Partida Rol por web

Lobezno había sufrido una caída horrible a través del agujero que había junto a las minas. Miró a su alrededor y se encontraba tristemente solo. Miró su cuerpo que empezaba a regenerarse lentamente, pero todavía era un esqueleto de adamantium.

Observó el lugar donde se encontraba, era una calle de frío cemento, y a su alrededor había innumerables rascacielos. Al fondo se podía ver la estatua de la libertad. ¿Habría regresado a casa? No podía creérselo, por fortuna había caído por el agujero, y se había librado del terrible problema que había supuesto Zodiaco. Pero no había ni rastro de sus compañeros por ningún lado estaba solo. Y al mirar a su alrededor se dio cuenta de que, efectivamente, estaba muy solo. La ciudad estaba sumamente tranquila. Ni un coche, ni transporte público, ni un peatón, nadie. Mejor así, ver esas pintas que llevaba hubieran causado el terror entre todos los habitantes de Nueva York. Pero, ¿dónde estaba todo el mundo? ¿Le habría pasado algo a su ciudad? ¿Todo era muy extraño? ¡Una nueva pieza en la partida de ese maldito Zodiaco!

Apenas podía creer que hubiera sobrevivido a aquello.

Con los ojos entornados, si es que aún podía entornarlos, ni siquiera estaba seguro de ello, se miró a sí mismo.

Apenas tenía piel, y los músculos afloraban, casi palpitantes, así como los huesos, brillantes y pesados. No tenía pelo, y olía de un modo horrible. Casi a pollo, pero más dulce. Era macabro.

Sacudiendo la cabeza, y gimiendo como un oso por el dolor y el esfuerzo, maldijo la caída que había sufrido. Trató de poner orden a sus pensamientos. Creía haber cogido la gema, pero, en el último momento pasó algo, y se le escapó de entre los dedos. No estaba seguro de qué era lo que había impedido que pudieran completar esa extraña misión, pero terminó pensando en Masacre. Y, como era lo fácil y cómodo, le culpó de haber terminado todo tan mal. También de la caída que había sufrido.

Se incorporó de manera completa, apoyando una mano en el estómago, y miró a su alrededor, frunciendo el entrecejo.

-Pero, ¿qué...?- logró articular, dando una vuelta completa sobre sí mismo, sin entender muy bien cómo podía estar allí.

Aunque era canadiense, y admiraba por encima de todo un buen bosque de pinos que una calle de hormigón, se alegró al reconocer dónde estaba.

-Cuánto tiempo, señora- masculló al mirar la silueta de la estatua de la Libertad a lo lejos.

Sin embargo, no estaba del todo tranquilo. Sabía que faltaba algo, que no era tan fácil que Zodiaco lo hubiera devuelto a su hogar. De hecho, echaba en falta al trepamuros, quien siempre estaba escalando con sus redes los edificios de Nueva York.

De hecho, no había absolutamente nadie. Era una ciudad abandonada. Sin risas ni llantos. Ni siquiera el murmullo invisible del transporte y los coches.

El silencio extremo comenzó a poner nervioso a Lobezno, y gruñó por lo bajo, lo que le pareció casi como un grito a pleno pulmón en aquella ciudad muda.

Con algo más de fuerzas, comenzó a andar por la calle, mirando a su alrededor, y preguntándose qué demonios pasaba.

Kara  Pícara llegaron volando a la octava parte del juego de Zodiaco. Habían ido en busca de Lobezno, pero sin darse cuenta habían traspasado el séptimo portal y había llegado al siguiente punto en aquel alocado juego.

Observaron el lugar donde se encontraban, era una calle de frío cemento, y a su alrededor había innumerables rascacielos. Al fondo se podía ver la estatua de la libertad. ¿Habrían ido a Nueva York? No podía creérselo, por fortuna había ido volando por el agujero, y se había librado del terrible problema que había supuesto Zodiaco. Allí estaban las dos solas, salvo porque varios metros más abajo estaba lo que parecía ser un Lobezno en proceso de reconstrucción, que parecía haber empezado a recobrar parte de su cuerpo. Y al mirar a su alrededor se dio cuenta de que, efectivamente, estaban solos. La ciudad estaba sumamente tranquila. Ni un coche, ni transporte público, ni un peatón, nadie. Pero, ¿dónde estaba todo el mundo? ¿Le habría pasado algo a la ciudad? ¿Todo era muy extraño? ¡Una nueva pieza en la partida de ese maldito Zodiaco!

