Partida Rol por web

Estabas descansada y preparada para lo que tuvieras que enfrentarte. La magia curativa y la atención de los sanadores había hecho su efecto mejor de lo que esperabas. Ahora solo te quedaba una cicatriz. Una cicatriz para enseñarla en un futuro y poder decir "aquí fue donde me hirieron y casi me costó la vida".

Pero... que te había impulsado a todo aquello. Claro... tus ansias de recorrer el mundo y de vivir experiencias que durante años no pudiste por estar apartada de todo.

No podías negar que en poco tiempo estabas viviendo de golpe todo aquello que te habías podido perder. Por desgracia ser secuestrada por una banda de piratas y ser asaltada por un asesino despiadado, no entraba precisamente en tus planes de aventura.

Por otro lado habías conocido a gente maravillosa. Ukara y la tribu de los Xibey habían sido como una familia durante algún tiempo. Y ahora estaban Doromus y Larey, que te habían salvado la vida. Y también estaba ese caballero...

Por desgracia no habías tenido tiempo suficiente para hablar con él. La tensión del momento del ataque y las prisas de su marcha no te habían ayudado demasiado. Quizás el tenia más información acerca de "la misión" que os habían encomendado.

Todo eso rondaba tu cabeza...

Con el cielo ya oscuro, solo iluminado por las luces de la ciudad, vuelves a la realidad. Había trabajo que hacer. Debias encontrarte con Larey y Doromus.

Sin más espera regresas a la sala de sanadores. Allí ya no hay nadie... 

Levantándome de la cama en la que había reposado por lo menos más de quince horas, fui en busca de mis ropas y pertenencias (el libro y poco más), o algo que pudiesen dejar cerca para considerarlo mi ropa. Sentía todos los músculos entumecidos pero al mismo tiempo recuperada y llena de energía. Hoy por la noche tenía que ayudar a Larey a infiltrarnos en la torre y a recuperar otra lágrima. Era lo mínimo que podía hacer por los nobles que me habían salvado la vida. En cuanto volviese Marish podré hablar y preguntarle más cosas sobre nuestro supuesto "destino". Terminé de vestirme y caminé entre la sala cotilleando las paredes y la decoración sólo para hacer tiempo hasta que Doromus y la pelirroja regresaran. ¿Qué habrá sido de la persona a la que lloraban tanto? Debía de haber sido una persona muy querida... —pasó por mi mente—. ¿Quién lloraría mi pérdida? —pensé acto seguido pero sabía la respuesta—: Nadie...

Tras esperar un buen rato ves aparecer a Larey vestida con una túnica oscura. Con la mano te hace señales para que la sigas sin hacer mucho ruido. Una vez estas a su altura te da otra túnica igual...

- Ponte esto... es una la túnica que usan los magos de la Torre, nos las ha conseguido Doromus. Él nos está esperando así que será mejor que te vistas rápido.

Te señala una de las cortinas que sirven para que los enfermos tengan más intimidad. Aunque ahora no hay nadie en la sala de sanación, es mejor que te cambies de ropa ahí.

- Guárdate tu ropa en la bolsa, no la dejes aquí... ahora te das cuenta de que está limpia y remendada. Aún así era mejor idea ponerse la túnica de mago para pasar desapercibida esta noche.

La túnica parecía tener algo especial... aunque por ahora no sabias lo que era. Pero tu sentido para la magia te aseguraba que aquello no era "normal".

Tal y como dijo Larey me meto en la sala y cierro las cortinas para cambiarme de manera más íntima. Me sentía mucho más cómoda con ella comparada con las ropas salvajes que llevaba desde la cabaña de Xerina. Iba a echar de menos la túnica después de terminar la misión así que intentaría hacer lo posible para quedármela después de terminar la infiltración. Sobretodo me gustaba el color y al saber qué tipo de apariencia mostraba ataviada en ella. 

