Partida Rol por web

Habían pasado varias horas desde que abandonasteis a toda velocidad aquel maldito lugar. En vuestra mente, la imagen de todo lo ocurrido en esa breve fracción de tiempo que fue la huida seguía grabada a fuego: la enorme y negra criatura, la demencia de Marc y el cubo, exactamente igual al de la ISS. Los rostros de los trabajadores que observaron sorprendidos vuestro vehículo a toda velocidad por el pasillo; el implacable viento que arrojaba cajas y archivos por todo el sótano... Todavía os parecía escuchar esa voz que llevaba el viento y os susurraba en vuestra mente, pero no era más que el viento producido por el movimiento del coche.

La noche se había echado sobre vosotros y Saint seguía a los mandos del vehículo, siguiendo la única carretera existente: Un camino pobremente asfaltado que discurría entre árboles centenarios. Desde que dejasteis atrás el edificio y a la mole oscura y siniestra no habéis reunido el valor de decir algo. El motor del coche ha sido el único sonido durante el trayecto.

Los faros del coche iluminaban el asfalto lleno de agujeros, y vuestro comandante corregía el rumbo cada poco tiempo para esquivarlos. De vez en cuando un murciélago se cruzaba por delante del vehículo y se apartaba justo antes de impactar contra el parabrisas.

La aguja que marcaba el nivel de gasolina iba descendiendo poco a poco, hasta que la necesidad de discutir vuestro próximo paso se hizo acuciante. Aprovechando un ensanchamiento de la carretera, Saint echó el vehículo a un lado y detuvo el motor para ahorrar combustible.

Pasó más de medio minuto antes de que se girara hacia vosotros. Os miró, y en su rostro visteis el mismo cansancio que sufríais vosotros. Suspiró y abrió la puerta. Despacio, sacó una pierna del vehículo, después la otra. Se estiró una vez fuera, y esperó a que vosotros también saliérais.

La carrocería estaba completamente rayada, y uno de los espejos retrovisores se había perdido en la fuga. Una abolladura en el parachoques frontal completaba la lista de daños del costoso coche. Saint las observó distraído, mientras pensaba como abordar la situación. Al final decidió por ir directamente al grano.

- No podemos seguir así. Pronto nos quedaremos sin gasolina, y no sabemos todavía dónde queda el lugar más cercano para repostar.

Sin embargo, esta era la única carretera que salía del edificio de la NASA, al menos que hubiérais visto mientras escapabais de allí. Si los trabajadores llegaban allí por esta carretera, cabía esperar que tarde o temprano llegarais a algún lugar donde llenar el depósito.

- Y aunque encontremos dónde repostar, no sabemos a dónde ir. No sé vosotros, pero yo quiero abrazar de nuevo a mi esposa y mis dos hijos y retirarme tranquilo en mi hogar. Ya he vivido demasiadas cosas.

Y esa era la pregunta clave. Todo lo ocurrido os abrumaba, y os debatíais entre huir y olvidar todo esto para siempre o seguir hasta el final.

-Visto lo visto y lo lejos que llegan los tentáculos de esta gente creo que lo mejor, aunque doloroso, va a ser que por mi parte me olvide de mi familia y amigos hasta que acabemos con esto.... o esto acabe con nosotros.- dijo Georgi y continúa apesadumbrado luego de soltar un sonoro suspiro -Está claro que todas las personas de conocemos estarán bajo vigilancia, y no me extrañaría que las usen para coaccionarnos si nos ponemos en contacto con cualquiera. Estaamos solos.... a menos que seamos capaces de encontrar a Raf.-

Paolo oía las palabras de sus compañeros pero no podía llegar todavía a tener su propia opinión de lo que estaba pasando, por un lado Saint parecía querer abandonar y salir huyendo de allí, pero por otro lado Georgi estaba dispuesto a luchar y iniciar una batalla que seguramente acabaría con ellos.

Mamma ... Mamma ...

Creo que Georgi tiene razón, si han sido capaces de infiltrarse en la NASA, que les impide poder seguirnos a donde vayamos. Somos un grano de arena en el desierto con respecto a ellos, pero parecían muy preocupados en encontrar a Raf, puede que él tenga la palanca que mueva rueda del destino y nos permita vencer.

Haciendo un pausa y recordando los últimos instantes en las instalaciones de la NASA.

