Partida Rol por web

Aarón colaboró en la labor de vestir a Jack con ropa seca. Apenas hablaba con sus compañeros mientras tanto, sólo pensaba en cómo llegarían a tierra con el combustible que quedaba. ¿Sería suficiente? ¿Y si la vela volvía a romperse?

- Voy a subir con Julia, no me gusta que esté allí sola- anunció Aarón a sus compañeros. Volvió a caminar sobre sus pasos y regresó a la cubierta, en mitad de la noche, donde su amiga miraba pensativa hacia el mar. Instintivamente se acercó y le dio un abrazo.- Yo también tengo ganas de volver a casa...

Se separó de Julia, colocó las manos rodeando la barandilla y miró a la oscuridad... Todo era calma, parecía extraño que minutos antes estuvieran viviendo una crisis de semejante calibre.

- Creo que debemos bajar al interior del barco con Ana y Samuel. Tenemos que hablar de qué pensamos hacer... - sugirió Aarón mientras se giraba a mirar a Julia.- Está claro que nos va a costar dormir, pero en fin... para algo sirve el minibar, digo yo...

Jack parecía mejorar ahora que estaba seco y caliente, su piel tomaba un color mas sonrosado lo que parecía mas sano. Ahora había dejado de balbucear y parecía que estaba descansando.

Ahora ya era de noche totalmente, apenas se veía nada alrededor del barco, aunque el tiempo había mejorado notablemente. El barco estaba parado pues al caer Jack al agua, el mecanismo de seguridad, que no era otra cosa que un cable conectado con la llave, parecido a las motos acuáticas, había saltado y el barco se había detenido.

Un relámpago os sacó de vuestro ensimismamiento. Había una tormenta, aunque era en la dirección contraria a la que os dirigíais, había suficiente viento para que estuviera encima vuestro en poco tiempo.

El trueno os anunció que era el momento de decidir.

Jack parecía mejorar por momentos, su pulso y respiración se habían estabilizado y eso calmaba poco a poco a Samuel, aunque su estado de nervios en ese momento era notable, no era un líder y, aunque lograba reaccionar siempre en momentos difíciles, estas situaciones lo sobrepasaban. Asintió a las palabras de Aarón, no era seguro que Julia estuviera arriba sola, y una vez se había cerciorado de que Jack estaba bien, se sentó en la cama de enfrente con los codos apoyados en sus rodillas y las manos cubriendo su cara, mientras las gotas de agua aun recorrían su cuerpo empapando las sabanas y el suelo del camarote.

Julia se frotó los brazos, ya que a plena mar, de noche y la tormenta cerniéndose sobre el barco, empezaba a hacer bastante frío y, lo cierto, es que había salido corriendo de la cama. 

Sonrió ante el comentario de Aarón y el minibar, ya que en otras circunstancias no se lo habría pensado más tiempo y habría aceptado la sugerencia. -Menudo día, ¿eh? Quién nos lo iba a decir...-  Justo en ese momento, un relámpago resonó fuertemente, iluminando la inmensidad del océano, mostrando un paisaje sobrecogedor.  

- Tienes razón, será mejor que bajemos, tenemos que decidir qué hacemos. No podemos quedarnos a la deriva.- Dicho esto, guió con el brazo a Aarón hacia las escaleras y bajó hasta llegar a la estancia donde se encontraban sus amigos. 

- ¡Brrr! Menuda rasca hace fuera- Dijo al entrar mientras se frotaba con energía los brazos. - ¿Qué tal está? - dijo refiriéndose a Jack.

Aarón siguió los pasos de Julia, que casi le llevaba a rastras. Cuando llegaron al cuarto de Jack, se fijó en que el color de su piel ya lucía un mejor aspecto. Aarón miró a su amiga, con ánimo de reiterar lo que instantes antes había sugerido.

- Chicos, creo que es momento de plantearnos qué hacer- advirtió él, colocando sus manos a ambos lados de la cintura.- Propongo que pasemos al salón y tranquilamente sopesemos cuál es la mejor opción para llegar a tierra. Jack se está recuperando y no creo que haya problema en dejarlo aquí. Debemos decidir rápido, no sólo por nuestra seguridad dentro de este barco sino porque a Jack debería verle algún médico.

