Partida Rol por web

Al otro de las paredes del vagón os llegaban los gritos de los oficiales Germanos que exhortaban a sus hombres a apuntar directamente a los vagones delanteros del tren.

A Erik no le costó mucho empezar a abrir la puerta, que con un chirrido y a trompicones empezó a separarse del marco. Estaba agujereada y tenía al menos una de las bisagras de acero reventadas. Aunque el germano tuvo que detenerse al poco, ya que desde el otro lado llegó un disparo que rebotó en el marco de la puerta, justo donde empezaba a abrirse. Al otro lado había al menos una persona dispuesta a protegerse, y estaba claro que apuntaba directamente a la puerta. Desde el interior del vagón, por la rendija abierta, os llega el olor del humo y el sonido de varias voces murmurando, entonando un rezo…aunque nada que podáis reconocer ninguno de los dos.

Una media sonrisa se dibujo en mis labios cuando Erik sacó aquel arma de su bota- Oh, señor Weiss, menuda forma de traicionar mi confianza... - dije, burlona, fingiendo una ofensa que, teniendo en cuenta las circunstancias, no existia.

Y así, me agazapé junto a la puerta, esperando a que Erik la abriera mientras llegaba la segunda sorpresa: no, no esperaba que fuera católico, como yo. Asentí, con un deje de aprobación en el rostro y me preparé para atacar. Sin embargo, pronto nos vimos frenados por aquellas balas que rebotaron en el marco de la destrozada puerta.

-¿Sabe disparar, señor Weiss? - le pregunte entonces, en un susurro, mientras retrocedía, buscando algo más contundente en las cajas que había a nuestro alrededor. Algo como, por ejemplo, una o dos granadas. - Quizás va siendo hora de utilizar algo más contundente, ¿no cree? Quien quiera que esté ahi adentro no parece estar recitando precisamente el Eclesiastés. - añadí, mientras volvía a acercarme, sigilosa, hasta el marco de la puerta, esperando a que Erik contestara para pasarle o no el revolver que antes había pertenecido al embajador. Si era yo quien disparaba, a aquellas alturas, seguramente acabaría volandome una mano por los aires.

-No entiendo el alemán.... Pero su entiendo que las cosas no van a ser fáciles, se supone que habíamos conseguido un alto el fuego no? Tsk..... 

Se asoma ligeramente por la ventana, esto cada vez les gusta menos, se siente increíblemente impotente al verse rodeada de esa manera por un montón de idiotas nerviosos que no saben ni mantener su palabra, empezaban a caerle mal los germanos..... Y eso que su pueblo siempre se había llevado bien con ellos... Malditos germanos.... Para intentar calmar sus propios ánimos Le apoya momentáneamente la mano a Eugene en el hombro para darle ánimos, parecía furioso y nervioso, sobretodo cuando había sacado ese cigarro y se lo había puesto en los labios, esperaba que no se derrumbara o hiciera alguna locura como lanzarse a por Dominique, ahora mismo sería en vano... Entonces vio como se acercaban al galo con las esposas y no puede reprimir una pequeña sonrisa, al menos espera llevarse la satisfacción de que si caen ese hijo de mil putas caiga con ellos... Es lo que se merece por lo que ha hecho, traidor arrogante....

Demonos prisa.... No creo que tarden en asaltar el tren y reducirnos... Con suerte.... Puede que nos maten antes, quien sabe... 

Mire confundido el movimiento de tropas e inmediatamente vi que iban a arrestar a Dominique, aunque no sabía si ese arresto terminaría en tragedia por como se supo que mató a tres perros el solo.

-¿Qué ha pasado?- miro a las dos mujeres- algo pasó el el vagón al que nos dirigimos...¿Estará Mademoille Lucia bien?, - miro por la ventana para ver si veo a Monseur Kane,  de quien tambien creía podía estar en problemas.

Mademoulle Lyrio, creo que tiene razón..