Además, si no recordáis seguro que ellos ya tienen un plan sobre nosotros. Esa maldita cosa había hecho replicas de nosotros ... como es posible eso ... quien nos creerá.

Saint sacude la cabeza, tratando de evitar vuestras conclusiones. En el fondo sabe que tenéis razón, pero parece cansado. Demasiado cansado.

- Pongamos que estáis en lo cierto: nuestros seres queridos están siendo vigilados. ¿Qué les ocurrirá ahora que hemos huido? Mi familia estará indefensa, y nadie podrá hacer nada por ellos. De acuerdo, acepto que yo tampoco podré defenderlos, pero entonces sólo nos queda la opción de detener esto lo antes posible. Antes de que den la orden de acabar con mi esposa y mis hijos.

Durante su discurso no deja de moverse de un lado a otro. Se le nota inquieto.

- Y digamos que decidimos ir con Raf. ¿Cómo le encontramos? ¿Y si a él también le estaban esperando y ahora le tienen preso? ¿O si usan esas réplicas nuestras para engañarle? Hay demasiadas incógnitas...

Vuestro ex-comandante tiene razón: No podéis dar palos de ciego. Necesitáis un plan, y no tenéis demasiados recursos. Pero antes de que pudierais decidir algo, un sonido llama vuestra atención: algo os acecha en la penumbra del bosque.

Con todos sus sentidos a mil por hora, cuando se disponía a responder a Saint, un ruido les advierte que alguien esta acechándoles y a punto salir a por ellos.

De manera instintiva, Paolo se pone en guardia dejando con la palabra en la boca a Saint y haciendo alarde una valentía forzada por las circunstancias, decide enfrentar el problema directamente. Por lo que alza la voz hacia donde surge el ruido de manera rotunda.

Quien anda ahí?? Muéstrate seas quien seas!!!

Georgi advierte lo mismo que Paolo (o tal vez no, pero cree advertirlo por la reacción del italiano) y mientras oye lo que su compañero grita hacia la oscuridad del bosque busca dentro de la furgoneta una llave de ruedas, una palanca o cuialquier otro objeto contundente.

Mientras Georgi busca las armas, un arbusto se agita y una figura de tamaño y aspecto humanoide se alza en la oscuridad. Sus pies suenan pisar las rocas y el musgo que cubren el suelo del bosque mientras se aproxima hacia el vehículo. Cuanto más se acerca, más se define la figuro, que camina trémula y dudosa hacia vosotros.

Cuando sale de entre los árboles, la luz de los faros revela ante vosotros a un hombre débil y castigado por las inclemencias del bosque. Sus ropas han sido rasgadas por ramas y arbustos, y tiene algunas heridas en brazos y piernas. Su rostro muestra un cansancio que va más allá de lo físico y unas ojeras que denotan que no ha dormido en muchas horas. El hombre se apoya contra el árbol más cercano a vosotros y observa vuestros rostros con más temor del que vosotros sentís.

- Yo os he visto antes - dice con una voz rasgada por el agotamiento -. Vosotros sois los tres astronautas, los que habían encontrado el otro cubo.

-¿Qué otro cubo?- pregunta un desconfiado Georgi -¿Quién eres tu?-

Paolo opta también por seguir la opción de su compañero ruso, alguien que sabe que existe el cubo es alguien que puede estar bajo la influencia del cubo.

Eso es, quien eres tú?? y como nos has dado alcance??

El hombre alza las manos para cubrirse el rostro de las luces del vehículo. Todavía parece asustado, pero sobre todo confuso. Parpadea un par de veces antes de contestar a vuestras preguntas.

- Yo... Yo no os seguía. No os he dado alcance. Escuché algo y... fui a comprobar. Soy Hubert, un científico de la NASA.

Desde luego, si el hombre es realmente un científico, ha conocido días mejores. Sus ropas gastadas parecen más de un hombre que ha pasado días (o semanas) en el bosque. Y las ojeras que remarcan sus ojos azules dan a entender eso mismo.

- Trabajaba en un proyecto... Yo. Qué demonios, ya da igual todo - dice con cierto hastío -. Yo investigaba el cubo que había en aquel edificio - el hombre señala hacia el bosque, pero si vuestra orientación no os falla después de todas estas horas en la oscuridad, juraríais que indica hacia el lugar del que habéis escapado.

