Partida Rol por web

La caravana finalmente desaparece por el camino siguiendo su transcurso en direccion a Middenheim.

Con paso tranquilo y relajado se encaminó hacia la plaza principal. O lo que se supone que había sido la plaza. Sorteando obstáculos en su caminar, observaba a la gente que intentaba reconstruir de nuevo sus vidas.

Al llegar a su destino, subió al pedestal de una estatua rota y alzó los brazos y la voz.

-Habitantes de Grimminhagen. Vengo para ayudaros en vuestra supervivencia. El Caos se acerca. Ya ha caido Untergard. Esos que pasaron por aquí son los supervivientes que ayudamos a salvar entre mis compañeros y yo.-hizo una pausa para darle énfasis y teatralidad a su discurso.- Ahora se dirijen hacia Middenheim, en espera de protección y asilo hasta que las cosas vuelvan a la normalidad. Veníos y salvad vuestras vidas, protegidos tras los fuertes muros de una ciudad.

 Cahir siguió avanzando. Pero no muchos más metros que Ionor. Al final algo le pico en el alma. La elfa tenía razón. No podía darles la espalda a aquellos lugareños. Durante unos momentos se comportó como los hombres de Grimminhagen, equiparandose a ellos. ¿Pero qué había aprendido en toda su juventud, en su niñez? ¿Acaso había pasado tanto tiempo queriendo ser vigilante, guardián, para ahora dar la espalda a un necesitado? Vale que Grimminhagen tuviera rencillas con Untergard, pero esta nueva aldea, mucho más diezmada que Untergard, no tenía nada que ver, y no se merecían aquel desplante. Por ello Cahir se paró en seco, junto a Urgrim y Webber.

 - Al diablo. Yo voy con la elfa. Intentaremos seguir la caravana, es lo más sensato. Pero no puedo dormir tranquilo habiendo dejado a su suerte a gentes indefensas. Entiendo tu rabia, enano. El ser hombre es un lobo para el hombre... pero hay seres humanos buenos, y esos hombres buenos pueden estar en la aldea pasada. No me voy a equiparar a los hombres de Grimminhagen. - Dicho lo cual Cahir se dio la vuelta, corriendo, siguiendo los pasos de la elfa en dirección a la aldea.

 Cahir corrió seguro, mirando hacia todos lados. Se había alejado un poco, pero no lo suficiente como para agotar sus fuerzas corriendo. La figura del joven se recortó sobre el horizonte mientras avanzaba a la aldea. Aunque su idea era clara y concisa. Seguirían, en caravana, la caravana de Untergard hacia Middenheim. Tal vez incluso les lleguen a alcanzar. Aquello era lo más sensato que ahora podia pensar el joven.

Cuando llegas la elfa esta subida a una estatua hablando con 3 o 4 aldeanos, parece que ya ha dicho todo lo que tenia que decir, porque baja y cuando llegas a su altura, esta terminando una conversacion con un aldeano que le señala algo.

Los hombres de Untergard son unos cobardes! Escuchas entre otras frases similares. Cuando bajas uno de los varios hombres que han escuchado te indican que lo mejor es que hables con gunter, es el quien dirige el pueblo, o lo que queda de el, te indica una especie de choza aprovechando partes de la casa quemada y derruida.

Por el fondo ves aparecer uno de los humanos que lucharon con el puente, lo reconoces sin dificultad, ya que es a quien disparaste.

Desde la vanguardia de la lenta carabana no parece suceder nada, un joven que anda cerca mia que reconozco por ayudar en el puente, aun herido decide quedarse atras en un pueblo mucho mas azotado por la guerra. No gracias, mi pellejo vale mas que ese monton de escombros, seguire la carabana hasta que lleguemos a lugar seguro, disgregarnos seria una tonteria.

-La juventud te lleva a tomar ideas precipitadas, aun asi, suerte en tú camino- un fuerte brazo menos para cuando haga falta, y estoy seguro que con el reclamo que somos, algunos apareceran para recibir su pedazo de gloria y regalar un pedazo de sufrimiento.

Miro a los hombres que se han quedado al lado mio, un enano con un solo ojo parece mas enfadado de lo que normalmente aparenta. Antes ha echado un buen discurso, pero esta claro de que no hablamos de su pueblo y por lo que tengo claro no es de buen augurio endafar a estas pequeñas criaturas, no quiero que vengan un dia a matar a mis nietos por una palabra mal dicha o mal entendida, asi que mirandolo digo:

-Continuemos maese enano - no creo que lo calme y menos que se fie de mi, almenos tanto como me fio yo de él, pero si las cosas se tuercen, quizas sea una baza importante, estos pequeños hombres tienen una fuerza atroz y el caracter de una manada de puercos enfadados. El hambre empieza ha apretarme ligeramente, asi que lo mejor es concentrarse en el camino.

Ungrim ve como la elfa se queda atrás y uno de los humanos que luchó en el puente decide hacer lo mismo, allá ellos, si se separaban mucho de la caravana morirían como los de esa aldea de humanos. Estaba claro que lo más coherente era haber hecho un frente común contra las adversidades pero el orgullo de algunos humanos es como los de su raza, no podía culparles por guardas ciertas rencillas, pero incluso los Enanos hubiesen olvidado una vieja rencilla de sus hermanos en tiempos de guerra, bueno no olvidado quizás, pero si pospuesto.

Un humano armado con una poderosa ballesta se sentó a su lado en el carro y se dirigió a él en términos muy correctos.

