Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo II

Cargando editor
05/02/2009, 15:03
Patrick Collins

Su respuesta le hizo sonreir. Le había vuelto a llamar de usted, pero en realidad no le importaba. De cualquier modo, el tuteo solo se consolida una vez contraído el matrimonio, al igual que otras tantas cosas. ¿Matrimonio? Era curioso que él anduviera pensando en ese tipo de cosas, cuando desde hace muchos años comenzó a pensar que iba a envejecer soltero. ¿Que dama podría quererle y aguantarle?

Susanne tomó carrerila y ejecutó el salto justo cuando la música daba sus últimos compases. Él se prepararó para recibirla con ambas manos y la mantuvo en el aire con las palmas apoyadas a ambos lados de su cintura. Era pequeña, pero pesaba un poco (todas las personas adultas pesan, aunque sean pequeñas).

La sostuvo durante un momento, mirándola desde abajo. Luego, poco a poco, la hizo bajar. La música había terminado y los asistentes aplaudían. Estaban juntos, quizá demasiado. En ese momento, él sintió que estaba viviendo una especie de cuento irreal y romántico. Su corazón latía con la fuerza de la pasión, que anuló en ese momento su sentido común y parte de su razón. Sus ojos la miraban fijamente, y sintió un vértigo súbito que solo pudo aplacar de una manera: sellando sus labios con un beso.

Cargando editor
05/02/2009, 16:10
Anabel Cornwell

-¿Le gusta mojarse con la lluvia...? Supongo que mientras tenga su casa cerca para guarecerse luego sí...- Anabel río por lo bajo y estiró un poco el cuello contemplando lo que para ella resultaba ser un extraño pero llamativo baile, arrugando la nariz cuando Susie se atrevió a dar ése pequeño salto, tras el cuál se disponía a aplaudir orgullosamente... pero dicho efecto no llegó a ocurrir, pues el sr. Collins dejó claro que no era el caballero que simulaba si no un desvergonzado hipócrita cómo cualquier otro, mancillando el buen nombre de su queridísima hermana en medio de una sala llena de gente. ¿Quién diablos se creía que era?

-Disculpe...- se limitó a decir a su acompañante deshaciendo el pequeño nudo que había efectuado con su brazo, acercándose con decisión hasta el centro de la pista, apartando de forma brusca y poco habitual en ella a cualquiera que se interpusiera en el camino con un objetivo fijo.
Llegó hasta la supuesta pareja, momento en el que tiró con la misma energía de la chaqueta de Collins hasta que ésta produjo el sonido de algunos desgarres en sus costuras.
Evidentemente para entonces él ya había tenido que anular su lascivo acto, momento en el que recibió una sonora y dolorosa bofetada por parte de Anabel.

-Quizá esto le enseñe los modales que no tiene- espetó con frialdad y dureza antes de tomar la mano de Sue con firmeza -Buenas noches- se giró en redondo y tiró de ella con energía, dirigiéndose hacia Elisabeth a la cuál ya tenía localizada desde hacia rato -Nos vamos a casa, avisa a mamá date prisa...- le pidió sin apenas mirarla, demasiado abordada por la ofensa mientras seguía tirando de Sue hacia el exterior, probablemente rodeadas de críticas y cuchicheos incontables.

Cargando editor
05/02/2009, 16:22
Elizabeth Cornwell

Elizabeth aguardaba junto a Lord Heddington, observando a la pareja que bailaba cuando vio lo que pasaba...

Quizás fuera demasiado rápido, la manera en que todo se sucedió, apenas le dio tiempo para sonrojarse. Cuando intentaba reponerse, Anabel ya había ido y se había encarado al Sr. Collins...

Liz no daba crédito a sus ojos... Era su primer baile y estaban pasando demasiadas cosas a la vez... Se preguntó si todos los bailes serían así, y si acaso lo que pasaría ahora sería... ¿Una pelea?
Pero al imaginar a su hermana mayor peleando con el Sr. Collins, (aparte de que eso nunca sucedería), se dio cuenta de que Anabel ganaría demasiado fácil, así que, simplemente se mantuvo en silencio, hasta que ella la envío a buscar a su madre...