— Vale, ya estoy lista Larey —dije saliendo tras las cortinas y estirando los brazos de lado a lado para comprobar cómo me quedaba. Finalmente eché la capucha hacia atrás tapándola un poco con el pelo—. 

- Veo que te queda bien, más o menos tenemos la misma altura. Sabia que escogiendo una túnica de mi talla iba a quedarte bien. - dice ella alegrándose, aunque sabes que ella tiene más cuerpo de niña y no tiene las mismas curvas que tu, por lo que no os sienta exactamente igual.

- Comeremos algo por el camino. Toma, estarás hambrienta... - sacando una pan dulce, envuelto en papel, de sus pertenencias. - Se que no es gran cosa, pero ya no nos queda mucho dinero para seguir aquí.

Empezáis a caminar dirigiéndoos a la torre de magia. Es entonces cuando empieza a explicarte los motivos de su viaje con más detalle. 

Doromus y ella habían partido de Gaihon, una ciudad que se encontraba al suroeste. Llevaban ya un par de semanas desde  su partida y empezaban a escasear las provisiones y el dinero. Pese a ser recibidos por la corte como invitados del caballero Mariscal, no querían ser una carga, y menos ahora que el se había marchado.

- Doromus ya ha anunciado nuestra salida del castillo esta tarde. No queríamos abusar de la hospitalidad del rey. A partir de ahora seguiremos nuestro camino subsistiendo, como siempre hemos hecho, por nosotros mismos.  

Te cuenta que tanto Doromus como ella pertenecían a la iglesia de Gaihon, y que por ayudar al caballero habían dejado a un lado sus funciones. Predicaban las antiguas escrituras y cuidaban de los pobres y los enfermos. Recibían tanto dinero del alcalde como de donativos de la gente de la ciudad.

- Yo a demás he estudiado las propiedades curativas de las plantas. Cuando recojo muchas, preparó ungüentos y pociones para curar los males que luego vendo a buen precio a los comerciantes itinerantes.  Aunque ahora apenas tengo nada...

Finalmente llegáis al recinto de la torre... Bueno siento haberte aburrido con mis cosas. Ya estamos llegando.

Torre del Mago

Tomé nota de lo que dijo Larey. Nunca había tenía en cuenta el coger ingredientes de más para hacer pociones que no necesitaba y luego venderlas en el mercado. Xerina me instruyó en el arte del forrajeo y sabía más o menos qué partes y de qué flor podía tener propiedades especiales y por lado, también me enseñó a coger sólo lo que necesitaba. Al saber por cuanto se podía vender un brebaje por un mal dolor de estómago... Eso me ahorraría más disgustos y el tener que robar dinero cada dos por tres.

—No pasa nada Larey —respondí a la jovenzuela cuando creyó que me aburría con su vida—. En verdad mi vida sigue siendo más aburrida, excepto durante los últimos meses... —sonreí levemente de lado guardándome mis pensamientos. Puse los brazos en jarra sujetándome la cintura con ambas manos y miré la torre de abajo a arriba—. ¿Y bien? ¿Cuál es el plan? —sentía un leve cosquilleo en el estómago, estaba algo nerviosa pero preferí ocultarlo—.

Oyes una voz familiar que suena no muy lejos de vosotras. Os giráis para ver a un hombre encapuchado saliendo de entre las sombras de la noche. Hace un gesto con el dedo sobre los labios en señal de silencio, para luego descubrirse. Se trata del sacerdote Doromus, mentor de Larey y compañero de aventuras del caballero.

-El plan es entrar sin levantar sospechas.-susurra él para no ser oído más allá de la intimidad de vuestra reunión clandestina. -Veo que habéis venido preparadas para la misión. Refiriéndose a vuestras vestimentas de acólito.

-No podemos entrar por la entrada principal tan alegremente sin ser descubiertos. Pero una vez estemos dentro ya nadie se molestará en adivinar quienes somos.

