Partida Rol por web

Al resonar el aullido por todo el vagón, idéntico al que impulsó a las bestias a lanzarse al ataque, estas no se sorprendieron en absoluto. Las dos restantes dieron una dentellada al aire y se lanzaron con más impetú a por los humanos, como si alguien les exhortara o las presionara para que renovaran su ataque.

Puede que por la muerte de una de las suyas sumado al aullido de Abbas, estas parecían ahora más enfadadas y decididas que antes.

Lastimado por la mordedura del animal Eugene  da unos pasos para atrás, no era bueno estar muy cerca de esos canes del demonio, y comienza a hablar en latin

-Per Dei gratiam a malo defendat. Credo in vera pace obscura contritio tua Domine, tenebrae a nobis

(Por la gracia de Dios protègenos del mal. Yo creo en  tu paz y sanaciòn verdadera señor, aleja la oscuridad de nosotros)
 

Cierro los ojos tratando de protegerme de futuras heridas.

La enajenación de aquellos monstruos tras escuchar de nuevo su orden de ataque parecía haberlos envalentonado tras la muerte de su compañero, ya que se lanzaron de nuevo al ataque. Para una de ellas el objetivo estaba más que decidido, ya que aunque había sido atacada por Valfreyah, esta no había llegado a hacerle nada. No podía decirse lo mismo de la hispana que tenía delante, que sí le había hecho sangrar.

Se lanzó hacia delante, saltando con una garra por delante del asiento donde había estado encaramada. Lucía intentó esquivarlo como antes, aunque sin conseguirlo del todo, ya que la garra que aquel ser había adelantado consiguió golpearle en el muslo derecho, provocándole fea herida, que aunque la sangre empezaba a manar lentamente, no había sido realmente grave.

Por otro lado, la otra Bestia ya tenía su objetivo fijado, ya que le parecía presa más fácil y la orden recibida parecía indicarle que fuera a por Abbas, y no a por la guerrera que había intentado dañarle sin éxito alguno instantes antes. Tomó impulso y saltó…Abbas, como acto reflejo, se echó hacia atrás y adelantó el brazo derecho intentando protegerse, mientras que con el siniestro parecía querer buscar algo con la mano, como un arma, o algo donde asirse.

Demasiado tarde.

La bestia clavó sus fauces en mitad del bíceps que el árabe interpuso y casi automáticamente se escuchó el chasquido del hueso al partirse y la succión de la carne al ser comprimida y romperse, empezando a borbotar sangre como si de una fuente se tratase. Yahur cayó de espaldas entre alaridos de dolor, mientras la bestia, sin soltarlo, sacudía un par de veces la cabeza, despedazando aún más la carne del brazo del anciano. Abrió y volvió a cerrar un par de veces la mandíbula, terminando de machacar el hueso y dejando a la vista que ahora lo que realmente mantenía el brazo pegado al hombre era un jirón de carne cruda y sanguinolenta.

Del hombro de Abbas seguía saliendo sangre a chorros mientras la bestia se deleitaba en el sabor de la carne y la sangre. El sonido, para nada agradable, pareció inundar el vagón, acompañado de los gritos de Abbas, que poco podía hacer por si mismo para librarse de aquella bestia.

Despues de mi estrepitoso fallo, contemplo con impotencia cómo la bestia se ensaña con Abbas. Pese a no caerme demasiado bien, la visión de su brazo arrancsdo de cuajo y el hecho de que es compañero en esta empresa, hacen que me apiade de él. Además, no deseo empezar la misión lamentando una pérdida.

Aprobechando mi posición de ventaja, me encuentro mirando la espalda de ese ser mientras mastica carne y hueso. Mi espada se encuentra totalmente horizontal y perpendicular al eje de accion de mi enemigo. Rotando mi pie de apoyo, coloco mis caderas apuntando hacia él, mi espada gira 90 grados, asida a dos manos, alineándose con el eje de acción pero apuntando hacia atrás. Entonces lanzo un fuerte ataque de abajo hacia arriba, describiendo un arco amplio y soltando un atronador grito, que le sume fuerza a mi ataque y que llane la atencion de la bestia. Pretendo partir su espalda en dos.

He de decir que había salido bastante bien parada del primer asalto. Había conseguido esquivar el ataque de aquella bestia y, además, había conseguido herirla, algo que no estaba nada mal, teniendo en cuenta cómo podían haber ido las cosas.

