Partida Rol por web

¡A mí la Guardia!

I. La campaña de reclutamiento

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09/10/2023, 13:23
Director

Notas de juego

La situación es la siguiente:

Todos vosotros, de un modo u otro, os habéis dejado seducir por los encantos de un cartel ubicado en la pared de alguna callejuela de Phandalin que trata de captar el interés del aventurero promedio para engrosar las listas del Cuerpo de Guardia, algo nunca visto en tiempos recientes en la aldea. Phandalin ha sido, hasta ahora, una ciudad sin ley.

Todos vosotros, de un modo u otro, habéis picado el anzuelo y queréis integrar la Guardia. Quiero saber por qué. Contestad a esto en vuestro primer y flamante mensaje. El motivo puede ser emocional o pragmático. Es vuestra elección.

De igual modo, todos vosotros os encontráis haciendo cola en el interior de la taberna Stonehill Inn, la taberna oficial de Phandalin, donde se ha improvisado una suerte de, digamos, oficina de reclutamiento informal que parece dirigida por un hombrecillo grimoso de vocecilla estridente que responde al nombre de Cabo Colvin. Entrevistarse con éxito con el Cabo es requisito indispensable para integrar el Cuerpo de Guardia.

Barryl Drunkenhammer, el tabernero local, está pletórico. Su negocio está a rebosar de ansiosos reclutas. Y con tanto movimiento esta mañana, hay mucho parroquiano curioseando con ganas de remojar el gaznate y cotillear sobre el insólito evento.

Varias preguntas flotan en el éter:

¿Quiénes se han presentado a la extravagante convocatoria?

¿Quién está promocionando este Cuerpo de Guardia?

¿Cuáles serán las pruebas que habrán de superar los reclutas? 

¿Es el Cabo Colvin un mediano?

¿O quizás un humano muy bajito?

Estas y otras preguntas encontrarán su respuesta en este primer episodio de la serie de culto: Phandalin & Beyond.

Acción.

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10/10/2023, 09:38
Cabo Colvin

Mediodía en la posada Stonehill Inn.

Resuena en el éter la melodía Hasta que nuestras cabezas se tornen blancas, oda a la descomposición facial y tributo inmortal al bardo Flint Silvertongue, egregio malandrín de las letras del que se dice miró fijamente a un nigromante rojo de Thay y, conteniendo las arcadas, alcanzó a decirle en un funesto susurro:

—Eres toda una belleza.

Saber morir es un arte que se está perdiendo. Triste, pero es un hecho.

Dicho lo cual, Flint Silvertongue es otra historia. Y merece ser contada en otra ocasión.

Mediodía en la posada Stonehill Inn, y aquello, más que el típico antro tabernario en el que se inicia toda buena historia de espada y brujería, parece la oficina de reclutamiento improvisada de la inminente, mas aún larvaria, Guardia de Phandalin.

Qué gentío.

Vecinos y forasteros se han juntado en una torpe y retorcida hilera ante la mesa sobre la que se encuentra el Cabo Bunny Colvin, un ser que, de ser humano —y no es un dato confirmado—, bien podría ser el primer caso documentable de involución.

Desde tu posición en esa parodia de hilera, la vocecilla estridente y gangosa del Cabo Colvin taladra todos tus sentidos cuando se enfrasca en una diatriba con la señora Dottie Melon.

—¡Le digo que es usted una vieja pelleja y que no cumple el requisito de edad de esta convocatoria, señora! ¡Pero no es que no lo cumpla ahora...! ¡Es que no lo habría cumplido ni hace cuarenta años! —chilla el Cabo, sus ojos estrábicos bailoteando por toda la sala mientras fuma con avidez un pitillo sobre el que pesa la sospecha de haber sido reutilizado... por tercera vez.

—¿Quéééééééééé? —Dottie Melon, un espíritu indómito cautivo en una carcasa renqueante y mortal, introduce la trompetilla en su anciana orejota. No ha entendido un pimiento de lo que grazna ese irritante hombrecillo.

—Con el debido respeto, señora Melon... —El Cabo Colvin se encarama a la mesa y toma aire, disponiéndose a canalizar toda su mala baba mientras agarra la trompetilla que porta la anciana— ¡ME ESTÁ USTED TOCANDO LAS BELLOTAS!

El Cabo Colvin chasquea nervioso los dedos y un enorme semiorco con cara de bobalicón asiente mientras agarra a la venerable y fosilizada Dottie Melon para desalojarla gentilmente del local.

—¡Qué dechcaro! ¡En tiempoch fui una amachona que chobrevivió a la Tumba de la Aniquilachión! —exclama una indignadísima Dottie Melon— ¡Me vengaré, perro descalcho! ¡Habrache vichto! ¡Fumando puerroch con impunidad! ¡Bájame, calvorotach! ¡Bájame o te enfrentarách a la ira de Dottie Cachca Melon!

El Cabo Colvin murmura alguna obscenidad entre dientes —¿Son dientes?— y clava sus ojos estrábicos en ti mientras da una calada a su varilla incandescente de fumar. No sabes si estás hablando con un mediano o con un humano muy bajito. De hecho, cabe la inquietante posibilidad de que estés hablando con algo nunca antes visto.

—Esto no está pagado, no, señor.

>> A ver, tú. Sí, sí. Tú. ¿Cuál es tu nombre?

Notas de juego

Adelante, mis valientes.

Contadle al Cabo Colvin quiénes sois y por qué queréis integrar la Guardia.

Describid físicamente a vuestro héroe/heroína. Con detalle, por favor. Visualizad y hacednos visualizar a los demás.

