Partida Rol por web

Presencias:

La sala relucía con los retazos de luz emitidos por los cubos. Las paredes, el suelo, vuestros rostros y los tres objetos en el centro de la escena parecen fusionarse en un único objeto, una mezcla de realidad, ficción, pasado, presente y futuro. En la distancia, sin embargo, el constante avance de vuestros enemigos rompe el misticismo del entorno. Los pasos de numerosas personas se aproximan hacia el lugar. Y al sonido de los pasos se añade otro con implicaciones mucho más siniestras: el incesante soplar de un viento que trae todas las terribles consecuencias de vuestro fracaso. No tardarán en llegar.

Los tres objetos en el centro de la sala lo saben, y como si pudieran leer vuestra inquietud, se activan todos al mismo tiempo. Ellos tienen toda la eternidad, han visto las consecuencias de cada uno de los caminos que la vida ha podido tomar, y han permanecido impasibles ante los giros del destino. Pero como si supieran que vuestro tiempo es finito, y el final se acerca irremediablemente, deciden romper su calma, preparándose para una última acción, un desesperado intento por detener el curso del tiempo tal y como está ocurriendo

Conocimiento:

Pasado, Presente y Futuro os confinan en un recoveco del tiempo, aislado de todo lo que conocéis, de las amenazas y los problemas, del destino y de la muerte. Aquí todo es posible. Vuestras mentes parecen abandonar vuestros cuerpos, y no sabéis si sois vosotros mismos, reflejos de vuestras vidas o simples entes inexistentes, tan solo trazas de un tiempo inexistente.

Miréis donde miréis, vuestros pensamientos parecen conformarse en una única mente; cada uno de vosotros ideas independientes de una única y enorme masa de conocimiento. Las ideas de Raf se tornan en imágenes, las imágenes en posibilidades, las posibilidades en realidades paralelas. El pasado existente se mezcla con el futuro indefinido, vuestro presente con el presente en el que los cubos fueron creados, vuestros cuerpos con los de aquellos que dieron vida a la Tríada. Los límites de la realidad se resquebrajan, y el tejido de vuestra existencia se hace pedazos mientras los tres objetos os llevan de un lugar a otro, de un momento al siguiente, respondiendo vuestras preguntas, despejando vuestras dudas y alimentando nuevas inquietudes.

Todo parece posible.

Pasado:

El hombre que se encontró con Raf, Clive y Paolo parece distorsionarse, convertirse en una sombra de lo que ellos conocieron, desaparecer en el olvido, para tomar una apariencia diferente. El ente sigue teniendo un cuerpo, pero no es humano. Sigue formado por una masa que aloja tejidos, una mente y vida, pero la masa no tiene una forma definida, sino que parece alterar su aspecto con cada movimiento. Las extremidades no son necesarias, pero si las requiere, aparecen allí donde el cuerpo las necesita. La parte superior aloja algo parecido a órganos sensoriales, pero no sabríais decir qué detectan. Detrás de una lámina translúcida, una estructura de aspecto similar al cerebro emite una débil luz fluorescente. Un instante después, el mismo hombre se encuentra frente a vosotros, como si vuestra idea de una criatura tan extraña no pueda ser concebida ahora mismo. Vuestros pensamientos dan forma al hombre, y la extraña criatura se desvanece en el pasado.

El hombre se encuentra en una sala bien iluminada, frente a los tres cubos. Ninguno de ellos emite señal alguna, y transmiten un estado de inquietud extrema. El hombre se acerca y los acaricia con la mano. Al contrario que los objetos, él parece muy confiado. A su alrededor, salvo en la sala en que se encuentra, todo es oscuridad.

Un instante después, otro hombre accede a la sala. Su aspecto es parecido al primero, pero estáis seguros de que su verdadera apariencia es completamente distinta. Probablemente sea un juego de vuestras mentes y las imágenes que generan los cubos, que tratan de evitar un daño mayor a vuestra ya frágil cordura.

- Es tarde - dice con tono pesimista el hombre que acaba de entrar -. No va a cambiar nada, hemos perdido la guerra.

- Quizá sea tarde para nosotros. Pero ellos están condenados. Hagan lo que hagan, el tiempo acabará con su existencia.

- Podíais habernos salvado. Podríamos haber cambiado el destino de toda nuestra raza.

- ¿Y qué hubiera cambiado? No hables sin conocimiento, tú no viste lo que nos deparaba el futuro.

- ¿Para esto hemos trabajado tanto? ¿Para acabar sumidos en la oscuridad?

- La guerra no acaba aquí. ¿No comprendes que salvarnos nosotros solo implica posponer el destino? ¿Alargar lo inevitable? No. Es difícil, pero tenemos que salvarles a ellos para darles el golpe de gracia.

El hombre se gira de nuevo hacia los cubos y los observa con reverencia. Su compañero, nervioso, quiere decir algo más, pero antes de que pueda, algo tira de él y lo hace desaparecer en una sombra sin forma definida. El hombre, con decisión, se acerca a los tres cubos, mientras de una pared cercana se extiende un enorme artefacto con el aspecto de un giroscopio, cubriendo los tres cubos y haciéndolos desaparecer.