Se giró hacia el Sr Spencer, aún azorada y confundida, y le ofreció una pequeña reverencia:

-Mis disculpas... Yo... Debo ir a buscar...-Bajando la voz, y marchando sin acabar la frase, la joven se dirigió a donde su madre se encontraba... Quizás fuera mejor no decirle nada, y que, simplemente, se había acabado todo...

De todas formas, posiblemente se hubiese acabado todo definitivamente, a juzgar por lo que acababa de ocurrir...

La muchacha suspiró y se resignó. Además, ella no había querido asistir en un principio... Es más.. Posiblemente fuera un alivio irse... Sobre todo ahora...

Pero... A pesar de todo... En lo más profundo de su ser, se sentía triste...

Cargando editor
05/02/2009, 16:23
Susanne Cornwell

Saltó a sus brazos, confiada, y de haber tenido que hacerlo a ojos cerrados de igual modo lo habría hecho. El la tomó firmemente de la cintura, con total seguridad, y ella puso las manos en los hombros de él, la sonrisa dibujada en el rostro, mirándolo.

La bajó y lo que sucedió después fue de ensueño. Lo tenía tan cerca que podía sentir su cálida repiración sobre el rostro. No dejó de mirarlo, en ese instante sentía que no existía nadie más que ellos dos, se abstrajo del mundo, porque el mundo era él. Notó la cercanía del rostro y creyó que la besaría en la frente, tal y como había hecho en las escaleras después que ambos se habían confesado el uno al otro lo que sentían. Cerró los ojos, esperando sentir sus suaves y tibios labios entrando otra vez en suave contacto con su piel. Los sintió, sí, pero no donde ella creía, sino directo en sus labios. No se apartó, mantuvo los ojos cerrados, disfrutó de una sensación de placidez y nerviosismo que hasta entonces nunca había experimentado. Jamás había sido besada por hombre alguno, en secreto había practicado con la almohada e incluso con el dorso de su propia mano, pero aquello superaba con creces aquella sensación que intuía placentera.

Sus rostros se separaron, el contacto no había sido más que de un segundo o dos. Apenas el suficiente para que los labios de ambos sintieran la calidez del otro. Susanne se llevó la mano a la boca, se había puesto roja como un tomate y aquello no era provocado sólo por la consciencia que estaba volviendo a tener del lugar en que estaban y frente a toda las personas que estaban, sino que, por sobre todas las cosas, era el arrebol que experimentaba alguien a quien lo que acababa de suceder le había agradado en demasía.

No tuvo tiempo de hacer ni decir nada, de pronto, y bruscamente, su hermana Anabel se plantó frente al irlandés y le plantó una bofetada con una fuerza que Sue pocas veces le había visto a su hermana.

-¡Oh! -alcanzó a exclamar. Cualquier otra cosa que fuera a decir quedó silenciada por la fuerza con la que su hermana la cogió de la mano y arrastró de ella.

Sue miró hacia atrás, buscando a Patrick con la mirada, jalando de su brazo para que Anabel la soltara y empezó a hablar.

-Anabel, suéltame, me haces daño -tiraba para que la soltara pero ésta no aflojaba la mano.

Se plantó en seco y jaló con fuerza, tanta que le dolió hacerlo.

-¡No tenías por qué golpearlo, no estábamos haciendo nada malo! ¿Qué te pasa?

Cargando editor
05/02/2009, 17:04
Francis P. Spencer

Lord Heddington estaba paladeando el éxito. Miró a Avon con condescendencia y tomó el brazo de Elizabeth. La primera pieza estaba apunto de acabar y entonces ellos dos entrarían a la pista, había ganado.

En ese momento Patrick levantó en un salto a Sussane, su acompañante. Collins era un gran bailarín aunque no solía gustarle mostrarlo y ejecutó el paso con gran soltura y elegancia, pero luego... luego se dejó llevar por sus sentimientos. Por primera vez Francis sintió lo que Patrick había pasado por él muchas noches durante muchos años. Francis era el impulsivo, pero aquella noche... aquella noche Patrick había sido el descerebrado.

