Partida Rol por web

Un par de minutos después Zoddert escuchó el característico sonido de la cadena del váter y acto seguido como corría agua en el lavabo. La puerta de un pequeño cuarto de baño se abrió y de su interior surgió la figura del hombre más esquivo quizás de todo el departamento. El experto informático Edward Boyle.

- Buenos días... - Le dijo al orco. - ¿Viene por mí? - Le preguntó.

Era muy pronto por mañana. La orden de Celarian era clara, entrevistarse con la ex-pareja de la última víctima. No obstante, por lo que tenían entendido se trataba de un ser nocturno. Eso implicaba necesariamente que a esas horas de la mañana, estuviera durmiendo. No tenía demasiado sentido ir hasta su domicilio y tocar a la puerta porque no abriría de buenas  primeras y si lo hacía, lo haría de mala gana. Llamarle por teléfono, aunque lo tenían a mano, tampoco iba a ser una buena idea, pues probablemente obtendrían el mismo resultado. Podían esperar hasta el medio día para intentar aquello.

Por suerte, esa no era la única misión que les habían encomendado. También les habían mandado ir a hablar con el vagabundo que alertó de la aparición del cadáver de la quinta víctima. Aquel vagabundo resultó llamarse Bruce O'Hara y aunque no tenían antecedentes penales, si tenía antecedentes policiales por múltiples peleas con otros vagabundos y por temas relacionados con problemas de alcoholismo. Había sido él quien encontró el cadáver de Cealta Nimraen y ahora que llevaba unas horas sin beber podía ser que recordase algo, algún detalle que no recordara entonces.

Por suerte para ellos, Zoddert lo detuvo nada más verle. Fue algo brutal y sin demasiado sentido, pues lo cierto es que arremetió contra él sin que tuvieran nada en su contra salvo su evidente embriaguez. Ese no era motivo alguno para efectuar una detención. ¿Por qué lo detuvo, atentado contra el agente de la autoridad? No lo sabían, pero por suerte, una vez efectuó la detención y Celarian entró en su tienda de campaña hallando un cadáver tuvieron un buen motivo para llevarlo a dependencias policiales.

Courier y Raynor se encaminaron al segundo sótano del edificio. Cogieron el ascensor para ello, bajar tantas escaleras no les apetecía tan pronto por la mañana. Los calabozos se encontraban en la segunda planta del sótano. Una vez allí le pidieron a uno de los agentes encargados de la custodia de los calabozos por el tal O'Hara y éste les confirmó que seguía en una celda a la espera de ser puesto a disposición judicial. Acto seguido le pidieron que le llevaran a una sala de interrogatorio y una vez allí le miraron unos momentos desde detrás del espejo.

Bruce O'Hara parecía más sereno que hacía dos noches. Sin embargo sus ropas y su aspecto seguían siendo igual de desaliñadas. Pese a que llevaba casi cuarenta y ocho horas sin beber, todavía apestaba a alcohol. Sin duda sus ropas estaban impregnadas con aquel olor y su aliento también. Igual su cuerpo se había rendido y ya no sintetizaba el alcohol. Fuera como fuera, desde detrás del espejo vieron a un hombre derrotado y casi sintieron lástima por él.

Se mantuvo en silencio, con la mirada gacha y casi sin moverse. De vez en cuando alzaba la mirada y miraba de reojo hacia el espejo. Casi parecía que pudiera verles, pero era cuando sus miradas se cruzaban por casualidad, los dos agentes sabían que se trataba de una mera ilusión. Aquel hombre tenía una vida muy triste y aunque no conocían las razones que le habían llevado a ella, sabían que el alcohol podía tener mucho que ver, aunque también podía ser que el alcohol fuera un mero refugio mental donde trataba de esconderse y olvidar su desgracia.

