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Zodiaco, el juego de un nuevo enemigo

Sexta Parte: El Laberinto

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31/08/2015, 03:19
- Narrador -

Todo daba vueltas a su alrededor. Tenía la camiseta manchada de sangre y el cansancio había hecho mella en todo su cuerpo. Aquella batalla había sido casi mortal, y Lobezno creía que no iba a salir de allí con vida jamás. Y entonces fue cuando de pronto se encontró con un nuevo escenario. Tras él había un muro de pared de piedra, de tonalidades blancas y grisáceas. Frente a él un único camino, un pasillo que parecía eterno. A cada lado del pasillo una ristra de antorchas que iluminaban cada paso que daba, hasta que llegó a un punto en el que se encontró con tres opciones a tomar.

Podría continuar de frente, hacia la izquierda, o tomar el camino de la derecha. Todos eran caminos exactamente iguales, pero cada uno conduciría a un lugar diferente. De eso no había duda.

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31/08/2015, 15:48
- Lobezno

Oía su propia respiración agitada, turbulenta, como si nunca hubiera descansado, y se sorprendía a sí mismo al escucharse. Trató de recordar cuándo había sido la última vez que había sufrido tanto en una pelea, y no llegó a encontrar el pensamiento. ¿Nunca, quizás? Se creía invencible, inmejorable, y, pese a que había sido un horrible experimento de laboratorio donde su mente sufrió igual que su cuerpo, se sentía en cierta manera orgulloso de lo que era, de cómo era, y de lo que había hecho para sobrevivir. Pues era él o el otro.

Sin embargo, cuando creía que no podía más, y que aquella lucha no iba a terminar nunca, todo comenzó a desvanecerse. Miró a Kara por última vez, y se preguntó si la chica rubia estaría bien.

Al visualizar un nuevo escenario, se preguntó por qué. No creía haber vencido a su copia, y mucho menos haber hallado uno de los cristales.

—Pero, ¿qué coño…?— se preguntó, mirando a su alrededor, y recuperando la respiración.

Caminó de manera cautelosa, casi agazapado, con todos los sentidos aguzados, pensando si había alguien más allí, y vio con casi desesperación aquellas tres bocas que se abrían ante él, esperando que entrara en una de ellas.

Joder…— musitó, arrugando la nariz, olfateando cada una de las puertas.

Puso los brazos en jarras, y suspiró. Miró la puerta de la izquierda, y caminó hacia ella, notando que la oscuridad lo engullía.

Con las cuchillas preparadas, y en guardia, esperando cualquier sorpresa desagradable, se adentró por aquella apertura.

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07/09/2015, 02:10
- Narrador -

El hombre bestia decidió seguir su instinto y tomar el camino de la izquierda. Alguien había dicho alguna vez que la izquierda era mejor, pero en un laberinto en el que todo resultaba igual o sumamente parecido, tomar el camino de la izquierda o el de la derecha terminaría dando igual. O quizá no.

En aquel sitio no había la evidencia de ninguna puerta, solo pasillos de piedra gris, de antorchas y de sombras a cada paso que se daba. Era una inmensidad de corredores lleno de luces y sombras que jugaban malas pasadas hasta el superhéroe con los sentidos más expertos.

El camino de la izquierda solo llevó a otro corredor, continuó andando hasta que sintió como si terminara girando unos noventa grados a la derecha. Al poco de doblar aquella esquina, volvió a ver como se volvía a dividir, esta vez tenía que elegir sólo entre dos posibilidades, continuar defrente, o volver a tomar el camino de la izquierda.
 

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08/09/2015, 12:36
- Lobezno

Escuchaba el resonar de sus pasos como si fueran disparos. Con los cincos sentidos agudizados por lo que pudiera pasar, avanzaba por el corredor sintiendo todo el rato que alguien lo espiaba. Más de una vez se giró sobre sí mismo para ver quién era.

Gruñía cada vez que veía oscuridad cuando tenía claro que lo estaban siguiendo.