Acto seguido abrió la puerta que conducía al pasillo y, tras coger una cerveza del minibar, se sentó frente a la mesa esperando comenzar la conversación.

Eran ya altas horas de la noche y estabais exhaustos. Tras las palabras de Aaron oísteis algo que al principio os parecieron truenos lejanos, pero extrañamente se iban acercando cada vez mas y mas. Cuando salisteis a cubierta para ver lo que era, os disteis cuenta de lo que era. Pasaron en fila unos 4 helicópteros a toda velocidad, seguramente no repararon en vosotros o al menos no dieron muestra de ello. Iban en dirección a la costa. Aunque era de noche, pudisteis observar, gracias a sus balizas luminosas, que eran helicópteros militares.

Al ver que Jack recuperaba algo el color de su piel y parecía más calmado, Ana pudo relajarse por fin. Se sentó en la cama al lado de Samuel y se dejó caer en ella, los nervios sufridos minutos antes se transformaban ahora en cansancio. Deberías cambiarte tú también. Le dijo a su amigo al ver que estaba empapado. Antes de que pudiera decir nada más, Julia y Aarón entraron en el camarote. Al verlos, Ana se incorporó de nuevo.

Tienes razón Aarón. Dijo tras escuchar las palabras de éste. Deberíamos pensar cómo vamos a volver a la costa.

Ana siguió a sus compañeros hasta el salón principal y se sentó en la mesa en la que ya estaba Aarón. Pero antes de que pudieran comenzar a trazar un plan de acción, un fuerte ruido que se acercaba a ellos llamó su atención. ¡Qué diablos...!

Rápidamente subió hasta la cubierta y allí pudo comprobar que el ruido provenía de cuatro helicópteros militares que iban en dirección a la costa. Qué raro... ¿dónde irán? Ana no estaba muy informada sobre todo lo relacionado con el ejército, pero ver esos helicópteros a esas horas no le parecía muy normal. ¿No es un poco tarde para realizar prácticas? ¿Habrá pasado algo?

Las cálidas palabras de Ana lo devolvieron a la realidad, fue entonces cuando se dio cuenta de que se encontraba totalmente empapado. Asintió con la cabeza a su amiga intentando esbozar una tímida sonrisa y acto seguido abrió un cajón de su camarote y cogió unas mudas secas. – Si, creo que me debo cambiar. – comentó antes de ir hacia el baño de la embarcación a cambiar sus ropas.

Justo cuando se estaba cambiando los helicópteros pasaron por encima del barco… Pero que cojones!!!... exclamó para si una de sus frases mas repetidas y salió del baño terminando de ponerse la camiseta a ver, junto a sus compañeros, que es lo que ocurría.

Al llegar arriba pudo ver los helicópteros militares, los cuales avanzaban hacia tierra. – Es extraño. – murmuró pensativo. – Pero es algo bueno para nosotros. – una leve sonrisa se le dibujó en la cara. – Con Jack en ese estado, debemos ir lo más rápido posible a tierra, pero yo no se manejar esta cosa, apenas me dio unas leves nociones de cómo pilotar esto. Una de las cosas que más temía era no saber donde se encontraba la costa, ya que con los movimientos del baro, no sabía si continuábamos con el mismo rumbo. El hecho es que, si esos helicópteros se dirigen hacia la costa, esa es la dirección que debemos tomar. –

Avanzó rápidamente por la cubierta del barco hacia el timón y observó los mandos con detenimiento. – Yo creo que empujando esta palanca hacia adelante para que los motores nos hagan avanzar y manteniendo el rumbo que llevaban los helicópteros, deberíamos llegar a puerto, eso si el combustible nos deja, claro. -

 Julia se abrigó bien y siguió los pasos de Samuel hacia el centro de mando del barco. - En principio, se supone que deberíamos de ir hacia el Oeste, ¿no? - dijo observando la brújula - Bueno, sea como sea, esos helicópteros iban a algún sitio, esperemos que sea a la costa y, a una mala, nos podrán echar un cable con Jack - Concluyó ya sentándose en la cubierta, junto al cuarto de mando. 

