Partida Rol por web

Entre asqueado y atónito pregunto en un tono algo bajo

¿y para que puñetas alguien querría una máquina de hacer bichos feos?

Arqueo una ceja, perpleja ante la extraña máquina que se presenta ante nosotros. Los goblins, unos seres pequeños y verdes, saltan de aquí de allí...

Cosa tan rara....

-¿Qué es esto? ¿tiene alguna utilidad en especial?- Me uno a las dudas de mis compañeros, que como yo, contemplan a los bichillos saltarines

Nomegna observa la máquina con curiosidad. Sentía cierta tensión entre ellos dos, sentía que podían congeniar...

Si esta máquina crea criaturas con suficiente pelo, puede ser la solución a mis problemas... Nunca más conoceré el paro.

Ostras, una maquina de hacer goblins, entonces si en la salida le ponemos la maquina de matar goblins tendremos algo que recuerdo haber visto antes...pero no se ahora donde...

-Nos puedes mostrar como funciona?

Ellos luego se reproducen solos, pero los cuervos los hacen personalizados utilizando esta preciosidad. Ahora vosotros tendréis que crear vuestros propios goblins.

La máquina, angulosa y recubierta de paneles diversos, ofrece un aspecto improvisado. Muchos de los cables se quedaron por fuera, y la mayoría no llegan a ningún lado, o se hayan conectados a sí mismos. Unos enormes contadores menean sus respectivas agujas.

Lo primero que tenéis que hacer es su historia. Por supuesto que será falsa, pero bastará con que ellos se la crean. Queda masa de sobra para vuestros goblins. Comprueba rápidamente unas agujas especialmente alegres, y echa un vistazo a la especie de hormigonera soldada sobre aquel mazacote. Sí, de sobra.

Busca las palabras indicadas, y se concentra de nuevo en sus jugadores.

Es recomendable que este paso -la historia- sea el primero, porque al hacer la historia se desarrolla todo lo demás. Aunque claro, tenéis que tener una idea de cual queréis que sea el resultado para ir por una línea concreta. Así pues... ¿Grimpogg? ¿Spluj?

Dos goblins ansiosos corren, chocando uno contra otro e intentando hacerse zancadillas, hacia Pájaro. Llevan en sus manos papeles de pergamino y plumas recién entintadas. Estos goblins son un ejemplo de lo mucho que influye la historia sobre la personalidad, e incluso sobre el aspecto. Y eso que no hice más que hablarles de mí... gracias, Grimpogg. Gracias Spluj.

Ante el agradecimiento ambos seres olvidan su reciente competitividad para alejarse, abrazados, como borrachos.

En fin. El master ofrece los pergaminos a sus invitados. Ahora vais a crear la historia de vuestros personajes. Os recomiendo que os extendáis, como yo en este post. Os parecerá difícil, porque se os irán agotando las palabras, pero con un poco de esfuerzo conseguiréis personajes con muchos más matices... vamos, mucho más reales.

Y en cuanto a la ambientación... me da exactamente igual. Aquí hay dos objetivos: que se crea la historia (lo que, debido a su moderada inteligencia, no es difícil) y que no se duerma de aburrimiento cuando trate de recordar algo (lo cual, debido a la misma razón, es bastante más complicado), lo que podría provocarle amnesia por motivos obvios. Y con amnesia, por supuesto, la existencia de la historia sería inútil.

Y... bueno, los goblins no tienen una lógica muy entrenada que digamos... pero tienen un agudísimo sentido del absurdo y del humor tonto, por lo que se sentirán como en casa si les pones algo de eso en la historia.

Me rasco las plumas de mi cabeza mientras contemplo el vacío pergamino que me acaban de entregar.

Extraña tarea. ¿Para qué narices voy a querer yo engendrar un goblin? Sólo faltaría que luego me llame papá ...

En fin, probemos. Empuño la pluma y escribo:

"El nombre del goblin es Gorgorito. A pesar de lo ridículo que pueda parecernos a nosotros, es un nombre que en la lengua de los traviesos goblin emana una cruel malicia y endiablada astucia.

Nació en el interior de las Montañas Nubladas-pero-tampoco-mucho-apenas-unas-nubecillas, en una de las incontables cavernas donde viven las tribus más temibles de goblins de toda la zona y sus alrededores. Tremendamente famosos son en los pueblos de esas comarcas por la crudeza de sus bromas y lo desalmado de sus travesuras.