- Estaba a las órdenes de un demente. Bueno, no parecía un lunático cuando me contrató. Pero con el tiempo el cubo me lo mostró. También me mostró sobre vosotros: descendisteis en la cápsula hace unos días, y os llevaron allí. Antes de que huyera me mostró a vuestro amigo, el que se llevó el otro cubo. El que ahora buscan. Yo... No se qué hacer, pero no podía seguir allí. Me matarían.

-Espera... espera ¿Quién te mostrço qué cosa?- preguntó Georgi sin quede claro si realmente no había entendido o si estaba ganando tiempo.

El hombre parecía muy nervioso y era difícil de entender su jerga, tanto él como Grechko estaban confundidos con lo que parecía decir.

Estas intentando decir que el cubo se comunica contigo. Y en ese caso que te mostró de Raf el cubo?? Donde se encuentra nuestro amigo??

Paolo esperaba que entre las divagaciones del hombre pudieran extraer algo en claro sobre el paradero de Raf.  

- Como ha dicho él, el italiano - dice señalando a Paolo -, es el cubo el que me mostró esas cosas.

Hubert parece nervioso por tener que debatir durante tanto tiempo. Parece temer vuestra reacción a su historia, o que repentinamente aparezca algo o alguien y acabe con todos vosotros. Sin embargo y a pesar de su paranoia, se mueve despacio y su voz no titubea. Tan solo sus ojos le delatan, mirando hacia uno y otro lado.

- Primero solo eran sensaciones, advertencias contra mi superior -prosigue -. Sin embargo, empecé a quedarme hasta tarde. Mis compañeros se iban, y entonces veía lo que digo claramente. Vi a ese indio... ¿Raf? Iba en una cápsula espacial. Una mujer le recogió y se lo llevó, pero no se nada más. Os vi llegar a vosotros. Es cuando me di cuenta que lo que muestra es real. Lo que veía era lo que pasaba... Era como una cámara de seguridad. Podía ver a mi superior y... y... ayer...

El recuerdo de algo que vio le atormenta todavía, y las siguientes palabras las pronuncia con dificultad.

- Hablaba con... Con eso... Yo escapé. Corrí. No pude volver allí. Pero lo abandoné. El cubo me advirtió, me pidió ayuda. Y lo dejé allí. Pero no puedo volver. No después de ver eso.

Mira hacia la carretera nervioso, luego hacia el bosque. Parece como si de un momento a otro, el atemorizado hombre fuera a salir corriendo, como una liebre huyendo de un lobo.

-Pues al cubo de ISS le ayudamos. Y mira lo bien que nos ha ido.- dice georgi mirando tanto a Paolo como al asustado Hubert y pregunta -¿Y tu?¿Has escapado? porque es seguro que en ese caso estarán buscándote.-

Viendo las palabras y la situación actual, Paolo se dirigió a su compañero ruso.

Ehhh, Georgi si te parece bien deberíamos dejarle subir con nosotros de momento y luego decidimos que hacer. A mí su historia me parece plausible, pero podemos seguir preguntándole dentro del coche.

Creo que aunque a él no le estén siguiendo a nosotros seguro que sí, así que lo mejor es proseguir la marcha. ¿No te parece?

-Espero que sepa dónde estamos.... y donde hay una gasolinera o cualquier sitio con parking.- dijo el ruso -Debemos cambiar de coche lo antes posible.-

Mirando hacía el hombre de la NASA, Paolo le invita a acompañarles.

Que dices Hubert, te unes a nosotros para salir de aquí?? Sea donde sea que estamos. ¿Por cierto sabes donde estamos? o como encontramos gasolina.

El ofrecimiento de Paolo coge a Hubert por sorpresa. El hombre parece bastante reacio a acompañaros, aunque al igual de Paolo es consciente de que permanecer junto a la carretera detenidos mucho tiempo no es una gran idea. Os observa a los tres de arriba a abajo, suspicaz, mientras pregunta despacio:

- No... No estoy seguro. ¿Como sé que debo fiarme de vosotros?

Y por un momento os resulta interesante que seáis precisamente vosotros los que generáis desconfianza, después de tantos reveses durante los últimos días.

-No te fíes.- dijo Georgi sin ningún signo de titubeo en su voz -Puedes quedarte y esperar a que te cojan... o morir de hambre. Después de todo parece que el cubo no ha sido tan claro al mostrarte las cosas.-