La "mente colmena" vuelve a alterar las imágenes, y veis como los recuerdos de Georgi, Paolo y Jeremy reconocen ese artefacto. En las imágenes previas parecía en mucho mejor estado, pero es sin duda el mismo objeto. Los tres hombres cruzaron a través de ese artefacto la distancia que separa aquella sala de la Estación Espacial, y poco después se encontraron con Raf, Clive y Helen cerca de este lugar.

Presente:

El tiempo ha dejado de ser una línea, para transformarse en una masa informe, un caos irreconocible en el que pasado, presente y futuro forman parte de un conjunto complejo y cambiante. Justo antes de ser atrapado por las sombras, el hombre de aquella sala siguió a los cubos y poco después se encontró con Raf, Paolo y Clive en la antesala. No tenéis seguridad de cuánto tiempo ha transcurrido desde entonces, ni siquiera si el hombre existe realmente o es solo un reflejo del tiempo en el que vivió.

Por sus respuestas, concluisteis que había que cambiar algo. Ellos dieron un paso, pero no fue suficiente. Él os advirtió que las criaturas que acabaron con su civilización querían acabar con los tres cubos, pero no hacen otra cosa que intentar juntarlos. Hagáis lo que hagáis, la Tríada se agrupará. Y eso puede suponer su final.

Entonces, ¿por qué intentan juntar los cubos? ¿Por qué no destruyeron a presente, si ese era su objetivo? En lugar de eso, investigaban cómo hacerlo funcionar.

Vuestras preguntas se materializan en los cubos y se hacen comunes, los pensamientos de uno son los de todos.

"Algo ha cambiado", dijo el hombre. Ellos vieron un futuro, y el presente es diferente. Quizá sus enemigos encontraron una solución, y cambiaron su estrategia. Quizá descubrieron cómo vencer a la Tríada con la Tríada.

Los cubos reflejan vuestros pensamientos, pero hay conocimiento que les está vedado. Lo que no saben, no lo pueden ofrecer. Lo que no han leído en alguien, lo que no han vivido, les es desconocido. Por ello pueden compartir vuestros pensamientos, pero no daros la respuesta a qué quieren hacer vuestros enemigos.

Futuro:

Hasta el momento, el tercero de los cubos, el que ha escoltado Raf hasta aquí, ha sido el más elusivo. Su única dedicación desde que se ha reunido con sus dos "hermanos", ha sido acompañarles en las visiones que han formado frente a vosotros. Sin embargo, tras los últimos pensamientos y preguntas de Raf y Clive, parece decidirse a continuar con la historia. 

La luz se atenúa en el instante en que vuestros enemigos llegan hasta vuestra sala. Los cubos se apagan, y se niegan a formar parte de lo que va a ocurrir. Superados en número, os resulta imposible enfrentaros a la amenaza que acaba de llegar, y en pocos segundos vuestros cuerpos acaban en el suelo, sobre un charco de sangre. Instantes después, la oscuridad se adueña de la sala. Algo acaba de entrar, algo que es capaz de engullir hasta la última brizna de luz. Ninguna de las criaturas que hasta el momento habéis podido ver puede compararse con... Eso.

Los cubos, sin embargo, saben que no es su final. Ellos tienen más respuestas que nadie, y conocen más sobre el tiempo que ninguno de los presentes.

Eso no se toma más de unos minutos en encontrar lo que debe hacer, y las superficies negras de los cubos, que se resisten a ser usados, se tornan iridiscentes. El pasado engulle al presente, y el futuro se torna oscuro, más oscuro que nunca. Pasan años, décadas, milenios. Al final, todo es engullido por la oscuridad.

"Nos necesitan", parece decir entonces Futuro, mientras volvéis a estar en el lugar que segundos antes ocupabais en la sala.

Esperanza:

- Nos confiamos. Habíamos ganado la guerra, y creímos que no podrían hacer nada por destruirnos. Pero entonces crearon esos tres cubos, y con ellos nos condenaron.

Marc se encuentra frente a un hombre, en la oscuridad del laboratorio, junto a Presente. Ninguno de ellos lo ha percibido, pero el objeto esta emitiendo una traza de luz. Es la primera vez que se activa desde aquel largo viaje.

- El último superviviente de esa civilización escapó, pero no sin antes dejarnos ver su arma. Pecamos de arrogantes, pero él también cometió un fallo. Se demoró demasiado, y pudimos ver nuestro futuro frente a nosotros. 

Pensábamos que con destruir la Tríada estaríamos a salvo. Pero cuando por una fracción de segundo vimos lo que los cubos reflejaron, comprendimos que estábamos condenados si seguíamos los acontecimientos predestinados a suceder.

El viento hablaba. Marc miraba sin articular palabra. El hombre frente a el llevaba toda la conversación. Pero su voz no era una voz, sino viento. A su alrededor, las sombras se hacían cada vez más intensas.

- Por ello tenemos que hacernos con ellos, no destruirlos. Tenemos que utilizar el arma que resultaría en nuestra destrucción para nuestro beneficio. El último de los tres está en camino, debes hacerte con él. Uno de nuestros compañeros ya está en camino, él lo traerá. Cuando juntemos los tres, habrá esperanza para nosotros.