Por el rabillo del ojo pude ver, además, como Bruce conseguía acabar con otra de aquellas criaturas después de que Lyrio la hiciera caer del techo, librando, ya de paso, al galo de su ataque, antes de que se cebara más con él, al tiempo que la loba de Lyrio parecía sumarse a mi ataque, sin demasiado éxito por el momento, por desgracia.

Peor suerte parecieron correr entonces los que se enfrentaban al tercer animal, que parecía haberse cebado con Abbas, a pesar de los intentos de Fátima por llamar su atención. Y es que, incomprensiblemente, el árabe, lejos de combatir a aquellas criaturas, lanzó una "llamada" que pareció avivarlas más aún, lo que me hizo girar la cabeza en su dirección, justo en el momento en el que, como colofón a aquella incomprensible acción, la bestia volvía a lanzarse sobre Abbas, llevándose consigo uno de sus brazos en el ataque.

Mis ojos se abrieron entonces, en una expresión mezcla de horror y sorpresa, al ver al hombre desmembrado, y toda aquella sangre tiñendo el vagón con aquel horrible sonido a muerte de fondo. Y, en aquel instante, mi mente se apartó de aquella oración que venía pronunciando desde que empezó el combate y rompió aquella barrera que me separa de la bestia, permitiendo que, en mi descuido, lanzara un nuevo ataque que apenas tuve tiempo de esquivar, lo que resultó en un buen tajo en mi muslo, uno que hizo que, durante un momento, perdiera el equilibrio y la pierna me fallara, arrancándome una queja de dolor que me devolvió al lugar del que jamás debía haberme ido.

- Dios del cielo, Dios de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tiene el poder de dar vida después de la muerte y descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios más que Tú y no puede haber otro, porque Tú eres el Creador de todas las cosas, visibles e invisibles, cuyo reinado no tendrá fin, nos postramos humildemente ante Tu Gloriosa Majestad y Te rogamos que nos liberes con Tu Poder de toda la tiranía de los espíritus infernales, de sus trampas, sus mentiras y su furiosa maldad. - dije entonces, apretando los dientes en una mueca de dolor, al tiempo que me recomponía, centrando mi vista de nuevo en aquella criatura que acababa de atacarme.

-Propicia, oh, Señor, que se nos otorgue Tu poderosa protección y nos mantengas seguros y saludables. Te lo rogamos en Nombre de Jesucristo nuestro Señor. - concluí, al tiempo que lanzaba un nuevo tajo al animal, que no fue ni tan atinado, ni tan certero, ni tan preciso como el anterior por razones más que obvias.  Esperaba, al menos, que sí que bastara para mantener a la criatura a raya.
 

Justo en el momento en que Fátima lanzaba su tajo ascendente, esta cerró los ojos, gritando, aunque no tanto como el pobre Abbas, que si bien había perdido el brazo estaba a nada de perder las cuerdas vocales. Tan fuerte gritaba la guerrera y tan fuerte cerró los ojos, que se sorprendió al no notar…nada. De hecho su ataque había pasado a medio metro de la bestia, y por poco no corta en dos al árabe. La bestia seguía a lo suyo, tranquilamente, mascando tranquilamente carne de anciano.

Por otro lado Lucía se recuperaba del ataque de otra bestia e intentaba devolver el golpe, aunque sin el equilibrio que había demostrado instantes antes, más bien parecía un golpe a la desesperada que uno bien intencionado. Ya fuese porque la bestia estaba recuperándose del salto, o porque dios respondía a los rezos de la hispana, el tajo llegó a buen puerto, haciendo que volvieran a saltar esquirlas heladas del pellejo del animal y hacerle sangrar.

Bestia 1: Muerta

Bestia 2: 18PV

Bestia 3: 30PV

Los gritos de horror del anciano resonaron en  la sala haciendo que se estremeciera claramente horrorizada con el sonido, mas no tanto con la visión, no era la primera vez que veía a lobos atacar y tendían bastante a menudo a lanzarse a los miembros y arrancarlos para asi reducir a su victima en todo lo posible...es mas había visto animales comenzar el festín de vísceras mientras esta aun estaba viva...aunque sin duda no era lo mismo cuando el objetivo era otro ser humano como ella, aunque fuera de piel morena y extrañas costumbres...sin embargo haciendo de tripas corazón desvío su arco cogiendo dos flechas esta vez, e hizo un gesto a la loba para que volviera a atacar al ser que estaba atacando a Lucia, apuntando y disparando una vez...y tras ella otra...contra la criatura que mascaba el ahora inútil brazo de Abbas al cual vio como objetivo fácil al estar distraído...aunque le preocupaba que la comida le hiciera mas peligroso como a los lobos...

