Partida Rol por web

- Claro que te rindes, coño. Ven aquí, que te he endiñado demasiado fuerte. - Dice el soldado mientras te pone un trapo en la naríz. - Joder, vaya día.

Dicho esto, os llevan hasta el recibidor del castillo, donde os hacen esperar diciendo que el príncipe Alfinor, hermano gemelo de Arielle, no tardará en recibiros. Las horas pasan, y os veis bien vigilados pero con libertad de movimiento por la sala. La posibilidad de escapar parece compicada, pero al menos no veis hostilidad en sus rostros, sólamente confusión y meditación.

El soldado llega y os informa que podéis pasar, escortándoos ante la audiencia. Los arcos engadurnados de pan de oro te hacen sentir encoger. Caras largas, suspiros ahogados y rostros canos os siguen a la entrada de la corte. Al fondo, veis una figura delgada pero de altura. Según os acercáis veis el rostro del príncipe, que dan signos de vicios y aburrimiento. En cuanto os ve, sus ojos se salen de las ya rojizas cuencas, se levanta y empieza a hablar:

- El rostro de mi hermana está sobre tí, extraña. ¿Quién eres y qué pretendes? - Arielle hace un ademán para intentar hablar, pero la perorata del príncipe sigue - ¿Cómo osas presentarte aquí e intentar usurpar a mi querida hermana? Arielle, mi amada hermana. No dejaré que le pongas un dedo encima. ¿Me oyes? ¡Habla! Tu príncipe te lo ordena, la corona de Tramillar me da potestad para mandarte hablar, súbdito.

-O mi se-señor príncipe, vaya desdicha esta si-situación.- Dice un cortesano.

- ¡Mi señor, cr-creo que podría ser un doppelganger! - Exclama otro.

- ¡Qué miedo, qué desesperación! - Parece decir una cortesana, apunto de desmayarse

- Por favor señor, ilumínanos, que el martillo de Tempus enjuicie con benevolencia. - Un piadoso soldado murmura.

- ¡Dumlith, Aranda, Zeyak! ¡Creo que merezco una oportunidad para hablar! - Los cortesanos al ver que son reconocidos, se callan mediante la sorpresa - Querido hermano, fui raptado por los orcos y me llevaron a la antigua fortaleza más allende las montañas, con la intención de chantajear a nuestro padre Omrath. Más este noble caballero, Landon, me salvó de sus garras en el justo momento en que iban a cambiarme de lugar. A través del bosque, me escoltó, salvándonos de la aldea de los goblins que nos tendieron una emboscada. Abatió a tres grandes arañas de Jade. En el puente, conocimos al trovador, Rodholban el cual le desafió a un duelo desarmado si queríamos pasar el río, desde allí llegamos a...

- ¡Basta! Esa enorme imaginación hace que hasta me parezca que lo que dices me ha parecido real. - La corta Alfinor. - ¿Cómo podría sólo un guerrero realizar todas esas proezas y hazañas... Y ser fácilmente noqueado por uno de mis soldados? - Todos en la sala se carcajean, hiriendo como cuchillos oxidados, humillando el orgullo tuyo y de tu Dios. - ¡No es para réirse! Es una conspiración dirigida a acabar con el reino en estas horas oscuras. ¡Descúbrete, embustera!

- ¡Hermano, soy Arielle! - y añade, musitando. - Pero no se cómo demostrarlo...  

La cabeza le zumba y la nariz le arde de dolor. Le cuesta seguir el hilo de las conversaciones. Se siente mareado y sólo su dignidad de clerigo del gran dios le impide echar la pota en las delicadas alfombras del palacio. En su mano tiene el trapo sucio de sangre e imagina que su rostro no debe ser muy lindo de ver ahora mismo. Pero ante las sospechas de aquel noble que se dice hermano de la princesa sabe que tiene que decir algo. O dejar que el destino siga su curso. Las dudas lo atrapan durante unos segundos eternos. Pero finalmente, el guerrero de Tempus vuelve a tomar las riendas de su consciencia y su voz se hace oír:

-Majestad, soy Landon Mantogrís, guerrero ungido de Tempus. Os saludo. El hombre delgado es Rhodoban el Magnífico, trovador y bardo, narrador de cuentos y cantante de grandes baladas.

Mi humilde labor durante estos últimos días ha sido ser escolta y protector de Ariella, princesa de Tramilar, hasta devolverla sana y salva en los amorosos brazos de su padre, el rey Ormath. Todo cuanto os ha dicho la princesa y más es cierto y tengo pruebas de ello.