En ese momento la noche se acabó para los dos. Anabel agarró a sus hermanas y se las llevo lejos de ellos mientras todos los invitados miraban estupefactos.

Con un gesto rápido Francis ordenó que siguiera la música y algunas parejas, sin duda queriendo calmar el ambiente, se pusieron a bailar tal y como Patrick y Susanne habían hecho antes.

Cargando editor
05/02/2009, 20:42
Mary Ann Windsor-Hancock

- Sí, perdón. El viento... perdone... digo intentando recomponerme el vestido y el pelo. Sin embargo, el profesor me agarraba muy fuerte y muy cerca, su rostro, al levantar mi barbilla para mirarle, rozó suavemente mi mejilla. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y mis mejillas se encendieron de forma escandalosa. No lograba soltarme ni articular palabra coherente... yo... disculpe... yo...

Notas de juego

^^

Cargando editor
05/02/2009, 21:55
Patrick Collins

El mundo se le venía encima.

Maldito irlandés estúpido. ¿Por qué siempre tienes que meter la pata? La emoción del momento le había hecho olvidarse de las reglas y de todo lo que importaba en aquella sociedad basada en las apariencias. Durante un momento, había volado libre como un águila sobre la campiña... pero ahora pagaba las consecuencias. A decir verdad, y por el picor de la bofetada de la mayor de las Cornwell, la levita rasgada y la mirada de los parroquianos, iba a estar pagando las consecuencias durante mucho tiempo.

Se quedó allí, de pie, viendo como se llevaban a Susanne, incapaz de reaccionar por su propio sentimiento de arrobo, vergüenza y culpa. De repente, los bailarines comenzaron a prepararse para ejecutar la danza, y él reaccionó dejándoles libre la pista.

Ya habría tiempo para disculparse con su señor. Ahora había que intentar arreglar aquello de algún modo. Así que, sintiendo que no podía evitar que las Cornwell abandonaran el salón, se acercó a ellas con unas zancadas largas. Se inclinó rápidamente para que no pudieran seguir caminando.

-Se que nada de lo que pueda decirles en este momento podrá borrar mi evidente y grave falta. Les presento mis disculpas y les ofrezco el carruaje de mi señor por si desean regresar a su casa. Está lloviendo, y no me gustaría ser además responsable de su resfriado.

Las miró un momento y se apartó de su camino para no cohartarlas. Sin embargo, añadió.

-Si puede servir de algo, les rogaría que permanecieran en la fiesta hasta que escampara. No se preocupen por mi presencia, porque saldré inmediatamente de su vista y la de todo el mundo.

Se inclinó de nuevo.

-Gracias.

Dicho esto, y tras mirar una última vez a Susanne, como balbuciendo una rápida disculpa, abandonó el salón con presteza, no sin antes detenerse ante la vista de su señor e inclinarse nuevamente. "Esta vez he sido el metepatas, amigo mío, decía su mirada.

Cargando editor
05/02/2009, 22:15
Susanne Cornwell

Cuando él se les acercó, cuando escuchó su voz creyó que todo se aclararía en un santiamén. Pensó que él diría alguna otra cosa, que pediría permiso para hablar a solas con su madre o lo que fuera debía hacerse en esos casos, pero para su sorpresa no fue así.

Se disculpó. Se disculpó por haberla besado. Bien, era lo correcto, después de todo lo que fuera se dijeran en las escaleras había sido una cosa tan solo de ellos dos, de la que no existían testigos. Lo quisiera o no entendía la reacción de Anabel... Lo quisiera o no ésta estaba justificada.

Sea como fuere las palabras de Patrick la dejaron helada y no supo de qué modo interpretarlo. En el rostro de él la verguenza era clara y lo reafirmaban sus palabras. ¿Pero por qué irse? ¿Por qué dejarla sola? Ella también estaba avergonzada y quizás tenía más razones para estarlo, al final de cuentas para él, como hombre, lo ocurrido no iba a tener ninguna consecuencia, salvo quizás que le valiera por un tiempo el mote de don Juan, en cambio a ella le significaba cuando menos el mote de libertina.

