Partida Rol por web

Al apartarse a una esquina Orosia, Benvido queda separado y con la sonrisa congelada. Los vascones por su lado, tras irse Arturo, se preguntan ahora quien va a invitar a tragos, o directamente, si habrían de pagarlos, pues hacen un gran servicio al pueblo a fin de cuentas. Y empiezan a mirar de través a Nuño y a Zacarías, con la poca disimulada intención de invitarles a convidarlos. Pero Benvido reacciona , y tras volverse hacia Nuño, le recuerda que se pasen más tarde por la carreta, para lo del bálsamo. E inmediatamente se acerca curioso adonde los vascones juegan, para ofrecerles un trago. Pareciera que ya ha hablado antes con ellos.
Uno de ellos, se acerca a tirar de los pelos de la niña que sirve, cuando esta está hablando con Zacarías y no oye al tabernero, que habla a su vez con Nuño, mandarla a por una bota.

Llaman a la puerta. Cuando Tegidria abre la puerta, el conjurador Froilán, el más relleno de los cuatro entra, sudoroso, con cara de haberlo pasado mal. -¿Dónde parabas?- Pregunta a su compañero que había dejado de sorber sopa para mostrar sonrisa.

-De casa en casa, falando con las gentes...- responde el otro.
Tegidria os pone de comer a ambos en la mesa. Y Froilán no puede evitar lanzarse a comer.
Y vuelve a sonar la puerta. La vieja vuelve a abrir, y esta vez da una calurosa bienvenida a Amelia.
-Hay sopa para todos, mi niña. Almuerça, bebe et caliéntate con aquesta bona lumbre.
Nuevos golpes hacen temblar la puerta. Esta vez es tu señor, Tancredo.

El Conde toma el camino que lleva al puente. Vuelve al castillo. Pero en la iglesia, se ha detenido y ha dudado.

Atraviesas la plaza de la iglesia, teñida de rojo,pues el sol se pone, y sin ver a nadie más, llegas a la casa de Tegidria, la única que muestra alguna luz, y la vieja te recibe con una cálida sonrisa.
-Hay sopa para todos, mi niña. Almuerça, bebe et caliéntate con aquesta bona lumbre.
Amelia puede ver que parte de la expedición que no está en la taberna, se está reagrupando en torno a una mesa a tomar sopa, pues acompañanan a la Tegidria el escudero Tiago, el salutador Godesteo y el pobre Froilán.
No te ha dado tiempo aún a reaccionar a la hospitalidad, cuando la puerta retumba. Tegidria abre otra vez
La vieja duda si abrir esta vez, al mirar por una rendija, pero saluda con educación y deferencia.-¿Qué desea vuesa merced?
El caballero de la orden de Santiago, don Tancredo, entra en la estancia.

Atraviesas la plaza de la iglesia, teñida de rojo,pues el sol se pone, y sin ver a nadie más, llegas a la casa de Tegidria, la única que muestra alguna luz y signos de vida. Dejas el caballo en la cuadra anexa esta vez, cuidando de cerrar la puerta tras salir, y llamas a la puerta de la casa de Tegidria.
La vieja frunce el ceño al abrir. Pero te saluda con educación y deferencia.
-¿Qué desea vuesa merced? Como te invita con gestos a entrar, puedes ver que dentro de la estancia, hay una gran mesa, a la que están sentados dos de los conjuradores, Froilán y Godesteo, Amelia, la mujer que conociste antes y tu escudero, Tiago. Al fondo, un fuego calienta una olla en la chimenea y a un lado una escalera sube al piso de arriba.

Sigo camino hacia la Tregidia y preguntome do irá. En la iglesia me paro do se detuvo el conde et miro por si hubiera algo extraño.

Parecía que el pueblo tenía problemas más allá de los lobos. Ya entendía el interés del obispo en solucionar el problema cuanto antes.

- Compadre, seguro que las mestas llegan aqueste año también - le respondo intentando tranquilizarlo - ¿et acaso el conde no está decidido a acabar con los lobos?, cuando ya no estén, non habrá problemas con las mestas -

Miro a mi alrededor, el ambiente de la posada se está caldeando, y es probable que en cualquier momento se inicie alguna reyerta. No me apetece encontrarme allí si empieza.

