Partida Rol por web

Abajo la Basílica — Orígenes

2. Hijos de la Luz, Hijos del Dragón.

Cargando editor
12/05/2013, 11:26
Narrador

La tarde pasó animada por los rumores sobre el exótico pueblo Drache. Os dieron espadas ceremoniales de punta roma y os vistieron con cotas de malla bajo el tabardo naranja con el blasón Hawald: un oso levantado sobre sus patas traseras en fondo aurora. Bajo el escudo se leía la divisa de la casa: "justo en la ira". Os formaron en el patio de la casa, por detrás de los guerreros humanos que servían a la casa. Ellos llevaban armaduras completas y hermosas capas negras ribeteadas en armiño. Más que una recepción diplomática parecía que la Casa estuviera reuniendo a sus huestes para marchar a la batalla.

La comitiva que esperábais fue precedida por la algarabía del pueblo y por una música que no se parecía a nada que hubieras escuchado. Los Drache desfilaban por las calles de Port Coeur, tocando instrumentos que ni siquiera podías imaginar. Según iban ascendiendo a la Buitrera, se iban separando de la comitiva principal para dirigirse a la casa del noble que los hubiera de acoger.

La música sonaba cada vez más cerca, los tambores retumbaban por todo el patio, los xiaos y los sanxianes se mezclaban en una melodía cuya nostalgia era la fuente principal de su hermosura. Los guardias de la entrada hicieron una seña y los criados abrieron las dobles puertas de la casa Hawald para que entrara un torbellino de abigarrados colores.

Los drache bailaban agitando los shemis tradicionales de mangas acampanadas, y semejaban un grupo de etéreas y gigantescas mariposas revoloteando por los campos en flor. Un dragon emplumado, de seda dorada, culebreó por el patio llevado por draches que correteaban debajo.

 

Cargando editor
12/05/2013, 12:05
Akiko

Una mujer presidía todo aquello, con un aura de autoridad y fuerza. Iba vestida con uno de aquellos vestidos tradicionales drache, holgado y que caía con pliegues rectos hasta los pies. El suyo era de un blanco impoluto, todo él cubierto con exquisitos estampados doradas. Extendió los brazos y las mangas acampanadas, anchas y ligeras, provocaron la ilusión de unas alas de excelso cromatismo.

La drache tejió un encantamiento y de la boca del dragón de seda brotaron unas llamas al mortecino cielo de la tarde. La música murió de golpe y se escuchó el "ooh" y el "aah" de la servidumbre. Ajena a ello, ella cruzaba el patio con dignidad para dirigirse adonde estaba el joven Señor Hawald y su familia.

—Vida y paz para vosotros, revrainos. Que los dragones vuelen en vuestros sueños. Que la magia centellee en vuestras manos. Que vuestros campos crezcan fértiles y vuestros hijos sanos. Que Saarungutranak os sonría y colme de bendiciones vuestras vidas.

Se detuvo frente a ellos, pareciendo de improviso muy menuda y bajita al lado de los revrainos. Con solemne elegancia, se inclinó en el saludo tradicional drache que ponía la magia a servicio del interlocutor. La luz centelleó en el cuenco de sus manos extendidas en señal de ofrenda y respeto.

Cargando editor
12/05/2013, 12:30
Hawald

La cara del joven amo era la viva imagen del desprecio, una expresión que conocías bien. Si algo detestaba tanto como los elfos oscuros, eso era la magia. Debía sentirse ultrajado de que hubiesen alojado a una maga en su casa.

—En Revraine escupimos sobre la magia —respondió con desdén—. Y ponemos a los magos una correa.

Torció el labio en un gesto de asco.

—¡DeGaulle! Ordena a que la escoria negra acompañe a la embajadora y a su séquito a sus aposentos ordenó Hawald. Probablemente pensaría que asignarles una escolta drow sería un insulto equiparable—. Espero que disfrutéis vuestra estancia en Port Coeur.

Cargando editor
12/05/2013, 12:36
DeGaulle

—¡Ya habéis oído al amo, gusanos! ¡Moveos! —ladró DeGaulle, como un perro pastor.

Cargando editor
13/05/2013, 14:28
Rowane

Rowane estaba maravillada.

Todos aquellos colores, aquella música, las ropas, el aspecto de aquellos drache, la magia... ¡el dragón! La elfa oscura jamás había visto tantos colores juntos y tanta vida junta en una ciudad tan gris y deprimente como Port Coeur.

Luego llegó aquella mujer que parecía una criatura sacada de algún cuento mitológico, y eso teniendo en cuenta de que Rowane en su vida había leído un cuento mitológico, pero parecía tan... cálida, tan cercana, hablaba tan bien. Ella nunca había imaginado dragones volando ni magia centelleando pero eran ideas espectaculares. O al menos mucho mejores que espadas entrechocando y Celestarum dando patadas. ¿Y quién era Saarungutranak? ¿Sería aquel dragón del que le había hablado Lurian?

