Partida Rol por web

La estación entera era como un hormiguero enorme, lleno de soldados Germanos que ocupaban posiciones alrededor del tren que acababa de detenerse en seco. Todo eran hombres armados corriendo de un lado a otro, oficiales que a voz en grito impartían órdenes y desplegaban a sus hombres. Tan solo había cuatro hombres que no se movían, uno junto al otro, observaban el tren con cierto asombro, además de seriedad. Uno de ellos, alto y delgado, con el pelo cano observaba los vagones con cierta cara de preocupación mientras tenía las manos a la espalda. Junto al otro hombre también delgado pero más bajito, con el pelo negro y largo, de vista afilada y sonrisa descarada, vestía un traje negro y parecía hasta divertirse con la situación. Otro de ellos, un anciano, de larga barba y pelo cano, con la particularidad de que en lugar de piernas tenía seis patas metálicas, asemejándose así a una araña motorizada. Observaba a los soldados con atención y desviaba de tanto en tanto la mirada hacia el tren, preocupado por lo que podía salir de allí en cualquier momento. Junto a ellos, aunque guardando las distancias de esos tres hombres, había un joven alto, fuerte, de cabello rubio, que parecía el más preocupado de todos, y no por el inesperado estado del tren, sino porque quizá sentía que tendría que estar ocupando posiciones junto a los demás soldados, pero sabía que hoy su deber no era ese, sino otro bien diferente.

Los Germanos esperaban el tren, eso estaba claro. Pero no de la forma en que había llegado. De los vagones de pasajeros apenas quedaban dos ventanas intactas y el exterior estaba cubierto de marcas que parecían haber sido hechas por…¿Cuchillos? ¿Garras? A simple vista era casi imposible saberlo, pero fuera lo que fuera se había dado un buen paseo por el techo y las paredes exteriores del tren. De uno de los vagones de carga había llamado la atención el reguero de un líquido oscuro que caía por uno de los costados. Todo aquello sin contar que en el momento en que el tren entraba en la estación hizo saltar todas las alarmas debido al rugido de un arma de gran calibre provenía del interior de este, acompañado de gritos que no tardaron en cesar.

Cuando el tren estaba a punto de detenerse, un hombre descendió de el en el último vagón y el silencio reinó en la estación. El techo de cristal empezaba a ocultarse por la densa nube de vapor que surgía de la máquina de tren, y cien pares de ojos no apartaban la mirada del hombre que había bajado del tren y se acercaba lentamente a los cuatro hombres que esperaban en el andén. Nadie daba crédito. Desde los soldados posicionados en el andén a ambos lados del tren y los que estaban en las pasarelas elevadas que unían los diferentes andenes de la estación. Todo estaba en silencio.

-Halt!- gritó un oficial, uniéndose a sus hombres y apuntando con su propia pistola a aquel hombre que llevaba un libreto en las manos alzadas. Este se detuvo, y con rostro serio miró a su alrededor, la preocupación…incluso el miedo reflejados en su rostro.

-Mein Name ist Dominique Dumont, ich bin der Gesandte der Galo-Regierung. Was ich in meinen Händen halte sin fue Dokumente, die beweist, was ich sage ... obwohl es nicht notwendig ist... Herr Schindler hat mich schon einmal gesehen  und weiß, wer ich bin.

 Die Delegierten, die wir für diese Verhandlungen ausgewählt haben, haben sich als Feinde der Menschheit herausgestellt.

 Sie haben Wesen aus der Unterwelt gerufen und den arabischen Botschafter ermordet und versuchen, mit den Waffen, die wir mit Grosse Germania in Verhandlungen gebracht haben, den Zug gegen meine Männer, die in den ersten Autos stationiert sind, zu  nehmen. Sie versuchten mich zu töten, obwohl ich sie durch ein reines Wunder loswerden konnte. Im Namen von La Gaul bitte ich um Ihre Hilfe!-

Dijo en voz alta Dominique, haciéndose escuchar en el recinto abovedado de la estación, señalando con la mano libre el libreto que sostenía con la otra. Hablaba un Germano fluido, y tras decir estas palabras volvió a guardar silencio, manteniendo el mismo semblante de preocupación.

Uno de los cuatro hombres, el delgado con el pelo cano y un chaleco verde y negro sobre camisa blanca, avanzó unos pasos hacia Dominique. Los soldados esperaban la orden, cualquiera, que les hiciera reaccionar, romper aquella tensión. Cuando el hombre estuvo frente a Dominique tendió una mano, pidiéndole los documentos, y sin apartar los ojos del Galo lo abrió, antes de echarles un vistazo. Asintió con la cabeza, antes de volverse hacia el oficial que había dado la orden de alto instantes antes. Le habló y el resultado, dijera lo que dijera, es que el oficial mandó a dos hombres a que se llevaran de allí a Dominique.

