Partida Rol por web

Enfilas el caballo hacia el sur y te encuentras con la senda por la q
Enfilas el caballo por la senda por la que vinistéis, quedando envuelto por los pinares otra vez. Los cascos de tu caballo repican en el silencio que te rodea opresivo cuando el viento amaina y deja de sacudir las ramas. En uno de estos vendavales se remueven, extrañamente, también los arbustos del suelo. Y cuando se queda en calma todo otra vez, los ruidos de arbustos persisten. Vienen de delante. 
Oyes balidos de cabra. Varios, cada vez más desesperados.c
 
Bajando otra vez hacia la cabaña, cruzas la senda por la que vinistéis, desde el oeste. Amaina justo el vendaval, pero sigues oyendo arbustos removerse más adelante en ese camino. 
Al avezar el oído, captas algo más: 
Dos palabras de una voz humana ahogada por la distancia, y balidos desesperados.
 

Oyes más trinos encima de tu cabeza. Tres rapaces más sobrevuelan el claro, descendiendo en espiral como hizo la que tienes frente a tí.

Viendo que le buitre intenta atraparme busco la manera de separame de el. Tan cerca esta de mi que no puedo usar el bordón para atacarle. Uso las manos para intentar separarlo de mi y con suerte hacerle caer de bruces.

-Suéltame, déjame, no me toques!!!

El caballero montaba a paso de trote pues no tenía prisa en esta tierra maldita cuyas trampas diabólicas podían estar en cualquier parte. Se dirigió con paso decidido sobre su jamelgo para no asustar al animal. Aunque era una montura preparada para la guerra, pero no estaba acostumbrada a acontecimientos del diablo que se salían de lo normal. Durante el camino de vuelta, el caballero tuvo que mirar varias veces para atrás por si alguien le seguía. El haber visto cosas tan extrañas le hacía ser precavido, demasiado precavido. Una vez que pasó la cabaña y al no ver a nadie fuera no se paró, supuso que estarían calentándose en el fuego que hacía escaso tiempo había encendido y siguió por la senda sur que desconocía. El viento había amainado pero percibió unos arbustos moverse acompañado de una breve voz que le pareció humana y balidos de una cabra o varias. Tancredo siguió su camino hacia el sonido con escudo y espada en ristre, y no aceleró el paso manteniéndose al trote, ya que aunque era impulsivo, en estos casos sabía mantener las distancias para saber cómo actuar.

Al avivar el fuego, la cabaña se va llenando de humo, y el resplandor del fuego alumbra el interior, desvelando extraños símbolos grabados en las piedras que rodean el fuego. El aire se va viciando, y la visión se enturbia, dando al fuego un brillo extraño. Zacarías ha salido fuera y Flora le ha seguido. Y por momentos sólo se oye el crepitar de la llama. Os estáis secando, y eso os amodorra.

- Seais Bien venido, extraño o amigo, si te troveres en la compañía de aquesta sombra, non seré ya en aqueste mundo...-
Dice la voz lúgubre y con eco de un hombre de barba que pareciera haber estado sentado a la vera de Nuño desde que entrasteis, pero que no habíais visto jamás.

- Hay más- Dice Flora detrás tuyo señalando al cielo. Te ha seguido.

Comienzo a retroceder hacia la cabaña. Sin quitar ojo de lo que está ocurriendo en el exterior, advierto a mis compañeros.

—Amigos, está pasando algo extraño aquí fuera. Será mejor que os asoméis...

Amelia se quedó clavada en el sitio en el que se encontraba mientras miraba un lugar que creía vacío más no era así.

-¿Vermudo? -Preguntó Amelia, su faz era blanca y su expresión era lívida. -¿Tornásteis en meiga?

Santiguome y beso la cruz que llevo al cuello para protegerme-Se más preciso Zacarías, aquí también estan pasando cosas extrañas. - Digole al judio.

El empujón sorprende al Buitre que abre sus dos ojos con sorpresa y trastabilla, hasta que se apoya en una rama con su mano izquierda. Haciendo de tope con el brazo, resiste en segundo empujón mientras lanza su brazo derecho alrededor de tus hombros. Junta los dos antebrazos por fin, y comienza a apretar. Sonríe.

Consigue aguantarse en pie y no solo eso. No me suelto de su presa y me rodea con sus brazos presionando mi cuello y mis brazos. Apneas puedo moverme y pienso por un minuto en rendirme pero el corazon a mil por hora no me deja pensar con claridad y solo puedo intentar revolverme como una bestia.

Me retuerzo y busco con mi boca sus brazos para hacer que me suelte

-Dejame!!!!

