Partida Rol por web

- Pensaba yo que un recuerdo se atesora en la testa et non en el dedo. Et también pueden esser un recuerdo los dineros que diera un objeto que ya non es de uso...-
Benvido prosigue, pero ahora mira el anillo.
-¿... o acaso si sirviera aqueste anillo a algún propósito?
Decid un precio, doña Orosia. Sabed que non solo con dineros pudiera pagar, ca también puedo fazer el pago enseñando alguna cosa de provecho a alguien como vos.

Tancredo ve lo que guarda el herrero en aquel baúl, una figura de un animal cuadrúpedo e intenta relacionarlo con el lobo... pero no se queda allí ensimismado sino que cierra el baúl y mira para el herrero. Quizás sea tarde o no su reacción pero al menos ha visto lo que escondía en su interior. - El caballero empieza a pensar que todo está relacionado con el lobo desde el collar del Duque hasta aquella figura y su espada. Quizás en el pueblo haya alguna forma de veneración o de pacto pero en ese caso, ¿quién se lo habrá enseñado? Quizás en otro momento hubiera increpado al herrero el tener una figura de esa índole a pesar de haberse descubierto mirando sus bienes. Pero esta vez está más interesado en que el herrero acabe su espada y pueda así portar su gran arma.

Ha cerrado el baúl después de quedarse perplejo por aquella figura que no osa indagar ni tocar, y se gira esperando que el herrero del cual escucha el crepitar de las llamas del horno no se haya dado cuenta de su acto. 

Miras atrás y ves dos siluetas. Arturo retiene al Conde, que no te sigue, pero que observa como tuerces la esquina desde el portalón de la taberna.

El Conde se vuelve hacía tí, como un sonámbulo que despertara:
-¿Quién sois vos, juglar? Sabed que faltáis al respeto al Conde de Ucero, et non debíaris fazer tal cosa con quien se batió junto al rey en la batalla del Salado.

Señor....non pretendía tal cosa. Si de nombres hablamos yo respondo al de Arturo Peláez, hijo del vizconde Julian Peláez et de doña Teresa Román. Noble de nascimiento como puede dar fe la espada que llevo al cinto et los míos pertrechos. Mas trovador que juglar. Amante de la música, el vino et las mujeres. Agora que ya nos conocemos nos, ¿conocéis a la bella Amelia de algo?- digo sin perder la sonrisa ni un momento.

El herrero vuelve con tu espada humeante tras meterla en un balde de agua, y puedes ver mejor el grabado. Una silueta que representa la mitad delantera de un lobo inscrita en una cara de la hoja, y la mitad trasera en el envés. Como si el filo hubiera partido el lobo por la mitad. Le das el pago prometido, que el reconoce con un gesto de cabeza y sin abrir la boca. Al salir de la herrería, notas que el caballo parece inquieto, pues relincha. Intentas subir pero tu pie no encuentra el estribo, el derecho ha desaparecido.

Tancredo miró la espada y vio aquella imagen de lobo inscrita en su arma la cual le había mandado dibujar sobre el metal. El trabajo estaba bien hecho y la figura del lobo era creíble dividiéndose en dos partes la primera mitad del animal por una cara de la espada y la otra mitad por el revés. Ahora habría que esperar que surtiera efecto en el ataque contra aquellas endemoniadas criaturas. Guardó la espada en su vaina llevada al cinto y tomó su saco de dinero de ahí sacó el precio acordado. - Espero que esto sea efectivo. - Le dijo al herrero ya que no le gustaba tener simples imágenes en sus armas que no fueran para luchar contra el enemigo. - Vaya con Dios. - Le dijo al mudo herrero para después salir y ver que le habían robado las espuelas o estribos del caballo. Enfurecido miró por si veía al infractor pero no vio nada sospechoso y entonces enfadado por tal grado de pillería entró otra vez en la herrería. - ¡Me han robado los estribos!, ¡no puedo montar así a mi caballo! Le dijo al herrero como pidiéndole algunos que tuviera o que se los hiciera.

...a alguien especial como vos, una mulher que faze cosas de omnes... ¿et quizás faze también cosas que non son de omnes?

El herrero parece sorprendido. Esta vez, te enseña una sola mano con los dedos extendidos, mientras con la otra coge un estribo viejo que colgaba de un solivo.

-¡Amelia!- De la presentación que hacéis, tan sólo parece comprendere el nombre de la joven.
- Amelia, decís!...- Se aparta de tí, y se dirige sonámbulo otra vez hacía el barril donde se lanzan los dados, que coge, y lanza. Se encoge como si algo le hiciera daño, y su guarda hace ademán de sostenerle. Pero se sobrepone, y sin decir adiós sale de la taberna. Dejando un silencio de perplejidad entre los parroquianos, que al rato retoman conversaciones.

Non andaba yo muy seguro de lo que aquí acaecía con la joven y bella Amelia. Mas creí conveniente marchar a dormir et comprobar si había llegado sana et salva. Extraña me parescía la reacción del conde.

-Pablo, señores, señoras....deben disculparme pero marcho a dormir.-Et acto seguido abandono la taberna , sigueme Pablo que anda un poco bebido et intento ver hacia do se dirige el conde. Non para seguirle, ya que marcho do la Tregidia, si no para ver si va a buscar a Amelia o vuelve a su castillo.

¿Animas en los bosques además de estos lobos demoniacos?, ¿en dónde me había metido? Vi su nerviosismo al hablar, como si hubiese dicho algo que no debía y cuando el conde abandono la posada me pareció que sería más fácil que siguiera hablando

- ¿Famélicos? y ¿porque tienen tanta hambre? - le pregunte con calma - he visto la riqueza del conde, y no entiendo tanta hambre en la aldea -

Si mi padre hubierame fecho caso, en lugar de pedir favores al de la cabaña...