Era el momento de actuar. No parecía culpable del asesinato de la elfa. Ellos sabían que no daba con el perfil. Además, tenían claro que no poseía un arma capaz de producir las heridas que se habían localizado en el cuerpo de la víctima. Lo sabían bien, porque estaban convencidos pese a que las pruebas forenses lo lo habían confirmado todavía, que el asesino había utilizado uno de aquellos valiosísimos filos de niobinio y de tener en su posesión una de aquellas armas, Bruce O'Hara no sería un indigente.

La mirada asesina de zoddert cambió al ver que esta nueva baja era un troleo del enano.

He estado a punto de sacarte del mostrador a rastras, ni te recomiendo jugar así con un orco estresado.

Cuando vio al informático, se dirigió hacia él con prisas.

Boyle! Por fin! Hostias os recomiendo que cuando os vayáis de libre debéis a algún compañero con los datos para no dejar paralizada una operación por 4 asesinatos macho!

El orco intentaba acojonar al informático, primero por el tiempo perdido y segundo para tirarle bien de la lengua.

imagina la que has liado que hasta el comisario ha caído por este caso, y seguro que el que viene ahora no va a tolerar retrasos por un informático que se ha pedido un asunto propio a deshoras . Pero si has sacado información jugosa es probable que esto quede en nada! Dime Boyle! Qué has sacado en claro?

- El tema no es ese amigo... - Respondió Edward. - Cuando finalmente logré acabar de analizar las cintas de video, el caso se cerró y luego estuve de baja y de viaje. Ahora que he vuelto, me doy cuenta de que todo se ha reactivado y que McGee ha caído... - Se encogió de hombros. - Primera noticia de que todo vuelve a estar en marcha. De lo contrario, como tú dices le hubiera traspasado la información a otro compañero... - Sonrió. - Tengo algo... - Dijo. - Acércate...

El agente informático se sentó frente a un ordenador y le pidió al orco que hiciera lo mismo. Zoddert cogió una silla y se sentó a su lado. Boyle comenzó a teclear en el ordenador. Entró en un programa y luego en otro y finalmente accedió a una grabación. Consultó un archivo de escritura donde tenía anotadas una serie de datos y finalmente corrió la barra del tiempo hasta el momento concreto que quería mostrarle a Everton.

- Mire... - Dijo Boyle. - Es una cámara de tráfico cercana a la escena del crímen. El día... - Consultó en una pestaña aparte. - ...21 de febrero a las 01:47 horas. - Dijo entonces. - Me preguntaron por un Terrain o un GMC Lambda... - Señaló con el dedo. En la pantalla se veía un coche que podía concordar con los que buscaban aunque lo cierto era que no se leía la matrícula. - Aplicaré unos filtros... - Dijo toqueteando con el ratón, la imagen se aclaró. - Ampliaré aquí... - Señaló sobre la matrícula. - ¡E voilà! - Se leía claramente una matrícula, FFK-3344.

-No se preocupe, doctor Murdock -dijo Jefferson, en tono bajo. No le pasó por alto que al forense no quería que se le molestase hasta que terminase de redactar sus informes-. Nosotros esperamos.

El agente orco le dirigió una mirada a su compañera, permaneciendo expectante ante los resultados que les iba a proporcionar el forense.

Zoddert revisó su PDA del departamento de policía, con la cual tenía acceso a los datos de la investigación.

Introdució los datos y... William Harrison

FFK-3344 GMC Lambda 83rd St nº45 2ºS

No puede ser! Le hemos interrogado hace unas horas! Debo irme! Buen trabajo Boyle!

El orco cogió el teléfono y llamo a su superior para informala ipso facto, debían llamar a todas las unidades, al ejército, a los putos dragones rojos si hacía falta! Tenían al autor!

Raynor entró primero, portando un vaso de carton lleno de humeante café, directo de la cafetería de la comisaría.

-Bueno, bueno, bueno...Bruce, ¿Brucy? ¿Puedo llamarte Brucy?-dijo en tono divertido mientras fingía leer el expediente que traía en la mano.

