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Torre en brumas

Torre en brumas

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19/06/2014, 21:21
Director

La charla de Iseo con su ayudante consistió en unas pocas frases susurradas de cada lado y terminó con la chica asintiendo y sujetando un papel como si lo fuera a proteger con su vida.

Apenas Iseo avanzó unos pasos hacia el portal, volviendo a concentrarse en el problema entre manos, Trixa subió los escalones y en un instante había desaparecido tras la puerta roja.

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19/06/2014, 21:33
Zz'pora

Shaundakul, guía mis pasos —pidió Zz'pora, antes de seguir a Trixa por el portal.

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19/06/2014, 21:59
Xander

El clérigo de Ilmater intercambió una mirada de sorpresa con Astrad.

Subiendo los escalones que le faltaban con expresión resignada, el sacerdote-guerrero se plantó ante el portal y suspiró. Sin perder más tiempo, desapareció tras la magia rojiza como lo habían hecho la chica y el hombre lagarto.

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19/06/2014, 22:26
Eddard, hijo de Merek

El joven que había pedido ayuda estaba aterrorizado. Había permanecido en silencio observando los avances de esos aventureros que, sin duda, parecían saber lo que estaban haciendo.

Cuando ellos empezaron a cruzar el umbral por el que otros habían entrado y nadie salido, el chico rompió su silencio.

—Yo iré... el siguiente— dijo, sin suficiente convicción para disimular su terror —padre me necesita.

Avanzó unos pasos temblorosos hacia el portal.

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21/06/2014, 11:17
Astrad

El portal era sólo de ida. La ignorancia acerca de su destino le dejaba una sensación fría en la boca del estómago. No sabía a dónde llevaba. Quizá no fuese a un precipicio ni a un pozo de llamas, pero igualmente sería a un lugar que desconocía. Astrad había vivido siempre en la misma ciudad, viendo a la misma gente, los mismos caminos, los mismos árboles. ¿Y si se quedaba atrapado allá donde llevase el portal? ¿Quién cuidaría de Darra? ¿Quién encontraría lo que buscaba?

Por otro lado, también era cierto que Darra no lo necesitaba. Nadie le necesitaba. Daría igual si cruzaba el portal o no; la existencia de los habitantes de Puerta de Baldur seguiría de la misma manera. Quizá alguien echase de menos al ruidoso clérigo de Laira, pero desde que había dejado de beber tampoco es que se dejase ver demasiado por sus lugares habituales. Aún así, no era tan fácil como cuando pensaba que lo máximo que le ocurriría al entrar sería llevarse el saetazo de una trampa o algo por el estilo.

Trixa y el paladín ya habían marchado, igual que el ilmaterino. Miró a Iseo con duda.

-¿Vamos a cruzar de verdad? -preguntó torciendo la boca-. Si tenemos que cruzar, cruzaré, pero...

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21/06/2014, 14:06
Iseo de Candelero

Iseo tomó las manos de Merry entre las suyas un momento, con firmeza. La besó en la mejilla, sin necesidad de agacharse; la niña había crecido hasta casi su altura durante esos meses. En realidad, ya no era una niña.

No mucho mayor era Trixa, aunque estaba más que acostumbrada a valerse por sí misma. Pero en su temeridad se notaba su juventud. Antes de que Iseo pudiera decir una palabra, en el mismo instante en que se apartó de Merry, se adentró en el portal. Y, tras ella, Zz`pora y el siervo de Ilmáter.

Iseo suspiró. Solo Astrad y Eddard permanecían aún en el patio, junto a ella.

Cuando el sacerdote de Laira, que un minuto antes se había ofrecido para entrar en primer lugar, expresó sus dudas, Iseo sonrió. El hombre podía estar abatido, pero no tanto como expresaba su exterior. Porque sus dudas solo podían tener un origen. Como había dicho, tenía mucho que perder.