Mientras caminaba con paso lento y parsimonioso, marcaba las paredes con las garras, no por aburrimiento, sino como válvula de escape para evitar tener que pensar de manera continua que algo iba mal. Muy mal.

Tragó saliva con dificultad, y olfateó de nuevo, como si fuera a encontrar el camino hacia la salida gracias a su nariz.

Alzó las garras cuando estuvo totalmente seguro de que alguien estaba justo detrás. Y sacó las garras para que fueran letales, enfadado por aquella situación. Sin embargo, no había nadie, sólo oscuridad rota por la luz de las antorchas.

Gruñó de manera audible, enfadado aún más, e hizo sonar su cuello, como si aquello lo desestresara.

Caminó otra vez, con los pasos resonando en las paredes. Y por fin vio algo diferente.

Seguir de frente o tomar el camino de la izquierda.

Lo meditó un par de minutos, que se le hicieron eternos, pero llegó a la conclusión de que no era más que una lotería: bien podía salir mal, bien podía tener suerte.

Terminó escogiendo el camino de la izquierda, otra vez.

Notas de juego

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14/09/2015, 02:22
- Narrador -

El hombre bestia decidió seguir su instinto y tomar el camino de la izquierda. Alguien había dicho alguna vez que la izquierda era mejor, pero en un laberinto en el que todo resultaba igual o sumamente parecido, tomar el camino de la izquierda o el de la derecha terminaría dando igual. O quizá no.

En aquel sitio no había la evidencia de ninguna puerta, solo pasillos de piedra gris, de antorchas y de sombras a cada paso que se daba. Era una inmensidad de corredores lleno de luces y sombras que jugaban malas pasadas hasta el superhéroe con los sentidos más expertos.

El camino de la izquierda solo llevó a otro corredor, continuó andando hasta que sintió como si terminara girando unos noventa grados a la derecha. Al poco de doblar aquella esquina, volvió a ver como se volvía a dividir, esta vez tenía que elegir de nuevo entre dos posibilidades pues el pasillo se bifurcaba en dos nuevos. Uno seguía defrente pero por el lado izquierdo, mientras que el otro por el lado derecho.

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15/09/2015, 13:23
- Lobezno

La paranoia aumentaba a medida que daba un paso detrás de otro. Sus sentidos comenzaban a traicionarle: creía no sólo que lo seguían, sino que estaba allí con alguien, que lo aguardaba con ansiedad.

Más de una vez miró por encima de su hombro, asustado. Sí, asustado. Los minutos pasaban, y allí no había nadie a quien pudiera liquidar con sus cuchillas de adamantium. Si se enfrentaba a algo incorpóreo, algo invencible, se sentía perdido.

Aún estaba agotado de la lucha contra su yo idéntico, y se preguntaba cómo estaría Kara. Si el Lobezno copia habría ido a por ella. Lo sentía terriblemente. No había podido ayudarla. Ojalá estuviera bien.

Resopló, revolviéndose el pelo, y miró una vez más por encima de su hombro. Aquel laberinto parecía no tener fin, y no podía creerse que estuviera solo.

Era una trampa. Estaba convencido. Una trampa de ese tal Zodiaco. Le gustaban los juegos, y se imaginó a aquel ser disfrutando por el sufrimiento de aquellos héroes y por el suyo propio. Cómo le hubiera gustado tenerle ahí delante para destrozarlo. De manera lenta.

Sus pasos resonaban, y eso hacía que le cosquillearan los oídos. Estaba atento a cualquier sonido, y más de una vez se sintió estúpido al creer que lo seguían, cuando lo único que oía eran sus propios pasos.

Continuó el camino de manera obediente, diciéndose a sí mismo que no era más que una marioneta. Un juguete de Zodiaco.

Gruñó, enfadado, y siguió caminando, hasta que se encontró con una nueva bifurcación.

Olfateó ambas entradas, extrañado, y miró de nuevo hacia la izquierda.

Dirigió sus pasos hacia aquella entrada.

