Partida Rol por web

0.1 El heraldo del archiduque

Todo el mundo que andaba por ahi se reune en circulo entorno a una gran caja , mas por curiosidad que por otra cosa , como el que mira un espectaculo callejero de malabares de fuego. En eso que una figura armada y en armadura completa que para sorpresa de todos es una mujer , con el emblema del ejercito del archiduque , con una trompeta se sube a la caja y anuncia lo siguiente

Se hace saber a la ciudad mas conocida como "La ciudad Nexo" que se buscan valientes para engrosar las filas del ejercito de el archiduque Jilokasin, Se ofrece su formacion militar , para ellos se valorara a los apuntados en las pruebas en la Academia militar Matadragones, conocida por defender a todo el reino , por proteger a las ciudades de esas increibles amenazas para ellas, y se eligira de entre ellos a los que hagan un buen desempeño ¿Quien esta interesado, se ofrece buena paga he incentivos

Se consideraba lo suficientemente diestra y fuerte como para poder ser de ese elitista grupo y con un paso al frente se presentó:

- Soy voluntaria. Anunció con voz en alto y orgullo. Y con ansia, orgullo y vergüenza de haber sido la primera en contestar a esa heroína, preguntó: - ¿Dónde hay que firmar?

Estaba contenta por ser la primera y haber sido tan fácil. Esperaba una selección especial o algo parecido, y esto le daba que pensar. O había llegado en fechas de reclutamiento, y era mucha casualidad, o ... habían tenido desgracias estaban desesperados por reponer los números de sus filas.

Daba igual. Y si había problemas, pruebas o dificultades, las empeñaría con ahínco y con el máximo de sus fuerzas.

Ishram, viajero de paso, se acercó a la ruidosa mujer subida en una caja, vociferante. Supo entonces que se buscaban reclutas para engrosar las filas del Duque Jilokasin.

¿Jilokasin? ¿ESE Jilokasin? Ni hablar. Adiós, se dijo mentalmente mientras dio la media vuelta y comenzó a alejarse. Había oído cosas espeluznantes sobre ese duque. Con una reputación tan infame sabía que servir a ese hombre no traería nada bueno. ¿Buscando más reclutas? A saber que habrá hecho con los anteriores. Entonces llegaron las palabras mágicas.

¿Buena paga e incentivos? Mierda, pensó mientras se detenía y se volvía para lanzar una mirada de soslayo a la heraldo. Realmente estaba necesitado de cierta ayuda económica.

El luchador suspiró y resignado volvió hacia la zona de reclutamiento. Espero que sea realmente una GRAN paga con GRANDES incentivos, exigió en silencio.

Fue a preguntar, con desgana, el lugar donde había que alistarse, cuando una mujer ya se había adelantado, llena de alegría, orgullo y de ansia.

Pobre ingenua. No sabe lo que nos espera.

Y se colocó detrás de ella, en silencio, a modo de cola para firmar el reclutamiento. A modo de rebaño llevado al matadero.

- Has escuchado lo que dice esa mujer Percival? Me agrada que sea una mujer la portavoz, tal vez su señor sea menos obtuso en el tema de que las mujeres vayan al campo de batalla y hasta pudieramos subir peldaños ... como sea puede ser una oportunidad para perder a los hombres de mi hermano y mas adelante evaluar si quedarnos al servicio del noble o buscar responsabilidades mas importantes - Le dijo Lady Samara a su escudero vestida con media armadura de placas, una espada al cintouna lanza sujeta del caballo, una cinta que sujeta su largo cabello que en ocasiones parece rubio y en otras pelirrojo y espero la respuesta del chico con una sonrisa jovial mientras sujeta un símbolo religioso con la mano y posa la mirada atenta a los primeros reclutas.

La curiosa pareja montaba cerca de donde estaba la mujer cuando pregonó su reclutamiento, como si admirase algunos artículos entre los mercantes.   El caballo tiene cierta protección y el escudo de una casa nobiliaria

Kami, un devoto de Pelor y siempre con la intención de ayudar a los más necesitado estaba dando un paseo. Al salir de una callejuela observó una multitud.

- ¿Una pelea? - se fué acercando poco a poco con intención de pararla, tanto si era por las buenas o por las malas. Pero enseguida comprendió que no se trataba de eso, ya que no había jaleo entre la masa de gente allí presente.

Una mujer se puso en alto y empezó a reclutar a gente para engrosar sus filas.