Tras esto el Germano se volvió hacia el tren, y pese a aparentar estar al borde de convertirse en un anciano habló con voz potente, en un perfecto latín, para hacerse entender. –A los que permanecéis dentro del tren…-Empezó a decir, con voz grave, profunda. –Salid de inmediato, vuestros planes no han tenido éxito. Salid del tren y prometo que nada malo os sucederá, si no salís…ordenaré a mis hombres que abran fuego.- Hizo una pausa, mirando los vagones de uno en uno, del principio hasta el final. –Sabéis que estáis rodeados, no merece la pena resistirse, desistid, vuestros empeños acaban aquí…traidores a la humanidad.- Zanjó, haciéndose eco de sus últimas palabras el sonido de cientos de armas al prepararse para abrir fuego.

Mi nombre es Dominique Dumont, soy el enviado del gobierno Galo. Lo que sostengo en mis manos es la documentación que acredita lo que digo…aunque no hace falta, ya que Herr Schindler me he visto antes y sabe quién soy.
Los delegados que escogimos para estas negociaciones han resultado ser enemigos de la humanidad. Han invocado a seres del averno y han asesinado al embajador Árabe y están intentando hacerse con el tren utilizando las armas que traíamos para negociar con la Gran Germania contra mis hombres apostados en los primeros vagones, la guardia escogida para escoltar este convoy…y por ultimo han intentado asesinarme, aunque pude zafarme de ellos de puro milagro. ¡En nombre de La Galia, imploro vuestra ayuda!

Nos ha vendido, el hijo de puta sabia que esto iba a pasar, desde el inicio de esta misión nos estaban vendiendo, pero soy periodista y la verdad saldrá a la luz, posiblemente no pensaron en eso, pero viene otra prueba. La lucha contra la mentira.

Eugene murmuró a sus compañeras.

-No tengan miedo, la justicia se verá. Si salen corriendo posiblemente disparen. Tengan fe.

Y tras decir eso bajo con las manos arriba del vagón diciendo con un tono serio fuerte y seguro.

-Messieurs hemos sido atacados por los demonios, somos pocos los sobrevivientes, no veniamos a hacer el mal, pueden entrar al tren y verificar los cuerpos de los demonios, somos pocas personas y hemos venido a una misión comercial, no sé de que se nos acusa pero no hemos venido hacer mal a vuestro pais, por el tono del encargado de este tren quien se ha reido de nosotros y entregado a ustedes. No estoy mintiendo, no somos criminales. No sé de que se nos acusa, pero por la gracia de Dios somos inocentes. No somos traidores de la humanidad, no hemos hecho nada malo.

Eugene sabía que era posible que lo golpearan y torturaran po hablar.

Les Dames y yo no tenemos nada que ocultar. No hablo su idioma señor, la última vez que vine tuve un traductor. Le juro que no hemos hecho nada malo, pero si han de juzgarnos espero noten que el tren ha sido atacado, somos victimas de los demonios, venimos en paz a este pais.

Tras todo aquél sinsentido, porfín entendí que estaba ocurriendo. Gracias a las palabras primero de Lyrio y después de Eugene, comprendí que Dominique sí era un traidor, al fín y al cabo. No comprendí las charla en Germano que habían intercambiado, pero el hecho de que aquél hombre nos llamase traidores de la humanidad solo podía significar que el Galo nos había dejado vendidos. Eugene dío en el clavo con sus palabras. Pienso igual que él, debemos entregarnos y someternos a las penúrias que sean para demostrar nuestra inocencia ante la justicia Germana, pues ante nuestro señor ya lo somos, siempre lo hemos sido (a excepción, talvez, de Abbas).

Oh mi señor padre grande y magnánimo, a la justicia de tu ser me encomiendo ante esta desventura. Que los siervos del demonio no permitan que nuestra compañía caiga ante la tiranía de uno de tus hijos que se ha desviado del camino para asolar las tierras que ahora pisamos. Tengo fe en nosotros, que es lo mismo que decir que tengo fe en ti. Que nuestra palabra sea tu martillo para dejar constancia de cómo han ido las cosas en nuestro viaje, que tu verdad fluya de ellas y llegue hasta las almas de éstos que tenemos enfrente. Que comprendan con ellas dónde se esconde el mal y donde la rectitud y el compromiso. ¡A ti me encomiendo ahora, a la justicia divina!

Miro a Lyirio - ¿Confías en los Germanos? Yo elijo tener fe en ellos. - Tras decir esto desenvaino mi espada y la sujeto con ambas manos planas hacia arriba, por la hoja, en posición de ofrecimiento. Salgo caminando tras de Eugene y me pongo a su lado.

