Partida Rol por web

— Oroku, recoge tus cuchillos — dije, seco al ninja, despues de que Zhay, sin duda, le hubiese preguntado si habia perdido la chaveta — Pero, nos estamos volviendo todos locos, o que??! — exclamé, con los nudillos blancos de cólera, cuando el mago pareció estar de acuerdo con la absurda petición del ninja — Dejad que el anciano espere aquí nuestro regreso. Si viene con nosotros, sin duda morirá antes de reunirse con ella. Ninguno de nosotros puede permitirse el lujo de dedicarse a protegerle!! No se lo tome a mal, Harwick, pero su tiempo en los caminos pasó hace tiempo!!  — le dije al plañidero anciano con una dosis de sarcasmo de la que enseguida me arrepentí: — Este hombre de veras sufre por aquella que tuvo que dejar atrás... — pensé, antes de disculparme a mi manera:

— Disculpeme, anciano, pero las perspectivas de investigar su pueblo pone mis nervios a flor de piel...

Despues, me giré hacia Oroku y Tömathör, justo cuando Zhay se alejaba: — Venga, nosotros también tenemos cosas que preparar antes de partir!! — les dije, temiendo que, con otra jarra de hidromiel propusiesen que el tabernero se calase su vieja cota de mallas y también nos acompañase!!

Saliendo por la puerta de la taberna creyó oír los gritos de Val, lanzando algún tipo de reprimenda a los presentes. Se imaginó por qué y sonrió para sí, caminando hacia el Gran Templo de la ciudad. Necesitaba de ayuda clerical y los productos que allí tendrían podían ser vitales.

Es obvio que su angustia va a complicar que les acompañe, pero los personajes que acepten comprobar el estado de la mujer del anciano pueden conseguir información suficiente para hallar su casa sin dificultad. Sólo es un comerciante de éxito moderado, pero en su desesperación, consiente en entregar todo lo que posee

Parte uno: El Camino Oriental Cuando los personajes marchen hacia Hampstead, encuentran el camino abandonado. Lo que quiera que haya tenido lugar en Hampstead, o al menos los horribles rumores, han hecho que la gente no viaje frecuentemente. Sin embargo, creeis que, el camino podría estar plagado con bandidos oportunistas, leñadores enloquecidos o cualquier otro peligro que crear que encaje. El camino, sin importar ninguno de los añadidos, sigue siendo la única senda clara a través del denso bosque de la zona circundante. El paso de muchos viajeros ha hecho que su sucia superficie se endurezca mientras que los surcos creados por carromatos pesados dan testimonio del comercio que normalmente tiene lugar. 

Oroku va el primero, como suele ser habitual.

Y es que en caso de emboscada, es mejor que las flechas, los ataques o lo que sea, los reciba el que tiene mejor armadura, más resistencia y capacidad para encajar el daño

"Mejor si vamos un tanto despacio, y me dedico a discernir rastros" anuncia. No es que quiera seguirlos, sino más bien saber los rastros más recientes, si eran carretas o mulas de comerciantes, o si es el paso ligero de un asaltador.
¡O peor todavia! Los pies descarnados de un esqueleto, o los andares crepitantes de un zombi!

Las primeras horas habían sido un caminar tranquilo y plácido. Tras salir por la mañana pararon a almorzar y más tarde a comer. No se adivinaba que había nada anómalo en aquel lugar, salvo que el camino tenía numerosas huellas de caminantes, carros y animales... y todavía no se habían cruzado con ninguno. Inaudito para un camino que se mostraba tan concurrido. Sí, sin duda algo iba mal.

Oroku se adelantó, pretendiendo observar rastros. Parecía un verdadero experto en la materia, no obstante no pareció observar nada anómalo en un primer momento.

- Tómate tu tiempo. Si hay algo para ver y que nos pueda ayudar, mejor encontrarlo ahora que no  que nos sorprenda más adelante - opinó la mujer.

Una vez recopilado el material necesario, tanto del templo, como del boticario y el mercado de la pequeña ciudad, nos dispusimos a enfrentarnos a este extraño... dilema: — Una mierda, tanto muertos viviente y fantasmas!! — pensé mientras volvía a revisar mis pertenencias. No creía, ni por un asomo, que se tratase de un caso a tener en cuenta, a menos, en lo que a no muertos se refería, pero tantos años en el filo de la navaja, y un error imperdonable en los orígenes de mi vida fuera de la Casa Aurë me habían hecho precavido: — Paranoico — me puntualicé a mi mismo.

