Partida Rol por web

Las noticias de nuestro trabajo en el puerto ocuparon la primera plana de los periódicos y numerosos espacios de televisión. Negué con la cabeza pensando en la forma de actuar de Talión cada vez que nos juntábamos; parecía evidente que la sutileza no era nuestro punto fuerte. Al menos el comunicado para la prensa que había preparado les había parecido bien y, con suerte, conseguíamos inclinar la balanza de la opinión pública en nuestro favor. Al menos por ahora. Lo que estaba claro es que vamos a estar en el punto de mira de mucha gente, tanto de cámaras como de miras telescópicas y a partir de ahora tendremos que encargarnos de evitar unos y salir en los otros únicamente cuando nos interese.

Pero no todo había salido bien en el puerto. Además de haber volado por los aires varios contenedores y haber recibido varias heridas, especialmente Lázaro al detener a Phoenix, Papá Oso había escapado. Con suerte se largará de la ciudad buscando su seguridad, pero los latinos no dejarán pasar la oportunidad de buscarnos.

Cojo el teléfono mientras pienso en todos los enemigos que estamos dejando atrás. Los rusos son, sin duda, los más peligrosos, sobre todo después de haber dado dos golpes a la mafia china que puede desestabilizarles durante los próximos meses. Pero no son los únicos...

Marco un número y espero a que descuelguen al otro lado. Reconozco la voz de la mujer que me habla antes de contestarle.

- ¡Susan! ¿Cómo estás, cariño? - le pregunto a la prostituta. Si todo va bien, pronto entrará en la agencia que le recomendé, pero mientras me puede dar más información sobre los latinos y, con un poco de suerte, no tardaré en encontarar a Papá Oso. - Acabo de ver las noticias... ¡Es horrible! ¿Estabas ayer en el puerto? Espero que estés bien... - No necesito fingir el tono de preocupación. Cuando vi la explosión estaba demasiado cegada por la adrenalina como para preocuparme por más cosas que no fueran los chinos que me estaban disparando, pero una vez salimos de allí, cuando vi a las chicas en ese camión, recordé que esas mujeres no son las únicas que viven casi esclavizadas en la calle.

BUFFFFFF Resopla. Nos largaron a varias calles del puerto, como siempre que tienen movida, pero aun así no te imaginas como sonó eso!!! Saltaron las alarmas de los coches de la calle, y cuando me acerqué habían cristales rotos de las casas por la acera. Fue la ostia, grabé la humaera y los disparos con el móvil, pero no me quise acercar más. 
Resopló de nuevo, aún parecía sorprendida cuando pensaba en ello.

¿Tú no estabas por la zona, no? Por aquí han habido cambios... Bubú murió, Papá Oso está que trina y herido, y se cargaron a dos tercios de los chulos de la zona... 

Asiento para mí cuando habla de los cristales. Probablemente disparar al camión salvase la vida a Francisco, Lázaro y Tecnovirus, que tenían bastantes problemas en el flanco de los latinos, pero está claro que no fue la mejor solución para la imagen del grupo: demasiados daños materiales que fácilmente pueden achacar a Talión, además de haber perdido el acceso a armas que podrían habernos sido útiles. Pero no vale de nada llorar sobre la leche derramada, como reza el dicho popular.

- Sí, lo he visto en las noticias... ¡Menuda explosión! Tuvisteis que pasar mucho miedo... - De nuevo no tengo que fingir para que mi voz suene sincera, pues realmente me preocupa la gente que podía estar alrededor. Afortunadamente, con la información previa de Susan ya sabía que les prohibían acercarse al puerto durante este tipo de transacciones. Lo cual puede ser útil para enterarnos de cuándo van a importar algo que no deben, si finalmente no nos decidimos a investigar a los empleados del puerto.

Por fin Susan me da algo de información sobre los latinos. Así que Bubu cayó en el asalto... no puedo decir que le vaya a llorar. Ni a los chulos que murieron con él. Pero me sorprende (e interesa) que me hable de Papá Oso. Si ella sabe que está herido es que no se ha largado de la zona y seguramente esté planeando cómo encontrar a los que le han jodido el negocio y vengarse de ellos.

Se puede poner a la cola...