Varios de los presentes parecía atraerles la idea de aventuras, mostrar su valía o tan solo por el dinero.

Siempre hacía falta apoyo en las batallas, y los ahí presentes no tenían pinta que su punto fuerte fuese la ayuda al compañero.

Se abrió paso entre la multitud hasta llegar al lado de la mujer que se había ofrecido primero al alistamiento - Yo también me presento voluntario si aceptan a humildes clérigos para formar parte de sus filas. -

Sentada en un taburete, cerca de la plaza, justo al lado de un carromato donde venden toda clase de carnes, le doy un mordisco a un pedazo de pierna de cordero; la vieja que atiende sabe cómo preparar estas carnes, está en especia estaba deliciosa. Por lo general, cuando estoy de paso arrimo donde Vizkalia, quizá por ser su cliente fiel es que me hace un pequeño descuento.

Estaba a punto de dar el último mordisco, cuando de repente una mujer con armadura se posa sobre un soporte de madera; grita a todo pulmón algo que solo alcanzo a entender cuando me acerco hasta estar casi a su altura.

Se buscan valientes para engrosar las filas del ejército del archiduque Jilokasin

Suena bien, valentía puede tacharse en la lista; lo que no me termina de convencer es que tenga que obedecer órdenes, -Bah, Uh-Kragh no está para recibir órdenes- hago una mueca mientras me cruzo de brazos. La mujer continua con su discurso hasta llegar a la parte de la paga, momento en que una voz femenina, rompe el silencio y se pone al frente.

Soy voluntaria, ¿Dónde hay que firmar?

Parecía una fémina curtida en batalla, lo suficiente como para saber en qué se está metiendo. Por pura curiosidad y bajando los brazos me acerco lentamente pero un joven, de cuerpo muy fino se adelanta en mi andar y se pone detrás de aquella mujer, como si de una fila para pagar una botella de vino en el mercado se tratase. No quiero juzgar que por su constitución sea un debilucho, quizá con un solo movimiento pueda partirme en dos, o a lo mejor sea un gran invocador y traiga a este plano una criatura que me aplaste en un solo movimiento.

Mientras me perdía y divagaba en mi mente, otra mujer se acerca; creo que debo darme prisa antes de que no me dejen lugar, ya esto me estaba llamando la atención… más por curiosidad que porque necesitara el incentivo; lo mío era luchar, destrozar cráneos así que dije: -¿Por qué no?... aplastemos unos cuantos cráneos-

La grandeza de la gran ciudad, a la que Li es recién llegado, todavía impresiona al modesto monje, que viene de una zona rural y tiene muy poco conocimiento sobre el mundo en general. Con una ingente cantidad de oro en una bolsa metida en el interior de su túnica, el monje camina siguiendo el flujo de la gente hasta llegar a un lugar donde hay una gran caja. Pese a no tener nada de mundo, la figura de la Heraldo de la Guerra es conocida por todo el país. Alguien que ha salvado el mundo, pese a que el conflicto en los monasterios no fuese tan evidente pues al menos el suyo no se inmiscuyó demasiado en el tema de la guerra. Ciertamente, se la considera toda una heroína de guerra, y como tal desprende un aura que no se puede obviar.

Li lee un cartel: buscan voluntarios. Al parecer, hay una campaña bélica en marcha, y si bien el joven monje no tiene un gran interés en la guerra, sí lo tiene en las técnicas marciales que se emplean por los diferentes ejércitos: desde el combate con armas hasta las tácticas en el campo de batalla. Se cruza de brazos, sopesando las posibilidades, pros y contras de alistarse; los objetivos parecen honestos, y Li, pese a su pasado fuera del monasterio, no desconfía del género humano. Quizá el amo que tenía era mala gente y no todo estaba generalizado.

Finalmente, la curiosidad científica del monje y, sobre todo, su ansia de conocimiento, le llevan a acercarse, inclinándose levemente ante la figura heroica de la Heraldo de la Guerra para presentarle sus respetos.

— Me gustaría presentarme voluntario para esta campaña — no tardan en darle un pergamino para poner su nombre. Y lo hace. No muy lejos de allí, está la figura de un clérigo. Por su semblante, parece que también se ha presentado voluntario, así que Li se acerca a él con paso presto —. Saludos, buen clérigo. Mi nombre es Li Xiao — se presenta, inclinándose en pose marcial.