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11/10/2023, 21:07
Thárivol Nailo

Thárivol da un paso al frente haciendo un gesto con la mano al Cabo Colvin y saluda con elegancia, con gentileza y con garbo. Saluda con tantas cosas que lo extraño es que no se le hayan caído al sucio suelo y estén rodando por ahí. Movió su cabeza y su melena rubia (oro batido) osciló como el mar y sus ojos brillaron como zafiros. Puesto en pie, muy derecho, habló con un tono amable y firme, como le ha enseñado su papá para dirigirse a los demás con educación (lo merezcan  o no):

- Se presenta Thárivol Nailo al reclutamiento para la Guardia. Sin duda todos aquí me conocen, estoy entre conciudadanos. Estoy seguro - completamente seguro, pensó - de que reúno todos los requisitos para entrar a formar parte de ella. Será para mí un honor poder servir en este cuerpo que está llamado a la gloria... - en el futuro, seguramente. Miró directamente a los ojos del Cabo desde muy arriba. Porque soy mucho más alto que tú, fumador de puerros, deslizó en su mente con algo de malicia. Y enseguida recordó a su madre Gwendoline diciéndole que fuera más humilde con sus convecinos porque esa era la idea de la Guardia. Así que Thárivol se tragó lo que estaba a punto de decir sobre el oscuro lugar donde iba a introducir ese apestoso pitillo si Colvin seguía echándole el humo encima. Pintó una espléndida sonrisa en su cara como si fuera un brochazo blanco y continuó hablando. - Me comprometeré tanto como cualquiera. Y más aún. Que nadie piense que estoy aquí por influencia de mi padre. Me ganaré el uniforme con mi sudor - puagh, esto es sacrificio - y seré uno más entre los valientes miembros de la Guardia. Sé manejar las armas con habilidad y también conozco otros truquillos.

Guardó silencio esperando la respuesta de la escasamente melodiosa voz del Cabo Colvin llegada desde su pequeña figura humana... no sé, tiene las mismas posibilidades de ser un gnomo... Sé amable, Thar, volvió a oír la voz de su paciente madre. Y Thárivol se alisó la ropa con un gesto rápido y preciso de su mano izquierda y aguardó con toda la serenidad que pudo reunir.

 

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11/10/2023, 22:27
Edmund Van Houten

Los ojos del guarda —o, al menos, uno de ellos— se clavan en uno de los jóvenes que encabezan la cola. Nada en su vestimenta le hace destacar sobre los parroquianos que abarrotan aquella sencilla taberna. Su complexión, además, da más pistas sobre su buena disposición que sobre sus cualidades físicas. El muchacho, de poco más de veinte primaveras, no parece darse por aludido cuando el cabo se dirige a él, pues asume que éste está hablando con la chica que tiene a su lado.

—¿Yo? —pregunta indicándose a sí mismo con la mano— Si, perdón. Mi nombre es Edmund Van Houten.

El aspirante a recluta dio un paso al frente y se separó del gentío. Una barba de varios días y unos cabellos revueltos indicaban que el joven o no se preocupaba por su aspecto o buscaba mantener una imagen descuidada. Vestía un jubón blanco bastante desgastado en la zona de los puños, cubierto pudorosamente por un chaleco de cuero que tendía a desatarse con cada paso que daba. Un pantalón ancho, ajustado con una cuerda por arriba y sujeto a sus perneras por las tiras de cuero de un par de toscas sandalias, completaban el retrato. Bajo la espesura de sus cejas los ojos verdes del historiador no tenían claro sobre qué ojo posarse. Optó por desviar la mirada y sonreír tímidamente mientras pasaba su mano por su parda melena.

—Señor, he recorrido todo el camino desde Aguasprofundas en busca de una oportunidad como esta. Una oportunidad de poner en práctica todo lo que he aprendido durante mis años en el colegio de Nuevo Olamn —y dar con el increíble descubrimiento que le permitiría acceder a su claustro—. Sé valerme con una espada, pero mi principal arma es mi palabra. Así como un más que humilde dominio de... lo arcano.

Acto seguido Edmund se remangó el brazo izquierdo, realizó un rápido movimiento con la mano y murmuró levemente mientras apuntaba su dedo índice hacia el menudo hombrecillo. El fuego del pitillo que éste sostenía entre los labios se extinguió con un ¡puff! y una pequeña voluta de humo.

—Puedo mantener a los habitantes de Phandalin a salvo. Si se me da la oportunidad.

Notas de juego

¡Oh, villano, me has pisado el mensaje! Ahora parece que quiero impresionar al cabo. XD

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11/10/2023, 23:43
Lizette

Finalmente estoy en Phandalin, donde me han conducido las pistas, pistas que se me han agotado y estoy atenta a encontrar más. La idea que se me viene a la mente es buscar un trabajo que no necesite demasiado esfuerzo y que a la vez me permita oír gente variada, para recabar toda la información posible en esta ciudad. Me ayuda el cartel que veo sobre el reclutamiento para la guardia y no me tardo en aparecer en el sitio de la convocatoria.

Busco pasar desapercibida, al menos de momento, y la capa de viaje que traigo por encima viene ayudando con eso.

Cuando llego al establecimiento me encuentro con un lote de gente más grande de lo que me esperaba, me cuesta abrirme paso y buscar un sitio donde esperar a ser llamada. Ni siquiera sé dónde empieza la fila o si hay de verdad una. La falta de orden que noto me saca una ligera sonrisa, que si tanto les cuesta organizarse bien para esto, será fácil luego gandulear sin que me supervisen tanto, probablemente.

El problema que estoy teniendo ahora es el olor. Demasiada gente muy encerrada, demasiado cerca y demasiado junta. Apesta a persona y se me arruga la nariz casi involuntariamente.
Llegar a ver al espécimen este de cerca no me hace nada bien tampoco. Intento evitar el contacto visual mientras me pregunta mi nombre, pero es difícil, no sé si sus ojos me están mirando o si no.

—Lizette... —murmuro en respuesta, retirándome la capucha, pero haciendo una pausa de golpe al llegar a mi apellido.