- Orosia, Zacarias yo me vuelvo para donde Tegiria, ¿os quedades aquí o voltades también? - pregunto

Me levanto con intención de abandonar la posada.

Escucho atentamente las palabras de Flora, especialmente cuando habla de un cuerno para espantar los lobos. Tan ensimismado estoy que comienzo a comer las cortezas esas.
Es un sabor extraño, nunca antes lo había probado y cuando me doy cuenta de lo que he hecho, dejo de comer y aparto ligeramente el plato. Espero que padre me perdone...
-¿Seguro que quieres acompañarnos? Creo que no será un viaje fácil ni seguro -pregunto a la camarera, sorprendido ante su ofrecimiento-. ¿Sabes si podríamos llevar ese cuerno del que hablas, creo que nos podría ser de ayuda, si funciona tal como dice el curandero.

Veo a mis compañeros que están terminando sus quehaceres y se levantan. Al acercarse Nuño, me pongo en pie confirmando su pregunta.

-Muchas gracias por todo. ¿Cómo os llamáis? Bien, nos vemos con la primera luz del día en la puerta de la taberna. Buenas noches.

Me dirijo con Orosia y Nuño al exterior.

-¿Y el ofrecimiento de Benvido de los bálsamos? No parece tener muchas ganas de marcharse aún de la taberna, pero yo me encuentro bastante cansado para esperarlo y me gustaría ir a dormir.

- Mi señora venía a buscar a mi escudero. - Dijo buscando con la mirada más allá de la puerta cuando la vieja la abría invitándole así a entrar. - Se nos ha hecho de noche más pronto de lo que creía y en este estado es un peligro seguir con mi montura. He dejado mi caballo en su establo y si es posible me gustaría pedirle asilo por esta noche. Los lobos acechan todo este territorio pero no son lobos normales, ¿sabría usted contarnos algo para poder ayudar a la aldea? Saludos señores, dijo Tancredo cuando vio a las otras personas que también estaban bajo el techo de la vieja. - Buenas noches os aguarde. Dicho esto se dirigió otra vez a la mujer, - con su permiso si me concede hospedaje entraré para unirme a la reunión. - Dijo el caballero muy decidido entrando y poniéndose junto al fuego sin entorpecer a los demás. 

-Gracias Tegri. -Agradeció a la anciana. Cualquiera pensaría que sería por el sustento, pero la calidez del hogar al tiempo que el sentir que dejaba todos los peligros tras la puerta era algo que nunca la agradecería lo suficiente. Habían pasado muchos años y ella era lo más parecido a madre que había.

Saludó al resto y se acabó sentando en un extremo de la mesa, aunque compartiesen el mismo techo que la vieja Tegridia no sabía mucho más de ellos de lo que había visto en apenas unos minutos.

- Se nos ha hecho de noche más pronto de lo que creía y en este estado es un peligro seguir con mi montura. He dejado mi caballo en su establo y si es posible me gustaría pedirle asilo por esta noche. 

 -Gustosa he de ofrecer hospicio al caballero que enfrentóse al lobo de los infiernos, ca vos debéis ser, mi señor, el caballero de la orden se Santiago. Las xentes congregáronse agradecidos aquesta mañana et solicitaban su presencia, más fuéronse al volver a oir aullidos..

Los lobos acechan todo este territorio pero no son lobos normales, ¿sabría usted contarnos algo para poder ayudar a la aldea?

-Ya dije antes...Algunas vegadas acercaranse por el río, más pareciéra que fueran río arriba siguiendo et adentráransen en las pinedas como si buscaran el origen de los aullidos que se oyen de tanto en tanto...A mí parecenme lobos normales, más nada se de animalias.- Mira a Amelia. -Algo más sabe Vermudo, pues va et viene al pueblo todos los días, aunque con muxas precauciones, et nunca de noche. Las xentes dicen que face sonar un cuerno para espantarlos...Más nunca nada dixo de un demonio, mi señor - Dice volviéndose a mirar a Tancredo con un mirada de inteligencia rara en una anciana de pueblo.

Vuelve a sonar la puerta. -Ni con las mestas lleno la casa con tantos pastores. Tegidria abre la puerta e invita con gestos a entrar a dos personas más: Arturo y Pablo. 

