Partida Rol por web

Aguaprofunda: Ciudad de Esplendor y Pecado

[Partida] 1.0: El cenotafio de la Pequeña Dama

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11/05/2014, 14:12
Ilharess de la Runa Argéntea

Ilharess siguió a Alarien sin más comentarios; sabía cuando parar de hacer bromas. Sólo dirigió una mirada de reojo a Valeria, mientras se preguntaba qué tipo de traumas harían a alguien conseguir asemejarse al palo de una escoba sin necesitad de avanzados conjuros de polimorfización. Qué diablos, seguro que los mismísimos señores magos de Aguas Profundas usando un conjuro de polimorfizarse en objeto no lo lograban con tanta maestría.

"Espero que no tenga muchos traumas relacionados con explosiones. Porque si los tiene, tenemos un problema…", Ilharess acarició la varilla de cristal una vez más. Sí, un problema, y bien gordo. Ella tenía la costumbre de agasajar a sus enemigos con ese tipo de regalitos…

—Ah, una alcantarilla. Así me gusta, sin perder las viejas costumbres ni los métodos clásicos —dijo Ilharess en tono ligero. Después de todo, llevaba seria un buen rato ya. A su lado, Valeria empezó a conjurar. Parecía que había pensado lo mismo que ella: apurar hasta el último momento antes de lanzarse las protecciones indispensables. Se preguntó si solía ir tan desprotegida por la ciudad. Ella, habitualmente, prefería no hacerlo. Pero no había parecido haber mal en esperar aquella vez. Bajomontaña era mucha Bajomontaña…

Se arrancó una tira de cuero del brazalete de cuerdo repujado que llevaba en la muñeca izquierda, y murmuró a su vez un conjuro de protección muy similar al de Valeria, si bien menos poderoso. Luego metió la mano en una de las diminutas bolsitas de su cinturón, y extrajo unos pelos de gato anaranjados. —Lincah laksana cas —murmuró, frotando los pelos contra su muñeca y trazando una rápida runa en el aire. Había que ser muy rápido para trazar correctamente los gestos de aquel conjuro…

Sus labios se entreabrieron en una sonrisa placentera al sentir cómo la magia ardía en su interior, ese breve segundo de puro poder en que el mago se siente capaz de cualquier cosa, de emular hasta los mismísimos dioses… para desaparecer, fundiéndose con la nueva gracilidad que ahora formaba parte de ella.

—Niren, quieta —ordenó Ilharess, antes de repetir el conjuro, aunque esta vez lo canalizó hacia su amiga con un leve roce en su hombro—. Sé que te gusta hacer el cabra, así podrás hacerlo mejor —dijo, con una mueca burlona.

Dirigió una mirada de excusa a los demás; protegerlos a todos con ese conjuro hubiera mermado en exceso sus energías. Y sin más comentarios, se quitó la túnica, descubriendo el conjunto de camisa (excesiva corta y ajustada) y pantalones que llevaba debajo, la guardó en la bolsa, y se introdujo en la alcantarilla.

Ilharess se mantuvo indiferente ante el asqueroso panorama. No era melindrosa… nadie que de verdad se implicase con el Arte podía serlo. Tenía componentes al menos tan repulsivos ocultos en su persona. Incluso se paró un momento para considerar si los excrementos humanos mezclados con restos de podredumbre de paloma podía ser un buen sustitutivo para ciertos conjuros de fuego. Tras decidir que no, siguió adelante.

Esperaba que Alarien fuera tan buena como Niren afirmaba que era. No tenía problemas avanzando por allí, pero hacía rato que estaba perdida. —Definitivamente, esto de la orientación no es lo mío -comentó al clérigo jocosamente en cierto momento.

Pero cuando notó la sensación de la magia impregnando el ambiente, cargándolo de tensión contenida, Ilharess casi se tensó como un gato, como si el conjuro que había lanzado sobre sí misma y sobre Niren proporcionase algo más que una agilidad inusitada.

—Cuidado a partir de aquí. Pueden salirnos al paso sorpresitas mágicas —murmuró, inquieta.

Alarien parecía estar de acuerdo. Ilharess sacó su túnica de la mochila, se la puso, y después se cambió los pantalones. Limpió la ropa mojada con un cantrip, secándola con el mismo conjuro.

—¿Y me llamas a mí melodramática? —preguntó a Niren, sin hacer mucho caso del intercambio entre la procuradora y la guía.

Y a Elatha: —Los drows son unos bastardos, pero no los subestimes. Son unos bastardos traicioneros, pero muy astutos —afirmó, sin cesar en su tarea, aunque olvidó la operación de secado al ver la transformación de Alarien.

Su primera reacción fue de rechazo. Ilharess fue consciente de que se había traslucido en su expresión. Los pocos contactos que había tenido con los drows de Puerto Calavera habían sido, como mínimo, desagradables, y en modo alguno la habían hecho pensar mejor de la raza que las creencias populares. Pero se acabó encogiendo de hombros.

—Bueno, si hay ángeles caídos y diablos redimidos, qué son una piel oscura, unos ojos rojos y unas orejas picudas —dijo al fin, pasando por alto lo extraordinariamente raros que eran los ajenos desviados. Después de todo, había algunos rumores de que había un grupo de drows desviados en Puerto Calavera—. Si Niren confía en ti… bien, yo confío en Niren. Coincido con Valeria, no sobra el tiempo. ¿Algo a resaltar en esas zonas calientes?

Y con una mueca burlona. —Imagino que no serán del mismo tipo de calentura que las "zonas calientes" de Aguas Profundas —y guiñó un ojo a Khemed y Elatha, a los que sabía clientes de la Sirena Sonrojada.

Notas de juego

Esti, es un conjuro de Gracia felina.

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11/05/2014, 15:46
Niren

De hecho, sí—apuntó Niren alzando un dedo solícitamente a la pregunta de Valeria—. Un té rojo ahora mismo estaría genial.

Alarien se la quedó mirando.

¿Qué?—objetó la tiefling encogiéndose de hombros—. Oh. Vale. Que era una pregunta retórica.

Carraspeó y esbozó una inocente sonrisa de disculpa. En realidad le encantaba la gente que no tenía sentido del humor, porque irónicamente eso la hacía resaltar más a ella. Ignoró pues su propia chorrada y se giró hacia la semidrow.

¿Ves? Qué te dije. Siguen el principio de una de cal y otra de arena—le estrechó un carrillo para quitarle hierro al asunto simplemente haciendo la chorrada—. Aunque en este caso en vez de cal sea carboncillo.

«A ver qué pensaría más de uno si en vez de carboncillo fuese azufre» añadió divertida para sus adentros.

Había captado el gesto de Ilharess aunque por otra parte, lo raro era precisamente que la gente reaccionase como había reaccionado Valeria, no como había reaccionado Ilharess. Por Niren, perfecto, por supuesto, de hecho, demasiado perfecto... Sólo había conocido a un tipo de gente con la expresividad de la suela de una sandalia y esos eran los magos thayinos que estaban tan acostumbrados a tratar con auténticas monstruosidades (y a hacerlas) que a menos que les hubiese presentado a un híbrido entre othyug e infernal no se habrían ni inmutado. Y dado el caso fijo que se limitarían a arquear una ceja.

