Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo IV

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19/10/2009, 21:44
Elizabeth Cornwell

Liz abraza a Claire, con afecto.

Pese a que al final poco habían hablado, había acabado por pillarle algo de cariño, quizás porque estaban allí, todas juntas, y era la menor, como ella misma...

Le sonríe y la besa en la mejilla:

-Por favor, cuidaos, y espero que tengáis suerte.
-saluda también a su hermana, con la mano, para luego volverse a su grupo.

De reojo, mira a Lord Spencer, parecía que no se sabía en qué grupo iría, aunque, viéndole ser tan decidido, no puede menos que sorprenderla... Quizás le había juzgado mal en un principio...

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20/10/2009, 15:52
Patrick Collins

El exterior estaba silencioso e inquietante. El lobo, o la jauría, habían matado y arrastrado los cadáveres de los soldados hasta el bosque, armas incluídas. Aquello era extraño, demasiado.

Cuando volvió al interior de la iglesia, se estaba discutiendo que grupos se formarían para salir. Él no lo creía prudente, pero ellos parecían convencidos y ansiosos, y no podía luchar contra la marea. Solo esperaba que Susanne fuera capaz de aguantar la caminata. Estaba dispuesto a llevarla en brazos si era necesario.

-Milord -dijo a su señor- Yo iré con las hermanas Cornwell, y os ruego que hagáis lo mismo. Si la cosa se pone fea y debo tomar en brazos a la señorita Susanne para escapar rápido y que la enfermedad no vuelva a desmayarla, os cedería mi arma. Y confío más en vos que en los caballeros aquí presentes, que apenas conozco de vista.

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21/10/2009, 10:30
Mary Ann Windsor-Hancock

Mary Ann estaba muy asustada todavía como para andar despidiendose como debería, pero sonrió a las hermanas Cornwell y despidió con cariño a Elisabeth: Tened cuidado vosotras también. Por favor, avisadnos con cualquier cosa que necesitéis.

Un saludo con la mano y un roce con la mano de Jean Antoine Lésdiguièrs me volvieron a estremecer. No sabía si volvería a verlas con vida. Ni siquiera sabía si yo vería de nuevo el Sol. Apreté la cálida mano de Jean deseando que no se apartara nunca y agradecí con la mirada y un gesto de la cabeza a los demás hombres que se arriesgaban por nosotras.

Con la mano libre agarro la de mi hermana con fuerza, solo para ella hago el esfuerzo de hablar: Tranquila, llegaremos pronto a casa y estaremos a salvo. Te quiero mucho Claire. Todo saldrá bien. dije con lágrimas en los ojos.

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22/10/2009, 02:23
Francis P. Spencer

 

- Collins, entiendo tu preocupación y no tengo problema en ser parte de grupo que acompañe a las Cronwell siempre y cuando vea que estamos siendo equitativos.

Caminé entre los presentes con aire curioso. Estábamos enfrentando a una criatura que ni siquiera habría pensado que era algo más que un cuento para asustar a los chiquillos y ahora, todo dependía de armar grupos sólidos, ir a las casas de las señoritas y volver ¿a las nuestras? Evidentemente pero por ahora, me concentré en los grupos. Repasé en voz alta:

- Con las señoritas Hancock irán: Byron, Damien, Jean, podría agregar al doctor Robins... ¿quizá? El soldado también deberá acompañarlas sino no habría nadie armado allí.

- Junto a las hermanas Cronwell tenemos a: Alexander, Collins, Edmund y yo. Supongo que sería justo, llevaremos al pobre párroco ya que dejarlo aquí sería inhumano.

Luego recordé a un caballero que no había proferido aún su intención.

- ¿Señor Avon? ¿Dónde irá usted?

Notas de juego

Espero a Avon unos días, sino turno y yo decido por él. Si van a llevar algo como arma es hora de postearlo.

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24/10/2009, 21:52

Los dos grupos se formaron tal cual estaba previsto. Sir Francis se colocó junto a Collins y, armado con un palo, siguió de cerca a los demás mientras las casas bajas de la campiña se divisaban a la distancia y ellos dejaban la Iglesia atrás.