- No, ayer tenía un cliente privado, así que no me acerqué por el puerto. Un empresario con problemas que quiere aparentar seguir en la cima del mundo. - El perfil de Francisco me viene que ni pintado en este momento. - Pero supongo que ahora no es el mejor momento para trabajar por allí, ¿no? - No sólo por Papa Oso y su gente, pero dudo mucho que alguien en su sano juicio tenga interés en buscar una chica en esa zona. Claro que la gente es muy morbosa, como sé por experiencia, así que véte tú a saber. - ¿Vais a seguir por la zona u os llevan a otro lado? No sé si sería un buen momento para que me presentases a esa Princess y ver si puedo trabajar con vosotras...

Me siento en la cama mientras sigo hablando con ella.

- Claro que con suerte tú no seguirás por allí mucho tiempo. ¿Has hablado con la agencia? Espero que sigas limpia por si te hacen un examen de drogas. En ese sitio les va el BSDM, pero no aceptarán a nadie que esté enganchada - le digo recordando nuestra conversación anterior. Si puedo sacar a Susan de todo esto, mejor para ella... y para mí, porque después de todo también puede reconocerme, aunque no me relacione con el grupo de pirados que han atacado el puerto.

El puerto sigue siendo el puerto cariño. Rió un poco. Siguen llegando guiris de medio pelo y marineros. Claro que hay menos gente, pero lo que hay es mucho periodista preguntando. Y mucho poli preguntando, también. Estos son nuevos, como de Madrid o así, creo. 

Katia le pregunta por Princess y Susan piensa un poco.
A ver... Si fueras un cardo no, pero para tí siempre van a tener un hueco. Aunque ahora están reorganizando esto un poco, tenemos chulos nuevos en el barrio y aún tengo que calarlos. Han llegado un par bastante hijoputas, sudacas, y uno, como de cuba o así, que es bastante majo.

Luego saca el tema de la agencia, y Susan calla un momento.
Sí, les he llamado... pero no buscan gente ahora mismo. Me dicen que llame el mes que viene. 

Mentira, obviamente.

Niego con la cabeza al escuchar a Susan. ¡Maldita sea! Tiene una oportunidad para ayudar a su hermana y las putas drogas no le dejan ni planteárselo.

- Después de lo que estoy viendo en la tele, cada vez me parece más complicado que lleguemos al mes que viene, cariño. ¿Has visto lo de esas chicas que metieron en un camión? Después de las explosiones y ver todo eso, cada vez da más miedo salir a la calle... - Guardo silencio un momento, pensando cómo abrirle la puerta sin dejar claro que sé que me ha mentido. - ¿Con quien hablaste en la agencia? ¿Tenía acento americano? Si preguntas por Mike, el dueño, y le dices que vas de mi parte seguro que hace una excepción...

No insisto mucho más. Después de todo, si yo quiero ir al puerto es porque no me vale con la agencia para salir adelante. Y, si todo va bien, pronto cortaremos el suministro de droga de los latinos.

- Bueno, si seguís trabajando por allí, me pasaré uno de estos días. Se me ha complicado el mes... ¡y eso que acaba de empezar!... y el otro día ya me acojoné un poco sin que me conociese nadie por la zona. Además, creo que esa chica, ¿Princess me dijiste que se llamaba?, me echaba el ojo por si hacía la calle en esa zona sin permiso.

La mujer negra es la primera con quien tengo que contactar para entrar en esa zona. Sin embargo, me puedo imaginar nuestro primer encuentro con los latinos, que seguramente quieran probar la mercancía, así que no creo que sea conveniente llevar armas encima, lo que no deja de ponerme algo nerviosa.

- Es esa Princess con quien tengo que hablar, ¿no? - Le pregunto a Susan para confirmar. - Bueno, cuando esté por allí nos juntamos un rato y me cuentas quién es quién, ¿te parece?

Ya te digo rubia. Pero bueno, mientras vayan pegando tiros a los malos, con no andar mu' cerca de los más malos ya me vale. Estuve hablando con una compa el otro dia... Si se molestaron en salvar a las chinas, no creo que tenga demasiado que temer de ellos, salvo una bala perdía en un tiroteo.

