Partida Rol por web

Julián se levanta de la mesa con una sonrisa en su cara, a pesar de haber perdido los 10 gremiales, una suma que, en momentos de su vida, hubiera sido nada desdeñable para él. Comenta hacia el grupo de piratas con el que ha jugado:

- Bien, señores. Es posible que mañana temprano tengamos trabajo que hacer, así que les deseo buenas noches y me retiro a mi habitación. Ha sido un verdadero placer compartir mesa con ustedes, aunque haya perdido dinero - acaba la frase con un guiño.

Tras terminar, se marcha a su habitación, llave en mano, con la intención de descansar ante un día que no sabe qué les deparará.

El pirata domina la baraja como no he visto en mi vida. El buen jugador sabe retirarse a tiempo. Observo cómo mis compañeros van levantándose sabiamente antes de que nuestro saco de monedas adelgace peligrosamente.

- En verdad ha sido un placer oir vuestras palabras, pero como bien dice de Castro mañana proseguimos temprano - Y me levanto brevemente el sombrero en señal de despedida para tomar rumbo a mis aposentos, que con buena gana haré uso.

No se preocupe, mañana será otro día. Y espero que sea productivo e interesante.

Despacio le hago un gesto con la cabeza y cierro la puerta despacio.

"Vaya caballeros son buenos con los naipes, mejores que yo debo decir que disfruten de sus ganancias, yo también me retiro"

Se levanta de la mesa y se dirige hacia su aposento.

La noche es tranquila, y pasa sin mucho escándalo. Pero el amanecer es un hervidero de ruidos; botas, caballos y algún carruaje pasando debajo de la habitación. Todos os despertáis un poco sobresaltados; al oír la voz de un hombre grabe y fuerte.

-Bien tabernero, ¿están o no?. Si deseáis; conservar vuestro gaznate... Contestad.
-Se Marcharon al despuntar el alba, pagaron generosamente; y partieron hacia el sur. Se lo juro, no se nada mas. No me mate por favor.

Escucháis un disparo, y como una puerta se cierra de un portazo. Por las ventanas un grupo de 6 hombres parte hacia el sur. No les distinguís bien pero no parecen soldados.

Acostumbrado a tener que estar alerta casi siempre, Joaquín se levanta y arregla en un santiamén y, sin olvidar la espada ni el cuchillo que siempre lleva en la bota, da una voz a sus compañeros mientras aporrea sin miramiento las puertas de sus habitaciones.

- ¡Chicos, despertad! Alguien ha armado jarana aquí, y es posible que haya matado al posadero a sangre fría.

Tras eso, se encamina al piso de abajo a ver cómo están las cosas.

¿es que una no puede tener ni una noche de tranquilidad?

Ahora bajo... digo medio dormida. Para uno de los pocos placeres que tengo en esta vida...

Sin demasiado animo me voy colocado las partes de mi Dracheneisen, ajustando las hebillas como siempre he hecho, ya es una costumbre demasiado común para mí... cómo hecho de menos los vestidos elegantes y las fiestas.... los bailes, la música, los pretendientes idiotas, los que me querían encasquetar... Pues no lo hecho tanto de menos.

Y ¿para qué matar a un humilde posadero? hay que ser ruin y bellaco...

Termino de abrochar mi camisa torera y me pinto los labios de rojo intenso. Ésto hay que saber llevarlo... digo más para mi misma que para nadie. Peino un poco mis largos cabellos que dejo ésta vez sueltos para que los mese el viento.

Abro la puerta y salgo con paso lento pero firme hacia las escaleras.

Madrugador como soy acostumbrado a partir al trabajo al despuntar el alba me hallo ya despierto. Anoche Julián decidió alojarse en una cámara individual, así que por la mañana me encontré sin compañero de habitación. Aproveché este hecho para escribir apuntes en mi diario, a la luz de un candil apoyado en el pequeño escritorio que hay en las habitaciones.

Los gritos impiden que me concentre pero no les hago caso. Al escuchar el sonido del disparo empiezo a ser consciente de lo que significaban las voces.

¿Qué narices pasa aquí?

Reaccionó con rapidez cerrando el diario y asomándome a la ventana de la habitación

...4, 5 y 6... ¿No serán los 6 hombres que entraron anoche?

Fijo mi atención en los jinetes intentando buscar alguna seña distintiva en sus vestimentas o rasgos físicos, tal vez un sombrero característico, ropa colorida, pelo largo recogido en una coleta, una corpulencia exagerada o una estatura menor de lo normal... Cualquier cosa que me pueda servir para reconocerlos. Unas voces suenan en el pasillo:

Cita :

Al oir el disparo, saco la espada de la vaina y salgo de mi cuarto enseguida a ver qué es lo que ha pasado, veo a mis compañeros saliendo de sus habitaciones, parece que al menos están todos bien.

- ¿Alguien ha comprobado si el tabernero está bien?- les pregunto.

Si nadie lo ha hecho, bajo con los demás y lo primero que miro es si el tabernero está muerto.

La detonación de un arma de fuego hace que se confirmen mis sospechas. Salgo de la habitación, mis compañeros de viaje también han reaccionado. Algo le ha debido suceder al tabernero. Por las voces de los 6 asaltantes parecían andar buscando a alguien. Mucho me temo que nuestros amigos de cartas no son trigo limpio. La idea de que nos relacionen con ellos y salgan tras nuestra búsqueda me surge en mi mente. Estamos en tierras extrañas y la ley seguro no nos ampara igual que en nuestra patria. Mi cabeza pone en marcha un plan para evitar ser rastreados. Me vuelvo hacia mis compañeros y comento:

- Esos tipos andan buscando a alguien, probablemente a los piratas. No sabemos por qué, pero es mejor que no nos relacionen con ellos. Sugiero que hagamos nuestras habitaciones y recojamos todo nuestro equipo. Leyna dejaste tu nombre en el libro de registros al alquilar las habitaciones? Si es así, búscalo y arranca la hoja. Y salgamos de aquí ya! Esto se llenará de gente en cuestión de minutos -

¿El tabernero está herido o muerto?