Hijo de su madre, aplicada ama de cueva, y de su padre, reconocido en su tribu por ser el menos piadoso en sus trastadas de entre todos ellos, Gorgorito creció en un ambiente de bromas pesadas y amarga socarronería, propio de cualquier respetable familia trasga, junto con cinco hermanos varones y cinco hermanas hembras, todos y todas mayores que él.

Nació más pequeño de estatura que el tamaño medio de los de su raza y así continuó toda su vida, pero con ciertos colgantes atributos bastante mayores de la media. Orgulloso estaba el padre y no vacilaba en alardear ante sus amigos del cojonazos de su hijo, el menor.

Desde pequeño acompañó a su padre y hermanos en las incursiones nocturnas en las casas y granjas de la zona, aprendiendo a desordenar todo lo que encontraba a su paso, a espantar al ganado, a cortar la leche de la despensa, revolver la paja y a hacer otras muchas putadillas. Al regresar a casa de amanecida, compartía con todos ellos la juerga y la algarabía por la satisfacción del deber cumplido y del trabajo realizado.

Pero Gorgorito , el cojonazos, no acababa de entender del todo la mecánica de aquel asunto. Si se le ordenaba que desordenase los cubiertos, diligentemente los clasificaba en el cajón de la mesa de la cocina. Si su misión era espantar las cabras, las cabras acababan convenientemente "espantadas", todas ellas recogidas en su redil. Si su tarea era molestar a los dueños de la casa para que no pegasen ojo en toda la noche, éstos dormían plácidamente y de tirón. En definitiva,  la casa en donde había habido una incursión nocturna de Gorgorito despertaba por la mañana pulcramente recogida y orden.

La fama de Gorgorito creció tanto entre la tribu de goblins, que lo rechazaban y lo miraban como a un bicho raro, como entre los aldeanos, que rezaban para que él acudiese por la noche a desordenarles las casas e incluso le dejaban platos con dulces y golosinas. Su padre dejó de estar orgulloso de su hijo el menor, y  el cojonazos adquirió otra entonación y otro significado.

A Gorgorito no le interesaban las tareas de Goblin. Él prefería leer y por las noches, en sus incursiones en el pueblo, se sentaba en los corrales, rodeado de gallinas (que eran sus mejores amigas ya que, desde que las visitaba, ponían los huevos más gordos y hermosos jamás recordados), y compartía con ellas historias de tierras lejanas.

Hasta que cumplió la mayoría de edad: harto de su vida, empaquetó un hatillo con sus enseres más preciados, en su mayoría libros, se despidió de su madre, lágrimas en los ojos, y partió a un mítico lugar que había leído en una de sus historias, llamado Umbría Island. Le costó perderse varias veces por el camino, pero finalmente llegó.

Umbría Island estaba poblada por una gran variedad de seres, muchos parecidos a él que corrían atabalados de un lado a otro. Pero de entre todos esos seres, uno captó su atención por encima de todos: una especie de gallina gigante que se apoyaba en una vara al andar y que iba acompañada de un gigantón bárbaro, de un señor que brillaba con luz propia, como un neón ambulante y de otros extraños personajes.

Se podría decir que fue amor (de ese tipo de amor que profesan los discípulos a su venerado y bienamado Maestro) a primera vista y Gorgorito decidió que dedicaría el resto de sus vida a servir y a aprender de aquel emplumado ser que lo había cautivado."

Bueno, pues si cuela, ya tengo un goblin a mi servicio. Aunque no sé si de eso se trataba ...

Haku asqueado entre tanto bicho horrendo y viendo como el pájaro que los acompañaba tras poner su pergamino en la máquina se había hecho "amigo" de uno de esos bichos pregunto al jefe:

Pero....¿tengo que hacerme un esclavo así? ¿No puede ser un fornido joven nórdico que responda a todas mis ordenes? se giró ante los que suponía eran sus compañeros de aventura Si, con todas me refiero a todas, incluidas las amatorias.

Esta gente Umbría es cada vez más extraña...

Arqueo una ceja, extrañadisima ante lo que tengo que hacer…Así que debo crear una historia para este bicho…Pues bien…Pero luego que no se encariñe conmigo demasiado..Vamos allá pues…

El goblin en cuestión se llama Turín Turón..Pero este es su nombre artístico, antes se llamaba Mocosoh..Claro, se lo cambió al llegar a Umbría.

Mocosoh nación y creció en una pequeñuela ciudad al oeste de Las Ruinas del Oeste. Su padre era un importante jefe goblin de la ciudad, muy listo y muy rico. Había hecho fortuna tras matar al gran dragón Cola Azul, que se comía los campos de judías.