-¿Que me dices si empezamos con buen pie y me aceptas esta taza de café americano bien cargado?-preguntó alzando las cejas, dejando el vaso en la mesa.

-Verás... Yo tengo muy claro que tú no pintas nada por aquí... bebiste algo más de la cuenta... hablaste mal a un oficial y poco más... Yo quiero que en un par de horas tú estés otra vez felizmente por la calle, por eso mismo, ayúdame a ayudarte, Brucy... Dame algo que pueda yo usar para este caso y te prometo que hoy ya no duermes por aquí...

El vagabundo miró extrañado a Raynor. Le miró a los ojos son decir nada, entonces miró hacia el humeante café y devolvió la mirada a Ryan para volver a fijarse en el vasito de cartón y agarrarlo con ambas manos.

- ¿Y qué tal un chorrito de wishky para alegrar el café? - Preguntó con una amplia sonrisa en los labios que mostró su gengibitis y sus dientes negros. - ¡Bah es igual! - Dijo al ver la expresión de ambos agentes.

Agarró el café y empezó a soplar. Se tomaba con mucha calma el hecho de responder a sus preguntas. Finalmente se acercó el café a los labios y empezó a sorber.

- Muy bien... - Dijo entonces. - El café muy bueno... - Levantó la mirada. - ¿Qué querían? - Preguntó.

Las miradas de Courier y Raynor se cruzaron. Empezaban a cansarse de ese tipo y no llevaban ni diez minutos con él. Fue cuando Jeannine fue a hablar cuando Bruce abrió de nuevo la boca.

- Supongo que me preguntan por lo sucedido la otra noche... - Afirmó. - Pues no recuerdo mucho. Llegaron ustedes y encontraron a la chica. Ya les dije que de había metido conmigo. Quería mi chabola. Les dije que era mi casa y al final la muchacha se quedó allí dentro. ¡Fui yo quien les llamé, diablos!

El discurso de aquel hombre era difícil de seguir. Aunque llevaba cuarenta y ocho horas encerrado, parecía seguir borracho. El alcohol había destruido su cerebro hasta convertirle en lo que era.

- ¡Oh agentes! - Dijo entonces el doctor Murdock. - Han venido muy pronto... 

Aquello sonaba a que no le había dado tiempo a contrastar los resultados. Era normal, pues un test genético y una ecografía de los diferentes cortes en las diferentes víctimas, buscando coincidencias con los cortes producidos por el filo del museo en los moldes de gel, no parecía algo que se hiciera en doce o catorce horas. Si además tenía que redactar el informe de cada uno de los dos asuntos...

- Aquí tienen... - Les ofreció Rupert pasando dos carpetas a los agentes. - Si quieren se lo resumo... - Habló cuando vio las caras de ambos al ver dos enormes informes con gran cantidad de páginas. - Los cortes efectuados en las víctimas con coincidentes entre un noventa y un noventa y cinco por ciento con los de las víctimas. La sangre era coincidente con la de la última víctima, Cealta Nimraen...

En ese momento sonó el teléfono móvil de Celarian y extrañada lo cogió.

- Dime... - Dijo entonces.

El agente orco agarro su teléfono y llamó inmediatamente a la agente Vaamar. No tardó demasiado en contestar.

- Dime... - Dijo desde el otro lado.

- ¡Harrison, es Harrison! - Respondió el agente Everton. - ¡En una de las grabaciones de tráfico del día 21 sale un GMC Lambda y al consultar la matrícula, pertenece a Harrison! ¡Cómo no lo vimos antes! ¡Lo teníamos delante de nuestras narices!

Celarain Vaamar todavía no había asimilado la noticia que acababan de darle, para cuando sonó su teléfono móvil. Se trataba de Zoddert. Era una llamada extraña, acababan de verse. ¿Y si Boyle también le había revelado algo importante? La elfa descolgó el teléfono.