-Seguidme por aquí... Os hace ir hasta la parte trasera de la torre. Allí aparentemente no hay nada, solo un muro.-He tenido que cobrarme un par de favores para esto... Y saca dos amuletos que os entrega. -Con esto podréis pasar por la entrada secreta a la Torre.

Larey se cuelga el amuleto al cuello y se sorprende. Se acerca al muro y pasa la mano por la pared de piedra. Da un paso al frente, y antes de que te des cuenta, desaparece tras la pared que hace un momento jurarías era solida como la roca.

Te quedas entonces junto a Doromus, con el amuleto en la mano y un muro frente a ti. La noche es fresca y una brisa os sacude los pliegues de la túnica. El sacerdote se te queda mirando esperandote...

Según lo que ocurrió con Larey, intuí que el amuleto estaría en sintonía con algún hechizo o runas del muro haciéndolo etéreo para aquellos que portaran dicho amuleto. Tomé el amuleto del anciano cuando me lo mostró y se lo agradecí con una mirada y una ligera inclinación en la cabeza.

—Entonces hagamos que merezca la pena el precio, Dorumis —respondí al sacerdote sin saber que me había equivocado con su nombre—. 

Me pongo el amuleto al cuello y saco el pelo hacia fuera para tapar la cadena. Acto seguido, imito el gesto de Larey con la mano para palpar el muro (si es que estaba ahí cuando me pusiera el amuleto) para dar los pasos hacia adelante igual que ella. 

Al pasar tu cabeza por la cadena del amuleto, tus ojos te permiten ver claramente como se abre un portal mágico justo frente a ti. Te introduces en él sin demasiados reparos y Doromus, haciendo caso omiso a tu comprensible error (que sin tu saberlo todavía, te aclararía a su debido tiempo) va detrás de ti a través del portal. 

- No podemos perder un minuto más... os susurra por miedo a que el eco de la sala os delate. - Poneos la capucha y venid detrás de mi. A estas horas la mayoría de los magos duermen. Con suerte no nos toparemos con nadie. En caso contrario no digáis nada a menos que yo os lo diga.

Estáis en una sala que parece una especie de almacén donde guardan la comida y de más cosas sin importancia. Aunque esa sala es solo la entrada la tentación para ti es muy grande. Se trataba de la Torre de los Magos, un lugar donde se estudiaban la magia y los conjuros. Hubieras dado cualquier cosa por entrar aquí y ojear algunos libros o pergaminos, y ahora estabas dentro. Por desgracia la misión era prioritaria. Pero claro... después de conseguir el cristal quizás...

- Vamos, no hay tiempo que perder. te dice Larey sacándote de tus pensamientos. - Si conseguimos hacernos con el cristal posiblemente encontremos la respuesta al enigma del libro. Cierto, el libro... Doromus poseía el único ejemplar (según él) de ese misterioso libro en blanco, que con suerte os abriría los ojos en la misión que os había dado el Oráculo.

Comenzáis a caminar por los pasillos con mucho cuidado de no hacer ruidos innecesarios. Tras deambular un rato llegáis a un salón circular, con una escalera de caracol inmensa que la rodea. Miras hacia arriba y lo ves tan alto que hasta te da vértigo...  Acostumbrada a vivir con los pies en la tierra (literalmente) no veías eso muy seguro...

Asiento con la cabeza a las palabras del anciano teniendo en cuenta que ni él mismo quería hablar en voz alta para levantar sospechas. Les sigo a través de los pasillos superando la fuerte tentación de entrar en esa sala, tal vez... con más tiempo, podría coger un grimorio en el camino de vuelta. Eché un vistazo a la escalera en espiral que ascendía a tanta altitud, sobretodo en la parte interna donde la escalera se estrechaba muchísimo y apenas cabía un pie o la parte externa que en un descuido te podías caer contra el suelo... Sentí un ligero escalofrío al pensar que ocurriría desde lo más alto. Me he enfrentado a cosas peores y terribles, una escalera no me va a matar —me dije con decisión—. Seguí hacia adelante con determinación y comencé a subir por la parte externa teniendo cuidado de no tropezar con ningún escalón.

