Partida Rol por web

¿Acaso es un efecto por la mezcla de luces?

En la lejanía del pasillo principal crees haber visto unos leves brillos rosaceos, pero cuando intentas fijarte mejor en ellos dejas de percibirlos.

Me disponía a avisar a Hieronnimus del ruido cuando vi que Heinrich ya lo había echo. Retiré la mano mientras mi mirada buscaba con premura cualquier signo de actividad enemiga.

-Tened las armas a punto... Esto puede ponerse muy feo.

El soldado de primera guardó la pistola, y esperó. Guardaba posición. Los compañeros dispararían y si llegaban cerca, sería su espada, la que tendría que defender a los compañeros. La asió fuerte, con las dos manos y miró a los compañeros asintiendo con la cabeza, para que supieran que estaba preparado.

- Allí, enfrente, a lo lejos - Dijo el arbites señalando hacia el fondo del pasillo Norte - movimiento.

- Allí hay algo. Pero está muy lejos - volvió a pasarse la mano por los ojos, restregándoselos, puede que fuera el ambiente apestoso de la escombrera o la falta de luz, pero deseaba poder ver mejor, la iluminación verde apenas aclaraba las cosas sino que más bien parecía confundirles. Por un momento las palabras de Reshi sobre un monstruo-pulpo afloraron a su mente y no pudo quitárselas de la cabeza.

- Abrid la puerta, sólo un poco, para que podamos entrar sólo de uno en uno - pensó, o el enemigo salir sólo de uno en uno. Quizás sea otro elevador.

- Que alguien cubra este pasillo conmigo, si vienen, les llenaremos de plomo y láser antes de que lleguen - y buscó un recobeco en una de las paredes donde cubrirse parcialmente - Stig cúbrenos y no pierdas ojo a tu pasillo.

No es por ser quejica, pero con una tirada de éxito en Perspicacia, con un grado además (16 de margen) y partiendo de que tengo una habilidad base de mierda (28), ¿tan sólo me da para ver un resplandor rosa y ya está?

¿Nada más de información?

¿Una corazonada o algo?

Anda...

A la orden, pensó. Cambió de arma y se apoyó en el muro, para que le sirviera de cobertura y de punto de apoyo par ahacer puntería, cubriendo "su pasillo".

Perdón, el de ayer no lo vi. Y ahora he visto las dos órdenes.

Ante la orden de Hyerónimus, Heinrich sacó un momento su mochila y cogió una de sus granadas, la enseñó al grupo y dijo casi susurrando:

-Abriré la puerta, si veo algo demasiado feo, o peligroso, la cerraré. Si lo veo, y el o ellos o lo que quiera que sea pero feo y peligroso, tiro esto y cierro la puerta.

Dicho lo cual, se volvió acomodar la mochila y abrió muy, muy despacio, la puerta que tenía enfrente.

Me puse al otro lado de la puerta de un salto, quedando enfrente de Heinrich para poder matar lo que salga. Tenia el monofilamento levantado y agarrado con ambas manos. Cualquier ser que cruzase la puerta recibiría un espadazo.

-El Emperador protege...-Musité quedamente.

Al asomarte a la puerta entreabierta alcanzas a ver parte de una sala grande, de suelo y techo de rocormigón. De lo que puedes ver hay restos de muebles rotos, y tras una mesa volcada distingues una silueta agazapada que se agita en su refugio.

Tocando en la espalda de sus compañeros, Heinrich capta la atención de sus compañeros. Cuando la tiene, levanta el dedo índice de su mano, indicando el número uno. Luego hace el gesto de OK con el pulgar, y entra, encarando con el fusil hacía donde estaba aquella figura.

Una vez todo el mundo está dentro, y se puede cerrar la puerta en caso de necesitarlo, Heinrich dice en bajito.

-Sal de ahí. Venimos a ayudar.

Al otro lado de la compuerta podéis ver una sala de gran tamaño con paredes, suelo y techo de rocormigón. Hay una mesa volcada en el centro de la habitación y restos de muebles rotos desperdigados por toda la sala. Veis armarios y vitrinas en las paredes, pero todos tienen las puertas abiertas o arrancadas, revelando las telarañas y el polvo de sus estanterías.

En cuanto Heinrich habla, una voz temblorosa y aguda se oye tras la mesa volcada. Parece tratarse de un minero, al menos por el sucio y raído mono de trabajo que lleva puesto.

- ¡No, no hacer daño! ¡Yo no hago nada!

- ¿Pero qué? - por un momento Hieronymus se quedó sorprendido al oir una voz desconocida en medio de aquellos siniestros túneles. No pudo evitar volverse y perder de vista el túnel norte - ¿Quién es este? - parecía un minero, pero Hieronymus hacía años que había aprendido a desconfiar de las "víctimas inocentes".

- Heinrich, deberíais registrarle y también buscar signos de mutación o herejía - pues "el mal del alma marca el cuerpo" como había aprendido y recitado un millón de veces durante su infancia en la Schola Progenium. Después de todo el comisario de la Guardia había dicho que los mineros "se habían rebelado" y aún era pronto para saber si éste hombre sería un amigo o un enemigo.

Intentando seguir vigilando de tanto en tanto el túnel, el arbites observó con ojo crítico como transcurría la conversación y el registro del solitario hombrecillo.

El arbites no se fía un pelo de "Rata" y está dispuesto a golpearle con las nudilleras, la culata del rifle e incluso soltarle medio cargador a bocajarro en caso de ver un movimiento sospechoso como sacarse una granada de debajo de los harapos o un cuchillo.

Sin quitarle el ojo de encima al guiñapo humano me acerco a Hieronimus.

-No parece estar en condiciones de nada... Sería misericordioso ahorrarle sufrimiento. -Dije sin quitarle la vista de encima.- No podemos arriesgarnos a que haga algo raro. Dejémoslo encerrado o dame una señal. Seré rápido.

Heinrich vuelve guardar la granada en la mochila, sin soltar el fusil y sin acercarse al desconocido.

Luego poniéndose el fusil a la espalda con la correa, miró a sus compañeros:

-Voy a revisarlo, si hace algo raro le disparáis.-luego, mirando al desconocido- Lo has oído no?, más te vale no hacer nada raro, levántate y levanta los brazos.

Dicho lo cual Heinrich registró primero al paisano en busca de armas, y luego en busca de mutaciones.

Mientras Heinrich examinaba a aquel pobre diablo éste tan solo lloriqueaba lamentablemente contra una esquina de la sala. Estaba tembloroso, pero no se resistió.

- No, no disparos. Yo bueno. No peligroso. - repetía una y otra vez