Notas de juego

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22/09/2015, 02:05
- Narrador -

El hombre bestia decidió seguir su instinto y tomar el camino de la izquierda. Alguien había dicho alguna vez que la izquierda era mejor, pero en un laberinto en el que todo resultaba igual o sumamente parecido, tomar el camino de la izquierda o el de la derecha terminaría dando igual. O quizá no.

En aquel sitio no había la evidencia de ninguna puerta, solo pasillos de piedra gris, de antorchas y de sombras a cada paso que se daba. Era una inmensidad de corredores lleno de luces y sombras que jugaban malas pasadas hasta el superhéroe con los sentidos más expertos.

El camino de la izquierda solo llevó a otro corredor, continuó andando hasta que una vez más encontró tres opciones a tomar: Podría continuar de frente, hacia la izquierda, o tomar el camino de la derecha. Todos eran caminos exactamente iguales, pero cada uno conduciría a un lugar diferente. De eso no había duda.

Pero en aquel momento notó una ligera diferencia en el ambiente, el camino de la derecha olía a algo. Un sonido familiar, como si acabara de venir de un rancho o de un pueblo. Olía a animal. Olía a vaca, toro, o algún animal de granja.

¿Un laberinto, un toro? Quizá el juego de Zodiaco tuviera algún tipo de relación en todas aquellas fases que habían tenido que pasar.

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22/09/2015, 19:21
- Lobezno

A cada paso que daba, sentía que, más que nunca, lo seguían. Estaba totalmente convencido de que una sombra se movía en silencio por aquellos pasillos, siguiéndolo sin piedad. Lobezno, incluso, dejó de respirar unos segundos para comprobar cualquier ruido procedente del corredor por el que avanzaba. Pero, nada.

—Joder…— se dijo, negando con la cabeza, y escondiendo las garras con un ligero chasquido metálico. No podía creerse que pudiera estar solo allí.

Entonces, la claustrofobia llegó. No era mu ducho en temas de literatura, pero conocía de personajes que habían sucumbido al terror del laberinto, y no habían salido jamás de él. Temió por unos minutos que a él también le pasara lo mismo. Y se preguntó si viviría eternamente allí de no encontrar la salida, pues no conocía del todo los límites de su factor curativo. ¿Podría morir de inanición? ¿Y de sed? Las células se iban regenerando solas, ¿también lo harían con los componentes nutritivos que les faltarían?

Decidió no pensar tanto, y siguió caminando, paso a paso, entornando la mirada cada vez que una antorcha quedaba lejos, y poniendo una mano como visera cada vez que una antorcha estaba cerca.

Gruñó con furia, y sacó sus cuchillas de la mano derecha para raspar la pared con rabia en cuanto vio que el camino volvía dividirse.

—¡Aggg!

Respiró hondo, y volvió a guardar las cuchillas, dándose cuenta de que así no llegaría a ningún lado. Se sorbió la nariz, y comenzó a sentir sed. Tragó saliva con dificultad, y respiró con cierto deje cansino.

Y lo olió. Un olor fuerte, penetrante, que casi podía saborearlo.

No puede ser— musitó, y sacó las garras, esta vez para defenderse.

Miró el camino de la derecha, y, después, el de la izquierda, como si se despidiera de él con nostalgia. Tenía que ir por el otro.

Dio un par de pasos hacia el camino del a derecha, y penetró en aquel corredor con cierta desconfianza. Ladeó la cabeza, mirando por encima de su hombro, y siguió andando, notando la respiración agitada.

—Sal, vamos— murmuró, pasándose la lengua por los labios— Seguro que estás ahí.

No sabía el qué, pero ahora que había descubierto algo, se temía cualquier cosa. 

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28/09/2015, 02:28
- Narrador -

El hombre bestia decidió seguir su instinto y tomar el camino de la izquierda. Alguien había dicho alguna vez que la izquierda era mejor, pero en un laberinto en el que todo resultaba igual o sumamente parecido, tomar el camino de la izquierda o el de la derecha terminaría dando igual. O quizá no.

