Partida Rol por web

Sus palabras me alentaron un poco, pero de igual forma, me frustraba no haber podido ayudar a Irene. Marcos tenía razón, ni medicos profesionales podían hacer algo al respecto ¿Qué podía hacer yo? ¿Una simple estudiante de segundo curso? Pero debía de existir alguna cura, el mundo no podía acabarse de ésta forma y debíamos encontrarla ¿Como? No lo sabía, pero tenía fé que lo haríamos.

-Pues creo que nos irá bien, que saldremos bien, porque yo también me encargaré que no les pase nada- lo miro y le sonrío, devolviendo aquel apretón de mano.

Continúamos nuestra ronda, sin percances por el momento y esperaba que así terminara la noche y la madrugada -¿Y a ustedes? ¿Qué sucedió luego de que nos separamos? En todo ese momento de separación, solo pensaba en encontrarlos con vida, no sabes cuanto me alegró verlos... -y una sonrísa más que le dedicaba.

Los oscuros pasillos y habitaciones de la construcción provocaban escalofríos en cada paso del haz de la linterna. Esperaban encontrar algo horrendo y putrefacto viniendo hacia ellos, como en esas películas de puros sobresaltos. Odiaba esas películas. La pregunta de Isabel lo hizo retroceder a el momento en que se separaron, quizás había sido mala idea.

-Estuvimos un rato vagando de acá para allá, buscando una farmacia o algo así, también un lugar de ropa para Liz-. Suspiró-.  Vi una tiendita con ropa y eso, pero estaba cerrada, tuve la mala idea de romper el vidrio, sospechaba de una alarma pero por impulsivo la rompí. Fue un infierno el ruido que hizo, apenas entramos agarramos lo que pudimos, y salimos. Menos mal que nos apuramos, todos los zombis de la zona fueron hacia ahí. Corrimos, tiramos lo que sea que había en nuestro camino para hacerlos caer y que no nos agarraran. También pasamos por cualquier banco o escalera que había. Eran lentos pero no se cansan. Nunca había corrido tanto, después llegamos hasta acá y los vimos. Fue pura suerte y gracia divina.

Luego quedo callado, eso era todo, era todo lo que habían hecho en un día entero. Le parecía increíble pues estaba tan cansado y le parecía todo tan lejano que creía que habían pasado días desde que salieron de yate. Le sonrió una vez más y continuaron con su ronda. Siempre con cuidado, siempre atentos, siempre con miedo…

Pasaron varias horas y Marcos e Isabel empezaban a notarse muy cansados, apenas podían mantenerse despiertos entre los dos, sus ojos se caían. Durante unos minutos se quedaron dormidos ambos y se despertaron al instante sobresaltados pensando que podría haber pasado algo. A todo esto, parecían oírse algunos quejidos a la lejanía, y de vez en cuando sonaba como alguien revolviendo las basuras, seguramente esos andantes seguían por allá fuera, al parecer no habían atravesado la valla.

Era hora de conseguir un relevo de la guardia o seguramente caeréis los dos dormidos.

Despierto sobresaltado. Por un momento, no consigo reconocer donde estoy, o que es lo que ocurre. Apenas entra luz a traves de los ventanales de la habitación. La luz de la luna sirve como fuente de iluminación de la sala, dando a todo un aspecto triste y fantasmal.

Miro a mi lado, y veo a Liz aún dormida, hecha un ovillo, con la chaqueta tapando su cuerpo. Me levanto con cuidado, procurando no despertarla. No tengo ni idea de que hora es. No suelo llevar reloj, y sólo contaba con el móvil de Irene, pero lo había apagado. Prefería reservarlo para llamadas de emergencia... aunque ahora mismo no se me ourría una emergencia supeor a esta.

Tras incorporarme, salgo de la habitación en busca de Marcos e Isabel. No se cuanto he dormido, pero me siento mejor, y conviene que ellos duerman lo que quede de noche. Mañana será un día dificil.

Bajo las escaleras, y veo a los dos sentados. Sonrio, ya que parece que el sueño les ha dejado casi al límite de sus fuerzas. Parece que he llegado a tiempo. Me aproximo a ellos, sin hacer mucho ruido, pero haciendo claramente visible. No me gustaría ser confundido con un zombie en mitad de la noche...

Liz notó la ausencia del doctor a su lado, y abrió un ojo aturdida. Suspiró arrebujada en el abrigo, a gusto, y empezó a ordenar su cabeza para encajar todas las cosas horribles que habían pasado, y decidiendo qué hacer ahora.