«¿Mmm... ? A todo esto» parpadeó pellizcándose la barbilla con la mano y echándole una nueva ojeada a la maga «Juraría que me suena vagamente esa cara... »

Se pellizcó la barbilla entre el índice y el pulgar pero al cabo de unos segundo se encogió de hombros mentalmente. Había conocido a tanta gente que seguramente fuesen cosas suyas... así que se puso a rebuscar en su mochila para tomar algo con lo que secarse.

Lo que no terminaba de entender era el por qué de que el pensar en magos thayinos la había hecho caer en aquel detalle.

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12/05/2014, 16:41
Khemed

Khemed estaba tranquilo, como la llama que espera ser avivada por un fuelle, aguardando tímida a una actuación mayor. Cuando se acercaron a las alcantarillas, no pudo evitar hacer un gesto de desagrado ante el olor, pero una vez se hubo habituado no fue gran problema. A veces, el olor del humo inundaba su capilla, de manera asfixiante, por lo que aquella prueba de aguante fue relativamente sencilla. Aunque su percepción cambió cuando pisó algo, no sabía si era una rata muerta o... qué mas da, mejor era no mirar demasiado lo que fuese.

Los túneles eran intrincados como no podía ser de otra manera; una ciudad tan grande debería tener un gran sistema de alcantarillado, tan grande como para que algunas criaturas se pudiesen ocultar, o viajar esquivando a los de la superficie. En todo caso, confiaron en el instinto de la amiga de Niren, que parecía que sabía a donde les llevaba. Aunque Khemed creyó ver algún patrón que se repetía en aquellas cloacas, lo cual no sabía si era símbolo de andar en círculos o de su desconcierto.

-Definitivamente, esto de la orientación no es lo mío -comentó al clérigo jocosamente en cierto momento.

-Si no fuera porque he dejado de pensar en las formas del alcantarillado, diría que estamos dando vueltas en círculos, aunque creo que sería capaz de guiarme mejor por el olor aquí abajo que por la vista. Todos los túneles parecen iguales, pero los matices de las inmundicias... En fin, qué cómodo se estaba allí arriba - dijo medio en broma recordando las comodidades del calor de su capilla, de una alcoba caliente, de un buen vino y un plato... no, era mejor no pensar en comida en aquel instante.

Finalmente, parece que llegaron a algún sitio. Se le ocurría que la única manera de quitarse aquel olor de encima era quemando su ropa, pero no tenía gran cosa de repuesto y quien sabe en aquellas profundidades qué otras cosas malolientes se encontraría. Aun así, se secó lo que pudo, puesto que como bien decía la amiga de Niren dejar un rastro de agua no podía ser bueno; tampoco era agradable ir andando con unas botas mojadas. 

-Para secarnos mejor yo encendería algún fuego, pero el humo sería un problema. Nos podría perjudicar, e incluso alertaríamos a aquello de lo que nos debamos ocultar -dijo mientras se secaba el pelo-. Nos tendremos que apañar con los pocos medios que tenemos para secarnos.

Le apenaba no poder utilizar otros medios, pero cuando sintió que la humedad cambió repentinamente, sabía que no se encontraba en una simple alcantarilla. De hecho parecía que muchos de los presentes habían advertido alguna fuerza, que parecía percibirse en el ambiente, si bien Khemed no sabría bien cómo describirla. 

-¿Estos son los dominios del mago loco? Menuda pregunta la mía, lo son, aunque me pregunto si mucha gente no creerá que muchos magos están... - se interrumpió sabiendo que se encontraba delante de dos magas: una que parecía tener sentido del humor y otra que no-. En fin, la gente cree que los estudios extraños y el conocimiento oculto tiende a que los magos sean excéntricos. Pero son habladurías. Lo mismo dirían otros de los sacerdotes, a causa de alguna pequeña costumbre o rito. Todo tiene un significado más allá de lo evidente. ¿De verdad está loco ese tal Halaster o simplemente es un incomprendido? 

Aquello lo decía medio en broma medio en serio. Uno nunca podía saber las motivaciones de la gente poderosa, cuando tenía ciertos delirios de grandeza, y más tratándose de determinados magos, caudillos, sacerdotes,... Aunque seguro que si los agundinos afirmaban que estaba loco, por algo sería. Seguro que lo averiguaría muy a su pesar, visitando su "complejo turístico aventurero", bajomontaña.

 Y perdido en sus pensamientos, vio que Niren llamaba la atención. Le echó un brazo por encima a su amiga, diciendo que esperaba que no tuviéramos prejuicios a estas alturas. ¿Ardía el fuego del deseo entre ellas dos? No sería algo tan extraño, la verdad, tras ver que bebían del vaso de la otra, que parecían muy compenetradas, y que ambas se hacían las interesantes creando un halo de misterio. 

-Bah, no te preocupes Niren, cada uno es como es, eso es algo que uno no elije -dijo rápidamente, con un gesto de comprensión profunda hacia ambas, pero después vio que se equivocó rotundamente en su hipótesis; la amiga no estaba escondiendo un posible romance, sino su raza. 

Khemed volvió a replantearse lo que acababa de decir, y lo bien que quedaba para la situación; era sabido que los drow no tenían fama de ser unos santos, pero al fin y al cabo aquella parecía medio drow, por lo que cabía la esperanza de que no fuese como los de sangre pura. De hecho, era más probable que por tener dicha sangre conociese a los enemigos a los que se iban a enfrentar, por lo que no le pareció del todo mala idea que les guiase, aunque sus dudas tenía. 

Al menos, Khemed guardó silencio mientras se planteaba todo esto, pero Elatha no paraba de hablar, cambiando el guión de la conversación repentinamente.

-No hace falta que sobreactúes tanto, la palabra "bastardo" está sobrevalorada -dijo mirando hacia el semielfo. Luego miró a Ilharess que parecía plantear para sí las mismas dudas que Khemed tenía-. Creo que los dioses no entienden sobre eso de ser bastardo, dentro de cada uno está la verdad. Bienvenida al grupo -dijo tendiéndole la mano, decidido a ser cortés y tomando aquello como una nueva presentación; al fin y al cabo es lo que era.

Despues, pareció que Ilharess quiso quitar hierro al asunto con algo de pragmatismo y humor, comentando algo sobre unas "zonas calientes" y guiñándole un ojo.

-Querida, cualquier zona puede ser calentada, si hay suficiente fuego -dijo como respuesta a aquella insinuación-, pero me temo que este no es el lugar adecuado para ese tipo de calor. -terminó con una risita, y esperando a que se comentase algo sobre las "zonas calientes" que realmente preocupaban en ese momento 

 

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12/05/2014, 18:19
Ilharess de la Runa Argéntea

Ilharess sonrió al ver los fútiles esfuerzos del clérigo por librarse de la porquería. "En momentos como éste amo aun más al Arte", pensó. Chascó los dedos con un movimiento teatral, limpiando la ropa del clérigo.