- Éste es Eugene Delacroix, periodista Galo. Yo soy Fátima Expósito, criada en el convento de Nuestra Señora de las Angustias en la ciudad de Torrico, Hispania. Profesamos la fe Católica y juramos nunca aliarnos con los Demonios, estamos aquí precisamente para lograr que la humanidad se pueda liberar de esta lacra demoníaca. Suscribo todas las palabras que acaba de pronunciar mi compañero, y añado que es Dominique Durmond quien nos está engañando a todos. Ya lo ha hecho con nosotros y lo hará con ustedes si no lo detienen inmediatamente para interrogarle como es debido. Para demostrar nuestra inocencia, aquí nos tiene, nos entregamos para someternos a ustedes confiando en su buena voluntad y su inteligencia, con la que estoy segura de que sabran encontrar el fondo de verdad y justicia detrás de todo esto.

Durante mi discurso he depositado lentamente la espada en el suelo a metro y medio de nosotros, he reculado hacia atras y me he quedado con las manos en alto, a la espera de reacciones.

- ¡¡QUIETO TODO EL MUNDO!! - Levantó la voz nada más abrirse la puerta del vagón de carga lo justo como para que Kane pudiera asomar un arma automática, la más reciente invención albionesa para el combate abierto. - NICHT SCHIESSEN. - Anunció en esta ocasión para los alemanes, no fuera que se pusieran nerviosos y alguno se le escapara el dedo sobre el gatillo.

- Dieser Zug befördert mehr als 150 Kilogramm Hochleistungssprengstoff*. Wenn jemand schiesst, werden wir alle sterben. WIR ALLE STERBEN, OK?  - Dejó claro antes de nada, señalando con la mano que no tenía sobre la manivela lo largo del tren. Así explicaba su primera advertencia a todos los soldados allí concentrados, en un idioma que pudieran entender aunque su pronunciación no fuera ni perfecta, ni su acento el mejor. La cosa estaba bien jodida. Tanto Fátima como Eugene se habían entregado sin oponer resistencia, ni cuestionar nada. Al menos Lyrio no había sido tan insensata, aun así, tendría que hacer todo lo posible por salvarlos a todos de aquella concentración multitudinaria para ejecutarlos por supuestos traidores a la humanidad.

La pregunta era ahora, como salir de allí, preferiblemente vivos y con todas las partes del cuerpo unidas, pero sin agujeros. Su vista se posó en Schindler, mientras sacaba un pitillo y se lo encendía con toda la tranquilidad que la situación le permitía. Fumar siempre le relajaba, siempre le ayudaba a pensar mas claramente. - Duque Schindler, es un sincero placer poder conocerle, a pesar de las circustancias. - saludó al hombre, con un gesto de la cabeza. A pesar de las circustancias, tenía cierta admiración por aquel hombre. - Mi nombre es Bruce, ingeniero del 101º de Infantería. Me temo que todos hemos sido engañados por el mismo caballero, Lord Dominique. Y puedo demostrarlo. - afirmó con total seguridad y creencia en sus palabras.

Dio una larga calada al cigarro, antes de apartar el cigarro de los labios con la mano izquierda, sin separar la derecha del accionador del arma automática. - Me gustaría hablar esto de hombre a hombre. - gritó en dirección al hombre. - Y como no tiene motivos para darme esta oportunidad, le daré al menos dos preguntas para hacerle pensar. - Señaló con el cigarro primero en un arco delantero y después hacia atrás.

- ¿No son muchos soldados para recibir una comitiva internacional que intenta llamar la atención lo menos posible? Cual es el motivo de tal despliegue ¿Quizás un aviso convenientemente recibido hace unas horas? - Entonces se dió cuenta de algo, de la última frase que escuchó del hombre de Dominique en el último vagón. - Tengo sobradas sospechas para acusar a Dominique de trabajar para la Inquisición, la misma que desea ver esta cumbre fracasar. - Cogió aire, llevándose el cigarro a la boca mientras intentaba que no se le notara que ahora mismo estaba apostándolo todo por el todo, y que le temblaban hasta las pestañas. - Por lo que ahora solo queda una pregunta que hacer a todos Germanos aquí presentes... - guardó silencio y miró un segundo a Lucía, susurrándole algo antes de levanta una vez más la voz.

- Wirst du die Inquisition für Germania entscheiden lassen? -

- Cubre la puerta y preparate para lo peor. -

NO DISPAREIS

 Este tren transporta más de 150 kilos de explosivos de alto rendimiento. Si alguien dispara, todos moriremos. Todos morimos, ¿Vale?

¿Dejareis que la Inquisición decida por Germania?
 

Había que estar como un cencerro para hacer lo que Bruce y yo decidimos hacer nada más ver cómo el tren paraba y escuchar, desde el interior de aquel misterioso vagón, cómo Dominique, tal y como ya había previsto, nos vendía.

