Partida Rol por web

Me acequé a la joven que había tocado una parte de mí en el transcurso de estos días tan intensos desde que le conocí. El brillo en sus ojos era aún mayor de lo que recordaba. Su dulzura celeste permanecía allí, como el lucero de la tarde, pero estaba aún más bonita, de ser eso posible.

"¿Una reunión con su padre? pero si hacía poco yo había ya tenido una?"

Sin embargo, debido a la alegría con la que Claire me estaba diciendo esto, algo en mi interior me susurró que vendrían buenas noticias.

-Tu rostro es aún más precioso de lo que lo recuerdo con la felicidad irradiando cada poro de tu cara.

Le digo y, acto seguido, dejo que me dirija a la estancia de su padre. Tengo la clara impresión de que la situación está cambiando para favor y eso me agrada mucho. No querría unirme con Claire de alguna manera que a ella la dejara mal parada con su familia. Aunque la amo, eso es seguro. Ella ha cambiado mi corazón.

-Bueno hija, entonces solo dile al joven que la boda se corre hasta que vosotros tengáis la oportunidad de conocerse mejor.

El padre de Mary Anne besa a su hija dulcemente en la frente, luego se levanta y dice:

-Vé Mary Anne, yo tengo que esperar a Byron para charlar unas palabras con él y de paso debo informarle al señor Walter, el tío de Ben, que su boda con mi hija más pequeña ha sido cancelada. También debo decir unas cuantas palabras a Darla pero... realmente ahora, no deseo una confrontación con ella. Solo quiero disfrutar un poco el aire de tranquilidad que se respira en esta casa, por primera vez en tantos años.

El señor Hancock sonríe dulcemente, se lo vé rejuvenecido. Incluso el aire del cuarto parece haberse iluminado más, como si las propias paredes sintieran la presión disminuir después de todos estos años.

No pude evitar sonrojarme de inmediato antes sus palabras pero sin dejar de sonreír me colgué de su brazo.

-Le he confesado a mi padre lo que siento por vos... Y bueno, me siento mucho más tranquila al respecto.

Caminaba con él rumbo a donde había dejado a mi padre.

-Y no lo sabéis aún pero él también está enamorado...-musité sin decir nada más.

Ansiaba llegar a donde mi padre, pronto.

Claire y Byron llegan al estudio del señor Hancock que está despidiendo a Mary Anne con aire dulce y paternal. Al ver a la joven pareja el hombre se apresura a decir:

-Cariño, vé con tu hermana afuera un momento. Deseo tener unas palabras con el señor Byron ahora. Si por esas casualidades vuestra madrastra tiene algo que objetar díganle solo que perderá Residence Mannor, ella sabrá de lo que hablo y os prometo que no habrá dificultades.

Mary Anne se levanta y se acerca a Claire, llena de noticias buenas. El señor Hancock entonces le hace un gesto a Byron para que ingrese al estudio y luego le pide a las chicas que los dejen solos por un momento. Las jóvenes ahora no tienen por qué sentir el menor temor hacia los designios de su padre.

Salí con mi hermana y con la cara sonriente, ella estaba igual.

-¿Qué está pasando? Tienes que decírmelo todo... Y yo te contaré un secreto...

Mis ojos se llenan de estrellas de la emoción de saber nuestras vidas trastocadas de la amargura y la tiranía de Darla, a la felicidad de nuestro padre y el amor.

-Padre me ha bendecido por la decisión de casarme con Ben. Sólo le he pedido tiempo para conocerlo mejor, pero realmente él me gusta. Es todo lo contrario a un petulante de sociedad. Es un hombre claro, que no tuvo problemas en decir lo que pensaba y...

Le susurro en confidencia:

-Hasta se río de Darla. ¡No sabes lo feliz que soy hermanita! Yo, luego de mi desencanto con Jean, tú sabes... yo hubiera querido que él... pero ya está. El pasado está atrás. El futuro nos sonríe hermana.

La abrazo con emoción.

Estaba feliz por mi hermana y por mí también, es que no podía ser nada mejor.

-Bien, estoy muy feliz, lo mereces. Sabes que si-la abracé y la aparté un poco en un rincón.-Creo que padre aceptó lo mío con Byron y además, está enamorado-esperé un poco por la reacción de mi hermana.-Pero no de Darla, sino de Louise y va a dejar a la bruja amargada esa.

Sonreí, estaba radiante.

Entonces ella también lo sabía, mi felicidad era doble.

-Es cierto. Es maravilloso. Louise ha sido tan buena, además, hermanita, debes reconocer que ella fue la causa de que conocieras a tu guapo candidato. Ella fue a buscarlo aquella vez que estábamos encerradas en la iglesia.

Mis ojos estaban llenos de alegría. Tenía deseos de llorar pero de la emoción y de que el destino haya cambiado después de tanto tiempo de sufrimiento.

-Ahora padre está hablando con Byron, todo saldrá a pedir de boca. Sólo temo a Darla, esa mujer es tan malvada, espero que en un ataque de celos no intente hacer nada malo. Deberíamos vigilarla, hermanita. ¿Qué opinas?

Mis ojos se iluminaron.

-No soy mala pero no sabes cuánto voy a disfrutar que mi padre la deje-sonreí con naturalidad.-Si, vamos a vigilar qué hace, no sea cosa que nos frustre todos los planes.

