Partida Rol por web

Bronan decidió hacer como  Wickelkind y encargarse de otro de los gusanos de fuego, el salvaje hybórico agarró con fuerza su espada y descargó un potentísimo ataque contra la criatura. La hoja energética atravesó la piedra, alcanzando la carne y los órganos. Al retirar la espada con violencia, la ardiente sangre de la criatura salpicó el suelo de la cueva. Aunque la piel le ardiera por el insoportable calor provocado por los gusanos, ese daño se lo había cobrado bien.

Bronan PNJotizado (espero que no sea nada).
Doctor Wickelkind tras atacar a Gusano 2, y reducir este 6, le hace 4 puntos de daño.
Bronan le hace 14 puntos de daño al Gusano 3. Este reduce en 6 y se quedan en 8.

Los gusanos no tardaron en revolverse y dos de ellos se lanzaron a atacar a Bronan y a Karestya para cobrarse el daño recibido. La híbrida echó a correr esquivando los distintos picotazos de la criatura hasta que finalmente le alcanzo en uno de los brazos. El hybórico, viéndo venir el ataque, aguantó hasta el último momento haciendo que el gusano impactara con la pared. Aunque no se hiciera daño, un golpe moral. Pero el guerrero prehistórico no salió indemne, pese a no recibir ningún golpe volvió a acercarse lo suficiente a la criatura como para sentir ese calor abrasador.

Gusano1 le hace a Karestya 9 puntos de daño, que tras reducirlo en 5 se quedan en 4.
Gusano3 le hace a Bronan 8 puntos de daño, que tras reducirlo en 6 se quedan en 2

La reina gusano tenía pinta de estar mal. Había recibido una tremendísima tormenta de golpes y el último de Zardón había sido tremendo. Pero no tenía pinta de estar dispuesta ni a marcharse ni a dejar de pelear. La enorme criatura miró al hombre-punzón-concodrilo y lanzó una tremenda llamarada de calor que subió la temperatura de la cueva unos diez grados.

El fuego alcanzó a Zardón de lleno sin posibilidad a esquivarlo y el guerrero no pudo hacer otra cosa que gritar de dolor mientras sentía como su piel ardía. Pero cuando el fuego se consumió, ahí estaba, de pie y sin haber dicho su última palabra. O eso creían, porque unos segundos después el guerrero batrácido cayó al suelo derrotado.

La Reina Gusano de fuego le hace a Zardón 23 puntos de daño. Como su daño máximo es de 17, usa un PEP para aumentar el parámetro en 1d6. Zardon recibe 23 puntos, reduce en 7 y son 16 puntos de daño. Y aquí se pone complicado:
   - Zardón tira por el daño global (dificultad 20). Ignorad el éxito porque tiene un -3 por estar en GRAVE. Tiene un 17.
   - Zardón gasta un PEP para relanzar el 2 y consigue un 2.
   - Zardón gasta otro PEP para aumentar en 1d6 el valor, y saca un 1.
En definitiva Zardón falla y cae inconsciente.

—¡ZARDÓN!—gritó furioso Mik'Ango mientras se avalanzaba contra la reina—¡MUEREEEEEE! ¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUER! ¡MUERE!

El guerrero tortúguido comenzó a dar un espadazo tras otra a la reina, cargado de furia. A cada golpe gritaba uno de esos "Muere". Por desgracia no era mucho el daño que estaba haciendo, aunque sus golpes estaban llenos de fuerza, no estaban bien dirigidos.

Por otro lado, el gusano que había recibido el puño de Wickelkind al ver a su reina en peligro se lanzó contra Mik'Ango. Pero no contó conque su duro caparazón, tan duro como la coraza de los gusanos de fuego.

Mik'Ango ataca a la reina gusano y le hace 11 puntos de daño. La reina reduce en 10 y se queda en 1. Mik'Ango recibe 4 puntos de daño por contacto.
Gusano 2 ataca a Mik'Ango y falla.

¡Hora de nuevas TCOMs!

Estado del combate:
- Reina gusano de fuego 38 puntos de daño - GRAVE
- Zardón 27 - DERROTADO.
- Bronan 23 puntos de daño - GRAVE.
- Dr. Wickelkind 14 puntos de daño.
- Karestya 8 puntos de daño.
- Gusano3 8 puntos de daño.
- Gusano1 6 puntos de daño.
- Mik'Ango 4 puntos de daño
- Gusano2 4 puntos de daño.