—Yo voy a cruzar —respondió, mirándole a los ojos—. La magia capaz de hacer desaparecer un castillo, y como parece, transportarlo a otro lugar, es más poderosa y peligrosa que la del libro que me han encargado buscar. No puedo pasar de largo cuando lo que creíamos imposible ocurre ante mis ojos. Debo estudiarlo y registrarlo.

Necesitaré Vuestra guía, Mi Señor. ¿Qué debo hacer cuando lo comprenda? Puedo imaginar las posibilidades. Transportar cientos de toneladas de cualquier material o mercancía de un lugar a otro, instantáneamente. O enviar a las personas, eliminando el concepto de distancia. O, como entenderán rápidamente quienes descubran esto, situar ejércitos en cualquier punto geográfico, en cualquier momento. Si este fenómeno es reproducible y no requiere un gasto extraordinario, puede cambiar el mundo.

—Si fuera más excitable, estaría hiperventilando y dando saltitos de la emoción —admitió, con una sonrisa anhelante pintada en el rostro—. Pero lo que hagas, Astrad, es tu decisión.

Se acercó entonces al muchacho que aguardaba en las escaleras y le puso una mano en el hombro.

—Pero no la tuya, Eddard —dijo al joven, situándose en el escalón superior para mirarlo a los ojos desde su propia altura—. Creo que eres bastante maduro para darte cuenta de que, si hay problemas dentro, serás más obstáculo que ayuda. Y si no los hay, tu padre agradecerá que te ocupes de sus asuntos mientras solucionamos lo ocurrido. Escolta a Merry a la ciudad y ocúpate de nuestros caballos hasta que regresemos. No sería justo dejarlos morir de hambre, si tardamos demasiado en volver.

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21/06/2014, 22:02
Director

Trixa, Zz'pora y el clérigo de Ilmater cruzaron el portal prácticamente a la vez. La sensación fue extraña, como sumergirse en un agua roja, densa y opaca para luego salir a superficie en un lugar distinto.

El sitio donde habían aparecido era poco sorprendente: una pequeña sala de entrada decorada parcamente y con tres puertas. Solo la central de las tres puertas estaba abierta; un gran arco de madera que dejaba ver el salón principal del castillo.

Todo parecía normal. Y sin embargo algo resultaba extraño. Hacía tanto frío que bien podrían haber estado más allá de la Espina del Mundo. El castillo estaba, en apariencia, desierto y un denso silencio hacía pensar que no había mundo más allá de lo que podían ver.

A sus pies, la cuerda retorcida seguía atada a la piedra. El lugar parecía seguro, si se elegía ignorar el presentimiento de que algo estaba muy, muy mal.

Antes de dar la exploración por terminada, los tres aventureros dieron unos pasos para entrar en el salón. La sala principal del castillo se extendía a lo largo más que a lo ancho, y aun así era tan ancha como para que hubiera entrado una gran sierpe sin estrecheces. Había una gran mesa repleta de comida y bebida sin tocar. Aunque con eso se hubiera alimentado a un regimiento, el servicio estaba puesto para cinco.

El mobiliario era elegante pero frío. Parecía una antigua mansión conservada en buen estado más que un hogar. En las altas paredes de piedra había manchas claras que marcaban la ausencia de grandes tapices y cuadros. Solo un lienzo colgaba ahora, que despejó todas las dudas sobre el dueño del castillo.

NIKANDER. La parte inferior del cuadro estaba firmada, por si hubiera hecho falta más identificación que la imagen. Un autorretrato.

Había tres puertas a cada lado del salón, además de dos escaleras al fondo que se retorcían hasta el piso superior. El techo de este espacio central era alto; tan alto como el cuerpo del edificio, de forma que dos barandas laterales en el segundo piso daban directamente al salón.

Trixa había quedado sin aliento un momento por la súbita bajada de temperatura, pero a Zz'pora le gustaba aun menos el frío. El ilmaterino, sin embargo, era la viva imagen del estoicismo. Justo cuando creían haber terminado de inspeccionar el lugar, un suave y triste llanto les sobresaltó.