La pregunta de Raf resonó entonces en las cabezas de todos vosotros.

“¿Qué tenemos que hacer para acabar con ellos?”

La imagen de Marc y el otro hombre se distorsiona, hasta desaparecer. Los cubos entonces viajan del pasado al presente, describiendo múltiples realidades. La destrucción de los cubos, el evitar que se junten, incluso dejar que el destino siga y que vuestros enemigos los tomen… Todo concluye en oscuridad. La conversación del hombre con Raf y Clive se hace una constante, con frases suyas resonando una y otra vez en vuestras cabezas.

“La Tríada se juntará. Es lo que vimos”

“Ellos, por supuesto, seguirían a la Tríada”

“Evitar la destrucción de los cubos”

“Algunas cosas son distintas a lo que nosotros vimos”

El hombre vio algo, pero quizá se equivocaba. Un pensamiento empieza a formarse. No sabéis quién de vosotros, pero los cubos lo reproducen en cada una de sus caras, pasando a formar parte de cada uno de vosotros, como un pensamiento propio. 

El hombre pensaba que seguirían los cubos para destruirlos. Pero vuestros enemigos sabían donde encontrarlos antes que vosotros. El Pasado, inamovible, ya aguardaba aquí. Presente estaba en sus manos y no lo destruyeron. Y parecían estar asegurándose de tomar el control de Futuro.

Seguían a los cubos, pero para usarlos. Los necesitaban.

“Pero ellos están condenados. Hagan lo que hagan, el tiempo acabará con su existencia”

La escena de Pasado se repite. El instante en el que los tres fragmentos que conforman la Tríada son enviados en el espacio-tiempo a otro lugar. Los últimos momentos de los tres cubos antes de su largo viaje y su letargo. Uno de los hombres es engullido por la oscuridad que consumió su civilización, mientras el otro se afianza a la Tríada y se asegura de que los tres objetos inician el viaje.

Lo último que ese hombre vio, junto a la Tríada, es a la oscuridad informe, a eso entrando en la sala que sirvió de hogar a aquella civilización, la sala que en el pasado dio origen y alojó la Tríada.

Lo que a partir de allí ocurrió en el hogar de la civilización extinta queda sumido en las tinieblas del desconocimiento.

Imagenes, imagenes, y..más imagenes.. todo da vueltas. Pensamientos, ideas, conocimientos... todo parece entrar y salir en la mente de Jeremy pero nada parece quedar retenido. En su fuero interno sabe que se le escapa algo, algo que no está correcto. Los cubos no hacen más que gritarle la solución y él es incapaz de discernirla. - No lo entiendo!!! - Grita de fustración. pero de sus labios no sale ninguna onda sonora. Solo le está permitido percibir...

Concentrate - piensa - relajate y mira. recoge todas las partes e intenta juntarlas... algo tiene que haber... razona..

Esos cubos fueron enviados, lanzados para que escaparan de los asaltantes, puestos fuera de sus manos.. para salvaguardar la luz y la vida... - intenta razonar Jeremy - tenían que juntarse... no tenian que destruirse... pero el futuro muestra como los utilizan para inundar todo con tinieblas... Tenemos que destruirlos?.. es eso lo que nos indican las visiones?... esta claro que esas.. "cosas" no los quieren destruir sino usar... ..que lástima que vieran lo que les deparaba el futuro ...  ... ..

Mierda! - grita Jeremy... y si el acontecimieto que no debió de suceder fuera ese...Todo estaba previsto para que esta raza se destruyera, pero vieron su futuro y gracias a eso decidireron cambiarlo... y si el momento a cambiar fuera ese?... - piensa Jeremy - Podríamos volver a ese mundo en ese instante y darle tiempo a ese ser para que pudiera mandar los cubos?... - era un razonamiento muy alocado.. pero...

Escuchar... - dice Jeremy - parece que todo estuviera previsto por la raza que creo los cubos, excepto que las criaturas de la oscuridad pudieran ver por un momento su futuro en los cubos... creeis que podemos viajar a ese momento e intentar darle el tiempo suficiente al creador de los cubos de enviarlo?...

Después de toda la oleada de diferentes respuestas con que cada uno de los miembros de la Tríada ha contestado a la vehemente pregunta de Raf, un momento de toda la historia parece resaltar por encima de los demás. El momento que Jeremy acaba de nombrar en voz alta parece crucial en el devenir de los acontecimientos futuros.

Si ellos no hubiesen visto su futuro en los cubos… si éstos hubiesen sido enviados hacia su salvación un poco antes... si el enemigo no hubiese tenido conocimiento de la existencia de la Tríada…

Si el tiempo pudiese retroceder hasta allí y hacer que los cubos inicien su partida antes de que lleguen…

La mirada del indio busca rápidamente al hombrecillo por la sala, hasta encontrarlo en un rincón.

- No creo que nosotros podamos hacer eso, pero… -responde entrecortadamente a las palabras de Jeremy- Quizás él…

Pero cuando por una fracción de segundo vimos lo que los cubos reflejaron, comprendimos que estábamos condenados si seguíamos los acontecimientos predestinados a suceder.