¿De repente estában perdiendo? Parecía que Zardon tenía algo de razón en sus palabras, aunque al final fue él el primero en caer, aunque si ese ataque lo hubiera recibido el doctor, probablemente ahora no tendría ni robot sobre el que montarse.

¡Tortuga! Gritó a Mik'Ango. La rabia no te llevará a hacer más daño, usa la cabeza y se un compañero de equipo digno para Zardon. Le aconsejó Wickelkind tras ver su reacción y su último inefectivo ataque.

El bebé movió los mandos con presteza y se preparó para actuar, por su mente pasaban una variable de probabilidades y no había una decisión, todo dependería de los rivales, los cuales esquivaba mientras buscaba una apertura u otra opción que pudiera ser beneficiosa para el grupo.

Las cosas se están poniendo rápidamente cuesta abajo. Zardón cae, y Mik'Ango pierde la cabeza. Está claro que incluso con toda su furia, no va a ser de mucha ayuda en combate... al menos sin su amigo.

Por un instante me pregunto qué hacer. No es que Zardón me caiga bien. Y todo esto no tiene nada que ver con nosotros. Nuestro trabajo aquí es el Minotauro, no hacer de , pero en este momento, es un compañero de batalla. Aunque sea con uno de esos mejunjes de bruja, ha peleado con valor y ha herido gravemente a la reina. Y lo que nos diferencia a nosotros de nuestras presas, es que nosotros no abandonamos a nuestros heridos a que se los coman.
 

Aunque lo que me acaba de convencer es ver a Mik'Ango intentando, con poca fortuna, quitarse a la Reina de encima. Hay as como él en la aldea a sus espaldas. Esa gente nos encontró sepultados debajo de un derrumbe y nos ayudó. No es, quizás, muy descabellado pensar que les podemos deber la vida. Y van a necesitar a un campeón cuando nosotros nos hayamos ido. Uno puede pararse a discutir sobre los deberes morales para con tus compañeros, pero un hombre siempre paga las deudas en las que se le va la propia piel.

Ese es el camino.
 

Levanto la vista y observo a la Reina. Algo... sucede. La bestia que se alzaba imponente y que acaba de abrasar a Zardón de repente parece... más pequeña. Me doy cuenta de que hay un montón de parches de piel que han caído, y que está casi cubierta del líquido que rezuman. Cuando se gira para encararnos lo hace lentamente, y sus movimientos no tienen la fluidez de al principio. Se para, se retuerce y se alza poco a poco, como si le costase un esfuerzo enorme. Y entonces lo veo, con la claridad con la que he visto a muchas antes de ella, en el animal herido cuando intenta levantar la cabeza al ver que te aproximas. Esa llamarada no fue un repunte de fuerzas. Ha sido un ultimo aliento.

Se está muriendo. Solo que se niega a aceptarlo.

En cierto sentido, es hasta hermoso. Pero no tengo tiempo para apreciarlo. Cuanto más tiempo tardemos en deshacernos de ella, más pasará sin que atendamos a Zardón.

Una mirada rápida me revela que el Doctor está igual que yo, observandola. Probablemente esté pensando lo mismo. O no, da igual. Va siendo hora de que acabemos con esto. Corro hacia él y le agarro la mano.

No lo pienses. Lo mismo que la otra vez. Centrate en dirigirnos bien. Está casi muerta. Si le damos de lleno, se habrá acabado el combate. Te he visto pelear hasta ahora, así que se que puedes hacerlo. Vamos a acabar con esto y reunámonos con los demás.

Sin más ceremonia, extiendo el brazo de la espada.
 

Tornado... bueno, lo que sea. Tenemos que buscare un nombre mejor.

Enciendo las botas a todo lo que dan de sí y me centro en agarrarme al doctor como si me fuese la vida en ello. Porque probablemente lo hace.

Wickelkind había pensado en llegar a Zardon y hacerle beber la dosis de Regenesix que reservaba para si mismo, sin embargo, Bronan interrumpió su camino. 

El bebé se había centrado tanto en el cocodrilo caído que no se había percatado de que la reina agonizaba, tan solo la observaba para esquivarla y seguir su camino. Cuando Bronan cogió la mano al mecha y le explicó su plan, logró darse cuenta de cuanta razón tenía. Entendido. Contesto. Agitó su imberbe cabeza para hacerle espabilar, aún así Zardón no se iba de sus pensamientos, por lo que no debían fallar.