El día transcurrió tranquilo, en el camino, con Oroku estudiando los signos del aparentemente muy transitado camino. Me hubiera encantado que nos encontrásemos a un tendero, un labriego, o un comerciante, de camino desde Hampstead, pero no, ni una condenada persona en todo el día. Cerré los ojos con fuerza:

— Al final, parece que va a ser verdad que pasa algo en ese condenado pueblucho... — musité, casi molesto, cruzandome de brazos, mientras el ninja hacía lo que sabía hacer.

había pasado la noche, amanecía y el mago ya estaba en pie, estudiando su libro de hechizos, revisó todos sus materiales para cerciorarse que nada faltara, una ves terminado su pequeño ritual, preparó sus cosas y partió junto con sus compañeros. El camino había sido tranquilo, un tanto lento por las paradas a descansar y comer, necesarias sin lugar a dudas; el Ninja iba por delante, siguiendo los rastros que antiguos viajeros que indudablemente pasaron por ahí, aunque hasta el momento todo iba bien, al parecer todos estaban de acuerdo que ir con cuidado y despacio si era necesario con el fin de evitar alguna trampa o sorpresa cualquiera.

Puede ser que sí Val, quizá sí pase algo extraño en el pueblo, pero no podremos saberlo hasta llegar allá, mientras lo mejor será tener toda la precaución posible. Le comento al magus tratando de apaciguar un poco su aparente molestia.

El Campamento Arrasado

Por delante, un pequeño claro se abre adyacente al camino, y es un improvisado lugar para acampar. Una solitaria, inmóvil figura esta tirada sobre un siniestro charco oscuro. Cuando los personajes se acerquen, claro que un enfrentamiento ha tenido lugar en el pequeño claro, derribando la tienda y ha revuelto la tierra. El hombre caído viste ropas de viaje manchadas con las típicas muestras de un comerciante pobre u otro persona itinerante y muestra una serie de marcas de garras profundas junto a trozo desgarrado en su espalda. 

Oroku no se acerca demasiado.

Saca su pértiga de 10 pies, y da un leve toque al señor en la pierna. Puede parecer poco humano, pero... Es un campo de batalla. Toda precaución es poca. Quiere comprobar antes que nada, si el señor está definitivamente muerto, si está moribundo, o si simplemente se hace el muerto.

"Cuidado, amigos mios. Si es una trampa... toca averiguarlo y no saltar a ojos ciegos"

Si no es una trampa, lo siguiente será mirar hacia los más instruidos (Es decir, todos menos él) "Por las heridas ¿Creeis que son de algún animal, o más bien os parecen de un monstruo?"

Cuando llegamos e ese lindero, pudimos ver la primera muestra de que algo, de veras, no estaba bien:

— Ten cuidado, Oroku!! — le advertí, sin entrar en el claro, mirando ya en derredor, a los límites del claro, aun sabiendo que la advertencia sobraba, pues el ninja estaba mas que preparado para eso — No se, parecen garras, pero vete tu a saber... Yo vigilaré, mientras los demás estudiais al muerto y lo que sea que haya pasado ahí

Saqué y encordé el arco, mientras verificaba que si saquillo de componentes se encontraba accesible. Según saltara algo o no, decidiría si la flecha o la magia eran mejor opción.

Zhay observó aquella imagen y sacando su maza, posicionándose para el combate se acercó hacia el lugar.

- Pobre desdichado. Que Milani se apiade de su alma - murmuró realizando una rápida jaculatoria dedicada al fallecido. Observó con más detenimiento el cadáver y vislumbró las heridas. Sin bajar la guardia, como si esperara que saltara en cualquier momento, se puso de cuclillas y examinó los cortes de garras que habían acabado con la vida de aquel hombre. Examinó el cuerpo y trató de discernir el autor de aquella muerte.

Adicionalmente buscó en el cuerpo objetos y pertenencias que pudieran darle una idea de quien era y qué hacía allí.

Pues sí que va a pasar algo, después de todo.

Íbamos por el camino comentando la posibilidad de que en realidad ocurriera algo extraño cuando al poco tiempo no encontramos con un pobre desdichado, al parecer muerto por algún extraño ataque, algún animal salvaje quizá o una bestia de cualquier otro tipo. Zhay se acercó para tratar de ayudar a aquella pobre alma que había caído en las garras del destino.

Lo mejor será estar alerta, si fue una bestia es posible que siga por aquí. Dice mientras observa alrededor tratando de encontrar algún indicio de peligro.