¿Cuál es mi apellido? ¿Tengo apellido?
—Ah, eeh...
Ay, no. ¿Me dejará darle sólo el nombre? ¿Necesito realmente un apellido? Me lo tendría que inventar.
Me sale "Guthrumsdóttir", por mi padre adoptivo, pero no combina para nada con mi nombre bonito. Suena demasiado bruto.
No, me lo invento. Tiene que sonar mono como yo.
—Lizette Elaine Sortilège —digo ahora, más claramente y acompañando con una sonrisa.
Ya, hasta parece noble y todo.

Doy un suspiro mientras espero, paseando la mirada por todos lados, excepto en la cara del hombrecillo, por supuesto. Es una desgracia tener ese adefesio grabado ahora en mi subconsciente.

Me está mirando. Me mira fijamente y me desagrada totalmente. ¿Qué más tengo que decirle?

—Busco mantener Phandalin a salvo —continúo, imitando lo que dijo el barbudo que pasó antes— pero desde un lugar cómodo. Preferiblemente sentada detrás de un escritorio.

Da igual esto. Por lo que veo están aceptando a cualquiera, siempre que cumplan los requisitos, que estoy segura de que cumplo. Así que bastaría con decirle alguna pavada a este para dejarlo contento.

Notas de juego

Suelo poner descripción detallada del personaje en el apartado de descripción del perfil. Lo haré cuando consiga suficiente inspiración.

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12/10/2023, 10:20
Eira Nightshade

Eira acudió al improvisado centro de reclutamiento en cuanto acabó de cepillar al último de los corceles. Un mestizo que un habitual utilizaba para tirar de su carro. Tenía la esperanza de llegar antes de que el lugar se llenara y le tocase hacer una interminable fila...

Esperanzas que se hicieron añicos nada más abrir la puerta del establecimiento. Estaba a reventar, tuvo que colarse entre la multitud aprovechando cada pequeño espacio que se iba formando. Afortunadamente, y antes de darse cuenta, estuvo en primera fila justo cuando el señorito Nailo empezaba con su presentación.

Si la especie de ser humanoide que se encargaba del reclutamiento ya parecía difícil de convencer per se, seguro que después de tener que aguantar las edulcoradas palabras de Thárivol, lograr engatusarle sería incluso más complicado. Sobre todo por sus razones para entrar en esa "guardia".

Debía pensar rápidamente en una buena historia. Porque cuadrarse para decir "estoy aquí por el oro" era como echarse la soga al cuello de uno mismo.

Dos más se postularon mientras Eira le daba vueltas a los últimos matices de la historia. Dos de los recién llegados. Al primero le encantaba hablar. Daría tiempo de sobra para pensar. En cambio, la segunda fue más bien escueta, lo que tomó a Eira por sorpresa. Aunque no era algo negativo. Después de una explicación breve resultaría más fácil contar una buena historia.

Cuándo quedó patente que la tercera no iba a seguir, Eira aprovechó la oportunidad.

-Eria Nightshade- Dijo fingiendo un tono apasionado con sutileza. La pantomima tenía que ser convincente. -Sé lo que es vivir en un lugar a merced de todo tipo de criminales. Sin nadie, sin un grupo de gente valiente capaz de defender a los indefensos. Y por eso me presto al reclutamiento. Las gentes de Phandalin me acogieron con los brazos abiertos- Unos más que otros, pero eso no era relevante. -Y es mi oportunidad para hacer algo por todos ellos. Algo que realmente importe-

Mantener el tono, mientras trataba de mantener la vista fija en los ojos saltones de camaleón, resultaba más complicado de lo que había creído en un principio. Su subconsciente iba de un lado a otro, cuál péndulo, entre reírse de su caricaturesco aspecto y el más profundo asco por sus maneras y hábitos.

-Yo puedo luchar. Sé cómo se utiliza una espada. Además, tengo buen ojo para analizar las situaciones y averiguar las intenciones de la gente-

Entonces calló. Ya había dicho todo lo que tenía por decir. De la manera que había creído más conveniente. El resto quedaba en manos del reptiliano hombrecillo.

O lo que quiera que fuese ese ser. Hasta podría ser un doppler imbécil que no sabía cambiar de aspecto correctamente.

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12/10/2023, 18:30
Cabo Colvin

El Cabo Colvin observa con sus ojos de camaleón a Thárivol. Es difícil deducir qué puede estar pensando ese extraño ser, a medio camino entre un gnomo y un pigmeo hasta arriba de setas alucinógenas.

—Así que conoces otros truquillos, ¿eh, reclutilla? —El Cabo lanza una caladilla de hediondo humo al semielfo, caladilla justificada en que, en este preciso momento argumental, su cigarrillo aún no ha conocido a Edmund van Houten.

Thárivol observa cómo el Cabo Colvin anota su nombre en un formulario seguido del apelativo Capitán Phandalin, destacando su puntuación en Motivación.

—Me han hablado de ti, reclutilla. Dicen en ciertos foros que todos los habitantes de la aldea son parientes lejanos tuyos. No serás uno de esos listillos que es nieto del alcalde, ¿eh?  

Cualquiera en Phandalin sabría que Thárivol no tiene ninguna ascendencia con Harbin Wester. Evidentes diferencias de complexión.

El Cabo Colvin sonríe con la perturbadora malicia del que enseña sus dientes sin parpadear.

—Tienes espíritu, reclutilla. Tu pelo está demasiado limpio para esta unidad, pero te voy a dar una oportunidad porque necesitamos a alguien con un mínimo de higiene personal para inspirar confianza entre tus parientes. Quiero decir, entre las buenas gentes de Phandalin. Coge los bártulos y sal al patio. Preséntate al Capitán Grimes.

El Cabo Colvin examina al siguiente recluta, un humano bien aseado y versado en el arte de la palabra.

—Parece que tienes un piquito de oro, reclutilla. ¡Y además estudios superiores! —El Cabo Colvin emite una desagradable y ronca risilla que se apaga cuando su colilla reutilizada se ve apagada por el truco del astuto Edmund van Houten.