Comienzas a subir la escalera algo temerosa. Los peldaños eran de firme piedra pero para ti eran tan peligrosos como si fuesen de madera podrida. No te fías ni de tus propios pasos. Pones un pie sobre el otro con el máximo cuidado y sin intentar mirar hacia abajo...

Tras un rato que se te hace interminable llegáis a un rellano. Tus dos acompañantes miran hacia arriba y luego con señas te indican que no sigas subiendo más. Al mirar escaleras arriba ves como alguien está bajando.

El rellano da a un pasillo, donde os metéis rápidamente para no ser vistos. Doromus abre con cuidado una puerta que al parecer ya conoce... Tras mirar que no haya nadie dentro os hace una señal para que entréis.

Una vez dentro de la sala descansas un poco de la tensión del momento. Recuperas el aliento y te tranquilizas...

- Esperaremos a que esté despejado. Y subiremos hasta el último piso. Espero que seas la persona indicada para lo que hay allí arriba... - No tienes ni idea de a que se refiere con eso. Lo que si tenias claro es que si os descubrían podías pasarlo peor que cuando te atacó el asesino. Los magos podían ser especialmente crueles y retorcidos con sus conjuros de tortura...

Un escalofrío te recorre la espalda nada más pensar en eso. Para quitarte esa idea de la cabeza miras a tu alrededor. La sala era algún tipo de laboratorio. Te recuerda al pequeño espacio que reservaba Xerina en la cueva para preparar pociones y demás mejunjes, pero a lo grande. 

Laboratorio de alquimia

Me encogí de hombros sin saber muy bien como responder al anciano y continué con sus instrucciones. Mientras el sacerdote estaba ocupado mirando la puerta y esperando a que estuviera despejado eché un ojo a las pociones, ungüentos e ingredientes del lugar. Presté atención especialmente en pociones interesantes (por si estuvieran enumeradas u organizadas por alguna característica en concreto). Comprobé la capacidad de mi hatillo y la tentación de llevarme alguna pocion curativa o pociones de algún encantamiento extraño y útil creció como la espuma. Pero no estaba sola y al saber que iban a opinar Larey o el anciano de mí, mientras no me viesen...

Doromus y Larey vigilan la entrada para que nadie os vea allí. Mientras, te pica la curiosidad y ojeas a tu alrededor.

En la sala hay varias mesas con multitud de frascos sin etiquetar. Era demasiado peligroso coger algo sin saber que podría ser. Pero para tu suerte hay un estante lleno de frascos con un pequeño pergamino atado al cuello de cada uno. Por desgracia no podías pararte y desenrollar cada pergamino y mirar que contenía el frasco.

Entonces ves que hay cinco estantes clasificados por: efectos beneficiosos, curativos, venenosose, efectos negativos y otro estante que no tienes ni idea de que puede ser. Si quieres llevarte algo no puedes entretenerte, ahora que están vigilando que no venga nadie podría ser un buen momento.

No puedes pararte a mirar que es cada poción en particular si quieres ser discreta. Como mucho puedes guiarte de los carteles que hay en cada estante y pretender tener suerte con la elección...

Mientra Larey y Doromus parecen distraídos mirando la entrada eché un ojo a las pociones curativas, con el mismo gusanillo en el estómago de ayer tomo prestado dos pociones curativas y una de efectos beneficiosos al azar guardándomelas en el hatillo para un futuro... Con suerte no me pillarían y podría usarlas en un futuro en ellos siempre y cuando no me pidieran explicaciones. Después de cotillear un poco allí y allá, volví con ellos a la espera de estar listos para continuar el camino...

Disimulando un poco consigues hacerte rápidamente con 3 pociones. No sabias exactamente que efectos podrían causar, pero al menos nada que pudiera ser venenoso o perjudicial, y con saber eso te bastaba por ahora. 

