Partida Rol por web

La cagué. Es lo primero que me viene a la mente, mi impulsiva actitud nuevamente le trae problemas a todos. - Llevenme a mi solamente y denme el castigo que quieran, pero a ellas no le hagan esto, esto es culpa mía y nada más. - Mientras me incorporo y tomo por un momento la mano de Leonore, una mano que hace tanto no toco.

Mis ojos lagrimean un poco por felicidad de que está viva y sana, pero también de dolor porque la vuelvo a perder. Pero la mirada del viejo soldado y su actitud me hacen dudar de mis acciones y lo obedezco. Por el temor y respeto que despiden su actitud, es una mirada que no puedo resistir, me incorporo y camino lejos de ellas, estirando mi brazo hasta lo último que puedo para poder mantener ese contacto que se rompe de golpe y me deja frío y solo.

Envaino mis armas, que seguro las dejaré en la prisión, al igual que todo lo demás, daría todo lo que tengo y pediría prestado un reino con tal de poder mantenerme un solo día más con ella, pero mi maldito carácter y mi estúpido orgullo me están alejando de lo único que me importa.

 -No te preocupes por mi inversion, a diferencia de ustedes, por este par de inutiles si me devolveran las fianzas... +contesta secamente a Leonore.

El joven lleva a Iseuld a hombros hasta el carro, mientras que el anciano espera a Malrik, que salga de la telaraña, aun sosteniendo la piedra. Ha escuchado el pedido de este, y aunque no le responde, su pose y actitud vigilante con el guerrero dan a entender a las claras que no le interesa dañar a las muchachas, solo el. 

Nada de lo que dijera iba a ayudar, sus ojos estuvieron apunto de romper en llanto, pero se contuvo. Miró a Malrick y movió su cabeza de lado a lado, lamentando la situación, tan poco tiempo juntos,  sólo un roce, no era justo, pero era lo que estaba sucediendo. El roce de Malrick se alejaba, y ella alargó su manos sujetándolo hasta el último momento.

- confía y cuidate...Malrick..- le aconseja, esperando que siga su palabras,  ya deberá pensar luego en la forma de sacarlo de la cárcel,  tarde o temprano debería poder lograrlo, pensó. Luego miró a su amo,  y cerró los ojos.

 La paladina deja de luchar... parece que despues del esperado reencuentro, las circunstancias otra vez vuelven a separarlos. 

- Cuidense ... iremos por ustedes en cuanto podamos. +suspira.

Quiero salir, pero la maldita telaraña no me deja, más humillado todavía no podría estar y todavía el día no termina. Hago fuerza por moverme, pero es inútil.

 El anciano aguarda, malhumorado, mientras Malrik se debate con su telaraña. El jovne deposita a Iseuld dentro del carro, y el soldado veterano se mantiene a la espectativa. Las dos muchachas no puede hacer nada, al menos de momento...

finalmente el guerrero sale de los hilos al cabo de unos instantes, para encontrarse cara a cara con el espadachin.

Este, sin mosquearse o mostrar emocion, señala el carro. Aun sostiene en su mano la piedra y el escudo, pero la espada descansa en su vaina.

Finalmente logro salir de la zona y quedo delante del espadachín, giro mi rostro y miro a Leonore una vez más antes de caminar hacia la carreta. Actuar solo llevaría a más dolor, en esta maldita ciudad todos tratan mal a los deconocidos y cuando estos se defienden, los mandan a guardar, que hermosa ciudad... Subo a la carreta sin opo ner resistencia y miro a la pobre maga que ahora está inconsciente por haberme querido ayudar, pasó de estar en una poderosa órden a dos veces en prisión en dos días.

Leonore intenta moverse pero sus piernas están atadas, - ¿mi señor, me daría tiempo para despedirme de él?- le pregunta a su amo con ojos suplicantes.

 El anciano no contesta, observando como Malrik es conducido de vuelta a la carroza... pero es evidente por su actitud que no permite tal cosa. 

Una vez este yace adentro de nuevo, en compania de la inconciente Iseuld, y los dos guardias, solo entonces habla.

-Tus desagradecidos amigos no merecen ni eso.

Se prepara a volver a la casa, cuando añade.