Su madre era una goblin presumida y gorda, dedicada en cuerpo y alma a hacer enormes pasteles (para ella misma, claro) y tomar en sol en topless. Como tenían tanto dinero, ella nunca limpiaba la casa, lo hacían los criados, que para eso estaban.

Mocosoh era muy feo muy feo… Tan feo que los espejos gritaban cuando lo veían. Era hijo único, y su padre quería que estudiase un montón para que fuera el siguiente jefe. Pero a Mocosoh eso no le iba. A él lo que le iba era contar chistes, lo que en realidad no hacía falta, ya que con su aspecto ya era más que suficiente.

Su madre se solía burlar de él, y le decía que estudiase. Sacaba muy malas notas en la escuela, por lo que su padre le solía castigar colgándolo por las noches de un palomar para que le picaran los búhos.

Así, como estaba cansado de estudiar (y de que le picaran las lechuzas), se fue un día a hablar con sus padres. “Mamá, papá, quiero ser artista”. Sus padres se enfadaron un montón, vaya que si se enfadaron. Sobre todo su padre, que le explotaron dos verrugas de la barbilla de la rabia.

Lo echaron de casa, y le dijeron que iban a adoptar en su lugar a un niño trasgo de las Montañas  Frescas. Así, Mocosoh, se fue de casa llorando, sin un mal amigo, y con un hatillo al hombro.

Tras días de caminata entró en una taberna, y oyó hablar a un desconocido muy raro de un lugar aún más raro..Zumbría o algo así se llamaba. Como no tenía nada que hacer ni adonde ir, decidió buscar ese sitio.

Anda que te anda, tras semanas y semanas de viaje y aventuras, llegó ante una enorme puerta, en cuyo letrero se podía leer “Umbría”. ¡Ya he llegado, ya he llegado! Gritaba enloquecido. Al entrar, se quedó pasmado. Había seres que nunca había visto, unos más feos incluso que él. Aquí seguro que no se meten conmigo. Estaba muy asustado, y encima un ser que parecía algo asó como un pingüino azul con un sombrero verde, le robó el alumuerzo..

En esas estaba cuando una mujer rubia, alta, vio a Mocosoh llorando y lamentándose, haciendo honor a su nombre..Como le dio pena, se acercó a él, y le ofreció enseñarle los secretos de Umbría a cambio de que fuera su alumno..

Así, surgió el amor…o lo que fuera eso…colorín colorado..

Dejo el boli, y lo mordisqueo pensativa

La verdad, Haku, es que la máquina está diseñada para hacer goblins, pero por probar puedes imaginar otro personaje (humano, elfo, mediano o enano).  Sinceramente, no tengo ni idea de cómo saldría, pero bueno, si te sientes incapaz de hacer un goblin...

Bueno, acabemos con esto pronto.

Haku se acercó a la máquina y empezó a pulsar botones hasta que esta empezó a hacer ruido y entonces apareció un goblin.

- Haku: ¿Tu eres mi goblin?
- Goblin: Si, amo.
- Pero...no eres alto...ni fuerte...ni guapo
- Soy el más bellos goblin de mis tierras, de hecho, es por eso que he sido elegido para servirle. Si bien es cierto que no destaco por mi altura, ni mi fuerza física eso no me impedirá servirle. Al no ser apto para los trabajos físicos, fui educado enó  las más grandes escuelas de arte, hasta convertirme en el mayor experto en arte de mis tierras....bueno, en realidad era el único que sabía apreciar la belleza de las flores en primavera, el único que elegía sus vestimentas combinando los colores de las mismas, ¡Que demonios!, era el único que tenía modales, aquellos bárbaros no apreciaban mis consejos sobre moda. Puede que eso también influyera en que fuera mandado aquí. Por cierto, mi nombre es...
- ¿Te he dicho que hables bicho?
- No, amo. Perdóneme, amo

Haku entonces se giró hacía el Director y sin ningún entusiasmo dijo: Ya tengo bicho

Entonces se retiró dejando que el resto de compañeros usara la máquina. "Bicho", por supuesto, le seguía dos pasos por detrás.

Nomegna se acerca a la máquina.

- He aquí el mejor modo de crear vida inteligente...- dice golpeando el lomo del aparato.