Los zombis estaban por todas partes, así que necesitarían ir a algún sitio lejano, menos poblado, donde quizás hubiera supervivientes. Isabel le había dicho que la chica a la que habían mordido se transformó en zombi también, así que aquella debía ser la forma en la que los zombis hacían más zombis.

Se levantó y notó el frío en las piernas desnudas; seguía llevando el bikini y el jersey de Marcos, que le cubría casi hasta las rodillas. Como estaba sola en la habitación, se dirigió a la mochila y cogió las cosas que había sacado de la tienda; se quitó el jersey, se puso unos pantalones vaqueros resistentes y una camiseta del pato Donald, y se volvió a calzar sus sandalias. Luego bajó por las escaleras, y se encontró con sus tres compañeros.

Cogiendo algo de pan de molde, margarina y un brick de zumo, preparó el mejor desayuno que podía para todos. "Hola chicos... tomad anda, tomaos algo antes de acostaros, ahora vigilamos el doctor y yo", sonrió todavía algo cansada. "¿Habrá agua corriente aquí para asearse?", preguntó al aire.

Estaban agotados, a pesar de algunos ruidos y la constante tensión de encontrar algo que los ataque no podían evitar que se les cerraran los ojos. Sentían un terrible miedo al darse cuenta que se dormían por segundos, ya que parecían horas. Unos pasos a su espalda los sobresalta, por suerte era Romo, al fin podrían dormir algo. Marcos sonríe y le entrega su “arma”, ese palo blanco de sombrilla, no sabia si Romo tenía otra arma pero de seguro una mas no le vendría mal. Al poco rato llega Liz. Siente el cansancio en todo su cuerpo, solo quiere tirarse en el piso y no despertar mas.

-Me alegro de verlos- les saluda-, se ven mucho mejor que hace unas horas. No creo que haya aguan, pero podemos ver, asi llenamos las botellas- la idea de Liz era muy buena, ni siquiera se le ocurrio buscar agua alli. Luego los mira mas serio-. Afuera creo que hay algo, lejos y no entran, pero están, algunos ruidos los delatan. No se dejen ver y cualquier cosa llámennos. Voy a dormir. Buena suerte.

Camina como en sueños hasta donde dormían sus amigos. Se acuesta en el rincón mas alejado de la puerta, de frente a ella, esperando poder despertar y prepararse a tiempo en el caso de que un zombi entre. Antes de ponerse a pensar en que haría si eso pasara ya se había dormido.

Tomo la varilla metálica que Marcos me ofrce.

- Mejor esto que nada. Pero gracias. Otra cosa que deberemos buscar mañana son armas adecuadas para defendernos. Si esto va a ser lo normal hasta que se restablezca la normalidad - me tomo unos segundos de pausa, meditando el alcance de la palabra "normalidad" - debemos buscar todo lo necesario para una supervivencia larga.

En esos momentos oigo pisadas, me giro y veo bajar a Liz.

- Oh, lo siento, te he despertado... Mmmmm... ¡pero veo que has traido el desayuno! - no puedo evitar que una sonrisa recorra mi rostro de oreja a oreja. - ¡¡Muchas gracias!! - acierto a decir, mientras devoro una de las tostadas de mantequilla que Liz ha traido.

Veo como Marcos e Isabel se arrastran escaleras arriba para dormir. Parecen realmente agotados.

- Puedes irte arriba con ellos si quieres, Liz. Yo estoy despejado, y supongo que despues de lo ocurrido ayer, descansar lo más posible te vendrá bien.

Al fin nuestra ronda había terminado. Estaba exhausta, pero me tranquilizaba que aquellas criaturas no se habían acercado a nuestro refugio.

Sonrío a Romo y a Liz al verlos llegar a la primera planta -con suerte y nada pasará, aunque como dijo Marcos, se escuchan en la lejanía y podrían sorprendernos, pero confiemos que no ocurrirá eso, de lo contrario, griten y en segundos estaremos aquí.

Dicho esto, sigo a Marcos a la segunda planta. Mis ojos apenas y se mantenían abiertos, me ardían y escocían. -Hoy serás mi almohada- le digo a Marcos sonríendole y acto seguido, me acuesto a su lado, apoyando la cabeza en su pecho.

Suspiro, cierro mis ojos. A pesar de la situación, me sentía tranquila, él me brindaba tranquilidad. En segundos, estaba disfrutando de un merecido descanso.