Los mandos comenzaron a moverse, una serie de movimientos fluidos y precisos los llevó a comenzar a girar. Los brazos del robot agarraban a Bronan con firmeza y en unos segundos ya eran un tornado, sin parar de mover los mandos espoleó aún más el movimiento y cada vez giraban más y más rápido. ¡Está vez debía ser perfecto!

Era evidente que ambos habían pulido la técnica desde su intento anterior, el conjunto era más estable y giraban a mayor velocidad. Cuando estuvieron cerca de la reina Wickelkind los propulso de un salto contra el gigantesco gusano. ¡Todo queda en tus manos de cazador amigo! Animó al bárbaro para que no cediera en el impacto.

El rugido del aire me envuelve por todas partes y el mundo gira sin parar delante de mis ojos. Me podría acostumbrar a esto.

Como antes, tengo los ojos fijos en Wickelkind, el unico punto más o menos estable.

¿No es esto lo que ya hicimos?

Algo instintivo, un pensamiento sin terminar de formarse se me cuela en la mente, y giro la cabeza para mirar a la reina. Apenas puedo enfocarla una fracción de segundo antes de que se vaya. Y aún así, me parece que algo se me escapa.

Céntrate.

La sola idea de intentar focalizar un objeto lejano mientras giras es estúpida. Va contra todo lo que me han enseñado. Pero algo me dice que es correcta, y estoy acostumbrado a confiar en el instinto, de modo que giro la cabeza  empiezo a respirar más lento, intentando enfocarla. La fuerza del giro me saca el aire de los pulmones, se me entrecierran los ojos y el corazón empieza a ir más rápido. Y entonces ocurre.

No puedo enfocarla aún, pero siento dónde está. Abro los ojos, y entonces la veo, perfectamente centrada en mi campo de visión. Y veo algo más. Vamos escorados.

Esto debe ser los que pasó antes, por eso no hicimos mucho daño a pesar de la multitud de cortes. Se me ocurre avisar al doctor e intentar corregir el rumbo, pero justo entonces le oigo:

¡Todo queda en tus manos de cazador amigo!

Sin tiempo para hacer nada más, mi cuerpo toma el control. Encojo los hombros, giro las caderas y hombros a la vez y encojo el vientre. Corrijo la posición de la espalda, y justo en el momento en que lo hago, salgo disparado hacia la reina. Pero no paralelo a ella para evitar el choque... sino directo hacia ella.

Pongo la otra mano en la espada doblo las piernas, preparándome para el choque. Estoy casi encima de ella. Veo la piel grisácea y rugosa como la roca, y veo que incluso tiene vetas y pequeñas depresiones. Por una fracción de segundo, esa piel forma casi un mapa. Y entonces, la punta de la espada conecta con ella y estalla violentamente hacia afuera.

El corto resto del viaje es un remolino de esquirlas grises y de destellos de rojo y naranja ardiente. No soy capaz de ver qué estoy haciendo, pero la fuerza del impacto que noto a traves de los brazos y la velocidad a la que el calor pasa de un hormigueo en la piel a un lanzazo bajo los músculos me dice que esto no es un arañazo. La espada se está hundiendo profundamente. Apenas registro eso, la carne del gusano finalmente para mi arma y me detengo. Noto como si me hubieran echado brasas ardiendo por todo el cuerpo, y todo mi campo de visión es una especie de membrana húmeda de un naranja intenso, como la llama.  Me he incrrustado dentro de la carne, y mi cabeza registra el calor y chilla ordenado a mi cuerpo que se retire.

Mi cuerpo la ignora, y con un rudigo de dolor, afianza los pies. Libero mi mano izquierda y hundo los dedos en algo- prefiero no pensar qué. Tiro con todas mis fuerzas de la espada, que se libera del cuerpo del gusano, y con más fuera aún, extiendo el brazo recto en una estocada brutal. Noto como el filo corta casi sin esfuerzo, y bruscamente se detiene.

No se qué he alcanzado. Pero he alcanzado algo.

