Hace ya algunos dias de tus ultimos trabajos, el hambre apremia y el oro escasea. Hoy has tenido que dormir junto a los establos de una taberna por no tener con que pagar una habitación. Amanece, y con este hace dos dias que no pruebas bocado, apenas te quedan algunas monedas en el bolsillo que guardas para necesidades mayores.
La claridad de los primeros rayos de sol apuñalan los ojos del espadachín. Dante arruga la cara y se incorpora, resoplando; Por sus fosas nasales entra ese repugnante, pero muy familia últimanente, olor a cagarros de caballería, que le dan la bienvenida a un nuevo día.
Dante gruñó y luego escupió hacia un lado. Apoyándose en la pared, se puso en pie y se atusó sus envejecidos ropajes oscuros, llenos de remendos y paja, por último, se colocó su chapeo, bajando el ala para que la luz del sol no fuera tan dañina.
Su fisico, pese a ser fuerte, era la sombra de lo que fue cuando era soldado y mantenía el estomago lleno, clamaba por un desayuno con ruidos, por supuesto, no se lo podía dar.
El antiguo soldado se colocó mejor el cinturón y apoyó la mano de forma caballerezca en la guarda de su espada.
Luego se zambuyó en uno de los callejones, buscando trabajo mañanero, quizá, algun pisaverde necesitara sus diestros servicios a cambio de una bolsa por alguna deuda de honor que no tiene los arrestos de solventar por si solo.
Aun así, siempre le quedaba ir a la taberna o el muelle. Normalmente allí le daban trabajo. Bueno..cuando tenía uno.
Incluso los callejones se veian poco frecuentados, pobres todavia a estas horas. Que tu estomago permaneciera vacío no te dejaba pensar, ya empezaba a ser seriamente molesto, hasta el punto de hacerte pensar entrar al mercado a robar algo que llevarte a la boca o pedir limosna. Quizá fuera más rapido que encontrar trabajo.
Los pasos de Vieri en el suelo empedrado sonaban suaves, quizá de la propia debilidad del espadachín. Se esbozó en su capa e intentó pensar en otra cosa. Su ego, ya torcido, iba de camino de romperse del todo cuando se le pasó la idea de robar por la cabeza, algo que su dignidad le invitaba a olvidar, pero su cuerpo le pedía que no lo hiciera, que quería comer.
Sus pasos se tornaron hacia el mercado, quizá allí, encontraría algo de comida por el suelo, o quizá la robaría con el disimulo.
Una vez allí, caminó por los puestos, los ojos del espadachín no podían evitar irse hacia donde estaba la comida, pero tenía que hacerlo bien para no caer preso de los corchetes.
A tu izquierda dos paradas de frutas, esas manzanas te llaman enormemente la atención, a tu derecha un hombre tira un hueso de pollo a medio roer al perro... quien fuera aquel perro. Un poco más adelante un puesto de pan y al fondo otro de quesos.
Dante avanzó envuelto en su capa, mirando, bajo la sombra del chapeo en la cara, hacia los puestos. Eligió uno que estuviera abarrotado, o al menos, que hubiese gente. Mientras estaban ocupados comprando y demás, Dante se metía comida bajo la capa y de ahí a los bolsillos. Por si acaso, miraba hacia los callejones, en busca de una salida apresurada.
"Por dios, Dante, ¿en que os habeis convertido"
Se preguntó para si mismo, nada orgulloso de lo que hacía.
Conseguiste hacerte con un cuarto de queso curado y un pan mediano, con aquello podrias estar servido durante un dia y a muy buen gusto. Si consiguieras algo de agua de un pozo cercano ya seria todo un manjar, por no hablar de si consiguieras una jarra de buen vino.
Dante se había hecho con algo que llevarse a la boca, aunque no de un modo digno, algo que avergonzaba al antiguo soldado, que una cosa era rapiñar en la batalla, a los muertos que han intentado matarte y otra muy distinta es robar como un bellaco cualquiera.