De pronto un olor familiar llegó al poderoso olfato de Lobezno que prácticamente ya se había regenerado por completo. Miró al cielo y vio como Anne Marie y Kara acababan de llegar para ayudarle. Tampoco llevaba consigo la gema, así que ellas también habían fracasado en la misión. Pero el olor que había reconocido no era ninguno de ellas precisamente, era un olor más fuerte, más humano, más hombre, más monstruoso.

Y entonces sintió una vibración en el suelo, como si un terremoto estuviera a punto de suceder. Como si una estampida de animales se dirigiera hacia él. Sin duda, no estaban tan solos como pensaban.

La idea era ir por Lobezno pero, en vez de eso, parecía que nuevamente pasaron a otro escenario de ese maldito loco del Zodíaco. Kara miró el cemento, los edificios altos y esa estatua al fondo que era idéntica a la de la Libertad, porque no sabría decir si se trataba de la misma o no.

-¿Estamos en Nueva York? No, no me lo creo… este es otro lugar de esos de este maldito loco.

Miró hacia abajo y divisó a lo que parecía ser Lobezno en un proceso de reconstrucción. Alrededor, la ciudad parecía una tumba.

-Mira, es Lobezno, vamos a verle pero ten cuidado, Pícara. Si esto es Nueva York lo es luego de una epidemia porque ni un coche en las calles, ni una persona caminando, esto huele realmente feo.

“Y no sería de extrañar sabiendo el cerebro detrás de todo. Zodíaco es un enfermo, pero también es inteligente… un villano inteligente es de lo peor. Preguntádselo a Clark… ese maldito Luthor siempre fue una odisea con sus planes locos e intrincados.”

Para Karah, Zodíaco era una especie de Lex con magia, algo mucho peor…

Lobezno caminaba de manera lenta. No quería tampoco perderse nada, y con todos los sentidos agudizados, miraba a su alrededor como si todo lo viera por primera vez.

No se sentía cómodo. Temía que un gran peligro estuviera a punto de suceder. Aunque, en el fondo, quisiera pensar que realmente había llegado de vuelta a casa.

Suspiró, y sacó las garras plateadas cuando vio que dos figuras se acercaban. Resopló de alivio, casi gruñendo, al ver que eran Kara y Pícara. En su interior se sintió tranquilo. No era lo mismo estar en un lugar desconocido solo que estar acompañado de dos grandes luchadoras.

—Hola, chicas— saludó Lobezno con un gesto de la mano.

Sin embargo, el olor que había dejado dormir en un rincón de su cerebro, lo azotó de manera más brusca. Sin piedad.

Cerró los ojos, tratando de concentrarse, y olfateó, aspirando con fuerza el aire que lo rodeaba, como si fuera un perro buscando un rastro.

—¿Qué demonios…?— se preguntó, pero no tenía del todo claro qué estaba pasando, al notar que el suelo vibraba. 

No lo había pensado. Pícara, en su impulso por salvar a su amigo, se había precipitado, pensando que Logan caería y caería... Pero claro, no. Era otro vórtice que les llevaba a la siguiente pieza de aquel loco juego.

O quizá no. Al llegar y mirar a todos lados, vio Nueva York. ¡Desde allí podía volver a casa! Dio un par de giros, alegre, feliz... Y se dio cuenta de la realidad.

Mierda, maldito Zodiaco así recalcó las palabras de Kara. Enfadada, estaba a punto de ir a destruir un edificio cuando descubrieron a Lobezno.

¡Logan! gritó, bajando a su lado rápidamente. Al comprobar que su poder recuperador seguía existiendo, le dio un golpe en el hombro y se cruzó de brazos. ¿Estás loco? ¿Cómo se te ocurre casi derretirte para atrapar una gema? ¿No te das cuenta que es eso lo que quiere Zodiaco?

Se alegró de que las chicas estuvieran bien. 