Respiró profundo, podía ser tímida, pero no adolecía de carácter. Ya antes había tenido que hacer frente a las habladurías respecto a su padre y entre las tres habían conseguido poner un tapaboca a todas a esas lenguas venenosas. Entonces habían salido airosas y esa no iba a ser la excepción, no lo iba a ser porque sabía, pese a que todos parecían creer lo contrario, que no había hecho mal alguno, y si sentir era un pecado, ella era una pecadora.

-No creo prudente marchar con esta lluvia y el viento que está soplando afuera. Si mamá determina que nos hemos de ir, me iré, de otro modo de aquí no me muevo hasta que realmente sea hora de partir -le dijo a su hermana, resoluta-... Se que lo que pasó no estuvo bien y te pido disculpas por haberlo permitido, pero no me iré de aquí como si tuviera algo que ocultar, llegué a este baile con la frente en alto y con la frente en alto me iré.

Cargando editor
06/02/2009, 00:23
Anabel Cornwell

-Sabes de sobra lo que estabáis haciendo Susanne, no me vengas con el cuento de la niña inocente porque ya somos mayorcitas- respondió Anabel soltando el brazo de su hermana a sabiendas de que no le estaba haciendo el menor daño, pero la acusación era un método como cualquier otro de conseguir que la soltara.
-Creo que necesitas pensar mejor lo que acaba de pasar, apenas conocemos a ese hombre pero gracias a él toda la familia y la propia boutique se verán afectadas de forma contundente. Ya podemos empezar a rezar para que podamos seguir viviendo cómo hasta ahora...- de hecho lo dudaba profundamente, al menos los primeros meses cualquiera evitaría pisar la tienda porque, ¿cómo iban a mezclarse con las Cornwell?, las descaradas y libertinas de la campiña, sin duda en éso se convertirían, sobretodo Susanne para qué negarlo.

Antes si quiera de dar tiempo a las hermanas a hablar entre ellas y poder aclarar mejor el asunto, el presunto caballero volvió a hacer acto de presencia de forma totalmente inoportuna, ganándose tan sólo una mirada de odio y furia que hubiera congelado al más valiente de los espartanos.

Por suerte se retiró con rapidez pero eso de poco sirvió, estaba claro que Susanne ya había perdido todo el poco juicio que podía albergar y su inocente experiencia la llevaba a ofenderse e indignarse con su propia hermana en lugar de con el hombre que un par de días atrás había intentado cortejar a Anabel.
-Así que un sólo beso vence a 18 años de amor y protección. Me decepcionas Susanne, te creía un poco más capaz- se limitó a decir sin ninguna intención de volver a detener a su hermana, pues ésta había tomado su propia decisión. Con un poco de suerte no se equivocaría, cómo le había pasado a ella misma años atrás, y así podría olvidar a sus hermanas y su propia familia con la misma facilidad que acababa de sentenciar en ése mismo momento.

Elisabeth empezó a asomar entonces por la puerta acompañada de mamá, aún algo confusa por marcharse tan pronto, pero Anabel alegó que era debido a su propio cansancio, así que se acercó a la menor de las hermanas para ayudar a su madre a subir hasta el carruaje.
-Puedes quedarte con Susanne si quieres, está claro que mi opinión ya ha dejado de seros útil- dijo con un tono claramente ofendido y dolido antes de subir ella también, dando unos segundos a Liz para que se decidiera antes de dar la orden al cochero de marcharse a casa.

Cargando editor
06/02/2009, 00:43
Susanne Cornwell

Cerró los ojos y respiró profundo. Anabel estaba interpretando las cosas a su antojo y aquello le dolía, en especial porque le recriminaba algo que ni en pesadillas podría ocurrir.

-No me estoy haciendo la inocente, se bien lo que hice, me besó y me dejé besar, no te lo he negado, te he pedido disculpas por ello, pero ya veo que la rabia que tienes conmigo te ha taponeado los oídos -la siguió hasta el carruaje, su madre había subido a él, Anabel había impuesto su voluntad y no le había dado tiempo a su madre de decidir. No tenía más remedio que marchar con ellas.