- Dime... - Dijo ella.

- ¡Harrison, es Harrison! - Respondió el agente Everton. - ¡En una de las grabaciones de tráfico del día 21 sale un GMC Lambda y al consultar la matrícula, pertenece a Harrison! ¡Cómo no lo vimos antes! ¡Lo teníamos delante de nuestras narices!

Mierda. Mierda. Mierda. 

Está bien, tranquilízate, Zod. Vamos a por Harrison. Ve al  edificio de Nimwë a ver si está ahí y espera a que lleguemos nosotros. Lo detendremos entre los tres. 

Colgué el teléfono y miré a Frank.

Era Zoddert. Harrison aparece en una de las cámaras así que podría ser nuestro hombre. De hecho, a lo mejor lo son los dos, él y su jefe. 

Antes de irnos, todavía tenía algunas preguntas.

-Está bien, doctor. Corríjame si me equivoco, pero lo que me está diciendo es que el arma del señor Nimwë tenía sangre de nuestra última víctima y que los cortes que se llevan a cabo con esta arma coinciden con las heridas infringidas, ¿es eso?

Empecé a pasear nerviosa. Había aún algunos flecos en todo aquello.

-¿Y el otro arma, han comparado el daño que produce para excluirla como arma del crimen, o podría también haber causado las mismas heridas? Y otra pregunta. La sangre, ¿es coincidente con la que resultaría de una herida, o podría haber sido "puesta" en el arma para que lo pareciese? Dese prisa, doctor. ¿Ha comprobado todo eso?

- Los filos de ambas armas son exactamente iguales. - Dijo el doctor Rupert Murdock. - Los examiné bien y bueno... las dos hojas son muy parecidas. Parecen haber sido fabricadas con el mismo molde. Es como si fueran hermanas siamesas. - Hizo una pausa, parecía tranquilo. Todo lo contrario que ella. - Eso mismo le estoy diciendo. La sangre de la última víctima estaba impregnada en el filo del señor Nimwë, ni más ni menos. Estoy convencido de que los asesinatos, al menos el último se produjeron con el bastón del señor Nimwë.

Está bien. Gracias, doctor.

Miré a Frank y le hice una señal con la cabeza para subir.

No podemos perder tiempo. Si Harrison es nuestro hombre, perfecto y si no, ahora habrá que presionarlo para que nos dé a Nimwë. De una u otra manera, esto acaba hoy.

Cuando llegamos, vi que Raynor y Nine estaban todavía por allí, así que acerqué a ellos sin perder tiempo.

-Rápido. Zoddert ha visto a Harrison en las cámaras de vigilancia y vamos a por él. Está esperándonos para entrar -les dije. Mientras nos íbamos, les informé rápidamente de todo -. La arma de Nimwë es la que buscamos, así que tenemos a dos asesinos potenciales. Esta vez vamos a por todas, ¿entendido?

- Está bien, tranquilízate, Zod. Vamos a por Harrison. Ve al  edificio de Nimwë a ver si está ahí y espera a que lleguemos nosotros. Lo detendremos entre los tres. - Le dijo simplemente Celarian a Zoddert antes de colgar.

Vaamar y Jefferson descendieron por las escaleras hacia el parking situado en el tercer sótano del edificio. En ese momento recordaron que Raynor y Courier se encontraban en la sala de interrogatorios junto con Bruce O'Hara, el vagabundo que esperaba ser puesto a disposición judicial por el arresto sufrido a manos de la unidad. Por ello, pasaron antes por allí para informarles de los nuevos descubrimientos. Aquellas pruebas eran ya bastante concluyentes, por lo que era necesario actuar deprisa.

Una vez en el aparcamiento del Departamento se encontraron allí los cinco agentes de la unidad. Habían llegado a la vez y aunque con prisas, era quizás el momento de decidir si ir en parejas, tríos dos, dos y uno o si coger coches rotulados o bien coches de paisano.