Realmente, se enorgullecía de que estuvieran con él en aquellos momento. Todavía no se encontraba del todo curado, y tenía algo de dolor por, bueno, todo el cuerpo. Tener compañía, pese a ser un lobo solitario y gustarle estar alejado de la manada, era algo que agradecía justo ahora.

-Hola a ti también, Pícara- gruñó, tras sentir la mano de Pícara en su hombro, y notar un escozor horrible.

La miró con cara de poco amigos, pero no dijo nada. Al fin y al cabo, no lo había hecho con ánimo de hacerle daño... aunque tuviera el poder suficiente de partirle en dos.

-Tened cuidado- advirtió, entonces-. Algo viene. No consigo saber lo que es- olfateó un poco más el aire-. Pero se acerca- remarcó, sintiendo el suelo temblar. 

-Hola, me hace muy feliz saber que estás sano y salvo... -dijo Kara con una sonrisa enorme de alivio al comprobar que Lobezno era él mismo y no una réplica del Zodíaco. Pero el temblor llamó toda su atención, intentó ver la amenaza lejana utilizando su visión de rayos X para así atravesar los edificios y ver lo más lejano que pudiera.

¿Estás loco? ¿Cómo se te ocurre casi derretirte para atrapar una gema? ¿No te das cuenta que es eso lo que quiere Zodiaco?

Entendía el regaño de Pícara hacia el hombre como algo de cariño y preocupación, la situación con Balrog había sido todo un caos.

"Zodíaco, nunca sabemos cómo va a actuar ese pirado... lo que sí conocemos es que muy dificultoso el estar realmente preparado para sus locuras."

Karah ve algo con su visión que la abruma, se eleva en el aire con el corazón latiéndole fuertemente. "¿Estoy loca? ¿Es acaso que el poder del Zodíaco me está engañando o realmente no hay nadie aquí?" No sabe qué pensar, mira a sus compañeros y se atreve a hablar de sus temores en voz alta (quizás tiene demasiado miedo de no decir nada, como si ello reforzara el juego maquiavélico de ese villano)

-¿Estáis aquí? ¿Quiénes sois?

Se siente estúpida pero no sabe qué más hacer, está en una encrucijada.

El mutante aspiró con más fuerza a través de sus fosas nasales, casi como si esnifara el aire. Cerró un momento los ojos, tratando de concentrarse, y pestañeó varias veces, algo aturdido.

-Chicas, el olor viene de lo alto de uno de los rascacielos- dijo, sintiendo todavía el temblor en sus piernas-. No parece que tenga que ver con esto.

Se enfadó bastante, pues le daba mucha rabia no poder saber las cosas con seguridad. Aumentada la amenaza que se cernía sobre ellos, y no quería que, de improviso, pasara algo malo.

-Tened cuidado- murmuró, sacando sus garras de adamantium. 

A pesar de que el Balrog estuviera tirado en el suelo, aún poseís su látigo de seis colas. Y mientras Spidey andaba distraído, Gandalf dando un poco de luz a la zona, y Masacre dando saltos de alegría ^{porque ¡por fin! había hecho algo útil} la criatura del averno lanzó un látigazo que los enganchó con una fuerza inmensa.

El cuerpo de los tres había quedado gravemente herido. Masacre se había regenerado rápidamente pero el Cara Red y el viejo tenían una fuerte quemazón por toda la espalda y parte del pecho. El látigo de seis colas les había herido de gravedad, y los había precipitado por el avismo. Que sin lugar a dudas era el portal a la siguiente dimensión.

Tirados en el suelo y malheridos _{salvo Masacre, él era guay, y encima había caído de pie,} observaron el lugar donde se encontraban, era una calle de frío cemento, y a su alrededor había innumerables rascacielos. Al fondo se podía ver la estatua de la libertad. ¿Habrían ido a Nueva York? No podía creérselo, por fortuna el Balrog los había lanzado por el abismo y no habían tenido que derrotarlo, se habían librado del terrible problema que suponía. Sobre ellos estaban volando una Kara algo atontada y Pícara, investigando las calles y mirando al cielo estaba Lobezno en proceso de reconstrucción, que parecía haber empezado a recobrar parte de su cuerpo.

