Partida Rol por web

Teman avanzó poniendo en practica sus agiles movimientos y su silencio al andar, realmente encontraba que se estaba adaptando muy bien al grupo de exploradores, miraba constantemente atras, viglante de los movimientos de sus  hermanos, el siempre acido Larkin, el simpatico Micah, el salvaje Graven, el peligroso Razor, el avispado Litilus, los siempredistantes Czorf y Arnulf y el forzudo Rennard, todos avanzaban como una única unidad, al llegar a la caseta observo a los marines allí guardianes.

Rennard avanzaba sumido en sus pensamientos captando olores distantes y viendo que los nuevos implantes seguian mejorandolo, avanzaba con la seguridad que le daba estar rodeado de sus camaradas y cuando llegaron al sitio en que el sargento Iah se paró, empezo a valorar los peligros que lo rodeaban.

Instintivamente se colocaron en fila, uno al lado del otro. El marine de guardia pareció aprobar con una leve inclinación del casco; pero Iah no permitió que ni una sombra de orgullo o sonrisa se asomara a su rostro.

- Mierdas! Hoy es un día especial! Hoy es un día, donde por fin me voy a olvidar de ustedes durante dos horas enteras, y les voy a dar la oportunidad de cagarla tan soberanamente, que ni el propio Emperador va a poder salvarlos de la desintegración!

Dos servidores, al oir la voz del Sargento, salieron de la caseta tirando de una pesada caja de madera. El sargento la abrió sin demostrar esfuerzo; saltar una docena de gruesos clavos con un par de dedos dificilmente sea una proeza para un Marine.

Metió la mano dentro, para sacar un bulto color arena. Lo arrojó hacia la fila; Temán lo recogió en el aire. Eran unos abultados pantalones.

- Por fin han llegado los uniformes. A ver si se visten, antes de que se apague el sol de puro aburrimiento!

Dentro de la caja pueden ver un conjunto de pantalones color arena, abultados; fuertes botines negros, una camisa y sobrevesta acolchonada color caqui. Y en el fondo, piezas de armadura color verde seco, con bordes naranjas y negros.

- Vamos, qué esperan? Que los vista su mami?

Litius, se adelanto y dijo. Si señor a sus ordenes Señor, y se empezó a vestir lo mejor que pudo ajustado cada pieza con precisión y atención adecuada, cuando hubo terminado se reviso el atuendo y se coloco en la fila a la espera de mas ordenes.

Teman sigue los pasos de Litilus y empieza a vestirse apresuradamente para no provocar más la ira del sargento Iah.

Rennard se viste pero comprueba la armadura una vez esta vestido preguntandose si a parte de recibir este equipo les espera por fin una misión...

Como maquinaria bien engrasada, nada más recoger la nueva indumentaria empiezo a cambiarme a toda prisa para cumplir con una máxima aprendida en todo el tiempo que llevo aquí: 'No contraries a Iah y si dice salta, tu pregunta hasta donde'.

Iah observa con ojo crítico a sus reclutas, donde un consejo aquí, un ajuste de cinchas allá; acomoda una hombrera, insulta por no haber abotonado correctamente una bota.

Observan con curiosidad que un servidor, a un costado, espera pacientemente con lo que parece una pistola de pintura.

Con el fruto de la practica me visto mientras echos miradas de soslayo ha toda la "murallita", Iah esta de un excelente humor, asi que esto sera algo completamente nuevo, quizas un premio por nuestros numerosisimos esfuerzos por parte de todo el grupo. Para evitar los cariñosos consejos de Iah ayudo a Micah ha colocar perfectamente su uniforme, en espera que me corresponda, con un espejo todo seria mas facil.

Asintiendo con la cabeza comienzo a embutirme en el uniforme.

Por el Emperador, ¡el sargenteo nunca cambiara!

La visita a la ciudad era algo que aún no esperaba. Y que les permitieran usar uniformes, aún menos. Siguiendo las órdenes de Iah, Micah tomó su uniforme y con ayuda de Larkin terminó de ajustar las últimas piezas. A su vez, ayudó a su amigo a que su vestimenta quedara perfecta, para no dar lugar a su sargento a regañarlos antes de comenzar lo que fuera que se avecinaba esa noche.

-¿Será una simulación de combate con armas de fuego?- Micah susurró a Larkin cuando vio al sirviente llevando algo parecido a un arma inocua. La perspectiva de verse por fin metido en una misión, aunque fuese simulada le impidió tener su lengua sujeta y exponerse a una recriminación, pero poco le importó.

Cuando ya esta la ropa perfecta miro a Micah a los ojos:

-No creo que nos honren solo con eso, ademas nos vestimos tan bien para un simulacro, no creo veamos- me pongo firme en espera de las ordenes de Iah, quizas esto sea digno de ver, pero si él no va ha estar que es lo que va ha pasar, con una inusual calma espero las ordenes, como siempre, como el resto de mi vida.

Mientras se colocan las vestiduras y se ajustan las armadures, Iah sonríe.