Temía que algo estuviera mal, esto no me daba buena espina, porqué de repente había ese movimientos de tropas, ¿porqué de repente van a por Dominique?, ¿Qué habran encontrado?

El asunto me alegraba en parte, pero no me tranquilizaba, temía por la vida de quienes iban a por él, Temía por lo que fuera que hubiera causado esa reacción en los soldados.

¿Qué ha pasado?

-Posiblemente sea una estupidez ir a donde están los problemas, pero si Mademoille Lucia esta en peligro no me lo perdonaría….Debemos tener cuidado os lo ruego

Observo también el panorama. Es evidente que algo está pasando, no tenemos mucho tiempo. Es apremiante que nos reunamos y no perdamos de vista a Kane. Aún así, los nervios no me invaden. De momento siento como mi fe me acompaña, y pese a estarnos poniendo en difíciles pruebas, de momento no hemos caído.

- Señorita Lyrio, ¿es usted creyente? ¿cree en algo o alguien? Si es así, es el mejor momento para tener fe en que nuestras acciones estan ante juicio, por aquello en lo que crea. Tenemos una mision esencial pero sólo la completaremos si demostramos ser dignos de nuestro objetivo. Tenga fe en que sus actos son los correctos y lo lograremos todo. Ahora nuestros actos se dirijen a volver a reunirnos, es evidente que separados somos más débiles, además ninguno aqui hablamos Germano cosa que es un problema; así que, vamos allá y no tengamos miedo. - Me giro un momento hacia Eugene. - Creo recordar que usted sí que es temeroso de Dios. - Le sonrío. - No olvide sus plegarias.

- Sí. - Confirmó la suposición del Germano en cuanto a los disparos al llegar el tren. - Creo en sus palabras, Duque Schindler, y confió en que no fue su pueblo. De igual manera, puedo confirmarle que nosotros hemos mantenido la nuestra. - Pero cambió el registro de su expresión facial cuando mencionó que la mujer se había olvidado de mencionar que también habría un embajador Romano.

De igual manera, le extrañó que aquel hombre dijera que él había dicho que les habían atacado demonios. Prefería pensar que lo había entendido mal, y aunque no fuera así, acusarlo abiertamente sin más pruebas por un presunto error no parecía, ni de lejos, la mejor idea dada su situación actual. - Cualquiera de mis compañeros puede confirmarle que Lady du Beauvoir mencionó un embajador romano que murió en su viaje a Francia debido a una... sobredosis de opio "y quizás algo más". - rememoró las palabras de la mujer, unas que le habían llamado potencialmente la atención por aquella coletilla. Entonces no le había prestado atención, pero... ¿Y si sabía más de lo que estaba diciendo? Haciendo memoria, el cabrón de Dominique estaba allí. Quizás por eso no podía hablar libremente... ¿Por qué no les hizo alguna señal? Intentó hacer un repaso mental del momento pero de lo que recordaba, si había hecho algo, no se había percatado.

Ahora bien, cuando mencionó que aquellos perretes eran parte de su mitología antigua, no pudo evitar enarcar una ceja con cierta extrañeza. - Se escuchó un aullido a medio camino, después atacaron el tren. El embajador Árabe imitó el aullido una segunda vez, lo que los volvió más agresivos. Si eso es cierto, me gustaría hacer mención de que Lady Fátima, nos comentó de que observó a Dunquerke bajo ataque, y estaba en llamas. - ¿Tendrían relación con aquellos animales de la cacería salvaje? Todavía no sabía demasadas cosas como para hacer una afirmación en alguna dirección, con seguridad. Así que prefirió seguir callado y dejar que sus teorías hicieran el resto.