¿Qué fue lo que vieron? ¿Fue tan solo que el flujo del tiempo les llevaba inexorablemente a su desaparición, como la de tantas otras especies que se han extinguido de la faz de la Tierra por el mero proceso evolutivo? ¿O había algo más?

¿Es su intención detener ese flujo, convirtiendo su existencia en un bucle infinito de idas y venidas, sin dar posibilidad a que ese final llegue a ocurrir?

Olvidándose por un momento del hombrecillo, el indio se acerca a Pasado.

- ¿Qué es lo que vieron reflejado? -le pregunta, directamente- ¿Qué es lo que hace que ahora os necesiten?

Y una idea más se clava como una flecha en la mente de Raf: si ellos necesitan a los cubos para sobrevivir, ¿no deberíamos ser nosotros los que destruyeramos a uno de ellos para evitar que se junten? ¿En qué momento hemos podido hacer eso?

Y mientras reflexiona sobre esto último y espera a ver si los cubos tienen respuesta a su última pregunta, una gran pena le sobrecoge al pensar en la posibilidad de hacer desaparecer a su poliédrico amigo.

Clive reflexionó sobre las imágenes que la Tríada acababa de ofrecerles. Un pasado que no conocían, un futuro incierto, pero muchas aclaraciones. Las visiones de lo que ocurrió momentos antes de que los cubos abandonaran su hogar de origen revelaba por qué sus enemigos también perseguían la Tríada sin descanso. La supuesta visión que allí tuvieron les sirvió como una advertencia de lo que se les venía encima. Pero, ¿qué vieron exactamente? El escritor se disponía a preguntar a los objetos, pero Raf y Jeremy se le adelantaron. Al parecer, todos estaban llegando a la misma conclusión.

"Sabemos que podemos cambiar momentos de nuestro pasado, pero no tenemos ni idea de si podemos manipular lo que nunca hemos vivido...", pensaba el escritor mientras Raf preguntaba a los objetos. "Él, sin embargo, estuvo allí".

A la vez que Raf concluía su petición, Clive se giraba hacia el hombre, siempre presente en la sala; un silencioso espectador de los momentos que se están viviendo contrarreloj para tratar de cambiar el pasado, presente y futuro. Avanzó un paso hacia él, alejándose a regañadientes de los cubos, y preguntó directamente:

- Tú estabas allí, y sabes lo que los cubos mostraron y que ellos vieron - Quizá el hombre no llegó a saber nunca de la decisión de sus enemigos, ya que abandonó el lugar a la vez que los cubos. Quizá por ello nunca supo que el objetivo de esas criaturas no era destruir los cubos, sino juntarlos.

- Nosotros no estábamos allí, nunca lo vivimos ni lo vimos. ¿Cómo se supone que vamos a cambiar el pasado si nunca formamos parte de él? ¿Por qué nosotros vamos a poder hacer algo que vosotros no pudisteis? - Y por último, la pregunta crítica, la que todos los presentes llevaban haciéndose en silencio desde que vieron la última revelación de los objetos: ¿Puedes volver en el tiempo y cambiar ese instante, evitando que esas criaturas vean su destino?

Si el hombre no podía hacer nada, ni ellos tampoco, la única solución que Clive veía posible era la más dramática. "Quizá esto no va sobre cambiar el tiempo, sino sobre evitar que se cambie. Quizá nuestro destino era evitar la unión de la Tríada y acabar con este juego del espacio-tiempo destruyendo el artefacto que tenemos delante". Lo cual abriría una pregunta quizá más difícil de responder: ¿Cómo?

El hombre había permanecido en silencio todo este tiempo, como si le estuviera prohibido interaccionar con los presentes. Como espectador del pasado que vivió, no muestra ningún tipo de sentimiento. No hay remordimiento, no hay dolor, ni la mas mínima muestra de arrepentimiento por sus actos. Observa la escena con completa calma, como si supiera que hizo todo lo que estaba en su mano por su civilización y para inclinar la balanza a su favor en la guerra que vivió.

Cuando Clive le pregunta, sus ojos se desplazan despacio hacia el escritor, y le observa desde su posición fijamente, sin contestar. Cuando parece que no va a dar respuesta alguna a la solicitud de Clive, enarca las cejas y le responde con sencillez:

- No, no puedo.

Os observa uno a uno, consciente de que esperáis algo más que un simple no. Una razón, una causa mayor que le impida hacer nada.

- Como sabéis, mi tiempo ya expiró hace mucho. Si estoy aquí, con vosotros, es solo porque ellos - señala hacia la Tríada - son capaces de proyectar mucho más que lo que ocurrió. Los recuerdos almacenados, los sucesos que ocurrieron y mi interacción con ellos les permite transmitir todo lo que en su día ocurrió, y tomando mi aspecto y mi memoria temporal pueden transmitiros lo que yo supe en su día. Nuestras vidas son limitadas, pero nuestro recuerdo eterno. Es por ello que podéis saber todo lo que ellos vieron, y ellos pueden saber cualquier cosa que vosotros hayáis vivido. Como una especie de simbiosis - concluye, tratando de simplificar su explicación.