Los inexpresivos ojos de besugo del Cabo sondean al joven bardo sin que sea posible atisbar una pizca del hilo de pensamiento que surca la mente del inquietante hombrecillo.

—¿A que te descalifico por sobrecualificación para el puesto, reclutilla?

Edmund siente una punzada de angustia en el duodeno justo antes de comprobar cómo el Cabo Colvin anota en la hora de alistamiento su nombre seguido del apelativo Letrado, precisando una alta puntuación en Trato amable y persuasivo.

—Coge tus bártulos y al patio. Preséntate al Capitán Grimes. Rapidito.

A continuación el Cabo Colvin avista a una joven bien parecida de nombre remilgado que confiesa sin pudor aspirar al funcionariado más conservador. Es probablemente la criatura más sugerente y atractiva del lugar. Exceptuando, claro, a Thárivol Nailo, cuya melena dorada va dejando a su paso un reguero de juveniles suspiros entre las jovencitas de Phandalin.

—Tú llegarás lejos en este negocio, reclutilla. Te auguro un futuro brillante en la oficina... —dice el Cabo mientras ríe para sus adentros imaginando a la guapa jovencita anegada en un mar de denuncias ciudadanas.

Lizette advierte que en su hoja de reclutamiento el Cabo la ha apodado Lizzy Lane y ha destacado su Vocación para la atender al público.

—Coge tus bártulos y sal echando mixtos al patio. Preséntate al Capitán Grimes, reclutilla. ¡Vamos, vamos, vamos! ¡No tengo todo el día!

Finalmente, se presenta ante el Cabo una jovencita semielfa con cara de no haber roto un plato con una declaración muy emocional sobre su compromiso para con la Guardia.

—Casi, casi, casi suelto una lagrimilla. Pero no lo he hecho. Porque soy un tipo muy duro. Por eso soy Cabo. No se puede ser un sensiblero y ser Cabo, ¿sabes? Uno se debe a su férrea reputación.

Férrea y repugnante, matizaría Eira.

—Una reclutilla humilde que busca hacer algo bueno con su vida. Me has caído simpática. Ahora sal al patio y demuestra a esos mequetrefes lo que vales. Toma tus bártulos y sal al patio jiñando lechugas. Preséntate al Capitán Grimes y no olvides decirle que...

El Cabo Colvin susurra algo muy sospechoso a Eira.

Enchufismo en la Guardia de Phandalin.

Qué vergüenza.

Notas de juego

Eira obtiene un secreto que puede aprovechar -o no- en la siguiente escena.

Todos tenéis que salir pitando al patio trasero tras la posada Stonehill Inn. ¡El que llegue el último tiene premio!

¡Tirada enfrentada de Atletismo entre vosotros mismos!

Thárivol, suma +3. Ned, tú +2. Lizette, tú +1. Eira, tú no sumes nada.

Para el siguiente mensaje, todos os encontráis correteando por Phandalin para alcanzar el patio donde tiene lugar la entrevista con el Capitán Grimes. Podéis intercambiar algunas palabras entre vosotros. Me interesa ver cómo reaccionáis a esta súbita presión.

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12/10/2023, 19:20
Cabo Colvin

—Dile al Capitán Grimes que estás aquí porque has escuchado la apasionante historia de cómo atrapó en Waterdeep al infame criminal Dogget Rimphskin.

Un escalofrío te recorre el espinazo.

Dogget era un peligroso asesino conocido por su pasión por el estrangulamiento durante la hora bruja.

Te daba muchísimo miedo.

Notas de juego

Regalito para el Jugador con pasado criminal.

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12/10/2023, 19:25
Director

Notas de juego

Sobra decir que los bártulos que os ofrece el Cabo Colvin son, oh, sí, la uniformidad de la Guardia.

Recuerdo: Camisa y pantalón para regar pepinos tonalidad ocre, peto con chaleco de malla o chaleco de cuero tachonado (CA 15 o CA 12 + bono DES, a elección del jugador), espada corta o larga, yelmo-orinal, capita antirrelente y sandalias con sistema de ventilación.

Las armas a larga distancia las roleamos en breve.

Deseo leer las impresiones de vuestros PJs a este dispendio en equipamiento.

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13/10/2023, 11:41
Thárivol Nailo

Thárivol va a recoger los bártulos mientras rezonga entre dientes. "¿Pues no dice que a ver si soy nieto de Wester? ¿Y en qué, si puede saberse, me parezco al alcalde?" piensa con malhumor. Pero enseguida su humor empeora al ver lo que ese trasgo atrofiado llama bártulos. A su disposición hay ropa de un espantoso tono marrón (imposible saber si está sucia o ese es su color original). El semielfo agarra la que le parece más de su talla aunque también está seguro que obviamente no le a quedar muy favorecedora. "Desde luego, para ponérmela en un baile no va a ser", barruntó con desconsuelo. Decidió con prudencia que era mejor no olerla.

También cogió un peto con chaleco de malla, con la seguridad de que sabría manejarse con él. Thárivol era fuerte a pesar de su complexión liviana y quería disponer de una armadura decente. Si es que la palabra decente podía existir cerca de este desangelado arsenal. Escogió también una espada larga, uno de esos yelmos - no quería ni pensar en la idea de que esos artefactos parecidos a orinales fuesen realmente eso. No, sobre mi pelo no - y una capa. Al coger las sandalias meneó la cabeza y bufó con desprecio. ¿Pero qué tiene Colvin en contra de las botas? Son más elegantes, más seguras y... más costosas, claro. Esa era la cuestión y un fumador de verdura requemada no iba a tener en cuenta esos detalles. Y parece que el experto en puerros también desconocía el concepto de escudo como arma. Por qué no me sorprenderá...

Thárivol respiró hondo y trató de superar su mal humor pensando en sus cosas. Si la hermosa Thycis le viera vestido así... No sé lo que pensaría. De modo que se concentró en su deseo de formar parte de la Guardia de Phandalin y nada más. Partió a paso ligero en dirección al patio preguntándose qué alegres sorpresas le esperarían con el capitán Grimes.