Susan guarda silencio cuando le da el nuevo contacto, y aún un segundito o dos después.

Vale... hablaré con él, a ver qué tal. Gracias Kati.

No alarga más sobre el tema, y se alegra de que la propia Katia lo cambie.

Bueno, sí. Princess sería tu pasaporte para hablar con los jefes, pero si por algún motivo no quiere... porque estés por encima de ella y crea que le vayas a ventilar el puesto, o algo de eso..., pues ya intentaría presentarte yo, pero con ella te pondrán menos trabas. Si eso cuando hables con Princess dile que me conoces de... yo que sé. Lo que se te ocurra, y ya me lo contarás. 

Ya quedaremos cuando estés trabajando, que ya digo, los nuevos chulos los tengo que calar y no quiero tener que dar explicaciones de porqué me junto con una chica que no es del club...

Asiento para mí al escuchar su opinión sobre Talión, aunque mis palabras digan lo contrario.

- Bueno, nunca se sabe... Esa gente tiene que estar muy loca para hacer cosas como la del puerto. - Como casi siempre, no miento. Cuando Xavier expuso el plan pensé que había pasado demasiado tiempo en el salón de pruebas de narcóticos. Pero afortunadamente había salido todo lo bien que se podía esperar: ningún muerto por nuestra parte y un montón de mafiosos haciendo cola para saludar a Lucifer.

- Vale, supongo que me pasaré por allí. Aunque no quiero meterte en líos, así que no creo que le diga nada de ti a Princess... - Cuanto menos relacionen a Susan conmigo, mejor. Especialmente mientras siga metida en las drogas, porque su respuesta ha sonado de todo menos convincente. - En fin, supongo que nos veremos pronto. Preferiría que fuera tomándonos unas cañas, pero me temo que esta mierda de vida es lo que queda reservado para nosotras...

Me despido de ella y cuelgo el teléfono. Desanimada, me dejo caer en la cama. Mirando el techo me paro a pensar un momento en lo que estoy planeando. Sofía evitó que acabase en la calle y ahora soy yo por mi propio pie quien va a ir allí. De acuerdo, mi objetivo es conseguir información sobre Papá Oso y su gente, saber qué están planeando ahora que les hemos cabreado y recabar datos sobre sus negocios de trata de blancas y distribución de drogas. Si además consigo llevarme por delante a Papá Oso, un problema menos. Pero aún así, todo esto me preocupa...

Enfadada conmigo misma por el momento de debilidad me levanto y cojo mis armas. Con movimientos automáticos, desmonto la H&K para limpiarla con cuidado mientras pienso en lo que me espera esta noche. Cuando termino con ella, paso al arma de Phoenix y guardo las dos en una mochila. Desgraciadamente, las pistolas se tendrán que quedar en la maleta de la moto, porque no parece muy seguro llevarlas encima. Sin embargo, la pequeña Ruger es otra cosa. Es probable que acabe la noche sin ropa en algún momento, así que no podré llevarla encima, pero es fácil esconderla bajo el forro de un bolso de mano, donde podré cogerla casi tan rápidamente como si la llevase en una funda sobaquera.

Me dirijo al armario para elegir el vestuario y el maquillaje. Si voy a hablar con Princess quiero que se note que busco trabajo, pero que no pretendo rivalizar con ella. No es complicado. Por experiencia sé que una ropa y un maquillaje sutiles, que insinúen más que enseñen, resultan más provocativos para los hombres que una vestimenta más vulgar. Opto por la segunda con un maquillaje atrevido; un punto demasiado atrevido. Con un poco de experiencia que tenga esa mujer sabrá que mi aspecto es demasiado evidente como para poder suponer un riesgo para su posición. Por ahora tendrá que valer.

Bajo a la calle justo cuando anochece y guardo la mochila y el bolso en la moto. La dejaré en algún sitio concurrido, no demasiado lejos del puerto, pero prefiero llegar a pie hasta allí. Tenía que haberme tomado una copa antes de salir, pienso nerviosa otra vez. Pero cuando subo en la moto mi determinación vuelve rápidamente. Después de todo, es mi trabajo como vigilante, castigador, o como demonios lo llamemos, lo que me ha llevado hasta aquí, no la desesperación que tenía cuando conocí a Sofía.