La loba volvió a lanzarse de nuevo al ataque tras ver como lucía se defendía y atacaba, hizo caso omiso de los gritos que la rodeaban y atacó a la bestia que tenía delante. Se enzarzó en una dentella contra la pata delantera derecha de aquel ser, clavando los afilados colmillos y agitando la cabeza con violencia, rompiendo músculos y tendones. La bestia se zafó de la loba lanzando una dentellada que esta esquivó al apartarse, dejando al monstruo cojeando e intentando encararse contra su agresora.

Lyrio soltó una de las flechas aprovechando que la criatura estaba enzarzada con Abbas y falló por poco, ya que la flecha pasó por encima del lomo de la bestia. Al tiempo que recargaba decidió apuntar más bajo…y la hizo volar directa a la tripa de la criatura, que se clavó hasta la mitad. La bestia soltó la carne que masticaba para soltar un aullido de dolor, y empezó a girarse lentamente, encarándose hacia Lyrio y Fátima.

Bestia 1: Muerta

Bestia 2: 9PV

Bestia 3: 21PV

Fátima se sentía frustrada, no entendía el porqué Dios la encomienda a cumplir sus designios si despues no es capaz de alcanzar a un maldito animal del demonio, de espaldas y con todas las de ganar. Empezaba a enfurecerse como nunca lo había hecho, debido a la impotencia de no haber podido salvar a ese viejo borracho de perder un brazo, se sentía indigna. Pero empiezo a murmurar:

- Señor Dios Omnipotente, guarda mi corazón y mi pensamiento sujeto a la obediencia. Ayúdame a no salirme de tu propósito y a servirte de manera que puedas usarme para bendecir a otras personas, se que esta situación por la que estoy pasando hoy me servirá de testimonio para levantar a otros. Quiero obedecerte y agradarte en todo momento. Ayúdame en mi debilidad para que pueda resistir y no caer en la tentación. Te lo pido en el nombre de Jesucristo, y en el nombre de Mahoma, amén.

Veo enfrente de mi a la bestia herida por la flecha de Lyrio en el vientre, girándose con su asquerosa cara de odio, de engendro vil, fruto del pecado y la corrupcion. Obervo cómo nos mira con su rostro putrefacto mientras termino mi oración, para, acto seguido, soltar un segundo grito (casi un aullido) y soltar mi espada bastarda en una potente estocada que pretende acabar con su existencia.

Esta vez Fatima piso con firmeza mientras se adelantaba de nuevo para dañar a la bestia, esta vez, si que dio en el blanco. Primero una, luego otra vez. En el lomo primero y sobre las patas traseras después, cuando esta intentaba zafarse del repentino ataque.

Por lo visto elevar las plegarias había hecho que alguien ahí arriba le prestara atención, ya que los golpes fueron duros, potentes y acertados. Con el primero la bestia aulló, con el segundo se dejó caer con las patas traseras y por lo que se podía deducir debido al chasquido de huesos y las sangre que brotaba, que algo había roto…y que no dejaba que la bestia pudiera levantarse de nuevo con las patas traseras.

Bestia 1: Muerta

Bestia 2: 9PV

Bestia 3: 3PV

Dos descargas más tarde, aquel animal cae sobre su propio peso, y el Albionés cae junto a él aun agarrado a la piel del animal. Apenas tiene tiempo para ver la suerte que ha corrido Eugene con los restos despedidos del animal, pues este sale de su ángulo de visión antes de que pueda dedicarle palabra alguna. Si bien lo escucha hablar en latín, y por las primeras palabras parece algún tipo de rezo, esto se ve interrumpido por un aullido similar al que habían escuchado antes, uno que parecía provenir de todas partes y de ninguna.