—Más fácil así. No podemos dejar que atraigas con tu olor a todo bicho viviente de los alrededores, ¿verdad?

Pero hizo una mueca.

—Siempre olvido que eres extranjero. Oh no, el Mago Loco bien merece su apelativo. Está como todo un rebaño de cabras, una sola cabra no le haría justicia. Consecuencia de tontear con ciertas criaturas extraplanares, según tengo entendido. Esas cosas… bien, pueden tensar los límites de la cordura. El problema es que ese chiflado sigue estando en posesión de todo su arte, que es terrorífico. Y sigue gastándose muy malas pulgas.

La maga meneó la cabeza. —Por estas tierras hay una expresión… "caza de Halaster"…. viene a significar "masacre salvaje", con eso os lo digo todo. Créeme cuando digo que NO quieres subestimar al Mago Loco, por muy poca cordura que le quede. Pasearse por aquí abajo es peligroso, y él no es la más pequeña de las razones por las cuales Bajomontaña es peligrosa. No es lo mismo una locura creada por una enfermedad natural, que inducida por el Arte o las peculiaridades de los planos. En estos dos últimos casos se puede perder el sentido de una forma extrañamente sesgada. Conservar cierto pensamiento racional, pero perder de vista toda perspectiva, toda mesura, todo vínculo con otros seres vivos… es extraño.

Hizo una pausa, frunciendo el ceño, estremecida. Recordaba cierta ocasión en que había acompañado a Laeral a la institución para trastornados por el Arte que había en la ciudad. Ilharess no creía que llegara a presenciar nada más patético y atemorizante en toda su vida, aunque consiguiera vivir más siglos que un elfo.

—Bueno… eso —dijo finalmente, volviendo a la realidad—. En todo caso preferiría que no mencionaseis su nombre en voz alta. Muchos magos poderosos son capaces de rastrear lo que se dice de ellos cuando se pronuncia su nombre. Ignoro si eso es cierto en este caso, y posiblemente no lo sea, pero… por precaución… nada de nombres. Después de todo, estamos en sus dominios.

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13/05/2014, 17:07
Alarien

- Una es una ruta de paso habitual, así que es posible encontrarse cualquier cosa. Mientras que la otra es una de las zonas por las que el mago loco suele repoblar esta zona. Y nunca se sabe que ha decidido dejar caer.- Respondió Alarien a Ilhares mientras acababa de secarse las botas húmedas. Que, curiosamente eran lo único manchado o mojado en el vestuario de la semidrow.

Alarien guardó sus botas en una mochila lateral que llevaba quedándose descalza mientras el resto seguíais hablando y asumiendo la revelación de la exploradora.

- Quizás no sepas tanto de Bajomontaña como crees.- Interpeló la semidrow a Ilhares cuando esta documentaba a Khemed. La muchacha (¿Que edad debía de tener?) dijo aquella un poco turbada, como una niñita corrigiendo a un adulto, mientras daba pequeños saltitos.- Se nota que conoces la historia y lo que se cuenta sobre los salones, pero no todo aquí es como lo pintan arriba.

- De cualquier manera tienes más razón de la que crees en eso último. Estos son los dominios del Mago Loco, nada sucede aquí sin que el lo sepa, tiene oídos y ojos por todos lados, y aunque no suele reaccionar... bien digamos que es como poco imprevisible. Tened cuidado al usar su nombre aquí, los nombres tienen poder, y el suyo atrae la mala suerte. O eso dicen los Corredores de las Profundidades.

- Otra cosa que debéis saber de Bajomontaña es que esta llena de capas de conjuros. Lo que habéis sentido al entrar, y el bloqueo de la humedad, son solo algunos de ellos. Cualquier magia de desplazamiento espacial que tengáis no os va a valer de nada, o peor os llevara a lugares predefinidos por el señor de los Salones de Abajo.- Añadió Alarien bien seria mirandoos a todos para asegurarse que le entendiais.- Intentaré avisaros de cualquier peligro antes de llegar a él, pero nadie excepto su señor conoce del todo los Salones, y este es uno de los niveles para turistas, así que las cosas suelen cambiar mucho.

- ¿Listos?- Pregunto con una sonrisa candida como si fuese una muchacha que espera a que la lleven a su primer baile.

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13/05/2014, 18:14
Director

Primer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

Bajomontaña. Una oscura leyenda en todo Faerun, desde las lejanas tierras de Thay hasta los ardientes desiertos de Calimshan, todo el mundo reconocía la palabra y conocían su reputación. Pero aquí, en Aguaprofunda era una realidad tangible a la que estaban tan aclimatados como desinformados. Era como vivir sobre un volcán, sabias el peligro que tenía, pero ahí estaba la vida que conocías

En un principio los túneles y salas por los que circulasteis os recordaban a un mausoleo. La quietud pesada como una losa, el polvo y la tierra formando capas sobre cualquier superficie, y esa oscuridad que parecía mirarte acusadoramente por atreverte a interrumpir su dominio. Sin embargo, a medida que avanzasteis, os vino más a la mente los cuarteles subterráneos que tenían los castillos. Zonas de almacenaje a docenas de metros bajo tierra donde todo estaba construido con un patrón estándar y rara vez conocía el ajetreo. Pero todos, más pronto o más tarde, acabasteis dándoos cuenta de que tratar de comparar los Salones de Bajomontaña con cualquier otra cosa era fútil.

En las tierras centrales había un dicho "el diablo esta en los detalles" y ese dicho le venia como anillo al dedo a Bajomontaña. Eran los detalles los que hablaban de la larga y sangrienta historia de aquel lugar. Una mancha oscura aquí, una picada en la piedra allá, unas marcas de garras, o incluso unos arañazos de humanoide en la misma piedra que insinuaban los horrores que apresaron al que las dejo. Un trozo de espada oxidada aquí, docenas de flechas rotas contra algo en medio de un montón de polvo y cenizas, una mesa destartalada en medio de una habitación, un montón de huesos de goblins, y un sin fin más de detalles atestiguaban que aunque esos pasillos estaban ahora tranquilos, no siempre lo habían estado ni lo estarían. Y que las historias que aquellas piedras contaban no eran si no unas pocas en toda la inmensidad de Bajomontaña.

Pero la zona "muerta" acabó, antes de lo que deseabais. Al principio fueron sonidos tenues, que casi podíais confundir con el ulular del viento, y señales más recientes que las anteriores, como un pequeño fémur roído o el cadáver pútrido de un orco apuñalado por la espalda. Pero fueron ganando en intensidad de forma gradual y espeluznante. Más tarde Ilhares os comentaría que aquello le recordaba a un manicomio que había visitado. Gritos espeluznantes en la lejanía, lloros que provenían de una localización indefinible, rugidos de rabia y estruendo de violencia, todo confundido por las proporciones de aquella mole arquitectónica.