- Tiradas (1)
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13/10/2023, 13:22
Lizette

Mi cara se retuerce ligeramente en un gesto de asco al ver lo que esta raíz de mandrágora decide apuntar en el libro. Ese no es mi nombre. Esa no es mi vocación. No se me escapa el doble sentido que está usando y tampoco se imagina él... no, esto, que si no fuera por la multitud de gente que hay y porque necesito sí o sí meterme con la guardia, ya alguien tendría que estar recogiéndolo con una pala y limpiándolo de las paredes.
Mantengo mi sonrisa mientras pienso todo eso y suelto un simple "gracias" antes de ir a recoger mis cosas.

Allí me encuentro con un elfo de lo más pituco que vi que también se registró. Se me escapa una risilla entre dientes al ver su cara. Sé cómo debe sentirse, todo esto es una mugre, nadie con medio grado de dignidad pondría esto en contacto con su cuerpo. Ni siquiera me atrevo a acercarme, el olor que debe tener eso sería más indescriptible que los seres que veo en mis libros.
En fin, no pienso tocar nada de esto. No así.
Murmuro un ensalmo por lo bajini a la vez que echo un suave ademán hacia el yelmo asqueroso, que tras un segundo queda tan reluciente que puedo ver mi sonrisa satisfecha reflejada en él. Repito el proceso con el resto de la ropa, en especial los pantalones. Ni siquiera considero el peto de metal, se ve demasiado ajustado y me apretará el pecho de la forma más incómoda imaginable. Me hago con el cuero tachonado por ahora, que de igual forma parece demasiado duro. Ya veré luego si consigo saltarme la indumentaria para llevar ropa más holgada. ¿Y por qué sandalias? ¿No sería mejor y más seguro tener botas? Si llevo esto puesto, me rehúso a que los deditos de mis pies pasen por cualquier clase de barro que pueda existir.

Cuando termino de limpiar mágicamente mis nuevos pertrechos, echo todo bajo el brazo y continúo con parsimonia hacia el patio, no sin antes pasar cerca del elfo rubio y guiñarle el ojo, haciendo gala del casco prístino que me llevo.

- Tiradas (1)
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13/10/2023, 19:02
Edmund Van Houten

El cabo arrojó sobre los brazos de Edmund el hatillo que contenía su nuevo uniforme, haciéndole perder ligeramente el equilibrio y cubriendo su rostro con la pequeña caperuza. Soplando para apartar la tela, se aproximó torpemente hacia la mesa donde descansaba el resto de su equipación. Como buenamente pudo el joven bardo añadió al montón una espada de hoja corta enfundada en lo que parecía ser la vaina de una larga, un chaleco de cuero que estaba algo descosido en las junturas y, como colofón, un yelmo quizá demasiado grande para el diámetro de su cabeza. Procurando no tropezarse intentó abandonar la taberna, pasando entre la gente que se agolpaba frente a la mesa y siguiendo los pasos de aquel de la melena perfecta.

Una vez fuera respiró con normalidad. No tenía muy claro cómo había ocurrido pero, al parecer, era miembro de la guardia de Phandalin. Aquel reclutador de mirada retorcida —pues se torcía hacia más de un lado— le había admitido por el puro mérito de su lengua de plata. Y ni siquiera había hecho uso de sus mejores argumentos. No es que se fuera a quejar, pero ¿significaba aquello que admitirían a cualquiera?

Un poco más allá la joven de cabello castaño se unía al semielfo. Hacían una extraña pareja. La primera no parecía haber blandido un arma en su vida mientras que el otro había nacido para llevar el uniforme. Edmund, intentando no tropezarse, adelantó a la primera.

—¿Alguno de vosotros sabe quién diantres es el Capitán Grimes?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Creo que en esta ocasión la pereza supina de Lizette va a ser una ventaja. XD

Como Eira no saque un 1 o un 2 ésta se lleva el premio.

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14/10/2023, 11:37
Eira Nightshade

El tener tan cerca al proyecto fallido de sapo le erizó la piel a la semielfa. Si de lejos ya daba grima, a corta distancia su hedor era mortal. De no tener práctica recogiendo mierda de caballo, probablemente le habría potado encima.

Sin embargo, tal vez esos factores pudiera justificar la expresión consternada y aterrada que esbozó Eira por unos momentos al escuchar lo que le dijo Colvin. No sabía para qué le serviría, pero seguro que no era para librarse de la "recompensa" por ser la última recluta en llegar.

Agarró el petate como bien pudo por las prisas. Tratando de envolverlo todo con la capa para facilitar su transporte. En cuanto a su no tan nuevo equipo: El chaleco de cuero tachonado, que apenas olía a cuero. La camisa y el pantalon habrían estado mejor en rojo. Cuando les apuñalasen no se notaría la sangre. La espada corta no pudo examinarla, pero se olía que se pasaría media noche afilándola. La capa y las sandalias olían a animal muerto. Y el yelmo-orinal... Solo esperaba poder limpiarlo antes de tener que utilizarlo...

Cuando abandonó la taberna, ya estaba demasiado por detrás el último que había salido. No dudó y arrancó la carrera al instante. No tenía muchas esperanzas de salvarse. Pero la fortuna tenía otros planes para ella.

No tardó en adelantar a la otra fémina del grupo. Incluso llegó a ponerse casi a la par con Edmund.

-Ni i-dea- Respondió entrecortadamente.

Mantener el ritmo le estaba exigiendo toda su capacidad. Como hablase mucho más, el flato de después iba a ser peor que la cara de un Colvin completamente beodo.

-E-es la primera... Vez... Que lo oigo...-

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Como Eira no saque un 1 o un 2 ésta se lleva el premio. 

Uf... Salvada

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14/10/2023, 13:48
Director

—¿No conoces al Capitán Benjamin Grimes?

La voz pertenece a un joven muchacho imberbe y de estatura más bien deficiente que corre alegremente junto a Ned van Houten y Eira Nightshade.