En aquel sitio no había la evidencia de ninguna puerta, solo pasillos de piedra gris, de antorchas y de sombras a cada paso que se daba. Era una inmensidad de corredores lleno de luces y sombras que jugaban malas pasadas hasta el superhéroe con los sentidos más expertos.

El camino de la derecha solo llevó a otro corredor, continuó andando hasta que una vez más encontró dos opciones a tomar: Podría continuar hacia la izquierda, o tomar el camino de la derecha. Todos eran caminos exactamente iguales, pero cada uno conduciría a un lugar diferente. De eso no había duda.

Pero en esta ocasión algo había diferente, en pleno cruce había un animal cuadrúpedo. Tal y como había olido Lobezno, ante él se hallaba un toro, estaba olfateando el suelo en busca de algo que llevarse a la boca, pero entre la dura piedra no podía encontrar ni una sola brizna de hierba. El animal parecía pacífico, no parecía tener intenciones hostiles, pero desde luego que su presencia, en un lugar así, y en un nuevo escenario creado por Zodiaco, hacía que la situación fuese, cuanto menos, sospechosa.

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28/09/2015, 13:12
- Lobezno

Estaba seguro que algo iba a cambiar en ese momento. El aire era diferente, lo sentía, casi podía imaginárselo con claridad en su mente. Un nuevo peligro acechaba. Después de tanta búsqueda por pasillos interminables, el laberinto le daba a Lobezno la oportunidad de seguir adelante, dejando de dar vueltas sin avanzar. Cada paso que daba parecía una repetición del anterior que no le conducía a ninguna parte. Sin embargo, en aquella ocasión… Era diferente. Debía de serlo. Lo sabía. Estaba seguro.

Comenzó a impacientarse. El pasillo era exactamente igual que el anterior pese a haber tomado una dirección contraria. El camino de la izquierda quedó lejos, y había tomado, esta vez, el de la derecha con la esperanza de encontrar algo nuevo, aunque fuera un peligro mortal para él. En ese momento, no tenía claro si estaba hastiado y aburrido y era por ello por lo que quería luchar, o bien lo que quería era encontrarse a alguien para luchar contra él y así hallar una nueva gema.

Sin embargo, sus pensamientos fueron escuchados, y allí lo vio. A ese animal.

Bufó por la nariz, algo tenso por la visión repentina, y se aproximó con cautela, con las cuchillas sacadas, brillando al fuego de las antorchas. Dio pasos pequeños, en silencio, y su respiración, pese a la agitación inicial, era tranquila.

¿Qué?, pensó Logan al reconocer a un toro tratando de pacer en aquel suelo árido.

Ladeó la cabeza, preguntándose si debía de temer de aquella criatura, y miró de nuevo el laberinto, pensando que aquello no era más que un señuelo.

Alzó las manos a media altura, tratando de parecer pacífico, y miró al toro.

Eh...— dijo con voz suave, o lo más suave que podía poner— toro— se sintió realmente estúpido, pero no se le ocurría otra cosa que hacer—. Toro— llamó, algo más alto—. ¿Amigo o enemigo?— musitó, esta vez para sí mismo.  

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12/10/2015, 22:47
- Narrador -

Mientras Lobezno trataba de llamar la atención del toro, éste no se inmutaba. Aquella criatura estaba en aquel lugar sin que el hombre lupino lograse averiguar la razón. Pero el cuadrúpedo no respondió, ni tan siquiera se inmutó. La presencia de Lobezno no le llamaba la atención por lo que no sucedió absolutamente nada...

Todo aquello continuaba siendo muy extraño...
 

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12/10/2015, 22:59
- Narrador -

Todo daba vueltas a su alrededor. Tenía la camiseta manchada de sangre y el cansancio había hecho mella en todo su cuerpo. Aquella batalla había sido casi mortal, y Kara creía que no iba a salir de allí con vida jamás. Y entonces fue cuando de pronto se encontró con un nuevo escenario. Tras él había un muro de pared de piedra, de tonalidades blancas y grisáceas. Frente a él un único camino, un pasillo que parecía eterno. A cada lado del pasillo una ristra de antorchas que iluminaban cada paso que daba, hasta que llegó a un punto en el que se encontró con tres opciones a tomar.