   Egres había llegado a la ciudad guiada por el rumor de que probablemente los hombres del archiduque se moverían allí para alistar nuevos reclutas para sus filas, las razones para que esto tuviese lugar no la importaban demasiado pero realmente tenía interés en sumarse a las fuerzas, deseaba venganza frente a quienes habían arrasado su hogar y sabía que pese a que era una luchadora diestra y capaz no duraría mucho si trataba de llevar semejante empresa en solitario, por lo que unirse a las fuerzas que mayor número de victorias habían sumado contra el enemigo común hasta el momento parecía un comienzo bastante prometedor.

    Cuando llegó a la plaza descubrió que el reclutamiento ya se había iniciado, llegaba tarde, pero por suerte no demasiado. Aquella heroína de guerra anunciaba a viva voz que los interesados en sumarse a su fuerza se aproximaran. No dudo ni un instante, aquella decisión ya la había tomado mucho antes de llegar así que empezó a deslizarse entre la multitud para llegar hasta el punto en el que los aspirante se habían comenzado a reunir, muchos parecían guerreros curtidos aunque otros tenían aspectos de lo más peculiar, captó su atención la mujer vestida con armadura que se mantenía sobre su montura en las cercanías y se preguntó si ella también sería una recluta o por el contrario ya formaría parte de las fuerzas del archiduque. 

   -Veo que ya sois unos cuantos, espero que siga habiendo espacio para alguien más, pues tengo el deseo de sumar mi fuerza a la del archiduque para acabar con esas mismas fuerzas oscuras de las que habláis.- No sintió que fuera muy necesario el presentarse por el momento, al menos no hasta que la que sería su superior de ahora en adelante la preguntara su nombre, por lo que su comentario iba más destinado a hacerse notar que a esperar una respuesta, su verdadero deseo era iniciar cuanto antes su formación y sumarse a la lucha.

Un murmullo de quejas se oia de lejos. -He tu giganton, quita de enmedio que no veo, otro decia -Mas cuidado esclavo me has pisado. A todo esto una masa de musculos , con las cuencas de los ojos hundidas y el pelo rapado al cero, hacia caso omiso a las habladurias como si no oyera pero enrealidad es que le costaba concentrarse en lo que hacia

Algunos decian que medía como dos hombres, pero eran exageraciones, pero era muy alto y fortachon, y otros le confundian con un gigante esclavo, porque iba medio desnudo y tenia pinta de bruto incivilizado

Alguien ha dicho "Aplastacraneos"? Ese mi nombre y venir aqui para Romper craneos por oro  . Yo mucho romper, yo mucho oro jejeje- La gente alrededor se acojono un poco ante sus palabras, pero el tenia todavia una sonrisa bobalicona de niño , que habia cometido una travesura, dibujada en la cara

La mujer Heraldo no se impresiono , ni siquiera le miro, tal vez seria desprecio a los de su raza , que tanto se destilaba en esa ciudad , aun asi esperaba una mole gigantesca respuesta y muchos la miraron

-No ves que estoy ocupada "peque" , a lo que el giganton mostro saltos de impaciencia juvenil, Pero yo quiero

-A callar Titan, ya se lo que quieres , no te saltes la fila se mas educado, te conozco ya como si te hubiese parido. Dijo severa

El respondio como una mascota buena, -Titaaan se calla con tono de aburrimiento y fastidio como le mandaran a un niño una tarea del cole

0.2 El heraldo 2

Entre los espectadores y el numero aceptable de peticiones la caballero, junto sus talones en signo marcial, como como por un resorte, simbolo de defecto profesional en la milicia y dijo 

A quien este interesado que me siga a la puerta de la feria... y emprendio marcha marcial

Una vez alli, quito su semblante serio y lo sustituyo por una calida y amplia sonrisa Bueno ya nos hemos quitado de encima a los parroquianos mosconescotillas. Es un placer mi nombre es Lady marian, soy la teniente del castillo y os doy la bienvenida

Me alegra ver a caras feminas abordo, hay que demostrar que somos el doble de buenas que esos "machotes" para que nos tengan en cuenta , demostrarselo. Y despues de la bienvenida a todos, os dire que deber seguir un mero procedimiento para cumplir el minimo que se pide para entrar en la academia y es seguir y superar las intrucciones de investida de caballero del fenix  Decidme vuestros nombres y os apuntare en la lista ¿Alguna pregunta?

Una ascética figura, envuelta en anchos ropajes y con varios portapergaminos, se aproxima apoyado en un bastón.

