idea, que nadie piense que hay nada más raro que una mujer contratando a una prostituta y buscando un lugar discreto.

Cuando habla de lo jodidas que estamos me da un gancho para iniciar las preguntas, así que no dudo en agarrarlo mientras la sigo hacia la casa de los okupas.

- Sobre eso... Me dijiste que el chulo era un gilipollas. Es Papá Oso, ¿no? - pregunto para confirmar. - Escuché su nombre por aquí el otro día... ¿Tan mal os trata? - Con suerte el porro ayuda a que se suelte la lengua, pero si está pensando que quiero aparecer más a menudo por esta zona es bastante normal que le pregunte por el proxeneta que controla esta parte del puerto.

Susan se acerca a un bloque de pisos a una calle de allí mientras hablan, y saca una especie de llave para abrir la portería.

Mientras trastea la cerradura, responde a Katia. A ver... Lo que pasa es que es... muy explosivo, o está mál del ático... O ambas. Cuando está de buenas, todo son risas, te invita a porritos y rayitas... Pero cuando está de mala hostia Consigue abrir la cerradura, y mira a un lado y a otro antes de pasar y hacer pasar a Katia. Pues eso, que entonces sí que se le va la olla. Hace un gesto y guiña a Katia para que la acompañe escaleras arriba. Sígueme.

Mientras suben las escaleras, continúa hablando.
Supongo que dependerá de cómo ande de 'necesitao' de coca, y del día que haya tenido, pero vamos, que si te pilla por aquí en dia bueno, te ofrece curro o te larga con un berrido, y si te pilla en día malo, te parte a hostias.

Llegan al segundo piso, y se acerca a la segunda puerta del rellano, abriéndola fácilmente con la llave.

Adelante cariño. Y no te preocupes... Que si estás conmigo, yo le digo que eres clienta y no pasa nada

La rodeó la cintura con un brazo y fueron pasando. Cerró la puerta y la hizo pasar a un piso vacío, pero que a falta de decoración, tenía pintadas en las paredes. Al parecer, los antiguos dueños no estaban conformes con el deshaucio y decidieron que el banco tendría al menos que repintar todas y cada una de las paredes y ventanas antes de enseñar el piso. No parece que el banco se haya pusto a ello todavía.
En una de las habitaciones había una estufa de gas y un colchón de matrimonio sobre otro, dándole algo de grosor y aspecto de cama, con una bolsa de una cadena de lavanderías exprés cerca, y una mesita de noche con puerta, tipo armarito, seguramente recuperada de al lado de algún contenedor, pero limpiada. Sobre ella hay una radio y algunos CD's, además de preservativos y una caja de cartón pequeña, del tamaño de caja de zapatos de niño.

Susan rodea a Katia con los brazos y da un mordisquito en el lóbulo de la oreja, susurrándole: Permíteme hacer la cama... Y ahora te atiendo como te mereces Se separa mirándola pícaramente y antes de sacar las sábanas de la bolsa, enciende una vela aromática que tenía a medias. Lo cierto es que no huele MAL, pero sí es un piso húmedo, y el olor a humedad está presente.

Me anoto el dato de la coca de Papá Oso. Salvo que me equivoque mucho, con las tres toneladas y media de los chinos, el hijoputa va a estar de muy buen humor. Durante un momento me pregunto si ha sido una buena idea dejar pasar el cargamento sin interferirlo.

- Y, ¿trabaja por su cuenta o pertenece a un grupo más grande? - Le pregunto mientras aún habla del proxeneta. - Normalmente los primeros cobran menos, pero siempre está el riesgo de que los alguien los quite de en medio - comento como si estuviese planteándome buscar trabajo en la zona, escogiendo bien las palabras para ver su reacción.

Sonrío ante el ofrecimiento, pensando que la chica tal vez no desentone demasiado en alguna de las agencias de más bajo caché para las que trabajo. De ser así, probablemente pueda hacerle un favor sacándola de la calle.

- No te preocupes, Susan... Yo también trabajo en esto y sé que un descanso pagado nos viene bien a todas - le digo, a pesar de que los lugares que yo frecuento poco tienen que ver con la calle. Estas pobres chicas tienen que tener una vida realmente jodida para estar así.

- Y, ¿cómo tratáis con la policía por esta zona? El otro día no vi demasiados, aunque había un tipo en la parada que me dió la impresión de estar vigilando de incógnito. Iba vestido de heavy, ¿te fijaste en él? Seguro que ha estado más veces por aquí.

Un grupo más grande Responde sin dar al principio muchos detalles. Los latinos tienen esta zona, y no hay muchos dispuestos a disputarles el territorio. Me parece que los que están, van a estar aún una larga temporada.

Se sorprende un poco cuando propones 'pasar' de la acción y simplemente tomarse un descanso. En un principio parece extrañada y algo a la defensiva, pero la mirada dulce y el aspecto inofensivo de Katia terminan por desarmarla.