Niren y Alarien hicieron su trabajo, y durante dos horas de trayecto lo más cerca que estuvisteis del peligro fue cuando cruzasteis una sala repleta de goblins dormidos entre pieles. O al menos estaban solo dormidos antes de que las dos mujeres pasasen entre ellos. Pero estaba claro que aquello era una zona "caliente" y que ni todo el sigilo del mundo os libraría de terminar metiéndoos en líos. Lo que ninguno os esperabais era tener que sacar a alguien de uno.

En un momento dado Niren vino para deciros que había algo que teníais que ver. Desde luego la chica tenía talento para los eufemismos. Lo que os encontrasteis era un río de sangre, vísceras, icor y miembros podridos que salia de una habitación de unos cinco metros de lado y avanzaba en lo que parecía una retirada ordenada para escapar del empuje de los no muertos. Y todo aquello era reciente, no podía tener más de unas pocas horas. A medida que seguíais el rastro comenzasteis a encontraros unos pocos cadáveres inmóviles de zombis trinchados, y unos cuantos más que a pesar del deplorable estado en que se encontraban seguían mostrando señales de estar animados. Los especialistas no sabíais que tipo de magia era la que animaba a aquello zombis que incluso cortados en trozos parecían negarse a "morir", pero pronto quedo claro que la única manera de detenerlos definitivamente era destruir la masa negruzca y llena de gusanos que era su cerebro.

Niren y Alarien se replegaron poco antes de encontraros con la cola de la horda, que aun seguía contando con al menos un centenar de criaturas silenciosas como una tumba pero que se movían como animales salvajes. Al parecer estaban ejerciendo presión contra algún tipo de puerta o barricada de madera que seguramente no duraría mucho más.

Notas de juego

Para comenzar tiradme todos avistar, y al que mas saque (dentro de unos minimos) de dare cierta informacion por privado.

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14/05/2014, 16:37
Ilharess de la Runa Argéntea

Ilharess abrió la boca para contestar a la exploradora que si bien no era la primera vez que entraba en Bajomontaña no creía conocer el lugar, y si se creyera una experta no habría abogado por conseguir un guía para allá abajo. Pero cambió de opinión, y prefirió no contestar. No merecía la pena el esfuerzo, y además no quería que la semidrow se guardase sus advertencias. Más valía escuchar consejos sobre cuestiones conocidas, que arriesgarse a perder un retazo de información desconocida. Con otra parte analítica de su mente, admiró la impermeabilidad de las ropas de Alarien, probablemente resultado de magia entretejida con los hilos del tejido.

—Tendremos en cuenta tus advertencias. Listos —se limitó a decir cuando la exploradora terminó, aunque no pudo menos que pensar: "¿mala suerte pronunciar su nombre? Vaya superstición, es lo que yo decía, usa la misma magia de rastreo que tantos maestros del Arte. Claro que ciertos nombres tienen poder, y mucho, pero no cómo piensa Alarien"

Miró distraídamente a su familiar, que metía mano en la bolsa del clérigo. "Y algún día, mi arte será tan fuerte como para poseer ese poder", pensó, anhelante y algo desafiante. Era consciente del largo camino que aun le quedaba por delante antes de lograrlo.

Llamó a su familiar con un siseo reprobatorio, y se pusieron de nuevo en marcha, Ilharess caminando justo antes de Khemed. Caminaba alerta y en tensión, y pese a todo, adoraba aquella sensación. "Soy una adicta, no lo puedo negar. Sólo me siento verdaderamente viva cuando avanzo camino a lo desconocido". Dirigió una mirada a los otros, intentando calibrar cómo sus pensamientos.

Pero luego las cosas empezaron a ponerse locas. —Esos gritos espeluznantes… me pregunto qué demonios estará pasando. Una vez visité en una institución para cuidados de los trastornados por el Arte… entre otras cosas, mi maestra quería que tomara conciencia de los riesgos que podría entrañar un uso descuidado o irresponsable de mi magia… y os aseguro que es una de las cosas más terribles que he visto en mi vida. Lo malo, es que esto me lo recuerda…

Se estremeció, pero luego dijo, con voz animosa: —Claro que podía ser peor. Lo peor no eran los gritos. Era el silencio. Cuando los trastornaban callaban, de alguna manera parecía mucho más patético. Supongo que si de pronto todo esto enmudece, deberíamos empezar a preocuparnos el doble.

Al menos, Niren tenía razón. Alarien era buena, y formaba un buen equipo junto con la procuradora. Pero Niren seguía siendo Niren, e Ilharess se esperó algo grandioso cuando dijo "Tenéis que ver esto". Palabras preocupantes viniendo de Niren, y más si iban acompañadas por un entusiasmado brillo de ojos.

—Por la triple maldición de Mystra —renegó Ilharess, al ver aquel peculiar caudal de corrupción. Aunque podía limpiar la túnica con facilidad, se la sujetó a la cintura para evitar enfangarla en aquella porquería—. Mi curiosidad acaba de subir tres puntos… pero tranquilos, aun está lejos del tope de la escala.

Ilharess no tenía demasiadas nociones de necromancia. Cierto, había estudiado las bases. Cierto, conocía algún que otro conjuro relacionado con eso, pero no era una faceta del Arte que le llamase. Examinó con el ceño fruncido los zombis empalados, antes de convocar una llamita en su mano e ir achicharrando sus cerebros podridos. No hacía mucho daño así, pero invocar un verdadero conjuro hubiera minado sus energías, y total, no se necesitaba mucho para acabar con aquellas patéticas abominaciones indefensas.

—¿Habías visto alguna vez algo así? La verdad es que nunca he creado un muerto viviente, pero estos no parecen… normales… —preguntó a Valeria—. Me pregunto quién ha hecho esto… y a quién pertenecerían estos zombies. Es decir, si no se han levantado espontáneamente por alguna corrupción local.

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14/05/2014, 16:43
Asorazoklyn

Asorazoklyn se aburría con facilidad cuando la gente grande se perdía en chácharas interminables. Echó un vistazo a su maga, asegurándose de que no le prestara aención, antes de acercarse con todo sigilo a la bolsa de Khemed. La abrió y metió la mano dentro. Al no sentir calor, metió la cabeza dentro. El prometido méfit de fuego no estaba allí.

Se sintió defraudado. El patas largas barbudo le había prometido un compañero de correrías, pero lo cierto es que no veía a ninguno acompañándole, y tampoco lo llevaba en la bolsa, un lugar que a ojos de Asorazaklyn era estupendo para vaguear un rato. Claro está que uno de fuego habría dejado las cosas de ahí dentro un tanto chamuscadas...

Oyó que una voz familiar lo llamaba con un siseo admonitorio. Asorazoklyn, acostumbrado a la disciplina de la corte elemental de la que procedía, respondió automáticamente: —Voy, ama. —El méfit creía en las castas como un sistema que funcionaba para poner orden, y por ello veía justo acatar las ódenes de su maga. Claro que también creía en aquello de "ojos que no ven, corazón que no siente". Proseguiría sus pesquisas sobre el elusivo méfit más tarde.

