Partida Rol por web

¿Comprensión? - preguntó Vincent mientras David miraba la agenda en busca de algún J.J. Por desgracia para él, no existía ninguno entre sus números, a diferencia de Malcom, que si que estaba allí. - Si no conozco a alguien, no lo conozco David, no sé que esperas que haga. No sé quien es Malcom y no sé quien es J.J. Más que eso no te puedo decir.

Finalmente y tal como había dicho David, salieron de la casa y se dirigieron a la empresa de traducción en el mercedes de Vincent. Una vez allí, David pudo contemplar por primera vez el enorme edificio de doce plantas que tenían en frente. Entraron al rellano, donde una recepcionista les miró a los dos con cara de pocos amigos - Bueno ¿y donde crees que pueda estar tu amigo? Si es que quieres ir a verle, claro.

David miró hacia arriba contemplando el imponente edificio. Se supone que por la mañana tenía que ir allí a la entrevista y al final... nada, su vida se había vuelto una locura. Al ver el cristal del edificio recordó lo que había pasado por la mañana y se aproximó a una de las paredes para observar su reflejo.

Tras esto recordó el número que había anotado en su agenda por la mañana temprano de Sarah, su psicóloga infantil, por lo que decidió marcarlo a ver que pasaba, y si le cogía el teléfono poder preguntarle si le había atendido por algún brote psicótico o algo así.

También tomó la decisión de buscar la empresa de Malcolm en el directorio del edificio y dirigirse a su despacho con total seguridad como si fuese un empleado más.

Vincent fue a revisar donde demonios podría trabajar Malcom en la empresa, por sugerencia de David, por otra parte este decidió llamar a su psicóloga infantil. Pronto cogió el móvil una voz relativamente madura al otro lado.

¿Hola? ¿Quién es? ¿David? ¡Ah David! Sí, me acuerdo de tí. - su tono se volvió más tierno. - ¿Qué tal estás? Ya debes ser todo un hombretón. Me acuerdo cuando viniste aquí por primera vez, después del trágico accidente de tus padres... ¡Pero eras un niño muy valiente y no te costó mucho superarlo! Estoy muy orgullosa de ti, pero... - su tono cambió ahora a uno de preocupación. - ¿Por qué me llamas David?

Pero aún con teléfono en mano, David se sintió incapaz de contestar. Se le nublaba la vista, le molestaba el pecho, se sentía cada vez peor... Hasta que finalmente y sin razón aparente, su corazón dejó de latir.