Este grupo estaba formado por Collins, armado con el fusil del soldado que murió debido a la gripe... o algo así, seguido por Edmund quien acompañaba a Elizabeth por la derecha, Alexander acompañaba a Anabel por el lado izquierdo y en el centro estaba el párroco y Susanne (quien caminaba tomada del brazo de Collins y del padre). El sacerdote seguía aterrorizado hasta el tuétano pero quería conservar un poco de dignidad así que ayudar a la joven le parecía una manera sensata de lograr ésto.

Fueron las dos horas más largas de su vida ya que el caminar era lento, los árboles se apretujaban por momentos haciendo díficil ver lo que había adelante y las casas de la campiña parecían alejarse más, como en una pesadilla. Pero luego de mucho andar, llegaron a la humilde casa de las Cronwell. Collin abrió la puerta y pasó junto con su amada, los demás entraron al rato. El ruso quería quedarse un momento más afuera, por cualquier cosa, pero las voces insistentes de sus compañeros lo obligaron a ceder. Aunque la casa era pequeña todos se sintieron cómodos en ella, sobre todo luego de todo lo pasado.

Notas de juego

a partir de ahora ojo a quienes marcan.

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24/10/2009, 22:03

Los dos grupos se formaron como estaba previsto. Finalmente Francis decidió acompañar a las Cronwell y partió junto con ellas, no sin antes saludar cortésmente a las damas que quedaban en el otro bando.

Este grupo, el que acompañaba a las señoritas Hancock estaba integrado por: Byron quien acompañaba a Claire desde la derecha, Jean que caminaba junto a Mary Ann por la izquierda. Adelante de todo estaba el otro soldado, el que sobrevivió, portando su fusil y con los ojo atentos como el mejor perro guardían. Detrás de las señoritas Hancock, Damien, con su espada vigilaba la retaguardia, también con toda la atención del mundo. Robins, el doctor, iba de acá para allá, inquieto, sin tomar ninguna posición en particular.

La idea es que poniendo a las jóvenes en el medio del grupo, y rodéandolas por todos los flancos, las conservarían mucho más seguras. Por ahora el plan funcionaba a la maravilla. A la hora de caminata divisaron, a los lejos, la mansión de las chicas. Todos respiraron aliviados, por lo que parecía en quince minutos, o un poco más, estarían en la puerta. Seguramente las chaperonas las esperarían con los brazos abiertos y el resto del servicio.

Entonces sintieron los gruñidos. Procedían de un conjunto de árboles que estaba, apretujados, unos cinco metros adelante de ellos. Por atrás, por el camino por el que llegaron habían más árboles, sólo que un poco más dispersos. A la derecha había un par de senderos que se adentraban en el bosque y, a la izquierda estaba el camino al pueblo, pero tomaría más de tres horas llegar allí, finalmente estaban un par de casas por el suroeste que debían pertenecer a familias humildes. La casa de Avon, en cambio, estaba pasando los árboles. Entonces recién entonces todosse dieron cuenta de que no estaba el muchacho cerca, partió con ellos pero en algún punto... ¿se perdió?

Notas de juego

a partir de ahora ojo a quienes marcan.

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24/10/2009, 22:29
Ethan Byron

 

   

   La seguridad de Byron era tan solo un fantasma, una seguridad aparante, una fachada bien conformada por el paso del tiempo, su rostro demostraba aún cierta juventud, exitoso en negocios estaba acostumbrado a lidiar con hombres de otras partes del mundo en sus viajes, y aunque trabajar era en buena parte deshonroso, como un buen caballero inglés disfrutaba del fair play y el diálogo mordaz entre vendedores y compradores, un asunto incitado tan sólo, quizás, por la falta de quehaceres. ¿Mas...qué vale esa seguridad en la campiña perseguidos por una bestia o por el mismísimo Satán? Puede que mucho más de lo que cualquiera llegase a imaginar, incluso el propio Ethan que llegó a creerse su propia mentira.

  Su mirada esutvo perdida un tiempo, como lo estuvo su falta de moralidad y su mordacidad, ya no tan predispuesto a envenenar las almas de los varones que le acompañaban, analizando con la mayor frialdad posible lo sucedido, y lo que estaba por suceder. El sudor frio recorría su pecho y enfriaba su cuerpo hasta que la palidez se extendía más allá del cuello, empañando su rostro que lejos de estar desencajado, se encontraba con un semblante ensimismado. Sus ojos reflejaron cierta dulzura, algo impensable horas antes, y sus labios ya no se jactaban de su posición e inteligencia en comparación constante con los demás, sino que se mantenían inmóviles y perfectos, reflexivos...