—¡Es toda una leyenda local en Waterdeep! ¿Recuerdas el caso del Estrangulador de la Hora Bruja?

A Ned esto le recuerda vagamente un turbio incidente entre un notorio asesino del Gremio de nombre impronunciable y un guardia de la ciudad bastante cabezota y temerario que logró darle caza rastreándolo por todo el sistema de alcantarillado de la Ciudad de los Esplendores.

¿Será ese Benjamin Grimes?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Este tipo de tiradas reactivas las hago yo para agilizar, si no os importa.

Ned, ahí tienes un regalito.

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14/10/2023, 13:51
Sargento Grudgestone

Un torrente acústico emerge de una garganta forjada en hidromiel del Monte Espino Negro, amenazando con causar un infarto a los pajarillos que toman plácidamente el sol por todo Phandalin.

—¡Reclutas, aaaaaaaalineaaaaar-seeeeeeeeeeeeeeeeee! ¡Aaaaaaaaaaarrrr!

La voz -¡Qué digo! ¡El rugido!- emerge de un enano rubiales de exquisitamente peinada barba al que el uniforme de Guardia le queda, por misterios del Destino, razonablemente bien.

—¡He visto hordas de goblins más disciplinadas que vosotros, hatajo de patanes! ¡Formad de a tres! ¡Ya, ya, ya! ¡Descaaaaaaaansooooo! ¡Firrrrrrmeeeeesss! ¡Aaaaaaaaaarrrrr!

Si alguno de vosotros carecéis de la más elemental formación militar, la reacción innata al escuchar el vozarrón del Sargento Butch Grudgestone es quedarse erguido como el mástil de un bergantín. Formáis como podéis una columna de dieciocho valientes, dispuestos a lo que traiga el día. No es la formación más pulcra ni tampoco la más marcial, pero en líneas generales en los ojos de todos vosotros, bisoños reclutillas, destella la ilusión.

Los ojos glaucos del sargento, de un celeste resplandeciente, se clavan como una daga al vuelo en la jovencita que alcanza a integrar la formación en último lugar. La del nombre compuesto y tildes torcidas. Es la misma mirada que dedicaría un depredador a su presa, olisqueando, saboreando su miedo.

—¡Parece que tenemos a una dulce florecilla campestre en nuestro jardín! ¡Mirad qué impoluta! ¡Qué inmaculada! —dice el Sargento con una sonrisa maliciosa antes que adoptar una mueca torva— Voy a encargarme personalmente de que te ensucies esa melenita, Princesa Florida.

Qué aguerrido descaro gasta el Sargento.

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14/10/2023, 13:53
Capitán Grimes

Entra en escena un humano de unos cuarenta años largos, hebras de plata flanqueando su cabellera oscura. Fuma un cigarro largo que emana un aroma menos sospechoso que el puerro del Cabo Colvin. Su rostro está surcado de arrugas, cada una de ellas una historia grabada por el cincel del Tiempo. Sin duda, el aura que acompaña a este individuo le hacen merecer sospechas suficientes de ser el Capitán Grimes.

El Sargento Grudgestone se cuadra ante él con gesto marcial.

—Mi Capitán, compañía de reclutas formada sin novedad. Listos para inspección.

El Capitán Grimes da una corta calada a su cigarro, evacúa una vaharada de humo y asiente.

—Gracias, Sargento. Mande descanso.

—¡Compañía de reclutas! ¡Descaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaansooo! ¡Aaaaaaaaaaarrrr!

Parece que la pose de descanso, con los brazos a la espalda, aunque no exenta de marcialidad, os ayuda a relajar un poco las lumbares. ¡Esas condenadas empezaban a chillar de dolor!

El Capitán Grimes pasa minuciosa revista a la tropa. Observáis cuando se os acerca que en su coraza tiene grabada la cabeza de un halcón con tres diamantes. El Sargento porta el mismo icono en su pechera, pero solo luce un diamante.

¿Qué llevaba el Cabo Colvin en la pechera?

Ah, sí. Una sospechosa mancha de… supongamos, grasa de pollo.

Supongamos, sí.

—Damas y caballeros, les doy la bienvenida al Cuerpo de Guardia de Phandalin. Soy el Capitán Benjamin Grimes. Durante las próximas semanas me encargaré de convertirles en hombres y mujeres dignos de portar el emblema de la Guardia. Un emblema cuyo lustre dependerá, en el futuro, de sus acciones y decisiones. Ustedes serán en adelante el escudo que proteja estas tierras del crimen y las injusticias. El último bastión en la defensa del orden en estas tierras. Sus conciudadanos esperarán no solo su protección, sino su devoción en el desempeño de su deber.

>> Ser integrante de la Guardia no es un trabajo fácil. Les aguardan extenuantes jornadas de trabajo, unos medios, en el mejor de los casos, modestos; y el ardiente desprecio de lo peor que este mundo puede ofrecer. Ustedes representan un ideal que los malhechores han jurado destruir. Ustedes son el rostro de la Ley y la Bondad. Ustedes, en definitiva, son la esperanza de esta tierra. Una esperanza que no puede, no debe, permitirse fragilidad.

>> Sepan que la Guardia se erige sobre tres valores fundamentales: honor, deber y responsabilidad.

Cada palabra, pronunciada con la serena vehemencia con la que habla el Capitán Grimes, os golpea el pecho como un martillazo.

—Los aciertos, las hazañas, las proezas que acometa cada uno de ustedes, escribirán en oro la historia de la Guardia de Phandalin.

>> En cambio, los errores, la tentación a sucumbir a las mil caras de la corrupción… O la traición a los sagrados ideales que persigue este Cuerpo, mancillarán a todos sus integrantes sin excepción. Y permítanme decirles, damas y caballeros, que el honor no admite máculas. Una vez perdido, no se recobra. Jamás.

El Capitán Grimes lanza una mirada al Sargento Grudgestone.

