Partida Rol por web

Gracias a la cobertura que te había ofrecido el agente Smith, pudiste dar un rodeo y llegar hasta los explosivos mientras que nadie te veía ¡ellos estaban enzarzados en un tiroteo!

Teníais que conseguir quitar aquella dinamita de las vías antes de que el tren pasase y eso implica disponer de menos tiempo del deseado. Te quitaste los guantes para tener mejor tacto y metiste las manos “en la masa”. Aquella dinamita no parecía corresponder a la época que estabais viviendo, era demasiado compleja como si fuese un híbrido entre tecnología antigua y actual… ¿formará parte de la prueba del programa? No había tiempo que perder, en el horizonte se podía observar el humo del tren que avanzaba a gran velocidad…

Nada más llegar abajo, los forajidos me vieron y empezaron a disparar. Estuve a punto de caerme de bruces intentando ocultarme tras una roca, pero de alguna manera, al final logré cubrirme. Saqué entonces el rifle y comencé a disparar.

Las balas rebotaban en la roca, cerca de mi cara, y yo intentaba no repetir siempre la misma secuencia, salir en momentos distintos y disparar una buena ráfaga de balas antes de ocultarme.

El rifle era útil, pero ellos habían sido también muy rápidos y se habían ocultado tras un montículo que no me lo estaba poniendo fácil.

Además, el hecho de que fuesen dos no me lo ponía nada fácil, así que tuve que recordarme a mí mismo que no estaba allí para acabar con ellos, sino para atraer su atención... cosa que ya había logrado, y esperar a Morrigan.

-¡Yo y mis malditas ideas! ¿Por qué no me habré quedado callado? -dije en voz alta, mientras esperaba con la espalda en la roca a que dejasen de disparar, y amartillaba el rifle.

Uno de los disparos rebotó en una roca e impactó contra mi brazo izquierdo. Nunca había recibido una bala, pero quemaba y dolía como el infierno. No quise ni mirar el agujero, porque estaba seguro de que podría verse el otro lado a través suyo, pero he de reconocer que me cabreó.

Así que a pesar de todo, continué disparando, a sabiendas de que de mí podía depender que Morrigan lograse su objetivo y no se girasen y la cogiesen a ella por sorpresa. Así que tragué saliva, inspiré profundamente, y me puse en pie.

Sin dejar de apuntar disparé una y otra vez en dirección hacia los dos forajidos, creando una cortina de balas que si no eran una distracción suficiente, nada serviría. Cuando me quedé sin munición, volví a ocultarme y empecé a recargar rápidamente. No sabía si le había dado a alguno, porque no me había querido entretener más, pero me asomé a mirar.

-Joder, en las películas todo parece mucho más fácil. 

Los disparos parecieron espaciarse más mientras yo recargaba de nuevo el rifle. Cuando me aseguré de haber metido todas las balas que podía en la recámara, respiré profundamente un par de veces más, como si fuese a sumergirme, me levanté y volví a disparar.

Esta vez miré y acerté a ver que uno de los forajidos había caído y yacía muerto más allá de las rocas, pero que los otros dos continuaban disparándome. Apunté y disparé una vez tras otra, haciendo un barrido de un lado a otro.

El segundo de los forajidos recibió un impacto en el pecho que lo impulsó hacia atrás en  mitad de un grito, y el tercer y último, primero en un hombro, después en el vientre y por último, en el pecho.

Volví a preparar el rifle para un nuevo disparo, aún me quedaban balas y no sabía si alguien más aparecería, y miré mi hombro herido y magullado, esperando que estas heridas fuesen igual de superficiales que las que aparecían en las pelis. Después busqué con la vista a Morrigan.

¿Dónde estará?

No tenía demasiado tiempo, ni para llegar hasta el lugar donde se encontraba la dinamita sin que me vieran, ni para desactivarla, pero tenía que intentarlo. Por suerte la distracción de Columbus estaba dando sus frutos y, a pesar de imaginarme que lo estaría pasando mal ya que los disparos se oían sin descanso, no podía ayudarlo en esos momentos ya que tenía que centrarme en el explosivo.

Y vaya explosivo me encontré, desde luego no era lo que estaba esperando ya que parecía tener un dispositivo muy poco apropiado para esa época. El temporizador demasiado moderno aunque el resto fuera el típico que se veían en las películas. Sin embargo tenía que dejar la sorpresa de lado y dedicarme, con cuerpo y alma, a desactivar el explosivo si no quería que todos saliéramos volando por los aires.

Me desprendí de los guantes y, respirando hondo para tranquilizarme, comencé a manipular el dispositivo tal y como había aprendido tantas veces, fijándome en los cables que tenía que quitar y en los que sería mejor dejar intactos. Notaba el temblor en mis dedos mientras comenzaba a desactivar la dinamita, teniendo que detenerme un segundo para calmarme. Por un instante creí que la había fastidiado y, tomando aire varias veces seguidas mientras mi corazón golpeaba con toda su furia contra mi pecho, me detuve para comprobar que todo seguía igual. Poco a poco, sintiendo el sudor resbalar por mi frente, comencé a quitar cables.

Con el sudor aún en la frente lograste desmontar la bomba y quitarla de las vías. Realmente pensaste que tu vida ha estado en juego ya que el más mínimo fallo hubiera hecho saltar todo por los aires.

Comprobasteis con satisfacción como el tren de las 12 pasó por vuestra posición con total seguridad consiguiendo así que la misión en el salvaje oeste fuese un rotundo éxito.

De repente notasteis de nuevo las náuseas que de manera tan desagradable os llevó hasta aquel páramo, sin embargo, en esta ocasión aquella sensación lo que generó fue que estuvieseis de nuevo en la sala blanca, frente a aquella mesa y a la puerta metalizada…

El regreso de las nauseas fue el único indicativo de que nuestra misión había terminado. Morrigan había logrado su objetivo aprovechándose de mi distracción, aunque nada más centrarme, no dudé en girarme hacia ella.

-La próxima te toca a ti, "Morr". Te aseguro que por un momento no sabía si iba a salir con vida.

Después miré a mi alrededor, examinando de nuevo la sala a ver si había algo diferente.

Por los pelos, pero lo había conseguido. Había desactivado la dinamita a tiempo de que el tren pasara sin problemas. Había sido un buen trabajo en equipo ya que, de no haber sido por la distracción que había provocado Columbus, yo no hubiera podido llegar hasta el explosivo y mucho menos hubiera podido desactivarlo.

—Te puedo asegurar que yo también pensé que no la contábamos —contesté a mi compañero justo en el momento en que, una vez más, sentía la opresión en el estómago a la que, mucho me temía, tendría que empezar a acostumbrarme.

Cuando las náuseas pasaron pude comprobar que habíamos regresado a la habitación blanca. ¿Cuánto tiempo habíamos pasado fuera? No tenía ni idea pero parecía que la primera prueba la habíamos pasado con éxito.