  La brisa acariciaba sus cabellos, lacios y peinados con estricta gana, su traje se mostraba algo arrugado y a pesar de todo mantenía aquella apariencia noble y distinguida sólo posible en alguien de su posición, una posición que allí no servía de nada, chocando de bruces con la realidad.

   Con la cautela del zorro, sus ojos obscuros en aquella circunstancia suya, buscaron el hermoso rostro de Claire, una de las señoritas Hancock, una de aquellas a las que una mujer desconocía había pedido que salvara.

   ¿Quién es Héroe...? ¿Es acaso la valentía motivo de ese nombramiento o quizás la simple y llana estupidez?

 Se preguntaba, aunque sus propias palabras, resonando en su mente desaparecieron con la belleza de aquella jovencita, y quizás por primera vez en mucho tiempo, tomo a alguien como un fin...y no como un medio, inspirado por aquella sirvienta o por la proximidad de la muerte.

    Alzó su brazo, firme y sin duda, sin temblor alguro, y forjó con los últimos resquicios de aquello que no podriamos llamar valor una afable mueca similar a una sonrisa, de alguien que estaba acostumbrado a observar y ordenar, acostumbrado a complacer sólo sus necesidades. Ofreciole apoyo a la dama y su mirada buscó indiscretamente sus profundos iris, sin decir nada.

   Más adelante en el camino, ¿cómo podrían imaginar lo que iba a suceder? Los árboles les tienden la emboscada, perfecta para que aquel ser los devorase, un terrorifico lobo que no habían tenido el placer de ver, y en el caso de Byron no quería tener el honor de hacerlo, mas...a medida que pasan los segundos, está más claro...como si la brisa y los susurros de las ramas lo anunciasen, arrastra un gruñido estremecedor y Byron contiene un escalofrio que silenciosamente recorre su columna vertebral, haciendo que se coloque, erecto y con el mentón en alto, la mirada en el horizonte de aquel mísero bosque.

   El miedo...hubiese agarrotado los músculos de Ethan en otra ocasión, pero tenía la necesidad de ser fuerte de espíritu y de voluntad, perseguido por la muerte el raciocínio era lo único que lo separaba de una carrera más bien corta hacia una casa cercana para que sus vísceras alimentasen a un demonio antes de llegar habiendo antes en agónico pesar desgarrado su yugular. Pero no podía permitirselo...asique, siguió ofreciendo su brazo a la dama, dispuesto a apresurar el paso, vigilante, sintiendose rodeado, pero con aquella hipócrita muestra de que no estaba preocupado, aquella hipócrita muestra...que sólo deseaba que los que estuviesen a su alrededor se vieran influidos por su calma...

   Sus palabras sonaron como un susurro delicado, como un látigo de seda:

     - Louisa os estará esperando, milady. - anunció en aquella mueca que pretendía ser una sonrisa y la seriedad no permitía que brotase, intentando apaciguar su espíritu colocando sus vistas al futuro, un futuro en el que no esperaba sino que unas fauces y unas garras los persiguiesen dandoles caza.

    Será mejor que nos apresuremos ... Quiso decir, pero la obviedad de sus palabras sólo espolearía la demencia y el caos. ¿Acaso se negaba a aceptar sus miedos, a aceptar el peligro?

  ¿Acaso alguien había desaparecido? ¿Acaso alguien se había perdido? Ethan...no lo sabía con seguridad...y no mostraba preocupación alguna por ello. Quizás para que no cundiese el pánico, o sólo porque nada le importaba salvo salir de allí, o quizás que las señoritas Hancock lo hiciesen.

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25/10/2009, 10:22
Anabel Cornwell

Cuando al fin todos llegan a la humilde casa de las Cornwell, Anabel no puede evitar sentirse más aliviada y al fin suelta el brazo de Alexander, al cuál había permanecido sujeta con más fuerza de la normal debido al temor de tener que andar por esos lares.
Ahora, en su hogar, todo se antojaba como una locura colectiva. ¡Esas criaturas no existen! Quizá habían creído ver más de lo que en realidad era...