Y, por si acaso había algún tipo de dudas sobre si estábamos dispuestos o no a volar aquel tren, me asomé lo justo para que se viera que, además del arma que Bruce exhibía ahora mismo, yo llevaba en mis manos su caja de cerillas. Algo tan pequeño y tan letal teniendo en cuenta de que estábamos rodeados de explosivos, que sólo sirvió para confirmar las palabras del ingeniero en germano.

Y así, dejé que el hombre hablara, primero en germano, luego de forma que todos lo entendieran, asintiendo de cuando en cuando, mostrando simplemente mi apoyo a sus palabras. Y sólo fue cuando escuché aquel susurro cuando asentí, y acabé por mostrarme parcialmente, clavando mi mirada directamente en Oskar Schindler

-Als Herr Kane schon gesagt hat, Herr Dominique lügt. Wir sind hier um zu helfen. Nie konnte ich mein halb Heimat verraten. - dije entonces, en un alemán perfecto, sin un ápice de acento hispano en él-  Mein Name ist Lucía Díez de Velasco Widmeier, und ich bin die Tochter von Camillla Widmeier. Ich glaube dass  Sie alle meine Nachname schon kennen und dass Sie einverstanden sind, dass ich nichts mit das alles zu tun haben kann. - continué diciendo, con el mismo tono, desvelando el porqué de aquel perfecto alemán.  Quizás mi madre fuera más conocida en Hispania por ser la esposa de mi padre, pero en Germania, el nombre de mi madre era enormemente respetado.- Mis respetos, Herr Schindler. Tal y como el señor Kane ha expresado, es una lástima conocerle en estas circunstancias. - añadi, con un cabeceo respetuoso, de forma que ahora todos pudieran entenderme- Espero que ahora podamos mantener una conversación en términos mucho más civilizados y respetuosos. Somos tan víctimas como ustedes de lo sucedido y, pese a las infundadas acusaciones de Monsieur Dumont, estaremos encantados de aclarar cualquier incógnita que puedan tener sobre lo sucedido. El Señor Kane no miente al decir que podemos probar que todos hemos sido víctimas de manipulación y engaño .  -Esperaba que jugar aquella baza apoyara las palabras de Kane y su más que lógico alegato y, ya de paso, no diera una oportunidad de aclarar todo lo sucedido.

Sólo esperaba que Kane llevara razón y aquello sirviera de algo. Si no... bueno... al menoso estaba en paz con Dios y con mi alma.

Tal y como el señor Kane ha dicho, el señor Dominique miente. Estamos aquí para ayudar. Nunca podría traicionar a mi medio-patria.

Me lamo Lucía Díez de Velasco Widmeier y soy la hija de Camilla Widmeier. Creo que todoso conocen de sobras mi apellido y que estarán de acuerdo conmigo en que no puedo tener nada que ver con todo este asunto.

   El día tan sólo parecía deparar nuevas sorpresas para Erik, quien tras una temporada relegado a posiciones sin importancia, había sido invitado a presenciar como los engranajes de la historia empezaban a moverse.

   Y como toda la historia de Europa en las últimas décadas, estaba siendo de lo más convulsa.

   Desde el momento en que vio llegar el tren en un estado cuasi fantasmal, su espada había permanecido desenvainada, a la espera de enfrentarse a cualquier amenaza que pudiera surgir de este. Lo que no se esperaba es que saliera un Galo sin apenas heridas diciendo que todo lo acontecido era responsabilidad de los dignatarios. Tampoco se esperaba que Schindler pareciese conocerle y se hiciera cargo tan pronto. 

   Personalmente iba a mantenerse al margen hasta que vio rendirse y salir sin opner resistencia a dos de sus miembros, una actitud difícilmente atribuible a traidores de la humanidad. Se inclinó hacia Schindler para comentarle que tal vez estuviera pasando algo por alto cuando un Albionés les informó en tono educado y cordial que todos los presentes podrían morir en cualquier momento.

   No era el peor de sus lunes, pero entraba en el top 5.

   Interponiendo su cuerpo entre cualquier línea de tiro que pudiese establecerse entre el arma automática de Bruce y Herr Schindler o sus allegados, habló.

-Das macht keinen Sinn, meine Herren, gehen Sie in Deckung-

   Tras acompañar a los señores a una distancia prudencial, saca el aparato transmisor de Erikssen. -Permítanme entrar sólo. Podrán oír toda la conversación a través de esto y juzgar apropiadamente. Por si acaso hay algo de verdad en lo que dicen, también sería prudente mantener bajo custodia estricta al señor Dumont.-

   La situación se había vuelto muy tensa, pero precisamente por eso, Erik reconocía cuando no servía de nada luchar. 