Tus compañeros no se habían dado cuenta de lo que había pasado y seguían pendientes de que el camino estuviera despejado. Al parecer los pasos se alejaban y de nuevo era seguro seguir subiendo escaleras arriba. 

Seguidme, ya estamos muy cerca...  intentando apremiaros. Esto no es lo mismo que cuando vine hace dos días con Mariscal. En esa ocasión la torre estaba cerrada y no había nadie dentro.

Vuestra incursión nocturna no era tampoco demasiado peligrosa mientras no hicieseis ruido. La torre no tenia guardias en su interior, por lo que la vigilancia era nula. Al parecer confiaban en que su entrada mágica fuera suficiente para desalentar a los curiosos y a los ladrones.

Tras subir las escaleras llegáis al piso superior, que no es más que una pequeña sala vacía. La escalera de caracol acaba en el techo pero Doromus te asegura que más allá hay otro piso. 

Se que solo se ve el techo pero si no me equivoco tu deberías poder subir más allá. El caballero pudo traspasar el techo subiendo por las escaleras a otra sala. Si tu eres como él, deberías poder hacerlo...

En esta ocasión el medallón que llevabas no te mostraba ningún portal más allá como con la entrada. Solo venias que la escalera llegaba hasta el techo y nada más. Si era cierto que justo allí había una inscripción que decía así...

"Solo los dignos podrán subir más allá"

Eso era todo. No parecía haber nada más allá. Pese a las apariencias el sacerdote te aseguraba que por allí se había marchado el caballero y que de nuevo había regresado con el cristal. Le había hablado también de una prueba que superar, pero no le dijo de que se trataba. Supuso que tu debías saber que podía ser aquello...

Intenta subir... ya hemos llegado hasta aquí. Ahora no podemos regresar sin el cristal. insiste emocionado por lo que estaba a punto de suceder. En esta ocasión tenia el libro consigo e intentaría descifrar su contenido sin perder más tiempo, en cuanto regresaras con el artefacto.

Fruncí el ceño con cierta confusión sin saber muy bien a qué se refería a "como él", hasta donde yo sé ni éramos hermanos ni nada de nada. Sin embargo, finalmente decidí hacer caso al sacerdote y continué subiendo por las escaleras hasta el techo donde apoyé la palma de la mano con curiosidad a la espera de ver qué ocurría y si realmente yo era digna de cruzar y subir más allá.

Tras examinar minuciosamente la escritura te das cuenta de algo muy extraño. En cierta zona del techo, la puntas de tus dedos atraviesan la pared. Ves como a medida que introduces la mano más y más esta deja de ser visible para los que estáis a ese lado.

Al parecer el techo era solo una ilusión creada por la magia para hacer creer que no había un último piso más allá. Con mucho tiendo y cuidado vas pasando todo el brazo y parte del hombro hasta que finalmente te detienes. Estabas segura que tu cuerpo pasaría completamente si quisieras...

Es maravilloso, ella también posee esa cualidad especial...  es entonces cuando el sacerdote os anima a subir más allá. No tengáis miedo, el caballero no sufrió ningún daño al subir. Podéis estar tranquila.

Con el estomago encogido por la incertidumbre, te adentras en lo desconocido. La pared ilusoria apenas ofrece resistencia al pasar. Casi sin querer sigues subiendo las escaleras hasta que finalmente pasas la cabeza al otro lado. Lo que allí te aguarda no es menos inquietante que el acceso. Una vez subes del todo puedes sentir algo más allá el suelo firme bajo tus pies.

Con cuidado te alejas del agujero invisible del suelo, pues podía ser muy traicionero. En ese caso "meter la pata" no seria solo en sentido figurado. Si quieres volver deberás vigilar bien donde pisas. Una vez te aseguras de que el suelo que pisas no te va a traicionar, miras a tu alrededor.

La sala solo consta de dos puertas en una de las paredes. En medio de las dos puertas encuentras una nueva inscripción. Esta vez el mensaje parece más bien un enigma...