- Bonito escudo - dice Ungrim sin pensarlo mucho - pero poco móvil en batalla.

Y con la mirada fija en el horizonte esperó tranquilamente a que pasase el tiempo.

-Hola de nuevo, Cahir. ¿Al final te unes a mí para evitar otra masacre?- el tono era jocoso, pero la sonrisa que bailaba en sus ojos era sincera.- Pues entonces acompañamé a esa choza, donde vive el líder del pueblo, Gunter.

Ionor tomó del brazo a Cahir y practicamente le arrastró a la choza de Gunter. Cuando llegó a lo que quedaba de ella, tocó la puerta y esperó pacientemente que le dieran permiso para entrar.

-Cahir, ¿cómo que al final has venido? Creía que ibais a seguir todos hacia Middenheim.

El camino pasaba lenta y sinuosamente delante de sus miradas, parecia no tener fin, aun asi perderse en los pensamientos de uno mismo a veces es bueno, te hace darte cuenta de las cosas buenas y de las cosas que no echas de menos.

El enano parece haberme echado un piropo, extraña raza, es un escudo que compre en Tilea, la verdad que para lo que costo, aun resiste las embestidas bastante bien, importa mi hombro que anda por detras aguantando las acometidas, pero bueno, esto es la vida, y asi es la guerra. Respondo amablemente despues de unos minutos - si - tiene un pequeño dibujo gastado y astillado por los lados, con una circulo y una arista que sale de un lado de color rojo oscuro, el color se ha perdido despues de tanto tiempo en muchas zonas, donde se ve la madera blanca y sin tratar, espero que dure un poco mas, no tento dinero para agenciarme otro. Pasado el rato - vi a hermanos enanos defender una plaza con sus escudos durante horas, sin el menor razguño - fue un día glorioso y yo pude cobrar mi paga integra, ademas de parte del botin por saqueo, aquel Capitán si se porto con sus soldados, otros días gloriosos que ya han pasado.

El camino sigue, y el sol ya se encuentra bien en lo alto, no parece haber movimientos excesivos en la penumbra del bosque, pero podrian hacernos 100 emboscadas con lo lento que va esta gente, aunque entiendo que no son militares, y simplemente se dejan arrastrar junto a las carretas.

Abre la puerta, con un ruido sordo, a media apertura la puerta esta desencajada y tiene que arrastrarla tocando el suelo. Dentro hay un hombre de mediana edad, se presenta como Gunter, el alcalde del pueblo.

Decirme extranjeros, que queréis?

Cahir asintió a Ionor, aunque no dijo nada. Absolutamente nada. Entonces se presenta ante el alcalde y da un vistazo a su alrededor. Ni por asomo aguantaría el embite de una oleada de hombres bestias.

 - Voy a ser claro, alcalde. Quieres salvar las vidas de tus vecinos. Quereis vivir para ver un nuevo y ver crecer vuestros hijos, vuestros campos... Entonces tomad lo poco que sea necesario y marchad hacia Middenheim. Nosotros os acompañaremos. Pero tenemos que salir ya de aqui. - Cahir habló rapido pero conciso y seguro, como un sargento que imparte órdenes a su cuadrilla. Sin dejar lugar a dudas.

-Los hombres bestia se dirigen ahora mismo hacia aquí, sembrando la destrucción por cada pueblo que pasan. Untergard ha caido, y nos hemos visto obligados a refugiarnos tras la recias puertas de Middenheim. Ahora os ofrecemos esa oportunidad a vosotros. No dudo que seais fuertes, pero no creo que tengais potencial bélico suficiente para soportar ni un ataque de las bestias. Al menos detrás de unas murallas podremos expulsarlos y vovler aquí de nuevo a reconstruir vuestro pasado.

El tono era más conciliador que el de Cahir, pero intentando que no hubiese dudas de que era la opción más lógica a seguir. O eso, o la muerte. Y yo prefiero la primera opción.

El interior esta bastante destrozado, pilas de escombros se han apartado a los laterales y una mesa con una silla en medio de la sala es el único entero de la habitación, el alcalde toma asiento y detrás suyo hay 2 hombres que deben ser supervivientes de la guardia.

Veis como cada palabra sin sentido de Cahir le hace subir el color de su piel a una tonalidad mas roja, sin duda se esta mosqueando por los comentarios sin sentido del joven, que para alguien que no sabe de que esta hablando no tiene ningún tipo de sentido. A media conversacion se termina levantando para hablar.

Cuando va abrir la boca para soltar su ira, la elfa se avanza.

Con las primeras palabras de la elfa, haciendo referencia a los hombres bestia, cambia la expresión, y pone interés en las palabras para terminar entrando en un estado pensativo.

Por lo que me decís, aun hay tiempo, no nos marcharemos de aquí así como así, como los inútiles de Untergard, enviare unos batidores para comprobar que decís la verdad.

-Apenas tenemos tiempo para ello. Sin embargo, si mientras tus batidores vigilan ordenáis al pueblo que vaya preparándose para el viaje, nos ahorraremos problemas y disgustos. Nosotros mismos ayudaremos en las tareas de batida y preparación si es necesario. Por cierto, yo soy Ionor de la casa Nereth.

Perdonar, nuestra desconfianza, pero hasta que no lo comprobamos no nos marcharemos. No seriáis los primeros que dan la alarma, en Hoengrim también representaba que había un ataque, y cuando regresaron, los que dieron el aviso habían saqueado el pueblo a su gusto. Que os impide hacer lo mismo? Hasta que no este comprobado la amenaza no nos marcharemos.