-Muchas gracias a todos por acompañarnos- mira a todos los presentes uno por uno, agradecida a la par que cansada -¿Quieren tomar un té? Quizá les ayude a relajarse un poco... Si alguno lo desea pude quedarse hasta que amanezca- no puede culpar a ninguno de ellos por sentirse inseguro, aunque probablemente con la luz de un nuevo día todo cambiará. Al menos eso espera... ya son demasiadas las desgracias que se están acumulando en su casa y cada vez es más difícil seguir conservando la esperanza y, sencillamente, las ganas de seguir adelante.

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26/10/2009, 07:28
Alexander Varsatof

Cuando Anabel suelta su brazo le sonríe casi paternalmente, deja que todos entren a la casa y se queda un momento fuera, hasta que ve que no tiene mucho sentido y entra junto con el grupo, agacha un poco la cabeza para pasar por la puerta y no darse contra el marco, y mira a todos los presentes, cada uno algo ensimismados en sus pensamientos.

-A mi me gustaría mucho una taza de Te, muchísimas gracias Anabel

Mientras avanza hacia la mesa buscando una silla vacía se sienta, apoya los codos en la mesa y junta sus manos haciendo un triangulo, su frente se posa sobre sus manos y cierra por un momento los ojos pegando un leve suspiro, los abre nuevamente y desde esa pocion va mirando los rostros de los presentes con mas detenimiento, y sus ojos se detiene súbitamente en Elizabeth, recuerda de lo que hablaron en la iglesia y lo nerviosa que se puso ante su observación. Y comienza a sonreír y a reírse algo por lo bajo

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26/10/2009, 15:18
Damien Louis de Murvile

-Cierto, pues fue ella la que nos informó de la injusta cuarentena...- comenta Damien distraidamente tras escuchar el murmullo de Byron, sin percatarse de que probablemente su opinión poco importe debido al acercamiento del caballero entorno a la dama. La verdad es que las situaciones sociales y de agasajo no son precisamente su fuerte y ahora mucho menos, pues tiene otras preocupaciones más importantes a las que prestar atención.

-¿¿Han oído eso??- pregunta repentinamente, dando un pequeño brinco para adoptar nuevamente una posición defensiva en la dirección que cree oportuna mientras retrocede un par de pasos.
Él no conoce demasiado la zona así que apenas es consciente de donde se encuentran en estos momentos y por eso se limita a hacer gestos para que todos prosigan caminando más deprisa antes de que la posible criatura les corte el paso... y quizá más cosas.

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26/10/2009, 22:00
Edmund Banks

Edmund mira la escena, con sensación de estar fuera de lugar. Sonrie amablemente ante el ofrecimiento de Anabel:

- Si, yo también aceptaría una taza de té, si no es demasiada molestia. Su mirada se desvia hacia Sussanne, y pregunta suavemente: - ¿No sería mejor para usted acostarse y descansar? Han sido demasiadas emociones para un día.

Cuando ve al joven ruso reirse por lo bajo sigue su mirada, cruzando sus ojos con los de Elizabeth. Una triste sonrisa asoma a su rostro cuando pregunta al joven:

- ¿Por qué no comparte con los demás lo que le hace gracia? A todos nos gustaría tener algo de que reirnos.

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26/10/2009, 23:20
Claire Windsor-Hancock

La idea de caminar hasta casa no me encantaba pero era lo único que podíamos hacer. Las palabras de mi hermana me obligaban a responderle que yo también a ella pero no pude hablar, estaba como en shock y no sentía que tuviera el valor de decirle que creía que todo estaría bien. Observé a los caballeros que nos acompañaban, no sabía hasta que punto les agradecía su compañía, porque arriesgarse por cualquiera no era fácil, en especial por un par de niñas con dinero que a lo mejor ni sabían agradecer, eso era lo que la gente solía pensar de nosotras. Ojalá algún día alguien se diera cuenta de lo que en verdad éramos mi hermana y yo y que no fuera demasiado tarde. Sentí la mirada de aquel hombre que parecía más tranquilo que cualquiera a mi alrededor y luego, observé su brazo como un regalo de fé, una especie de acto con esperanzas que me decía: "caminemos juntos, nada va a pasar". Y yo quería creer que era así en verdad, así que me sujeté de su brazo con la mano temblorosa y las mejillas encendidas por el pensamiento que acababa de cruzar por mi mente.

-Y además de galante es guapo...

