Partida Rol por web

De los tres tipos a la carrera dos portaban armas, uno de ellos un bastón y el otro una espada corta, el otro se queda atrás.

Tu oración a la Virgen parce tener algo de efecto, ves como uno de ellos se para en seco, como temiendo caerse y mira alrededor, el otro tropieza y cae. El tercer hombre no parece afectado pero como iba detrás se tiene que parar o tropezar el también con sus compañeros. El caído se levanta y el otro parece recuperar la visión enseguida, ya que parecen volver a mirar a Kamal, pero han perdido su turno para poder acercarse y golpearlo, puede que se hayan ganado unos segundos valiosos.

Por suerte los tipos de refuerzo parecen detener su carrera, uno incluso se cae, parecen algo confundidos unos segundos, como se perdieran la visión, pero se recuperan. Al menos no actúan en esta tanda.

Viendo el tipo de negro de delante de Kamal que Kamal baja la guardia le da una certera estocada en el vientre, la cosa se pone fea...

Entrecierro un poco los ojos, algo desconfiada ante la actitud de ese extraño hombre, como cualquiera de los que sirven a Txetxu... si le sirven deben de estar embrujados o igual de lunáticos, es lo único que lo explica.
Por unos segundos me siento victoriosa, parece que el engaño ha surtido efecto y me dejarán salir, aunque no sepa muy bien qué hacer a continuación al menos consigo retener a un grupo de ellos y mantenerlo entretenido... porque no creo que hayan muchos más, al menos eso espero.

Repentinamente ese extraño polvo me rodea y empiezo a toser fuertemente, retrocediendo y cubriéndome con la manga de mi desgastado vestido inútilmente.
Me siento terriblemente mareada y extraña, nunca me había sucedido algo así, ni siquiera teniendo fiebre. La sensación es incómoda y empiezo a dar algún que otro traspiés antes de volver a apoyarme en los barrotes y deslizarme hasta quedarme sentada en el suelo

Apenas me atrevo a mirar alrededor por las formas que me devuelve mi visión, así que empiezo a frotarme los ojos y parpadeo varias veces como si así fueran a eliminarse los efectos nocivos de lo que parece ser algún alucinógeno.

Las lineas de tu visión tiemblan imperceptiblemente. Poco a poco la visión periférica se torna borrosa, intentas luchar para poder ordenar tus pensamientos pero parece que empiezan a brotar de lo más hondo.

Tras los barrotes el hombre que parece el líder parece muy lejano, pero su voz es como el trueno:

-¿Dime ahora de donde vienes y quien eres?- El tono parece prometer la condenación eterna si uno se niega a contestar.

El hombre con la cabeza reventado por la explosión de su arma se incorpora y te mira sonriendo.

-Díselo.- murmura.

La celda parece cada vez más fría y parece el suelo mismo temblar. Tienes miedo de que colapse e implosione contigo dentro (¿que demonios es implosionar? te preguntas).

Contengo el aire de vez en cuando, sobretodo cuando el hombre habla. Me siento confusa y perdida, la percepción y sobretodo la sensación de espacio y la perspectiva cambia a cada instante mareándome y asustándome, así que acabo por cubrirme la boca con ambas manos para evitar pronunciar palabras.

¿Estarán ya dentro...? Apenas soy capaz de pensar con lucidez y pronto empiezo a olvidar incluso qué dmeonios hago allí, sobretodo cuando el tipo con la cabeza agujereada habla consiguiendo que emita un grito agudo de espanto, dando un traspiés hasta toparme con los barrotes tars de mí... a pesar de que parecía que todavía me faltaba un metro para alcanzarlos.

-De... déjenme en paz...- tartamudeo asustada sin ser capaz de recordar el tono imperativo que intenté simular anteriormente. A fin de cuentas no se me daba bien, yo no estoy hecha para estas cosas, Dios me tortura por mi atrevimiento y altivez.
-¡Es culpa mía...!- declaro repentinamente sin que aparentemente venga demasiado a cuento, dejándome caer hasta el suelo sollozante.

Me encojo del dolor, y casi noto cómo mi piel palidece y un sudor frío me cubre casi instantáneamente. Por muchas veces que ocurra, ningún soldado se acostumbra al dolor de ser lacerado por la espada enemiga. Eso no hace sino aumentar mi furia, no obstante, y trato de acabar con el hombre que me ha atacado con un tajo de mi alfanje, aprovechando, es más, su cercanía.

¿Dónde estaba Osorio? Maldita sea, le necesitaban allí arriba ahora y su control de las Fuerzas. Entre los tres rápidamente podrían acabar con estos engendros, pero ellos dos nada más y con Kamal malherido…

Sería estúpido desvelarse tan pronto. Puede que de momento pudiera darle más tiempo a Kamal, y quizás cuando los otros estuvieran más cerca de él árabe podría conjurar a los espíritus del viento para arrojarlos por el borde de la torre.