Por un instante la tensión podría haberse cortado con un cuchillo. Tras las palabras de Schindler pasaron unos segundos de quietud, silencio y nervios, hasta que del último vagón bajó Eugene y casi inmediatamente Fátima, expresándose en latín, para. Los dignatarios Germanos lo escucharon, negando con la cabeza el de las patas mecánicas, chasqueando la lengua el del cabello negro. Tan solo Schindler se mostraba serio y el enfado reflejado en su rostro sin.

-Pretenden decirnos que han sido atacados por demonios y que entremos en el tren tan tranquilamente para verificar los cadáveres.- espetó en voz alta, casi gritando, Schindler. –Habéis invocado a los demonios y decís que el tren ha sido atacado, que no tenéis nada que ocultar, pero estoy seguro de que no habéis bajado todos del tren…ya que habláis en plural cuando solo hay una…dama, presente. –Continuó, mirando a Eugene. No, no parecía creer nada de lo que decía el galo.

No fue hasta que Fátima empezó a hablar cuando el hombre se cruzó de brazos, alzando una ceja, extrañado. –¿Tiene algún documento o algún objeto que la identifique como  sirvienta del convento que menciona?- Preguntó lanzándole una mirada gélida, dura. Y sin dejarle tiempo a contestar, continuó hablando. –Claro que no, porque mienten y no se conforman con ello, sino que además pretende hacernos creer que Herr Dumont acaba de mentirnos y que es el causante de todo esto.- Negó con la cabeza con vehemencia, dando un paso hacia adelante, mirando la espada. –Lo que sí me ha extrañado es que arroje su arma al suelo, esto lo pondrá todo más fácil….arrestadlos y atadles de pies y manos…y mantenerlos vigilados.- Ordenó, a nadie en particular, volviéndose de nuevo hacia el tren.

Un grupo de soldados se acercó a Eugene y Fátima para cumplir las órdenes y sujetándoles los brazos para engrilletarles, antes de llevárselos cerca de donde retenían a Dominique.

-A los demás...Salid de…- Se vio interrumpido Schindler cuando uno de los vagones de carga abrió su compuerta, acompañado del grito de Kane que imperativo, ordenaba a todos que se quedaran quietos, acompañado por un arma de gran calibre. Todos los allí presentes que portaban armas apuntaron automáticamente al vagón abierto, aunque parecieron titubear tras las primeras palabras de Kane.

Schindler se mantuvo impasible ante el discurso improvisado de Albiones, y luego se fijó en la mujer que hizo aparición instantes después, presentándose como miembro de una de las familias más conocidas de la nación. Se volvió un instante hacia sus acompañantes, y por un momento, manteniendo una acalorada conversación con ellos por un momento, antes de volver a mirar al vagón.  –Dudo que nadie de los aquí presentes esté deseando morir, así que no abriremos fuego por el momento.- Empezó a decir en respuesta a Kane. –No se equivoque herr Bruce, era el resto de Europa los que querían mantener esto en silencio…o por lo menos los Galos. Nosotros no teníamos intención de guardar algo en secreto que no hemos promovido…y de lo cual recelamos que sea una trampa, de ahí los soldados.-

Se tomó un respiro para aclararse la voz, ya que estar hablando tan continuo en voz alta empezaba a dejarle la garganta más que seca. –El único aviso que hemos recibido fue de la frontera, cuando avistaron su tren…además de la cita ya conocida por nosotros.- Negó con la cabeza, antes de volverse un instante hacia Dominique, que mantenía el rostro compungido, temeroso. –En cuanto a herr Dumont, dudo que forme parte de la inquisición, ya que estuvo perseguido por esta por promover el fin del bloqueo a Germania.- añadió antes de mirar a Bruce con cierto desdén, como si le reprochase que pusiera en duda su buen juicio y lo que para él era cierto.

-Fräulein Widmeier, no negaré que verle en este tren es una inesperada sorpresa.- Cambio de tercio, pasando a entrecerrar los ojos para ver mejor a Lucía, y obviando su apellido hispano, dando énfasis al Germano. –Siento no haber podido expresar antes mi pésame por lo sucedido a su familia, pero no había tenido la ocasión, viviendo tan lejos de la patria de su madre.- No parecía mostrar mucho interés en ocultar su disgusto ante ese último hecho, por lo que negó con la cabeza y tomó aire antes de volver a hablar. –Es por su presencia aquí y sus palabras por lo que hemos decidido darles el beneficio de la duda…y tendrán ocasión de explicarse. Entenderán que no sea yo mismo en persona quien se acerque a hablar…de hombre a hombre, como dice herr Bruce. –Dicho esto, se puso de costado al tren, alzando una mano y señalando al hombre que estaba con ellos, excepcionalmente alto, rubio. –En mi lugar irá Erik Weiss, un buen y leal soldado a mis órdenes…el será mis ojos y mis oídos en lo referente a esta situación.- Dijo, antes de volver a llevar ambas manos a su espalda, entrelazándolas. Una sonrisa pareció brillar en sus labios, semiocultos por la barba, bien recortada y acicalada. –Es su única oportunidad… ¿Hay trato?- añadió, volviéndose de nuevo hacia el vagón.

