Partida Rol por web

Él. Rumikuchi. Ya lo sabes David. Él puede salvar a mi hermana, devolverla a la normalidad, deshacer todo el daño que hizo este bastardo. - comentaba calmada a pesar de la situación.

 Lo que se temía; aquel sujeto estaba metido en todas partes. Y su poder parecía no tener límites en cuanto al espacio y al tiempo. Un verdadero Dios.

- Escucha, J.J... yo sé que es más conveniente para todos que no ande molestando a este ser Rumikuchi, pero tienes que entender... aquí adentro...

 Dice esto mientras se señala el pecho, con la mirada preocupada de parecer muy irracional con lo que iba a decir.

- Somos muchos Davids. Davids que piensan diferente y quieren hacer distintas cosas. Si fiera por mí, el David que está hablando, me quedaría quieto y ya no seguiría la búsqueda del libro. Pero los demás... los demás no están contentos sobre cómo terminaron las cosas.

David parpadeó, antes de asentir. -Lo que ha... he dicho. Pero es mucho más que eso. ¿No te has parado a pensar que ha sido Rumikuchi quién metió las ideas en la cabeza al director? ¿El que hizo que torturaran a tu hermana en primer lugar? Pero creo realmente que hay una manera de detenerlo todo, de poder regresar a un punto de nuestras vidas donde no estemos bajo el control de nadie, en punto antes de que tu hermana se fuera... Y donde no haya libro, ni Rumikuchi, ni múltiples Davids.-

La mirada de David se posó un momento en el director. -¿Quién es Anabella?-

Al escuchar ese nombre, el señor McWagon se intentó girar y mirar hacia David, pero entonces J.J. le dio un latigazo. - ¡Quieto! - sacudió el látigo y entonces se dirigió a David. - Ella era la mujer de este tipo. Buscaba resucitarla y tener un hijo con ella, para ello necesitaba traducir el libro y para ganar tiempo mientras lo traducíais, empezó a torturar y comer partes de mi hermana para vivir algo más.

Puede que Rumikuchi haya sido quien haya llevado a mi hermana a esos acontecimientos, a estar ahora como está. Pero también es quien la puede devolver a tal como estaba. - miró con seriedad a David. - Lo tuyo son... Palabras. Un puede, un quizá. Él me lo promete, me lo asegura. Así que David, vete, no quiero usar la violencia contra ti, por la amistad que nos une. Puedo darte más dinero si es lo que deseas.

David miró fijamente a J.J.

—Te ha engañado. Lo mío son palabras, pero al menos son ciertas. ¿Lo suyo?  Te ha mentido: igual que le mintió a él — añadió, señalando a McWagon—, igual que ha mentido a Banes, igual que mintió a Malcolm. ¿Qué te hace creer que a ti te va a decir la verdad?  Te dice lo que quieres oír, para poder controlarte: tu hermana seguirá jodida, y te joderá a ti también en cuanto pueda, para divertirse. Si quisiera ayudar a tu hermana, ya lo hubiese hecho: nadie se lo impide.

—Escucha: podemos terminar con todo esto, pero tienes que confiar en mí, y ayudarme. Podemos hacer que nada de esto haya ocurrido: que a tu hermana nunca le hubieran hecho daño. ¿No es mejor que lo que te ofrece Rumikuchi?

Te equivocas, lo tuyo son palabrerías. -comentaba ligeramente enfadada. - Ella está ya bien, está como siempre, sin heridas, sin traumas... Pero la condición para que siga así, como antes del secuestro que ocurrió hace años, es que consiga echarte de aquí. - dio un latigazo contra el suelo. - No me hagas repetírtelo otra vez, David, seré más agresiva. Me caes bien, pero daría lo que fuera por mi hermana. Vete.

"Está bien... sólo... déjame despedirme de Banes. Iré... a verlo en su despacho." dijo David, dando pasos atrás. Si no podía tomar más las escaleras, tomaría el ascensor. Subiría hasta allí... acabaría con esto allí... ¡tan sólo tenía que llegar al despacho!

J.J. enganchó de la pierna y un latigazo a David, arrastrándole hacia él. - Quieto. ¿Te piensas que soy tonta? No tienes permitido subir arriba, no me gusta que me engañes ¿o es que quieres que mi hermana vuelva a estar como antes? Como sea David, te vas a enterar. - desenredó entonces el látigo de la pierna de David y se preparó para lanzar un buen latigazo contra este.

"Pues tienes razón." afirmó David con el ceño fruncido, plantándose en el suelo. "Quiero ir arriba a por el libro. A intentar encontrar un final feliz para todos. ¡Es que realmente no entiendo por qué te aferras a las promesas del mismo tipo que le hizo eso a tu hermana! Le das latigazos al señor McWagon, ¿pero no a Rumikuchi?"

Parecía que aquellas palabras hicieron algo de mella en la mente de Jane... Aunque pronto se recompuso. - ¡Puede que Él haya creado los acontecimientos para que mi hermana acabara así! ¡Pero ahora ha hecho que esté bien y eso no quiero que vuelva a cambiar! ¡Me ha pedido que te eche y te echaré! - entonces le dio un latigazo en todo el pecho, lo cual hizo que se rompiera la camiseta de David. El dolor era terrible, por lo que sabía que no aguantaría muchos más golpes similares.