Mientras los cubos parecen sincronizarse nuevamente en una nueva visión, dirigiéndose al pasado que han mostrado hace un instante, el hombre concluye:

- Yo no existo como tal, y no puedo cambiar nada que no cambiara ya en su día. Ellos tienen la fuerza para cambiar los sucesos, el conocimiento para indagar en el tiempo, pero nada de lo que forma parte de ellos, como el tiempo mismo o yo, puede hacer algo. Vosotros, sin embargo, tenéis la fuerza necesaria, y la voluntad para hacerlos funcionar.

Las palabras del hombre se funden en silencio, diluidas en el espacio tiempo, mientras las facetas de los cubos vuelven a mostraros el lugar donde la Tríada fue creada. El hombre que antes os hablaba vuelve a encontrarse frente a los tres objetos, que brillan con una intensidad cegadora.

Nuevamente, aunque el hombre hable en una lengua imposible de pronunciar por vuestra garganta, sois plenamente conscientes de lo que dice, y podéis entender sin problemas sus palabras.

El hombre se dirige a los cubos, y los conduce a un instante vivido muy lejos de él, no sabéis cuanto tiempo atrás. La solicitud del hombre envuelve todo en un torbellino, e instantes después la sala queda sumida en el silencio.

Su acompañante entra en la sala, confuso, y se dirige hacia el hombre que conocéis. Se enzarzan en una discusión, donde uno de ellos parece defender sus acciones mientras el otro le recrimina que está siendo egoísta. El hombre que conocéis parece ignorarle, y se dirige una vez más hacia los cubos. Sus facetas muestran un lugar distante, oscuro, una especie de masa informe de sombras. La Tríada representa con todo lujo de detalles algo que está ocurriendo allí, varias personas que parecen desesperadas en un intento por hacer algo. Observando la escena con concentración, sonríe un instante. Es la sonrisa de triunfo de quien ha buscado una y otra vez una solución, una salida de un laberinto interminable. Se acerca a Pasado, y con la yema de sus dedos acaricia las aristas del cubo. 

- ¿Y si ellos no supieran que iban a morir? - dice a su compañero, que le observa con confusión -. Si saben que van a una misión suicida, actuarán de forma diferente. Pero si no lo saben... 

Los cubos parecen avanzar nuevamente en el tiempo, a lo que podrían ser minutos, horas o días después. El hombre mira a Presente con melancolía, mientras el cubo muestra los instantes en que su civilización es engullida por las sombras. Toda la ciudad está vacía, solo queda polvo y oscuridad alrededor del edificio que aloja los tres objetos, y el hombre pregunta algo a Presente.

Los colores del cubo se oscurecen aún más, y vuelven a mostrar al mismo grupo de hombres sumidos entre sombras, desesperados, buscando algo.

De nuevo, los cubos repiten la escena que visteis minutos antes:

- Es tarde - dice con tono pesimista el hombre que acaba de entrar -. No va a cambiar nada, hemos perdido la guerra.

- Quizá sea tarde para nosotros. Pero ellos están condenados. Hagan lo que hagan, el tiempo acabará con su existencia.

- Podíais habernos salvado. Podríamos haber cambiado el destino de toda nuestra raza.

- ¿Y qué hubiera cambiado? No hables sin conocimiento, tú no viste lo que nos deparaba el futuro.

- ¿Para esto hemos trabajado tanto? ¿Para acabar sumidos en la oscuridad?

- La guerra no acaba aquí. ¿No comprendes que salvarnos nosotros solo implica posponer el destino? ¿Alargar lo inevitable? No. Es difícil, pero tenemos que salvarles a ellos para darles el golpe de gracia.

El hombre se gira de nuevo hacia los cubos y los observa con reverencia. Su compañero, nervioso, quiere decir algo más, pero antes de que pueda, algo tira de él y lo hace desaparecer en una sombra sin forma definida. El hombre, con decisión, se acerca a los tres cubos, mientras de una pared cercana se extiende un enorme artefacto con el aspecto de un giroscopio, cubriendo los tres cubos y haciéndolos desaparecer.

Sin embargo, en esta ocasión, el prisma desde el que veis la escena es diferente. En lugar de centrarse en los dos hombres, apunta directamente hacia lo que los cubos mostraban en ese instante. En el momento en que la criatura accedió a la sala y acabó en un abrir y cerrar de ojos con el hombre, mientras el artefacto se activaba, los tres cubos estaban representando una escena con todo lujo de detalles. El momento que el hombre observaba poco antes seguía en las facetas de la Tríada.

El grupo de hombres parecía haber dado con aquello que buscaban. En el centro de la sala, un corazón palpitaba despacio, a un ritmo constante. Antes de que tuvieran tiempo de acercarse a él, a su alrededor aparecieron multitud de pequeños ojos anaranjados. Los hombres se giraron hacia ellos, dispuestos a plantar cara, pero antes de que pudieran hacer nada, un destello cegador cubre todas las facetas de la Tríada por completo. Instantes después, la oscuridad vuelve a invadir la sala. No queda rastro de los hombres, ni de las criaturas que se lanzaron contra ellos. En el centro, el corazón palpita una vez más antes de detenerse completamente.