Podría continuar de frente, hacia la izquierda, o tomar el camino de la derecha. Todos eran caminos exactamente iguales, pero cada uno conduciría a un lugar diferente. De eso no había duda.

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13/10/2015, 01:55
Kara

Kara consiguió impactar a la otra mujer con un golpe certero pero no pudo festejar, todo se desdibujó y empezó a sentirse arrastrada a otro nivel. No tenía miedo en sí, no por ella; sin embargo pensaba en sus compañeros y en su amado planeta Tierra en manos de ese loco.

"No me puedo rendir..."

Se dijo mientras recorría ahora un nuevo escenario: un pasillo que no parecía tener fin, iluminado por antorchas de un lado y otro. Siguió volando, de frente, hasta que se vio obligada a virar en una dirección.

"No tengo idea de dónde... probemos derecha"

Pensó, aunque para ella eran igual de inciertos ambos caminos. Pese a todo probó con la derecha, giró hacia allí y siguió volando, con sus puños cerrados hacia delante para darle mejor orientación mientras se suspendía en el aire.

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13/10/2015, 13:35
- Lobezno

Ah, por fin lo vio en su esplendor: un ejemplar de toro enorme, o eso le pareció a Lobezno a medida que se acercaba a él. Era impresionante, con sus astas sobre la cabeza, y allí encerrado. Podía ser una máquina letal. Y Logan estaba exultante.

Con los músculos tensos, sonriente, y las garras extendidas, se fue acercando a aquel animal haciendo resonar sus pasos por el pasillo. Las botas aún las tenía húmedas del chapuzón de hacía unas horas, pero apenas le importaba, lo que le interesaba ahora era aquel toro.

Arañó con sus garras la pared del corredor para obligar al toro a detectarlo, aunque le sorprendía que no lo hubiera hecho ya.

Casi con un rostro sádico, Lobezno siguió acercándose a la criatura, pero ésta no se movía, y ello hizo que Logan parara en seco, preguntándose qué demonios ocurría.

—Pero…

Desde que toda aquella locura había empezado con aquel cabrito, luego los lobos a los que tuvo que liquidar, la marcha de Gandalf, después el panoli de Aquaman, el barco pirata que comenzó a hundirse, las réplicas de Kara y él mismo donde la batalla que libró con su igual había quedado en unas forzadas tablas, se encontraba justo en ese momento con un toro que apenas le hacía caso, por no decir que ninguno. No entendía por qué.

¡EH!— gritó Lobezno, extendiendo los brazos, mirando fijamente al toro—. ¡ESTOY AQUÍ!

Tenía ganas de atravesarlo con sus garras, y de seguir adelante con su camino, y que el toro, que suponía que guardaba aquel lugar, no le hiciera caso, era algo que Lobezno no estaba dispuesto a soportar. 

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19/11/2015, 01:55
- Narrador -

La super chica decidió seguir su instinto y tomar el camino de la derecha. Alguien había dicho alguna vez que la derecha era mejor, pero en un laberinto en el que todo resultaba igual o sumamente parecido, tomar el camino de la izquierda o el de la derecha terminaría dando igual. O quizá no.

En aquel sitio no había la evidencia de ninguna puerta, solo pasillos de piedra gris, de antorchas y de sombras a cada paso que se daba. Era una inmensidad de corredores lleno de luces y sombras que jugaban malas pasadas hasta el superhéroe con los sentidos más expertos.

El camino de la derecha solo llevó a otro corredor, continuó andando hasta que sintió como si terminara girando unos noventa grados a la izquierda. Al poco de doblar aquella esquina, volvió a ver como se volvía a dividir, esta vez tenía que elegir sólo entre dos posibilidades, continuar defrente, o volver a tomar el camino de la derecha.