- Tiradas (4)
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21/06/2014, 23:03
Hadrian

Un hombre anciano con vestiduras de sirviente estaba escondido a medias bajo la mesa y entre unas sillas. Sentado en el suelo y abrazándose las rodillas como un niño, sollozaba sin hacer casi ruido. Gemía sin voz y maldecía sin palabras, como si se estuviera quedando sin fuerzas hasta para lamentarse.

No había visto a los tres visitantes. Cuando no miraba fijamente sus pies dirigía miradas rápidas hacia lo alto de la escalera derecha. El hombre temblaba ligeramente, pero su mente estaba muy lejos del frío.

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22/06/2014, 02:33
Trixa

Trixa atravesó el portal e inmediatamente se preparó para lo peor cuando el frío la invadió... pero antes de que pudiera pensar algo, Zz'pora y el calvo aparecieron detrás de ella.

—¡Eeee que se supone que iba a tirar de la cuerda!— No pudo decir más porque le castañeteaban los dientes 

Aunque claro, dile a los paladines que no van primero, suerte tengo de haber avanzado por sorpresa, que si no voy la última y con uno a cada lado con un escudo.

El lugar era raro pero más raro era que la mujer se quedara callada. Y así se había quedado mirando el cuadro del dueño del castillo. Ignorando al viejo.

Mamá...

Por raro que parezca, si había podido arrepentirse de pasar al otro lado, ahora no lo hacía, tenía que explorar ese lugar.

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22/06/2014, 09:11
Zz'pora

—Si crees que te iba a dejar sola es que todavía no me conoces —respondió Zz'pora.

Y entonces vio el cuadro. El hombre lagarto tensó la mandíbula. Nikander. Maldito hijo de una serpiente.

Zz'pora escrutó el rostro de Trixa, pero no se le daba muy bien discernir las emociones en las caras de los mamíferos. Pero podía imaginarse lo que le pasaba por la cabeza.

—Siervo de Ilmater, ¿podrías agitar la cuerda para que entren los demás? —le pidió al clérigo, mientras desenrollaba una manta de piel de jaguar que llevaba atada a la parte superior de la mochila.

Le echó la piel a Trixa por los hombros para ayudarla a entrar en calor. Odiaba los lugares fríos como aquel, y detectaba la tiritona de su amiga. Le dio una palmada en el hombro y se acercó al hombre bajo la mesa.

—Eh, amigo. ¿Estás herido? ¿Nos puedes contar qué ha pasado aquí?

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22/06/2014, 09:48
Xander

El ilmaterino había inspeccionado con detenimiento todo a la vista, pero su mirada se había congelado como la de Trixa en el lienzo del mago. Con el pensamiento perdido los dioses sabían dónde, tardó un momento en entender que el hombre lagarto le estaba hablando.

—La cuerda... Sí, Ilmater mediante.

Miró durante un largo momento la soga mientras elevaba una ceja ante el portal como un hombre que desaprueba de toda magia. Al final se animó a tirar de ella y al menos dos palmos más de esparto entraron en este lado del umbral. Eso debería bastar como señal.

Hecho eso, volvió a caminar hasta el salón para asistir al anciano.

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22/06/2014, 09:55
Director

Con las últimas frases de Iseo a Astrad, la cuerda se movió, entrando un par de palmos en el portal mágico. La soga pareció enfatizar la convicción de la oghmita. Eso había sido muy rápido; debía de estar todo claramente despejado.

Cuando Iseo notó que Eddard también había visto la cuerda moverse, pensó que la tarea de convencerle no sería fácil

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22/06/2014, 10:01
Eddard, hijo de Merek

—Pero padre...— empezó a protestar Eddard. Estaba claro que el joven, por asustado que estuviera, también era testarudo e impulsivo. Sin embargo Iseo se hizo escuchar hasta el final y la expresión del chico cambió. Dirigió una mirada hacia Merry, enrojeciendo ligeramente. Era demasiado orgulloso y, por encima de todo, demasiado noble como para refusar la escolta a la chica.