Antes de salir miró a Francis y bajó la cabeza, en su mirada se leía las disculpas que le pedía por la bochornosa situación que sin quererlo le había obligado a presenciar. El mayordomo ya esperaba en la puerta con el abrigo en la mano. La ayudó a ponérselo y salió. Subió al carruaje y se sentó al lado de Anabel, en total silencio. No era ninguna necia como ella le estaba tratando de hacer ver, pero estaba claro que el hecho que Patrick hubiese demostrado abiertamente su preferencia hacia ella era algo que su hermana no estaba sabiendo llevar.

Las lágrimas pugnaban por asomar, pero las contuvo. No recordaba haber oído nunca tan duras palabras en boca de su hermana, no dorigidas a ella al menos y le dolía, le dolía en el alma.

Cargando editor
06/02/2009, 01:40
Alexander Varsatof

Escuchaba atento a Anabel, cuando veo que su mirada se desvía al centro del salón y algunos murmullos inundan nuestra cercanía, levanto la cabeza y me quedo helado unos segundos, cuando vuelvo la mirada a Anabel esta ya estaba a medio camino de la pareja.
El cachetazo resuena en el salón, y Alexander hace un gesto de dolor empatico mostrando los dientes un segundo

-Que carácter fuerte el de Anabel... no se que me gusta mas, su carácter o el cachetazo que le dio a Collins

Bebe un poco de su copa mientras su mirada semi atónito sigue la pele, deseando muy dentro suyo que Collins intente una agresión contra Anabel para tener la excusa para tomarlo entre sus brazos, partirlo en dos y que Anabel se quede encantado con el...

-Hay Alexander... deja de fantasear despierto esa chica seguro que te abofeteara a ti por intentar defenderla cuando ella puede hacerlo sola

Una sonrisa tapada por la copa aparece ante las ridículas historias posibles que piensa

Cargando editor
06/02/2009, 02:47
Charles Patrick Avon

Charles, desanimado y triste, contemplaba la escena del vals, y las caras de todos los invitados. La mayoría de ellos exponía en su faz, la felicidad del momento y comprendía que él era posiblemente el más triste de todos.

Apenas le dió tiempo a añadir algo a las palabras de la dulce Elizabeth, pues está se funció con la multitud tan rápido como había llegado. No pudo añadir palabra alguna, pues la sorpresa del momento le había dejado sin ellas. En ese momento, se desvaneció todas las ilusiones y ganas que le había puesto al baile. Parecía que la felicidad sólo estaba al alcance de unos pocos, y él creía que podría ser uno de los tocados con esa maravillosa vida, pero de nuevo se equivocó.

Congió una copa más y la apuró de un sólo trago. Y aunque estaba decidido a abandonar el baile cuanto antes, decidió esperar para ver como se sucedían los acontecimientos. Contempló la bella escena que protagonizaba una de las hermanas Cornwell y su apuesto acompañante, mientras se imaginaba que era él quien bailaba con otra de las hermanas, pero parecía que eso no iba a suceder...

Admiró con sorpresa la escena posterior, y cómo parecía que la cosa iba a acabar en mal puerto, por ello, y al ver como las hermanas decidían irse, él, comprendió que su momento se había terminado. Era mejor imaginarse lo que podía haber pasado, a no contemplar con tus ojos la más dura realidad.

Se encaminó, con paso lento y firme hacia la salida...Parecía que nada podía hacer cambiarle de opinión, seguramente mañana sería un día mejor...

Cargando editor
06/02/2009, 06:17
Claire Windsor-Hancock

Apenas podía creer el modo en que mi hermana se estaba comportando y yo que creía haber hecho algo bochornoso, pude notar un cierto desconcierto en las caras de ambos y lentamente me hice hacia el lado del asiento por donde se había bajado mi hermana; el viento era ciertamente fuerte pero era algo soportable aún. Asomé todo mi torso y miré a los ojos a Lésdiguièrs.

-Jean...-lo llamé lo suficientemente fuerte como para que me escuchase y cuando tuve su atención.-¿Podría acercarse? Tal vez su primo pueda acompañar a mi hermana mientras nosotros esperamos, no me gustaría que este dolor creciera y como ha sido tan buen médico.