Por lo demás, la ciudad estaba sumamente tranquila. Ni un coche, ni transporte público, ni un peatón, nadie. Pero, ¿dónde estaba todo el mundo? ¿Le habría pasado algo a la ciudad? ¿Todo era muy extraño? ¡Una nueva pieza en la partida de ese maldito Zodiaco!

De pronto se escuchó tres impactos. Gandalf y Spiderman habían llegado a ese universo. Estaban malheridos, con una quemazón por toda la espalda y el pecho. Sin duda era provocada por el látigo del Balrog.

Masacre había caído de pie, tenía el rubí, y encima la herida que también poseía parecía recuperarse rápidamente.

Al ver cómo los otros tres caían en esta dimensión, Pícara se acercó a ellos y les ayudó a levantarse. No podía hacer nada ni por sus quemaduras ni por sus golpes. Un "sana, sana" seguro que no les funcionaba

Bueno, espero que los bichos esos no puedan traspasar planos, si no me temo que nos vamos a encontrar con dos aquí, y seguro que no es para una fiesta.

Volvió con Lobezno y Kara, sin entender qué decían. ¿Qué está ocurriendo? ¿Notáis a alguien por lo alto? Al bajar, no hemos visto nada... Kara, ¿subimos juntas?

¿Qué está ocurriendo? ¿Notáis a alguien por lo alto? Al bajar, no hemos visto nada... Kara, ¿subimos juntas?

Kara miró a todos con desconfianza. Se alejó volando un poco y negó con la cabeza.

-Vosotros no estáis aquí.  No sé qué demonios está pasando pero con mi visión de rayos no veo a nadie, ninguno de vosotros está aquí.

De pronto se sentía mal, no comprendía lo que estaba pasando. Ni siquiera sabía si esos nuevos que habían aparecido eran sus amigos o una proyección o truco del Zodíaco. "¿Qué está pasando? ¿Son acaso una visión?" Volvió a usar sus rayos en ellos, quería ver si aparecían al menos. Si no... de verdad no tenía idea de qué haría a continuación.

La muchacha puso los ojos en blanco. La única mujer en la que podía confiar para volar era Tormenta, no sabía cómo había pensado otra cosa con Kara.

Así que decidió ascender ella sola. Tenía que ver que estaba ocurriendo allí arriba que les preocupaba tanto.
 

El Balrog, a través de su látigo, nos ha traído a esta...¿ciudad? - preguntó con algo de duda, puesto que él concebía una ciudad cuando había personas en la misma.

¿Dónde nos encontramos exactamente? - preguntó a los ya presentes. Decidnos en qué podemos ayudaros.

El maltrecho anciano, ahora bastante magullado, no sabría si podría ser muy útil, pero lo que no había duda es que su voluntad por alcanzar el objetivo estaba intacta.

Él sabía que el abismo los llevaría a otra dimensión, primero coge la joya y luego acierta al decir que la salida estaba en el precipicio. Estaba on fire.

La nueva dimensión le resultaba familiar- _{como para no hacerlo, tus comics trascurren aquí a menudo-} tras unos minutos se dio cuenta de donde estaba. ¡De vuelta a casa!

Voz número 1: Oye, no copies el título del capítulo.

Voz número 2: ¿Por qué no? El dire me copia a mí constantemente.

Voz número 1: Eso es cierto, pero sigue estando feo, hay que ser genuino.

Voz número 2: Anda y vete a la porra.

Voz número 3: ¿Aún sigues haciendo el numerito de las voces? Eso ya no tiene gracia.

Voz número 2: Cierto, pero nunca la ha tenido y se ha hecho igualmente.

Voz número 3: Touché.

Tras el diálogo interno  mira a gandalf. - ¿Que donde estamos? En el mejor sitio del mundo, desde luego. Esto es NY. Qué leches, viejo, vayamos de compras. Yo invito, acabo de cobrar- _{menudo imbécil, acaba de robar una joya y ya quiere gastarla en comida rápida y trajes horteras.}

Tras una larga temporada luchando y haciendo chistes malos fue a la puerta de un Starbucks_{- da igual en qué parte de Nueva York hayan aparecido, siempre hay uno cerca}- dispuesto a entrar, ajeno a que en la calle no se veía un alma.