Su evaluación sobre la situación pasó al siguiente nivel de alerta, cuando sospecho que si después del primer alarido habían sido atacados por tres criaturas, después del segundo posiblemente vinieran más. Soltó al animal y torció la cintura hasta quedar sentado con la espalda apoyada en el animal, sin tiempo para ponerse en pie y reaccionando por instinto más allá de la lógica.

No estiró el brazo, más bien realizó un ángulo de 90º con el codo, encañonando al animal más cercano, que luchaba con la loba de Lyrio y Lucía. Justo al momento para ver como una garra le dejaba un recuerdo para la posteridad en el muslo derecho. En aquel momento no podía evaluar la gravedad del golpe, pues todos sus esfuerzos en ser de alguna ayuda pasaban por derribar a la criatura que le estaba atacando. Llevó la parte exterior de la mano derecha al martillo del arma, mientras sujetaba el arma con la zurda, descargando dos disparos más contra una segunda criatura, mientras Lyrio y Fátima luchaban encarnizadamente contra la más alejada sin posibilidad de saber la suerte que estaban teniendo en aquel momento.

Bruce mantenía la cabeza fría, gracias a eso y a su saber hacer de soldado que su puntería fue certera con el revólver, encajándole dos disparos a la bestia que se encaraba con Lucía intentando mantenerse en pie. El primer proyectil impactó en la columna de aquel ser, haciendo que se desplomara en el suelo con un aullido agudo, penetrante, lastimero. Aun así, intentó lanzar una dentellada hacia Lucía, la cual se vio interrumpida por el segundo disparo, que le acertó en el cuello, forzando a la bestia a detenerse y luchar esta vez por seguir respirando…cosa que no consiguió, ya que un par de segundos de gorgoteos después dejó de moverse por completo, quedándose tendida en el suelo sobre un creciente charco de sangre azulada.

Fatima se había interpuesto entre él y la criatura, pero aquella especie de can pétreo había demostrado ser un hueso duro de roer. La herida del brazo le dolía a horrores. Los años de entrenamiento militar le confirmaban que acababa de perderlo, no había más remedio que amputar. No había cirujano lo suficientemente bueno como para volver a unir un brazo que colgaba de dos risibles hebras de carne.

Tuvo que esforzarse por contener las nauseas.

Todo su cuerpo estaba cubierto por arañazos, pero se negaba a caer allí. ¿Después de todo lo que le había pasado? ¡Ni de coña! Pensaba jubilarse como Dios* manda, aunque tuviese que hacerlo con más partes de metal que de carne.

Abbas se levantó haciendo acopio de las energías que le quedaban. Sintió cómo algo oscuro y retorcido fluía por su sangre y se extendía por cada poro de su cuerpo. Las yemas de sus dedos vibraron con un cosquilleo, emitiendo pequeñas centellas de un granate apagado.

—¡Oh, sí! Ahora es personal.

El embajador alzó la palmas de la mano que le quedaba. Su rostro se quebró en una sonrisa diabólica, que a la escasa y vibrante luz del tren haría persignarse hasta al más experimentado de los Inquisidores.

Un rayo de energía surgió de su mano, como dos sierpes incandescentes que se retorcieron hasta impactar contra su objetivo. Un leve hedor a azufre inundó el pasaje.

—¡Saluda a la Muerte de mi parte, chucho de mierda!

Cuando vi la situación del hombre, si bien estaba en un ángulo un poco extraño, y tras ver el caos que hay a mi alrededor me doy cuenta que ese hombre,  estaba muy mal herido, lo único que podía hacer era ayudarle,  según la cantidad de sangre  que brotaba de él me daba cuenta que si no lo ayudaba pues moriría de la hemorragia.

- Calma- le digo acercandose a su espalda- ya hizo suficiente, deje que haga algo por usted, tendra una oportunidad.

Y siendo así me acerco a la herida y me doy cuenta que no podre pegarle el brazo.  Monseur , me temo que no puedo pegarle el brazo, esta  eh ... desprendido, pero si puedo curarlo, perdone Monseur...

Me acerque con miedo, porque esto no  era algo que hiciera desde siempre, pero siempre que pasaba, recibía cierta percepción, la energia del hombre era densa, no era un hombre bueno, era un pecador, pero yo tambien lo era, ¿quien era yo para jusgar a este hombre?, Dios me había puesto en su camino para darle una oportunidad, el era libre para obrar.