Justo en ese instante, los tres cubos comienzan su viaje, mientras una de las criaturas trata de llegar en vano hasta ellos.

Clive observa las imágenes que se proyectan en los cubos, decepcionado por la respuesta que ha dado el hombre. "Se ve que lo vamos a tener que hacer nosotros, pero... ¿Realmente podemos cambiar un pasado que nunca vivimos? Hasta que no lo probemos, no lo sabremos", piensa, mientras los cubos reproducen la escena ya conocida.

En silencio, observa los fragmentos nuevos de la historia. Cómo los cubos mostraban lo que ocurría en aquel lugar. Cómo ese grupo desaparecía - ¿era una explosión eso que han representado los cubos? - y ese corazón de la sala se detenía. Cómo los cubos comenzaban su viaje, justo cuando sus enemigos veían ese fragmento reflejado en la Tríada.

- ¿Es eso lo que quieren cambiar? - dice Clive antes de que nadie tenga tiempo de hablar -. ¿Esa especie de corazón? Quizá sea importante para ellos...

Impulsado por la nueva visión a la que han sido sometidos, se lanza a especular directamente, tomando la iniciativa en la conversación. "Si eso es lo que vieron, y quieren cambiar, esa cosa debía ser muy importante", piensa el escritor, mientras recuerda las palabras de el hombre de la visión:

- Quizá sea tarde para nosotros. Pero ellos están condenados. Hagan lo que hagan, el tiempo acabará con su existencia.

Dado lo que acaban de ver, parece que las víctimas de esta historia sean las criaturas que persiguen los cubos. Clive no sabe como comenzó aquella guerra, pero acabó con una civilización destruida, y otra buscando a la desesperada como salvarse de su destino. ¿Acaso los cubos no buscan otra cosa que salvarse? ¿Trataron de escapar de estas criaturas, y ahora solo buscan su destrucción? ¿Formamos parte de una batalla que nunca debió ser nuestra? Eran demasiadas preguntas ahora mismo. Y algo está claro: Si quieren salir con vida de aquí, deben cambiar algo, de forma que esas criaturas nunca se hagan con los cubos.

- No sé quiénes son las víctimas aquí - comienza, resumiendo sus pensamientos -, pero solo veo dos opciones: o destruimos la Tríada, aunque no tengo ni idea de cómo hacerlo, o cambiamos ese instante para que esas criaturas nunca vean durante esos pocos segundos los cubos y la visión que reflejaban.

¿Qué podían cambiar? ¿Qué daría el tiempo suficiente a los cubos para desaparecer unos segundos antes?

- Quizá podríamos retrasar la entrada de las criaturas... Aunque no estoy seguro de cómo hacerlo. Al fin y al cabo, solo sabemos qué ocurrió en aquella sala, no fuera de ella. O quizá... - en la cabeza del escritor, como si de una novela se tratara, una solución comenzaba a tomar forma -, quizá podríamos alterar la discusión entre los dos hombres. Si hablaran durante menos tiempo, el primero podría hacer viajar a los cubos antes. Podría irse de la sala antes de que las criaturas entraran, ¿no?

No está muy seguro de que funcione, pero es lo único que se le ocurre. Mientras aguarda a la respuesta de sus compañeros y sus sugerencias, se acerca más todavía hacia los cubos, como si se preparara para el instante que se acerca inexorable, el momento definitivo en el que todo cambiará para siempre. Algo en su interior le dice que sabe cómo hacer funcionar los cubos, como si ya lo hubiera hecho en otra vida, en otro tiempo. Y ese Clive interior está deseando verlo en todo su esplendor...

Jeremy mira estupefacto las visiones de los cubos. Cuando terminan, su mirada sigue puesta en la triada, y solamente sale de su estupefacción cuando Clive empieza a razonar las visiones obtenidas.

- Esta claro... nuestro destino es la muerte.. desaparecer. lo dijo esa extraña criatura en forma de hombre, y la visión final solo hace que confirmarlo. pero.. ¿que representa ese corazón? - se pregunta el chico.

Mira a Clive. Parece estar de acuerdo con su estrategia para evitar que las criaturas miren la visión de los cubos. Pero.. entonces.. la visión se hará realidad.

- Quizá.. quizá podamos retener al personaje que entra. dejarlo fuera para que lo cojan las criaturas. con esto daríamos más tiempo al personaje que envía los cubos, a parte que no tendría que discutir y no perderia el tiempo... pero... no se como hacerlo.

- a parte de eso... Creo que no había visto ninguna vision que fuera metaforica verdad?, entonces, ese corazón... ese corazón que se ve en la visión.. que es?.. es físico? o es metaforico?. - pregunta Jeremy, dado que realmente no hay ningún corazón en la sala...

Las últimas revelaciones de los cubos trasladan el protagonismo de la historia a un nuevo elemento, el corazón que late en medio de un grupo de hombres desconocidos hasta que, súbitamente, deja de hacerlo.

Si eso es lo que vieron en el último instante... Si eso es por lo que supieron de su segura destrucción...