Mi instinto de supervivencia finalmente se acuera de que existe. Doy una fuerte patada para echarme hacia atrás y activo de nuevo las botas a plena potencia. El vuelvo es corto y el aterrizaje no es muy grácil, dando con mis huesos sobre el suelo de piedra y rodando como buenamente puedo. Por lo menos la temperatura de la roca enfría un poco mi cuerpo, aunque voy a llevarme un par de moratones. No es un mal cambio. Clavo la espada en tierra y la uso para incorporarme, gruñendo de dolor. Esta no ha sido una de mis mejores ideas. Ni siquiera ceo que cuente como una de las buenas. Pero es indudable que algo ha hecho.

Le hemos... ¿sigue de pie ?

Después del tremendazo ataque combinado de Bronan y el bueno del doctor, la Reina Gusano yacía tirada en el suelo partida en dos, derramando su ardiente sangre por el suelo. No había sido un corte limpio ni mucho menos. Con el tornado... bueno, lo que sea Bronan le había dado un buen número de tajos al ardiente monstruo y lo había acabado talando como si de un árbol se tratara.

No hubo tampoco que preocuparse de los gusanos que quedaban porque no tardaron en aparecer más cazadores batrácidos para apoyarles y acabar con ellos. Lo habían conseguido, habían derrotado a la Reina y ahora dispondrían de un viaje rápido a la cima de Rushán.

Con la reina muerta, la atención de Mik'Ango se dirigió a su compañero cocodrilo.

—¡ZARDÓN!—gritó acercándose a él—¡AGUANTA! ¡TE LLEVAREMOS CON ALMANDER!

Entonces para sorpresa de todos, Zardón abrió los ojos.

—¿Quieres dejar de gritar?—dijo mientras se levantaba con esfuerzo—. Estoy bien.

El hombre-cocodrilo vio el cadáver de la Reina. En ese momento el resto de cazadores batrácidos estaban preparando el cadáver, como haría cualquier cazador después de cobrarse a su presa. Bronan estaba acostumbrado a esas cosas. Después, Zardón avanzó hacia Wickelkind, Karestya y el hybórico.

—Me equivoqué con vosotros. Buen trabajo.

Bronan recibe 4 puntos de daño por contacto.

Estado del combate:
- Zardón 27 PUNTOS DE DAÑO- GRAVE
- Bronan 27 puntos de daño - GRAVE.
- Dr. Wickelkind 14 puntos de daño.
- Karestya 8 puntos de daño.
- Mik'Ango 4 puntos de daño

¡Si! Celebró el doctor la caída de la reina, ¡lo habían conseguido! Y es más, habían demostrado lo que valían a Zardón, que a pesar de su orgullo, lo había reconocido en cuanto se levantó para sorpresa de todos. Y casi desperdició la dosis de Regenesix con él. Pensó el doctor, que pasó a preguntarse en su cabeza sobre la propia regeneración natural del cocodrilo. 

Reconocerlo te honra. Contestó Wickelkind al líder guerrero batrácido.

Sin perder más tiempo fue a recuperar su brazo robótico perdido, lo necesitaba urgentemente, la batalla le había producido demasiadas pérdidas. En cuanto lo tuvo en su poder, inició delante de todos el protocolo cambio de pañal, que esta vez duró más de lo normal, pues la cabina estaba asquerosa por todo lo que el pañal no había sido capaz de contener, por lo que es una parte del protocolo de limpieza pudieron ver al bebe por los aires sostenido por un brazo mientras el otro dejaba impoluta la cabina.

Cuando terminó y se encontró cómodo de nuevo se acercó a su compañero Bronan, al que se veía bastante dañado. ¿Cómo te encuentras? ¿Quieres montar para el camino de vuelta o tu orgullo de cazador salvaje te lo impide? Preguntó el doctor jocosamente, que abrió la mano robótica y esperó a una posible respuesta afirmativa para proceder a subirlo.

Cuando el tremebundo calor arrecia un poco, mi cabeza piensa con algo más de claridad y mis ojos dejan de verlo todo como si fuera un lago en movimiento- cosas del aire recalentado, de nuevo. Levanto la cabeza y miro a la reina. O más bien a lo que queda de ella.

No pensaba que para ese último golpe que di ya hubiese dado tantos tajos que  bastase ese más para talarla en dos como a un matojo. Esto de la fuerza centípeda era una cosa realmente a tener en cuenta, y parecía que el buen doctor y él estaban empezando a ser buenos en dirigirla hacia donde querían. Un día le tenía que pedir que se lo explicase con detalles. Empezando por como narices se llamaba.

