Partida Rol por web

Cuando Osorio entona su plegaria a Adonai, nota que el andaluz duda unos segundos, se encoge de hombros y empieza a entonar su plegaria a Adonai también, pero en castellano. Juntos se dirigen, invisibles gracias a la protección de Adonai, hacia la torre, siguiendo los extraños designios de la fortuna.

- Desde luego la Fortuna es extraña. Busquemos la entrada, o algún lugar por donde poder trepar. ¿Qué tal se os dan las escaladas, Luis?

Se acerca y desenvaina, pero cuando está a apenas tres pasos se da cuenta de tu presencia y se pone en posición de defensa con una espada corta en la mano.

En cuanto veo que viene hacia mí, me pongo en guardia, de momento también en posición de defensa, el suficiente tiempo para que la hoja de mi alfanje corte los hilos en busca del poder para hacer el mayor daño posible, mientras mis sentidos se fijan en los puntos débiles de mi adversario, abriendo esos secretos gracias a las palabras de Alá que murmuro para mí.

El barbudo hombre de negro se lanza con su espada presta a golpear a Kamal, parece que le consigue dar pero no consigue más que hacer un arañazo en el torso del guerrero granadino.

El tipo brama mientras lucha:
-¡Maldito! ¡Tenemos intrusos!-

Espero a que Joan responda mi pregunta acerca de las llaves y después, siguiendo apoyado en los barrotes, voy mirando de reojo al guardia.
Entrelazo mis manos cómo tantas otras veces y suspiro hondamente antes de empezar a canturrear por lo bajo acerca de la gracia de Dios y su misericordia. Un rezo cantado que me enseñó Teresa hace varios años, como tantos otros. Esbozo una sonrisa al recordar a mi compañera pero continúo hasta que la canción finaliza, esperando y deseando fervientemente que esta vez haya conseguido canalizar la atención divina hacia nuestra causa para prender esa pólvora y quedar libres de vigilancia.

Rezando en rima dentro de la celda en un rincón, sin alzar mucho la voz para que el tipo no te oiga, esperas que "tu Fe y tu Bondad te haga digna para que los Ángeles y Santos acudan en tu ayuda" como decía tu mentora.

Una antorcha parece tililar, como movida por la brisa, unas chispas salen despedidas.

Esas chispas son arrastradas por el aire hasta llegar a la posición del tipo. El hombre no se da cuenta hasta que suena un sonido como el de un trueno, y se alza una pequeña nube de la pequeña explosión. El aire se inunda con el olor acre de la pólvora y el óxido. Cuando la breve nube negra se disipa puedes ver la cara destrozada del tipo, con el ojo perforado, la cara llena de abrasiones y cortes, la sangre supurando de sus múltiples heridas en ojo y nariz.

Sientes algo de nauseas al ver tal escena.

Musitas unas palabras sin desconcentrarte por el golpe recibido, que a pesar de no ser muy grave duele y escuece. Pronto sientes como la Energía Cardinal inunda la hoja, en pocos segundos todo está listo.

Subís la cuesta poco a poco, paso a paso. Sin separaros uno e otro.

La verdad es que habéis escogido el camino más discreto, pero a la vez el más fatigoso.

Cuando estáis acercándoos a la cima, aunque esta aun no os permite ver desde vuestra posición la torre, escucháis un grito de alerta. Tan apresurado que no entendéis que dice exactamente. La voz es de un hombre, desconocida.

-Dios mio...- No puede evitar musitar Joan, cosa que repiten varios prisioneros con este, que se santiguan de forma inconsciente.

-Ya decía yo que esas armas modernas las carga el Diablo.-

Escucháis ruidos de pasos precipitados por encima de vosotros.

Aprovechando su cercanía ahora, arremeto contra él con mi hoja, tratando de clavársela en el abdomen.

Hundes tu espada en el costado de tu atacante, el cual chilla de dolor y se coge con la mano la parte herida. Sin embargo no cae y sigue de pie amenazante y vociferante.

Tras él a cierta distancia ves venir corriendo otro de los monjes negros sosteniendo una pesada ballesta en la mano.

-¡Maldición! ¿Crees que nos han descubierto? ¿Pueden vernos desde aquí? ¡O quizá han encontrado a Patrícia y a Kamal! -Dice, con una gran preocupación en el rostro- La única forma de saberlo es seguir subiendo.

El cansancio desaparece repentinamente de sus piernas, sustituído por una fuerte determinación.

A pesar de estar esperándolo, el tremendo estruendo del arma al dispararse provoca que me encoja y tape los oídos aún cuando ya ha vuelto el silencio.
Me giro con lentitud y contemplo el horrendo cadáver cubriéndome la boca espantada y desviando enseguida la mirada.

Había visto algunas heridas de bala y explosivos en el hospital de Barcelona pero nunca a alguien en ése estado tan deplorable... aún así espero que ahora encuentre mayor paz que la que estaba teniendo en vida.
Miro a Joan e insisto acerca de las llaves, pues el ruido ha llamado la atención antes de lo debido.

-Aprisa, ¡las llaves! ¿Están en sus ropajes?- vuelvo la vista hacia el cadáver conteniendo una arcada, intentando distinguir algo entre los pliegues de su ropa mientras estiro un brazo entre los barrotes intentando alcanzarle con la punta de los dedos... Probablemente tenga que volver a intentar engañarles, ¡y se me da francamente mal!

Ves las llaves en sus ropajes, sin embargo está sentado muy lejos de los barrotes de la celda, como es natural. No podrías llegar ni aunque pudieras estirar tu brazo al doble de su longitud.

Parece que alguien baja rápidamente.

Tras apenas un instante suspiro hondamente, siendo consciente de que no seré capaz de alcanzarlas con métodos normales aunque quizá sí si volviera a convocar algunos poderes celestiales... Pero no, esta vez no sería propicio, los guardas ya casi han llegado y no podríamos escapar a tiempo.

Carraspeo entonces mientras sacudo un poco mi ropa e intento ponerme más seria.
-Apártense y pongan cara de asustados, intentaré engañarles fingiendo que fui yo- murmuro a la familia Buffalà para que se conviertan en cómplices de mi actuación, ya que en realidad es una verdad como un templo... pero supongo que no me creerían y en tal caso no quisiera que me temieran, así que sencillamente espero con fingida calma la llegada de los soldados, irguiéndome más en mi postura..

Tratando de no quedar a tiro del ballestero, interponiendo en su trayectoria al que más cerca tengo, vuelvo a arremeter contra este último, rematándolo.