Ahora, debía volver a pedir a la Virgen de las Angustias que aliviara el dolor de Kamal y sanara su cuerpo…

Alonso impone sus manos en las espaldas del herido Kamal mientras reza a la Virgen. El granadino siente como a pesar de ser una oración a una entidad pagana, la adoración a la madre del profeta Isa que tienen los cristianos, sus heridas cierran y siente como vuelve la vitalidad perdida.

Gracias a eso Kamal alza su alfanje y da un buen corte en el hombre del hombre con el que combate, la sangre le salpica y el tipo, aunque vivo, no puede hacer otra cosa este asalto que sujetarse en hombre herido preso del dolor.

Sin embargo los refuerzos llegan hasta vosotros.

Uno ataca con un bastón como el que se usa para "disciplinar" a las reses, aunque el arma puede hacer aun más daño en seres humanos, dirige un golpe precipitado contra Kamal intentando hacerle caer pero solo le hace un buen moratón en el costado. El de la espada corta se lanza a por Alonso y moja la punta de esta en su muslo, haciendo una herida no muy dolorosa pero molesta.

El tercer miembro es más extraño, se para el seco a unos pasos de la refriega y se dispone a entonar una tenebrosa canción...

Después de una trabajosa y fatigosa ascensión llegas a lo alto del peñón. Ves que delante de la torre hay una refriega, Alonso y Kamal combaten en inferioridad de condiciones contra cuatro tipos vestidos con ropajes oscuros de monje. Se intercambian golpes y Kamal incluso parece que ha abatido a uno que yace a sus pies, pero no sabes si serán capaces de poder enfrentarse a dos cada uno.

-¡Dime que busca aquí! ¿Que sabes de nosotros?-

A pesar de acurrucarte parece que no puedes evitar escucharlo... de hecho la voz ha crecido tanto que temes que haya una boca enorme que te vaya a comer de un bocado. Su saliva te salpica y temes ahogarte.

En algún lado de la celda los templarios cantan a coro Vekam Adonai, repitiéndolo tantas veces que se convierte en una letanía demente. En un rincón Tio Enric y la Virgen Maria discuten sobre el precio de los arenques en salmuera, mientras tu prima Neus se vende a si misma por trozos haciendo una subasta delante de sus muchos pretendientes. Todo parece ocurrir en un lugar atemporal y extraño, ya no es un celda, sino un lugar oscuro que podría ser el purgatorio.

La gran cabeza del fraile oscuro levita por encima tuya diciendo preguntas sin parar. Parece poseído y intimidante, pero ya no entiendes lo que dice.

Parpadeo repetidamente ante la funesta voz que se propaga y repite con un eco enfermizo y aterrador, sin dejar de temblar se cubro las orejas con las manos y miro un instante alrededor, totalmente confusa. Sencillamente no entiendo nada de lo que está pasando y por eso mismo resulta tan espantoso.

Abro los ojos cómo platos cuando comprendo que ya no me encuentro en la celda, aunque sigo sin estar demasiado segura de qué sitio es éste, pues ahí está mi tío y Neus..., ¿¿qué diablos hace?? Me tambaleo ligeramente sin dar crédito a lo que contemplo. Esto no puede estar pasando... ¿o sí? Sea cómo fuere la impertinente voz del fraile no cesa en sus empeños aunque cada vez parece más lejana y quizá por eso su tono de enfado aumente. Supongo que no importa si ya estoy muerta.

-¡Neus! Deja de hacer eso, no debes...- me callo sin acabar la frase, ni siquiera tengo la menor idea de lo que voy a decirle -¿Estamos muertos?- pregunto entonces acercándome un poco a ella, o al menos eso es lo que yo creo. Sigo igual de perpleja y aturdida que al principio pero empiezo a perder el miedo a morir dado que creo que eso ya ha sucedido. Quizá esos polvos eran un veneno... ¡pero me quedaban tantas cosas por hacer y decir! Supongo que da igual, nunca hubiera funcionado.

El andaluz reacciona rápidamente, ante el daño sufrido en su muslo. Lanza una estocada al riñón izquierdo de su contrincante, mojando levemente el acero, y obligando a este a girarse para defenderse, dejando así al descubierto el resto de su cuerpo. En ese momento, lanza su verdadero ataque, una estocada a fondo en su estómago, hundiendo una cuarta de acero, aumentando su eficacia con un hábil giro de muñeca antes de volver a sacar su hoja; dejando al enemigo con pocas opciones más allá de sujetarse las tripas.

El tipo no es capaz de desviar el primer golpe con su hoja y es ensartado pro este. No puede hacer nada cuando la punta de la ropera se hunde en su estomago, excepto morir, cayendo al suelo como un muñeco de trapo.