Hasta que monsieur Hawald abrió la boca y la realidad le cayó encima como una pedrada.

La elfa oscura emitió un leve suspiro que se el cortó en cuanto escuchó los ladridos de DeGaulle. Rápidamente se apresuró a escoltar a la embajadora drache en una marcha silenciosa y tensa. Por el camino no podía dejar aún de pensar en todo lo que había visto... ¿Por qué la imagen de los revrainos tenía que ser tan mala? ¿Por qué a alguien que se había presentado con palabras amables se le tenían que hablar con desprecio como si fuese una drow?

Por supuesto eso eran preguntas que no podía formular. no podía decir aquello en voz alta o le darían una paliza. Mientras caminaba miró de reojo a aquella mujer. El vestido continuaba llamándole la atención, no podía evitarlo.

—A... a mi me ha parecido muy bonito el dragón. Y la música. Y la magia. Y lo que ha dicho...

Tres segundos después, se dio cuenta de que había dicho aquello en voz alta. ¡Cómo demonios podía habérsele escapado aquello en voz alta! ¡Cómo demonios se le había ocurrido hablarle a una embajadora! Cerró los ojos con fuerza y tragó saliva con nerviosismo por la que se le pudiera venir encima.

Cargando editor
13/05/2013, 15:41
Akiko

La embajadora soltó una risita desdeñosa.

—Tu amo no comparte tu opinión —respondió en un revraíno perfecto—. ¿Cuál es tu nombre, esclava?

Cargando editor
13/05/2013, 15:46
Rowane

Rowane se atrevió a abrir un ojo y a mirar en derredor como si en cualquier momento esperase que un puño furtivo se estrellara contra su cara. No había ningún puño así que abrió el otro.. y en ese momento se dio cuenta de que le habían hablado, no ¡le habían preguntado su nombre!

No tenía ni idea de por qué pero estaba tardando en contestar.

¡R-Rowane!—respondió rápidamente. Luego tragó saliva y añadió más despacio—. Me... llamo Rowane.

Cargando editor
13/05/2013, 15:51
Akiko

—Y yo me llamo Akiko —contestó la embajadora—. He oído hablar de la destreza de tu pueblo en combate, aunque me extraña que un revraíno de una espada a uno de sus enemigos ancestrales. Dime, ¿crees que serías un rival digno de un maestro de la espada drache?

Cargando editor
13/05/2013, 16:54
Rowane

Rowane parpadeó de una forma tan estupefacta que debió resultar francamente graciosa. Pero ella estaba demasiado desconcertada como para caer en ello... ¿la embajadora acababa de darle su nombre después de pedirle el suyo y se había puesto a hablar tan tranquilamente con ella? ¡hasta había oído hablar de la destreza de su pueblo!

Akiko le pareció un nombre bonito.

Lo primero que pensó fue quién, en nombre de todo lo sagrado, era capaz de ir por ahí diciendo cosas buenas de su pueblo. Lo segundo que pensó fue en pellizcarse por si estaba soñando pero se contuvo.

Pues... no lo sé—contestó tímidamente—. No conozco mucho del pueblo drache. S-Sólo he visto a alguno de vista pero jamás he hablado con ninguno...

Cargando editor
13/05/2013, 17:04
Akiko

—Bueno, estás hablando con una drache y sigues sin saberlo —señaló Akiko con una risita—. Dime, ¿es normal que los nobles tengan guardas drow a su servicio? ¿O es monsieur Hawald una excepción?

Cargando editor
13/05/2013, 17:49
Rowane

Rowane no pudo evitar que se le escapara una sonrisilla tímida con el comentario. Había sido gracioso y ala vez era verdad. Conocía muy poco de los drache pero de momento... le gustaban los drache. Akiko no gritaba ni la insultaba. Incluso hablaba con ella.

No, es... bueno—titubeó, y se rascó la nuca con el consiguiente tintineo de armadura que a ella le sonó a mil relámpagos—. Nunca hay guardias drow... creo que esto ha sido una excepción. Para aumentar la protección o algo así.

Ahora que lo pensaba, no tenía mucho sentido que monsieur Hawald despreciara tanto a los drache y a la vez quisiera aumentarles la protección. Salvo que "protección" fuese un eufemismo.

Lo cual la hizo entender aún menos. Pero no sería ella quien cuestionase al amo.

Cargando editor
13/05/2013, 17:59
Akiko

—¿Protección? —repitió Akiko, en un gesto de incrédula hilaridad.

Abrió un abanico con soltura y soltó una carcajada detrás de él.