Se elevó sobre las cabezas de los otros, vigilando desde el aire, e intentando no perder de vista a las dos avanzadas, cosa nada fácil.

—Ey, ey, ¿no lamentáis no saber volar? —preguntó el méfit a los de abajo, cuando les alcanzó el río asqueroso de porquerías muertas. Asorazoklyn no entendía el interés de su ama en aquellos seres putefactos, pero sintió que era su deber ayudarla. Descendió para examinarlos de más de cerca.

De pronto, batió las alas con más entusiasmo de lo habitual: —Ama, creo que esto te va a interesar -avisó de pronto, revoloteando en torno a un zombi en particular.

 

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14/05/2014, 17:09
Ilharess de la Runa Argéntea

Ilharess se acercó al zombi que le señalaba su familiar. Lo examinó con ojos muy abiertos.

—Ah… chicos… mirad esto —pidió. Cogió una de aquellas manos putrefactas. Obligó a que se desprendiera, de entre sus dedos, algo que mostró a los otros.

Un mechón de cabello pelirrojo…

—Parece más hecho polvo que los otros. Qué diablos, es como si una manada de rothés le hubiera pasado por encima y le hubiera aplastado la cabeza y el torso. Y está esto…

La maga examinó con curiosidad una impronta que sólo podían haber dejado unas botas altas de mujer.

—Qué poco estilo tienen algunas. Cuando aplastas a alguien y pueden confundirte con una manada de rothés en estampida, se pueden hacer demasiados chistes sobre ti —bromeó, aunque examinaba el mechón pelirrojo con el entrecejo fruncido—. Parece que hay otra pelirroja por aquí, aunque no lo dudéis, queridos, tendrá mucho menos donaire que vuestra pelirroja favorita, es decir, yo.  En fin… vayamos con cuidado. No me gustaría que me pisotearan así.

Guiñó un ojo a Elatha. —Tu loba es pelirroja y gasta botas parecidas, ¿verdad? Quiza puedas tener la oportunidad de divertirte un poco. O de que te arranque la cabeza. O... bueno, chico, viendo a este zombi yo me preocuparía un poco... —ensanchó su sonrisita.

Y más adelante, cuando se encontraron con el broche final de aquella escena de pesadilla: —Uh... qué panorama. Supongo que deberíamos limpiar un poco, aunque espero que los que se refugien detrás de esa puerta sean más amistosos que los que los quieren matar...

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14/05/2014, 19:32
Niren

Trastornados por el arte. Sí, lo cierto es que yo he visto más de una pintura por ahí que me ha dado ganas de salir corriendo de puro espanto—comentó Niren cuando Ilharess se puso a hablar de los gritos, de hecho la miró con picardía y tras unos segundos soltó una risita y añadió teatralmente—. ¡Oh! ese Arte. Bueno, no es para tanto, querida, reconoce que los magos soléis estar un poco chiflados.

Lo de las pintura horrible no obstante, era cierto. Solo que había pasado de comentar el detalle de que cuando la había visto había sido después de descolgar de la pared la que había justo al lado. Pero bueno, eran eso, detalles después de todo, ¿no?

Además, si aquel noble había colgado aquel cuadro junto a tales aberraciones a brocha gorda, significaba que no sentía aprecio ninguno por una maravilla tejida con hilo mágico que hacía que el bosque que representaba estuviese vivo; las mariposas flotaban por el cuadro, las hojas se movían, a veces asomaba un ciervo...

Digno de su colección de tesoros valiosos.

Cuando hallaron el rastro de trozos de zombi por el suelo, no pudo evitar soltar una carcajada con la expresión que la maga había puesto. Aunque luego se quedó mirando lo que hacía ésta y cómo mostraba el cabello con una expresión cada vez más confusa hasta el punto que se volvió una mezcla de confusión, extrañeza y repelús.

No sé qué me parece más espeluznante—confesó al final con voz monocorde—. Que lo primero que se te ocurre al toparte con un puré de zombi sea elucubrar cómo se "fabricaron" los zombis, que te fijes en las porquerías que llevan agarradas en las manos...

Entonces se cruzó de brazos girando el rostro a un lado como quien acaba de recibir una terrible afrenta a su honor.

— ... o que te creas la única pelirroja guay del lugar.

Por supuesto lo último era una broma como un campanario, pero la tiefling simplemente no podía aguantar demasiado tiempo sin soltar la chorrada de turno. Carraspeó para volver al tema y se rascó una oreja con el meñique.

Bueno, cuando hay un camino obvio lo suyo es tomarlo, ¿no? Las barricadas no se construyen solas— comentó encogiendo los hombros—. Supongo que podríais vaporizar con una bola de fuego o algo así a toda esa horda de muertos mientras están juntitos aporreando la puerta. Pero si os soy sincera, odio el olor a carne putrefacta carbonizada...

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17/05/2014, 15:32
Elatha "El Leñador"

Elatha estaba poco entusiasmado con el paseo, por el momento. Tenía todo lo malo de un viaje al aire libre pero sin todo lo bueno de un viaje al aire libre. Se apuntó preguntar a la semidrow cómo podía nadie adaptarse a semejante entorno. Qué desastre de sitio, dejado de la mano de todas las deidades buenas, indudablemente...

Y encima no había minotauros con los que medirse, sólo trasgos escuchimizados y dormidos. Promesas, promesas. "Para esto me hubiera quedado arriba", pensaba constantemente mientras Elminster, como un bebé de teta, se aferraba a su armadura y se intentaba esconder en los recovecos.

Luego llegaron al asqueroso río de "partes". Elatha se arrodilló. El olor le producía náuseas, y lo que quiera que hubiera provocado aquel desastre sin duda le daba miedo. Pero intentó no aparentarlo.

- ¿Alguien tiene hambre?

Luego Ilhita, pues era su nuevo nombre oficial, sacó de algún lugar un cabello pelirrojo y bromeó con Calia. Elatha intentó sonreír, pero fue incapaz de hacerlo con convicción debido al asco que le estaba dando todo.

- Si ha sido mi Loba creo que necesitaremos una palabra clave; hay cosas que no me terminan de gustar

Siguiendo el camino (y reprimiendo unas ganas de exhibir sus últimas cuatro comidas que aumentaban exponencialmente), se encontraron con el poso del mejunje. Los "sólidos" zombis que habían ido perdiendo miembros (en todos los sentidos) por el camino.

- Los que buscamos podrían estar detrás de ése montón de morralla - dijo - ¿Alguna de nuestras excepcionales magas sabe algún conjuro que nos abra paso o tengo que hacerlo a mano? - preguntó asiendo el hecha

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17/05/2014, 18:09
Valeria

Valeria había secado y limpiado de inmundicias su túnica con un sencillo conjuro. Y después había seguido en su habitual mutismo al grupo. La maga roja dibujaba una señal con tiza en la pared, a intervalos regulares, para marcar por dónde habían pasado. Alarien estaba resultando una guía competente, pero nada le aseguraba que la semidrow muriera, o que el grupo se separara y tuviera que buscar la salida por su cuenta. Cualquier mago con más sabiduría que ínfulas sabía que, en ocasiones, las soluciones mundanas podían ser mucho más efectivas que la magia. Especialmente en un lugar como Bajomontaña.