Había una sonrisa en mi rostro a pesar del dolor que ya se empezaba a sentir mucho más fuerte pero algo me decía que no estaba del todo equivocada al pedirle que se quedara y sin duda, era a quien más confianza le tenía. Levanté la vista al ver volar de nuevo su sombrero con el rabillo del ojo, sin duda un bien preciado para un caballero, era una pena que lo hubiera perdido. Extendí la mano para que él se acercara hasta ella, quizás parecía un poco descarado pero había que aprovechar que Louisa aún estaba dentro, incluso ofrecería dejarlos en su casa de camino a la nuestra. Pronto comprendí que aquel modo de proceder de mi parte, se debía en mayor medida al modo en que mi hermana se había comportado conmigo, al modo en que me había dado órdenes. Nunca antes había sido así, éramos amigas, no unas hermanitas regidas por las jerarquías y los intentos de pasar la una por la otra, comprendí que aquello dolía incluso mucho más que el pie, que la escena con Lésdiguièrs, que cualquier cosa en aquel maldito baile. El modo de actuar de Mary Ann me estaba dejando claro que a ella aquellas pautas de padre, si le sentaban bien y que se sentía muy por encima de mí.

-¡No tardes, hermana o nos helaremos!-dije sin meter mi mano dentro del carruaje a pesar que estaba helada, pues esperaba que él la tomara.

Cargando editor
06/02/2009, 12:22
Francis P. Spencer

Cuando Patrick pasó a su lado, ofreciendole una reverencia, la mirada de Francis denotaba a la vez compasión y severidad. El irlandés se retiró, pero Lord Heddington no podía hacerlo. Aquella era su fiesta y debía quedarse hasta el final, suportando los cuchicheos y las miradas furtivas.

Las hermanas Cornwell ya estaban en la entrada esperando su coche y Susanne miró al Lord antes de salir por la puerta. Francis respondió a su mirada con un asentimiento. No había sido culpa de la chica, probablemente Patrick se había dejado llevar por los efluvios del Alcohol. ¿O es que estaba realmente enamorado de aquella chica?

Las parejas seguían bailando el vals en medio de la sala y aquello le dió un respiro al Lord. Tomo otra copa, quizá ya había tomado demasiadas, y dejó que el brandy bajara reconfortante por su garganta. Con suerte la mayoría de la gente se sentiría incómoda con la situación y se marcharía en cuanto escampara.

Cargando editor
06/02/2009, 13:14
Jean Antoine Lésdiguièrs

Sonreí intentando liberar a la mayor de las Windsor de su estado de indefensión, me alegraba ser capaz aún de causar este efecto entre las jovencitas, por muy de clase alta que fueran, a pesar de que resultaba peligroso, como mi mente es incapaz de olvidar, pues ella siempre ha sido más sabia que yo, aunque resulte algo paradójica esta afirmación.

Liberé a la azorada chica de mi contacto, Es usted quien debe disculparme si la he dañado señorita Windsor, digo con el respeto que se presupone debo tener a quien me da de comer, mirándola a sus azules ojos, Tal vez no la haya tratado con toda la delicadeza a la que está acostumbrada, pero no tuve otra opción para evitar que cayera, dije con una sonrisa algo divertida.

Otro azul fue entonces quien reclamó mi atención, sus palabras y su gesto me hacen temer por mi integridad, si, créanme, ser fuente, aunque involuntaria, de una disparidad de opinión entre ricas señoritas, no era para sentirse demasiado a salvo. Pero rechazar semejante ofrecimiento podría considerarse una grave ofensa, algo que no estaba dispuesto a permitir, puede que mis modales no fueran exquisitamente ingleses, pero alguno me quedaba.

Tomé la mano que me tendía, una que me guiaría has el cadalso, eso habría dicho mi buen Therien, subí al pescante, sin atreverme a entrar en el carruaje, la piel era igual que de suave que las de otra parte de su cuerpo, aunque mucho más fría. Sonreí ante este pensamiento, evitando su mirada, No exagere usted señorita Windsor, sólo soy conocedor de algunos pequeños trucos busqué a Mary Ann entonces, pues aún esperaba su respuesta, y sobre todo, la que la daría a su hermana.