Antes de poner nada nuevo y en seguimiento de lo que dice el paranoico de Alonso de Rodrigo. Yo soy noble de este pais, no creo que me ocurra nada ni a mi ni a quien yo diga, sobre todo si trato con las autoridades competentes del lugar. De algo se tiene que notar la cercanía a la realeza.

La pregunta es sencilla. ¿Puedo actuar como noble que soy y no tener demasiados problemas? Porque en el caso de los paranoicos es rezonable que salgan por pates, pero si lo hace un noble ya lo tendremos más difícil. Además tengo ganas de actuar de acuerdo a mi posición, no como siempre, saliendo corriendo a la primera de cambio.

Espero tu consejo para acuar en consecuencia.

Julián escucha a Alonso atentamente, con creciente interés, por una parte, y admiración, por otra, dado que ha pensado lo mismo que él e incluso ha encontrado maneras de llevarlo a cabo: evitar que nos relaciones con aquéllos a quienes los que han matado el posadero persiguen. Será inevitable que alguien que nos haya visto jugando a las cartas con ellos les dé información a los asaltantes si acaban por buscarnos, pero cuanto más difícil se lo pongamos, mucho mejor.

- ¿Alguien tiene alguna noción de medicina como para ver cómo está el posadero? Aunque es posible que no haga falta... Si le han encañonado y disparado de cerca estará muerto, sencillamente. Y, aparte de eso, habría que ir borrando nuestro rastro, por si a quienes persiguen es a esos piratas con los que estuvimos jugando y nos relacionan con ellos por la noche de timba que tuvimos. Como dice Alonso, lo mejor es arrancar la hoja en que aparecemos. O, incluso mejor, llevarnos el libro: si arrancamos la hoja es evidente que queremos esconder algo, pero que el libro no esté podría ser obra de los asaltantes, incluso. Será lo que digamos a las autoridades si vienen a buscarnos a nosotros.

Mira hacia los demás para comprobar que todos están de acuerdo en dar esa versión. A continuación continúa:

-Voy por el libro. Creo que lo mejor es ir preparando nuestras cosas y saliendo de aquí. Comenzad mientras yo voy por él.

Vamos a ver, - Dice Enrique a sus compañeros - ha estado aquí un grupo de 6 rufianes que buscaban a alguien. Si ese grupo de 6 rufianes eran los que encontramos anoche la mejor forma de no relacionarnos con ellos es dándoles caza y poniéndolos a disposición de la justicia. Si por el contrario estos 6 buscaban a los que nos encontramos anoche no nos han relacionado con ellos así que no hay nada que temer.

No tengo nada que esconder, soy un hombre de bien y no estoy de acuerdo con borrar nuestro registro en la taberna porque eso nos hará parecer complices, o incluso culpables, más aún que si no hacemos nada al respecto. Ahora disculpadme, voy a atender al tabernero.

Sin añadir más y habiendo dejado clara su posición respecto al tema del libro baja corriendo las escaleras en busca del tabernero.

Salgo detrás de Enrique para permitir que atienda al tabernero herido o, esperemos que no, muerto, pero mientras caminamos le espeto, sin acritud pero de modo serio:

- Enrique, si la justicia es quien busca a los 6 piratas con que estuvimos bebiendo y jugando anoche, ¿crees que iban a preguntar  por ellos a un tabernero para luego descerrajarle un tiro sin más? Incluso si es que fueran hombres de la autoridad, ¿crees que si actúan así con un tabernero iban a esperar a oir nuestra historia? No creo que hubiera que confiar en esa "justicia".

Julián termina haciendo un énfasis especial, despreciativo, que da a entender lo que opina de una justicia que dispara a un tabernero sin más, sencillamente porque algún proscrito a quien no conocía ha estado en su posada.

El tabernero esta Inconsciente,detrás de la barra. Y solo hay el cuerpo de un harapiento en el suelo.

Las palabras de Enrique dan muestras de la personalidad del cazatesoros. Confiado y honesto cree que todo el mundo es justo. Probablemente el posadero también haya sido una persona honesta y su honradez en la respuesta a los 6 asaltantes le ha costado la vida. Hubo un tiempo en que yo pensaba igual, antes de ver la corrupción que habita en las altas esferas.

Mientras Enrique desciende por las escaleras a atender al posadero le grito:

- No te fíes de la justicia amigo, son los menos justos. Tu honradez no les importa, sólo imponer castigo -

No sé a qué tipo de justicia estarás acostumbrado, pero en Eisen solemos ser justos, sobre todo ahora que estamos en posguerra y levantando de nuevo el país. Al que se le ocurra arrancar una sola hoja del libro se las verá conmigo.

Me acerco a Enrique y señalo al posadero. ¿Cómo se encuentra?

Miro a los demás con cara de preocupación. Si en tan mala estima nos tienen a los eisenos, partan en pos de los seis forajidos, hablaré en su favor.

Me acerco a la barra y busco una jarra con agua para dar de beber al posadero.

¿Podrían darle la vuelta al otro cuerpo para saber si es un parroquiano más o uno de los forajidos?