—No —fue la lacónica respuesta que ofreció a Ilharess cuando le preguntó si había vistos no-muertos como aquellos.

La maga roja se agachó junto a uno de los zombies y, con unas pinzas, extrajo una muestra de cerebro y gusanos y la guardó en una bolsita. Consciente de que se esperaba algo más de ella comentó:

—Estoy familiarizada con las artes oscuras. Y esto no se parece en nada que haya visto hasta ahora. Cuando le eche un vistazo a la muestra quizá pueda deciros algo más.

Se levantó y se alisó los pliegues de la túnica.

—¿Debemos pasar obligatoriamente por ahí? —preguntó a Alarien—. Si podemos ahorrarnos la magia que nos va a costar enfrentarnos a una horda de zombies, mejor.

Art, cuando mi pj tenga un momento tranquilo, elegirá 10 en el saber apropiado sobre esos muertos vivientes. He utilizado la idea de recoger la muestra como una excusa para dejarlo hasta que estemos en la situación adecuada.

- Tiradas (2)
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18/05/2014, 23:24
Ilharess de la Runa Argéntea

—Es verdad, eres pelirroja. Es fácil olvidarlo cuando siempre llevas esa capucha. Creo que nunca te he visto sin ella puesta —replicó Ilharess a Niren. Y luego se enjugó los ojos con dramatismo, limpiando unas lágrimas imaginarias—. Estarás contenta, has arruinado mi chiste

Hizo una mueca de exagerado pesar y fingido orgullo, pero luego suspiró, sacando los componentes necesarios para crear una barbacoa de zombi.

—Sí, claro que puedo hacerlo. Mi especialidad son las explosiones y la artillería de combate, ya lo sabes... aunque hasta donde te conozco sé que no estás entusiasmada por hacerlo —y se volvió hacia Valeria—: Entiendo tu pragmatismo, pero aunque sean nuestros rivales no sé si tengo la sangre fría de dejarlos sucumbir a una muerte tan horrible. Quizá algún día puedan devolvernos la cortesía. Yo no estoy tan desesperada por un poco de dinero como para dar la espalda a la gente de Calia en un momento así.

Hizo una mueca, esta vez sincera. —Aunque no sería la primera vez que me equivoco en el análisis de una situación y luego a lo mejor tengo que tragarme mis palabras. Pero…

Alargó las manos en disculpa hacia la otra maga. Ilharess estaba acostumbrada a tratar con mercenarios despiadados y pragmáticos, por lo que tampoco estaba horrorizada por la sugerencia de Valeria. De hecho, ella misma no se consideraba una hermanita de la caridad. "Aunque tampoco soy tan dura. Si creyera que he dejado al grupo de Calia morir solo por dinero creo que ese recuerdo me perseguiría el resto de mi vida. Podría dejarlos tirados si hubiera una mejor razón, pero ¿dinero? No, eso no", pensó.

Al mismo tiempo, no pudo menos que preguntarse qué quería decir Valeria con estar familiarizada con las artes oscuras. Ah… curiosidad, curiosidad. Ilharess se mordió la lengua, sabiendo que pocos magos se tomaban a bien que les interrogaran a bocajarro sobre su arte. Y además, era mal momento para eso. Muy mal momento…

—No creo que Reuben y los suyos estén tras esa barricada —dijo Ilharess a Elatha—, sino más bien Calia y los suyos. Después de todo, ese mechón pelirrojo que tenía el zombie pisoteado por unas botas altas de mujer… casualmente como las que llevaba Calia… —suspiró—: Prefiero que al principio no te pongas delante, no te gustaría que hiciera barbacoa de semielfo. Y es probable que Khemed tenga también alguna pirotecnia propia. Pero seguro que se luego se necesita hacer limpieza "manual" de los zombies más perifericos.

Miró de reojo a Valeria, no queriendo presionarla. Simplemente finalizó, aun hablando con Elatha:  —Y si quieres que lleguemos a salvar a tu futura posible amante, me da que será mejor ponernos manos a la obra ya. —Pero, en uno de sus impulsos incorregibles, no pudo menos que guiñar el ojo al semielfo y añadir con guasa—: Aunque tengas muy mal gusto, teniendo aquí a dos pelirrojas con más estilo.

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19/05/2014, 15:55
Elatha "El Leñador"

Elatha se alegró de que hubiera gente tan poco dispuesta a dejar a su suerte a quien estuviera al otro lado. Él mismo sentía los hilos de su conciencia tirando hacia la muchedumbre de zombies. Seguramente, cualquier argumento sería usado en su contra con el pretexto de que sólo quería comprobar si Calia, si realmente era ella la que estaba al otro lado de la maraña de muertos, era pelirroja natural. Aunque, entre otras cosas, fuera por eso, no era por lo único por lo que quería acabar con los zombies. Aunque también era por eso.

Por supuesto, era un mercenario. Sabía que dejar a uno de los equipos atascado o totalmente eliminado era ventajoso para ellos. Suponía menos obstáculos para conseguir el premio. Pero había aprendido algo de Deldagg, su mentor en los Hacha Sangrienta "ganar de ciertas formas es peor que perder".

- Me vendría bien calentar un poco - sonrió, guiñando un ojo a Ilhita -. Así que si quieres hacer una hoguera, perfecto. Luego puedo atravesar las llamas hacha en mano y quedar de fábula

Su sonrisa se ensanchó ante la mención de las pelirrojas.

- A tu amiga la que pega tumularios al techo le tengo un poco de respeto - dijo son un guiño -. Y tú eres demasiado explosiva, ¡Ojalá Talitha tuviera cuerpo, seríamos muy felices!

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19/05/2014, 20:28
Khemed

Khemed seguía un tanto desconcertado. Desde que había entrado a las cloacas, intentaba memorizar los patrones de la arquitectura, sin grandes resultados. Cuando entraron a bajomontaña, la sensación cambió, pero en cierto modo era parecida. La sensación de tener tanto bajo sus pies como sobre su cabeza un buen número de cámaras y túneles secretos, y probablemente cambiantes, era desconcertante, sobre todo porque las historias que había oído del lugar relataban un millar de portales que hacían que cualquier viajero se confundiese y no volviese a ver la luz del sol, siendo estos una macabra trampa preparada por una mente tan caótica como la del mago loco.

Por otra parte estaban los comentarios sobre pronunciar el hombre de Halaster; no lo volvería a hacer, ya que seguro que eso podría causarles ciertos problemas. Aunque ahora que mencionaban cierta capacidad de los magos poderosos para oir sus nombres en la lejanía…

-Elminster, bonito, ¿quieres una chuche? –dijo al mono del guerrero metiendo la mano en la bolsa, y chocando con el méfit de aire compañero de la maga-. ¿¡Ey!?