-El conjuro desaparecera en un rato... tengan paciencia, o bien liberense por ustedes mismas. Con fuera o con fuego, pueden deshacer los hilos. Cuando vuelvan mis hombres, hablaremos de nuevo...

Conducidos por los guardias, deshacen el camino recientemente transitado, hacia la prision. El anciano ha guardado la piedra, y el joven sus espadas. Los dos parecen tranquilos y serios, el primero impasible, el segundo algo mas errufuñado, mirando a la elfa con intensidad. 

Finalmente, otra vez, se detienen frente a los imponentes muros del palacio de Piergeirnon, para recorrer lo que apenas hace menso de una hora habian abandonado.

Todo en vano, pareciera ser que solo salimos a que nos peguen un rato, como si no hubiera tenido con ese paladín, bueno, paladín... Espero que me indiquen de bajar y cuando lo hagan cargo con Iseuld, negándole la oportunidad al joven guerrero que la dejó en este estado.

Luego de bajar, son conducidos otra vez a la recepcion de la prision... El hombre alli es el mismo que hace un rato, por lo que enarca una ceja al verlos regresar tan pronto. Sin embargo, antes de que hable, el veterano lo hace.

-En un momento te lo explicare, Garmon... Por ahora, la maga vuelve a su celda y el otro envialo al pozo. Sus estancias seran prolongadas.

Al terminar de decir esto, mira a Malrik.

-Ya conoces el procedimiento.

Sabiendo como es el asunto, hago lo mismo que lo echo el día anterior. No creo necesario decir el nombre, dado que hace menos de una hora ya lo leyó. Me cambio las ropas y dejo todas mis cosas, siguiendo el procedimiento. - ¿Y ella? - Indicando con una mirada inteligente que no podría cambiarse por si sola.

La sonrrisa de refilon que captas en un par de guardias da a entender a las claras quien se ocupara de ella. La sonrrisa se apaga sin embargo con una mirada del supervisor. Este te señala la puerta, mientras destina a los dos risueños a escoltarte con otro gesto. 

- Preocupate por ti mismo. Adelante. Al pozo. +indicando la puerta que desciende a los calabozos masculinos. 

Viendo como viene la cosa, hacer más líos no significaría precisamente mejorar la situación de ambos. Me como mis pensamientos bien adentro y asiento a las palabras del sujeto, como si hiciera falta... pero lo hago igual.

Leonore no obtuvo nada de lo que había pedido, y sí, a su modo de ver, habían sido unos mal agradecidos, Malrick era ahora quien los separaba, y quien sabe por cuanto tiempo, sintió rabia ahora contra el guerrero,  no lo volvió a mirar, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, ya pensaba Leonore que aquel amor era una condena para los dos, porque sólo degracias había traído, Ilmater debería estar castigándola.

- sí señor, cuando vuelvan sus hombres-le responde fríamente al señor, e intenta esta vez zafarse, aun no escucha que se lleven a Malrick y a la maga, la pobre chica, aunque poco y nada la conoce, sólo lamenta que deba seguir aquella suerte. Echa una última mirada al guerrero cuando se lo llevan, evasiva cuando la intenta mirada hasta su salida antes de intentar zafarse de los hilos.

Los guardias te conducen por el camino de hoy, solo que esta vez, toman el otro corredor, no las celdas que compartieras anoche... 

A tus lados, ves celdas distintas, de puertas reforzadas, con tan solo una mirilla, siempre cerrada... Confinamiento solitario, o quien sabe este ahi. Sin embargo tampoco este es tu destino. Al final del corredor, unos 200', dan con una cesta de 10' x 10' aproximadamente, sostenida con cuerdas triples, de dos agarres, que llevan a dos rodillos. 

-Arriba. +indican los hombres, señalando la cesta con sus lanzas.

Mientras te debates, Irina hace lo mismo, aunque parece mas bien que cada intento la enrreda mas y mas en los hilos... Furiosa aunque callada, mira en torno buscando con que ayudarse, pero no hay nada... 

Suspira, tomando aire para calmarse.

-Tyr... dame fuerzas para soportar estas pruebas....+murmura. Mira a su compañera+ e Ilmater tambien, claro...+añade, tratando de animarla un poco.

Despiertas... en un familiar lecho de heno. Te han quitado tus ropas y vistes otra vez la tunica de prisionera, puedes saberlo simplemente por el tosco tacto de la tela en tu piel...