- Quizás el hombrecillo encontró la forma de dejar de hacerlo latir y así destruir a esas criaturas. Y quizás eso es lo que iba a ocurrir irremediablemente si ellos no se hubiesen dado cuenta….quizás esas criaturas lo necesiten para poder existir. Tal vez por eso necesiten a los cubos, para tratar de impedir que esa visión se haga realidad. -piensa en voz alta.

Raf trata de ordenar los sucesos y se siente en un círculo temporal donde le es difícil definir cuáles van delante y cuáles detrás; cuáles han ocurrido ya y cuáles están predestinados a ocurrir.

Hasta ahora ha dado por hecho que el exterminio de la civilización que creó los cubos era precedente al momento que viven actualmente. Pero… ¿y si todo ello pertenece al futuro, y los cubos serán en su día tratados de poner a salvo, escondiéndolos en el pasado?

Mareado por los bucles infinitos a que ese hilo de pensamientos le conduce, las palabras de sus compañeros le sacan de la espiral y un momento vivido recientemente acude a su mente.

pero solo veo dos opciones: o destruimos la Tríada, aunque no tengo ni idea de cómo hacerlo, o cambiamos ese instante para que esas criaturas nunca vean durante esos pocos segundos los cubos y la visión que reflejaban.

La imagen de Marc y el otro hombre se distorsiona, hasta desaparecer. Los cubos entonces viajan del pasado al presente, describiendo múltiples realidades. La destrucción de los cubos, el evitar que se junten, incluso dejar que el destino siga y que vuestros enemigos los tomen… Todo concluye en oscuridad.

Raf valora las dos opciones que propone el escritor, pero descarta la primera. No sabe cómo destruir a los cubos y, además, el abanico de conclusiones paralelas que les mostró en su momento Futuro depara también en ese caso un oscuro final.

Eso deja el intentar evitar que las criaturas sepan de su destino como la única idea que tienen, idea con la que Jeremy también está de acuerdo. Si las criaturas no ven eso, perseguirán a los cubos para destruirlos, con lo que el momento en que el corazón es detenido ocurrirá irremediablemente...

Sin embargo, nosotros no podemos ir allí porque no estuvimos nunca y el hombrecillo tampoco… ¿cómo podríamos hacer que los cubos…?

Los cubos.

Los cubos estuvieron allí y están aquí ahora, ellos sí que comparten los dos momentos. Quizás ellos…

Ellos tienen la fuerza para cambiar los sucesos, el conocimiento para indagar en el tiempo, pero nada de lo que forma parte de ellos, como el tiempo mismo o yo, puede hacer algo. Vosotros, sin embargo, tenéis la fuerza necesaria, y la voluntad para hacerlos funcionar.

Mira a la Tríada y se acerca a su amigo. No sabe si lo que va a proponerle entra dentro de sus poderes, pero, aún con todo, lo intenta.

- Vosotros estuvísteis allí… ¿Podéis revivir ese momento, volver a ese punto del tiempo -que Raf vuelve a dudar si se encuentra en un remoto pasado o en un lejano futuro- y… “apagaros”.

Raf repasa el momento al que se refiere y, un instante antes de la aparición de la criatura que tira y hace desaparecer a uno de los hombrecillos, señala:

- Aquí, justo en este momento. ¿Podéis hacerlo, chico? ¿Volver ahí y dejar de mostrar lo que estáis mostrando? -y el indio visualiza los tres cubos, negros como el azabache, como tantas veces los han visto cuando no tienen nada que decir.

Parecía que todos estaban de acuerdo en que si hay que cambiar algo, si hay un detalle que debe alterarse, es el momento en que esos seres vieron su destino en los cubos. El hombre que presenció aquella escena y que ronda por la sala como un fragmento de otro tiempo y otro lugar les dijo que tenían que cambiar algo pequeño. Que las cosas eran diferentes de lo que él vio en su día. Pero parece que no había caído en que esas criaturas no buscan destruir los cubos. No lo han intentado en ningún momento. Quizá era su objetivo original, en aquella guerra que acabó con una civilización destruida, pero ahora mismo resulta evidente que lo que quieren es lo mismo que Helen ha hecho: juntar la Tríada para utilizarla.

- Si eso es lo que quieren cambiar, que ese corazón o lo que sea no acabe destruido, entonces eso es lo que tenemos que cambiar - dijo con una convicción que no tenía realmente.

“Si no ven su destino, seguirán intentando hacer lo que tenían planeado: destruir los cubos. Y por lo que parece, da igual que lo consigan, están acabados de todas formas”.

- Si podéis hacerlo - dice hacia la Tríada después de que Raf haga su propuesta -, esa es nuestra petición.

“Así la Tríada escapará, ellos no sabrán lo que les espera, y… Bueno, espero que desaparezcan para siempre. Sería un buen final para mi novela.”

Los cubos comenzaron a relucir. No como otras veces, sino de una forma mucho más intensa y vívida. Anteriormente os habían mostrado imágenes sobrecogedoras y envolventes, pero en este caso sus destellos van mucho más allá. Las paredes de la sala se funden con los tres objetos, y vosotros os veis atrapados entre vuestra realidad y la que ellos conforman. Una última visión toma forma antes de que el mecanismo activado por Raf dé comienzo.