-Me gusta usted, herr Weiss.- Dijo un sorprendido Siemens, antes de añadir. –El chico tiene iniciativa, Oskar. Con ese aparato podremos saber todo lo que se dice sin necesidad de que te pongas en peligro.- Sus patas repiquetearon en el suelo mientras hablaba, casi con entusiasmo. Schindler guardó silencio durante un segundo, mientras meditaba aquello. –Si estás dispuesto, adelante con ello.- Te dijo en tono serio, mirándote directamente a los ojos. Al reconocer en ti la determinación, respiró hondo, preocupado. –Está bien, pero deja que hable primero con ellos.- Dijo, antes de darse la vuelta y separarse un poco del grupo, adelantándose al tren.

Si me permiten añadir algo! Yo puedo enseñarles esos cadáveres! 

Dijo Lyrio desde, el vagon en el que, habían combatido contra esa cantidad de perros y con ayuda de los galos y Valfreyah, lanzó uno de los cadáveres por la ventana, dejando que lo examinarán a su gusto desde fuera- Mi nombre es Lyrio Solaren Bjorson.. Hija del mercader Erkssen Solaren y la volvía Astrid Bjorson.... Me gustaría decir que es un gusto pero.... Creo que ni ha sido una primera buena impresión..!

Asintio a los hombres y se arrastró un poco más cerca de la puerta del siguiente vagon ya que aunque había intentado convencer a los galos de seguirla por ese vagon estaban aún demasiado atemorizados para ello y tampoco quería dejarlos alli

-puedo lanzar unos cuantos más si aún no cree lo del ataque... Dicho esto, dejo que nuestros portavoces, Kane y De Velasco continúen con la, diplomacia! 

Resoplo cansada, esos malditos perros pensaban una barbaridad y no tenía ganas de arrastrar otro ya les había costado lanzarlo por las ventanas rotas incluso entre 4 y rezo a sus dioses por que su intervención no estropeara el beneficio de la duda que les habían concedido, y lo reafirmara. 

A decir verdad, todo lo que sucedió no fue más que un cúmulo de despropósitos.

No sólo el alegato de Fátima y Eugene y su posterior entrega pacífica no les sirvio de nada, sino que además acabaron atados de pies y manos, como si de burdos criminales de trataran. Como Bruce quien, lejos de recibir una respuesta acorde a su civilizada petición de parlamento -a pesar de que esta viniera acompañada de aquel potente arma- tan sólo recibió reproches y ninguna oportunidad para explicarse.

No, definitivamente no era esa la Germania que yo conocía, aquella que mi madre siempre había alabado tanto y que tan lejana y avanzada había parecido siempre respecto al resto del mundo. Quizás por eso, cuando Schindler finalmente se dirigió a mi, mi rostro, lejos de mostrar alivio, si que mostraba una mezcla de dureza, contención y pequeña decepción.

Quizás por eso decidí utilizar nuevamente mi lengua materna para hablar con aquel hombre. A diferencia de lo que acababa de ocurrir con el resto del grupo yo sí que consideraba que las cosas se podían solucionar hablando y prefería que los trapos sucios se "lavaran" en casa.

- Danke schön,  Herr Schindler. Ich muss sagen dass es als unerwartetet als traurig war. Deshalb habe ich mich entschiedet, in Hispanien zu bleiben. Dort gibt es zu viel zu tun und man muss gegen alle diese Teufeln kämpfen. - comencé a responder, haciendo una pequeña pausa, para pasear mi mirada entre los presentes, como evaluando lo sucedido.

-Ich muss aber auch sagen, dass ich wirklich überrauscht bin. Ich hatte nie etwartet dass mein beliebtes Heimat meine Freunde und ich so wilkommen würde.  - añadi, con cierto tono de reproche, clavando mi mirada en Schindler, con ese tono decidido de quien respeta, pero no teme-  Glauben Sie mir. Es war eine Albtraumreise. Wir sind fast getötet und wir haben höllische Kreaturen getroffen und auch einen gefährlichen Verräter entdeckt.  Denken Sie ehrlich dass dies alles notwendig ist? - pregunté, mirando a mi alrededor, extendiendo las manos hacia el resto ahora que había visto que estaban dispuestos a escucharnos. - Es erfüllte mich immer mit Stolz zu glauben, dass in meiner Heimat die Unschuldsvermutung geachtet wurde. - acabé por decir, clavando mi mirada ahora de nuevo en el germano, esperando que entrara en razon- Natürlich werden wir alle Ihre Fragen antworten und Ihnen helfen um zu wissen, was passiert ist. Aber bitte, nicht als Tiere, sondern als
zivilisierte Menschen. - acabé así por aceptar su petición de parlamento, esperando también que se atendieran mis peticiones.