Cargando editor
06/02/2009, 17:04
Elizabeth Cornwell

Elizabeth mira a Anabel con expresión rara ¿pero qué bicho le ha picado? ¿Quedarse?

Prefiere no responder, no quiere hacerla enfadar más.
Se repite a sí misma que en un principio ella no había querido venir a la fiesta... Así que... Daba igual...
Realmente no entendía por qué se había dejado arrastrar, teniendo en cuenta que podría haberse quedado en casa leyendo, escribiendo, dibujando, o hasta durmiendo...

Avanzó hacia la salida, en silencio, pero antes de traspasar el umbral, dirigió una última mirada al salón, repleto de miradas y susurros mal disimulados...

Entonces vio a Lord Heddignton, parecía ocupado ordenando que la fiesta siguiera tal cual antes, y era normal que no le prestara atención.
Sonrió levemente.
Y su mirada buscó a su amigo (pues ella así lo sentía) Charles, el pobre no parecía estar en mejor condición que ellas, y aunque tampoco le mirara, también le dedicó una sonrisa suave.

Entonces, sólo entonces, se dirigió al carruaje, evadiéndose en su propio mundo. Apartando las habladurías de su mente. Abandonándose a su imaginación, en la cual ella era feliz, y toda la gente que la rodeaba también lo era, donde no había mentiras, ni gritos, ni lágrimas...


-Sería precioso...
-murmuró... Y casi sin darse cuenta, en el carruaje se durmió.

Cargando editor
10/02/2009, 22:30
Mary Ann Windsor-Hancock

Mary Ann se alejó del profesor de francés con los ojos abiertos como platos, nunca había visto así a su hermanita pequeña, que en aquel momento no parecía la adorable Claire que recordaba.

Asintió con la cabeza y se volvió para ir a la fiesta sin mediar palabra, solo ella pudo escuchar sus pensamientos...

Mientras iba hacia la entrada una lágrima recorrió su mejilla y se confundió con las finas gotas de lluvia que comenzaban a caer.

Cargando editor
10/02/2009, 23:15
Claire Windsor-Hancock

Observé a mi hermana alejarse en compañía de el jardinero, al parecer habían hecho buenas migas y aunque tonto, me parecía que mi hermana se merecía alguien así: apasible y dulce como pocos; en nada se parecía a su primo aquel caballero de acento francés. La noté quizás un poco rara pero claro, debía ser la preocupación por mí, ya me encargaría de tranquilizarla al momento de llegar a casa. Volví mi vista a los ojos del francés y le sonreí mientras sostenía mi mano que poco a iba perdiendo aquel frío helado.

-Va mojarse si sigue parado allí...-dije sonriendo.-Será mejor que suba. Y ambos sabemos que no estoy exagerando, mi hermana volverá pronto y... ¿Por qué sonríe, señor Lésdiguièrs?

Hice una pausa grande, me había quedado mirando por la ventana del carruaje detrás del él, observando como el viento movía todo y las pequeñitas gotas de lluvia parecían sólo amenazar; la verdad es que para mí la noche era perfecta o bueno, casi. Mucho mejor si mi pie no doliera y si no tuvieramos que irnos por mi culpa. Volví a mirar a los ojos a Jean que seguía apoyado sobre el pescante y mi mano seguía unida a la suya, sin duda era una bonita escena, aunque no tanto como la acontecida antes que llegase mi hermana.

Cargando editor
10/02/2009, 23:57
Grégoire Byrne

Me coloco al paso de la señorita Mary Ann, aunque sin hablar todavia visto que en su expresion parecia perdida en sus pensamientos, por lo que solo camino a su par hastacerca de la puerta, donde me adelanto ligeramente para abrir y cederla el paso

Estara bien, ya vera como lo que le ha ocurrido a su hermana estara solucionado en breve

Cargando editor
11/02/2009, 13:29
Mary Ann Windsor-Hancock

- Gra...gracias... no sé muy bien si por abrirme la puerta o por sus palabras de ánimo. Yo... lo lamento. Me hubiera gustado disfrutar más de la fiesta, dije algo ruborizada y lamentando no poder bailar el vals que era mi parte favorita con Grégoire, no poder entablar una conversación más tranquila.