Pues la verdad es que un descansito me vendría de puta madre...

Se recostó un poco, y sacó un cigarrillo, ofreciéndole uno a Katia.

¿La poli? Pues... No tratamos. Pasan bastante de nosotras. Hace un año hubo una redada gorda y se llevaron p'alante a unos cuantos, pero desde entonces, nada... no sé si están muy liaos con los moros y los indepes, o están untados, pero mientras no nos pongamos a follar en un portal y alguien les llame, aquí no pasa nada con la poli.

Sentada con la espalda en la pared, una pierna estirada y una recogida, echa algo de humo mientras la mira.

Tú eres fina. Mu' fina para la calle... Se te nota, en la piel, y eso. Hasta en el andar.  Dice haciendo un gesto señalándola el rostro. ¿Qué te ha pasado para venir a buscar curro en un sitio como este? ¿Has jodido a alguien, o saliste y has vuelto?

Así que es la mafia latina quien controla la zona... Eso implica que cualquier desembarco que los chinos hagan en el puerto tendrá que ser con el beneplácito de esta gente, ¿no?

- Seguro que están untados - le contesto en relación a la poli. - Además, entre vosotras hay algunas que hacen de vigilantes para Papá Oso, ¿no? - comento. - El otro día me crucé con una negra que no dejaba de mirarme. Conseguí evitarla al final, pero me preocupó que pudiera llamar a vuestro chulo, sobre todo después de lo que me había dicho... - Si Susan me confirma esto, seguramente esa mujer pueda darme algo de información sobre Dragón.

Sonrío ante su último comentario.

- Sí - no tiene sentido negar que no estoy en mi ambiente más habitual. - Normalmente trabajo para agencias... Pero, como bien dices, creo que he cabreado a alguien - no deja de ser cierto, viendo el resultado de la última fiesta con Gagarin - así que estoy intentando mantenerme un poco al margen por un tiempo. Pero tengo facturas que pagar, ya sabes...

La miro un momento. Con esa cara podría aspirar a más que a estar en la calle, sólo con un poco de ayuda y algunas nociones básicas de etiqueta. - ¿Tú cómo acabaste aquí? - Hago un gesto con la cabeza hacia su cigarrillo, en referencia al porro que estaba fumando antes. - ¿Drogas? Por lo que dijiste, Papá Oso mueve más coca que hachís...

Susan asiente cuando Katia pregunta por las vigilantes. Claro. Llaman menos la atención que un maromo con pinta de camello... entre otras cosas. Entre las favoritas de Papá Oso, que sean negras... Pues supongo que Princess... Se encoge de hombros Pero podría haber sido cualquier otra. ¿Tenía el pelo rizado y largo? Katia asiente. Entonces casi seguro que es ella. Es una especie de Madame en prácticas... Aún ha de trabajar la calle, pero se le van dando trabajitos.  Ésto último parece dicho con cierto resquemor.

Katia explica que trabajaba para agencias, y Susan cierra los párpados levantando las cejas, asintiendo suavemente mientras da otra calada. Se veía... se veía. Entonces la As lanza el comentario sobre cómo llegó a la calle. Yo también tenía facturas que pagar... Se quedó con la mirada perdida un momento, y Katia pudo notar que se estaba viniendo rápidamente abajo, pero trataba de aguantar, y que además se debatía entre seguir hablando o no.

Volvió a mirar a aquella extraña, que por algún motivo le resultaba bien familiar. Tengo una hermana menor, de dieciséis, que es down... Hace dos años un hijo de puta la violó en el psiquiátrico. Dejó una pausa mientras se le humedecían los ojos. Sabíamos quién era, pero el tio se esfumó del mapa y aún no lo han encontrado. El niño también ha nacido down, y ahora ya no conceden ayudas para tenerlos en un centro y los tenemos a los dos en casa... y no damos a basto.  Lo de la droga ya... llegó después.

Aunque trataba de mantener la pose, ya le picaban demasiado los ojos como para soportar no secarse las lágrimas.
Anda que menudo melodrama. Como si todas las que estamos en esto tuvieramos historias de Disney a la espalda... Perdona por el numerito... Una vez secadas las lágrimas, se quedó mirando el cigarro, pensando, y conteniendo los sollozos y lágrimas.

Aprieto los dientes mientras escucho su historia. Me gustaría preguntarle algo más, para poder ser capaz de localizar a ese médico y enseñarle que violar es un crimen capital, pero tengo la suficiente empatía como para saber que Susan no hablará mucho más de ese tema en estas circunstancias. Pese a todo, tomo nota mental para revisar periódicos y posibles denuncias de casos similares, a ver si puedo encontrar a ese médico.