Salió del mercado y se diriguió a la posada, allí quizá podría pedir algo de vino aguado y pagarlo cuando haya trabajado, con suerte, esa misma noche podría hacerlo.
Dante comía trozos de pan por el camino, llenando su pobre estomago. Cuando llegó a la taberna, empujó la puerta con la mano y pasó al interior, echó un rápido vistazo a su alrededor y luego se acercó a la barra.
Se tocó el ala del sombrero mirando al tabernero.
-¿Podria vuestra merced invitar un trago de vino a este veterano de guerra? Lo pagaré esta noche, o a lo sumo, mañana.
- No acepto deudas que no puedan ser pagadas... - tu aspecto no era precisamente el mejor, ni el más rico
Dante se enfureció y dio con el puño en la barra.
-Quizá vuesa merced tiene la amabilidad de decirme eso en el callejón de enfrente, espada en mano.
Dijo. No toleraban que le insultaran así.
-Nunca antes he faltado a mi palabra. No permitiré que la ensucieis vos. Incluso estoy dispuesto a haceros de cobrador a cambio de vino para pagar la deuda, o bien podeis coger vuestras espada y salir fuera, lo que gusteis.
Explicó en voz baja, mirando a su interlocutor, con aspecto tranquilo, pero sus ojos eran los de un soldado herido, sin ningún tipo de duda en lo que decía. Pese a su delgadez, lo unico que le hacían ser peligroso, para el ojo experto, era precisamente esa mirada. Una mirada de soldado.
Espero que no haya problemas en que el caracter de mi pj sea duro en estos momentos, dado su desesperanza. Sino lo corregiré sin problemas.
- No me batiré a duelo con nadie, no tengo la necesidad... al igual que no tengo la obligación de fiarle a nadie
Te ignora por completo y continua en su faena.
No te cortes, tu lleva a tu personaje tal y como es.
Dante mira a su alrededor, para saber cuanta gente hay.
-Todos caminamos siempre por la misma escalera. Y todos podemos encontrarnos en un oscuro callejón.
La mano del espadachín se acercó peligrosamente a la empuñadura de su espada vodaccea.
Contaste con facilidad, una mujer y cinco hombres, más el posadero.
Dante miró de reojo a los hombres, tras comprobar si eran corchetes o no y si tenian armas, se acercó a ellos y se tocó el ala del sombrero.
-Buenos dias. ¿Alguna de vuesas mercedes tiene alguna deuda de dineros con ese figlio di putana?
Solo tres estaban armados, pero todos negaron.
Dante se rascó el mentón y miró hacia atrás, bajó la voz.
-¿Alguna de vuesas mercedes quiere algo de dineros? Creo que ese viejo tiene al menos para repartir entre 5 o mas.
Uno de los hombres armados levanto la mirada hacia ti cuando dijiste eso, parecia con la mente clara mientras los otros intercambiaron miradas confusos
- ¿De que estais hablando? - su tono fue totalmente neutro, no sabias si estaria a favor o totalmente en contra
Frente a el tenia una botella de licor y restos de alguna comida que no podias ya reconocer.
Dante se fija en esos pequeños detalles, al uno tomar la iniciativa, lo miró a los ojos. Respiró hondo, al hacerlo, su entrecejo se arrugó.
-Pareceis un hombre cabal y de buen brazo. Dos vigilan la puerta. Vos y yo acuchillamos a ese hideputa, y nos quedamos con el dinero. Luego cada uno por su lado y si os he visto voto a dios no me acuerdo.
Los otros dos hombres armados os miraron mal, Marco se tomo un momento para responder
- ¿Matareis a un hombre con familia sin saber siquiera si podreis conseguir algunos gremiales? Teneis pocos escrupulos... yo prefiero ganarme el oro con el sudor de mi frente y vos deberiais hacer lo mismo, sin animo de ofender.
Los otros dos hombres armados parecieron tranquilizarse un poco, al menos os retiraron la mirada