Podéis enviar soldados hasta la torre en donde estaba retenida. Tal vez allí encontréis pudriéndose el cadáver de un wyvern, junto con los de algunos goblins. El semiorco que los comandaba y, sospecho, está detrás del secuestro de la princesa, logró huir después de ser derrotado en combate.

Si vuestros hombres siguen el sendero que cruza el bosque, se toparán con un poblado de goblins. Si hablan con  Khurm, el goblin jefe, tal vez les cuente cómo me enfrenté en combate singular contra su campeón y logré derrotarlo.

Más adelante por el camino, pueden hablar con el druida Kesryk, que habita en una cabaña en un claro del bosque. Les recomiendo que tengan prudencia si van allí, ya que Kesryk tiene un enorme oso como mascota.

Más adelante por el camino llegarán a un río (si es que las arañas gigantes no les salen antes al encuentro) con un puente, por donde merodea El Rey del Bosque, un guardabosques solitario que también les podrá hablar de nosotros.

Finalmente, ya en las tierras de Tramilar, adonde finalmente llegamos tras lograr salir con vida de una emboscada goblin en Stone Ridge y de atravesar la tumba de ARROLL, sus hombres pueden interrogar a la buena gente de una de las granjas que allí hay, a los que salvamos de un ataque de osgos. 

Señor, reclamo justicia. Os pido que corroboréis nuestro relato antes de dictar sentencia. 

Las palabras cesan. El guerrero se vuelve a llevar el empapado trapo a su dolorido rostro, mientras espera el veredicto.

El príncipe Alfinor escucha con atención al guerrero, aunque cierta amargura se le nota en la cara. ¿Quién pues ha dejado hablar al guerrero? Durante la narración, parece consultar algunas cosas con zonas de su mente alejadas y distantes, meditando. Al terminar, se levanta con grandilocuencia y esboza una sonrisa sarcástica que realmente pretende contener la ira que le corcome.

- Todo eso es probablemente cierto, sí. Pocos conocen la tumba de Arroll y menos aún la sobreviven. Fuerte eres guerrero. Mas no se puede tener todo en esta vida y la fuerza y valentía no han de sustituir la inteligencia -  espeta, encrispando sus manos sobre el cetro real. - No dudo incluso de que estés totalmente seguro que ese engendro de ahí sea mi hermana... Pero, ¿cómo puedes saber realmente que es ella? ¡Nada de eso prueba que ella sea realmente la heredera, sólo prueba tu travesía! -

Ariella se frota nerviosamente sus manos, el anillo refulga con el crepitar de las llamas. Llamas, cuyas antorchas ahora mismo parecen tener mayor vitalidad que todos vosotros.

El guerrero ha dicho todo lo que tenía que decir. El dolor de su cabeza y nariz magullada vuelve a oleadas y su mareo aumenta. Se tambalea, haciendo un supremo esfuerzo para no caer de bruces. Es bueno luchando en bosques y mazmorras, pero esto es un palacio. Y por lo que está viendo, esto es mucho más peligroso que cualquier tumba enmohecida. Con desesperación dirige su mirada a la princesa. Por un momento, las palabras del príncipe le hacen dudar. ¿Y si aquella muchacha no fuera lo que aparentaba? ¿Había puesto en riesgo su vida por un vil monstruo? Su mirada suplicante busca al bardo, en una muda llamada de auxilio.

- Landon, no creo que el príncipe me dejara hablar. - Responde en susurros el bardo a tu suplicante mirada - Las familias reales suelen portar objetos que sirven como sellos o ese tipo de cosas, usted conoce mejor a la princesa, alguna joya o algo habrá visto que se asemeje...

Recuerdo a mi mascota Rosita, era un gatito encantador. Le quería mucho. Solía dormir al lado de mi cama, en una cestita de mimbre aterciopelada que me regaló un famosos sastre del reino vecino mientras estaba de viaje...

Sumido en la total desesperación, con su cabeza latiendo con un dolor sordo y su destrozada nariz aun goteando sangre, el guerrero-clérigo de Tempus es la viva imagen de la derrota. Nunca antes se había sentido tan impotente e inútil. Ni siquiera se atreve a rezar a su dios, porque le invade la vergüenza al pensar que Tempus puede estar asistiendo a su humillación. Entonces, justo al pensar en su dios, como una inspiración, un recuerdo llega a su mente: es la voz de la joven princesa, que vuelve del pasado; de unas horas antes, cuando las cosas parecían estar mejorando y la aventura anunciaba un cercano final feliz...