- Lo mismo puedo decir, Duque Schindler. - cabeceó en dirección al hombre cuando este afirmó que que se alegraba de arroajr algo de luz sobre lo ocurrido. Pero no esperaba que fueran a detener a Dominique tan rápido. Quizás, ante la duda, lo más sensato que podían hacer era arrestarlos a todos hasta que pudieran aclarar lo sucedido. Se limitó a observar como arrestaban al Galo, y le dedicó una media sonrisa de satisfacción. Solo esperaba que tuviera que pagar justamente todo lo que había hecho. - De los vagones que hemos comprobado, todos estaban muertos. - Y señaló con la mano los vagones en los que habían estado, y que podía corroborar que eran seguros. - Si lo que dice su mitología sobre estos seres es cierto, es necesario que se incineren con la máxima premura posible. - Estaba a punto de preguntar algo más sobre aquella "cacería salvaje" cuando Ulrich entró en escena desde el segundo plano que había conservado.

No negaría que le habría gustado comprobar y preguntar sobre aquellas patas mecánicas, pero tenía claro que ahora mismo, existían otras prioridades más apremiantes. Se giró hacia los vagones cuando mencionó que iban a asaltar el vagón. ¿Qué le había dicho al tipo del tatuaje en la frente para que quisieran asaltar el lugar? ¿Es que Lucía no se acordaba de lo que habían dicho en la reunión? - Caballeros, Lady du Beauvoir mencionó que irían soldados en el tren. Dado que no estaban en los vagones de carga ni pasajeros, es probable que estén en el vagón que están a punto de asaltar. Y aunque no pongo en duda las capacidades de su hombre, Duque Schindler, debo expresar mi preocupación por el bienestar de Lady Díez de Velasco Widmeier. -

Sonrió abiertamente mientras empuñaba el punzón, ante el comentario burlón de Lucía. Un instante después saltaba hacia atrás al producirse el disparo sobre la puerta, sorprendido cuanto menos. –Está claro que amigos no son.- comentó, antes de volver a acercarse a la puerta, escuchando lo que sucedía al otro lado. –Por el amor de cristo…que diablos dicen?- Preguntó al escuchar aquellos rezos en vete tú a saber qué idioma, aunque no sabía del todo lo acertado de su propia pregunta.

-Todo soldado Germano que se precie sabe disparar, frau Widmeier.- Contestó, mirándola extrañado como retrocedía buscando por el vagón. –Hay algo por aquí que pueda usar?- Preguntó, colocando el hombro junto al marco de la puerta, mirando hacia la rendija abierta de la misma, por si veía algo. –Pero entrar a lo bruto disparando quizá no sea buena idea, viendo que están apuntando hacia la puerta…- Dejó en el aire, teniendo claro que en cuanto volviera a empujar la puerta para abrirla habría más disparos contra ellos.

Tras buscar por el vagón lo único que ves parecido a unas granadas son proyectiles de mortero de asedio, igual de grandes que tu torso y aparentemente pesados, por lo que no es viable intentar usarlos para intentar un asalto al otro vagó…a menos que quieras hacer estallar todo el tren. Lo que si hay son montones de cajas de munición de la ametralladora, y armas que te son familiares, diferentes tipos de dagas y estoques, alabardas en sus estantes al final del pasillo y diferentes tipos de pistolas, aunque estas parecen ser de un solo disparo cada una. Toda esta colección te es familiar al llevar el sello de la monarquía hispana.

Cuando vuelves junto a la puerta, puedes sentir como los extraños rezos empiezan a convertirse en canticos, aumentando el volumen en el que son pronunciados, y el olor a humo ya no es leve…sino que además notas como empieza a picaros la nariz, y sentir cierta nausea.

Al cruzar los vagones, os encontráis en uno en el que la puerta lateral de este está completamente abierta, y una ametralladora rotatoria de gran calibre, sostenida por ruedas de carro está apuntando hacia el exterior. En el otro extremo del vagón, junto a la puerta que sabéis que conduce al siguiente vagón, veis a Lucía y a un hombre, a cada lado de la puerta. Al hombre lo podéis reconocer de verlo en el andén junto a Schindler y los demás dignatarios. Ambos tienen las armas preparadas, Lucía la espada, Erik un punzón, más parecido a una daga. Están apoyados en la pared junto a la puerta, como si esperaran a que alguien saliera de ella...o que atacara a través de ella, ya que los que estén familiarizados con el combate, podéis ver que están en guardia. Además, llegáis a escuchar lo que parecen ser unos rezos al otro lado...rezos que poco a poco se convierten en canticos, en un idioma que ninguno de los presentes consigue entender...ni conocer.