Con el calor y el cansancio de todo el esfuerzo realizado estaba comenzando a quedarme dormido, cuando de repente alguien hablo sentado a mi lado.

Salte sobresaltado, cuando lo oí y más aún cuando vi el parecido con la cabeza de la olla y Amelia hablo.

- ¿Sodes un fantasma? - pregunte casi temblando, de verdad que en mala hora acompañe a los monjes.

Me gire hacia la puerta al oír a Zacarías, pero acaso podían pasar cosas más extrañas aún.

Primero ves dos ojos amarillos, y después la piel de lobo. Inmóvil, el animal te vigila desde un borde del camino a tu izquierda. Presientes otra sacudida de arbustos a tu derecha y ves otra fiera inmóvil mirándote a tu derecha. Tras varias pasos del caballo, tus ojos, como si se acostumbrasen a la oscuridad, empiezan a percibir la manada de lobos que te rodea entre los árboles. De repente, dos figuras apatecen como bailando en silencio, agarradas, de detrás de un árbol, hasta que oyes una voz de mujer gritar “suéltame”. Reconoces la voz.

Iba con escudo y espada en ristre, avanzando por delante de aquellos lopulus con decisión y coraje, sabiendo que estaba siendo rodeado por aquellas infernales criaturas. Siguió avanzando en su montura, rodeando el árbol por el otro lado en el que la muller estaba forcejeando con su infractor para atacarle, y así hacer que aquel ser la liberara. Portaba como armas el escudo y la espada, que estaban sacadas, y en la mano que sostenía el escudo también tenía las riendas de su jamelgo para guiarlo. La espada bendecida por el Dios y el demonio la portaba con maestría, esta estaba elevada por encima de su pecho, para poder atacar con una rápida acción a un descenso de su hoja.

Vermudo cierra los ojos y murmura.. -Espero que non seais fuydo, extraño..-
Y tras respirar un par de veces con el ceño fruncido y ojos cerrados, Vermudo comienza a canturrear. 

Antiguamente, en aquesta montaña
El lobo al omne comía por merienda
Al alba, un lobo de fuego atacaba con saña
Al ocaso, uno negro con frio facía la encomienda

Fizieron los antiguos muxos sacrificios, 
Más las bestias las tierras asolaron,
Ofrecióse una bella muchacha parar los estropicios, 
Et con ritos antiguos, en el lago ahogaron;

Dieron sus dioses solución al dilema, 
Mandaron fazer de metal dos animalías, 
Una, ocre como el lobo que quema, 
tiznada otra, como el de la noche, las tropelías ;

Desaparecieron los dos servidores, 
Del antiguo e oscuro señor del lobo, 
Non escucharonse más aulladores,
las xentes alegres fueron hasta el robo;

Vermudo, o mejor dicho su sombra, se detiene, murmurando, como si hubiese olvidado como sigue su letanía, pero se sobrepone y vuelve a recitar en alto:

Más poco duró la dicha, pues un crapuloso,
malvado e tuerto, robó los exvotos
E tornó el pueblo a esser temeroso, 
Pues los lobos, atacaron a los devotos;

Más prendieronle algunos valientes, 
ayudados por una dama del lago
Et aunque deshollaronle con yerros calientes, 
Tan solo una de las estatuas trovaron en pago...
Vermudo se vuelve a callar. Mira al vacío y dice: 
- Custodiamosla... Mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo, su padre...Hasta ayer, ca dila yo a Recadero el Herrero... para destruirla. 
Cuando la señora de las aguas desapareció... aquesta maldita sombra tuerta comenzó a acechar entre los pinos...

Tus ojos tardan varias latidos en acostumbrarse a la penumbra y permitirte ver a través del humo que llena interior del chozón. Entonces puedes ver a tus compañeros sentados en varias piedras que sobresalen del muro, en torno a un fuego que apenas baña la estancia con una luz danzante. Lo extraño es que todos están mirando absortos y en silencio un banco vacío que está apoyado en la pared de la cabaña. 
Flora se agarra a tu espalda sin poder ver el interior. 
 

La melodía que Vermudo canturrea te suena familiar.

Zacarías ha irrumpido por la puerta, avisando de que algo sucede fuera.

Los labios de la joven se movían a la par que el espectro canturreaba aquellos versos, sintiendo que nuevos recuerdos de ninguna parte venían a su mente.

-La dama del lago… -Susurró cuando de repente alzó la voz al recordar algo:

-¡Aquesta fue a quién escuché antes, en la orilla! La recordaba como buen espíritu que no busca ferir a la gente. Al contrario… -La información que recordaba y vivida parecía contradictoria.

No tuvo tiempo de saborear aquellas conclusiones pues de pronto irrumpió zacarías

-¿Qué pasó?