Me acerco a Susan y le paso la mano por el hombro, en un abrazo tranquilo que pretende reconfortarla. Cuando me separo, me dirijo al bolso y saco una pequeña agenda. Busco un momento y apunto un número en la última página. La arranco con cuidado y se la tiendo a Susan.

- Llama aquí - le digo mientras coge la hoja. - Es el teléfono de Sandra's Girls... le van los royos un poco raros, pero seguro que es mejor que estar en la calle, y entre las agencias que conozco es la que menos restricciones va a poner. Necesitarás estar un par de semanas limpia para pasar las pruebas médicas, eso sí. -  Sé que esto es un error, pero hay un motivo por el que acabé dedicándome a acabar con criminales y gente como Susan no deberían depender de las mafias para poder buscar sustento. - Puedes decirles que vas de parte de Katia.

Me levanto de la cama y vuelvo a apoyarme en la pared, dejando un tiempo para que se recupere. Cuando veo que está algo más tranquila vuelvo al tema para buscar información de la zona.

- Oye, y sobre los clientes de la zona... ¿qué me puedes contar? - pregunto finalmente. - El otro día sólo vi al tipo que te envié y al heavy ese con pinta de policía, que se largó según me acerqué a él, ¡qué tipo más raro! Los chinos de un coche me mandaron a la mierda y los guardias del puerto pasaron de mí, así que no tuve lo que se puede decir mucho trabajo... Además, esa Princess me estaba poniendo un poco nerviosa y me piré antes de buscarme algún lío.

Con suerte se extraña por lo que le cuento de Dragón y hace algo de memoria para ver si lo ha visto en más ocasiones. De todas formas, si me quiero acercar a Papá Oso, parece muy claro que hacerlo a través de esa princesa negra va a ser mi mejor opción.

Susan coge la tarjeta sorprendida y la mira con detenimiento, y luego alternativamente, a Katia, a la tarjeta, a Katia, a la tarjeta....

¿En... en serio...? Gra... Gracias, de verdad... yo... Dos semanas va a ser bastante, pero lo intentaré... Oye, nos pasamos los teléfonos por si te tengo que preguntar algo, o algo...? Porque yo de esto no he pasao... Y parece que tú te manejas de coña....

Katia preguntó por Dragón, y Susan sacudió la mano.

Es que aquella noche hubo movida, ya te lo digo yo. Papá Oso no se pasó en toda la noche, ni tampoco Bubú (No lo llames así, le cabrea). Es su mano derecha, y tampoco, simples chulillos de tres al cuarto, y pocos. Encima no pudimos acercarnos al puerto hasta las dos y pico de la madrugada. Alguna movida tuvieron. Los clientes lo normal. Divorciaos, viciosos, turistas de medio pelo y marineros de paso, del heavy ese... Pues igual ahora que lo dices sí que era poli. Estuvo rondando la zona unos días antes, y tampoco me prestó mucha atención, y los chinos tampoco es que sean normalmente muy amables.

Quedó pensando unos segundos.

¿Eres poli? Preguntó directamente. Era obvio que no, porque había revelado a un policía de incógnito, y en eso cayó unos segundos después de haber abierto la boca O no sé... Empezó a temer un poco. Quizá estaba por ahí para ver cómo de bocazas podrían ser las chicas, y acababa de suspender de plano.

Le paso el mismo número de teléfono que tienen las agencias y mis clientes, distinto al que uso con Sofía, Rosalía o con el resto de Talión. Precauciones básicas, sobre todo después de haber visto lo que Tecnovirus puede conseguir con un número de teléfono.

- Claro, llámame y te daré un par de consejos. Pero tienes que dejar esa mierda, porque no lleva a nada bueno. He tenido compañeras que se engancharon con lo que tomaban con los clientes y acabaron muy mal... - le digo obviando que terminaron en la calle. - Además, es un flaco favor que le haces a tu hermana y a tu sobrino, ¿no crees?

Escucho con atención su opinión sobre el heavy. La gente de la calle tiene buen olfato para la policía, pero no deja de ser un mero comentario sin pruebas. De todas formas, estaría bien comentárselo a Xavier por si puede encontrar a alguien que se ajuste a la descripción de Dragón.

Tal y como había pensado al principio no les dejan entrar en el puerto cuando hay entregas de los chinos. Eso puede venirnos bien para saber cuándo van a traer esa nueva droga, porque si sale bien nuestro próximo asalto, probablemente cambien la entrega del berserker.

- Sí, supongo que hay días que es mejor volverse a casa en vez de seguir trabajando... - dejo caer. Con suerte, es suficientemente avispada como para coger la indirecta y largarse a otro lado el día del intercambio de armas y esclavos.

