Hay lugares donde el tiempo parece estar estancado. Todos los días son iguales, no hay cambios, nada se mueve. Sin embargo la gente es feliz. En este suburbio del Midwest americano, la calma es moneda corriente, enroque de ambición y progreso por una estabilidad tranquila que brinda el exclusivo lujo de dormir a la noche sin trabar cerraduras. Pero cuando algo quiebra ese sosiego, el ruido retumba por cada rincón de la ciudad y, lo peor de todo, es que nadie sabe que es lo que está pasando.