"No tengo la fuerza de ninguno de estos soldados. Pero quizá pueda ayudar de otra manera" dice con una voz ronca "Alharén, es mi nombre. Y si quieres conseguir los secretos de los dragones, sólo puedes obtenerlos de dos formas: Una es sometiendote a ellos como exclavo. La otra es... aliarte con sus enemigos"

"Si os interesa la ayuda de un heraldo de la psique y la sabiduría, podreis contar conmigo" dice tomando una postura sobria.

        - Espera por favor mujer! Nosotros también estamos interesados en participar con las fuerzas de tu señor y recibir una paga justa con tal de conseguir justicia para los oprimidos de este reino y mientras que ese sea el objetivo no solo contarán con nuestra habilidad en el campo de batalla si no con mi voluntad y liderazgo para encontrr la mejor manera de conseguirlo -    Le dijo Lady Samara a la portavoz del archiduque aun montada a caballo, mientras que miraba de reojo a Percival, esperando que el chico se animara y apoyara su decisión, tras haber guardado silencio mientras que otras personas se inscribían antes que ellos y cuando hizo eso la mirada carismática y dominante de la paldín se cruzó con la de Egres, a quien le había reconocido que le miraba un momento atrás y después de eso miró al recién llegado (Alharen) con cierto recelo por el halo místico que le envolvía

Una voz gruesa y áspera resuena a mi espalda, de momento me giro con curiosidad para ver de donde proviene; es nada más y nada menos que un grandulón de casi dos metros y medio hecho puro musculo.

Alguien ha dicho "Aplastacraneos"? Ese mi nombre y venir aquí para Romper cráneos por oro.

-Tranquilo grandote, ya vas a aplastar muchos cráneos, veras; a lo mejor hagamos una buena barrida de inservibles- golpeo levemente el gran brazo de aquel sujeto, en tono de amistad. –Uh-Kragh también quiere reventar muchas cabezas y si por eso nos pagan, pues qué más da- suelto una carcajada, el ánimo se me había subido al encontrar uno que quizá sería algo más parecido a mi estilo, tanto de lucha como de pensar.

Luego de caminar un poco alejándonos del tumulto ya la heraldo se pone un poco más suave y nos dedica una pequeña bienvenida.

Me alegra ver a caras féminas abordo, hay que demostrar que somos el doble de buenas que esos "machotes" 

-Já, el doble… nosotras somos más poderosas que el doble… hasta quizá esos dragones caigan a nuestros pies solo con pedírselos- digo mofando un poco de mi habilidad, pero por dentro sabía que estaba hablando de más; puede que hasta no dure ni cinco segundos frente a una de esas grandes lagartijas.

Las ciudades siempre habían gustado mucho a Frida Drachenfels. Fueras por donde fueras, daba igual el lugar en el que posaras tu mirada, siempre estaban rebosantes de vida. Y desde luego que aquella ciudad no era la excepción. Una sonrisa se dibujó en los hermosos labios de la nigromante mientras paseaba por calles y plazas, observando a las buenas gentes, que vivían sus sencillas vidas sin mayores preocupaciones que las típicas de los campesinos. ¡Cómo disfrutaba al acercarse a curiosear en los diferentes establecimientos! Puestos del mercado, tabernas, tiendas… Cualquier cosa atraía la curiosidad de la joven Frida. Así que, cuando vio a esa cantidad de gente reunida en aquella plaza… Le faltó tiempo para acercarse a investigar a ver qué se cocía.

Atendió en silencio al discurso de aquella mujer, reluciente como un amanecer de verano y con la misma presencia que un general condecorado. El mero hecho de escuchar sus palabras bastó para que a la joven nigromante le brillaran los ojos de emoción, porque… No eran meras palabras soltadas al viento. Aquella mujer estaba haciendo una oferta a la gente que la estaba escuchando. Una oferta muy interesante.

Sonriendo como una niña a la que han prometido un carro de pasteles, Frida siguió a Lady Marian y al resto de voluntarios hacia la puerta de la feria. Cuando ésta comenzó a pedir los nombres de los allí reunidos para apuntarlos, la hermosa muchacha se adelantó y se inclinó educadamente delante de la teniente.

 -Frida Drachenfels, para servirla, Lady Marian. Nada me gustaría más que formar parte de vuestro ejército.