El goblin se llama Yenifer. Se trata de un ser horrendo y travestido que desde pequeño se veia deslumbrado por su propia fealdad. Desde pequeño robaba los vestidos de su gorda y jorobada madre, pues tenían la misma talla de chepa. Solía aguantar con los vestidos puestos hasta que sus padres le descubrían y le propinaban una tremenda paliza. Yenifer lo soportaba con un sentimiento entre pena y alegría, pues sabía que con cada golpe se deformaba un poco más, intensificando su horrible imagen, de la que se sentía tan orgulloso. Animado por esta idea empezó a pasearse por el poblado travestido para que los ancianos le golpearan con sus bastones y sus compañeros de clase le tiraran piedras. Gracias a esto creció feo, débil, tuerto y con complejo de inferioridad. Cuando se sintió preparado, comenzó a presentarse a los certámenes de belleza goblin, obteniendo un gran éxito. Se convirtió en el ser más feo y pútrido de su provincia, después de su región, de su país y, finalmente, se alzó con el título internacional de Miss Ofensaalsentidovisualyolfativo.

Por desgracia, esto le granjeó aún más enemigos que, celosos de su fealdad, le momificaron y le tiraron al mar. El destino quiso que apareciera en la Isla de Umbría, donde recuperó la movilidad al ser liberado de su prisión por el cyborg Nomegna. Esto fue el comienzo de una gran amistad, pues Yenifer tenía la desgracia de ser muy peludo, lo que disimulaba en parte su fealdad, y Nomegna le procuraba habitualmente rapadas al cero. Así, Yenifer se prepara para una nueva etapa, en la que pretende repeler los sentidos de los habitantes de esta isla.

Terminado el pergamino, Nomegna lo introduce en la máquina y se sienta a esperar.

Buiter se remueve inquieto en el sitio, apoyándose alternativamente en cada una de sus dos patas, obteniendo un absurdo balanceo. Contempla a los compañeros que aún no han entregado el pergamino, intenta morderse la lengua fuertemente con el pico y realiza uno de sus ejercicios de relajación. Ohmmmmmmmm MMMMMMMMM mmm MMMMMMM mmmmm MMMMMM mmmmmmmmmm MMMMMMMMMMMMMMMMMMMM !!!

¡Queréis hacer el favor de hacer los deberes de una p... vez! ¡Con la tontería tenemos la historia parada desde hace días!

Ahora sí que se siente relajado, y, como no quiere enzarzarse en ninguna discusión, entrecruza sus piernas, recoge su cabeza entre las alas, adopta la posición del loto y se queda levitando a un palmo del suelo, inmerso en su meditación. Zzz, zzz.

Haaaaku, te has anticipado a todo lo que pasa. Muy mal. Si no quieres escribir la historia de tu goblin, pues hasta puedo entenderlo, pero no habras recibido las enseñanzas completas de la academia umbriana y no podre darte el maravilloso diploma. No tiene por que ser una historia compleja o extensa.

Tampoco tienes ni idea de como funciona la maquina. No puedes crear un goblin así como así, porque entonces...

El goblin se deshace rápidamente en la imaginación del alumno. ...Entonces, el goblin no existe.

No voy a esperar a nadie más de los que ya habéis cumplido. Voy a mandaros vuestros próximos deberes; si los demás no recuperan antes de que termine la escena serán expulsados, y con mal sabor de boca por mi parte, de la partida. No puedo sincronizar más de un grupo en los próximos niveles. Ah, y Varyamo, ahí donde lo véis, tan quietecito, ya no existe en Umbría Island. Pero no nos entrentengamos en meditaciones sobre Qué Hay Más Allá De La Baja (aunque desde luego no un mundo mejor)... ¡Tenemos mucho que hacer!

Pulsa un botón y sale un par de guantes para cada uno de los presentes de las entrañas de aquel trasto, que parece servir también de máquina expendedora. Luego pulsa otro botón, y la hormigonera que gira en su elevada posición empieza a vaciarse por un tubo en espiral que culmina en un barreño.

Éste no tarda en llenarse de una masa verde gomosa. Necesitaréis los guantes; esta sustancia es abrasiva hasta que se seca. Moldeadlos como queráis, aunque claro, han de parecer goblins. El milagro de la masa verde que utilizaréis es que es capaz de almacenar emociones y movimientos para reproducirlos posteriormente.

De pronto se despliegan numerosos cajones con una gran variedad de ojos, dentaduras, cabelleras, uñas, etc., todos de plástico, como sacados de una tienda de artículos de broma. Ah, sí... los complementos. Gracias, Máquina De Hacer Goblins Portátil. El master hace una reverencia.

A Haku se le llenan los ojos de lagrimas y mirando tierna y fijamente a los ojos del Director empieza a balbucear entre sollozos:

jooo yo no quería....es que...a veces no entiendo las cosas...y yo que se...le dí a los botones... quería ya un goblin de esos...y me puse nervioso....porque yo no soy muy listo sabes? ....y el pájaro ese ya lo hizo...y yo no quiero ser más tonto que un pájaro....y el robot ese me mira mucho el pelo ...y.....y...