Es casi irónico no crees Val, parecer ser que si suceden cosas en este pueblo, puede no sean solo historias de pueblerinos ebrios o asustados.

Una prueba de Sanar CD 20 determina que el mordisco que le arranco la parte de la espalda posiblemente fue la causa de la muerte y que ha muerto hace menos de una hora. Una prueba de Percepción CD 20 con éxito determina que el campamento fue preparado muy posiblemente para más de una sola persona, Los personajes que investigan las posesiones del mercader descubren unos pocas chucherías y suministros baratos, pero nada de valor. Una vez que los personajes han tenido una oportunidad para realizar un par de pruebas o investigar el campo....

Percepcion CD 23> Un leve crujido de hojas y un repentino silencio del ruido del bosque capta tu atención. No estáis tan sólos como parece. Un aullido espeluznante proviene del bosque mientras cuatro humanoides demacrados surgen de la maleza y se lanzan hacia vosotros saltando grandes distancias. Los personajes que tengan éxito en la prueba de Percepción puede actuar en el asalto sorpresa: los otros son pillados desprevenidos.  

Los guls saltan sobre el personaje más débil o más aislado, empleando ataque especial salto doble que permite derribo añadido, si impacta y para superar terreno difícil y derribar a los personajes en su carga. Derriban y hacen daño con el salto a Oro y zhay

Estábamos revisando el campamento de aquel pobre mercader cuando entre arbustos cercanos se escuchó algún ruido de pisadas sobre las hojas; tarde fue el intento de advertir a los demás, cuando el mago se dio cuenta que unas bestias estaban atacando, sus reflejos fueron lo suficientemente efectivos como para darse cuenta del ataque y poder esquivarlo apenas por poco.

El mago sin dejar de ver a la bestia que tenía ahora enfrente retrocede un poco¹ mientras desenfunda su daga². Una vez en tomó algo de distancia de aquella bestia realiza un hechizo de protección³ para poder estar listo ante el inminente ataque.

Zhay, Oro están bien? Val ten cuidado! Grita el mago al ver la situación, aunque sabe que por el momento sea lo único que pueda hacer por sus compañeros.

"Sobreviviré! O eso espero!" le responde al siempre atento mago Thömathor. El amigo ha resistido los embites con soltura y habilidad. El es un gran aventurero ¡Y un superviviente nato!

Por otro lado, Oroku está derribado, y sabe que en combate esto es un autentico desastre. Aun así, intenta levantarse -sabiendose que se llevará dos golpes por ello-

"Cada golpe que me lleve, será uno que Zhay no sufrirá"

Y si por un casual sigue en pie tras los ataques, intentará darle un buen zurriagazo con la katana Nodachi al que le amenaza sólo a él. (Si no, intentará atacar desde el suelo)

Los vio venir de refilón pero no fue lo suficientemente rápida como para actuar. Para cuando quiso actuar ya los tenían encima, para su sorpresa. Uno de ellos la derribo, mientras que otro hizo lo propio con Oroku, mientras la golpeaba con sus garras, las mismas que habían matado al pobre comerciante.

Observó cómo su compañero se alzaba y se enfrentaba contra los oponentes, más ella se sintió torpe y no pudo hacer otra cosa que cubrirse con el escudo y esperar que el monstruo que lo atenazaba fallara sus ataques.

Algunos decían que mi obsesión rallaba en la paranoia, pero en este caso, quizá pudo salvarme la vida, o salvarse la a mis compañeros, pues, mientras Zhay estudiaba el cadaver tirado en el suelo (que, al parecer, habia muerto hacía apenas una hora), un penetrante grito de ultratumba rasgó el tranquilo aire del claro, y cuatro criaturas demacradas, cadaveres en vida, saltaron como poseso del borde del bosque, dispuestos a comernos vivos.

Agradecí tener preparado el arco, pues quizá me diese opción de disparar una flecha antes de que se echaran sobre nosotros. Apunté a uno de ellos, y solté el virote, casí a la vez que dejaba caer el arco al suelo (— Ya lo cogeré cuando acabemos con esta chusma...).

Sin duda, los temores de los ciudadanos de Brunswick eran fundados: los muertos campaban a sus anchas por la región: — ... y a nosotros tocará descubrir por qué, y cercenar la causa, como si de la cabeza de una serpiente se tratara!! — me dije, notando como la adrenalina del combate desplazaba el mar humor que había tenido, y la cambiaba por una expectación contenida.