Partida Rol por web

La tarde muere en el horizonte, mientras tomáis el último trago. Vuestros caminos largos y tortuosos os han traído a esta taberna, perdida en la nación de Eisen. Sentís una brisa fresca entrando por la puerta, se nota que el invierno se resiste a irse este año. El tabernero, os hace un gesto para ver si queréis otra ronda, mientras entra una comitiva de 6 hombres en la taberna.

Los examino cuidadosamente, pero no descaradamente mientras tomo un trago de lo que tenga en la mesa y charlo de cosas insustanciales con mis compañeros, mientras distraidamente, llevo una mano a una de mis pistolas.

Mientras sigo conversando con mis compañeros, me doy cuenta de la tensión de José Antonio, y de cómo miraba a los recién llegados, así que me pongo en guardia, como casi siempre lo estoy, por lo que pudiera pasar...

Mi visita a las montañas Drachen en busca de las cuevas de leyenda en la que se habla de civilizaciones perdidas en el tiempo no ha dado frutos. Ha sido un viaje en vano. No descarto la existencia de estas cuevas, pero la información que había obtenido resultó ser errónea. Sea como sea, aquí estoy, en una taberna de Eisen haciendo tiempo mientras pienso cual será mi siguiente paso.

Una corriente fría me saca de mis ensoñaciones. - Brrrr, en todo castilla no hace tanto frío como en estas tierras desoladas - pienso para mi. Miro hacia el origen de la brisa y me encuentro con los 6 hombres que entran en la taberna. Tienen algo que llama mi atención, así que me quedo observándoles distraídamente.

¿Cómo van vestidos? ¿Reconozco sus emblemas (si es que llevan alguno), o sus ropajes?

En voz baja: Calma nenes, si cada vez que alguien entra para refrescarse el gaznate os poneis así, no quiero ni pensar el día que tengais que ser vosotros los que tengais que entrar...

Columpio un poco la silla y miro distraidamente a los recién llegados.

Aunque todos mis compañeros estan observando a los 6 que acaban de entrar yo sigo contando mi historia,mientras doy un sorbo de lo que nos ha puesto el tabernero y levanto la cabeza al tiempo que le hago una señal para que nos traiga la siguiente ronda.

-En Castilla conoci a mas de un noble, pero ninguno fue capaz de entender lo que yo estaba escribiendo necesito un mecenas o una manera de conseguir el dinero suficiente para acabar la historia que estoy escribiendo, parece ser que ninguno queria pagar para que viviese mi propia aventura y poder escribir sobre ella- otro sorbo- quizas alguno de ustedes conozca a alguien aqui en Eissen dispuesto a darnos una de esas dos peticiones, aventuras y dinero.

Mientras levanto la cabeza para decirle al tabernero que nos traiga nuestra bebida echo una rapida ojeada a los viajeros que acaban de entrar, posiblemente no los conozca pero cabe la posibilidad de ver que planean mientras entran.

Total de la tirada de Ingenio:15

Veamos que se ve...

Va aser que Leyna está un poco a su rollo...¬¬

Julián trata de fijarse en los detalles de las ropas y actitudes, así como de los posibles acentos a la hora de hablar de los recién llegados, para ver si logra descubrir algo en el grupo que le suene.

Los hombres van; con capas de cuello alto y sombreros de ala ancha. No llevan símbolos evidentes, o marcas de algún tipo, en capa, sombrero o botas. Sus capas dejan ver que llevan espada, pero no que tipo.

Bien, seis extraños más en este mundo dejado de la mano de Dios. Nosotros somo ocho, así que no hay nada que temer...

Levanto la mano en dirección al taberner@:

Otra pinta de cerveza y para mis amigos... ¿quereis otra ronda?

Apuro mi jarra en espera de las respuestas de mis amigos.