Y bien ciertas que eran aquellas palabras, pero no por ninguna de las razones por las que seguramente se estaban apuntando el resto de los voluntarios. Un ejército en busca de soldados implicaba una batalla o incluso una guerra cercana. Y eso siempre, siempre dejaba multitud de cadáveres descomponiéndose en los campos. Y por supuesto que ella no pensaba dejar pasar semejante oportunidad de obtener tanta materia prima para sus investigaciones.

Kami se sorprendió de la cantidad de gente que se estaba uniendo al alistamiento, y sobre todo de los dispares que era los unos de otros. Al terminar el alistamiento la mujer los condujo a marcha militar a otra zona más tranquila y sin tanta multitud para que pudiesen ir alistandose. Seguramente después de tantos años de formación se le había quedado como un mal vicio esa forma de andar, pero él no sería quien se lo comentase.

Las presentaciones empezaron por ella, con su nombre y su rango militar, seguido de un pequeño discurso apoyando a las mujeres allí presentes y despreciando a los hombres. Por suerte eso era algo que a Kami no le importaba.

Unos cuantos empezaron con sus presentaciones. Pero una mujer le produjo un escalofrío por la espalda en el momento que se presentó. Algo no le gustaba de Frida, tenía el presentimiento que sus motivos por alistarse eran oscuros y nada nobles.

Tras la presentación de ella intento recomponerse y dió un paso al frente.

- Lady Marian, mi nombre es Kami Glen.  Soy un clérigo seguidor de Pelor  - dijo llevandose el puño derecho al corazón mientras hablaba con tono de orgullo - y sería un placer para mí prestar mi ayuda y formar parte de sus filas - Realizó una reverencia y retrocedió mirando de reojo a Frida para ver su comportamiento.

De repente, sin que nadie se hubiese percatado hasta ese momento de su presencia, de entre los pies de los parroquianos reunidos entorno a Lady Mariam se oye una voz que dice:
Perodonen Damas y Caballeros, si me permiten me gustaría acercarme hacia la dama para prestar mis servicios si la paga es buena. En estos días en los que estamos es difícil encontrar a un buen empleador que sea de fiar y que pague un salario digno acorde con los servicios prestados. Así habla un pequeño ser, a ojos de los poco observadores poco más que un niño de menos de un metro de altura que ha aparecido entre la multitud. El pequeño continua: Porque les podría contar de mi último empleador, un comerciante gordinflon de las tierras de los Valles de donde provengo que me prometio una fortuna si le podia hacer un encargo que... en ese momento garraspea un poco y cambia el hilo de su berborrea Bueno, creo que esa historia es más aburrida al contarla que al vivirla y no quiero ser yo el que cambie la tonalidad de un día como hoy. Mi nombre es Rosco Bajorrama Dedosagiles, humilde Mediano de las tierras de los Valles y vuestro amigo si me concedeis ese honor.
Una vez dicho esto observa al variopinto grupo allí reunido con cara de inocencia, una mal interpretada inocencia para los más observadores que pueden ver entre las joviales palabras un destello de inteligencia y destreza que sobrepasa con mucho la modestia apariencia de este pequeño ser...

    Egres no pudo ocultar su sonrisa al ver que las cosas empezaban a rodar, la responsable de alistarlos dio órdenes para seguirlos y algunos más se separaron de la multitud para ir junto a ellos, en cualquier caso estaba claro que estas incorporaciones de última hora no eran precisamente campesinos, aunque uno de ellos si que poseía cierto aspecto infantil, pero al analizarlo al detalle era fácil darse cuenta que esto era debido a que pertenecía a la risueña raza gnoma.

    Ya en un ambienta más tranquilo la oficial les explicó su rango y el motivo para apartarse previamente a partir hacia la academia. También mencionó algo sobre los géneros, una observación que no compartía, aunque más bien por el hecho de la raza a la que pertenecía, consideraba que el debate sobre los géneros era más bien propio de razas inmaduras, pues entre los replicantes era algo casi inexistente, cualquiera de ellos era libre de cambiar por completo su forma a voluntad, lo importante era el alma del individuo, sus deseos y objetivos, no algo tan pobre como lo que tenía entre las piernas en el momento de su nacimiento. Aún así no dejó que algo tan ridículo desde su punto de vista apagase el fuego que la había empujado a unirse a los matadragones, después de que unos cuantos se presentasen, la exploradora decidió que su turno había llegado, silbó con fuerza y extendió su brazo mientras avanzaba hacia el frente.