Mientras sus compañeros subían hacia la sala de mandos, Aarón se dirigió a su camarote para coger del perchero su abrigo de corte militar, ya que la temperatura en el barco era fresca. No es cuestión de, encima, ponerme yo malo también y liarla más aún, pensó mientras se lo ponía. Cerró la puerta del camarote y subió las escaleras para reunirse con sus compañeros. Vio que Julia había pensado en lo mismo que él y también se había abrigado. Ella y Samuel estaban hablando de qué rumbo tomar.

- Creo que deberíamos seguir el rumbo que llevaban los helicópteros porque, como decía Ana, seguramente estén volando por alguna razón y no por un tema de prácticas. En el acaso de que nos quedemos sin combustible de repente, cuanto más cerca de tierra y cuanto antes mejor... Tened en cuenta que se nos va a echar la madrugada encima y como nos quedemos tirados muy tarde, vamos jodidos.

Seguís el rumbo aproximado hacía dónde habíais visto ir a esos helicópteros a toda prisa. Samuel está pilotando el barco como puede en esa dirección. Al cabo de unas horas podéis ver a lo lejos tierra firme, aún así aún os queda un buen trecho, sabéis que habéis elegido una buena dirección.

Ahora la mar está calma y vosotros algo mas tranquilos al ver tierra en el horizonte, en este momento os dais cuenta que tras vuestro día ajetreado, apenas habéis podido descansar. El cansancio empieza a hacer mella en vosotros.

Necesitáis descansar.

Mantuvo el rumbo al oeste durante unas horas sin apenas desviarse, si estaban en lo cierto y los helicópteros volaban hacia España, en breve estarían en tierra firme. Ya era noche cerrada, y a su alrededor no podía ver nada. Bajó un par de veces a los camarotes en busca de ropa mas adecuada para la temperatura que hacia afuera, que poco a poco iba descendiendo.

Pero el frio, las ganas de llegar o la preocupación por su amigo Jack no eran suficientes como para ganar al cansancio que tenía tras ya muchas horas sin descanso. Notaba como sus ojos se cerraban sin poder ponerle remedio e incluso llegó a quedarse dormido durante unos segundos, justo antes de que la voz de unos de sus compañeros lo despertara al ver tierra firme. ¿Lo hemos logrado?... se preguntó al abrir los ojos y comprobar que se avistaba tierra. – Tierra!! Si!!. – exclamó como si se tratara de un niño pequeño que recibiera su regalo de cumpleaños mas ansiado. – Ya estamos cerca. – dejó el timón anclado y se dejó caer en uno de los asientos. La adrenalina de la noche se iba yendo poco a poco y el cansancio cada vez iba haciendo mas mella en él. – Os agradecería que alguno me relevarais, necesito descansar algo. -

Cuando el aviso de tierra llegó a sus oídos, casi se incorporó sobresaltada de su letargo. - ¡Menos mal! -Por un momento pensé que acabaríamos en alguna plataforma marítima por ahí perdida en medio del océano, al menos pisaremos tierra firme. Se frotó los ojos y sin querer se le escapó un bostezo. Ni siquiera la gran noticia de encontrarnos cerca de la tierra conseguía activar ni su cuerpo ni su cerebro, lo cierto es que siempre ha sido una persona de lento despertar. - Qué ganas de llegar a casa...- era el único pensamiento que en esos momentos se le pasaba por la cabeza.

Vio a Samuel caer rendido, después de todo era normal. No sólo las emociones del día, sino el baño de agua helada le ha tenido que dejar exhausto. - Lo cierto, es que no tengo ni  idea de cómo se lleva esto -dijo refiriéndose al barco- Como no se parezca a un coche..., ni idea. ¡Aunque me ofrezco a  hacer unos cafés bien cargaditos para aguantar el tirón! - Dijo  con una sonrisa de oreja a oreja, ya por fin activándose del todo. 

¿Café? ¿Tierra? ¿He oído bien? Un segundo después de pensar esto, Aarón apartó rápidamente las mantas de la cama y se vistió. Salió por la puerta mientras se abrochaba su abrigo y subió a la cubierta. Sí, es cierto, por fin tierra firme. Tras confirmar lo que había oído, bajó corriendo para golpear la puerta del camarote de Ana.