—Sargento, son suyos. Rompa filas.

Notas de juego

Es en extremo importante recalcar qué opinan vuestros PJs de este PNJ y sus ideales en vuestra próxima intervención.

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14/10/2023, 13:57
Sargento Grudgestone

El Sargento asiente, inexpresivo, salvo por un sádico brillo de júbilo en sus ojos de un azul claro.

—¡A sus órdenes, mi Capitán! ¡Compañía de Reclutas, escuchadme con atención! ¡Vuestros traseros me pertenecen en este preciso instante! ¡Si quiero patearos con alegría y profusión, cosa que os prometo haré tarde o temprano, pediréis más! ¡Se acabaron las faldas de mamá! ¡Bienvenidos a la fase de instrucción! ¡Voy a hacer de vosotros hombres y mujeres dignos de ser Guardias! ¡Despediros de la aldea durante dos semanas, pequeñines! ¡Vais a pasar unas semanas en la montaña con la mejor compañía posible! ¡YO! ¡JAJA! ¡Soy el Sargento Butch Grudgestone! ¡Soy el Alfa y el Omega! ¡Vuestro principio y vuestro probable fin! ¡A cada orden que os dé, responderéis con aplomo y en voz bien alta: SÍ, MI SARGENTO! ¡He aquí mi primera orden: carrera de fondo hasta las Montañas de la Espada! ¡El último hará flexiones hasta el amanecer! ¡Te miro a ti, Princesa Florida!  ¡AAAAAATENCIÓN! ¡Fiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiirmeeeeeees! ¡Aaaaaaarrrrrr! ¡Rooooooompan filaaaaaas! ¡Aaaaaaaaaaaaaaaar!

>> ¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡Vamos, panda de alfeñiques! ¡Quiero que alguien cante algo! ¡Y bien alto! ¡Cantad! ¡Es una orden! ¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡Uno, dos!

La Compañía de Reclutas se dirige al trote a las Montañas de la Espada para comenzar su entrenamiento cruzando toda la aldea, liderados por el gruñón e inflexible Sargento Grudgestone.

A vuestro paso, vecinos de toda Phandalin observan con visible orgullo el paso de los jóvenes vitoreándolos y lanzándoles flores, algo que no termina de gustar demasiado al impávido Sargento Grudgestone, vivo ejemplo de la marcialidad.

Entre las sombras de las callejuelas, silenciosos como felinos al acecho, tipos de dudosa catadura moral contemplan la procesión de jóvenes promesas de la Guardia.

—¿Deberíamos preocuparnos, Olaf? —pregunta un tipo algo viscoso, su rostro empapado de sudor rancio.

Olaf lanza un esputo a tierra antes de dibujar una marcada y tétrica sonrisa en su rostro.

—Solo veo a un puñado de niños. Déjales jugar a ser guardias. Veamos qué sucede a continuación.

Notas de juego

Iba a poner música castrense para inspiraros, pero prefiero hacer comedia y que alguno se arranque a cantar algo que inspire la marcha hasta las Montañas de la Espada.

La instrucción propiamente dicha va a ser muy corta en la partida, pues voy a narraros las perrerías a las que os somete el Sargento y cómo os endurecéis en el próximo mensaje mío. Este endurecimiento se traduce en un +1 a la FUE o un +1 a CON. Lo que prefiráis. Además, todos adquirís competencia en la habilidad Supervivencia. Anotadlo en la ficha, por favor.

Lo que sí narraré con más detalle y atención son las interacciones con los demás reclutas del campamento que vamos a montar en las Montañas de la Espada. Para tal menester, elegid a otro PJ y charlad sobre lo que os dé la gana, preferiblemente que tenga relación con lo que está ocurriendo, claro.

Además, podéis elegir uno de los siguientes PNJs para improvisar una escenita. Que no se diga que no os estoy quitando la vergüenza, ¿eh?

PNJs disponibles: Cabo Colvin, Sargento Grudgestone, Capitán Grimes, Larry, Brynnhyldr, Gary y uno de los hermanos de Thárivol, que tengo que revisar el nombre para acordarme, pero estar, está. Lo aseguro.

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14/10/2023, 14:12
Thycis

Entre la multitud que se va congregando para asistir al paso de los incipientes guardias locales, una melodiosa vocecilla se alza entre el gentío.

—¡Viva ese guardia guapo y salerosooooo! ¡Viva él y la madre que lo trajo al mundoooooo! —grita a pleno pulmón una hermosa tifling de piel azulada y melena albina dirigiendo corazoncitos taumatúrgicos a su amor: Thárivol Nailo.

El Sargento Grudgestone lanza un gruñido y señala al semielfo.

—¡Nada de besos lascivos durante la marcha, recluta! ¡Un, dos! ¡Un, dos!

Thycis no se deja amedrentar por el espíritu beligerante del Sargento y se hace un hueco entre los vecinos de Phandalin con gracilidad para alcanzar a su amado y plantarle un decoroso beso en la oreja.

—¡Demuéstrales lo que vales, Thar! ¡Demuéstrales que lo llevas en la sangre!

Notas de juego

Je.

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14/10/2023, 14:30
Lizette

Sé que hablarle encima al idiota este es mala idea, pero también es mala idea molestar a una bruja, aunque "Princesa Florida" es bastante mejor que los apelativos del otro, si bien haya sido jocoso. De cualquier modo, venía ya con la idea de que esto iba a ser sufrido y que tendría que ensuciarme, pero cuando consiga lo que busco, si para entonces me ha fastidiado lo suficiente, la guardia necesitará conseguirse un sargento nuevo.
Para evitar problemas mientras formo, mi mente viaja a otro sitio, recapitulando textos que he leído o pensando en algún plan para recabar información. No me cuesta mantener la postura erguida, qué diablos, pero sí que va a estar complicado el tema del ejercicio. ¿Qué no pedí trabajo de oficina yo? ¿Por qué tengo que estar al trote con todos estos monos?

