Partida Rol por web

Jorunn estaba disfrutando del paseo a pesar de la compañía. El que su guardían no dijese una sola palabra o hiciese un solo comentario hacía que pudiese imaginar que no existía. La joven suponía que ese aire taciturno era porque no le había gustado nada la tarea encomendada, pero tampoco era para tanto.

La vikingo no tardó en "olvidarse" de su silenciosa sombra y comenzó a escuchar las conversaciones de la gente, el reir de los niños e incluso fingió perseguir a uno de ellos con una sonrisa en la cara a modo de juego. Desde luego el ambiente era muy festivo e incluso la preocupada joven comenzó a relajarse aunque, por supuesto, sin olvidarse de lo que ocurría. Hasta que sonó el cuerno.

En aquel momento, la joven se olvidó de todo y giró la cabeza hacia el lugar de donde provenía el grave sonido. ¿Quién vendría al pueblo?
—Vayamos a ver que ocurre...

Cuando oyó al scalda gritar el berserker se dirigió a su casa. No le había parecido un grito de auxilio, pero después del ataque era mejor no fiarse.

Al llegar a la puerta, dió dos golpes en ella. ¿Estás bien? Thorgrím te ha oido chillar.

Sigurd camina junto a la hija del jarl, charlando amistosamente con los miembros de la aldea. Aunque grande y amenazante, es un hombre simpático y charlatán cuando no hay peligro. Ahora no lo es tanto, y cada poco mira a un lado y a otro buscando amenazas.

Cuando suena el cuerno, desenvaina una de sus hachas arrojadizas, mucho más discreta que su espada, mientras se dirige con Jorunn hacia la puerta.

"Sé que esto no os gusta nada, mi señora, pero será mejor que se mantenga algo detrás de mí"

A la entrada de Rohald llegaba un séquito de daneses. Más de veinte personas entraban en ese momento a Rohald y de nuevo uno de los hombres que habría la comitiva hizo sonar otra vez el cuerno con fuerza. No tardaría en llegar el jarl con sus guardias a recibir a tan ilustres invitados pero Jorunn sonrió alegre por haberse adelantado. Su hermana, con una abultada barriga que confirmaba los rumores de embarazo, cabalgaba junto con su marido Herjolf Tryggversson encabezando la comitiva.

Sigurd sonríe, tranquilo, y vuelve a envainar su arma. Sacude la cabeza riéndose de sí mismo y de lo que pensarían sus compañeros hirdmen si lo hubieran visto preocuparse así. No es el mejor en cuanto a elegancia y maneras, pero sabe lo suficiente como para darse cuenta de que lo mejor, en estos instantes, es permanecer firme y en silencio al lado de Jorunn.

Yngwe abrió la puerta con una sonrisa - Esperaba una vikinga más guapa, aunque no con unos pechos tan grandes - Thorgrimm pensó en la respuesta cuando recibió un golpe en el hombro del scalda- Es broma hombre, venga va, que la fiesta no espera a nadie - Yngwe iba bien engalonado, con unas buenas ropas cubiertas de un abrigo largo, la lira en la mano y la espada en el cinturón bajo la faja.

Cerró la puerta tras de sí y caminó con Thorgrimm hacia la fiesta - No estaba gritando, era un canto solitario - Miró bien a Thorgrimm que llevaba las ropas mojadas - Tú también vas muy... elegante, anda tira, vamos a buscar que quiero preguntar acerca de los visitantes.

Entre las tribus que han venido seguro hay algún brujo de Sejdr, quiero saber cuantos hay, pero no vayas por ahí pregonando, déjame a mí, que se me da bien darle a la lengua - Tras un par de pasos se detuvo para darle con un codo - O al menos eso dicen todas, ¡anda vamos!

En ese momento escucháis un cuerno que resuena dos veces cerca de la entrada de la aldea. Sabéis lo que eso significa, una comitiva llega a la aldea.

Cuando el hirdman sacó una de las armas Jorunn iba a reprochar su actitud, pues estaban en medio de la aldea y no había nada que temer pero entonces vio que la guardaba y siguiendo, la mirada del hirdman comprobó que era su hermana la que llegaba. ¡Su hermana! Gudrid había llegado con su marido y, evidentemente, con su sobrino en su interior.

La sonrisa de Jorunn era tan inmensa como la tripa de su hermana y simplemente fue incapaz de esperar la llegada de su padre. Estaba entusiasmada con la llegada ya que hacía mucho tiempo que no la veía.

—¡Gudrid!— exclamó cuando estuvo a su altura, acercandose— ¡Ya has llegado! y Herjolf... ¡Que alegría teneros aquí! ¿Como os ha ido el viaje? Las formas quizas no eran demasiado ceremoniosas pero ¿que podía esperarse despues de tanto tiempo y con la alegría del nuevo miembro de la familia?

Mientras el berserker pensaba que había querido decir con lo de los pechos grandes, el scalda ya le había dicho que era una broma, aunque él no la había entendido.

¿Te has vestido para una boda? - le pregunto al verlo tan elegante. - Pregunta tú si quieres, pero deja que sea Thorgrím quien se divierta en caso de pelea, no queremos que la herida del hombro se vuelva abrir.- le dijo mientras le daba un suave puñetazo en el otro hombro.

Se rió cuando entendió lo de la lengua- Pues eso no es lo que Thorgrím ha escuchado, las muchachas siempre le cuentan que es el mejor compañero de alcoba del clan, mucho mejor que el scalda.- añadió entre carcajadas a la broma de su amigo.

¿Vamos a ver quien ha llegado?