"Recuerdo a mi mascota Rosita, era un gatito encantador. Le quería mucho. Solía dormir al lado de mi cama, en una cestita de mimbre aterciopelada que me regaló un famosos sastre del reino vecino mientras estaba de viaje...". 

Con voz vacilante, Landon Mantogrís vuelve a tomar la palabra:

-Mi príncipe, os pido disculpas nuevamente, pero he recordado algo que puede ser relevante... ¿La princesa tenía un gato llamado Rosita? Ella me dijo que era su mascota querida y que solía dormir al pie de su cama, en una cesta de mimbre aterciopelada, regalo de un famoso sastre del reino vecino...

Si esto es cierto, ¿cómo sería posible que alguien que no fuese la "auténtica" princesa podría tener una información tan concreta sobre su vida?

Ante este comentario, el príncipe Alfinor se sobresalta de forma visible e incluso ridícula. La sala se sume en un sinfín de murmullos, fruto de la consternación visible en Alfinor.

- Efectivamente, ¿cómo pudo un impostor conocer el nombre de nuestro querido Rosita? Tal nivel de detalle, incluso el de la cesta... No creaís que estoy del todo convencido, pero el asunto es demasiado extraño. Veamos que opina entonces... Arielle.  - Dice tras su sobresalto, intentando acallar a su propia corte.

Tras mandar a buscarla, esta no aparece por ninguna parte. El soldado que había marchado, no tiene idea. A lo cual Alfinor decide organizar una pequeña comitiva para buscarla, en la cual notáis que se espera que vayáis. Tras indagar por las salas del castillo, llegan ya casi a completar la búsqueda. Sólo la torre del mago Numis queda por mirar. Mientras suben, van escuchando los ruidos de objetos golpear la habitación. La puerta, ligeramente entre abierta enseña nada más ni nada menos que a la impostora de Arielle practicando hechicería con los objetos del mago.

Al entrar, la impostora ve caer el cielo sobre su cabeza con una expresión entre de pánico y de miedo... Con un ligero desdén y odio, que rápidamente parece ser escondido bajo la capa de su actuación.

- Querido hermano, ¿qué ocurre aquí? ¿quien es este impostor?. - Dice suavemente, con miedo en su voz.

- ¡Asquerosa impostor, yo soy la verdadera heredera y puedo demostrarlo! ¿Cómo se llamaba nuestro gato y qué era especial de su cestita de mimbre? - Dice Arielle

- Esto... Medialuna. Sí... - Ante la atónita mirada de su hermano, la impostora retrocede. - ¿No la creerás, verdad?... 

Tras girarse rápidamente, antes de que diera tiempo a ninguno de los soldados a moverse, la impostora agarra un báculo con el que apunta hacia el suelo mientras grita fuera de sí.

- ¡Cerdos, batracios que arruinasteis mi plan! El trono es vuestro por el momento, pero mi magia sigue conmigo y no podréis detenerla. -

Un muro de fuego surge entre los personajes evitando cualquier intento seguro de apresar a la impostora.

- ¡Cerdos, batracios que arruinasteis mi plan! El trono es vuestro por el momento, pero mi magia sigue conmigo y no podréis detenerla.

 

Después de tanta humillación y de sufrir la indignidad de verse derrotado por un simple centinela y de un estúpido cabezazo, el orgullo herido del guerrero toma el mando de su voluntad. Sin pensarlo ni por un momento, se lanza contra el muro, saltando con todas sus fuerzas.

Y casi lo consigue... Casi... 

El enorme guerrero saltó con su pesada armadura sobre las llamas, consiguiendo pasar de forma milagrosa frente a ese muro brutal que prácticamente se había cerrado tras él. Solamente un pequeño detalle se empañaba esta épica hazaña, uno de sus pies justo había sido atrapado por las llamas, prendiéndo el borde del pantalón. La bruja, sorprendida, quedó un momento dubitativa. Pero se dispuso enseguida a preparar un segundo hechizo.

El guerrero se planta tras la muralla de fuego, dando enérgicas patadas al aire para intentar apagar las lenguas de fuego que le muerden el borde de sus pantalones, mientras prepara su daga oculta para lanzársela a la bruja impostora.