Haku coge su pergamino y su boli y se va llorando a un rincón oscuro a hacer sus deberes. Escribe todo lo rápido que su muñeca le permite para poder llegar a tiempo, no retrasarse respecto a sus compañeros y no despertar la ira del Señor Director.

Cabizbajo y sin levantar la mirada del suelo se acerca al Señor Director y le entrega el pergamino en el que se puede leer:

Caskivana era  la goblin más hermosa de su región, por supuesto era más fea que cualquier humana, pero entre los goblin destacaba por su belleza. De pequeña era una niña hermosa y encantadora y su viudo padre se sentía orgullosa de pasearla ante la mirada atenta de los lugareños.
Al llegar la adolescencia Caskivana cambió su adorable belleza por un explosivo atractivo sexual. Su padre vio como todos los varones de la aldea, desde jóvenes a ancianos, se acercaban a ella con intenciones impuras, lo cual ofendía a su padre. En la familia de Caskivana lo que más valor tenía eran las tierras de labranza que poseían y creerme cuando os digo que estas valían bien poco. Su padre decidió que el goblin que quisiera poseer carnalmente a Caskivana debería casarse con ella y pagar un tributo a la familia. Pero ninguna de las ofertas que recibían eran del agrado de su padre, bien es cierto que la inusual belleza y atractivo de Caskivana valían más que todas esas ofertas juntas.

Pero Caskivana era una joven inquieta y las órdenes de su padre le importaban más bien poco y por las noches salía a pasearse ante la mirada lasciva de los hombres del lugar. Su padre no podía permitir que lo único que poseía de autentico valor, más económico que sentimental, se fuera a escapar.
Vendió un par de besos inocentes, entiéndase en las mejillas, de su hija y con el dinero conseguido compró la visita de una hechicera que con estas palabras hechizó: "Ningún goblin con deseo te podrá tocar, mientras de tu padre no sea voluntad". A pesar de la poca originalidad de las palabras estas resultaron ser de lo más efectivas. Cuando Caskivana y algún otro u otra goblin se acercaban y alguno de los dos tenia intenciones carnales sus cuerpos eran rechazados como si de dos imanes de mismo polo se acercaran, al mismo tiempo, a Caskivana le entraba un malestar estomacal que le hacia tener arcadas y un agudo dolor de cabeza.
Los años pasaban y para desgracia de Caskivana su padre no se decidía por ningún goblin para su hija, quien intentaba en vano rozarse con los varones.

Un glorioso día unos mercaderes enanos atravesaron su poblado empujando a todo goblin que les molestase. Caskivana se detuvo en su trayectoria imaginando a uno de esos enanos sin ropajes. Este al pasar la empujó y Caskivana cayó al suelo. En un primer momento fue una situación de lo mas humillante, pero pasados unos instantes, aquel empujón se convirtió en el recuerdo más feliz que  la memoria de Caskivana posee, pues entendió que aquella hechicera que años atrás la hechizó, utilizó la palabra "goblin", por tanto el resto de especies estaban exentas de su limitación.

Caskivana cansada de ser virgen y no precisamente por propia voluntad, decidió huir a tierras lejanas. Primero visito las altas montañas, donde vivían los elfos, primero intentó atraer de manera sutil a estos seres, que obviamente la rechazaron asqueados. Cansada de la sutileza se lanzó a la cintura de uno de ellos intentado bajarle los pantalones, no os detallaré lo que pasó a continuación, pero debéis saber que fue desterrada de las montañas. Así pues, viajó a las llanuras de los enanos, su primer contacto fue con un enano, con ellos conseguiría intimar. Nuevamente, se equivocó. Los enanos la escupían y la insultaban y aunque obtenía cierto placer de ello no conseguía satisfacer lo que llamaremos sus "picores". En un esfuerzo de inteligencia goblin, pensó que debía bajar algo su listón y se marcho hacía las áridas tierras de los orcos. Los orcos se entretenían viendo como Caskivana intentaba seducirles y con la promesa de falsos arrumacos futuros la hacían trabajar. Aguantó unos meses, pero al ver que solo la rozaban al darle las herramientas de trabajó decidió marcharse.

Durante sus viaje oyó vagos rumores sobre una isla en la que habitaban toda clase de seres, así que robó algunos mapas a los orcos, los leyó, los interpretó, lo siguió y descubrió que la cartografía, como casi todo lo que requería inteligencia no era lo suyo, pero pudo intercambiar los mapas a unos comerciantes por información sobre como llegar Umbría Island.