Schindler volvió la cabeza hacia el albiones cuando hizo el comentario sobre los soldados que podían viajar en aquellos vagones. –Esto también es nuevo, Herr Kane- dijo, con todo de alarma, volviendo a alzar la voz para indicarle al capitán que destacara dos soldados para ir con Kane y apremiara al resto a que preparan las armas hacia los dos vagones delanteros. –¿Sabe cuántos soldados podría haber ahí dentro?- Preguntó mirando de nuevo a Kane, y señalando con un gesto del mentón hacia el tren. –Sabiamos que podía ir una guardia de no más de diez hombres con la delegación…pero por sus palabras me temo que habrá más, ¿me equivoco?- Miró un instante más al tren en completo silencio, meditabundo. Aquello estaba sobrepasando todo lo imaginable sobre aquella más que frustrada cumbre diplomática. –Todo lo que podía salir mal está saliendo mal…incluso más aún.- Pensó, antes de volverse de nuevo hacia Kane. –He llegado a la conclusión, vista su actitud, de que su reacción al entrar en la estación fue…lógica, por muy arriesgada que fuera, y sus pal…- Se vio interrumpido por el tronar de un disparo proveniente del tren, que se escuchó también en algo que parecía sostener Ulrich, tras Schindler y Kane, lo que hizo que el hombre de las patas metálicas diera un respingo, acompañado del rápido repiqueteo en el suelo de sus extremidades mecanizadas. Schindler se volvió un momento hacia Ulrich y Ravensberg, los cuales le miraron con alarma. –¿Han abierto fuego?- Preguntó Oskar, aunque ya sabía la respuesta. Volvió a mirar hacia el tren, igual que todos cuanto le rodeaban, para ver como de los ventanucos altos de los dos vagones delanteros parecía emanar una luz amarillenta y rojiza, acompañada de lo que parecía…¿Vapor? –Dos de mis hombres le acompañarán de nuevo al tren, Herr Kane.- Dijo mirándolo seriamente, alargando el brazo para señalar al tren. –Detenga esta locura, desvele este engaño…y quizá podamos sentarnos a la mesa de negociaciones. Tiene mi palabra.- Dijo esto último con tono serio, sin apartar los ojos del joven que tenía delante.

Varias cosas ponen en guardia a Lyrio durante esos segundos en que la imagen se revela antes ellos. La primera ese arma tan grande, jamas había un arma de fuego de semejantes proporciones, ahora entendía por que habían hecho un alto el fuego allí fuera, y que eran los ruidos que habían escuchado hace un rato mientras se enfrentaban a Dominique. Lo segundo que la puso alerta fue ver la posición defensiva que tenían el Germano y su compañera, que parecían a punto de ser atacados en cualquier momento.  Por ultimo...esos cánticos, le pusieron los pelos de punta y el hecho de no conocer el idioma solo lo hacía muchísimo mas espeluznante. Sintiendo su nerviosismo Valfreyah se pone en guardia agachando un poco sus patas y enseñando los dientes, mientras que ella saca el arco, prepara una flecha y se acerca despacio, como cazadora que es, hacia Lucía a quien le posa la mano en el hombro por un segundo para que sepa que es ella. Dejándose ver y apuntando igual que ellos hacia aquella puerta de donde parecían provenir los cánticos, el corazón le latía a mil por hora, podía notar la adrenalina creciendo, y como le palpitaban las orejas, se lamió los labios despacio y con el cuerpo tenso se preparó para la batalla.

- No lo sé. - Negó una única vez con la cabeza. - En la información previa de la misión indicó que nos acompañarían militares vestidos de civiles, pero nada más. No los vimos en ningún momento, pero... -  Se giró para mirar el tren, exactamente al vagón del bar. - Es posible que los estibadores si lo sepan. - Señaló con la cabeza hacia el vagón donde los habían dejado.

