Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo V

Cargando editor
10/05/2010, 18:52
Francis P. Spencer

Francis sonríe y permanece un rato en silencio, tendido sobre la hierba, amparado por la intimidad que proporciona la pequeña formación de árboles, tranquilo, disfrutando de los sonidos de la naturaleza y contemplando a Liz mientras sonríe de forma tierna.

-No...

Alza una mano y acaricia el rostro de Liz de un modo muy suave y delicado, sin interrumpit el contacto visual.

-No. Está claro que hoy he ganado yo.

Se siente tentado de besarla de nuevo, pero en lugar de ello se recuesta sobre el suelo, sintiéndose en paz. Si ella no quiere mostrarle su obra tendrá sus motivos, y Francis no lo toma como una muestra de desconfianza. De modo que opta por dejar que ella haga lo que quiera y disfrutar del momento. Pronto se acabaría esta paz recién encontrada y entonces tendría que volver a su habitual papel de propietario serio y respetable.

Cargando editor
10/05/2010, 20:32
Hypatia

Edmund se había acercado a Anabel y ambos, mientras observaban por la ventana, comentaron nuevamente acerca de Liz y Sue. Anabel no podía dejar de mostrarse aprehensiva con ambas, le preocupaban ellas, en especial la menor pues sabía que, aún cuando ésta se negara a admitirlo, tenía sentimientos hacia Lord Heddington.

Desde la ventana ambos pudieron observar cómo las jóvenes entablaban conversación con los caballeros. Las prisas de Liz por marcharse, recogiendo sus dibujos con premura y a Sue intentando contenerla; vieron a Francis descender de su montura mientras que Patrick permanecía en lomos de su corcel. Liz que no tardó en marcharse y Francis que fue tras ella. Sue los observó partir, continuaba sentada sobre el césped mientras que Patrick, calmo, desmontó. No amarró ninguno de los caballos, los dejó libres para que pastaran y ambas bestias no tardaron en comenzar a hacerlo. Pudieron ver cómo el irlandés se acercaba a Sue y se sentaba junto a ella, no pudieron apreciar mayores detalles dada la distancia, pero sí que notaron que él nada hizo que pudiera considerarse una falta de respeto y pudieron ver, sin dudarlo, el beso que ambos se daban y fue en ese momento que ambos apartaron la vista, temerosos quizás de estar violando la intimidad de la pareja.

El ladrido de un perro llegó a sus oídos, lejano, sin duda el can había visto a su amo, Francis, y le daba la bienvenida. A ese ladrido siguieron risas, las de un hombre y una mujer. Anabel supo que esa mujer no era otra que la menor de sus hermanas. Sonrió. Tal parece que las vida, al fin, se dignaba a sonreír a las hermanas.

Cargando editor
10/05/2010, 21:58
Hypatia

Ambos se habían quedado allí, tumbados en la hierba, con los ojos cerrados, uno al lado del otro, dejando que el sonido de las hojas meciéndose al compás del viento los adormeciese. Escuchando sus respiraciones, la de él todavía más agitada que la de ella, relajados, sonrientes, felices, disfrutando de la tibieza de los rayos del sol sobre sus rostros cuando de pronto el inesperado y potente ladrido de uno de los perros de caza de Francis los hizo sobresaltar y al abrir los ojos su dueño se encontró frente a frente con el rostro de su mastín negro que, animado, batía el rabo y amenazaba con lamerle el rostro… De hecho la amenaza no tardó en hacerse realidad y a la escena la acompañó la más espontánea de las carcajadas surgidas de boca de Liz, carcajadas que no tardaron en ser acompañadas por las de Lord Heddington quien, con gran esfuerzo dada la envergadura del animal, intentaba apartar a éste.

No podía enfadarse con el pobre can, que, aunque imponente como el que más, era extremadamente dócil con su amo y no pretendía otra cosa más que jugar.

//todoanimales.info/wp-content/uploads/2007/05/mastin-napolitano.JPG” no puede mostrarse porque contiene errores.