—¡El Dragón no necesita protección! —dijo, desestimando la idea con un gesto vago de la mano—. Lo que ocurre es que tu amo ha tratado de humillarnos poniéndonos como escolta a un séquito de esclavos que intenta adivinar con qué extremo de la espada se golpea. Como si el Dragón no supiera defender a los suyos. Aaah, pero ignora que sólo nuestros propios actos conducen a una auténtica humillación.

Cerró el abanico de golpe.

—Entonces, dime Rowane. Si esto es extraordinario, ¿cuál es tu función en esta Casa?

Cargando editor
13/05/2013, 19:47
Rowane

Rowane en un principio encogió ligeramente la cabeza, como si pensara que había insultado a la embajadora o algo pero como se rió, no le quedó tan claro. No es que se tranquilizara del todo pero tampoco empezó a temblar como un flan.

Ah, eh... perdón—titubeó como disculpándose por ser parte de aquel "intento de humillación". Luego se rascó la mejilla con indecisión antes de responder a la pregunta—. En la casa, ninguna. Soy... Soy gladiadora.

Cargando editor
13/05/2013, 20:04
Akiko

Akiko se sorprendió, y durante unos momentos no dijo nada.

—¿Y... encuentras honor en ello? —aventuró.

Cargando editor
13/05/2013, 20:12
Rowane

Rowane bajo ligeramente la cabeza, ¡claro que a ella tampoco le gustaba hacerle daño a los suyos en combates como aquellos! ¿Pero a caso tenía elección? El amo ordenaba, ella tenía que obedecer, eso era todo.

Como toda respuesta negó con la cabeza.

Cargando editor
13/05/2013, 20:16
Akiko

Akiko se abanicó ociosamente mientras te observaba con gesto pensativo. Cuando el repentino silencio empezaba a ser incómodo llegasteis a los aposentos para huéspedes.

—No necesito más guardaespaldas, pero ya que Hawald os ha puesto a mi servicio hay algo más que puedes hacer por mi. Dile al resto que se marchen y acompáñame.

Los drache se repartieron entre las habitaciones que el amo había dispuesto para ellos. La habitación de Akiko era, por supuesto, la más grande, lujosa y con mejores vistas. La embajadora no le prestó mucha atención a los muebles, pero se acercó a la ventana para admirar la ciudad. Allí se quedó inmóvil durante unos momentos, con las manos metidas en las profundas mangas de su shemi.

—Necesito que me enseñes la ciudad —dijo al fin—. No lo que me enseñará monsieur Hawald mañana en la visita oficial. Quiero ver la auténtica Port Coeur.

Cargando editor
14/05/2013, 13:17
Rowane

Rowane estaba desconcertada por lo inusitado de que una embajadora recién llegada de lo que parecía otro mundo quisiera que ella y sólo ella la siguiera. De ser una Celestarum se habría muerto de un ataque de pánico allí mismo pero como Akiko era... como medio millón veces menos agresiva que una Celestarum, el ataque de pánico se redujo a curiosidad inquieta.

Aun así la petición la sorprendió. Estaba más que segura que lo único que le mostraría monsieur Hawald sería la Buitrera.

¿El Nidal? Pero si es...—parpadeó extrañada aunque al segundo siguiente corrigió a toda velocidad—. ¡D-Digo! Claro. Como... como queráis.

Cargando editor
14/05/2013, 13:47
Akiko

Akiko asintió.

—Bien. Te recogeré en los aposentos de los esclavos a media noche y nos escabulliremos en la oscuridad. Estate preparada. ¿Alguna pregunta?

Cargando editor
14/05/2013, 15:00
Rowane

¿Escabullirse en la oscuridad? ¿A media noche? ¿Sin que el amo se enterara? ¿POR EL NIDAL? A Rowane las preguntas le entraban a empujones en la cabeza.

Por otra parte, ¿a quién obedecía ahora? ¿A Hawald o a Akiko? Lo pensó un momento. No era difícil: Hawald la había asignado como escolta de la embajadora y eso era justo lo que haría, aquella mujer era... lista, muy lista. Si la embajadora le decía que quería ver la ciudad, ella no era nadie para decirle que no ni para preguntarle por qué quería ir.

Aquel pensamiento la tranquilizó un poco.

¿Cómo... ?—preguntó en una lucha encarnizada contra su timidez. Carraspeó y volvió a empezar—. ¿Cómo salgo de la jaula?

Suponía que si era la embajadora quien pedía un esclavo, DeGaulle no se lo iba a negar pero entonces terminaría llegando a oídos de Hawalld. Ahora bien, si la drache algo pensado para aquello, ya no lo sabía.

Cargando editor
14/05/2013, 15:32
Akiko

Akiko volvió a mirarte extrañada.

—¿Dormís enjaulados como bestias? —preguntó, pero no necesitaba una respuesta—. Bueno, eso complica las cosas. Pero yo me encargaré de todo.

Parecía estar urdiendo algún plan en ese mismo instante.

—¿Hay algo más que deba saber sobre tu... situación?