Partida Rol por web

Al empezar tu discurso la gente va bajando la voz hasta que finalmente no se oye nada más que tu voz retumbando sobre los muros del patio de armas. Ves la cara de la gente como pasan de un estado de violencia a uno más expectante. Te dejan terminar tu discurso sin ninguna interrupción. Solo al final de todo hay alguien que se mueve entre la muchedumbre que le abre paso. 

No tardas en identificar a ese individuo a la vez que va acercándose. Se llama Tamir y es uno de los capitanes de la guardia de la ciudad. Un veterano de guerra fiel siempre a tu padre. Él posiblemente encabezara la revuelta e intentara devolver al pueblo lo que en un principio le pertenecía.

Emotivas palabras Sir Mariscal. Ahora dejad que el pueblo sea el que decida que hacer con su propio futuro. Si de verdad vuestro padre a muerto, no hay nadie más que vos para ocupar el cargo de Conde. ¿Me equivoco? ¿Acaso os sentís en disposición de asumir tal responsabilidad?

Sus palabras no iban cargadas de maldad, pero si de resentimiento. Estaba claro que no iban a dejarse llevar por otro señor del castillo corrompido. Y tu quisieras o no eras justamente el único heredero de tal poder. 

¿Queréis que me arrodille ante vos para rendiros pleitesía?

Veo claro lo que he de hacer, el pueblo, nuestra gente, ellos elegiran al sucesor de mi Padre en el Trono.Que el pueblo eliga quien será el nuevo conde. - dice con voz firme y seria Marish.

Tal vez el resentimiento de nuestro pueblo a todo el mal que ha hecho mi padre, del mal del que se ha arrepentido y él mismo se ha ajusticiado y dado sentencia, no me vean a mi, su hijo, con buenos ojos.- dice Marish.

Sabías que pese a todo, el pueblo estaba con Tamir. Le habían seguido a él en tiempos difíciles cuando tu padre sembraba el caos. Y pese a tus palabras, que habían detenido el combate, era a él al que habían seguido hasta la victoria, sin derramamiento de sangre. El pueblo lo vería a él como al héroe que salvo al pueblo. Al pensarlo en cierta medida eso era cierto, él era el que los había acogido bajo su manto protector mientras vuestro padre descargaba su ira. Él, contra pronostico, desafió al tirano y levanto al pueblo en armas.

Pese a que tú, en el fondo, sabes que sin ti, tu padre hubiese masacrado a su propia gente en una guerra civil. No te sentías con fuerzas para quitarle el merito a ese hombre y hacer trizas las esperanzas de algo mejor para esa gente. Y si dar la paz de nuevo a tu pueblo significaba la perdida de tus tierras, quizás fueras capaz de asumirlo...

Y bien... ¿ Seréis vos el nuevo señor de Lucrecia ?

Tamir , acercate a mi, y saludar pueblo a vuestro nuevo conde, a vuestro nuevo señor de Lucrecia.- Marish espera a que se acerque Tamir.

A partir de ahora serás el conde de aqui, espero que guies al pueblo con mano sabia. - Marish pone sus manos sobre los hombros de Tamir.

Has sido tú quien a protegido a nuestro pueblo, cuando la mentalidad de mi padre estaba siendo corrompida, eres tú el único apto para este puesto, el único que se lo merece, lo que necesita nuestro pueblo.Te dejo al mando, Tamir.- sin mediar palabra y en silencio, se da la vuelta Marish para irse.

Acababas de salvar a tu gente y pese a eso algo te amargaba por dentro. No serías desprestigiado y probablemente incluso serías recordado como un buen hombre por tu gesto. Aun así sentías un vació por dentro que no podrías volver a llenar. Ese día habías perdido a tu padre y a todo lo que representaba ser su hijo...

La gente espero en la plaza hasta bien entrada la tarde. Todos querían ver como el conde salia en su féretro. Sería enterrado como todos los grandes hombres de Lucrecia en la cripta de la catedral. Puede que eso fuera lo más justo por todos los años que había gobernado como un hombre benigno. Y pese a todo eso te quitaba parte del peso que tu alma llevaba encima.

La ceremonia no tarda en iniciarse. Mientras, tú, desde un segundo plano, ves como coronan al nuevo Conde y por otro lado sale el cuerpo de vuestro difunto padre escoltado por la guardia. Suenan los cánticos que acompañan a vuestro padre hasta la catedral. Quizás así su espíritu encontraría el descanso en el más allá, donde purgaría sus pecados...

A tu lado te acompañan los generales que habían regresado de su puesto de batalla. Además estaba Ariel, aquella mujer extraña, la cual te debía muchas respuestas. Por otro lado Rhaedric y Romu, que te habían acompañado en todo momento y que ahora, en estos duros instantes, se terciaban como una agradable compañía.

El acto en total duró varias horas. Finalmente y tras esos momentos, todo vuelve a su lugar. De nuevo eras libre de decidir tu destino, de escribir tus propios pasos. Tras recibir la hospitalidad del Conde Tamir para que descanséis tú y tus hombres, se celebra una cena por el nombramiento del nuevo señor de Lucrecia.

La cena no era más que un simple formalismo, ya que tras lo acontecido nadie quería celebrar nada en exceso, y sobretodo teniendo en cuenta que tú, el hijo del difunto del anterior conde, estabas presente. Durante la cena se comentó que los heridos se quedarían en Lucrecia para recuperarse, pero que el resto del ejercito partiría de regreso Saburunda al alba...

 :::: FIN DEL ACTO 4 ::::