Katia llega en su moto a una zona cercana al Club, pero concurrida, o al menos algo más frecuentada por la policía. Es una moto vistosa, y el ladrón que se la llevara se llevaría dos buenos botines.

Conoces bien donde está. Paradise, en la zona del puerto, pero no expresamente cerca. Ese es uno de los cuarteles generales de la mafia latina del puerto, y debe de mover millones en alcohol, drogas y prostitución. Por la zona empieza a haber algo de ambiente, y los dos gorilas de la puerta (Uno en la propia puerta, y otro rondando por la acera) más un tipo en el tejado y otros tres o cuatro de incógnito (Y quizá alguno en un coche) evidencian que los latinos aún están tremendamente nerviosos por lo del puerto.

No es para menos.

Te acercas a la puerta, y tras una breve conversación con el 'segurata', un venezolano grande y forzudo que guarda una pistola bajo la chaqueta, te permite pasar a hablar con la madame, si bien te hacen esperar un ratito en una salita accesoria junto a la entrada, con dos sillones y una planta de plástico.

A estas horas, Pricess debe estar preparando 'el servicio', así que tras tomarse su tiempo, viene a verte.

"Princess" es una mujer de color de unos veinticinco a veintiocho años, pero que por su estatura 'contenida' y esbeltez aparenta bastante menos. No es la típica chica de color exhuberante, alta y de marcadas curvas, pero probablemente cuando esté con clientes pueda ser muy sensual y sugerente. Se viste y maquilla con buen gusto y es evidente que le dedica mucho tiempo a su cuidado personal, tanto en lo estético como en lo gimnástico.

Sin embargo hay algo en sus ojos más oscuro que su cabello y su rimmel. Al mirar a Katia no hay asomo de compasión o empatía. Como un proxeneta varón, ella ve carne, inversión y dinero. No parece que tus fingidos problemas, penas, escaseces o penurias vayan a importarle lo más mínimo.

Tras el 'repaso' visual, habla con un acento nigeriano, no demasiado marcado, pero que no trata de esconder.

Soy Princess... Anda' buscando trabajo', m'han dicho. ¿Ere' española? ¿Has trabajao' antes?

Me acerco a Princess mascando chicle y miro a mi alrededor cuando me habla. No necesito fingir para parecer nerviosa; me vale con relajar un poco mi autocontrol habitual para mostrar mi estado de ánimo.

- Sí, soy de por aquí - le digo dudando un momento cuando me pregunta si soy española. - Y algo de experiencia he tenido, sobre todo en fiestas y cosas así, pero no demasiada en la calle. - No me alejo de la verdad, pero si Princess tiene un mínimo de visión de negocio como aparenta no le costaría deducir que seré más "productiva" en el club, lo que me permitirá vigilar idas y venidas de los hombres de Papá Oso.

Vuelvo a mirar de un lado a otro, observando a las chicas y, sobre todo, a los chulos que pueda haber en el local.

- Mis amigos me llaman Kattie - le digo. - Aquí, ¿trabajáis en el club o hay que salir a la calle? - Pregunto. - Y, ¿qué tarifas tenéis? Espero que dé para pagar de sobra el alquiler, que me van a cortar la luz un día de estos...

Dejo que sea ella la que me explique porque, a pesar de mis preguntas, que pretenden más expresar nerviosismo que mero interés, no quiero que piense que soy demasiado "echada para adelante".

Pricess parece un poco molesta con la toma de iniciativa de Katia. Acostumbra a trabajar con mujeres prácticamente esclavas, así que eso de 'negociar condiciones laborales' no parece que le entre bien, y el 'lloriqueo' no ayuda, por lo que responde tajante.

Si é Calle o Clú', y si son quinse o sincuenta depende de tu categoría, y de darte una s'encarga el jefe. Curra mucho, trae cliente', y pagará' alquile'. Si no está' dipuesta a hasé de todo, te puede' ir, aquí no cogemo' gente con escrúpulo'. 