    Poco después una sombra descendió en picado desde el cielo para frenarse en el último momento a la altura de Egres con varios movimientos de sus poderosas alas y finalmente posarse en su brazo, la majestuosidad de Vael, el águila que tiempo atrás le había confiado su mentor Aenur, era algo evidente. Seguidamente, Egres realizó una reverencia respetuosa hacia la que sería su superior manteniendo el brazo en el que se apoyaba Vael en alto.

    -Soy Egres de Breyt, rastreadora  y este que me acompaña es Vael, mis ojos en el cielo.- Tras ello volvió a alzarse en toda su estatura, una un poco escasa frente a figuras como el goliath o el resto de hombres, pero no por ello menos importante. -Mi única pregunta es que cuando empezaremos, señora.-

Ishram observó el variopinto grupo que decidió alistarse a las órdenes del Duque. No dijo nada, mirando de soslayo a los diversos aspirantes y figurándose qué podrían aportar unos y otros a las tropas de la ciudad.

Siguiendo a la heraldo a una zona reservada, esta se presentó como una oficial al mando. Sus alardes a la feminidad le hicieron pensar que tal vez tenía algún complejo por ser mujer y debía reforzar su resolución ensalzando al resto de féminas sobre los varones, o tal vez se debía al hecho de que, por ser mujer, no le habían hecho su ascenso nada fácil y por ello su arenga a las presentes, a modo de reivindicación. Fuese lo que fuese aquellas palabras no provocaron entusiasmo ni rechazo alguno. Sencilla indiferencia. No se iba a alistar para escuchar soflamas. Se alistaba por dinero.

Escuchó con detenimiento las presentaciones y discursos de los numerosos aspirantes, como si por el hecho de añadir florituras grandilocuentes o frases amistosas e ingeniosas lograrían mayor consideración, sueldo, rango o respeto.

Buscan carne de cañón, no amigos, se dijo el mercenario con cinismo. Los cupos de oficialidad están cubiertos y seguro que les aburre oír lo mismo de cada grupo de reclutas novatos, antes de enterrarlos tras mandarlos al matadero, pensó hastiado.

- Ishram - dijo secamente a modo de presentación, contestando escrupulosamente a lo que la tal Lady Miriam preguntaba: un nombre para poder escribirlo en un trozo de papel. No añadió nada más pues lo consideró superfluo. De lo que era cada uno capaz lo demostrarían con hechos y no con palabras. Y respecto a qué consistiría la instrucción, algo que tal vez podría entrar dentro del apartado dudas y ser digno de preguntar, el hombre juzgó que invariablemente se lo dirían o algún otro lo comentaría, así que no preguntó nada.

- Zaorla. Se presentó obediente, como habían ordenado. Estaba incómodamente sorprendida, de que aquí cada uno mostraba sus habilidades, las contaba a los 4 vientas, y nadie demostraba nada. Ella en cambio, y muy poco más se mantenían discretos y disciplinados. Estaba orgullosa por estar aquí, por poder optar a entrar a la orden y poder así demostrar su valía. Pero ahora se daba cuenta. Les harían unas pruebas, les harían demostrar lo que decían. Su gran espadota estaba presente, ya que con lo enorme que era, lo difícil era no darse cuenta que aquello estaba allí.

Unos hablaban de pagas, otros de glorias .... ella quería que se le diera la oportunidad de convertirse en una veterana. De poder ascender, de poder servir de algo. Quería ser un miembro reconocido de la orden y de pleno derecho poder ... jactarse, para sus adentros de ello.

Quería servir.

Al parecer el buen clérigo no tiene demasiado tiempo para responder a su saludo, ya que Lady Marian les llama la atención y los aparta del gentío, presentándose y demandando a los interesados por la campaña que hagan lo propio. Su semblante cambia de improviso: hace un momento se mostraba seria, estricta, con un aura que casi intimidaba... Ahora se muestra amable y familiar, incluso empleando un lenguaje que no parece propio de alguien de su rango.

Lo primero que destaca es la presencia femenina. Algo normal, teniendo en cuenta que, por lo que Li puede intuir, no es común encontrar muchos individuos del género femenino atraídas por la guerra. 

Todos van presentándose poco a poco, pero el monje espera hasta el final.
— Mi nombre es Li Xiao. Soy un monje seguidor de Ogham — Li no es una persona de prodigarse en palabras. De hecho su voz suena bastante grave, como si hablase medio forzado. La costumbre del trato con personas fuera del monasterio hacen que tenga unas habilidades sociales más bien escasas. Li se inclina nuevamente ante su superior —. Espero ser de utilidad para su causa.