Cuando mencionó a Louisa me pareció una frase larga y dicha así, como un mero intento de tranquilizar la mano que sujetaba su brazo. Me giré a verle, a punyo de abrir la boca para decir una estupidez sobre la muerte y demás pero mis ojos se posaron en los suyos, sentía un nudo en la garganta, frío, mucho frío y sin embargo tenía las mejillas encendidas. Habría sonreído si otro hubiera sido el momento, miré hacia atrás apartando mi mirada de la suya por un instante, me di cuenta que el joven Avon no estaba pero supuse que había decidido apartarse pues si algo le hubiera sucedido, sin duda nos habríamos dado cuenta; fue justo cuando volvía a sus ojos para responderle que escuché la voz de Damien y asentí respecto de Louisa pero enseguida escuché aquellos gruñidos y la piel se me erizó de pies a cabeza, apreté su brazo no sólo con la mano que ya lo sujetaba sino con las dos.

-¡Santo Dios, esa cosa va a matarnos!-murmuré.

¿Qué era eso que habíamos hecho malo para que la vida nos castigara con la furia de un monstruo tras nosotros así? ¿Por qué habríamos de terminar así, tan jóvenes y sin haber conocido las cosas buenas de la vida? No podía evitarlo, sentía muchisimo miedo y no podía ocultarlo, creo que temblaba y él podría notarlo pero es que ¿quién era yo? Nadie, la hija menor de un viejo con dinero que casi nos había abandonado a mi hermana y a mí, por una mujer que ni siquiera llevaba nuestra sangre. Una lágrima resbaló por una de mis mejillas y luego otra, me giré sin detenerme a ver al señor Byron.

-Lo siento... Yo...-cerca de mí iba mi hermana pero no estaba segura de si podía oírme.-Yo no sé si lo conseguiremos, agradezco vuestra ayuda y vuestro interes pero quizás sólo os voy a atrasar si necesitamos huir, no ha mucho que me lastimé el tobillo y aunque...-apreté nuevamente su brazo, quizás hasta le lastimaría si fuese más fuerte pero no me daba cuenta.-Y aunque ya me siento mucho mejor, como podéis ver, no sé si conseguiré... Dios, voy a morir... Y tengo miedo.

Sentía que aquella bestia estaba mirándonos por todos lado, es más, en algúm momento llegué a pensar que era más de uno y mis manos se tornaron heladas. Mi cuerpo se movía más que nada siguiendo al señor Byron, respirando con pesadez, temía terminar ridiculamente desmayada, comprobando una vez más, como me había dicho el francés en el baile, que no era más que una niña tonta y mimada. Ni siquiera podía parar de llorar, me sentía perdida.

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27/10/2009, 05:03
Ethan Byron

  

  Ethan alzó la mirada cuando la dama lo hizo, y la dirigió hacia las sombras cambiantes de los árboles en busca de los gruñidos...o incluso...de algo más.

   Tener fe...es negarse a entender la verdad... y para Ethan sería un grave problema que Dios o el Demonio estuviesen tramando algo en aquel momento contra él. Su vida no solía plantearle dudas como aquella, dudas de si estaba bien todo cuanto hacía, pensaba o decía, si su mordacidad era motivo de castigo a los ojos de un ente divino o si...su aparente falta de moralidad iba en contra de los principios de un ser supremo. Comenzaba a preguntarse si...si no habría estado tentando a la suerte todo este tiempo, y ahora le enviaban pestes y asesinos como prueba. ¿Sería eso posible? ¿O pecaba como era habitual de cierto narcisismo y desproporcionado ego?

   Sus profundos ojos, abiertos de par en par escrutaron los rostros de sus acompañantes, y trató de imaginarse el rostro de aquel que faltaba. No lo dijo, pero posiblemente todos pensasen en buena parte como él.

   Mejor él...que nosotros...almenos entretendrá a la bestia y quizás...la sacie.

 Pero si era el estómago de Satán el que estaba rugiendo, entonces...entonces daba igual que corriesen con todas sus fuerzas. Podía no ser un hombre de armas, no ser valiente en combate, un héroe de guerra, pero Ethan eran valiente a su modo. Afrontaba su vida cada día con total sinceridad, y se veía repudiado en numerosas ocasiones tan solo por decir, sin mesura, lo que pensaba en cada momento. ¿Acaso no era la sinceridad una virtud? La experiencia le había negado como respuesta a aquella pregunta en infinidad de ocasiones.