Aquí se hallan dos puertas, solo una de ellas conduce al sendero de la iluminación. Enfrente de cada puerta hay un guardian que sabe qué puerta conduce a la iluminación, pero uno de los guardias siempre miente y el otro siempre dice la verdad. Para ayudarte a descubrir la puerta que lleva hacia la iluminación, puedes preguntar a un guardia una pregunta que pueda contestarse "sí" o "no", pero, por desgracia, no sabes cuál de los guardias es el mentiroso. Si fallas en tu búsqueda, acabarás en el más profundo y oscuro abismo.

Al leer el enigma inscrito vez como en cada una de las puertas aparecen dos caras. Estas parecen mascaras faltas de toda expresión. Solo parece que miran hacia el infinito...

Miro a todos los lados con curiosidad después de haber leído la inscripción quedándome algo embobada mirando a las caras de manera pensativa. Uno miente y otro dice la verdad —me digo en mi cabeza—. Parece que sólo puedo preguntar una vez... Me siento en el suelo con las piernas cruzadas pensando en una pregunta que pueda englobar todo lo que necesito saber. Me quedé un rato pensando en el suelo y eché de menos un papel o al menos tierra para poder hacer marcas con los dedos para plantearme todas las situaciones posibles. De cabeza me estaba resultando muy difícil acordarme de todas las situaciones. Entre sudores y varias comprobaciones en mi cabeza, por fin me levanto y me encaro con la puerta de la derecha y formulo mi pregunta

— ¿Si yo le preguntase a tu compañero si guarda la puerta del sendero de la iluminación, qué me diría? —aguardé la respuesta—.

Tras pensar un buen rato llegas a una ingeniosa pregunta. Intentarías engañar a las puertas incluyendo a las dos indirectamente en la misma cuestión. De esta forma adivinarías sin dudar donde se encontraba el camino sin tener siquiera que adivinar cual de las dos puertas mentía. 

La respuesta de la puerta fue clara... Él te diría que no guarda la puerta del sendero de la iluminación.

Eso dejaba claras las cosas. Fuese la puerta sincera o la mentirosa si respondía que no, esa misma puerta te conduciría al abismo. Por lo tanto te diriges a la puerta contraria esperando haber acertado en tu elección... ¿Estarías en lo cierto? ¿Tu ingenio era suficiente como para pasar la prueba?

Pese a la seguridad que tienes un cierto temor te embarga mientras abres la puerta que todavía podría llevarte a una muerte segura...

Abres la puerta sin que ninguno de los dos guardianes te dirija una sola palabra más. La atraviesas convencida de que el camino elegido es el correcto. El pasillo permanece en total oscuridad salvo por una luz que brilla al fondo.

Tu seguridad te lleva directa hacia delante. La puerta que dejas atrás se cierra dejándote solo un camino que recorrer. Tu decisión estaba tomada y no podias a volver atrás...

A medida que avanzas la luz al fondo del pasillo se va haciendo más intensa dejando clara su azulada tonalidad. El pasillo se tiñe del un color del cielo. Finalmente este da a una sala circular coronada por una cúpula. Los muros que rodean la sala se encuentran decorados con trabajadas vidrieras. Pero lo más destacable se encuentra en el centro de todo...

Un cristal azul brilla de forma tenue mientras flota en el aire.

Para acceder al cristal hay una escalera de caracol de hierro forjado que rodea una columna. En lo más alto de la columna hay una plataforma sobre la que detenerse a admirar el prodigioso tesoro. Por desgracia el cristal parece demasiado grande como para cargar con el, ya que tiene el tamaño de tres hombres.

Por suerte para ti al subir la escalera ves como varios cristales pequeños orbitan alrededor del cristal principal. De entre todos hay varios que apenas son más grandes que un puño...

¿Seria ese el secreto? El libro estaba en posesión de Doromus así que no podías comprobarlo en ese mismo instante...