- ¡Ana, despierta! ¡Tierra a la vista! ¡Yuju! - y corriendo se dirigó a buscar a Julia, que ya estaba mano a mano con los cafés y le miraba sonriente.

- Ay, Juli, Julita, Juli... - canturreó contento mientras le pellizcaba las mejillas- tengo la impresión de que hoy será un buen día... deberías hacer carajillos en vez de café con leche. Me ofrecería a ayudarte, pero creo que Samuel me necesita más, así que voy a darle relevo. ¡Espero allí mi café!

Volvió a subir acelerado hasta la sala de control en busca de Samuel.

- Venga, vete a dormir que yo me quedo aquí. Muy mal no lo puedo hacer...

Pues sí, muy mal lo pudo hacer.

Aarón no tenía asimilado el recorrido del timón del barco, lo movía como si fuera el volante de un kart, en el primer giro casi hace volcar el barco, por suerte las velas no estaban montadas y el barco no se escoró suficiente aunque os dio una buena sacudida.

Poco a poco os ibais acercando a tierra y la mar estaba mas calmada. El medidor de combustible estaba bajo mínimos, como en reserva de un coche, esperabais llegar lo mas cerca posible de tierra. Aún os quedaban unas horas para llegar y nadie sabía con precisión cuando duraría el motor encendido, sólo Jack podría tener alguna idea pero seguía descansando y reponiendose de sus heridas en el camarote.

Relevado por Aarón, Samuel se bajó a su camarote. El olor a café recién hecho casi lo impulsó hacia la cocina. Agradeció con una leve y tímida sonrisa el café que acababa de preparar Julia y, tras calentarse un poco las manos con el calor que desprendía la taza, dio un largo sorbo. – Gracias Julia. ¿Qué haríamos sin ti?. -  comentó mientras hacia una leve pausa ya que el café estaba aun demasiado caliente. – Creo que me voy a echar un rato. Aarón está a los mandos, no se si deberíais echarle una mano. – Comentó justo antes de notar como el barco se tambaleaba de un lado a otro… - Rectifico, si debéis echarle una mano o no llegaremos vivos. – Acto seguido, se echó en su cama a descansar el poco tiempo que pudiera, menos era nada, y dejó la puerta entreabierta por si hubiera problemas.

Ana descansaba en su camarote cuando los gritos de Aarón la despertaron. ¿Tierra? ¿Por fin? Rápidamente se vistió con lo primero que encontró, se puso su abrigo y se dirigió hacia la cubierta.

Por el camino encontró a Julia preparando café. ¿Es cierto? ¿Llegamos a tierra firme? Una enorme sensación de alegría recorría su cuerpo. ¡¡Esto tengo que verlo!! Sin más demora, corrió hasta la cubierta y una vez allí pudo contemplar con sus propios ojos lo que tanto estaba esperando: la costa se divisaba a lo lejos. Con pasos lentos fue hasta la barandilla de la embarcación y agarrando ésta con fuerza no pudo contener las lágrimas al verse por fin a salvo.

A su espalda escuchó como Aarón reemplazaba a Samuel a los mandos, pero no podía desviar su mirada del horizonte. Al poco, el barco se movió bruscamente. Parece que Aarón necesita ayuda... Ana secó sus lágrimas y fue hasta la sala de control. ¿Quieres que lo intente yo? le dijo a Aarón. No tengo mucha idea, pero puedo probar...

Ana se acercó hasta los mandos y, cuando Aarón los dejó libres, cogió el timón he intentó mantener rumbo a la costa.

Seguíais avanzando, os turnabais un poco para vigilar la conducción del barco, aunque básicamente teníais que seguir un rumbo recto. La noche estaba dejando pasa al despunte de sol, en ese momento Ana estaba pilotando el timón cuando se fijo un poco mas adelante, en la misma dirección que iban un barco estaba detenido en medio del mar. Aún quedaban mas de 500 metros para llegar, y descendéis la velocidad, ya sea para esquivarlo o para deteneros.

A medida que os ibais acercando os dais cuenta que se trata de un yate, no es gigante pero si parece bastante lujoso, tiene tres pisos y es como esos de las películas que se ven. No podéis ver a nadie en su cubierta desde lejos.