—Vaya, siento mucho lo de tu padre. Espero que  mejore pronto —consuelo a la chiquilla, aceptando de buena gana las cortezas que me ofrece —. ¿Y quién es el de la cabaña del que hablas? ¿No será por casualidad Vermudo "el Curandero"? Teníamos pensado visitarle —le muestro algunas de mis heridas, casi más por aparentar ante ella que por justificar mis palabras—. ¿Ocurre algo con él?

Tancredo pagó lo estipulado con mala cara hacia el exterior, sin lugar a dudas aquellas tierras eran un cobijo para truhanes y malhechores y sabía que no podía quedar impune este acto. Desembolsó otra vez dinero de su saquito y le dijo al herrero, - póngame vos las espuelas que mi criado ya tenía que estar aquí y no aparece. He de marchar pero poseo demasiado metal para poder colocar bien estos estribos. - Se guardó el saquito teniendo cuidado que no se lo pudieran hurtar pues había visto de la bazofia que regía en la aldea. Tuvo cuidado y miró alrededor... antes de cerciorarse de que el herrero no ponía objeciones a su desempeño, y entonces solo entonces, montó en su caballo para dirigirse a casa de la vieja a ver si allí encontraba a su criado tal y como le había mandado que investigara. 

Llegas de vuelta a la casa de Tegidria, y vielves a entrar en el establo, del que habías salido raudo a prevenir al grupo de que faltaba un caballo, y dejas, incómodo, al tuyo. Sales y llamas a la puerta. La anciana, con la que habías hablado antes de ir a dejar los caballos, te deja entrar y te ofrece un cuenco de sopa, como del que bebe uno de los conjuradores que acompañaban al grupo y que absorto, pues no te ha saludado, está sentado a la mesa también.

- Pensaba yo que un recuerdo se atesora en la testa et non en el dedo. Et también pueden esser un recuerdo los dineros que diera un objeto que ya non es de uso...-
Benvido prosigue, pero ahora mira el anillo.
-¿... o acaso si sirviera aqueste anillo a algún propósito?
Decid un precio, doña Orosia. Sabed que non solo con dineros pudiera pagar, ca también puedo fazer el pago enseñando alguna cosa de provecho a alguien como vos.

No gustome la forma en la que el carretero empezome a hablar. De forma natural non me gustaba mucho la presencia de las gentes et menos estar rodeada de tanto hombre. Alla en le bosque tenia todo controlado en cuanto a peligros, mas aqui, cualquier desalmado podria desatar sus mas bajos instintos asesinos et facerme daño sin que mucho pudiese hacer yo por remediallo

 Busque con la mirada al resto de mis compañeros de viaje, los unicos en los que tenia alguna esperanza en caso de que surgiesen problemas

Es lo unico que me queda de mis padres- mentí -No veo a que tanto interes, señor. No lo vendería ni por todo el oro del mundo, puese seria como vender a mi familia. Venderiais vos a vuestra familia?

y en diciendo esto me fui alejando en busca de Zacarias et Nuño et Arturo et Amelia que por la taberna andaban cada uno en conversaciones que apenas llegue a escuchar

...a alguien especial como vos, una mulher que faze cosas de omnes... ¿et quizás faze también cosas que non son de omnes?

Claramente este omne se ha percatado de que no soy solo mugre y polvo. Mas no le conozco et es peligros que la gente te vea como alguien con mas poder de lo normal et capaz de facer cosas que lo demas ven como imposibles.

Me mantendre alejada de el de momento mas no le perdere de vista. De momento lo mejor sera negarlo todo

-Non se a que os referis. Se cazar y rastrear bien pues asi es como me he ganado la vida en la montaña. No es tan raro, a mi me parece. Perdón que os deje aqui solo mas debo volver con mi compaña-

Et me alejo mas manteniendo vigilado al carretero pues algo ha visto en mi et algo busca. Quizas si encontrase algun hueco en el que estar sola podria usar mi anillo para ver si el tambien posee algun objeto mágico

-Si, Benvido. Prometióle facerle un cuerno como el que faze sonar el curandero, que parece como el que portan los caçadores, et que espanta a los lobos. Díxole el Benvido que non funcionaría de noche. Más perdió mi padre el tiempo juntando al rebaño et fízose de noche tornando e ya en llegando al pueblo, e aunque mi padré sopló el cuerno, e pidió auxilio a viva voz, los lobos hubieran fecho una grande carnicería, si sus perros non llegan a defenderlo.-
-Non se muxo del curandero, más que mi padre le tiene un gran aprecio, a pesar de casi esser devorado, e que llevába a los niños del pueblo a la iglesia del lago, en las montañas, el día de la Virgen del Lago-
-¿De verdad vais a verlo?, ¿Pudiera acaso acompañaros, mi señor? Benvido prometió emplastos a mi padre, e hoy no vino al pueblo...
La cría se cubre la boca mientras exclama -¡Oh!- al ver las heridas de Zacarías, y hace un leve ademán de rozarlas con la palma de la otra mano.

El hombre habla con amargura, y bajito, mirando de reojo a los vascones, una vez que el conde marcha.
-Son aquestos tiempos, señor. Duros fueron en todo el reino, más aquesta región no conosçió el hambre hasta que el conde partió facer guerras et dexó a la difunta condesa al cargo. Et cuando las veras del río, antaño fértiles tornáronse yermas poco a poco, non supo la condesa más que pedir dineros al obispo de Osma, et llenarnos de deudas. Volvióse el Conde et todo el dinero que las mestas daban por subir a los montes, dábalo para pagarlas et non para alimentar al pueblo. Si las mestas non llegaren aqueste año...