Partida Rol por web

Tras llevar un buen trote por medio del monte, llegáis a la zona donde creéis haber visto desviarse el cajón de suministros. Las respiracines están bastante agitadas, pero no es nada que no hayais tenido que soportar en los campos de entrenamiento específicos de vuestro ejército particular.

Es una pequeña llanura, con alrededor de 200 metros cuadrados de trigo y cebada plantadas. Las plantas están ya bastante altas, y medirán con facilidad un metro y medio, o posiblemente dos, la altura perfecta para que cualquier soldado de una nación totalmente diferente a la que ocupa actualmente el país, pueda efectuar una incursión y llevarse un buen botín.

En un momento figaz, recordáis algun viejo cuento sobre piratas, en sus barcos preparandose antes de asaltar un barco, sin saber si vivirán para contarlo, pero con ansias de aventuras y de llevarse un buen puñado de doblones de oro que poder gastar en furcias y algo que llevarse al gaznate.

El cajón está justo en el medio del campo y aún no hay rastro de alemanes.

Estáis a unos 350 metros del cajón, por lo que corriendo podriais llegar en digamos 1 minuto, ya que el terreno es muy aleatorio y hay hoyos y piedras por todas partes, no podriais esprintar para llegar tan rápido como querriais. Además al llegar a la zona de plantado no vais a saber muy bien cómo dirigiros.

Incómodo por la situación, Chance se vio obligado a hablar.

No se preocupe, señorita. Soy americano, simplemente un turista interesado en la antropología y en la arquitectura gótica, como la Iglesia del Osario que según tengo entendido se encuentra en esta agradable población. La señorita ha tenido a bien hacerme mi guía local.

No tenía ni idea de que la situación fuese tan agobiante para los lugareños. ¿No les tratan bien los alemanes? ¿Quién es ese oficial y por qué la ha golpeado?- Se encogió de hombros y sonrió, buscando su complicidad. -Como ha podido comprobar, mi alemán es bastante básico.

—¡Vamos rápido! —Gritó William con más intención de animar sus piernas cargadas con el trote que de dar órdenes a nadie. Sin embargo el silencio y la gran extensión que tenían delante invitaban a que el primero que llegase fuese fácilmente emboscado. Ello le hizo dudar:

—¿O queréis que aprovechemos la altura la paja para preparar una emboscada a quienquiera que venga?

La boca se le hacía agua pensando en lo que podrían encontrar en la caja dejada por el avión. Casi no podía ni pensar, pero las palabras de William hicieron que reaccionara.

-Creo que lo mejor va a ser que uno de nosotros quede en la retaguardia para cubrirnos en el caso de que los alemanes aparezcan. Quizás William y yo podemos hacer la aproximación, mientras Jack avanza desde la retaguardia pendiente de la llegada del enemigo.

Estaba claro que si ellos habían visto el avión, los alemanes también, quizás no tuvieran mucha prisa en ir a buscarla pues no contaban con que nadie les fuera a robar el contenido, y esa era la mejor baza que tenían.

Aunque Jack compartía la repentina explosión de adrenalina que había puesto en acción a sus compañeros, esta no se reflejaba en su rostro. Desvanecida la confusión de la noche anterior con la aparición de un objetivo claro y ante la expectativa de entrar en combate, "Killer" recuperó la sonrisa. Si los lobos sonrieran...

Trotó en silencio junto a los otros dos militares del equipo, disfrutando de la pureza de propósito. Cuando llegaron al lugar se detuvo a recuperar el pulso respirando profundamente.

Una vez que Frye y Ferret han hablado y tras una pequeña pausa para evaluar la situación por última vez, Jack se vuelve hacia los dos motivados militares...

Yo soy de aquí,aunque llevo un tiempo fuera y al regresar me he encontrado esto mucho peor de lo que yo esperaba. Hace tiempo, los hombres no pegaban a las mujeres porque si. ¿Hay algún sitio más tranquilo donde podamos hablar?

Jack se vuelve hacia los dos motivados militares...

Adelante. El sonido de la pistola al entrar un proyectil en la recámara sirve de punto y seguido para los tres hombres.

Cómo alma que lleva el diablo los dos aguerridos soldados que luchan en el secreto nombre de su majestad la Reina de Inglaterra, comienzan a correr entre los altos tallos de las plantas que cubren el campo de trigo. Guiados más por pura lógica que por azár, llegáis a donde está el cajón, cubierto por un gran paracaídas, y asumís que habés llegado al centro del campo de plantación. Acto seguido escucháis fuertes pasos, sincronizados cómo un reloj Suizo, que cada vez se van haciendo más y más fuertes, potentes y cercanos. Varias voces se alzan entre las pisadas, y os empezáis a temer lo peor. Si queréis abrir el cajón de suminsitros antes de que los alemanes lleguen a vosotros, debéis ser rápidos y hábiles con vuestras manos.

El cajón está hecho de metal, probablemente hierro o acero y  está totalmente recubierto de pintura verde, seguramente innifuga. Dos asideros de metal salen de cada uno de sus lados, dandole un aspecto aún más robusto. Los cierres de seguridad están cerrados y asegurados con bridas numeradas, y de cada una de ellas sale un sólido candado de apertura con llave.

Mientras, Killer agazapado desde su posición ventajosa, observa en silencio a través de la mirilla de su arma lo que sucede, de momento, incapaz de tomar parte en el asunto. Un pequeño destacamento de 8 hombres formados en posición de paso ligero de a 2, guiados por un oficial, vienen a toda prisa, con sus armas cogidas a dos manos para mantener bien el equilibrio mientras corren. No hay rastro de vehículos, lo que te da la impresión de que el castillo no debe de andar muy lejos.