Por el tamaño de los vagones, cada uno podría llevar tranquilamente más de veinte personas cada uno. Dudaba que tuvieran la ocupación máxima, pero solo la mitad de esos hombres ya suponía un problema potencial. Él era militar, y estaba acostumbrado a disparar primero y preguntar después. El problema estaba en que estaban atrincherados y al menos con tres reliquias, eso sin contar que estaban... cantando, o haciendo algo extraño. - Agradez... - no terminó siquiera la palabra cuando agachó la cabeza al escuchar silbar el plomo cerca de él. - Creo que sí. - comprobó que todos estuvieran de una sola pieza, y sin agujeros de más.

- A la orden. Retirense hasta una posición segura, es posible que sean objetivos prioritarios para los tiradores que estén dentro. - Les indicó a las tres personalidades germanas presentes. - Con su permiso. - acabó por decir, inclinando la cabeza en señal de respeto y despedida. - Le tomaré la palabra, Duque Schindler. - Acabó por decirle, mientras le indicaba a los dos hombres que le acompañaran, echando a correr hacia el tren.

Después de unos minutos tensos, hablando con Schindler y sus compañeros, Kane acabó por echar a correr hacia el tren seguido de dos soldados. Aunque en un principio parecía una huida en toda regla con persecución de dos soldados inclusive, acabó por revelarse como una misión de apoyo con escolta cuando recogió el arma de Erik a la carrera y se giró en dirección a los soldados indicándoles la formación para subir al tren.

De un salto entró en el vagón, mirando a su alrededor. La puerta estaba entreabierta, y buscó con la mirada a Lucía, en primer lugar. - El cinturón. - le pidió antes de nada, para que le devolviera sus armas mientras se cubría detrás de unas cajas, y le lanzaba el mandoble a Erik de vuelta para que estuviera armado nuevamente.

- Han detenido a Dominique. - Aquellas cuatro palabras decían bastante más que toda una larga y compleja exposición de todo lo que habían hablado. Lo importante ahora era poner las reliquias a salvo y detener a los soldados que estaban dentro. Cogió aire y observó la situación buscandole la táctica a seguir. - No podemos usar el cañón automático sin arriesgarnos a destruir las reliquias. ¿Qué habeis podido ver? - preguntó a los que habían abierto la puerta.

-Hay armas de diferentes tipos. Sírvase usted mismo. - dije a Erik, cuando volví a mi posición, junto al marco de la puerta, apretando ligeramente los labios cuando indicó que no podíamos entrar por las bravas- Claro que no. Pero tampoco podemos dejar que nos contengan aquí. - le respondí, mirando hacia el frente de nuevo, parapetándome en la puerta, justo un instante antes de que notara la mano de Lyrio sobre mi hombre.

-Lyrio, me alegro de verla. - dije, girándome parcialmente, viendo que no venía sola- Espero que estén todos bien. - añadi, incluyendo a Eugene y a Fátima en la ecuación, haciéndoles un gesto, discreta, para que no se dejaran ver, sin subir siquiera el tono de voz para no delatar mi posición más de lo que ya lo había hecho- No se expongan, por favor. No sabemos a que nos enfrent...

No había terminado la frase cuando, de repente, fue Kane quien apareció, terminando de dibujar una sonrisa en mi rostro. -Señor Kane, no sabe cuanto me alegro de verle. - le dije entonces, asintiendo, simplemente, lanzándole su cinturón, tal y como me había pedido. Fue entonces, cuando me giré parcialmente para hacer el lanzamiento cuando mi oído adquirió un mejor ángulo, uno capaz de escuchar con más claridad aquellos cánticos, unos que, de repente, hicieron que se me pusiera la piel de gallina y que el rostro se me desencajara.