Estáis en una salita a solas, de momento no hay mucho que ver. Princess camina alrededor de Katia lentamente, mirándola de arriba abajo, y sin pedir permiso ni perdón, le palpa y apreta el trasero y el pecho para comprobar si es natural, operado o con relleno. Al terminar de dar la vuelta, parece algo más satisfecha, pero no abandona su expresión dura.

Ta' bien. Si está dispuesta, dame e' DNI, el teléfono, y me dise si toma droga' o si tiene enfermedade', y te llevo con e' gerente.

Extiende la mano, dando a entender que lo que quiere es el DNI físicamente, y el terminal, no los números.

Finjo una ligera incomodidad cuando empieza a tocarme aunque no digo nada para demostrar que soy capaz de aguantarlo con estoicismo. Sin embargo, cuando me pide la identificación y el móvil maldigo a esta gente hasta su séptima generación.

- Yo... - empiezo dudosa mientras abro el bolso - no traje ni el móvil ni la cartera... Pensé que si tenía que hacer la calle sería fácil que alguien me los robase, y no pensé que hubiera que firmar ningún contrato o nada parecido, así que... Si no te importa, mañana te los traigo, ¿vale? - le digo con la más encantadora de mis sonrisas. - Pero, ¿para qué queréis el móvil? - pregunto inocentemente.

Saco del bolso, para enseñárselo rápidamente, mostrando únicamente una chaqueta y un par de esposas rodeadas con terciopelo rosa, mientras sonrío encogiéndome de hombros - hay clientes a los que les gusta... - susurro mientras las vuelvo a guardar mientras llevo la mano hacia la empuñadura de la pistola, por si no he sido suficientemente convincente.

La observo con atención, esperando su reacción. - También puedo ir ahora a por ellos, si lo prefieres... - añado.

¿Contrato? Pregunta levantando una ceja, a mitad de camino entre la risa y el desprecio. Aqui n'ai contrato. Es pa' controlar tuh antesedente. -Miente. El móvil é poq'e lo' cliente' quieren intimidá. No se permiten móvile' adentro, que nadie grabe ni haga foto'

Echa un segundo vistazo a las esposas y vuelve a mirarla.
Entonce' dim'el número de tu DNI, y t'aremo una prueba.

Katia responde con el DNI de su hermana, y cuando se lo pide, el nombre de ella.

Vale, epera aqui.

Princess sale con el número y nombre apuntado en un papel, y se toma un rato para regresar. La espera se hace larga, y llegas a pensar varias veces que quien entrará por la puerta serán unos matones armados... Pero no, regresa ella de nuevo, con un bolso.

Vale 'Kattie'. Acompáñame.

Princess la guía sin responder a preguntas a una especie de vestuario de tres por tres, y le deja el bolso en una silla. Hay treinta taquillas en una pared, pero no parece que vaya a darle un taquillero aún.
Víttete como é' debido p'al club, estás 'de calle'. Arréglate la cara, deja tu' cosa y sal. Si te hase mucho' cliente' y etán contento, toman mucho y t'invitan mucho, te quedará en el club y ganará má. Lo condone' lo ponemo' nosotro' esta vé. Intenta q' apuesten, también.
Parece que va a quedarse, pero cuando Katia ya se ha desnudado, Princess sale y la deja sola.

Me cambio de ropa, quedándome en un ligero camisón, poco más que un picardías. ¿Quién te manda meterte en esto, Katia? Deberías venir aquí con un traje de combate y un bazooka y en vez de eso te quedas en pelotas con una mierda de pistolita escondida en un bolso...

Saco el maquillaje del bolso y aprovecho a guardar la cartera en el doble fondo en el que va la pistola. Después de haber mentido con el DNI, lo último que me apetece es que alguien la encuentre. Me maquillo con toda la tranquilidad que puedo, exagerando mucho los tonos que utilizo normalmente para mi trabajo habitual. No deja de resultarme paradójico que hace apenas dos años acabar haciendo la calle era una de las cosas que más me aterraba y ahora me estoy metiendo en esto por voluntad propia sin una verdadera necesidad de hacerlo. Realmente sólo me dispararon en el chaleco en el puerto o alguien me ha dado un buen golpe en la cabeza.