Gudrid sonrió al verla, alegre de ver a su hermana después de tanto tiempo. Pese al embarazo mantenía una pose noble y digna en el caballo que era guiado por un esclavo de las riendas. Vestía ropas de bonitos colores y joyas como era común en la esposa de un noble. Pese a las diferencias entre ambas era claro a los ojos de cualquiera el parentesco entre ambas.

-¡Jorunn, que alegría! Herjolf-le dijo a su marido-, es mi hermana, ¿te acuerdas de ella,verdad? Hemos tenido un largo viaje desde Finlandia y como puedes ver esta tripa me está matando-bromeó.

El hombre sonrió e inclinó la cabeza. Hacía unos años que no os veías, desde que se desposó con Gudrid pero no había cambiado demasiado excepto por que su barba era ahora mas frondosa. Llevaba los brazos cubiertos de brazaletes, símbolos de sus hazañas y su posición aunque no eran tantos cómo los que poseía el propio Hrolf. 

-Por supuesto, me alegra volver a veros-dijo el hombre cortésmente con una sonrisa- éste es mi hermano Stigandi-dijo señalando a un hombre algo mas joven que cabalgaba junto a ellos con el pelo recogido en una coleta. Éste a su vez también inclinó la cabeza a modo de saludo.

Es un honor conocer al hermano del hombre que hace tan feliz a mi hermana— contestó Jorunnon cortesía deseando que su hermana bajase. Parecía aún mayor de lo que recordaba y bastante más seria pero claro, ahora tenía que atender asuntos muy importantes. A pesar de todo estaba encantada y deseaba que su hermana la pusiese al día de todo. —Padre y los hirdman estarán al llegar. Yo estaba paseando. pero no esperaba que llegaseís tan pronto.

Aunque no lo mostraba, Jorunn se sentía bastante preocupada por lo ocurrido con la maldición y el pensar que si hubiesen llegado unas horas antes podrían haberse cruzado con los atacantes la ponía los vellos de punta.

A su alegre compañero parecía habersele comido la lengua un wyrm, era raro pues siempre estaba hablando.

No te preocupes- le dijo intentando levantarle en ánimo mientras caminaban hacia la entrada del poblado- Alguna también le ha comentado que Yngwe es mucho más habilidoso.

Aunque Thorgrím es seguro más resistente.- Añadió pasado un momento justo antes de llegar asu destino.

El silencio y la tranquilidad era lo que le ayudaban a meditar y a abstraerse para conocer el mensaje de los dioses. Pero lo que los huesos decían no era nada bueno. Se acercaban tiempos difíciles, tiempos de sangre y traición, tiempos en los que la duda se asentaría en el corazón de amigos y vecinos.

Tenía que prevenir al jarl pero ¿contra quién? Si avisaba del augurio con toda la gente preparándose para la fiesta el recelo se instalaría entre ellos y los viejos rencores avivarían rescoldos que ya deberían estar apagados. Pero tenía que hacerlo, tenía que poner sobre aviso al jarl Knudsson, o ¿quizá sería mejor idea hablar con el Thulr? No, iría a ver al jefe y solicitaría que la atendiera.

Cuando llegasteis a la entrada visteis que había un gran revuelo. Un grupo de personas se había acercado, toda la comitiva de un noble danés. Pero le conocéis y tambien conocéis a la mujer que a caballo cabalga junto a él y que ahora habla con Jorunn. Es su hermana Gudrid y él Herjolf Tryggversson. Parece que la hija del jarl a salido a recibirles adelantándose a su padre, que baja con su guardia de honor por el otro lado de la calle.

Cuando llegaste a la casa comunal donde residía el jarl, cercana a la tuya propia, no estaba allí. Solo estaban los esclavos y esclavas preparando el gran banquete. Habías escuchado un cuerno sonar a la entrada del pueblo asi que quizás estuviese recibiendo a quien fuera que acabase de llegar

El jarl bajó con su guardia personal, pasando entre la gente que le habrían paso mientras el abría los brazos.

-¡Herjolf, que alegría! ¡Gudrid, estás hermosa! Veo que los dioses han tenido a bien bendeciros con un hijo-dijo sonriendo de manera picara al danés-Veo que tu hermana se ha adelantado, ¡cuanto me alegro de veros!-el jarl, normalmente callado y arisco parecía feliz de ver de nuevo a su familia reunida.

El danés se bajó del caballo y le tendió la mano al jarl, que se la estrechó con fuerza.

-Ha sido un largo viaje pero me alegra haber llegado a Fynn-dijo el hombre cordial- jarl Knuddson, este es mi hermano Strigandi quien se a ocupado de todo mientras yo estaba en Finlandia-dijo presentándolo con orgullo.

El hombre de la coleta bajó también del caballo y estrechó la mano del jarl.

-Un placer conoceros al fin. Me alegra poder haber venido con mi hermano y su esposa-dijo de manera cortéshaciendo una ligera inclinación con la cabeza.

Mal momento había elegido para hablar con el Jarl, Hild había oído sonar el cuerno y supuso que el hombre estaría recibiendo a sus invitados, seguramente no conseguiría hablar con él durante el resto del día y mucho menos durante la fiesta. Necesitaba hablar con alguien, compartir lo que había visto en los huesos, descargar parte de la angustia que se había instalado en su corazón al comprobar el resultado de la tirada... y pensó en Jorunn. Por supuesto, ya estaba en la casa y ella era su amiga, además de ser la hija del Jarl al que quizás tuviera un acceso más fácil para poder hablar que la propia Hild.

Sabía que su amiga estaba preocupada por su hermana y cargarla con más inquietud seguramente no era buena idea, pero tarde o temprano se iba a enterar y Jorunn era una mujer fuerte, así que salió en su búsqueda.