   Un gesto disimulado de liderazgo y despotismo, que cada uno haga lo que tenga que hacer, y que responda a la realidad o la fábula como buenamente pueda...hacia el soldado, tenía un arma, tenía una responsabilidad, la misma que Byron aceptó cuando tendió su brazo a Claire, una responsabilidad que no iba a quebrantar ahora. Porque en definitiva se trata de eso...hay muchas formas de ser valiente aunque se esté equivocado, y no tiene porqué tratarse de actos humildes o de heroicidades.

  Cuando las manos de aquella muchacha apretaron su brazo hasta que notaba dolor, su mirada volvió al cauce de sus pequeños y brillantes ojos, como luceros en la noche oscura. Todos sabían más que él ¿Y dé que te extrañas? No deberías de estar aquí...no deberías...pero estás.

 

  - No va a morir. No hoy almenos. - Respondió Byron con una tranquilidad que le sorprendió incluso a si mismo, pues su estómago temblaba en el vacio y sin embargo los músculos de todo su cuerpo estaban tensos e inmoviles. No podía evitar que su semblante se volviese algo más pálido, pero en verdad aquella bestia le aterraba.

  Puede que hacía unas horas, poco más de un día. Hubiese echado a correr sin sentirse culpable, por pura lógica y eliminación, dejando que jugasen mientras el se ponía a salvo. Es...es posible. Pero algo había pasado entre tanto que había cambiado...almenos...un poco a Ethan Byron. Su lengua se contuvo para no afirmar improperios hacia parte de los presentes o incluso de otros que quizás estuviesen corriendo la misma suerte.

   No se puede explicar lo inexplicable...y nisiquiera Byron supo muy bien porqué decía aquello con sinceridad y no como una muestra más de su capacidad de manipular a los demás. La miró a los ojos y colocó su mano sobre la de Claire que sujetaba su brazo con fuerza. El contacto humano, tímido y exento de segundas intenciones.

  - No tema. Estaré con vos. -

  Aquel lord inglés...no había protegido nada en su vida, y si era una simple estrategia para burlar un castigo, era demasiado intensa para ser tan poca cosa.

 El tacto frio de sus manos le devolvió a la realidad, en la que la brisa helaba también su cuerpo y viendo las preciadas lágrimas recorriendo sus mejillas, suicidandose desde sus preciosos ojos en un trágico sino no pudo sino recogerlas con el índice, con la delicadeza de un artista, la yema de sus dedos acarició su piel sin intención de estimularla y asintio, acercandose para que no se sintiese sola.

  - Avancemos. Seamos fuertes ahora. La verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor.

 Y trató de sonreirla, para que se pusieran en marcha, las palabras eran para reconfortarla y también para hablar consigo mismo, para tratar de estar en comunión con sus decisiones que no eran...para nada fáciles. De forma furtiva observó a sus camaradas, esperando que estuviesen deacuerdo en caminar. La protección de un grupo numeroso achicaría a cualquier bestia por despiadada que fuera.

 

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27/10/2009, 11:49
Elizabeth Cornwell

Elizabeth, al llegar a casa, exhaló un leve suspiro de alivio...

Le parecía mentira que por fin pudiesen estar en el hogar... Casi danzó de felicidad al sentirse al salvo, y dio un pequeño giro alrededor al inspirar el olor familiar de la leña y de la casa en sí.
Posiblemente habría reído, de no ser porque su madre ya no estaba allí con ellas, puesto que poco le importaba el hecho de venir acompañadas...

Cuando Anabel ofreció té, la joven Cronwell, tras dejar su abrigo y sombrero, salió (algo despeinada) rauda a poner el agua. Su hermana mayor haría el té (lo hacía mil veces mejor que ella), pero al menos ayudaría con algo.

Tras arreglarse un poco el pelo (excepto un mechón rebelde), la joven volvió con los "invitados", quedándose de pie, por si necesitaban algo, tanto Sue, como Anabel...

Entonces el joven ruso la miró, y ella ladeó leve la cabeza, preguntándose el por qué de esa sonrisa y risa...
De hecho, iba a preguntárselo, cuando Edmund se adelantó a ello:

-Es verdad...-sonrió leve...-Yo también opto porque el señor... Uhm... Varsatof...? Señale de qué se ríe...-Medio entrecerró los ojos, pero sin parecer enfadada.-Así el tiempo se pasará más rápido a la espera del té...

Sin embargo, su mirada se dirige a la ventana, algo preocupada...

