Partida Rol por web

David abrió los ojos, y se acercó a la caja fuerte.

-¿Conoces a alguna Annabelle? Pudiera ser el nombre de la bruja.- Preguntó a Vincent, teniendo una secuencia de cuatro números clara en su mente. Cuatro números dichas por personas distintas, en un momento indicado, tanto en su vida pasada como en ese momento.

Cinco. Siete. Ocho. Cuatro.

No estaba seguro si era ese el orden. Pero estaba casi seguro que sí eran los números. Ahora sólo debía probar.

¿Annabelle? - preguntó sorprendido. - Me recuerda a una película de miedo, la verdad... Pero quitando eso no me suena de nada. - admitió.

Por otra parte de la caja fuerte solo aceptó un número, el cinco.

-El jefe de la imprenta mencionó su nombre. Decía algo sobre que siempre le sorprendía por la espalda y lo asustaba, pero que ya no volvía a hacerlo.- Dijo David, tamborileando un momento en la caja fuerte. Re-ordenó los números, manteniendo el cinco de primero.

Cinco. Cuatro. Siete. Ocho.

-Él también revive los días, ¿sabes? Y tiene a una chica encerrada en la biblioteca.- Una expresión de asco y horror se mostró en sus ojos.

Mmm... - volvió a inquirir. - Pues no, no me suena de nada. También te puedo asegurar que el director no está reviviendo días, después de todo me contrató a mí para traducirle cosas, si pudiera revivir lo haría él mismo eventualmente. Aunque lo de la chica en la biblioteca... - suspiró. - Se le ha ido la pelota, la verdad.

Se acercó a David ahora y se agachó junto a él. - ¿Cómo has sabido que el primero era el número cinco? Los demás parecen estar mal, pero es impresionante que ya hayas acertado el primero.

Estaba bastante seguro que esos eran los números, pero no entendía por qué no querían funcionar. Se llevó la mano a la cabeza. -El cinco me lo has dicho tú, en la vida pasada. Dijiste que era el piso en el que se encontraba el director. Luego el número siete me lo dijo J.J., luego de haber hablado con ella en la oficina de Malcolm. Es el piso de la Biblioteca. El ocho fue la hora en que la psicóloga quería citarme para mañana, en la otra vida también. Y ahora el cuatro. El cuatro lo dijo mi madre, en mis recuerdos, cuando era niño. Era... En el recuerdo era el tercer coche que habíamos tenido nuestros padres.- Dijo de pronto, marcando el cuatro como el tercer número.

Con esto en mente, intentó recordar de nuevo si cada vez que escuchó alguno de esos números, hubo un orden.

¿Te lo dije yo? Curioso... Aunque si que es cierto que normalmente lo que solemos decir a todos los que llegan a trabajar nuevos a la empresa es "Lo primero que debes hacer es ir a la planta cinco" - admitió, poniendo una voz un poco robótica, como si aquello fuera algo muy monótono para él. 

Esta vez el ocho también se quedó fijado, había acertado con otro número. Ya llevaba la mitad. - ¡Muy bien! ¿Cómo sabías que el segundo era el ocho?

-La psicóloga me dijo que era su segundo paciente.- Admitió el chico, sintiéndose cada vez un poco más emocionado. Se puso a pensar en cuando habló con J.J., y aunque el número siete había sido mencionado, no recordaba que le indicara en que lugar se encontraba. ¿Quizás el número siete no era parte del código?

-El último número es un seis.- Dijo de pronto, soltando una carcajada. -"Seis multas", me lo has dicho de camino a ver a la psicóloga.- David estaba comenzando a reír, pero se contuvo. No quería parecer que había perdido la cabeza. Pero luego de tantos años, tanto tiempo peleando con los números, comenzaba a verlos en su cabeza. Así que probó una vez más, colocando el 6 como último número.

Cinco. Ocho. Cuatro. Seis.

¿Te he dicho yo eso? Era una exageración hombre. - admitió, con una pequeña risa nerviosa. Pero la casa que puso Banes al ver que efectivamente el último número era el seis, no tuvo desperdicio. - Bueno... Pues solo falta un número. Pero la mitad de lo que encuentres ahí será mío, después de todo te he dado la mitad de la clave. - bromeó.

El último número... El último número era complicado, pues venía acompañado de otros números. La recepcionista le había dicho "trabajadores de segunda y tercera", y había mencionado el número tres y cuatro. Si el cuatro no estaba funcionando.

-Bueno, pues vamos a probar.-

Cinco. Ocho. Tres. Seis.

Pero el número tres tampoco parecía funcionar. Ya que solo quedaba un número, David podía probar a hacerlo por descarte, subiendo del uno al nueve. Pero así no sería divertido ¿verdad?

Sabía que no eran el tres, el cuatro, el siete, o el ocho. Y aunque el método de descarte no le gustaba, por más que intentaba repasar en su memoria conversaciones y encuentros, no podía encontrar el número. Tenía fijo en la mente el recuerdo de que el coche de sus padres era el tercero que habían tenido, y ese era un dato llamativo. Que debería darle la respuesta. Pero el único número en su recuerdo era el cuatro pronunciado por su madre, y el del uno, al pensar en el cristal que había sobre el techo.

Mentalmente descartó el cinco y el seis, pensando que posiblemente no se repetirían. No recordaba en ningún momento que se mencionara el número nueve. Así que probó una vez más.

Cinco. Ocho. Uno. Seis. Y si éste no funcionaba: Cinco. Ocho. Dos. Seis.

David entonces logró abrir la caja fuerte, dentro había una tablet, algo cascada pero funcional. Al encenderla algo hizo click en su cabeza, empezó a recordar todo, todas sus vidas vividas. Al encender la tablet pudo leer un nombre dentro de esta, en una especie de chat. El nombre de quien estaba al otro lado era "Lía Blackwood"

David escribió, con cierto dolor de cabeza. - ¿Quién eres?

...

Soy Lía, David. Intento ayudarte a resolver el problema en el que te has metido.

¿Lía? - preguntó extrañado. Entonces volvió a escribir. - ¿Cómo sabes quien soy? ¿Cómo sabes que estoy en problemas? ¿Trabajas para Malcom? - pronunciaba mientras escribía.

Banes miraba extrañado todo aquello, lo cual no pasó inadvertido para David. - Banes, no sé por qué he recordado todo al abrir la caja. Supongo que es una buena ventaja.

Esto es raro incluso para mí... - admitió Banes, extrañado. - ¿Quién será esa Lía?

No trabajo para Malcolm. Soy una amiga, intento ayudarte, pero sólo conozco una de tus vidas. Hay cosas que no sé. ¿Recuerdas quien es la bruja rubia? ¿Has visto ya como acceder a la empresa sin que te maten?

Yo... Supongo que sí, que serás mi amiga, que si estabas aquí, tú consola... La dejó mi padre para algo ¿pero como me estás viendo? ¿Cómo sabes que soy yo? - David parecía dudar aún bastante de todo aquello... Aunque no era lo más raro que le pasaba aquél día. -  Necesito algunas respuestas antes de poder contártelo todo. Da tu mejor esfuerzo en decir quien eres y por qué debería confiar en ti, entonces hablaremos. - David no quería jugársela más, le estaban persiguiendo para matarlo y la única persona en la que podía confiar de verdad era Banes.