Liz estaba cansada, pero negó con la cabeza mientras miraba por uno de los huecos que, si la casa estuviera terminada, serían ventanas. "No voy a dormir mientras tú vigilas, cuatro ojos ven más que dos ojos, y cuatro orejas escuchan más que dos orejas", sonríe mientras se sienta en una silla de obra cubierta de manchones de pintura.

Terminándose su desayuno, despide a Isabel y a Marcos con la mano. "Que descanséis chicos, nosotros vigilamos, no os preocupeis", dice mientras les ve marcharse al piso de arriba. Luego sonríe a Romo y vigila por la ventana alternativamente. "¿Qué hacías tú antes de que pasara todo este desastre?", pregunta.

Miro a Liz, atónito por su pregunta, y algo sorprendido por la situación. Lo cierto es que lo ocurrido estos últimos días había transtornado de tal forma mi noción de la realidad, que no había caido en la cuenta que, mis actuales "compañeros" eran unos desconocidos para mi, al igual que yo lo era para ellos.

Devolviendo la sonrisa a Liz, me apoyo en la pared.

- ¿Que qué hacía? Pues, como ahora, sobrevivir. - La sonrisa desaparece de mi rostro. - Aunque no con dificultades como las de ahora. Soy profesor en una academía de idiomas de Barcelona.

- Como habras supuesto por mi acento, no soy español. Nací en Estonia, una república de la extinta Unión Sovietica. - miro al suelo, como si los recuerdos de los que hablaba estuvieran escritos sobre la superficie del piso. - Me doctoré en Matématicas y Física en Cambridge, Inglaterra. Y me vine a vivir a España con una... - me tomo unos segundos, recuperando un amargo recuerdo - bueno, la vida me trajo aquí, donde para trabajar, debo sacar provecho de mis conocimientos de idiomas antes que de mis estudios.

Vuelvo a recuperar la sonrisa, y dando dos palmaditas cariñosas en la cabeza de Liz, la pregunto: - Bueno, ¿y que hay de tí, pequeña Liz? ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?

Liz se ríe cuando le palmea la cabeza. "Eh, que no soy una mascota", dice guardando el desayuno. "Yo soy argentina, aunque no tengo mucho acento. Estudié artes escénicas allá, y conseguí un trabajo en un musical de aquí de Barcelona... llevo trabajando ya dos años acá, ¿sabes?". Luego suspira y sonríe triste mirando por la ventana. "Me iban a dar un papel protagonista, pero supongo que ahora ya me puedo olvidar de mi papel, del teatro, de las canciones y de todo lo demás...".

Con un escalofrío, aprieta los labios angustiada. "Esto es tan horrible... espero que sólo sea aquí, que podamos ir a algún lado donde haya gente...".

Llegó el amanecer. Hoy era un nuevo día, y poco a poco el sol fue ganando terreno y alzándose de nuevo desde el horizonte. Uno a uno os vais despertando, seguramente no ha habéis pasado una gran noche, pero al menos habéis podido descansar algo, cosa que es un lujo visto el panorama.

Desayunáis con los restos que os quedan de comida que habíais cogido del barco y algunas barritas energéticas que tenía Lampkin. Ahora era el momento de decidir, que sería de vosotros, que objetivo teníais, cuales serían vuestros próximos pasos.

Cuando el sol de la mañana comienza a ascender, casi como en un rito, lentamente, saco mis gafas de sol del bolsillo, las abro, y me las coloco, ajustándolas con mi dedo índice.

- Bien, Liz, subamos a despertar a Marcos e Isabel. - cojo a Liz de la mano para ayudarla a levantarse de la sila. - Debemos encontrar armas, alimento y un medio de transporte cuanto antes.

Subo las escaleras tras Liz, cavilando en las alternativas de acción que tenemos ahora...

Durmió mas profundamente de lo que hubiera creído, realmente estaba muy cansado. Había pasado un día desde que desembarcaron en esas costas y parecía un año de arduo trabajo. Abrió lo ojos, esperando encontrarse en su camarote. Pero no, estaba en una polvorienta habitación de una casa sin terminar. A su lado estaba Isabel, con su cabeza apoyada en el pecho de Marcos, con suavidad acarició su pelo. Se levantó con cuidado, justo llegaron Liz y Romo. Ya era de día, era hora de decidir que hacer.

-Buenos…buenos días- dijo algo dubitativo, realmente dudaba que fueran buenos días.