- Qué bonitos los cachorros, en uniforme! El tono no deja lugar a dudas: es una burla... aunque el corazón del Sargento parece estar esta vez un par de grados por encima del cero absoluto del vacío estelar.

El servidor con la pistola de pintura se acerca y va pintando, en perneras, pecheras y hombros, con cuidado y dedicación, como si fuera una tarea sagrada, insignias del capítulo, de la 10ma Compañía, y luego números individuales. Otro servidor toma nota, cuidadosamente.

Observan también, con ansiedad, que en el interior de la caseta cuelgan gruesos cinturones con pistolas, munición; en las paredes, ordenadamente, se ven bolters, escopetas, rifles. Un arsenal.

Litius ve las armas y como les clasifican como una escuadra, si ningún numero se repite significa que se enfrentaran como escuadra, y si van a una ciudad, lo mas seguro esk vayan a la subcolmena, la zona mas peligrosa y que litius conocía bien, mas quien sabe, no puedes tener una idea preconcebida de algo cuando Iah, esta de por medio.

Cuando escucha el comentario de Michan y larKin, comenta - Chicos, si vamos a la ciudad a combatir, o es contra herejes, o es para ir a la subcolmena. hay hay bandas que son muy duras, lo digo con la experiencia de haber pertenecido a una de las mejores de mi mundo, pero con Iah de por medio, no te puedes fiar de las apariencias.

Czorf acusaba aún mas toda la rutina de entrenamiento ya que a la parte física, a cargo de Iah, y la parte espiritual, a cargo de Melchior, debía añadir el peligroso entrenamiento psíquico para refinar, aprender y dominar sus poderes.

Obviamente tras cada sesión debía presentarse ante el Confesor para que comprobase que no había sido manchado por la disformidad, por lo que cada día podía ser el último; cada visita a la pequeña capilla designada por Melchior una posible sentencia de muerte.

---------------------------

Una de las noches su entrenamiento con Aectus se había visto interrumpido por una pequeña urgencia, por lo que Czorf llegó antes de tiempo a la pequeña capilla. Allí, suspendido unos centímetros sobre el sencillo altar, descansaba la poderosa arma y emblema del Hermano Confesor... Un crozius arcanum.

La visión le llenó de respeto, humildad y franco miedo. El campo de energía que lo envolvía crepitaba y curvaba ligeramente la luz a su alrededor. En manos de Melchior, canalizando su Fe y voluntad, debía ser sin duda un arma terrorífica.

Avazó con cuidado, reverente, para observar la mítica arma. Juraría que estaba viva o que tenía algún tipo de conciencia, ya que reaccionó a su presencia, aumentando el campo de energía que envolvía la decorada cabeza. Los detalles era numerosos y la decoración profusa en el aquila.

A su vez Czorf sentía su poder psíquico bullir en su interior. Por lo que sabía si bien no era un arma de energía propiamente dicha, tampoco era un arma psíquica, ni tampoco un arma de fuerza. Era algo distinto, con una parte de cada y, sobretodo, potenciada por la inquebrantable Fe del capellán que la blandiese. Sentía que la disformidad en las cercanías de arma era mas tranquila y el velo entre ambas realidades se fortificaba enormemente. Extendió una mano lentamente, dejando fluir su mente, sintiendo como los zarzillos de su esencia psíquica se extendía. No pretendía tocarla, obviamente, pero la curiosidad le invadía por conocer la sensación de grandeza que emanaba el crozius arcanum.

Sin embargo el arma se estremeció y proyectó un latigazo de energía, a partes física y psíquica, que golpeó a Czorf y lo lazó volando los 6 metros que había hasta la pared opuesta. Una fracción de segundo después Melchior se materializó a su lado. Como pudo Czorf se arrodilló, con la cabeza gacha, esperando el severo castigo o juicio por su imprudencia.

- Guarda silencio, escucha y aprende esta lección. El Crozius arcanum, novicio Czorf, es un arma sagrada propia y única de los Capellanes del Adeptus Astartes. Forjada por los mayores tecno-magos de Marte, bendita por los jerarcas de la Ecclesiarquía y fortalecida por la fugaz visión del Emperador. Es, posiblemente, el arma mas pura de que dispone el arsenal del Imperio del Hombre. A la par, sin dudarlo, con muchas de las sagradas armas-reliquias que posee la Sagrada Inquisición. - Su voz era firme y modulada, enérgica y poderosa, no transmitía enfado o desprecio, únicamente templanza, seguridad y poder. - Ahora sólo lo intuyes pero pronto llegarás a concoerlo bien, muchos de nuestros enemigos, utilizan artes oscuras, corruptas y viles para atacarnos. La misma disformidad que neustros hermanos bibliotecarios utilizan es, para el Archienemigo, su fuente natural de poder. Es parte de sus reinos retorcidos mas allá de esta realidad...

- ¿Sus... sus reinos mas... - Czorf, sin darse cuenta, formuló la pregunta en voz alta, interrumpiendo a Melchior.