El sacerdote apartó por un momento su bolsa del curioso méfit de aire; sabía que las criaturas pequeñas y mínimamente inteligentes tendían a ser curiosos, por lo que por un momento creyó que no serían tan distintos el méfit del mono.

-Azorasoklyn, ¿qué esperabas encontrar? – se dirigió al curioso méfit indignado, asegurándose de que no faltaba nada en su bolsa.

Habían pasado unas pocas salas y la exótica exploradora aseguraba que los había conducido al segundo nivel para seguir la pista del grupo perdido. El mayor peligro por el que pasaron fue por una sala de goblins, que casualmente yacían “dormidos” tras haber asegurado la sala Niren y Alariel. “Dormidos”, claro. Pero ya lo decía el dicho: goblin bueno, goblin muerto.

Más tarde llegaron hasta un punto de los que la maga denominaba “calientes”. O al menos es como seguramente lo habría llamado tratándose de algo peligroso: restos de vísceras por el suelo, formando un reguero hasta lo que parecía ser un cúmulo de zombies que intentaban penetrar por una puerta atrancada. En ese momento se acordó de la sala de los goblins muertos, y echó de menos haber quemado sus cadáveres; si allí había zombies, ¿quién sabe si los goblins no se levantarían? Además, por las observaciones de las magas, los restos de zombies parecían cobrar vida propia incluso una vez extirpados del cuerpo, o eso, o se resistían a una muerte verdadera.

-Deberíamos acabar con ellos, y quemar sus restos. Son una buena cantidad, y poniéndome en el papel de un grupo de aventureros perdidos en un lugar propenso a tragarse aventureros, yo ayudaría al posible grupo que se encuentra detrás. Que nos deban un favor no significa que nos lo vayan a devolver, pero en un lugar como este prefiero que me deban un favor. ¿Goblins? ¿Zombies? ¿Minotauros? Son pocos peligros en comparación con lo que me esperaba. Ahora mismo no creo que nos suponga demasiado desgaste incendiar a ese grupo de zombies, y más si forman un buen cúmulo.

Ante el comentario sobre las pelirojas del grupo, Khemed no pudo sino sonreir por la manera de bromear de Ilharess, y decidió comentar algo al respecto:

-La verdad es que es un bonito color de pelo, un color agradable a la vista –dedicó una sonrisa a Ilharess y no pudo evitar quedarse mirando por aquel rojizo color, por lo que después se giró hacia Niren para disimular-. Lástima que quieras esconderlo, con lo bello que es el color del fuego –se lamentó más por picar a la pícara que por otra cosa-. En fin, Elatha, creo que será mejor que dejes espacio para que lancemos algunos fuegos mágicos y comencemos la barbacoa. Además, si los calcinamos por completo, no creo que puedan agitarse -dijo en respuesta a la preocupación por aquel tipo de zombies tan extraños. Quizá tuvieran que quemar los restos por seguridad...

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19/05/2014, 20:40
Valeria

Valeria no prestó demasiada atención a la conversación sobre si debían ayudar a la banda de la loba o no. Ella lo tenía claro: los dones no otorgaban derechos. Podían ayudar a la banda de Calia si realmente se empeñaban, pero eso no implicaba que les debieran nada. Depositar confianza en otra persona suponía aplicar la medida propia al paño ajeno, y eso rara vez funcionaba. Ni siquiera estaba segura de que la confianza que habían depositado en ella misma fuera merecedora de tal nombre. No era una persona altruista como parecían sus pares. Nunca había sido un alma bondadosa y caritativa, y dudaba que fuera capaz de serlo nunca. Pero estaba en un grupo, y sabía de disciplina. Se plegaría a lo que decidiera la mayoría, aunque la mayoría se equivocara.

—Tengo una buena noticia y una mala noticia —dijo, levantando una muestra de sesos y gusanos—. La buena noticia es que lo que tenemos a nuestro alrededos son meros cadáveres. Les falta la rigidez y la necromorfización de los tejidos corruptos que caracterizan la auténtica no-muerte. Los gusanos, en cambio, sí que son muertos vivientes, pero no de ninguna especie que yo reconozca. Debería consultar esto en una biblioteca para obtener más datos.

Volvió a guardar la muestra en una bolsita.

—La mala noticia... —dijo, sacudiendo sus botas de anélidos—, es que el suelo está infestado de pseudogusanos no-muertos.

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20/05/2014, 17:23
Niren

—Oh, vamos. ¿Cómo que "siempre"?—puntualizó Niren con una sonrisa pilla—. Ya sé que soy inolvidable y todo eso pero sólo compartimos una misión, ¡ni que me conocieses de toda la vida!

Rio un poco entre dientes con su propia chorrada. No había aclarado en qué sentido era inolvidable. Aunque cuando Khemed hizo el comentario sobre el color de su pelo y la capucha mantuvo la sonrisa y se limitó a encogerse de hombros.

Me hace parecer más interesante.

No obstante, en cuanto vio que, en efecto Ilharess se tomaba en serio lo de la bola de fuego y los demás empezaban a hablar realmente de tirar por aquel camino dejó a un lado cualquier atisbo de jocosidad y puso una expresión similar a la que habría puesto si en vez de elucubrar sobre rescates heroicos se hubiesen puesto a recoger los gusanos del suelo para comérselos. Le dio unos tironcitos a Ilharess de la manga.

Eh, eh, eh, un momento, paladina. No tan deprisa. ¿Estáis hablando en serio de "rescatar" a alguien que es capaz de hacer algo como eso?—señaló elocuentemente el rastro de zombis pisoteados—. Por Tymora, míralos. ¡Es como si los hubiese atropellado una estampida de bueyes en vez de una persona! 

De no ser porque la repugnancia se imponía inapelablemente, casi le daban pena los zombis.

Esto no tiene nada que ver con la rivalidad, ¡estamos hablando de aventureros!—se encogió de hombros separando las manos a ambos lados como si aquel fuese un motivo tan obvio que le resultase absurdo explicarlo—. Ya sabéis, esa gente que puede lidiar con esto y bastaste más. Esa gente que ha bajado aquí ya preparada para eso y bastante más. Y ya nos vamos a encontrar con suficientes problemas propios como para andar gastando nuestros recursos en las meteduras de pata del vecino.

Si había un camino mucho más rápido y sin contratiempos, desde luego que no pensaba meterse en fregados que podía evitar. Lo de ayudar al prójimo estaba muy bien y todo eso... pero, diablos, aquel prójimo era perfectamente capaz de cuidarse solito que ella pudiese ver. Eso, y que el que le hicieses un favor a alguien no significaba que ese alguien estuviese obligado a devolvértelo.

Fue entonces cuando Valeria hizo su espeluznante análisis y la tiefling no quedó muy claro qué diferencia había entre las malas y buenas noticias.