Comieron algo, de lo poco que les quedaba, el agua también iba a faltar dentro de muy poco. Pronto tendrían que volver a salir al exterior, internarse en la ciudad, luchar por sus vidas, conseguir subsistir y escapar. Por su mente pasaron mil planes y posibilidades. Pensó en sus primeros pasos y el curso a seguir en base a eso.

-Lo primero tendría que ser conseguir un vehículo- comenzó suavemente a hablar, como si lo hiciera consigo mismo-, es inútil cargar con bolsas de comida si tenemos que ir corriendo. Lo mismo pasa con las armas.

Suspiro y miro hacia el techo pensativo. ¿Convenía salir todos juntos? ¿O quizás dos harían el trabajo más rápido? No, tenían que ir juntos, a pesar de que serian más fácil de ver también seria más fuertes y se ayudarían unos a otros.

Observó a sus compañeros esperando alguna replica u otro plan. Tenian que estar completamente de acuerdo todos, sino era inutil intentar nada.

- Estoy de acuerdo con eso, Marcos, - asiento con la cabeza, apoyado contra la pared. - Hacernos con un vehículo y con combustible debe ser lo primordial. Si, como parece, toda la zona esta en total caos, más que un robo, sería una necesidad.

Me pongo a caminar alrededor de mis compañeros. - Se que a partir de ahora, tendremos que hacer cosas que no serán "legales", - levanto mis manos, haciendo una señal con los dedos, como imitando unas comillas de texto - pero tal y como están las cosas, esto es vivir o morir. Y no tengo intención de morir así.

Durante un segundo, mis pensamientos me llevan a recordar a Irene. Muevo la cabeza, como si agitándola pudiera expulsar esos recuerdos de mi mente, y continuo hablando.

- De modo que pongámonos en marcha. Debemos encontrar un vehículo, mejor una furgoneta o coche grande, y después, alimento,y finalmente, armas. - Voy señalando cada objetivo con un dedo de mi mano, como llevando la cuenta de las misiones. - Las armas, especialmente las de fuego, no las veo tan prioritarias contra estos monstruos. El ruido de los disparos atraería a más zombis.

Me dirijo a la puerta de la habitación. - En marcha, chicos.

Una caricia en mi pelo, hizo que comenzara a abrir los ojos lentamente. Llevo una mano a mi rostro, frotándola, para así despejarme por completo.Había conseguido descansar, no como debería, pero algo es algo y lo más importante es que todos estábamos con vida.

Había sido estupendo despertar y que aquellos recuerdos del día anterior, tan  solo fueran una pesadilla, pero no, sabía que ayer era tan solo el comienzo de una dificil lucha, sobrevivir en un mundo habitado de criaturas repugnantes que solo deseaban alimentarse de los vivos.

Me incorporo y les sonrío a los recien llegados. Luego levanto mi mochila y camino hacia la salida de la habitación. No había tiempo que perder, debíamos encotrar proviciones y artefactos que nos ayudarán a continuar con vida.

-En marcha- repito las palabras de Romo, dedicándole una sonrisa más.

- Creo que lo primero debe ser encontrar un vehículo - comento mientras salimos del edificio, - y para ello, nada mejor que ir a un concesionario o a un taller.

Dirijo mi mirada a Marcos y Liz - ¿Visteis alguno durante vuestro trayecto por el pueblo?

Escucho atento lo que decía Romo y no pudo reprimir una sonrisa cuando dijo lo de que las cosas que harían no serian legales. Estaba seguro que todos en esa habitación sabían que las cosas no eran como antes, que ahora no existía lo que se llamaba legal y lo moral. Por lo menos de su parte no tenía ningún remordimiento si se llevaban una camioneta o si asaltaban algún supermercado o incluso hacer algo mas... Sus pensamientos volvieron a la conversación cuando llego a la parte de las armas, dudó un segundo.

-No vamos a andar a los tiros, eso es obvio- dijo serio-, pero me sentiría mas seguro con algo que tire de lejos. Si nos vemos superados va a ser mejor que andar dando palos contra cuarenta tipos.

Isabel como siempre enérgica toma su bolso y se prepara para irse. Sonríe para sus adentros, necesitarían de esa energía muy pronto.

-Estoy de acuerdo- dirigiéndose a Romo-, igual cualquier cosa que ande nos la llevamos. Lamentablemente no me acuerdo de ninguno que hayamos pasado.

Exprimió su cerebro para ver su se había pasado por alto algo importante. También esperaba que pudieran hacerlo arrancar, no creía que todos los autos y demás estén con su correspondiente llave.