—Sí, señora. Prometo que llegará a Elturel sin problemas y ahí pediré más ayuda. El Puño Llameante, los Colmillo de Acero de Tempus... alguien vendrá.

Miró al suelo un momento.

—Gracias.

- Tiradas (1)
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22/06/2014, 19:41
Astrad

El aire pareció escapar de sus pulmones, y cualquier intento de recuperarlo hacía que le diese vueltas la cabeza. Iseo cruzaría. Si se quedaba, sería un cobarde. Trixa y Zz'pora habían atravesado el portal por ansia de aventuras, el ilmaterino por afán de sacrificio, e Iseo por curiosidad. ¿Por qué cruzaría él? Lo que había dicho antes acerca de ser el que menos perdía al entrar no era mentira. Deseaba proteger a sus compañeros porque apreciaba sus vidas y el potencial que tenían. Y ahora, que estaba solo... ¿qué?

Se armó de valor.

-Necesitaréis de mi ayuda allí dentro -dijo Astrad-. Puedo protegeros con mis conjuros y con la ayuda de mi diosa. Y, aunque no esté en mi mejor momento, quizá que alguien vele por la moral del grupo.

El clérigo se volvió hacia el muchacho.

-Eddard, necesito que, cuando encuentres al Puño Llameante, transmitas un mensaje a mi hermana. Es una oficial, se llama Ilene. Dile a dónde he ido y que intentaré volver tan pronto sea posible, pero que, por si acaso, le agradezco todo lo que ha hecho por mí, y que la quiero. ¿Podrás ocuparte de eso? -Astrad le sonrió para transmitirle su confianza-. Bien. Entonces es hora de continuar adelante. Vamos.

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22/06/2014, 20:38
Hadrian

El anciano dio un respingo al ver al lagarto humanoide, no una reacción que Zz'pora no hubiera visto antes, pero se tranquilizó pronto al cruzar la mirada con Trixa y el sacerdote de Ilmater. Secó su cara como pudo y se controló lo suficiente como para responder.

—No, no estoy... bien COF COF— una tos seca le interrumpió. —Tengo frío.

Pestañeó repetidamente y ojeó la escalera de la derecha, como había hecho otras veces.

—Me llamo Hadrian, soy paje, sirviente del señor del castillo. No sé qué (COF) ha pasado. El señor se comportaba de forma extraña hoy. Escuchamos un ruido y el castillo tembló... Entonces esas puertas de repente estaban ahí— señaló al portal rojizo de entrada— hay otra en el segundo piso. Nadie puede cruzar la que está en la entrada, pero sí la que está arriba. Carac estaba conmigo, también Fendrel y la (COF COF) esposa. Luego llegó el herrero. Todos subieron, todos menos yo. Nadie ha vuelto y tengo demasiado miedo como para ir también.

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22/06/2014, 23:03
Xander

El clérigo de Ilmater caminó hasta el anciano con resonantes pasos metálicos. El mangual sujeto en su mano izquierda y los pesados guanteletes le hacen demasiado amenazador para el gusto del sirviente, pero el guerrero se agachó, con una rodilla en el suelo, y acercó la mano derecha enguantada al pobre hombre.

—Ilmater no permite el sufrimiento de los inocentes. No has decidido estar aquí, ni pasar por esto. Hasta que puedas ser libre otra vez, Ilmater se asegurará de que no sufras más de lo necesario.

Al terminar esas palabras retiró la mano y se puso otra vez en pie, mirando fijamente al anciano

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22/06/2014, 23:14
Hadrian

Al hombre llamado Hadrian el contacto con el metal helado del guantelete le provocó un escalofrío. Sin embargo, extrañamente, dejó de tiritar en el acto y se acomodó en el suelo adoptando una postura más natural, menos preocupado por el frío.