¿Les habrían seguido el rastro aquéllas bestias?

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27/10/2009, 16:53
Claire Windsor-Hancock

Quería creer en él, en sus palabras porque en el fondo siempre estábamos tratando de creer y siempre la vida terminaba poniéndote en situaciones que te hacían cuestionarte un mundo de cosas que terminaban por dejarte muy por debajo de tus sueños y esperanzas pero por regla general una se obligaba a creer, a pensar, a esperar, a desear. Dejé de apretar aquel brazo suavemente, asintiendo levamente con la cabeza, asegurándole con la mirada que estaba captando aquel mensaje y de que haría hasta lo imposible por mantenerme al paso de los demás. Su dedo rozó mi mejilla llevándose con la yema aquellas lágrimas.

La voz de mi padre me alcanzó clara y serena, de un día cuando aún era niña y corría por el jardín de nuestra casa en Inglaterra. Un día que el reía y era feliz, cuando mi madre aún vivía y yo jugaba a ser un animalito corriendo en el bosque y mi padre jugaba a atraparme; había tropezado y me había hecho daño en las rodillas, sangraban y mi padre me abrazó, me sentó en su regazo y me aseguró que todo iba a estar bien, que no iba a morir, al menos no aquella tarde. Recordé sus ojos dedicados a mí, amorosos y sin todo ese rencor que su actual mujer había sembrado para con nosotras. Me quería quedar con aquella imagen en todo caso.

-El amor...-sonreí.-Al menos ha tenido la oportunidad de conocerlo.

La frase no fue un intento de recriminación, no fue tampoco la busqueda de algo que reconfortara mi alma en torno a la ausencia de aquel amor romántico con algún caballero; no, simplemente era alegrarme por algo en ese momento. Algo verdaderamente bueno, al menos para el señor Byron. Caminé a su lado, si bien con el miedo golpeando mi nuca, apretando mi espalda, caminé lo más ligera que podía porque otra cosa no podía hacer pero cada paso era una batalla, congelarme y dejar que sucediera quizás lo sucedido al señor Avon, era lo que me parecía más atinado para que los demás pudieran salvarse pero no, no iba a detenerme. No colgando del brazo de Ethan como lo hacía en ese momento.

-No puedo rendirme ahora, Mary Ann no se va a rendir y además... Bueno, ella es mucho más valiente que yo pero no puedo dejarle sola y Byron ha sido tan amable, yo no debo...

Bajé la mirada unos instantes, intentando ignorar -cosa imposible- la cosa esa que rugía a nuestras espaldas o Dios sabía donde. Deseé estar en casa, al lado de Louisa observándonos desde el sillón al lado de la hoguera mientras tomaba el té al lado de Ethan; si, prefería mil veces permanecer bajo el escrutinio de Louisa que estar allí en lo que parecía en ese momento el medio de la nada y claro, prefería compartir un té con el señor Byron que compartir aquel miedo paralizante a la bestia que nos acechaba. Sentía un nudo en la garganta, aunque no lloraba mis ojos estaban vidriosos y el deseo de correr más fuerte que nunca se mantenía en mi corazón pero mis piernas no habrían obedecido. Sólo esperaba llegar pronto.

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27/10/2009, 17:52
Alexander Varsatof

Esconde la risa cuando lo intiman a contar de que se ríe, abre la boca para decir algo pero no sale nada de vos, la cierra y guarda unos segundos de silencio como pensando cuidadosamente la respuesta.

-Solo e recordado algo de la charla que tuve con la señorita Elizabeth y no e podido evitar recordar cuando la vi, disculpen mi falta de respeto los aquí presentes por reírme solo... pero me pareció tan tierna lo nerviosa que se puso la señorita cuando le dije que entre todos los reunidos en la iglesia había visto por lomenos 3 caballeros que estarían encantados en comprometerse con ella

Y le sonríe inocentemente a todos

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28/10/2009, 15:01
Edmund Banks

Edmund mira pensativo al señor Varsatof. Luego posa sus ojos en Elizabeth, con la misma sonrisa triste de antes, y finalmente desvia la mirada hacia la ventana. En un intento de cubrir su apuro habla despreocupadamente:

- Si, es probable que muchos hombres desearan comprometerse con tan valerosa joven. No se disculpe por reirse, señor Varsatof, sólo le he preguntado para relajar un poco el ambiente. Estoy seguro de que todos agradecemos cualquier comentario que nos distraiga y, si además nos hace reir, mejor.