Las voces de Mik' Ango me sacan de mis pensamientos y gruño para mis adentros pensando que en mi estado, como tenga que ayudar a cargar a ese mamotreto hasta la aldea, va a ser un viaje muy largo. Bastante hago con mantenerme yo de pie. Por suerte, aún después de sufrir daños que habrían dejado a otro para los restos durante días, el hombre cocodrilo se levanta con esfuerzo.

Brujerías. Brujerías de esos potingues del demonio por todas partes. Casi noto el pestazo. Menos mal que el doctor al menos era normal. Bueno, todo lo normal que se puede parecer cuando después de matar a una bestia de varias toneladas, un brazo te sostiene como Chrumm te trajo al mundo mientras otro limpia prefiero no pensar en qué. Desde luego, tengo que reconocerle que ese cacharro que pilota es más y más fascinante cuanto más lo ves. Y no hay duda de que les ha servido bien en la pelea.

Los otros cazadores batrácidos están dando cuenta de los gusanos menores, y atacando a todo lo que se pueda sacar de provecho del cadaver de la reina. Es una escena que he visto montones de veces. Movmimientos precisos. Cada uno tiene su parte, sabe exactamente dónde tiene que estar y lo que tiene  que hacer, y el movimiento de los cuchillos y ganchos de carne es preciso, eficiente y con propósito. Son buenos. En su aldea lo hacían igual, en filas perfectas, cada uno en su parte de la presa, salvo cuando Comyna se inclinaba para cortar la parte baja en una posición que dejaba sus pechos en un ángulo en el que era curiosamente difícil que no se te pusieran en el camino de la mirad, o casualmente tiraba con excesiva fuerza de un trozo de piel mientras el estaba al lado y acababa accidentalmente presionando las nalgas contra mi y retorciendo el pedazo de piel con un movimiento... quizás algo más cimbreante de lo necesario.

Buenos tiempos. Tiempos más sencillos sin gusanos con fuego por sangre y gente con esas armas de truenos, o esas botas de fuego que llevaba. Tiempos en los que el mundo era cercano, pequeño, cimprensible. Tiempos que habían acabado como la propia Comyna.

Muertos.

—Me equivoqué con vosotros. Buen trabajo.

Las palabras de Zardón me sacan de mis pensamientos. Me limito a asentir con la cabeza.

- Vosotros también.

No hay necesidad de más. No estoy mintiendo, el hombre cocodrilo realmente ha puesto la carne en el asador en la pelea, literal y figurativamente. Mik'ango, bueno... le ha echado arrestos. Y entre gente como nosotros, las zarandajas no valen de mucho. No dan de comer. Un buen cuarto trasero de luwn bien partido y repartido sí.

Empiezo a caminar de vuelta. El doctor me ofrece llevarme. Sonrío al responder.

Gracias por la oferta. Creo que caminaré, al menos al principio. No es por orgullo, es más pragmático. Nos espera un vuelo hasta la cima, y allí el jefe de los piratas, y no tengo tiempo para recuperarme como debería, al menos antes de saber que ha sido de los demás. Mejor que me vaya acostumbrando al dolor. No te preocupes, si no puedo seguir , con gusto te tomaré la palabra.

El camino de vuelta fue tan duro para Bronan como esperaba. No tanto por la distancia, sino por las heridas. Sin embargo por el momento el hybórico parecía decidido a no utilizar el Regénesix del bueno del doctor. Para el bueno del doctor el viaje fue más sencillo, normal cuando viajas encima de un robot.

Cuando llegarón a la aldea, no tuvieron la recepción de héroes que esperaban. Los batrácidos estaban manos a la obra descuartizando las diferentes partes de los gusanos de fuego y de su reina. Lo que sí había era felicitaciones y miradas de aprobación. Todo muy cerebral. La verdad es que los batrácidos eran muy curiosos, eran unos seres muy racionales, demasiados quizás para vivir con una tecnología tan atrasada. Pero tampoco es que tuvieran los recursos necesarios como para prosperar.

Almander no tardó en hacer acto de presencia, antes las dos personas más heridas. Bronan y Zardón.