Podéis ver y sentir el pasillo por el que habéis llegado a esta sala minutos - horas - días - antes. Las paredes se encuentran cubiertas de los reflejos que los cubos están emitiendo en la sala en la que os encontráis ahora mismo. Vuestros cuerpos y vuestra conciencia forman parte de esos reflejos, y os veis transportados a la visión.

Un grupo avanza decidido por el pasillo. Cuando los destellos de los cubos se intensifican al final del camino, aceleran su paso. No pueden perder más tiempo, o su ventana de actuación se esfumará. Según se acercan a la sala, alzan las armas que portan. No pueden fallar.

Tras los hombres, el viento se alza cada vez más potente. Tan solo unos metros por detrás de ellos, las paredes oscurecen súbitamente, como si una entidad invisible engullera toda luz reflejada desde la sala que ocupáis ahora mismo. Entre la oscuridad, minúsculas esferas de color naranja se fijan en la sala en que os encontráis. Unos segundos es todo lo que tienen. Y no los van a desperdiciar…

Los hombres apuntan con las armas hacia la sala y abren fuego justo antes de llegar allí.

1. ¡Fuego!

El aire es pesado, y la realidad se está fundiendo con los efectos visuales de la Tríada. Pero volvéis un momento a vuestro Presente, y fuera de la visión que ofrecen los cubos, al otro lado del pasillo, escucháis disparos. Sea quien sea quien ha abierto fuego, está muy cerca de vosotros. Tan solo disponéis de unas décimas de segundo para actuar.

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Un instante después de disparar, la oscuridad que avanzaba rauda tras los hombres se hace más y más intensa. El viento se torna cada vez más huracanado, y en un abrir y cerrar de ojos, la sombra informe que avanza por el pasillo se extiende hacia los hombres que acaban de abrir fuego. Sus cuerpos se funden con las sombras en un grito desgarrador, y desaparecen de la visión que emiten los cubos.

2. Viento

La fuerza de la visión que emite la Tríada es cada vez mayor, y os empuja a una realidad paralela, una ficción tangible, que cada vez os aleja más del mundo que hasta hace unos instantes habitabais. Os es imposible saber si la realidad es la que veis reflejada en los cubos o la que estáis viviendo actualmente, y si son la misma o dos realidades paralelas. Tras los disparos, vuestra atención se ha fijado en la puerta, que cada vez se vuelve más y más oscura. A través del corredor, el viento se cuela en la sala, agresivo y voraz, empujándoos con una fuerza que no habíais sentido nunca. El aire golpea con tanta determinación que podéis sentirlo tan sólido como las rocas que os rodean. Alrededor de los tres cubos, el aire se cierra en torbellinos cada vez más intensos.

Quizá sea demasiado tarde. Puede que la Tríada no tenga tiempo de actuar antes de que lo que está generando este viento llegue hasta el Pasado, Presente y Futuro.

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Los pequeños ojos que avanzan por el pasillo os observan con determinación. Ante ellos, vosotros mismos os veis como pequeñas distracciones, seres inferiores sobrevalorados por la evolución, a punto de desaparecer en el olvido. Un simple divertimento para lo que sea que os mira con desprecio. Un instante transcurre y… Los ojos y las sombras se abren paso hasta la habitación.

3. Sombras

La luz de los cubos se atenúa. Como dos rivales mortales, la Tríada y las sombras que se cuelan en la habitación a través del pasillo se enfrentan entre sí, haciéndoos sentir simples peones entre un duelo de titanes. Las sombras se lanzan hacia vosotros y los cubos, oscureciendo las paredes de la sala, las caras de los cubos, y vuestra propia existencia. La realidad y la visión se hacen una, lo que los cubos muestran y lo que vivís son dos caras de la misma moneda, y la propia realidad se atenúa, a punto de desaparecer.

Y tras la petición de Raf corroborada por Clive, todo se precipita vertiginosamente hacia un caos de realidades donde cuesta distinguir lo que ocurre de verdad y lo que no.

Sin embargo, los disparos suenan demasiado reales para el indio, quien se queda paralizado por ellos, sin saber cómo reaccionar.

Todo ocurre en un rápido instante; el viento, las sombras… Sombras que comienzan a oscurecer todo lo que les rodea y hacen languidecer a los propios cubos, que van perdiendo su luminosidad en un proceso que Raf interpreta como el preludio de la derrota.

- No os rindáis, por favor… -dice mientras cae de rodillas junto a su 'amigo', agotado, con los ojos humedecidos, presa de la desesperación.- no os rindáis...

Y mientras su mente comienza a tambalearse peligrosamente en la cuerda floja de la cordura, sueña con que nada de eso está ocurriendo; y que los cubos consiguieron rehacer el momento que les habían pedido; y que las sombras, el viento y los horribles puntos luminosos nunca supieron de su final, hasta que éste les pilló desprevenidos, y desaparecieron definitivamente de la faz del universo.

Y que él está en su laboratorio de siempre, y que nunca ocurrió el accidente de la ISS, y que nada de esto es, ha sido, o será real. Y mientras cae presa de sus ensoñaciones, su mirada se pierde y su rostro se deforma en una mueca que muestra que, pase lo que pase, el indio ya no volverá a ser el mismo nunca más.