Se dirige hacia Anabel, que está terminando de preparar el té. Y le habla en tono formal:

- ¿Quiere que la ayude a servirlo? Estoy acostumbrado a hacerlo en mi casa.

 

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28/10/2009, 18:43
Anabel Cornwell

-¿¿De veras?? Nuestra pequeña está hecha toda una rompecorazones- responde Anabel con el mismo tono de humor que la primera risa generada por el ruso, dedicándole una sonrisa traviesa a Elisabeth antes de ayudarla a transportar a Susanne hasta su propia habitación para que pueda tomarse allí su merecido descanso y se recupere así con mayor prontitud, quizá acompañada por Collins.

Pronto ambas vuelven a estar en la planta inferior y se dirigen a la cocina, donde el té no tarda demasiados minutos en estar listo. Por desgracia no hay mucho que ofrecer de acompañamiento pero probablemente sea suficiente con algo caliente.

-¿Sirve el té en su casa?- repite totalmente perpleja cuando Edmund se interna en la cocina, gesto ya de por sí llamativo -C-claro, toda ayuda es bienvenida...- acaba cediendo de inmediato con un tono más suave, agradecida, y le tiende la bandeja cubierta de pequeñas tazas y cucharillas con una sonrisa mientras ella se limita a encargarse de la tetera para servir su contenido una vez cada uno ha cogido su recipiente de manos del sr. Banks.

Al final, ella misma se deja caer bastante abatida sobre el amplio sofá, dirigiendo una mirada de soslayo al exterior antes de volver a centrarse en el interior de la sala.
-Si tienes tantos pretendientes no sería mala idea que empezaras a pensar seriamente en uno de ellos...- comenta de repente mirando a su hermana menor con naturalidad. Sería magnífico teniendo en cuenta la situación actual de la familia. Si ella tuviera alguno no lo dudaría.

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28/10/2009, 20:03
Elizabeth Cornwell

Elizabeth se gira de repente a Alexander, con expresión entre avergonzada y furiosa...

Parece que fuera a decir algo, pero, sin embargo, cierra los ojos, para luego abrirlos, algo más calmada...
Debe recordar que allí hay más personas presentes...

Echa una mirada rápida a Lord Spencer, para luego volver al ruso, después a Edmund que también ha hablado, y a Anabel, que ha escuchado, por supuesto, lo que ha dicho Varsatof...

-Eh... ¡Pero qué decís, señor! Estoy segura de que... Exageráis...-inspira leve para que no se le vaya el tono y dejar que su hermana Sue descanse tranquila.-Nada más lejos de la verdad...-sonríe de lado.-No creo que tal cosa realmente suceda...-aunque el rubor de las mejillas (más que odiado por su dueña, puesto que detesta mostrarse sensible) no desaparece...

Y menos aún cuando su hermana mayor dice lo de tormarse en "serio", a los "inexistentes" pretendientes...

-¡¿Qué?!-Se le escapa sin querer un tono más alto de lo normal, por lo que, rápidamente se lleva la mano a los labios, nerviosa...-N... No creo que haya nada serio, hermana... El... El Sr. Varsatof estoy segura de que sólo bromeaba...-lanza una pequeña mirada fulminante al susodicho, de forma que sólo él se entere de tal acción.

La pequeña de las Cornwell se siente algo acorralada, y no entiende por qué está tan sumamente nerviosa...

"Encima... Tenemos al Lord aquí... Seguro que pensará que esto no está bien así..."

Estruja su vestido de forma casi imperceptible, para calmarse así, y no mostrarse tan fuera de lugar. ¿Desde cuándo le importaba lo que los demás pensasen de ellas?

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28/10/2009, 23:44
Alexander Varsatof

Ve el efecto en cadena que causaron sus palabras y la reacción de los presentes, se recuesta sobre la mesa y cruza sus brazos, con una mirada algo sorprendida que se la quita de un plumazo Elizabeth con su mirada fulminante, pero Alexander no es amedrentado y le sonríe con una actitud respondona a Elizabeth.

-No, no exagero, yo soy uno de los 3, que me encantaría comprometerme con usted señorita Elizabeth, pero se que me rechazara, no es así señorita Elizabeth? una lastima, pero tal ves los otros dos caballeros tengan mas suerte

Sonriendole comprensiva mente