Partida Rol por web

Perry refunfuñó, parecía que habíais dado con la tecla sobre cómo obtener la información necesaria. "Tan solo" había que mostrar un poco de amabilidad y atención.

- La dinamita… oh... hay tanta que lo hará saltar por los aires… - rió

- Por mucho que lo intentéis no llegaréis a tiempo… prepararán el asalto a la altura de High Water, eso está bastante lejos de aquí ¿no creéis? Yo si fuese ustedes iría allí ahora mismo… igual tenéis una mínima posibilidad de detenerlos… aunque igual morís ¿qué pena, verdad? Jijiji – después intentó mirar a través de la pequeña ventana que había en la celda.

- Es el tren de las doce... tic tac tic tac - volvió a reír.

Sabiendo que era una oportunidad de oro para sacar a la luz vuestras capacidades, decidisteis que ir hasta aquel punto y resolver la situación podría ser justo lo que el programa esperaba de ustedes, además el Sheriff os había dejado a solas, ni siquiera estaba por allí.

Raudos y veloces salisteis de allí y os montasteis en unos caballos que reposaban tranquilamente en el pesebre. Con un golpe seco y poniendo a prueba vuestra adaptabilidad a la situación cabalgasteis a gran velocidad siguiendo las vías para llegar al punto que Perry advirtió: High Water.

Finalmente, las buenas maneras de su compañera consiguieron ablandar al cerdo del tuerto. Habló de dinamita, un asalto... y el tren de las doce.

Sorprendido, miré a Morrigan.

-Tendremos que intentar impedirlo -le dije a mi compañera. Ella estuvo de acuerdo y ambos salimos rápidamente a por los caballos.

Aunque había cabalgado en varias ocasiones, jamás lo había hecho a aquellas velocidades. El caballo parecía estar poseído y yo me sentía como si me fuese a caer de un momento a otro.

-¡Esto es una locura! ¡No sé cómo vamos a conseguir detener nosotros dos solos a una banda de forajidos ! -conseguí decir, sin dejar de cabalgar.

Mientras tanto, me agaché todo lo que pude para disminuir la fricción con el aire y recé en silencio para llegar encima del caballo a High Water, y no andando.

Lo había conseguido, parecía increíble pero aquel imbécil había cantado toda la información que necesitábamos. Ya sabíamos la hora y el lugar donde harían explotar la dinamita pero, lo peor de todo, era que apenas teníamos tiempo para evitar la catástrofe. De todas formas, teníamos que intentarlo o por lo menos suponía que eso era lo que se esperaba de nosotros así que, cruzando una mirada con mi compañero, los dos llegamos a la misma conclusión.

Entre las muchas facetas que conllevaba un entrenamiento tan duro como el que habíamos tenido hasta el momento se encontraba la de montar a caballo, pero una cosa era dar paseos o galopar por determinadas zonas, saltar algún que otro obstáculo y aprender a mantenerse estable encima del caballo, y otra muy distinta considerarme una perfecta jinete que dominara su montura hasta llevarla a la extenuación. Y eso era lo que tenía que hacer en esos momentos en los que el tiempo corría en nuestra contra.

—Pues tendremos que intentarlo —contesté a Columbus.

Mi compañero tenía razón, era una auténtica locura no sólo llegar a tiempo sino conseguir acabar con los forajidos porque, ¿acaso sabíamos cuántos eran? Nosotros sólo éramos dos y, de acuerdo que estábamos entrenados en tácticas militares, pero no teníamos nuestras propias armas y... lo dicho, sólo éramos dos.

Empezaba a notar mi trasero bastante dolorido de galopar a toda velocidad pero no tenía pensado darme ni un solo respiro hasta que no llegáramos a nuestro destino y, a poder ser, hacerlo a tiempo. No tenía intención de fracasar en ninguna de las misiones que nos propusieran y si para ello tenía que forzarme yo y conmigo el caballo, entonces lo haría. Ya tendría tiempo de lamentarme más adelante y, a poder ser, hacerlo en una bañera con agua caliente y perfumada y una copa de buen y frío espumoso a mi lado.

Siguiendo las vías durante casi veinte minutos llegasteis hasta una zona rodeada por montañas que resultaba el sitio perfecto para realizar una emboscada. Afinasteis vuestros sentidos para comprobar si había alguien más allí y acertasteis de pleno al comprobar que cerca de dicha vía había un grupo de tres personas que estaban preparando algo.

Dejando atrás vuestros caballos y accediendo a pie a aquel paso montañoso, observasteis con claridad que aquellos tres hombres estaban preparando un cargamento de dinamita que habían transportado con una mula de carga.

Aprovechando la cobertura de las rocas ellos consiguieron pasar desapercibidos ante ojos no entrenados, pero ustedes sabíais que allí se cocía algo y teníais que entrar en acción.

Ocultos tras las rocas, vimos como preparaban la trampa. El tren se vería obligado a parar si encontraba las vías destrozadas o la dinamita sobre ellas, así que debíamos hacer algo.

Dejé el rifle un momento y me giré hacia Morrigan.

Si nos acercamos, seguramente nos verán, y si esperamos, quizás sea demasiado tarde, así que se me ocurre lo siguiente. Uno de los dos tendrá que bajar y atraer su atención mientras el otro les sorprende por el otro lado y o bien les coge por sorpresa o se hace con los explosivos y los quita de allí.

Después de explicarle mi idea, miré mi rifle. No me gustaba nada hacer de blanco, pero...

Puesto que yo tengo el rifle, creo que debería ser yo quien bajase y atrayese los disparos. Intentaré alejarlos todo lo que pueda. Tú da la vuelta, que no te vean y cuando llegues abajo, deshazte de los explosivos.

No sabía cómo pero habíamos llegado justo a tiempo de ver cómo tres tipos manipulaban la dinamita que haría estallar las vías del tren. No parecía que ellos nos hubieran descubierto así que aún teníamos unos minutos para establecer un plan. Ir de frente no parecía la mejor opción ya que, aparte de esos tres, podría haber alguno más por los alrededores escondidos y vigilando, pero tampoco podíamos arriesgarnos a disparar desde nuestra posición por si hacíamos estallar la dinamita de manera accidental.

Escondidos como estábamos, teníamos que idear un plan lo más rápido posible pues el tren no tardaría en llegar. Fue mi compañero el que lanzó la primera idea y que, sin apenas tiempo para pensar en las posibles consecuencias, no me parecía tan mal plan.

—Una distracción... No me parece mala idea —dije, mirando una vez más al grupo de tres forajidos junto a las vías—. Intentémoslo, tampoco es que podamos hacer mucho más.

En el momento que los hombres te vieron llegar con el arma en mano no dudaron en desenfundar también sus armas. Uno de ellos disparó sin preguntar, errando el tiro, y buscó cobertura al igual que el resto. Sin comerlo ni beberlo te habías metido en mitad de un tiroteo.

Sabías que aquello iba a ser una batalla campal y que al igual que ellos han demostrado que disparaban a matar no te quedaría más remedio que responder al fuego con fuego.

Encontraste rápidamente cobertura entre las rocas y comenzó el intercambio de disparos ¿quedará algún superviviente?