Partida Rol por web

Un sonido perturbó la queda noche y puso en alerta a Zak. Un dejavú le vino a la cabeza y la figura del panadero le asaltó a su mente.

¿Todo el mundo en este pueblo es de sueño flojo o qué? Me tienen hasta los huevos.

Rápidamente la deshechó y empezó a pensar en qué hacer, el tiempo apremiaba. Con un giro rápido, dio media vuelta y se encaminó a la sala oculta a esconderse allí. Era una encerrona, pero era el único sitio por el que no pasaría una ronda normal y habitual por la casa: los sitios ocultos se esperan que sigan siendo ocultos.

Intentando hacer el menor ruido posible, volvió sobre sus pasos. Aunque se acordó de su poción de invisibilidad, prefirió esperar a cuando alguna situación crítica para poder ahorrar el mayor tiempo posible del efecto de la poción.

Agazapado en un rincón oscuro de la biblioteca secreta esperas, con el corazón en un puño. 

Los segundos pasan lentos y angustiosos. Se van convirtiendo en minutos y nadie se acerca a tu posición. Deduces que la persona que ha hecho uso del retrete (posiblemente el dueño) se ha ido en otra dirección. Tendrás que extremar tus precauciones, ahora que sabes que sigue despierto. Es más que posible también que haya guardias en este o en el otro piso de la vivienda...

¿Qué haces ahora?

Tras perder unos valioso minutos, Zak volvió con cuidado hacia el escritorio. El encontrarse con gente le estaba poniendo nervioso. Necesitaba al menos alcanzar alguna de las ventanas de la otra parte de la casa para avisar a su cómplice de que iniciara la distracción. Pero en el estudio debía pararse, ya que se encontraba la mayor parte del tesoro que había visto. De momento, tenía que ceñirse al plan: Improvisar podía ser muy malo.

2. Estudio
La riqueza de esta sala se hace evidente en los soberbios paneles de caoba lacados y la alfombra de felpa de pared a pared. Colocados en las paredes hay trofeos de diferentes juegos y monstruos de todas clase. Varios son criaturas pequeñas del tamaño de una mano, mientras que otros monstruos miden aproximadamente 10 pies de altura y se parecen a los osos polares. En el centro de la sala hay un escritorio y una silla de madera elfa de gran antigüedad. En el escritorio hay cinco objetos de arte de oro, cinco de platino y cinco de mithril, todos de poco peso. Diez candelabros de plata salpican la habitación.

Esta habitación era una de las que mejor tenía pensadas en su cabeza y por ello cuando entró no perdió mucho el tiempo. Cogió los cinco objetos de arte de oro, los platino y de mitril en el zurrón al igual que la cubertería de plata que prácticamente barrió hacia el interior del zurrón.

Echó un vistazo rápido a los cajones del escritorio, por encima para ver si tenían algún tipo de protección o mecanismo.

Se acercó a los bustos e intentó arrancar las piedras preciosas de los ojos, con rápidez. No pensaba pararse mucho tiempo en sólo dos piedras preciosas, aún tenía mucho que hacer. Si daban problemas, se iría dejándolas atrás.

Su paso por la sala fue rápido y silencioso, con la estancia memorizada y haciendo un trabajo casi mecánico.

Después de hacerte con todos los objetos de valor, registras los cajones del escritorio. Encuentras todo tipo de papeles, como  cuadernos con listas de adquisición de antigüedades, facturas, apuntes contables, cartas y misivas, etc. Todo sin orden aparente. Nada te parece de valor.... 

Zakary encaminó hacia el lobby, no sin antes escuchar a través de la puerta. Tras cerciorarse que no había nadie, atravéso la puerta. Al ver las luces encendidas decidió tardar acercarse a los bustos e intentar sacar las gemas. Si le costaba lo más mínimo, los dejaría y subiría rápidamente. Era una zona peligrosa con mucha luz. El era una polilla que se podía quemar.

RECIBIDOR (LOBBY) PRINCIPAL

La amplia estancia está aparentemente desierta a estas horas de la noche. En lo alto, la araña de brillante cristal, con la mayoría de sus velas apagadas, proyecta una lóbrega luz que sólo consigue magnificar las sombras que proyectan los silenciosos instrumentos musicales y dotar a los bustos de granito blanco de Lord Zadaraq y Lord Garlin, en dos de las esquinas, de una apariencia tétrica y amenazadora...

Zakary se acercó a los bustos raudo, con el cuchillo en la mano, y desencajó las gemas de los ojos sin hacer el más mínimo ruido. Las gemas caían suavemente en su mano tras hacer una pequeña palanca, no estaban especialmente encajadas. Los bustos al ser tan pesados, apenas se movían al hacer fueza.

Tras desfigurar los dos rostros por toda la eternidad, fue hacia la habitación de las escaleras. En silencio, escuchando, revisando las puertas. Una buena costumbre, de las que salvan vidas.

Cruzó el umbral, subiendo las escaleras despacio y con cuidado, evitando tropiezos innecesarios y amortiguandose el ruido gracias a la roja alfombra de terciopelo. Notaba la inquietud, inquietud de robar en una zona no explorada, por su propia incompetencia.

Se habituó a la zona actual y se dispuso a mirar con cuidado lo que se abría ante él. Intentó escuchar ronquidos y otros ruidos para localizar los dormitorios, que evitaría hasta el final. También intentó localizar alguna habitación que diera hacia el oeste, por si tuviera que darle en algún momento la seña luminosa a su compañera... O jefa.

Justo al pie de las escaleras vislumbras la silueta de un guarda. Ves que está sentado en una silla y, al parecer, dormido, según se deduce de los rítmicos ronquidos que suelta... Apoyada en la pared hay una especie de alabarda y de su cintura pende una espada corta. Y un juego de llaves. A sus espaldas están las escaleras que conducen al piso superior. Al final hay una puerta cerrada.

Zakary se queda quieto, en un rincón entre las sombras, examinando al guardia. Intentando discernir cuanto de dormido estaba, si podría quitar esas vistosas llaves y si las necesitaría para atravesar la puerta trasera. Decidiendo si el riesgo merecería la pena, si el peso de otro cadaver sobre sí lo merecería. La situación era peligrosa, pero suponía que los beneficios, lo serían aún más.

Estaba tan dormido que una gota, hasta cierto punto brillante, le caía del mentón. Su placidez era hasta entrañable. Zakary se confió y decidió acercarse a fisgar la puerta que estaba tras el guardia, la cual presuponía estaría cerrada. Prefería no tener que tocar al guardia y confiar en su hábil ganzúa. De momento no le había decepcionado. Al pasar junto al guardia, le dedicó un pensamiento:

¿Con qué estará soñando para ser tan jodidamente feliz?

La cerradura es más complicada de lo que pensabas y se te resiste. No consigues abrir esta pesada puerta. Tampoco encuentras ninguna trampa... 

Allí estás tú. Parado ante la imponente plancha de hierro y madera. Rodeado por las pesadas sombras de la estancia. En la penumbra sólo se oyen los acompasados ronquidos del guarda y el latir de tu propio corazón.