A falta de una traducción a un idioma que me suene más—carraspeó—, ¿acaba de de dar a entender que son esos bichos los que animan los cadáveres?

Sacudió la cabeza.

Vale. Definitivamente esto NO es buena idea—gruñó sacudiendo una mano con gesto de desestimación—. Podemos evitar gastar recursos y podemos evitar permanecer en una zona alfombrada y llena de muertos infestados con esas pseudo-cosas, así que usemos el cerebro y hagámoslo. Será por senderos más despejados por los que avanzar.

Por supuesto que los que buscaban podían estar tras todo ese montón de morralla, y podían no estarlo. Por poder, podía haber un ejército de pollos vampiro detrás de aquella barricada, o un harén de concubinas orcas. O también podría estar Halaster con una pancarta de "Bienvenidos", una tarta y un sombrerito gracioso a juego con un taparrabos de piel de leopardo. ¿Por qué no?

A Niren no le gustaba trabajar sobre suposiciones, elucubrar cosas sólo suponía auto imponerse trabas innecesarias porque bien podían hacer un millón de suposiciones y tranquilamente fallarlas todas.

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20/05/2014, 20:01
Alarien

- En mi opinión os estáis precipitando.- Comento Alarien que danzaba sin problemas esquivando las masas de carne, sangre, vísceras y gusanos con sus pies desnudos. Aunque se había mantenido algo más alejada desde el comentario de Valeria.- Esos aventureros han conseguido superar la sorpresa del ataque y retirarse de forma ordenada causando grandes perdidas a esa masa. Y no he visto ningún cuerpo ni señales de que hayan hecho pedazos a nadie.

- Ahora han tenido un momento de respiro, han podido hacerse con una posición ventajosa y a buen seguro conocen mas sobre las fortalezas y debilidades de este enemigo en particular.- Continuo Alarien indicando varios detalles y pareciéndose mas a una curiosa mezcla entre tímida adolescente y profesora veterana que a la aguerrida exploradora que era.- No digo que vaya a ser fácil, ni siquiera que lo consigan. Pero tienen una buena oportunidad, no están con el agua al cuello.

- ¿Y si les salvamos que? ¿Jugamos al chantaje moral para que se retiren de la búsqueda? ¿Les dejamos unirse a nosotros? ¿Nos separamos a pesar de estar a unos pasos del laberinto? ¿Y se os ha ocurrido pensar que si tienen la situación controlada y esa Calia es como la describís podrían no agradecer un "rescate" que les pondría en deuda con sus competidores?

Alarien pareció de pronto reparar en las miradas que recibía y se sonrojo visiblemente aun a pesar de su tez caoba. Y concluyo su exposición precipitadamente encogiéndose de hombros, como queriendo decir que estaba todo dicho. Una persona curiosa esa semidrow, y más inteligente de lo que parecía a simple vista. Os preguntasteis, y no por primera vez, donde la habría conocido Niren ¿En una convención de amantes de las capas con capucha?

- Yo solo digo que el insisto de ayudar o dejar a otros a su suerte es cosa de cada uno, pero considerar los pros y los contras desde cada punto de vista puede acercar posiciones.- Añadió finalmente la exploradora antes de volver a levantar la cabeza con un sonrisa cándida.- Además tendría que volver a ponerme ese agobiante disfraz.

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22/05/2014, 12:18
Director

Primer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

Discusiones, el eterno dilema de los grupos aventureros sin un figura de autoridad. En el tiempo que tardasteis en llegar a la conclusión de que no teníais ni un acuerdo ni una mayoría posicionada la puerta acabo de astillarse frente a la presión de los no muertos y se hundió bajo su peso. Pero el recibimiento fue el esperado, no podía esperarse que alguien como Calia se quedase quieta lamentándose. Una fuerte tormenta de hielo recibió a los zombis derribando a varios, congelando a unos pocos y enlenteciendo al resto. Lo siguiente que oísteis fue el grito de guerra de la valquiria coreada por lo que debían de ser unos osos kodiaks cabreados, al parecer alguno de los chicos de Calia había estado ocupado conjurando ayuda.

El ímpetu inicial de la horda pronto fue reducido y contenido, y desde dentro de la sala donde habían quedado atrincherados los Lobos de Calia el sonido de la carnicería indicaba que había comenzado la siega.

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22/05/2014, 18:08
Director

Primer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

Tras comprobar que el grupo de Calia estaba dando guerra y no con el agua al cuello os decidisteis finalmente a seguir hacia las Espirales. El rodeo para evitar la zona de peligro de los zombis apenas os llevo cinco minutos y pronto estabais avanzando a buen rumbo de nuevo. Pero la suerte os duro poco. Veinte minutos después volvían Niren y Alarien informándoos de que un nutrido grupo de hobgloblins os cortaban el paso, y al parecer estabais tan cerca de la entrada que no ibais a poder esquivarlos. Pero incluso desde donde se apostaron las dos exploradoras quedaba claro que habían sufrido un ataque importante no hacia demasiado. Lo bueno es que sus números estarían mermados, y lo malo es que estarían alerta y deseosos de sangre.

Alarien añadió que había reconocido el emblema de los hobgoblins, era el de la casa Lysaen. Los Lysaen eran una casa noble de Karsoluthiyl, una pequeña ciudad drow erigida en algún lugar muy por debajo de las bóvedas Melairkyn. Los Lysaen parecían inmersos en una guerra fría, o al menos lo que pasaba por eso para los drows, con sus superiores, la casa Tanor'thal por el dominio del negocio de esclavos en Puertocraneo.

- Lo cierto es que cuadra que este ataque sea cosa de ellos.- Menciono la exploradora de forma fría, como si nada bueno le pasase por la cabeza.- Se dice que han estado erigiendo una plaza fuerte en el tercer nivel y necesitaran mano de obra para no dar a conocer a los Tanor'thal la localización de esta.

Niren era la que había podido acercarse a ellos, según Alarien era tan sigilosa que podría haber bailado desnuda delante de ellos y ni la habrían visto, y también tenía algo que decir. Las heridas de algunos de los cadáveres que había visto le cuadraban con una hoja curva mas delgada que las cimitarras de Khemed. "Aproximadamente del tamaño del sable del acosador de Valeria." Fueron las palabras de Niren pronunciadas con un sospechoso tono de total y absoluta inocencia.

Así pues teníais una serie de cosas claras. Esos hobgoblins eran "soldados perro", según Niren así les llamaban sus amos, de los drows que habían asaltado esta zona. Si estaban ahí apostados era casi seguro que los drows querían algo del laberinto, donde debían de haberse metido. Blane y su grupo habían pasado ya por ahí, y por las heridas de los muertos hacia al menos seis horas, al parecer no exageraba al decir que estaba preparado. Habían unos treinta hobgoblins alerta, bien armados, con ganas de guerra y en posiciones bien defendibles que teníais que quitaros de encima.

Pero a vuestro favor teníais la sorpresa, una superioridad mágica abrumadora y que comenzabais a estar aburridos y con ganas de liarla parda.