El frío hace que permanezca sentando todo el tiempo cerca del hogar y su fuego. No estoy acostumbrado al clima de estas latitudes. Al menos la compañía ofrece un buen rato de distracción. Entre sorbos al líquido de mi vaso un grupo de hombres irrumpe la conversación de nuestra mesa. El frío entra con ellos en forma de viento que mueve todos los candiles. Mis compañeros reaccionan consecuentemente, cada uno a su estilo. Yo procuro no moverme y seguir con mi trago. Pero no por ello les dejo de observar. Uso un espejo, plato de metal decorativo en la pared, escudo, etc... Cualquier objeto con el que pueda observarlos sin mirarles directamente. Mentalmente localizo mi espada. No tiene que ocurrir nada, pero estamos en tierras extrañas y no debo fiarme de nadie. La guerra está muy patente aún entre la gente y los rencores se siguen guardando.

Enrique pierde su atención sobre los recién llegados. 6 viajeros más. Vuelve a concentrar su atención en las 7 personas que le acompañan en la mesa. Es curioso como una taberna y las ganas de hablar crean camaradería con tanta facilidad.

Gracias Leyna, acepto la invitación, pero eso sí, algún día deberéis acompañarme a Castilla y probar los finos y dulces vinos de "candado" que allí producimos. (Como Jerez no existe utilizo una descripción aproximada del vino de Jerez xD) Así descubrirá el suave alcohol para los paladares refinados y no este amargo y molesto brebaje - Dice metiéndose con humor con la bebida de Eisen, pero contradiciendo a sus palabras da un buen trago de ese "molesto brebaje", lo cual hace evidente que sus palabras no son sus verdaderos sentimientos sino una simple broma.-

Bueno, ¿entonces qué me decís chicos? Ya conocemos los motivos que han traido a esta taberna a nuestro compañero Antoine, pero ¿a qué debemos el resto vuestra agradable compañía?... ¿Qué me decis vos, señorita Catalina? - Dice mirando a Gata Gris

Hace poco que anduve por tierras castellanas mi buen amigo, y probé sus vinos, de hecho, me traje unas cuantas botellas para que mi padre lo saboreara. Aunque hay uno que me gustó bastánte, lo llamaban "costiño" (sigo la broma ya que no creo que galicia con su albariño exista tampoco) era un buen vino blanco. Aunque sigo prefiriendo los del centro de Castilla y los del sur de Montagne.

Si algún día pasean por mis tierras puede que les de a probar uno de los más exquisitos licores que jamás hayan probado. Eso sí, si conseguimos que la cebada vuelva a crecer en nuestros campos...

Eso ya lo digo con más pesar y tristeza, recordar cómo quedó mi casa despues de la guerra da rabia...

- Bueno, yo, la verdad, no tendría más vino para ofreceros que el que pudiera comprar... o quizá robar en el descuido de algún licorero. Aunque podría ser un licorero famoso y que el vino fuera realmente bueno, pero me temo que no tengo posesiones, tierras ni riquezas, salvo unos pocos gremiales que me dejó mi hermano, que no mi padre. Pero eso sí, puedo enseñaros lugares en lo que se puede vivir como si uno fuera un rey sin tener apenas dinero, y personas que son más generosas con lo poquísimo que poseen que ningún adinerado que conozca.

Julián termina su comentario dando un buen trago a su jarra.

La brisa hace que mi cuerpo se estremezca ligeramente y me arrebujo en el calor que pueda darme la capa. Declino la invitación de Leyna a otra ronda con un pequeño movimiento de cabeza, a la vez que sonrío agradecido e inclino mi vaso de vino para que vea que aún está por la mitad.

Despedazo las migas de un currusco de pan y se las ofrezco a “Mirto”, mi pequeño visón que descansa dentro del zurrón, colgado en la espaldera de mi silla. Mirto come ansioso y enseguida le ordeno que vuelva a meterse dentro y con un gesto le pido que se quede quieto, no quiero tener problemas con el tabernero.

Observo a los recién llegados de forma curiosa pero sin motivos para alarmarme, estamos en una posada y es normal que entre gente de todo tipo.

Permanezco atento a la conversación de mis compañeros de mesa.