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19/11/2015, 02:07
- Narrador -

Mientras Lobezno trataba de llamar la atención del toro, éste no se inmutaba. Aquella criatura estaba en aquel lugar sin que el hombre lupino lograse averiguar la razón. Pero el cuadrúpedo no respondió, ni tan siquiera se inmutó. La presencia de Lobezno no le llamaba la atención por lo que no sucedió absolutamente nada...

Todo aquello continuaba siendo muy extraño...

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19/11/2015, 07:08
Kara

Todos los corredores parecían iguales: luces y sombras jugando desde antorchas en las paredes dibujando proyecciones caprichosas. Kara sintió que, luego de doblar y seguir adelante, daba un giro de noventa grados. Este no era un pasillo de una edificación sino un laberinto, y por ende no se podía confiar en su curso. Ahora se le presentaba una doble chance: doblar nuevamente a la derecha o continuar hacia adelante. La rubia kriptoniana tuvo una idea, y la puso n marcha segundos antes de su elección.

"¿Por qué adivinar lo que atravieso cuando puedo ver más allá de sus paredes?  "

Así usó su visión de rayos mientras giraba su cabeza para enfocar las dos posibilidades y notar si alguna ocultaba una puerta, salida, o se encaminaba a un tipo de pasillo diferente. Si ambas eran iguales, seguiría hacia adelante porque le parecía que doblar podría volverse peligroso. Temía perderse por siempre en ese intrincado sitio.

"O sino romperé las paredes a los golpes como último recurso...  "se dijo con desición. Ella era Supergirl, no una niña mortal.

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Visión de rayos

Tirada: 1d100

Dificultad: 2-

Resultado: 12 (Fracaso)

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19/11/2015, 23:41
- Lobezno

El mutante no podía creerse que aquel animal no le hiciera caso, y arañó con fuerza una de las paredes del corredor de pura frustración, pero dejó de gritar al toro. Se limitó a arrugar la nariz, y a mirar lo que tenía de camino, y decidió que lo mejor era seguir avanzando.

Suspiró, pensando en dar un puñetazo al toro, y clavó sus garras en la pared, comenzando a dejar un rastro para el caso de que tuviera que volver atrás.

Comenzó a caminar, escuchando sus pasos resonar, y procurando no separarse de la pared en ningún momento para no perder su particular migaja de pan.

-Estúpido toro- se decía Lobezno, murmurando-. ¿Por qué no hacía nada? Ni siquiera existía para él...

Se dijo, entonces, que, quizá, el animal fuera sordo o ciego, o las dos cosas, y, muy en el fondo de su interior, sintió lástima.

Notas de juego

Móvil u.u Sorry D:

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24/11/2015, 02:10
- Narrador -

Para la supergirl con rayos x en los ojos, las paredes de piedra de aquel laberinto de nada sirvieron. De un rápido vistazo pudo observar todo lo que se encontraba en ese lugar. Pudo ver varios cuerpos que parecían pertenecer a algún tipo de res. También pudo ver un esqueleto de adamtium, que sin duda pertenecería al cuerpo de Lobezno, y en el centro de ese laberinto pudo ver también el cuerpo de una especie de hombre gigantesco con cabeza de res. Seguramente, se tratase de un minotauro. Además, en la punta de uno de sus cuernos parecía haber algo de diferente material al de su cuerpo, lo que indicaba que sería la gema y ese su enemigo a abatir.

Los rayos X de la superheroína iban a reducir mucho tiempo de espera en aquel lugar. Así que tan solo tendría que salir volando para encontrarse con Lobezno y juntos enfrentarse al minotauro, o bien enfrentarse sola y continuar avanzando en ese estúpido juego para terminarlo cuanto antes.

Notas de juego

Si decides ir a ver a Lobezno, narra para él como llegas y le marcas como destinatario.

Cargando editor
24/11/2015, 02:16
- Narrador -

El camino de la derecha solo llevó a otro corredor, continuó andando hasta que una vez más encontró dos opciones a tomar: Podría continuar hacia la izquierda, o tomar el camino de la derecha. Todos eran caminos exactamente iguales, pero cada uno conduciría a un lugar diferente. De eso no había duda.

Notas de juego

No me has dicho opción a tomar.