Miro el contenido del bolso que ha dejado Princess y guardo mi propio bolso en él, suponiendo que querrán que todas las chicas vayan vestidas de una forma similar. Cuando termino, inspiro con fuerza y me dirijo a la puerta.

- Ya estoy lista - le digo con una sonrisa a la mujer. - ¿Me vas a enseñar el lugar?

Princess niega y hace un gesto con la mano para que la acompañes. La música ha empezado a sonar, y parece que empiezan a llegar los primeros clientes. El club está bastante bien arreglado, y las chicas que hay en él deben ser de lo mejorcito que tiene Papá Oso.

Apostarías a que un buen número de ellas son menores de edad. Diecisiete, alguna puede que menos incluso.

La proxeneta no parece demasiado contenta, aunque no parece que sea por ti, o no solo por ti, al menos. Tan solo sonríe a los clientes, con quienes se transforma en una dulce muchachita demasiado ocupada que promete volver dentro de un rato.

Llegáis a la parte trasera, tras una puerta donde hay un gorila como dominicano o puertorriqueño 'clavado' delante, que no disimula demasiado el bulto del pistolón que lleva bajo la chaqueta. Dentro, los pasillos son sencillos y menos cuidados, con una iluminación normal. Tras dar un giro a la derecha pasadas otras puertas, llegáis a una a la que Princess llama con los nudillos. 

Antes de que la mujer pueda llamar, se oye a alguien hablar aparentemente por teléfono, con acento venezolano.

¡Me importa un caraho lo que piense Juárez! Deja una pausa escuchando ¡No! ¡No pienso pagar tanto, ya puede desírselo! Parece escuchar otra vez. ¡Ya me las apaño yo entonses, a ver si se cree que le nesesito!

Princess llamó a la puerta.
¡Un momento!! Gritó enfadado, y empezó a hablar más bajo. Princess se te quedó mirando entonces, mientras esperaba. Parecía querer decirte algo, pero se lo calló.

Un minuto o menos tardó Papá Oso en terminar la llamada, e hizo pasar a las mujeres.

El despacho de Papá Oso es más bien grande, con una gran mesa muy pesada y metálica, tras o bajo la que uno podría esconderse en un tiroteo. Hay algunos papeles y un incienso encendido. En las paredes la decoración es la adecuada al local, y salvo un sofá, un archivador, un minibar y una enorme televisión, no parece tener gran cosa más. 

Detrás de él hay una puerta, y el despacho, aunque bien iluminado, no tiene ventanas.

El hombre sentado tras la mesa cambia su expresión de enfado a una de agradable sorpresa al ver a Kattie, probablemente no esperaba un bombón como ella. Toma aire y ofrece asiento con un gesto amable.

¿Nos presentas, querida? Dice a Princess. Aún le quedan unas cuantas heridas a medio cicatrizar en la cara y en la calva, producto de los cristales del coche al explotar el camión.

 Princess actúa con Papá Oso, pareciendo más calmada y dulce que la cara de perro que traía hace un momento. Se llama Julia, Kattie en e' trabajo. Él é' Oliveiros, el gerente del locá'

Papá Oso asiente, sonriendo y mirando a Katia de arriba abajo mientras llega y se sienta.
Un plaser, Kattie... Aunque lo que fuera que estaba hablando le tenía bien cabreado, parece que la visión de Katia le ha ayudado a distraerse del problema. Princess..., querida, vaya a ver que todo esté bien por allá.

 Princess asintió. Claro papá... Dijo levantándose. Era imposible pasar por alto la mirada de pantera que recibió Elena antes de que se marchara.

Cuando se ha marchado, Oliveiros se queda mirándola. Bien... ¿Lleva mucho en esto señorita Julia? Pregunta, y luego se levanta. Perdone la falta de atensión... Quiere tomar algo? Dice acercándose al minibar. 

Observo el local con atención: ver a las chicas jóvenes, poco más que niñas en algunos casos, prostituyéndose en un sitio así hace que me den ganas de liarme a tiros con los responsables... y con cualquier cliente que vaya a aprovecharse de ellas. Pero aún no es el momento; algo así destaparía mi identidad a cualquiera que investigase un mínimo lo ocurrido esta noche. Así que lo único que puedo hacer por el momento es observar atentamente las medidas de seguridad del local y apuntar aquellos nombres de clientes o responsables que se ganen una acción directa de Talión. Antes o después recibirán una bala con su nombre, de eso pueden estar seguros.