-No... no puede ser... - dije entonces, mirando al resto, mientras negaba, incrédula- Kane, escúchelos. Es como en Murcia. - dije al hombre, sin haber tenido tiempo siquiera para alegrarme por la noticia sobre Dominique y mucho menos para informarles de lo que estaba pasando allí.- Tienen las reliquias y están invocando demonios. Van a abrir las puertas del Averno. - dije, dibujando entonces la señal de la cruz sobre la hoja de mi espada, la misma que había ungido antes con agua bendita. Si esa era Su voluntad, combatiríamos lo que hubiera al otro lado de la puerta.

-Tenemos que detenerlos, pero sin dañar las reliquias. - asentí a las palabras de Kane, esperando que él o Erik, con capacidad de hacer algo de ruido a distancia se encargaran de hacer los honores. Meterme allí en medio a ciegas, armada con una espada, era un suicidio, por mucho que Dios estuviera de mi lado.

Llego también a la altura de los demas, medio agachada y cubriéndome para no ser vista por quien sea que haya en el otro vagón. Las palabras de Kane me reconfortan un poco, pero escucho las impresiones de Lucía y no me gusta nada lo que oigo. Les miro a todos y digo en voz baja:

- Esto es grave, tambien creo que debemos detenerlos. Voy a entrar con todo, voy a salvar las reliquias ¿me cubrís?

Y sin esperar respuesta empiezo a concentrarme y a murmurar una oración, que provoca que empieze a surgir una luz divina a través de mi armadura y me empieza a rodear.

Cuando ingresamos al lugar me di cuenta que estábamos en problemas,  alguien atacaba. Es decir acaso que  los traidores estaban en el tren aún cuando pensamos que habíamos matado todos los perros. Entonces recordé que yo sentí algo en el techo de los vagones, pero pensé que eran solo los seres demoniacos, ahora comprendo que  habían estado en el techo del mismo todo el tiempo aunque no comprendo como no fueron detectados por los germanos cuando el tren llegó.

-Sabia que Dominique se había vendido a los ejercitos malditos de Robespierre,  fuera de eso tambien ha traicionado a los germanos,  ha traicionado tanto a los galos como a los germanos por los demonios...

Escucho bien lo que tiene que decir Lucia

Me alegra tanto que este usted bien- En mi interior temia por su seguridad- Y me alegra tambien verle  Monseur Kane- y sigo refiriendome a  lo hablado por Lucia- si usted dice que las religias ayudaran abrir portales, Dios nunca quería que  aquello ocurriera, así que  si se destruyen estaran purificadas.

Entendía lo que estaba diciendo podía ser  escandaloso

Pero  en primera medida tratar de rescatarlas esta bien, pero si no se puede, evitar la corrupción es tambien deber.

Entonces  elevo mi mano hacia lucia y pronuncio unas palabras en latin, mientras ruego al cielo  que proteja a Lucia en esta  batalla.

Esto la ayudará Mademoille Lucia- digo  sabiendo que  estare haciendo mi mejor esfuerzo por ayudarlas desde atrás-Le ayudare en lo que sea necesario Mademoille Fátima.

Los canticos subían de tono, haciéndose más sonoros, haciendo que os sintierais cada vez más incomodos y como si estuvieran dándole la vuelta a vuestros intestinos. Además, fuera del tren, todo parece empezar a oscurecerse, como si unos nubarrones de tormenta ocultaran el sol. Los dos soldados que han subido al tren con Kane, pese a su estoicidad, parecen sentirse igual que vosotros, ya que se lanzan miradas, sacudiendo la cabeza, uno de ellos se acerca al grupo, viendo la puerta que custodian Lucía y Erik. –Esto podría ayudar, señor.- Dijo, tendiéndole una esfera negra con una mecha, y se apostaba cerca de la puerta, siendo imitado por su compañero, con los mosquetes listos. Lucía por un momento pareció brillar con luz propia cuando Eugene lanzó el hechizo hacia ella. Fatima, instantes después ofreció el mismo espectáculo.

Conseguís escuchar gritos de asombro provenientes del exterior, así como sentís que…cada vez hace más calor.