—Ho... hola—dijo con su suave voz—. Buen trabajo compañeros. Tendremos comida por varias semanas. Creo que debería echarle un vistazo a vuestras heridas, ¿me acompañáis?

—Yo estoy bien. Iré a darme un baño—respondió Zardón—Encárgate de él.

El hombre-cocodrilo seguía siendo duro y poco amigable, pero ya no había molestia o rabia en sus palabras. Estaba claro que la mentalidad de los cazadores era muy parecida vivieran donde vivieran. Aunque dos cazadores se detestaran a muerte, jugarse la vida juntos establecía un vínculo muy difícil de romper.

El camino de vuelta transcurre entre dolores, interjecciones por lo bajo (la mitad de las cuales no estoy enteramente seguro de si son pecado o no) y apretar de dientes. Me gustaría decir que estoy más herido en mi orgullo que otra cosa, pero la verdad es que el orgullo debe ser de lo que menos herido tengo ahora mismo. Todo mi cuerpo parece un único nervio, y ese unico nervio parece decidido a mandar dolor a todos los poros.

No es que sea un extraño al dolor, ni mucho menos, especialmente con los enormes monstruous prehistóricos que rondaban por la isla. Como decía mi padre, "No te puedes enfrentar a un demonio y volver con la piel entera". Pero incluso aunque tengo un cuerpo que, mal que yo lo diga es más duro que la mayoría, hasta él tiene límites que no puede pasar, y me he quedado cerca de llegar a ellos.

Soy reacio a inyectarme el Regenesix. No tiene ese... tufo inconsciente a brujería que tienen los elixires. No es nada físico ni palpable, pero simplemente, tengo una vaga sensación desagradable cuando estoy cerca de Yo-Yo, por ejemplo, que no tengo con esto. Pero sus efectos, al menos como los describen, son brujería. No quiere decir que no vaya a aprovecharme de ellos- aprovechar cualquier cosa que tengas es fundamental para un cazador- pero soy reacio a hacerlo hasta que no quede más remedio. Aunque viendo en lo que se convierte la caminata de vuelta, creo que realmente, antes de subir a enfrentarnos al capitán, no voy a tener más remedio.

El poblado está ocupado disponiendo los restos de la masacre con eficiencia. No hay grandes explosiones de júbilo, fanfarrias o doncellas con flores y escasas de ropa que salgan a recibirnos, como solía contar el viejo Slan cuando llevaba unos cuantos cuencos de fermento de pterodáctilo de más y sus relatos eran tan fiables como su puntería.

Me vale. Las celebraciones puedes dejarlas para cuando todo esté tranquilo. Después de una cacería siempre hay mucho que hacer. Los restos no se cortan, salan, alamacenan o tiran por si solos, y la carne empieza a pudrirse rápido. Quizás las felicitaciones y las cabezas levantadas al pasar sean menos efusivas de lo que lo eran en su aldea. Quizás había menos bullicio en el aire. Ya empezaba a notar que los batrácidos de esta isla eran mucho menos emocionales. Parecían guiarse por una logica totalmente racional y pragmática, única a ellos mismos. Tiene cierto sentido, siendo una comunidad aislada como parece que son.

Zardón se desconecta del grupo, dejándonos al cuidado del doctor, con la misma sequedad que siempre. Empiezo a intuir que simplemente, es así también, como los demás. Pero algo, quizás el tono menos gutural, su elección de palabras o su lenguaje corporal me dice que, si bien probablemente no nos hemos ganado su respeto, por lo menos nos considera como un estorbo menor del que éramos al conocernos.

Me vale. No es probable que volvamos a vernos después de esto de todas formas, y ahora no estamos en un combate en el que sepa que necesito fiarme de él, así que la opinión de mi que tenga el extraño hombre-cocodrilo no es algo que me preocupe más que cualquier otra consideración al azar. Ha peleado con nostros, ha peleado bien, y ha hecho su parte abatiendo al enemigo. Es lo exigible a cualquier compañero de caza. No se debería esperar menos, y no hay motivo para pedir más.

Vamos, pues. Me pongo en us manos, aunque me temo que poco vas a poder hacer. Sé cuando las heridas son graves, y no tenemos tiempo para curarlas como corresponde. El doctor y yo tenemos que averguar que ha sido de los otros del grupo con el que vinimos.