Notas de juego

El nombre se lo pones tú, Francis xDD

Bueno, les doy más para divertirse, seguro algo se les ocurre. Como sea recuerden que ya es hora de comer y que de seguro los están esperando.

Cargando editor
10/05/2010, 22:37
Susanne Cornwell

Ella siguió con la mirada a su hermana, que, escurridiza como la que más, no tardó en encontrar el momento para apartarse. Meneó la cabeza de un modo casi imperceptible. Otra vez Liz había evadido la conversación, mas, para su agrado, Lord Heddington decidió seguirla y Sue sonrió, esta vez cómplice, mirando a Patrick.

No dijo nada, mantenía la mirada fija en la de él, casual, distraída. No eran necesarias las palabras, le bastaba con su cercanía. Patrick se sentó junto a ella y cogió su mano. Ella sonrió y jugueteó con sus dedos acariciándolos con suavidad.

Cerró los ojos, dulce, despaciosa, cuando la mano de él le acarició el rostro y la besó, para abrirlos luego con igual lentitud, mirarle a los ojos y verse reflejada en ellos. Le acarició también el rostro, dibujando con su pequeña y aparentemente frágil mano, las líneas del rostro. No decía nada, pero a la vez lo decía todo. Era feliz.

-En sólo tres días me convertiré en la señora Collins -dijo con una sonrisa que le iluminaba todo el rostro-… Estoy nerviosa, espero que todo salga bien…

Se mordió el labio y volvió a tomar su mano aunque lo que deseba era que él la abrazara y quedarse acurrucada junto a su pecho.

-Patrick… -pronunció su nombre casi en un susurro, como si temiera decir lo que venía a continuación- Sabes… yo… bueno, que me he estado preguntando a dónde iremos después de casarnos -bajó la mirada-. No hemos hablado de eso y no es que me preocupe, yo voy a donde tú vayas, pero es que quisiera saber si tendré que despedirme de mis hermanas o no…

Cargando editor
10/05/2010, 22:46
Edmund Banks

Edmund algo avergonzado por lo que acaban de presenciar, baja la voz sonriendo a Anabel:

-¿Quieres que os deje solas? Puede que tengais muchas cosas que contaros....

Cargando editor
10/05/2010, 22:48
Francis P. Spencer

Francis recibe al perro con alegría tras el susto inicial, apenas manteniéndolo bajo control como buenamente puede. Saluda al animal con risas y pruebas de amabilidad.

-¿Baruch! No se te puede dejar solo, ¿eh?

A duras penas consigue alejarlo de Liz, quien también ríe ante la escena.

-Disculpa a mi perro, en ocasiones peca de exceso de confianza.

El mejor amigo del hombre, sin duda. Tras acariciar al perro un buen rato, Francis se levanta, y ofrece su mano a Liz para ayudarla a incorporarse a su vez.

-Supongo que esto es una señal de que deberíamos volver. Tus hermanas mayores deben saber también lo que ya te dije antes.

Mucho más cómodo pudiendo prescindir del trato de formalidad, la sonrisa de Francis se torna levemente apesadumbrada cuando su compañera está en pie.

-A vista de todo el mundo, tendré que volver a... ponerme mi "máscara". Espero que no me lo tengas en cuenta.

Notas de juego

El nombre del perro es lo primero que se me ha ocurrido, es por Spinoza.

Señora directora, ¿cómo hago para reunir a todo el mundo?

Cargando editor
10/05/2010, 23:13
Hypatia

En la casa están Anabel, Edmund, la señora Spooner (el ama de llaves) y la servidumbre. Patrick y Sue aún siguen en el exterior pues están hablando sobre su futuro juntos.

Anabel y Edmund han oído los ladridos del perro (demasiado potentes para no oírlos, además presupuse que no estaban tan alejados de la casa como la otra pareja) y las risas. Anabel ha reconocido la risa de Liz. Ambos saben que posiblemente ustedes estén juntos porque lo han observado todo desde la ventana (vieron a Liz marchar y a Francis salir en la misma dirección).