Tomé de la mano a mi hermana y eché a correr en dirección al salón, seguramente allí encontraríamos a Darla o por allí, si no sabía hacer gran cosa.

-No hagamos ruido, capaz que ella nos está vigilando a nosotras, con lo urraca que es-sonreí tapándome la boca con la mano libre.

Las chicas se escabullen hasta una ventana cercana al comedor donde estaban desayunando y espían a su madrastra. Está retando a la pobre de Beth y realmente lo disfruta.

-¿No sabes limpiar un piso? No, no, jajaja, es imposible que hasta tú con esa cuna de diantres que tienes seas tan estúpida. Simple niña, te arrodillas, pasas el trapo, lo pones dentro del balde, lo sacas, lo escurres y a fregar.

Beth está conteniendo las lágrimas, cosa que alegra más a la mujer.

-Por Dios, ¿es que no te hemos tratado bien en esta casa? De no ser por nosotros estarías en la calle mendigando por pan, o haciendo cosas peores, solo el Creador lo sabe, niña tonta.

Pude contenerme durante unos instantes pero luego, fue imposible, miré a mi hermana con el rostro lleno de furia y me encaminé al salón.

-¡Basta ya, Darla! Beth, levántate-miré a mi madrastra directamente a los ojos, no estaba dispuesta a consentirle ni uno más de sus caprichos.-En esta casa tratamos a los sirvientes como personas y siempre ha sido así hasta que llegaste tú... Ya me gustaría saber de qué cuna vienes pero en lo que a mí respecta, tiene mucho menos alcurnia que la de Beth y la de cualquier sirviente aquí que haya soportado tus groserías.

¿Me estaba pasando? Quizás. ¿Era por lo que me había dicho mi padre? Sin duda pero no podía tolerar más a esa mujer, menos ahora que sabía que sólo había querido arruinarnos.

La mujer se queda helada, sus ojos sacando chispas y no puede evitar mirar a las chicas con furia. Mary Anne simplemente se tiene que tapar la boca para reprimir una risotada. Beth aprovecha para salir de la habitación no sin antes darle una mirada de agradecimiento a las chicas.

-Tuuuuuu... engendro resucitado, hija de Lucifer, túu con esos ojos tiernos ¡¿crees que puedes decirme a MI, justamente a mí qué puedo o no hacer?! ¡Como osas hablarme de ese modo. YO soy la ama de esta casa, la dueña y señora. Y respecto a tí, Mary Anne, me pregunto si te reirás así cuando le informe a vuestro padre de el grave desacato que estáis cometiendo. Malditas zorras sin nombre ni reputación, no veo la hora de que os valláis lejos de mi vista.

Darla las mira, como esperando que la obedezcan.

Por suerte estaba lo suficientemente cerca de ella para abofetearla cuando nos llamó zorras, porque todo lo demás ya nos lo había dicho en alguna ocasión pero eso sí que no se lo iba a permitir. La golpeé tan fuerte como pude.

-¿Zorras? ¿Tienes el descaro de llamarnos zorras? ¿Tú que te casaste con padre por su dinero? No me hagas reír-no me moví ni un ápice, estaba muy cansada de ella.-No te atrevas a volver a llamarnos de ese modo o juro por Dios que me olvidaré de todas las buenas costumbres y te arrastrare por el suelo de la plaza como a una cualquiera... ¿Entiendes, Darla? Además-sonreí con ternura,-me parece que si vas a dejar de vernos muy pronto pero no precisamente de la manera en que crees. Lástima que no vayas a poder estar en mi boca con Byron.

Me quedé entre ella y mi hermana para que no osara meterse con ella.

Darla se lleva una mano al rostro, totalmente desencajada y sorprendida. Sus ojos, abiertos como platos, dan a entender que jamás pensó que alguna de las chicas tuviese esa actitud. Las palabras de Claire, además de darle de lleno, la hicieron temer lo peor. Caminó en retroceso, con la mirada fija en la menor de las Hancock.

-No, no puedes decirme eso... Este es mi hogar, yo... yo soy la dueña de esta casa. Me pertenece... todo aquí... todo aquí me pertenece.

En eso ven aparecer a Byron junto con el señor Hancock que le estrecha la mano cordialmente. Al ver eso Darla se queda pálida, da media vuelta y sale corriendo de la habitación.

Me daba un poco de pena porque ella parecía no darse cuenta de lo mal que se había comportado y que ahora todo eso se le devolvía como merecía. Miré a mi padre y a Byron, los dos hombres más importantes de mi vida y sonreí sin preocuparme mucho de la mujer de mi padre, ya nos haríamos cargo de ella a su debido tiempo.

El seño Hancock dió un beso en la mejilla a cada una de sus hijas y luego se encaminó hacia donde Darla había corrido.

-Os dejo solos, pasadlo bien. Tengo... tengo que discutir unos asuntos con la señora. Nos veremos a la noche, estáis todos invitados a cenar. Bueno, señor Byron, me quedo tranquilo sabiendo que dejo a las chicas con un caballero. Ah, y respecto a ese Ben, está afuera esperando entrar para conversar contigo Mary Anne. Yo, por lo pronto, sin tener nada más que hacer aquí, me retiro a mis asuntos.

El hombre da un breve suspiro y concluye diciendo:

-Que serán largos, tediosos, pero necesarios.

Y se retira del comedor, en busca de la madrastra.