El doctor no perdió de vista al Hybórico en todo el camino, estaba muy lastimado y no quería tener que recogerlo del suelo, por lo que se mantuvo atento. Por suerte no hizo falta que lo asistiera y en cuanto llegaron a la aldea Almander estaba esperando preparado para curar a los héridos.

¿Para reparar robots tenéis algo en la aldea? Pregunto el bebé al curandero con su aguda y estridente voz. Lo dudaba, pero por preguntar no perdía nada, cualquier ayuda que pudiera tener Karestya sería buena de cara a poner el mecha a punto para la batalla contra los piratas.

El despiece de los gusanos resultó curioso de apreciar, sobre todo del gigantesco cuerpo de la reina. Quien iba a decir que algo de semejante dureza, que hasta a la espada de Bronan le costó penetrar, pudiera tener alguna utilidad culinaria, estaba deseando que llegará la hora de probar. Wickelkind se preguntó curioso que clase de manjares podrían hacer con los horribles gusanos.

—Dudo que tengan nada para robots—le dijo Karestya al doctor Wickelkind—. Pero si quieres puedo seguir con las reparaciones de esta mañana. 

La híbrido de pato-pulpo fue hasta el mecha y abrió la portezuela trasera donde se encontraba la caja de herramientas y algunos recambios.

—Y tú deberías usar el mejunje del doctor—le dijo a Bronan mientras se preparaba para ponerse manos a la obra.

Siento el retraso, pero ahora mismo la partida está dividido en más de dos hilos y tengo que ir coordinando todo, porque los ritmos están siendo difíciles.

Tras un chequeo rápido que reveló que poco iba a poder el buen médico por sus heridas, Bronan salió de nuevo de la cabaña y se unió a sus compañeros.

Lo que sospechaba. Estoy lo bastante hecho polvo como para no poder curarme sin un tiempo que no nos podemos permitir. Haz lo que puedas por el doctor y pongámonos en camino. Hay que perdirles a los aldeanos que nos lleven en sus pterodáctilos y reunirse con los demás cuanto antes. Esperaba no tener que hacer esto, pero en fin...

Y con eso, sin más ceremonias, el salvaje saca la dosis de Regenesix, se la apoya contra el brazo donde calcula que está la vena y presiona el émbolo. Hay un sonido seco de aire a presión y un pinchazo, que pasa casi al instante. Después, la sensación vuelve.

Al principio, es como el aguijonazo de un insecto. Un pinchazo y una sensación de calor intenso que se va extendiendo a la zona de alrededor. Pero al primero le sigue uno, luego otro, y luego otros, decenas de ellos, subiendo por el brazo y a lo largo del hombro, bajando hacia el corazón. Cuando llegan ahí, noto un sonido fuerte y seco contra los tímpanos, como si alguien estuviese batiendo un ennorme tambor, uno de esos casi tan grande como un hombre forrando con la piel de un ur-levantyn. Desde dentro de mis oídos. Con un ritmo regular y frenético. Bam-bam-bam-bam. Bam-bam-bam-bam. Me doy cuenta con asombro de que es el ruido de mi propio corazón.

La sensación ha dejado de ser un pinchazo. O al menos uno dede fuera. Ahora viene de dentro, desde mis venas, y se parece más a... esquirlas. Esquirlas de concha afilada raspando cada hueso y músculo de mi cuerpo, como so quisieran limarlo y dejarme en los huesos. Va extendiéndose a toda velocidad, inundando mi cerebro de una sensación que es a la vez ardor, dolor, entumecimiento, frío, calambre y ninguna de las anteriores, durante unos segundos que parecen horas y entonces...

Todas las sensaciones desaparecen. Flexiono los músculos de las partes más dañadas de mi cuerpo, como la herida del aguijón en mi espalda, la piel quemada de los brazos o los huecos de bala en el tórax. Flexiono los dedos. Giro el cuello. Hay un hormigueo cuando vuelven a activarse, y después nada. Todo mi cuerpo está como el día que me levanté de la cama para ir a la reunión inicial de la misión.

Vaya. Eso ha sido... una experiencia interesante. No sé si la repetiría, pero es innegable que funciona. Me siento como si me acabase de despertar en la playa. No sé como son las mentes más brillantes de Calredea como dices tú, doctor, pero desde luego esta cosa te debería ganar un lugar de honor entre ellas más que de sobra.