Por todo lo anterior pueden escribir ya en la casa marcando a ustedes cuatro como destinatarios. Con Patrick y Sue no cuenten hasta que yo les incluya.

Tienen carta blanca para escribir.

Cargando editor
11/05/2010, 00:55
Elizabeth Cornwell

Divertida con la repentina aparición del perro, Liz casi olvidó el tema de los bocetos y de mostrar aquél "en especial".
En realidad, en lo profundo de su ser, estaba segura de que habría otra ocasión para dárselo, habiéndolo retocado previamente.

Allí en la hierba en el bosque, uno podía disfrutar realmente de la naturaleza y la tranquilidad que les rodeaba...

Pero comprendía que el Lord era un hombre atareado, y que no siempre iba a poder tenerlo para ella sola... Lo cual si bien le molestaba un poco, tenía que aprender a superarlo como fuese...

Aún riendo, Liz miró a Francis, con sus largos y lisos cabellos recogidos en un moño, algo alborotados y lleno de hojas secas en los mismos...

-Oh, vaya... Entiendo...-señaló perdiendo un poco la sonrisa de antes, para luego volver a un gesto algo travieso, y acercarse un poco más a él, mirándole fijamente...

-Entonces... Quiero llevarme un recuerdo por cada momento en que os libréis de esa horrible máscara...- y sin previo aviso, Liz, poniéndose de puntillas, le besa de forma suave y dulce en los labios...

Cuando se separan, Liz sólo atina a decir, con las mejillas ardiendo:

-¿Lo he hecho bien así...? Sé que no es propio... Pero... Luego tendré que aguantar formalidades que... Me aburrirán... Sólo quería... Disfrutar una vez más de esto...

Sonríe, y le toma de una mano, para luego apoyar su cabeza en el pecho de Francis...

Tras ello, recoge sus dibujos, y está dispuesta a seguir a Francis a donde sea...
Se pregunta qué decirle a sus hermanas y cuando...

Primero había que arreglar los "asuntos más importantes", y luego...
Luego pensaría en ello...

Cargando editor
11/05/2010, 01:27
Francis P. Spencer

Francis vuelve a sentir el calor del beso de la joven, y sonríe cariñosamente ante su comentario posterior.

-Hay cosas que es imposible hacer mal.

Tras el comentario vuelve a acariciar su rostro cuando ella ya ha recogido sus cosas, y aprovecha para arreglar un poco su pelo y sus ropas, para que tenga un aspecto más presentable, más como el de una "señorita", pues si bien sabe que a ella no le agrada dicha condición se deben a la norma del mundo en que viven.

Contento y preguntándose cuándo volverían a disfrutar de un momento de soledad, Lord Heddington inicia la marcha, acompañado de Elizabeth, y dedica un despreocupado silbido al fiel perro para que les siga. El perro les acompaña durante el camino para separarse a la entrada, sin duda más cómodo entre la naturaleza. Sabios animales los perros, y con frecuencia mucho más libres que sus dueños.

El caballero se siente, pese a su alegría, lleno de dudas. En primer lugar, ¿cómo reaccionarían Annabel y Sue al conocer lo que acaba de ocurrir entre su hermana pequeña y él? No está muy seguro de lo que las hermanas piensan de él, y aunque sabe que Liz no necesita la aprobación de nadie, está claro que si a alguien debe respeto es sin duda a sus hermanas mayores. Además, ¿qué harán cuando todo acabe? Liz es joven, ¿renunciaría a su juventud por él? Francis no tiene derecho a reclamarlo. ¿Qué les depara el futuro? ¿Qué hacer a partir de ahora?

Cargando editor
11/05/2010, 01:45
Francis P. Spencer

Francis y Elizabeth entran en la casa, el noble de nuevo con su habitual porte autoritario y la joven con una inusual compostura. No encuentran a nadie en el recibidor. Francis supone que Patrick y Susanne no habrán llegado aún y estarán disfrutando de la merecida intimidad de los prometidos. Pero, ¿y el resto?