Erik mantuvo la posición mientras iban llegando el resto del grupo, lanzando miradas de reojo a tanto a Lyrio y Kane cuando estos se acercaron, aunque tuvo que alzar las manos para interceptar su arma, que le había lanzado el Albiones. –Todo un detalle…- Dijo en voz alta, mirando a Kaney asintiendo con la cabeza en señal de respeto, tras lo cual se volvió hacia  Fatima y Eugene. –Me gustaría decir que es un placer, pero no es el momento.- Dijo torciendo el gesto, con el gesto malhumorado. Definitivamente, no era el mejor momento para esas cosas, estaba pasando algo muy malo al otro lado de la puerta. Cuando todos parecían estar preparándose para asaltar el otro vagón, el desenvainó su arma, un espadón a dos manos y miraba con el ceño fruncido hacia la puerta. Cuando el soldado le tendió la granada, asintió con la cabeza y miró al grupo. –¿Alguien tiene fuego?- Preguntó, alzando las cejas y lanzando una sonrisa…entre peligrosa y divertida.

- Lo mismo digo, Lady Díez de Velasco. - contestó a la mujer nada más subirse y escuchar a la mujer. Tomó sus cosas y comenzó a prepararse. - No se destruirán esas reliquias si yo puedo evitarlo. - contestó a Eugene sacaba algún tipo de artilugio de su bolsa, algo parecido a una bola metálica de un colo cobrizo del tamaño de la cabeza de un niño. Con el uso de ambas manos, apretó varios puntos de presión y giró dos medias partes de la misma varias veces, como si estuviera dándole cuerda a la par que concentraba su sentido y ser en aquella máquina. Solo cuando escuchó aquellos cánticos y los reconoció, levantó la vista.

Él también reconoció aquellos cánticos como algo que ya había escuchado en Los Infiernos, la antigua Murcia. Estaba de acuerdo con Lucía, y se temía lo mismo o algo peor. - Estoy de acuerdo con usted, my Lady. - contestó a Lucía, mientras bajaba la vista para acabar lo que quisiera que estaba haciendo entre manos.

- Lady Fátima, no creo que fuera prudente entrar sin saber cuantos enemigos hay dentro. Permítanos a Lady Lyrio y ami hacer algunos blancos y mermar su número antes de un asalto frontal. Lord Erik, abra la puerta. - acabó por pedirle mientras sujetaba la esfera con una mano, y tomaba la pistola con la otra. - Pero nada de granadas por ahora. - una granada si que aseguraría la destrucción de las reliquias. Pero no entendía nada... Si aquellos tipos eran de la inquisición.. ¿Por qué invocar demonios? ¿Para obligar a Germania a someterse a la voluntad del Vaticano? Ya resolverían esas dudas cuando acaben de salvar la situación.

- Cubranse, no sabemos si nos están esperando. - y miró a Erik, asintiendo con la cabeza. - Adelante. -

La alegría de ver a Kane de nuevo con ellos hace que Lyrio tome fuerzas para el próximo combate. No es que no se fiara de los demás, pero hasta el momento parecía el único que había tenido la cabeza lo bastante fría para hacer las cosas con sentido común y eso le gustaba. Por ello, ante el plan de este asintió y se adelanto para prepararse para atacar esperando a que Erik , de quien aun no se fiaba nada, abriera la puerta. Se dice que el combate y la adrenalina es lo mejor para unir a la gente, desde luego era muy cierto, pues aunque solo se conocían desde hacia unas horas ya estaban mas unidos que muchos otros que había conocido en otras circunstancias mucho mas tranquilas. Toma aire y le indica a su preciosa Valfreyah que espere atrás hasta que de la orden. Valfreyah esta nerviosa, eso no le gusta, le pone los pelos de punta. A ella también pero si terminan quien sabe lo que podía pasar, por lo que decían la hispana y el Albionés podrían traer la muerte y destrucción que no les había llegado hasta ese momento allí y ahora y eso no pensaba permitirlo.