-¿Seguro que quieres acompañarnos? Creo que no será un viaje fácil ni seguro -pregunto a la camarera, sorprendido ante su ofrecimiento-. ¿Sabes si podríamos llevar ese cuerno del que hablas, creo que nos podría ser de ayuda, si funciona tal como dice el curandero.

-Así lo fare, mi señor.- Dice Flora escabulléndose del vascón con un tirón. 

Nada extraño notas frente a la iglesia, y aunque apenas ves la silueta del conde pues la noche es cerrada, oyes los cascos de su caballo y de su escolta que se alejan por el puente. 

Regresáis pues a la casa de Tegidria, que os abre la puerta y os deja pasar casi divertida. En seguida entiendes el motivo. No está acostumbrada a tanto trajín, pues en la mesa frente al fuego se sientan Froilán, el conjurador en apuros de la taberna, Tiago el escudero del caballero y otro hombre que no conocías.

Al lado de la lumbre se ha colocado don Tancredo, y en el extremo de la misma mesa está Amelia.  Y la vieja se afana en repartir cuencos de sopa. 

Pareciera que andaban hablando de lobos, y Froilán  y el peregrino que no conoces hablan entre ellos.

Zacarias tenía razón, era mejor pasar por la carreta de Benvido antes de ir a casa de Tegiria.

- Voy a decírselo antes de irnos - le respondí - creo que nos acompañara -

Me acerque a la mesa donde Benvido estaba con los vascones y le hable sin querer concretar mucho

- Benvido, compadre, nos vamos ahora, ¿tendes tiempo para facer negocios? -

Luego me volví hacia la puerta esperando que nos acompañara y poder aceptar su oferta de ayuda.

- Así es señora soy el mismo, pero no todos los lobos son malos pues el Conde me contó una anécdota por la cual había cambiado el antiguo escudo de Ucero por dos lobos. Cuando iba a marchar a combatir junto al Rey fue a rezar en la iglesia de las montañas. ¿Me podrían decir si alguien sabe el camino hasta ella? Pues allí le fue revelado al Conde en una gruta tras ella una estela de piedra con dos siluetas que le pareció que eran lobos. Me gustaría saber si sabe quién es la amante del conde de la cual tuvo una hija. - Dijo de una forma basta y ruda sin saber medir las palabras que el buen Conde le había confiado. 

- Mi buen Froilán y Godesteo puede marchar con nos a aquella Iglesia que dicen de ser de los templarios, y ya que detrás de ella vio el Conde a los dos figuras de los lobos. Creo que sería buen lugar para rezar y purificar aquel sitio si es el empiece de todas estas fechorías que sufre la aldea. ¿Qué me decís?

Se dirigió otra vez a la vieja Tegidria, el Conde también me dijo que hace muchos años que no hay sacerdote en Ucero, y la gente se ha vuelto a costumbres y supersticiones antiguas. ¿A qué supersticiones se refiere mi señora?

Quedeme escuchando la conversación de los lobos perdido en mis propios pensamientos que volaban hacia Amelia, a la que observaba de reojo intrigado por ella. Quería hacerle varias preguntas, pero demasiadas personas en la sala et non quería molestarla. Así que calenteme al fuego, escuché et observé. Poco más.

-Maese Tancredo, con afirmaciones como estas resultáis ofensivo. -Le contestó Amelia con delicadeza. -Puede que no lo creáis pero nací y me crié aquí aunque luego he estado lejos de aquí. No me gustan ese tipo de afirmaciones.

Se quedó a gusto contestando no obstante si no añadía algo más no habría terminado de responder a los interrogantes que planteaba.

-No quisiera que se me tachara de hereje, pero vuesa merced sabe que muchas veces la iglesia no es de escuchar al pueblo así que cuando el pueblo no se siente escuchado busca respuestas en otras personas. Así que las ha encontrado en Vermundo que no es otra cosa que una gran persona que ayuda en todo lo que le piden.

-Como veis el resumen que os hicieron pecaba tal vez de demasiado simplista.

- Orosia, Zacarias yo me vuelvo para donde Tegiria, ¿os quedades aquí o voltades también? - pregunto

-Si, marcho con vos. No me ando muy comoda aqui entre tanto hombre borracho-