Evito a los clientes que se acercan a Princess y a mí con una sonrisa y sigo a la madame hasta la parte de atrás. Saludo al guardia con una sonrisa, preguntándome si será lo suficientemente rápido como para evitar que coja su arma si me acerco a él con un gesto seductor. Tal vez en algún momento lleguemos a verlo.

Al fin llegamos a la puerta de Papá Oso y escucho parte de la conversación desde el otro lado de la puerta. Juárez, ¿eh? Habrá que investigar ese nombre para saber qué está tramando Papá Oso. Cuando abre la puerta veo que está solo en el despacho; parece que aún no ha encontrado reemplazo para Bubú. Inspiro un momento, no sin cierto nerviosismo; es la segunda vez que me meto directamente el despacho de uno de los líderes mafiosos de la ciudad. Tengo que estar mal de la cabeza...

- Lo mismo digo, señor Oliveiros - le respondo con una sonrisa. Es la primera vez que estoy tan cerca de este tipo, del que a penas tengo recuerdos escapando del puerto en su coche. Me despido de Princess con un gesto de cabeza y me acerco al escritorio donde está sentado.

- Más o menos... Un par de años en este trabajo, aunque hasta ahora me las había apañado para trabajar en fiestas y hacer algún encargo por mi cuenta - explico. - Pero las cosas se han complicado y... - giro un poco la cabeza en un gesto recatado - bueno, aquí estoy.

Se levanta y veo cómo se acerca al minibar. - Sí, por favor. Tomaré... lo mismo que usted - le digo con una sonrisa amable. Claro que aderezaría tu bebida con un poco de plomo, hijo de puta...

Papá Oso asiente mientras escucha a su nueva chica, y va preparando un par de cócteles rápidos pero resultones.

Bueno... Dice tranquilo, mientras la mira y va haciendo. Le veo muchísimo potensial. No oculta una mirada lasciva, aunque al mismo tiempo parece estar pensando, quizá, en cómo mejorar su aspecto o haciéndose expectativas.

Y no soy de las personas que adulan por costumbre, sabe...? Pero sé reconoser a una joya en bruto cuando la veo...

Regresa con ambos cócteles, y le ofrece uno, luego le hace un gesto animándola a acercarse al sofá, donde espera que la dama se siente primero. Luego se sienta él, cerca, pero aún no invasivo. Tras un breve sorbo, le acaricia el pelo.

Es una muchacha muy bella... ¿Tiene algún tabú...? 

Sonrío en un gesto tímido mientras me pregunta sobre mis tabúes.

- Bueno, no es que sea un tabú como tal, pero hay ciertos días del mes en los que no suelo trabajar. Por los clientes, más que nada - explico. - Por lo demás, mientras me traten con cuidado, no tengo ningún tipo de problemas - añado, sabiendo que a la gran mayoría de los hombres les gusta demostrar su fuerza y no pueden evitar demostrarla aunque sea para proteger a una inválida fémina.

En un gesto cariñoso, inclino mi rostro sobre su mano y extiendo la mía con cuidado, para acariciar yo alrededor de una de sus cicatrices.

- Qué lástima... - digo al ver su herida. Poco puede imaginar que lo único que me da pena es no haber conseguido acabar con él en el puerto. - ¿Aún le duele? - pregunto con voz dulce. - A ver si puedo hacer algo para curarle...

Dejo la copa, que aún no he llegado a probar, sobre la mesa y me apoyo sobre una rodilla en el sofá, inclinándome hacia él mientras acerco mis labios a su rostro. Me paro un momento cuando estoy a pocos centímetros, buscando el consentimiento en su mirada y, mientras le observo, no me sorprende lo más mínimo encontrar una expresión de deseo. Sin embargo, en un gesto más tierno que pretende ablandarle aún más, lo que hago es acercar mis labios a una de las cicatrices recientes y besársela con ternura. Noto cómo se pone ligeramente tenso, así que le acaricio el pecho con la mano para tranquilizarle antes de seguirle besando el rostro y el cuello.