-Abbas Yahur,  recibe hoy la curación física de nuestro señor, aunque pierdas parte de ti. Que la luz de tu alma salga de donde la ocultas, y recuerda estas palabras, volverás a recuperar lo perdido cuando decidas hacer el bien y abandonar los vicios que te corrompen. Que tu propia luz te ilumine, y la paz gobierne tú camino.

Al finalizar dijo una palabra que pocos reconocieron.

Muchos de los perros demoniacos habian muerto, pero habian  marcado a este hombre, ¿qué haría desde ahora sin su brazo?

La bestia tuvo una violenta sacudida cuando recibió el impacto de Abbas. El rayo entró por su costado, y atravesó el pellejo quitinoso y la carne que había debajo. Hubo un instante de silencio, mientras la bestia, ya rígida, sin producir ningún sonido excepto el de un pequeño “crrreck” que provenía de su interior. Tras ese sonido, el olor a azufre se mezcló con otro más nauseabundo, ya que el pellejo del vientre del vientre y los costados del animal se deshizo por el calor que manaba del interior gracias a la magia de Yahur, y sus intestinos y órganos internos cayeron al suelo con un humeante chapoteo, inundando el vagón entero con el hedor dulzón de la carne asada...mezclada con azufre.

Lo que quedaba de la bestia cayó al suelo sobre sus restos, mientras partes del pellejo aún se agrietaban y burbujeaban, liberando bocanadas de humo. Estaba claro que el desgraciado ser seguía hirviendo en el interior.

Mientras esto ocurría, Eugene se acercó a Abbas, realizando sus rezos, viendo como la herida de Abbas se cerraba poco a poco y la sangre dejaba de manar. El árabe recuperó un poco el color, pero aún le haría falta un buen reposo para recuperarse lo más posible, ya que debido al esfuerzo ya podía sentir como los efectos del subidón de adrenalina de hacía unos segundos.

Después de que Eugene aplicara su poder sanatorio sobre Abbas, todo queda tranquilo, apestosamente tranquilo en el vagón, ya que el humo que manaba de la bestia recién muerta inundaba la estancia. Los sonidos de disparos del vagón adyacente habían cesado hacía rato, así como los sonidos de golpetazos. Por lo que a vosotros os concierne, es posible que el tren completo haya sido atacado, pero por el momento, todos vosotros os encontráis a salvo, aunque cada vez os cuesta más respirar y mantener en el interior lo ultimo que habéis comido.

Abbas, completamente agotado, olisqueó el aire. Carne chamuscada y azufre.

—Así es como debe oler el infierno.

Tras agradecer su ayuda a Delacroix con un ademán de la mano buena, colocándosela en el hombro en un gesto paternal, calló de rodillas en el suelo.

Podría haber pedido perdón por leer mal la situación y no prever que el aullido solo avivaría aún más la agresividad de los canes, poniendo en un aprieto a sus compañeros. Podría tomar una de las manos de Fátima para haberle protegido de una muerte segura. Podría sincerarse y estrechar lazos con el resto de la comitiva. Pero nada más lejos de la realidad. A pesar de que, muy en el fondo, quería decir esas cosas; sentía una necesidad mucho más acuciante.

—Es posible que el peligro no haya cesado —anunció, inclinándose sobre el cuerpo reventado de la criatura más cercana.

Su carísimo traje romano estaba destrozado. El momento para el protocolo y las sutilezas había terminado cuando el aullido inundó el vagón. Con la misma delicadeza que demostraría alguien con modales exquisitos en un buen restaurante, el embajador introdujo su mano buena en las entrañas de la bestia. Removió órganos, vísceras y costillas chamuscadas hasta que dio con lo que buscaba: un corazón azulado y que empezaba a marchitarse. 

Se lo metió en la boca sin demasiados remilgos. Sangre y fluidos brotaron a borbotones con cada mordisco, ensuciando su barba y parte de la chaqueta y la corbata. No tardó en sentir cómo el poder vital de la criatura fluía por sus venas*.

De pronto, se volvió hacia sus compañeros y, con una sonrisa, se dirigió a Delacroix.

—Ah, ¿dónde están mis modales? Sírvase, monsier Delacroix —dijo, ofreciéndole una de las aurículas empapadas en sangre—. No es precisamente Foie Gras, pero le ayudará a recuperar la "energía" que acaba de gastar al protegerse.