- ¿Poli? - Le pregunto con una sonrisa. - No, chica, soy puta... Si pregunto mucho es porque quiero saber dónde me meto. Pero tú misma has visto que no acostumbro a hacer la calle, que suelo trabajar con agencias, y venir por aquí... bueno, acojona un poco. ¡Qué te voy a contar! - Me acerco a ella y me siento a su lado. - Por eso agradezco cualquier cosa que me puedas contar de la zona y la gente con la que trabajas.

- Pero no te preocupes, que por mi parte no te va a caer ningún marrón. De hecho, lo último que quiero es meterte en un lío, porque me echaste una mano el otro día que venía a ver cómo era la zona... Pero bueno, tampoco quiero entretenerte más de lo habitual con uno de tus clientes...

Espero a ver si hay suerte y me cuenta algo más antes de irnos y, si no es así, le daré algo de dinero por el tiempo, como si hubieramos estado trabajando. De esa forma se ahorrará unas cuantas preguntas y se llevará algo de pasta por el tiempo de descanso.*

Susan asiente y parece algo más calmada.

Tú puedes estar tranquila, difícilmente vas a estar en la calle. Seguramente estarás en el Club... con tu estilo y tu planta, haciendo de 'reclamo' y en poco tiempo te podrás permitir hasta escoger algunas veces a los clientes. También vas a tener más de una rival con mala leche... Pero bueno, ya te irás dando cuenta.

Las chicas como tú, poca calle pisan Sonrió con una sonrisilla algo torcida. Con suerte, dentro de todo.

Sonrío con tristeza mientras la miro.

- Ya veremos... - le digo encogiéndome de hombros. - De todas formas, no quiero entretenerte mucho más, no vaya a ser que te metas en líos. - Cojo el bolso y me levanto de la cama. Mientras ella aún sigue sentada, retiro la pistola y saco la cartera. Cojo dos billetes de 50 y se los doy. - Uno es por tu tiempo, así podrás justificar haber tenido un cliente. El otro... bueno, seguro que no te faltarán usos para darle. Siento no tener mucho más para poder echar una mano a tu hermana - añado guardando la cartera otra vez.

Acompaño a Susan a la salida de la casa okupa, tomando buena nota de su posición por si necesitamos un refugio improvisado la noche del ataque al puerto.

- Por cierto, antes me dijiste que cuando nos conocimos no os dejaron acercaros al puerto y no cogiste nada de curro. Cuando pasa eso, ¿no es mejor pirarse a casa? Casi seguro que de camino encuentras algún cliente y se lo puedes justificar a Papá Oso... - Esta vez lo sugiero de forma más directa. No quiero que Susan esté mucho más por aquí. No sólo por protegerla a ella sino por cuidar de mí misma, aunque no parece probable que nadie vaya a preguntar a todas las chicas de la zona.

Me despido de ella, pensando que tengo que acordarme de llamar a Sandra's Girls para decir que irá una chica de mi parte, y me dirijo a mi moto. Cuando estoy allí, me quedo pensando un momento mis opciones: si Papá Oso y Bubú están en el intercambio, con suerte acabamos con la prostitución en esta zona en un solo golpe. Sin embargo, si ese es el caso, estaría bien conocer el lugar por donde se mueven esos dos, para ver cuánta gente pueden llegar a congregar durante el ataque al puerto y dónde pueden retirarse. Llegar a eso sería tan fácil como dejar aquí la pistola e ir a buscar a Princess diciéndole que necesito trabajo. Es probable que Papá Oso exija probar la mercancía antes de ponerla a la venta, pero no será la primera vez que me acueste con gente de esa calaña.

La madre de Milenka (Iris) no aguanta más las infidelidades y los gritos, pero no le queda más remedio, aunque la gota que colmó el vaso fue cuando Milenka le contó a su madre lo que había pasado con Sacha (El guardaespaldas). Iris reprochó a Luka haber matado a Sacha delante de la niña, y Luka le dió un bofetón como respuesta que casi la tira al suelo, y le gritó que era una reunión muy importante y no podían permitirse estupideces, que Sacha lo sabía y pagó por su estupidez. Después se marchó a 'otros asuntos' -seguramente a uno de sus clubs para relajrse y esnifar- e Iris se encerró en su cuarto toda la noche.

Luka muchas veces habla de "te mato" y cosas así cuando se enfada con alguien, pero Milenka había pensado siempre que era como cuando lo dice cualquier otra persona: Tan solo una forma de hablar, una amenaza vacía, una expresión de rabia.
Después de lo de Sacha es inevitable que le vea de otro modo, y cuando dijo el mismo "Te mato" a su madre, a Milenka le dio un vuelco el corazón. Tal vez tampoco hablaba en serio, como tantas otras veces, pero... 

Entonces, Milenka no tiene a quién contarle. Iris está hecha polvo, no puede hacer partícipe a sus conocidos de la uni de ese tipo de problemas, y los hombres y criadas de la casa son leales a su padre por la cuenta que les trae, de manera que decide llamar a aquella amable prostituta española...

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