Carraspeó un poco. La tos seguía ahí guardada, esperando volver, y sus pulmones tan viejos como antes, pero los ataques habían parado por ahora.

G-gracias— dijo sorprendido —muchas gracias.

Dicho lo cual miró otra vez al lagarto, la chica y el hombre de armadura. Esta vez con un brillo de esperanza en su mirada.

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22/06/2014, 23:30
Zz'pora

Zz'pora dejó que Ilmater se ocupara del anciano. No le resultaba muy tranquilizador al anciano, a eso estaba acostumbrado.

—Habéis mencionado que vuestro señor se comportaba de forma extraña. ¿Podrías darnos ejemplos concretos, Hadrian? ¿Qué te hizo sospechar en su forma de actuar que algo no era como todos los días?

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23/06/2014, 02:37
Iseo de Candelero

La cuerda se movió por sí sola al tiempo que Astrad tomaba su decisión. Eddard y Merry quedaban atrás, y no había preparaciones que hacer. Solo armarse de valor y penetrar en el portal, tras los pasos de los tres aventureros.

—Vamos entonces —dijo simplemente.

Se despidió de los dos adolescentes con un movimiento de cabeza y subió los escalones hacia la puerta. Se detuvo un instante ante el resplandor carmesí, conteniendo la respiración. Y entonces, soltando todo el aire que guardaba en sus pulmones, dio un paso adelante.

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23/06/2014, 03:41
Director

Con la seguridad de que Eddard cumpliría lo prometido, Iseo y Astrad ascendieron los escalones hacia el portal. La superficie rojiza parecía hecha de pura energía mágica; nada podía verse ni oírse del otro lado.

Con un paso más, dejaron atrás lo conocido para afrontar los dioses sabían qué. La sensación fue extraña, como sumergirse en un agua roja, densa y opaca para luego salir a superficie en un lugar distinto.

El sitio donde habían aparecido era poco sorprendente: una pequeña sala de entrada decorada parcamente y con tres puertas. Solo la central de las tres puertas estaba abierta; un gran arco de madera que dejaba ver el salón principal del castillo.

Todo parecía normal. Y sin embargo algo resultaba extraño. Hacía tanto frío que bien podrían haber estado más allá de la Espina del Mundo. El castillo estaba, en apariencia, desierto y un denso silencio hacía pensar que no había mundo más allá de lo que podían ver.

A sus pies estaba la cuerda retorcida atada a la piedra que sirvió como señal. El lugar parecía seguro, si se elegía ignorar el presentimiento de que algo estaba muy, muy mal.

Con unos pasos, Iseo y Astrad entraron en el salón. La sala principal del castillo se extendía a lo largo más que a lo ancho, y aun así era tan ancha como para que hubiera entrado una gran sierpe sin estrecheces. Había una gran mesa repleta de comida y bebida sin tocar. Aunque con eso se hubiera alimentado a un regimiento, el servicio estaba puesto para cinco.

El mobiliario era elegante pero frío. Parecía una antigua mansión conservada en buen estado más que un hogar. En las altas paredes de piedra había manchas claras que marcaban la ausencia de grandes tapices y cuadros. Solo un lienzo colgaba ahora, que despejó todas las dudas sobre el dueño del castillo.

NIKANDER. La parte inferior del cuadro estaba firmada, por si hubiera hecho falta más identificación que la imagen. Un autorretrato.

Había tres puertas a cada lado del salón, además de dos escaleras al fondo que se retorcían hasta el piso superior. El techo de este espacio central era alto; tan alto como el cuerpo del edificio, de forma que dos barandas laterales en el segundo piso daban directamente al salón.

El súbito frío quitó el aliento a los dos aventureros. El clima era innatural para esta época del año en interiores, y los dos se encontraron tiritando ligeramente. En el fondo de la sala, junto a las escaleras, estaban el hombre lagarto, el ilmaterino y la chica con una manta en torno a sus hombros. Hablaban con un hombre anciano sentado en el suelo con aspecto derrotado y triste.

- Tiradas (3)