Partida Rol por web

Cambié mi flauta por el arco y dispuse una flecha en él. - Míralo por el lado bueno Wisna, cuando empiece el altercado tú estarás en medio de un montón de enemigos que no sabrán qué les ha caído encima.

-Snorri tiene razón - sonreí, cogiendo la capa de oso- igual hasta resulta divertido para nosotras.
Me levanté la última y cogí mis armas al tiempo que ponía a buen recaudo la capa de Wisna, envuelta con cuidado entre las mantas de mi petate de viaje, sin que se viera.
Después volví a mi posición en el remo delantero izquierdo y esperé instrucciones mientras seguía remando.

Durante todo el viaje mantuve mis armas siempre cerca, al menos mi hacha, que llevaba siempre encima, no por que la fuera a usar si no por lo que significaba para mí. Cogí el resto de mis cosas dejando de remar para volver a ello segundos después. Observé la escena de Astrid y Arild y reí interiormente. Por si quedaba alguna duda, ese viaje no iba a ser aburrido.

Ahora solo podía pensar en lo que nos esperaba allí afuera, por fin algo de aventura. Pero había que actuar con cabeza, ganarse enemigos no era un buen comienzo. No pude más que soltar un largo suspiro con una gran sonrisa dibujada en mi rostro. - Ahora sí empieza todo, por fin.- Dije más para mí que para el resto

-Bien ese brillo en vuestros ojos, significa que estáis listos. Mantener la alerta pero no precipitéis vuestros actos antes de saber que nos depara ese fuego. Dice señalando hacia el islote.

Unos minutos después da instrucciones para disminuir el ritmo de la nave, la isla está más cerca y el fuego empieza a distinguirse claramente como una gran hoguera, la vegetación y el entorno no permite ver más, pero unos tambores empiezan a ser claramente audibles.

Los tambores suenan frenéticamente, el viento empuja cánticos hacia vuestros oídos, no sabéis que es lo que dicen por la distorsión de las palabras, el sonido del mar, etc, pero es un idioma familiar.

La embarcación esta lo suficientemente cerca para distinguir claramente la costa que tenéis enfrente.

La costa es pedregosa y apenas tiene arena para facilitar un desembarco en tierra, hacerlo entre las rocas sería un suicidio en caso de existir enemigos alimentando el fuego, por lo que Arild mientras no vea una alerta inminente navegará por la costa del islote hasta que vea una playa para el desembarco, poder hacer una formación en playa daría ventaja sobre las flechas.

Sörr escuchaba los tambores y mantenía el ritmo con un esfuerzo incomparable, pero lo peor era que se le veía sonreír. Se estaba viendo a sí mismo en la playa, combatiendo como en las grandes gestas, luchando para demostrar el hombre que podía llegar a ser.

... Todos estáis ya preparados...
Arild ha dado ya instrucciones, pues en la playa que acabáis de descubrir hay dos pequeñas embarcaciones aparentemente pesqueras, por lo que finalmente se producirá el desembarco en esa playa aparentemente más segura.

Desde este lado del islote no se escuchan apenas los cánticos o tambores, y en la playa no se ve a nadie a simple vista, por lo que haréis un desembarco ordenado y una formación defensiva en la arena hasta que se asegure la playa.

Vamos todos fuera¡ , en formación ¡ Dice mientras salta de la embarcación al agua, empieza a correr hacia la arena y una vez allí se gira para ver como empezáis todos a abandonar la embarcación. Ivar, Halvor, Haakon, Loken, Lennart asegurar la embarcación ... los demás seguirme

Espera pacientemente mientras todos forman a sus espaldas abarcando la mayor parte de la arena posible dejando un par de metros entre cada uno y con las armas listas.

Cada momento que pasaba en ese barco mis ganas de salir de él y pasar a la acción iban creciendo. En esa isla estaba pasando algo, eso estaba claro, y por el bien de la misión mas valía que no fuesen, aunque no podía negar que una parte de mí lo deseaba para demostrar lo que valía.

El rodeo a la isla para llegar a la costa se me estaba haciendo eterno y solté un suspiro que así lo demostraba, pero no perdí la compostura en ningún momento, estaba dispuesto a cumplir cualquier orden que me fuera dada. Y así fue, nada más recibir la orden salí corriendo hacia la playa adoptando posición defensiva en primera línea. Si había un combate no me lo quería perder.

Por fin una oportunidad para atraer la atenta mirada de los dioses. El corazón de Ilfern estaba desbordado por la emoción y la incertidumbre que propiciaba aquella situación.

Con pasos decididos y rostro de suficiencia se colocó en primera línea de la formación junto a su compañero Rurik y adoptó una posición defensiva, portando esta vez a Svalandir con una mano y sosteniendo con firmeza el escudo con la heráldica de su clan en la otra. Como era habitual en él, no dijo nada en voz alta. El último pensamiento que tuvo antes de pasar a la acción fue para los dioses.

Que Tyr guíe nuestros golpes con destreza y Thor los haga caer con fuerza sobre nuestros enemigos.

Vi a mis compañeros acercarse y colocarse en posición y los seguí de cerca. Sin embargo, nada más desembarcar y aún con las botas metidas en el agua de la orilla, me detuve un segundo, hacha en mano y observé rápidamente a mi alrededor. Aún seguía intentando reconocer el terreno, algo, lo que fuera (el tipo de arena, las formaciones de la costa, incluso la posición del sol a aquellas horas respecto a la posición de la playa...) que me diera una pista de dónde estábamos y de si había pasado por ahí en alguno de mis viajes. Quizá si lo lograba, pudiera descubrir más fácilmente si nos recibirían con hachas, con comida o simplemente con indiferencia. 

Desembarco con presteza junto a mis compañeros y me apresuro a colocarme tras Ilfern y Rurik, donde mis flechas serían más letales.

Los dioses tenían un sentido del humor muy peculiar. No les bastaba con tener ver a Wisna vestida de pies a cabeza con telas que dejaban al realce lo que toda mujer lucía, sino que debían meter aquella imagen en aquel desembarco casi fantasmal, desangelado por la ausencia del sonido de los tambores que hasta entonces había acelerado el pulso de la mayor parte de los presentes.

-Fryda- miró a su compañera de "vestidos" y avanzó junto a ella con especial cautela. Se sentía absurdamente extraña, desprotegida sin su piel y, sin embargo, sus movimientos no eran tan torpes como habría esperado... quizá como habría esperado cualquiera al imaginarsela con un vestido. Los tonos grises y azul apagados que lucían Fryda y Wisna les conferían un aspecto casi etéreo, seres que se desvanecerían cuando la luz del sol estuviese en lo alto, marchándose con la bruma que cubría la tierra al amanecer.

Sörr se puso el casco y se ajustó los brazales en cuanto no fue necesario remar, empuñó su escudo y se bajó de un salto poco agil, pero al caer al mar, volvió a destacar en altura respecto a los demás.

Al ver que se disponían a ponerse en formación, el joven enorme se dirigió hacia la primera línea, quedándose en uno de los extremos, pues su padre decía que era lo que solía colapsarse antes, y si el estaba ahí aguantaría más que nada en este mundo.

Al ver a Wisna con las ropas de mujer bajando del barco, no pudo evitar sonreír para sí, pensando que era no volvería a ver a la chica de la piel de oso igual, pues antes era eso, un oso, ahora era una mujer con piel de oso.