Lord Heddington esperaba aprovechar la comida para deliberar y decidir. Hay asuntos que merecen ser tratados en colectivo. Y cuanto antes se entere todo el mundo, menos se perturbarían los planes de la inminente ceremonia. Además es muy posible que las noticias sean bien recibidas por las hermanas, o al menos por la mayor de ellas, pues seguramente Patrick haya hablado con su futura esposa.

-¿Dónde está todo el mundo? ¿Señora Spooner?

Notas de juego

Perdón por el doble post, pero dadas las circunstancias me pareció lo más indicado.

Cargando editor
11/05/2010, 19:09
Anabel Cornwell

-Me parece que mis hermanas ya están ocupadas, dudo que quieran hablar conmigo precisamente ahora...- respondió a Edmund riendo por lo bajo mientras se apartaban de la ventana -Pero seguro que tienes mucho que hacer y no quiero entretenerte. Probablemente yo acabe en la cocina- ya no faltaba mucho para que los últimos detalles de la boda estuvieran preparados así que lo único de utilidad que se le ocurría era comprobar que todos los ingredientes estaban dispuestos.

-Oh, Lord Heddington nosotros estamos aquí- le indicó al noble al distinguir su voz, presentándose al cabo de poco frente a él... y frente a su hermana menor, a la cual sonrió -Creo que la sra. Spooner no ha parado ni un segundo desde que se ha levantado. Debería ordenarle que respose unas horas o no descansará- negó ligeramente con la cabeza pero estaba claro que se encontraba de buen humor y su tono resultaba distendido.

Cargando editor
11/05/2010, 19:39
Elizabeth Cornwell

Elizabeth con sus dibujos entre las manos, aferrándolos como si llevase su propia vida en ellos, entra en la mansión, de forma bastante tranquila.

Sonríe de lado cuando nadie parece estar por allí, y casi le iba a responder algo a Francis, cuando se escucha la voz de su hermana mayor llegando.

Anabel le sonríe, y ella devuelve el gesto, de forma dulce, mientras que en sus ojos se posa un brillo travieso, al ver que el Sr. Edmund también está por ahí.

Aguardó a que el Lord se pronunciase cuando creyese oportuno, mientras sus pensamientos se dirigían hacia otra parte. Miró por la ventana, definitivamente sintiéndose en otra dimensión...

Cargando editor
11/05/2010, 21:04
Francis P. Spencer

Lord Heddington se sobresalta moderadamente ante la llegada de la mayor de las hermanas.

-¡Vaya! Buenos días, señorita Cornwell, señor Banks. No he tenido la oportunidad de saludarles tras volver de la ciudad.

No tarda mucho en comprobar la frenética actividad de la señora Spooner, a la que también saluda.

-Señora Spooner, for favor, haga caso a la señorita y relájese. Ya sabe que al final siempre acaba sobrando comida.

Le dedica una amable sonrisa que extiende al devolver el gesto a los demás. Se encuentra de buen humor, mucho mejor de lo que los presentes acostumbran a ver. Al menos la mayoría de ellos.

-¿Tienen idea de dónde se encuentran el señor Collins y la señorita Susanne? No querría demorar el almuerzo, pues tengo una noticia que darles.

Y añade, como queriendo quitarle importancia:

-¿Qué tal se les ha presentado la mañana?

Cargando editor
11/05/2010, 22:08
Edmund Banks

- Atareados con los preparativos de la boda, pero parece que todo está ya en orden. Sólo nos queda esperar que el tiempo decida sonreir a los novios.

Edmund por su parte, sonrie ligeramente a la pequeña Elizabeth, tratando de no resultar demasiado descarado. Su mirada se desvia hacia Anabel... lamentando no ser tan osado como el lord.

No hay prisa.

Cargando editor
12/05/2010, 22:53
Mr. Windsor-Hancock

El señor Windsor-Hankock encendió su pipa y dio a ésta una larga calada mientras oía a su interlocutor, observándolo. Le sonrió, afable.