Una cosa era empezar con mal pie, como Lyrio había dicho y otra muy diferente era empezar siendo detenidos.
 

-Gracias, Señor Schindler. Debo decir que fue tan inesperado como triste. Por eso decidí quedarme en Hispania. Había mucho que hacer allí y es necesario que alguien luche contra esos demonios.

-Sin embargo, también debo decir que estoy francamente sorprendida. Nunca habría esperado que mi amada Patria nos recibiera así a mí y a mis amigos.  Créame. Ha sido un viaje de pesadilla. Casi nos matan y nos hemos encontrado con criaturas infernales y también hemos descubierto a un peligroso traidor. ¿De verdad cree usted que todo esto es necesario? Siempre me ha llenado de orgullo pensar que en mi patria se respeta la presunción de inocencia. Por supuesto que contestaremos a todas sus preguntas y que les ayudaremos a saber qué ha pasado. Pero por favor, no como animales, sino como personas civilizadas.

- ¿Qué eres la hija de Camilla Widmeier? - preguntó no sin mostrar su evidente sorpresa ante ese descubrimiento. Incluso llegó a desviar la mirada hacia ella durante unos segundos cuando lo dijo. Pero no tardó en agarrar nuevamente el arma y volver a apuntar a los soldados, no fuera que con aquel despiste alguien se viniera arriba. Había conseguido un tenso y frágil alto el fuego a base de pólvora y explosivos. - Creo que deberiamos hablar un poco más, Lady. - bajó el tono en aquella ocasión, mientras peinaba la zona con el sentido de la vista buscando la manera de escapar, de salir indemnes o en el peor de los casos, a quien cargarse primero usando aquella arma automática.

Entonces Schindler le dio por ordenar que arrestaran a Fátima y Eugene. Es que no entendía quien coño les había mandado bajarse y encima desarmarse. Si eres inocente no te comportas como un culpable que espera algún tipo de piedad o perdón. - ¡¡EH EH EH!! - se quejó, levantando la voz y llamando la atención. - HÖR AUF. - Se quejó. Si el tipo de cara tatuada pensaba que poniendose en medio arreglaría algo, es que no había visto un cañón como aquel en acción. - Wir reden immer noch. - Intentó calmar los ánimos, que allí había mucha gente poniendose nerviosa y no le apetecía morir tan lejos de casa, y rodeado de germanos.

- Entonces me lo acaba de confirmar. - Dijo como si fuera algo más que obvio. - Lady du Beauvoir dijo en nuestra última reunión, que debía hacer todo en el máximo secretismo posible dado que la Inquisición podría estar vigilandolo todo. - Pero cuando afirmó que el desgraciado de Dominique no era parte de la Inquisición, Bruce no pudo reprimir una carcajada. - ¿Entonces porqué hay al menos dos tipos que parecen de la Inquisición y  que trabajan para Lord Dumont en el vagón de mi izquierda con tres reliquias metidas en sacos? - Señaló con la cabeza el vagón de la izquierda, el sellado. - Tengo al menos una cadena, un candado y un baul que fueron abiertos sin emplear la fuerza bruta, pero nosotros no tenemos las llaves de tales baules. - A ver si con aquellas pruebas, entraba en razón. Por que parecía que todo con el que se cruzaba desde que se había subido a aquel tren era mujer, periodista, estibador o gilipollas. No había más categorías.

- Como dice Lucia, de acuerdo. Pero suelte a Lady Fátima y Lord Eugene, permítales volver al tren. A cambio, yo iré en su lugar. - Se ofreció. Levantó las manos separándolas del arma y se puso en pie, acercándose al borde del vagón. - He oido hablar mucho de usted, Duque Schindler, y se que es un hombre que atiende a razones y sabe discernir la mentira de la verdad. Por favor, sueltenlos y yo iré en su lugar. - Pero entonces varios golpes secos le hicieron girar la cabeza en dirección al vagón de pasajeros.

- NICHT SCHIESSEN! NICHT SCHIESSEN! - volvió a gritar en alemán, esta vez para los soldados. Después hablaría con Lyrio para tratar los temas de negociaciones agresivas, tensas, con rehenes y todo lo demás. - Lady Lyrio, no lance más. - Le pidió, indicándole que retrocediera un poco. - Vamos a calmarnos todos. - dijo más para él que para el resto. Estaba a punto de sufrir el sexto mincroinfarto en lo que iba desde que el tren se había detenido.

Entonces se giró hacia el jefe de la negociación germana. - ¿Tenemos un trato? - acabó por preguntar, mientras dejaba escapar el humo del tabaco por la nariz, después de una larga calada.