- ¡Silencio! - Bramó Melchior, ante lo cual Czorf se encogió aún mas. - La Disformidad es el reino espiritual del Caos por lo que todo aquel que la manipula, antes o después, acaba recibiendo sus impurezas. Por eso el crozius ha reaccionado así a tí. - Czorf alzó la mirada, aterrado por las implicaciones de sus palabras, pálido como la túnica que llevaba. - Eres un novicio, en breve serás un hermano explorador y sigues un férreo entrenamiento con Aectus para fortalecer tu mente. Pero esas impurezas son algo inevitable en el camino de los bibliotecarios. Hay un límite que NO debes traspasar, Czorf... O supondrá, en el mejor de los casos, tu muerte. El propio Aectus también porta estas impurezas, en mayor cantidad que tú sin duda, pero también bajo el límite establecido para no considerar en entredicho su pureza. No rechaces u ocultes estas marcas de la disformidad, pues acabarías siendo descubierto o tu voluntad minada por el esfuerzo de esconderlo, ser presa fácil de los depredadores del Inmaterium. Aprende todo lo que puedas sobre la disformidad y no permitas que tu voluntad flaquee, así es como los bibliotecarios prestan su servicio al Dios-Emperador y a su Capítulo. - Guardó silencio unos segundos mientras se giraba para acercarse al altar. - Álzate. Puedes retirarte, la sesión de hoy ha terminado. Medita mis palabras y no las olvides.

Czorf se incorporó, controlando el temblor de sus piernas y se inclinó ante Melchior, haciendo el saludo del aquila.

- Czorf... Un último consejo: Desconfía, siempre, de todo aquel psíquico que niegue haber sufrido o portar la mancha de la Disformidad. - Le recomendó Melchior, sin volverse, antes de que Czorf abandonase la pequeña capilla.

--------------

Se vistió rápidamente, lo mejor que pudo y su esfuerzo fue recompensado únicamente con dos secos gritos por parte de Iah por haber colocado mal la hombrera izquierda.

Cuando terminó se cuadró y esperó.

- Quietos y callados, soldados! Iah ladra, ustedes se callan en posición de firme. Sin dudar, es un acto reflejo; han aprendido bien.

El servidor se acerca a Micah, y pinta en su pechera el número 1, en brillante naranja.

- Explorador Micah, has sido designado líder en esta oportunidad. No la cagues, entendido?

El pequeño Micah asintió, sorprendido. La verdad es que se llevaba bien con todos*, pero no sentía que tuviera pasta de líder... y mucho menos sabía si sus compañeros lo seguirían. Pudo sentir las miradas de los demás... moría por entender lo que estaban pensando sobre él.

- Tres kilómetros camino abajo, se encuentran las puertas de la ciudad. Allí ha sucedido un accidente: un camión con suministros médicos misteriosamente chocó. En su interior, la carga estaba desaparecida; el conductor se encontró en deforme posición, la sangre licuada a través de sus poros. Nuestros psíquicos no encuentran nada extraño, por lo que debe ser un problema común... pero que ha impresionado a la población normal.

Iah camina arriba abajo, frente a la fila, como si estuviera explicando la mejor forma de empuñar el bolter.

- Es un problema común, por lo que perfecto para inútiles casi completos como ustedes. Pero deben recordar una cosa: son Astartes. Nuestro deber es proteger a la Humanidad. La Humanidad son un conjunto de inútiles, débiles, lloriqueantes pusilánimes.

Les señala el cobertizo. Elijan sus armas, soldados. El resto es problema de ustedes.

Micah escuchó su designación de la boca de Iah, casi sin poder creer lo que allí ocurría.

-¡Señor, sí señor!- fue lo único que atinó a responder. Una enorme responsabilidad había caído sobre sus hombros.

Debo dar lo mejor de mí, demostrar que soy un verdadero Astarte.

Mientras el sargento terminaba de explicar la misión, el joven designado líder invocó todas las letanías que había aprendido para infundirse valor y tranquilidad. No sólo su vida estaría en juego. También la de sus hermanos. El Emperador me guiará. Si El lo desea, sabré llevar a mis hermanos al éxito sin inconvenientes. Pero por mi parte, voy a dejar la piel allí para que así sea.

Cuando la explicación concluyó, se dirigió hacia el cobertizo. Era hora de probar las armas "de verdad".

A Rennard no le importo que hubieran nombrado líder a Micah, si bien ciertamente no se llevaba mal con él, consideraba que era mejor que Larkin, el cual ya estaba tardando en hacer uno de sus jocosos comentarios.

Se acerco al servidor de armas y eligio una espada y una pistola Bolter, ni siquiera considero la opción de coger alguna granada, total Rennard apreciaba el combate cuerpo a cuerpo y ciertamente soltar una granada a tus pies no es lo más inteligente...

Temán siguió los pasos de Rennard y cogio tambien un par de Armas, un Bolter y granadas, no se sentía capaz de llevar armas primitivas, puesto que aún no se había acostumbrado a su uso.

Tu diras Hermano Líder Micah...