-Espero que se esté sintiendo como en casa, milord, ruégole disculpe que tardara tanto en concederos esta entrevista, pero tenía asuntos que atender y, en especial, debía asegurarme que las cosas en el pueblo estaban calmas tanto para usted como para todos los que se vieron envueltos en tan confusos hechos… en especial por mis hijas, usted comprenderá que ellas son la mayor de mis prioridades.

El señor de la casa dio un sorbo a su copa antes de continuar.

-He intentado averigüar si se ha visto u oído algo sobre esa… ¿cómo llamarla?... bestia que los atacó, pero parece ser un secreto guardado bajo siete llaves. Como sea he logrado averigüar que la orden de cuarentena jamás existió, ese doctor había dejado de trabajar para la corona hacía meses, de hecho tenía órdenes de la reina de cesar en sus funciones como médico en todo el reino. Lamentablemente la noticia no se extendió con la premura necesaria, no en nuestro círculo al menos, y logró, coludido con el señor Avon, conseguir que soldados fieles a la corona siguieran sus órdenes y se armara todo este caos.

Dejó la copa sobre la mesa y se puso de pie, dando la espalda a su invitado para observar a través de la ventana.

-Hay cosas, milord, que escapan a la comprensión humana y ésta, me temo, es una de ellas -dijo claramente refiriéndose a la sobrenatural experiencia.

Ofreció a Byron un puro, desconocía si éste fumaba o no, pero dejó la caja abierta por si éste decidía aceptarlo.

-Sois hombre sensato, milord, es una cualidad que valoro en las personas… y necesaria cuando a mis hijas se refiere -pensó.- Coincido con usted, el señor Lésdiguièrs no me resulta persona de confianza, es un buscavida, un vividor que, aunque educado dentro de lo que cabe, no es la clase de persona que quiero se relacione con mis hijas -esbozó una sonrisa-, no así usted, milord, que ha demostrado ser hombre digno para cualquiera de ellas -hizo una leve inclinación con la cabeza a modo de aprobación-… Si vuestro deseo es cortejar a la menor de mis hijas cuenta con mi aprobación.

Cargando editor
12/05/2010, 23:10
Mrs. Windsor-Hancock

La madrastra de las Windsor-Hancock ya se estaba aburriendo del paseo, así como de las chicas y el francés, pero quería guardar la apariencias de que se preocupaba por sus hijastras, como toda buena esposa haría, para su marido. Sin embargo, la única preocupación real de la señora era conservar el dinero de la familia y emparejar a una de las chicas al menos con alguien de sociedad. Aquello era algo que venía rumiando en silencio desde antes de venir a Windfield y, pensando en que quizás no habría momento más oportuno para tirar la propuesta, posó su mirada en Claire un instante antes de hablar. Cualquier ser humano hubiera visto fuego en sus ojos mientras lo hacía, pero dado que esa mirada fue acompañada de la más suave y dulcemente fingida voz, difícilmente fuese notorio para nadie salvo para ella.

-¡¡Ah!! Hablando del amor y todos esos menesteres. Hija debo decirte que, si bien no he hablado aún con tu padre, he decidido que es hora de que sientes cabeza.

Miró a Jean con algo de desprecio y prosiguió, esta vez dirigiéndose a él.

-Señor Lésdiguièrs, si me permite, quiero unos minutos para hablar con la menor de mis hijas. Mary Anne puede acompañarlo el resto del paseo, después de todo hace un día muy bonito. Además, si es o va a ser nuestro jardinero… ¿No sería correcto que admiraseis mejor nuestra belleza natural en un día tan pleno? -sonrió, maliciosa-. Bien, bien… ¡Retiráros! -se golpeteó la palma de la mano con el abanico para infundirles prisa- ¡Vamos, vamos, que el día es corto y las tareas largas!

La señora Windsor-Hancock esperó que Mary Anne y Jean se retiraran tal cual había pedido; cualquiera que tuviera trato con esa mujer, y las chicas más que nadie, sabían que sus pedidos eran órdenes: órdenes tiranas e infranqueables, como la misma dama.