   Realmente cuando en las escuelas germanas se hablaba del resto de Evropa como de un lugar poco civilizado y caótico, Erik siempre había pensado que todo era parte de la propaganda atea que impregnaba todo el país. Y entonces, mientras trataba de pensar en una salida diplomática, habían empezado a tirar cadáveres de demonios por las ventanas. No conocía mucho a Schindler, pero la vena que se le empezaba a marcar en la frente le sugería que iba a activar sus escudos personales y ponerse explosivo. Literalmente.

   Ya que le habían permitido interceder, se apresuró antes de que la situación escalase más. Envainó visiblemente su mandoble y se acercó a la entrada.

- Gruß ingenieur Bruce, lady Lucia und Lyrio- alzó las manos mostrando unos miembros callosos y llenos de cicatrices -El duque Schindler y su consejo están dispuestos a considerar esas pruebas. Entraré solo y desarmado, inspeccionaré todo aquello que deseen mostrarme y actuaré como los ojos y oídos del duque- desató la correa del arma y sostuvo la vaina en horizontal al suelo -Pese a la obvia alarma inicial, pueden presuponer que la situación será tratada con todo rigor. Aprovecho para hacerles notar que herr Dumont está igualmente rodeado por guardias y es deseo de todos encontrar la verdad. ¿Aceptan?-

Amarrado y derrotado no puedo dejar de sentir repulsión hacia Dominique por su traición no solo a la pátria sino también a nosotros. Miles de familias de nuestro país estaban esperando esta ayuda y todo fue una patraña, una burla, me pregunto si la mujer quien nos encargó todo esto estaría también implicada en esta farsa. Podía ser que ese hombre no fuera inquisidor, pero si alertó a los demonios para que nos atacaran, no dudo que se trate de un aliado de Robespierre, el traidor y vendedor de Gala. La mirada que le hago a Dominique es de profundo desprecio, y ahora comprendo porqué este hombre terminó con tres perros el solo, nada de raro que sea más mecánico que persona, pero lo que ha hecho no lo olvidaré, la ley de los hombres y la de Dios se encuentran, y ninguno de los presentes me ha visto molesto. Aunque si Dios ama y cura también castiga, uno recoje lo que siembra y deseo para este traidor que recoja todo el dolor que ha sembrado, y si esto estaba planeado desde el principio desde gala, entonces significa que ya no hay pais al que pueda volver.

Mi postura es de molestia, y si bien no sabia Germano. Cosa que debo estudiar, pero que, bueno.. me averguenza decir que no entiendo nada de las negociaciones que estaban haciendo.

En un momento dado quise decir que realmente si era periodista y mostrar mis papeles, pero decidí callar, porque aunque me acusen de mentiroso, yo no miento.

Miro a Fatima y escucho las negociaciones sorprendiendome que Lucia parece ser bastante conocida, posible eso ayude.

Mon oraison était en train d'être réalisée maintenant,

pour la force et la protection divine, que la justice divine nous aide

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Que tu misericordia resto de nosotros, oh Jehová, así como nosotros lo esperamos de ti. En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso. ¡Alabado sea Dios, Señor y Sustentador del mundo, el Compasivo, el Misericordioso, Dueño del Día del Juicio. Te adoramos, y solo imploramos ayuda. Muéstranos el camino recto, el camino de aquellos sobre los que has derramado tu gracia, aquellos cuya parte no es la ira, y que no van por mal camino.

¡Señor! No permitas que nuestros corazones se desvíen ahora, después de que nos has guiado, pero nos conceda misericordia de tu propia presencia, pues tú eres el que concede recompensas sin medida. Nuestro Señor! Concédenos la promesa que tú nos hiciste a nosotros a través de tus apóstoles, y nos salve de la vergüenza en el Día del Juicio, porque tú nunca rompes tu promesa.

No es que no entienda la conversación que se está llevando a cabo, es que no la estoy escuchando. Desde el momento en que me han detenido, atado de pies y manos, me he rendido a la clemencia y misericordia de nuestro señor Dios, para que esdevenga su milagro.

Entreveo, entre rezos, a Kane con una gran arma apuntándo a los Germanos. Es Dios manifestándose. Le invoco repetidamente, necesito que me escuche, que me entienda, que comprenda y vea que en éste momento es en el que necesitamos de su auténtico poder. Aquí donde menos adeptos tiene, aqui es donde debe demostrar su omnipresencia.

La veo, es Lucía, habla, los apacigua. Yo tengo fe. Yo creo. Yo se. Saldremos de esta.

Dios te está tocando con sus dedos, aprovéchalo, Lucía...

Observo la escena mientras sigo con mis rezos, ahora mismo es lo mejor que puedo dar. Preparo mi cuerpo y mi mente conectándolas con el todopoderoso y preparándose por si es necesario saltar, rodar, agarrar a Eguene para salvarle de una lluvia de disparos o lo que haga falta. Estoy en conexión, lista, dispuesta, esperando pacientemente.