—Claro, pueden venir a mi casa, allí les puedo ofrecer una bebida caliente al menos—

Erika os hace un pequeño tour por el pueblo, revelando zonas realmente hermosas. La gente se comporta con ella de forma natural, y se saludan cómo antaño se hacía en los pueblos donde se conoce todo el mundo. Al ir con ella, os saludan igualmente, ya qu ela cortesía no es algo que hayan perdido. Pasáis por un parque con unos columpios de vaiven para niños, donde un hombre mayor pasea a su perro. Las marcas de su cara revelan una vida dura, sus ojso están metidos muy en su cara y se vuelven pequeños como cabezas de alfiler que escudriñana a todo aquel al que no conce de toda su vida. Este os saluda con su boina mientras intenta refugiarse en el calor que le da su abrigo; que le queda excesivamente grande, lo que os lleva a preguntaros si en algún momento lo ha llevado tallado a medida, o si su aspecto físico actual se debe a la falta de comida provocada por la ocupación alemana. Sabéis que han ido racionando alimentos, pero que a los alemanes nunca les ha faltado nada.

—Este solía ser un pueblo minero, pero con la mina de carbón agotada, hemos tenido que pasarnos a la agricultura y ganadería. No es un trabajo fácil pero es digno y da para vivir, aunque la escasez reciente de hombres jóvenes que se puedan encargar del trabajo lo está haciendo mucho más dificil. Todos arrimamos el hombro e intentamos cuidar unos de otros. Nuestra esperanza era atraer a turistas con la remodelación del castillo, aunque parece que hemos atraído a la gente equivocada.....—

Por fin llegáis a una casita de un piso, con su techo atrigangulado como aparecen en las fábulas de los hermanos Grimm. Una pequeña gloria calienta la casa. Muchos cuadros de una vida pasada y mejor adornan las paredes.

—Por favor, tomen asiento en lo que les preparo un café—

—Es muy amable, y además tiene usted una casa muy hermosa y acogedora. Gracias por permitirnos tomar una bebida caliente con usted. Realmente nos hará entrar en calor, y compartirla con usted y con las historias que nos pueda contar sobre el pueblo será magnífico,— Chance se toma un pequeño momento para añadir— o sobre...bueno, lo que ha pasado antes—

Los nervios atenazaban a los dos que se habían adelantado como avanzadilla, no tan lejos un grupo bastante numeroso para un objeto aparentemente insignificante como el que tenian delante se estaba aproximando y el tiempo corría sin darles cuartel.

William intentó abrir aquel objeto de un culatazo sin mucha fortuna. Únicamente un abollón quedó como testimonio de aquella chaladura que acababa de cometer.

—¡Joder! ¡Intenta hacer algo rápido tú!

tomo la taza y bebo tranquilamente del liquido de su interior, tras el primer sorbo, tomo un segundo rapido y dejo la taza sobre la mesa.

Lo cierto es que aqui ya estamos mas tranquilas y podemos hablar practicamente sin tapujos ¿que ha ocurrido en el pueblo desde la invasión nazi? Hace algo mas de una decada que deje está región y al volver estaba todo cambiado. Noto algunas ausencias importantes, pero la que mas me ha llamado la atención es la falta del sacerdote....

—Es cierto, el padre Andrej, desde la ocupación alemana se ha alejado de la iglesia, para luchar por el bien común. Algunos todavía son capaces de contactar con él, pero es muy esquivo ya que está buscando por los alemanes. Se dice que no hace más que entrometerse en los planes de un tal doctor Von Kammerstein, que debe albergarse en el castillo, y que está haciendo todo tipo de experimentos con personas. ¿ Lo puedes imaginar? Hace todo tipo de cosas, seguro que crueles a los adultos y a los niños, por eso el Padre Andrej se ha dedicado a interponerse. Por lo visto a salvado ya muchas vidas de niños, y nostros siempre se lo vamos a agradecer.—

Erika toma una taza y se sirve una buena cantidad de té.

—Desde que el padre Andrej se ha dedicado a revelarse contra los alemanes, el padre Faby se ha encargado de la iglesia, por lo menos lo hacía, hasta que..... bueno. Un día los alemanes vinieron a buscar a todos aquellos niños a los que había salvado el padre Andrej, y al no encontrarlos, quisieron dar ejemplo y ejecutaron al pobre padre Faby en medio de la plaza para que no se nos ocurriera seguir el ejemplo de Andrej. Tienen que saber que para nosotros es un auténtico Ángel que se ha dedicado a ayudarnos, asi que no vamos a revelar su paradero a esos malnacidos por mucho miedo que nos quieran meter en el cuerpo.—

Temblando por la emoción, la rabia y la impotencia, Erika rompe a llorar y da un trago muy largo a la taza de Té.
 

El arcón era demasiado pesado para que se lo llevasen a la carrera, y el culatazo dado por su compañero no hizo el menor efecto en el cierre pero por suerte los nervios de William no se transmitieron a Ron. Habituado a tratar de liquidar lo que había bajo presión y lo más rápidamente posible, el cabo sacó una pequeña navaja y un alambre para introducir ambos de forma cuidadosa en la cerradura. En apenas unos segundos un sonoro clic demostró que todavía conservaba su maestría con las cerraduras.

-Listo, veamos que hay en el interior, seleccionemos lo válido y salgamos corriendo antes de que los alemanes sepan lo que ha sucedido aquí.