¡Qué dolor! Pero no podía rendirse ahora. Si moría, volvería a revivir a causa del libro ¿no es cierto? Le valía mucho más la pena intentar hacer entrar a su amiga en razón. Aunque doliera, aunque no supiera bien qué decir, aunque doliera tanto que tuviera miedo de que le golpeara otra vez y quisiera salir corriendo.

"¡No está bien! ¡No todo está bien! ¡Para empezar, tú no estás bien! Tú sigues teniendo heridas, tú sigues teniendo esos traumas... ¡y yo no quiero que los tengas! Queremos encontrar un final feliz. Somos amigos y los amigos se ayudan, ¿no? Maldita sea, soy un David que no te recuerda pero puedo sentir a los otros David, la confianza, el aprecio que te teníamos. ¡Quiero un final feliz, J.J!"

Jane se quedó completamente callada... Mirando al suelo. Las palabras de David sonaban bien... Que pudieran estar todos bien, sin pensar en lo mal que han estado, sin pensar en lo mal que lo puedan pasar ¿podía haber un final feliz? Una pequeña lágrima cayó por la cara de J.J., corriendo su blanco maquillaje que tenía por toda la cara, además del negro de sus ojos. Cerró entonces su puño con fuerza ¿valía la pena intentarlo? ¿O ir sobre seguro? - Cállate. - comentó intentando darlo un nuevo latigazo, dándole en la pierna de forma mucho más débil que la vez anterior... Aunque seguía picando.

A pesar del dolor, David lo intentó una vez más. -En todo este tiempo que he estado repitiendo una y otra vez estas vidas, he aprendido que quien más tiene derecho a empezar de nuevo, de verdad, eres tú. Me has apoyado siempre, J.J., eres alguien valiente, capaz de cualquier sacrificio por aquellos a quienes quieres. Sé que juntos podemos lograrlo. Sé que ésta persona cruel no eres tú. Te necesito, Jane. Por favor. Déjame, déjanos salvarte.-

Jane simplemente soltó el látigo y cayó de rodillas, empezó a llorar desconsoladamente. - Yo no quería nada de esto David. No quiero hacerte daño. No quiero hacer daño al Señor McWagon, porque seguro que tuvo también sus razones para hacer todo esto. Y por supuesto no quiero que mi hermana sufra nuevamente... Confío en ti David. Ve, acaba con esto y ten cuidado con Banes y Rumikuchi. - con eso dicho se quedó derrotada, mirando al suelo, sin saber muy bien que decir.

David se arrodilló junto a ella, y la abrazó fuerte. -Eres una gran persona, Jane. Una verdadera amiga. Te prometo, te prometo que saldremos de esto. Tu hermana, tú, yo. Vamos a ser libres.- Le tomó del rostro y le dio un beso suave en los labios. Se puso en pie, tomó el látigo del suelo, y sin perder más tiempo corrió hacia los ascensores.

J.J. se levantó del sitio en el que estaba y se decidió a seguir a David hasta el ascensor. Los dos juntos se decidieron a entrar en cuando de dentro salió algo que seguramente no se esperaban.

Veronica, totalmente llena de sangre, hasta por sus cabellos que ahora habían dejado de ser rubios, habló con David.

Ese cabrón no se muere.

Hablaba de forma pausada, se notaba que le costaba pensar. - Tiene muchas armas. Va a matar a todo lo que encuentre, le da igual que no seas tú. Dame sangre David, me desvanezco. - J.J. contempló horrorizada como su compañera de trabajo barra secretaria estaba en tan mal estado.

David dio un paso al frente: ¡debía ayudar a Verónica!  Ella le había salvado antes.

—¡Verónica!  No te preocupes... — dijo, ayudando a Verónica a mantenerse en pie, aunque no sabía muy bien qué podía hacer para auxiliarla. Sangre... — ¿Cómo...? ¿Cómo puedo darte sangre?

David temía la respuesta.

Veronica sonrió, se acercó a David y le pegó un mordisco bien fuerte en el hombro derecho, empezando a succionar su sangre. Poco a poco Veronica se va recuperando, a cambio de la vitalidad de David. Finalmente esta se recuperó totalmente, aunque David parecía estar en las últimas, veía todo casi en blanco y negro, además de no poder enfocar bien. Aún así, pudo ver a Veronica apoyarse en el ascensor con una sonrisa.

Es la primera vez que no hago que tu sangre se desparrame, sino que me la tomo... _Gracias...

Comentó eso último de forma casi imperceptible. Entonces David empezó a sentirse muy débil e hizo un amago de caer hacia atrás, pero entre J.J y Veronica le sujetaron. Entonces pulsaron el botón que llevaba al último piso. - Acabemos con esto. - ahora frente a los tres, se encontraba el despacho principal y el despacho de Banes.

 David estaba casi desvanecido por la considerable succión de sangre de su cuerpo. Por lo menos, algunos de los Davids no se esperaban que Veronica le hiciese semejante cosa, cual vampiro. Pero por lo menos había recuperado a una aliada y amiga poderosa, y junto a ella y Jane se iban a plantar frente a Vincent.

 El David Bueno, aún preocupado por las decisiones que estaba tomando el grupo de Davids y en qué podía desencadenar todo ello, suspira con pesar.

- Espero que sepan lo que están haciendo, Davids... enfrentarse a Rumikuchi puede ser un viaje de ida...