No importa, tengo un buen motivo para pasar por todo esto y lo haré con estoicismo. No sin apuntarme mentalmente cada ida de olla que tenga cualquiera conmigo, para devolvérsela con creces en el momento adecuado.

Por suerte el capitán no tiene tiempo para estupideces y hace un discurso corto y gastado sobre cosas de soldados. Me interesa poco.
Dado que no sé si puedo girar la cabeza cuando estamos así en la fila, me limito a mover los ojos para observar las otras caras que me acompañan. Debería entablar conversación con alguno, pero no sé por dónde comenzar. ¿Tal vez el elfo rubio? Tiene pinta de persona que no miente y un palo hasta el fondo en el culete.
O si no... Bueno, veo otros candidatos. El muchacho que habló con aquel señor de barba parece afable.

Pero ahora hay que correr. No puedo hablar mientras corro o me muero. Necesito concentrarme al máximo o el enano de mierda me pondrá a hacer flexiones y tendré que reventarle la cabeza más temprano de lo que quiero. Evitemos problemas. Ya habrá más oportunidades más adelante.

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14/10/2023, 22:24
Edmund Van Houten

En todos sus años en Nuevo Olamn Edmund no había sido sometido a tanta presión —y eso que el profesor Bronwyn era de los que respiraban en la nuca durante los exámenes—. Tieso como una vara y con la mirada clavada en el cielo esperó a que el enano dejara de taladrar sus oídos antes de relajarse y bajar la vista. Aquel barbudo no se había presentado siquiera y ya se encontraba espetando órdenes.

Junto al sargento un hombre que podía mostrar su veteranía tan sólo con los mechones de su pelo se aproximó para pasar revista. Bejamin Grimes. El capitán Bejamin Grimes. Su sola presencia inspiraba honor, deber y responsabilidad. Valores con los que el joven historiador se encontraba en sintonía en la mayor parte de las ocasiones. El capitán se dirigió a ellos con la severidad de quien exige un compromiso de por vida. Como si aquello fuera un juramento de sangre. Un discurso inspirador —y un descanso para los oídos—, pero algo no cuadraba. Aquello era Phandalin y no Waterdeep ¿Qué hacía un hombre tan condecorado en un pueblo como aquel? ¿Porqué aquí y porqué ahora? Edmund tuvo que guardarse sus dudas, pues el sargento Grudgestone volvió a alzar la voz por encima de los decibelios legalmente permitidos. La compañía se ponía en marcha.

Algunos reclutas comentaban por lo bajo. ¿Cantar? ¡yo no sé cantar! decía uno, ¿Aquel no dijo que venía de Nuevo Olamn? comentaba otro, Si es así es un bardo. ¡Que cante! Edmund no pudo evitar que un escalofrío le recorriese el espinazo. ¿Había estudiado en la mayor institución bárdica del mundo? Efectivamente ¿Sabía tocar un instrumento? Relativamente ¿Sabía cantar? Terriblemente. Sin embargo, una orden era una orden. Buscando desesperadamente entre los archivadores que conformaban su cabeza, dió con una canción marcial que podía adaptar a aquella singular situación.

—Eran cuatro camaradas... —comenzó tímidamente.

Una voz le hizo los coros, pero no parecía suficiente. Edmund elevó el tono imitando al sargento en estridencia y volumen. Todo el pelotón le siguió esta vez.

ERAN CUATRO CAMARADAS [bis]
DE DIECIOCHO ASPIRANTES [bis]
Y TODOS ELLOS FORMABAN [bis]
LA COMPAÑÍA DE TUNANTES [bis]

UNO SE CAYO AL VACÍO [bis]
DESDE UNA CUMBRE HELADA [bis]
LEJOS TRES VOCES DECÍAN [bis]
YO TENÍA UN CAMARADA [bis]

DE UN FLECHAZO EN LA RODILLA [bis]
EL OTRO MUERE EN BATALLA [bis]
LEJOS DOS VOCES DECÍAN [bis]
YO TENÍA UN CAMARADA [bis]

OTRO PRISIONERO MORÍA [bis]
POR NO DECIR UNA PALABRA [bis]
LEJOS UNA VOZ DECÍA [bis]
YO TENÍA UN CAMARADA [bis]

DEL ÚLTIMO Y MÁS VALIENTE [bis]
NUNCA MÁS SE SUPO NADA [bis]
LEJOS TRES VOCES DECÍAN [bis]
YO TENÍA UN CAMARADA [bis]

Estas y otras cancioncillas algo más alegres entonó el aspirante a bardo, demostrando que su carrera musical distaba mucho de tener futuro. Sin embargo, centrar su atención en las tonadas le ayudaba a mantener su mente alejada de aquel monumental esfuerzo que estaban realizando. No había desayunado lo suficiente como para emprender tremenda marcha.

—Tengo la garganta como las arenas de Anauroch —comentó con voz rasposa y tono jocoso a la semielfa que en aquellos momentos se encontraba a su altura— Si no fuera porque Phandalin necesita de su guardia juraría que el sargento tiene intención de acabar con nosotros antes de llegar a las Montañas de la Espada.

Entre resoplidos, ajustándose el pantalón que se le encajaba en el duodeno, se pasó el dorso de la mano por la frente perlada de sudor. Su sonrisa sólo intentaba enmascarar lo mal que lo estaba pasando en aquellos momentos. Lo suyo no era el trabajo físico.

—¿Sabías dónde te metías cuando te presentaste como voluntaria? —Edmund tenía la cara roja por el esfuerzo— Porque yo no. Pensé que no pasaría de una breve demostración de esgrima. Por los dioses. Me habría batido con el capitán de haberlo sabido.

Notas de juego

Ale, que no se diga que un bardo se ha quedado con las ganas de plantaros una canción en sus primeros post. No hay que romper con la tradición.

En cuanto al PNJ con el que tener una escenita, creo que me quedo con Brynnhyldr. Tiene nombre de tiparraca. XD