Cargando editor
13/05/2010, 08:55
Mary Ann Windsor-Hancock

Mary Ann iba a añadir algo pero miró a su hermana, no quería fastidiarla, y si para ella el Señor Byron era importante, ella la apoyaría. Espero a que su hermana le diera el visto bueno para dejarla sola con aquella horrible mujer. Si acaso su hermana titubeara, daría la mejor de las excusas para no apartarse de su lado. Sabía que podía sola arreglárselas con aquella odiosa señora, pero aún así espero su gesto.

Cargando editor
15/05/2010, 09:17
Anabel Cornwell

-Oh, ambos están afuera disfrutando un poco de su intimidad pero seguro que enseguida entran, sobretodo si servimos la comida- rió por lo bajo y observó inquisitivamente a su hermana cuando Spencer mencionó que tenía que dar una noticia. ¿Tendría algo que ver con Elizabeth...? Era posible y eso conseguía que se pusiera nerviosa, al menos hasta tener una confirmación, pero aún así lo disimulaba bastante bien.

-El día está siendo muy... productivo, según parece- su expresión se mantenía un tanto pícara mientras empezaba a caminar en dirección al salón para tomar asiento. Por su cabeza ya se estaba cruzando la idea de celebrar una boda conjunta. Sería estupendo...

Notas de juego

Edité el post y cambié lo del "desayuno" por comida y lo de "la mañana" por "el día". Recuerden que son poco más de las 14:00 horas.

Gracias.

Cargando editor
15/05/2010, 21:05
Hypatia

La mirada que Darla dio a Mary Ann fue fulminante, estaba claro que a la mujer no le agradaba para nada que le llevasen la contraria, mucho menos que lo hiciera alguna de esas jovencitas.

No hubo gesto alguno de parte de Claire y Mary Ann, sabiendo de lo que podía ser capaz Darla, optó por alejarse a regañadientes. No le gustaba dejar a su hermana a solas a merced de su madrasta, pero bien sabía que era mejor dar el brazo a torcer con ésta en algunas ocasiones o las consecuencias para ellas podrían a llegar a ser nefastas y no quería ser ella la causante de que su hermana pasara un mal rato.

Se alejó en compañía de Jean, compañía que dado el tenor de la reciente conversación distaba mucho de ser grata. Caminaba y cada cierta cantidad de pasos volteaba a mirar a su hermana pero ésta no tardó en dejar de estar visible para sus ojos.

Cargando editor
15/05/2010, 21:06
Mrs. Windsor-Hancock

Darla caminaba con ese aire altivo y soberbio tan característico en ella. Se abanicaba de vez en cuando para refrescarse, aunque por el gesto adusto de su rostro cualquiera diría que algún aroma le molestaba.

Mary Ann y Jean estaban fuera del alcance de su vista. Darla caminaba, silenciosa, mas de pronto rompió ese silencio con su voz que, aunque odiada por Claire, no dejaba de ser seductora y difícilmente la hacían pasar desapercibida.

-Tengo entendido que mostráis cierta predilección por Lord Byron -comenzó a decir con un dejo de ironía-, posáis vuestros ojos muy alto, pero no me parece mal, sin embargo no es a él a quien tengo en mente para vos. Como os dije ya es hora que sentéis cabeza y os vayáis sacando tanto pajarillo de la cabeza.

Clavó sus ojos en el rostro de Claire, esperando, con goce, la reacción de la muchacha. Estaba segura que a ésta no le agradaría en lo más mínimo lo que acababa de decir y disfrutaba con ello, todo lo que significara provocar malestar a sus hijastras producíale un singular placer.

-Un almirante, recientemente jubilado y oriundo de estas tierras, desea asentarse en esta parte del mundo y su único hijo y heredero ha expresado su interés por vos -hizo una breve pausa en espera de la reacción de Claire antes de continuar, no porque su reacción le importase sino porque estaba segura le iba a resultar divertida-. El almirante tiene una fortuna considerable y no hay en Winfield candidato mejor que su hijo para vos. Vuestro padre estará de acuerdo conmigo, siempre lo está, por lo que ese compromiso podéis darlo por hecho.